El Espíritu y los carismas

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El Espíritu y los carismas
Hablar de los carismas cristianos es hablar de la gracia. Todo carisma es una manifestación de
Dios en nosotros, una manifestación del Espíritu, una forma de hacerse presente el amor de
Dios en nuestras vidas. Los carismas son acciones creadoras de Dios que está presente y
actuando en el hombre.
Quien confiere estos dones gratuitamente, es siempre el Espíritu, y lo hace a todo aquel que se
entrega a Jesús y se compromete en la Iglesia.
Vivir la fe con entusiasmo, amar en actitud contemplativa de Dios y comprometiéndose con la
misión de la Iglesia, es la forma de experimentar esta presencia del Espíritu con sus dones y
carismas.
El origen de los carismas es el Espíritu Santo. La finalidad es el bien de la comunidad.
La primera carta a los Corintios nos da un vivo retrato de una comunidad que vive su fe con
entusiasmo, que ama, se compromete y deja al Espíritu actuar con sus dones y carismas.
Pablo trata el tema de los carismas (1Cor.12,1-11) en el contexto de las reuniones litúrgicas,
tema que venía desarrollando en el Capítulo 11 de esta misma carta.
El Apóstol, intentaría corregir ciertos abusos que se venían dando en esa comunidad. Una
mirada con ojos críticos nos llevaría a pensar que existía en Corinto una gran efervescencia a
la vez que bastante desorientación en lo referente a los carismas.
Estos carismas eran dones que el Espíritu concedía a determinados miembros de la
Comunidad cristiana, y al mismo tiempo eran manifestaciones visibles de esta presencia del
Espíritu, así se aseguraba el buen funcionamiento de la iglesia.
Daría la impresión, que esta comunidad se apegaba mucho a los carismas más llamativos,
como la glosolalia. Es aquí donde Pablo intenta corregir, orientar, para no dejarse arrastrar por
el influjo de fenómenos semejantes a éstos, que se daban en otros cultos paganos.
Llama también la atención cómo de forma súbita Pablo aborda este tema. Todo estaría
indicando que se trata de una consulta que se le ha planteado. Quiere el Apóstol que los
Corintios tengan ideas claras sobre este tema: “No quiero hermanos, que estéis en la
ignorancia” (1Cor.12,1) Se está refiriendo aquí Pablo a toda la plenitud de los dones del
Espíritu, pero ciñéndose más en concreto a los que se manifiestan en las celebraciones
litúrgicas.
Enseguida Pablo establece un claro distanciamiento sobre lo que los Corintios conocían o
habían vivido en los cultos paganos, en especial los cultos mistéricos, superpoblados de
fenómenos extáticos, entusiásticos y hasta orgiásticos. Poniendo de manifiesto, lo indigno del
hombre cuando se entrega a estos cultos paganos.
Por el contrario, en la asamblea cristiana, el hombre sigue siendo dueño de sí mismo, no se
entrega en manos de poderes invisibles
Nos sorprende enseguida Pablo, con una confesión fundamental del cristiano: “Jesús es el
Señor”; es la expresión más concisa y más densa para afirmar la unión total con El, una
vinculación tal como solo es posible respecto de Dios. En esta confesión se está afirmando
aquello que Dios ha hecho para su gloria y nuestra salvación.
Pablo nos invita a hacer esa confesión de Fe, dejarnos llevar por el Espíritu
“Hay diversidad de carismas” 1Cor.12,1
Clasificación de los carismas
No encontramos en Pablo una rígida sistematización de los carismas porque muchos de ellos
se dan como en una fusión de unos con otros.
Por razón de su riqueza, presentan una forma infinita de variedades, de ahí que puedan ser
colocados bajo distintos apartados. Por la variedad que presentan sería imposible una
clasificación, completa y exacta.
Cada autor cuando trata de interpretar a Pablo lo hace según un orden personal, resaltando tal
o cual de forma especial.
El Papa Juan Pablo II al hablar sobre los carismas nos hacía una amplia descripción:
“La acción del Espíritu Santo se manifiesta y actúa en la multiplicidad y en la riqueza de los
carismas que acompañan a los ministerios; y éstos se ejercen de diversas formas y medidas,
en respuesta a las necesidades de los tiempos y de los lugares; por ejemplo, en la ayuda
prestada a los pobres, a los enfermos, a los necesitados, a los minusválidos y a los que están
impedidos de un modo u otro. También se ejercen en una esfera más elevada, mediante el
consejo, la dirección espiritual, la pacificación entre los contendientes, la conversión de los
pecadores, la atracción hacia la palabra escrita, la educación a la fe, el fervor por el bien, etc.
Se trata de un abanico muy grande de carismas, por medio de los cuales el Espíritu Santo
infunde en la Iglesia su caridad y su santidad, en analogía con la economía general de la
creación"
En el presente trabajo me ceñiré a un esquema simple y sencillo, ateniéndome a los carismas
tal como Pablo los enumera en 1Cor.12,8-10.
Para una mejor comprensión y siguiendo un orden más pedagógico, haré una triple distinción,
con riesgo de ser imperfecta.
Carismas orientados al CONOCIMIENTO
La Palabra de Sabiduría
La Palabra de Ciencia
Discernimiento de Espíritu
Carismas orientados a la PALABRA
Don de Lenguas
Don de Interpretación
Don de Profecía
Carismas orientados a la ACCIÓN
Don de Fe
Don de Milagros
Don de Sanación
SABIDURIA
“Porque a uno se le da por el Espíritu palabra de sabiduría”1Cor. 12,8
La Palabra de sabiduría nos proporciona los conocimientos necesarios para responder a
aquello que creemos. Nos ayuda a dar testimonio de nuestra Fe en Jesús, ilumina nuestra
mente para realizar en cada momento el plan del Señor en nosotros y en los demás.
“La Palabra de Sabiduría es la habilidad que Dios da a ciertos miembros del Cuerpo de Cristo
para percibir de manera inmediata cómo una revelación dada, puede ser mejor aplicada a una
situación específica o a una necesidad en el Cuerpo de Cristo" - David Pytches, . “Ven
Espíritu Santo”
Esta va más allá de la sabiduría humana que adquirimos por el estudio o la experiencia.
La Palabra de Sabiduría es un Don del Espíritu para colocarlo al servicio de la Iglesia y de
nuestros hermanos.
El Espíritu ilumina, transforma, nos clarifica en determinados momentos para poder hacer
frente a situaciones difíciles, nos proporciona respuestas concretas para responder a
interrogantes de difícil solución.
El Carisma de Sabiduría, nos capacita para hacer un buen uso de los conocimientos naturales
o sobrenaturales que hemos ido adquiriendo.
Como carisma, la palabra de sabiduría, nos indica cómo orar por una persona. Ayuda a evitar
peligros con los que uno podría o tendría que enfrentar. Ayuda a saber cómo hablar y actuar
constructivamente en situaciones difíciles.
Como manifestación del Espíritu, nos prepara para enfrentar una situación particular, nos
ilumina para actuar en la verdad, nos revela cómo debemos comportarnos ante el plan de Dios.
Es el Don del Espíritu que viene en nuestra ayuda, cuando debemos tomar decisiones muy
difíciles. Es un Don negado a los sabios de este mundo (Lc.10,21; 1Cor.1,19-20; Hch.6,8)
Ejemplos en la Sagrada Escritura
En el Antiguo Testamento nos encontramos con un claro ejemplo, Salomón ora al
Señor:“Concede, pues, a tu siervo, un corazón que entienda para juzgar a tu pueblo, para
discernir entre el bien y el mal” 1R.3,9.
Aquí está la clave, en orden a una misión o en relación con los demás carismas, si no se
confunde con el don de Sabiduría.
El Señor escucha su oración y le da la respuesta al problema que le presenta, cuando dos
mujeres fueron a él con sus niños, uno muerto y otro vivo. Las dos reclamaban para sí el vivo.
Con la “Palabra de Sabiduría” como carisma divino, pudo resolver la difícil situación.
En el Nuevo Testamento, Jesús dice a sus discípulos que serán perseguidos, entregados a la
cárcel, llevados ante reyes...pero les promete: “porque yo os daré una elocuencia y una
sabiduría a la que no podrán resistir ni contra decir todos vuestros adversarios” Lc. 21,15.
Jesús durante su vida pública manifestó esta sabiduría:
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En la forma de enseñar por parábolas.
En la manera de responder ante quien cuestiona su autoridad
Cuando tuvo que responder preguntas con doble intención
En la manera de contestar al sumo sacerdote, a Pilato y Herodes
Un Don que se recibe: Una vez más estamos dentro del misterio de Amor de Dios al hombre.
El es el que otorga gratuitamente sus dones, y sabemos que los caminos del Espíritu son
inabarcables.
Como todo Carisma se puede pedir al Señor.
“Buscad la caridad; pero aspirad también a los dones espirituales” 1Co.14,1.
“Pedid y se os dará; buscad y se os abrirá. Porque todo el que pide, recibe; el que busca, halla;
y al que llama, se le abrirá” Mt.7,7-8.
“¡ cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que se las pidan !”
Mt.7,11b.
Un Don que puede ser impartido: Como don puede ser impartido por otro que ya lo posee.
“Pues ansío veros, a fin de comunicaros algún don espiritual que os fortalezca” Rm.1,11.
Dios en su sabiduría infinita se mueve en libertad y otorga como quiere los dones de su
Espíritu. El hombre descrubrirá un día que posee ese don.
Un Don que se ejerce: Como todo carisma, se ejerce en presencia de los otros y para el bien
de los hermanos.
Es necesario vivir la presencia del Señor, dejar el corazón abierto a lo que El quiera de uno, en
bien de los demás.
Desde esta presencia del Señor y con el corazón puesto en El por la oración, este don se hace
presente bajo distintas manifestaciones: Una palabra que nos viene a la mente, una imagen
que se detiene en nosotros y que el Espíritu nos urge a manifestar.
El Señor puede también “revelar” algún hecho desconocido a la persona que está orando, para
ser manifestado a quien se ora y ayudarle así a sanar una herida o alimentar y fortalecer su fe.
Un Don que se manifiesta: Este don se manifiesta siempre, no como acusación o condena,
sino de forma positiva y compasiva hacia la persona. De tal manera que quien recibe el
mensaje, lo capta de forma gozosa y lo hace reaccionar positivamente, descubriendo que es
una bendición del Señor para él.
Bendición que le aporta mayor santidad, le hace sentir como liberado de algo que le oprimía y
que no conocía, le fortalece en su Fe.
Conclusión:
Como todo don que viene del Espíritu, la Palabra de Sabiduría, no tiene una explicación para
quien pretenda escudriñarla solo desde la razón.
Es imposible de ser comprendido para quien sólo cuenta con sus propios medios.
Los caminos del Espíritu son con frecuencia inabarcables para el hombre de hoy que todo lo
visualiza desde lo experiencial.
Parecería que el Espíritu se complace en conceder este don a los más simples y sencillos:
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José frente al faraón de Egipto
Esteban frente a los sabios del Sanedrín.
Santa Catalina de Siena que tendrá que “orientar” a los Papas en momentos difíciles
para la Iglesia
Siempre quien mejor expresa este carisma es San Pablo:
“Porque a nosotros nos lo reveló Dios por medio del Espíritu; y el Espíritu todo lo sondea, hasta
las profundidades de Dios. Y nosotros no hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu
que viene de Dios, para conocer las gracias que Dios nos ha otorgado, de las cuales también
hablamos, no con palabras aprendidas de la sabiduría humana, sino aprendidas del Espíritu
expresando realidades espirituales en términos espirituales” 1Cor.2,10-13.
CIENCIA O CONOCIMIENTO
“..a otros, palabra de ciencia según el mismo Espíritu” 1Cor. 12,8
La Palabra de Ciencia sería una revelación sobrenatural, relativa a situaciones, hechos,
sucesos pasados, presentes o futuros, que no podríamos conocer por los solos medios
humanos.
“Se trataría de un fragmento de conocimiento dado libremente por Dios, que pone a la luz la
verdad que el Espíritu desea que se sepa sobre una persona o situación en particular” David
Pytches
El Señor puede revelar a nuestra inteligencia algo relacionado con un caso o suceso
determinado, siempre para progresar en la Fe y para el bien del hermano o de la comunidad.
Este carisma es de suma importancia para llegar a conocer el significado profundo de la
Palabra de Dios, por medio de la Luz sobrenatural. Nuestra inteligencia se sumerge en las
verdades divinas sin necesidad de muchos razonamientos.
Al querer adentrarnos en el misterio de Dios, nos es difícil con palabras clarificar realidades
sobrenaturales, pero al hacer referencia a las personas definimos sus efectos.
Toda Palabra de Conocimiento, es una revelación sobrenatural de hechos o situaciones de una
persona, que no podríamos alcanzar con sólo el pensamiento humano, aquí entraría el Espíritu
para ayudarnos a descubrir la verdad de lo que El quiere que se manifieste.
La Palabra de Ciencia sería un conocimiento que brinda una percepción profunda para el bien
de una o varias personas, y que puede hacer relación a su salud, seguridad.... y que no va en
contra de la Palabra de Dios.
Distinción
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El conocimiento humano natural, serían los conocimientos adquiridos naturalmente.
Aquí entrarían todos los avances tecnológicos a través de la historia del hombre.
El “conocimiento sobrenatural”, serían todos los intentos que el hombre hace para
obtener conocimientos al margen del Espíritu Santo. Esta forma de conocimiento se
llana ocultismo.
El conocimiento espiritual, es el conocimiento que tenemos de Jesús y que se alimenta
por la Palabra y la oración.
La Palabra de Ciencia o Conocimiento, es un Don que viene del Espíritu a nuestro
espíritu y nos revela algo de Dios en bien nuestro. Puede referirse al pasado, al
presente o al futuro.
Ejemplos en la Sagrada Escritura
En el Antiguo Testamento nos encontramos con múltiples ejemplos de la forma en que actúa
La Palabra de Ciencia:
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Trayendo un mensaje de aliento y esperanza. Lo encontramos en 1R.18,41; 19,15-18.
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Advirtiendo de un peligro y engaño: 2R. 6,9-12.
Yahvéh que revela el lugar donde se escondía Saúl. 1S. 10,22.
Al profeta Natán le es revelado el pecado de David. 2S. 12,1-15. “Te descubriré todo lo
que hay en tu corazón” 1S.9,19.
En el Nuevo Testamento
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Jesús, ejerce este carisma en múltiples manifestaciones. “..Pues él conocía lo que hay
en el hombre” Jn.2,24b.
Jesús frente a la Samaritana, le ayuda a salir de su mala forma de vida, revelándole su
conducta. Jn. 4,18-19; 29.
Jesús manda a Pedro pagar el impuesto y le revela que la moneda está en la boca de
un pez. Mt. 17,27.
Jesús indica el lugar y la persona a quién dirigirse donde celebrar la Pascua. Mc.
14,13-15.
Ananías escucha la Palabra del Señor y va al encuentro de Saulo. Hch..9,10-19.
A Pedro le es revelado que Ananías miente. Hch. 5,3-4.
A Pedro el Espíritu le revela la llegada de unos hombres. Hch..10,17-23.
Un Don que se recibe
Como todo don se puede pedir al Señor, sabiendo que es algo bueno y beneficioso para la
comunidad; el Señor estará siempre dispuesto a otorgarlo si sabemos hacer buen uso de él.
En la oración por un hermano, a veces es bueno pedirle al Señor que nos ayude a descubrirle
el corazón.
Como don puede ser otorgado gratuitamente por el Espíritu, como y cuando El quiera y a quien
quiera.
Como don, puede ser transferido por otro.
Con frecuencia este don se hace presente en los grupos de oración cuando se ora unos por
otros, en pequeños grupos o cuando se ora por una persona en concreto.
Un don que se ejerce
No es fácil poder descubrir cómo se ejerce el don de conocimiento. Más adelante intentaré
clarificar ciertos riesgos que pueden darse o nos pueden llevar a confusión.
Cuando se ora en comunidad o en particular por una persona, es necesario vivir en una actitud
de plena sinceridad, de amistad y de filiación hacia el Señor. Desde aquí podemos preguntar:
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¿Qué es lo que mi hermano necesita, Señor ?
¿Qué le quieres decir Señor a este hermano ?
¿Cómo puedo ayudarle desde ti, Señor ?
Con la misma confianza y en el ámbito de la oración, esperamos y escuchamos lo que el Señor
quiera comunicarnos. Con frecuencia surge el deseo de preguntar algo.
En otros momentos puede aparecer en nuestra mente una imagen o una palabra, podemos oír
una frase, sentir un dolor desacostumbrado, quizás alguna sensación física extraña en nuestro
cuerpo.
El Señor puede brindar determinados signos que a uno le permiten discernir cuál es el
verdadero problema del otro.
Desde el amor fraterno, uno podría preguntar a esa persona, cómo se ha sentido en la oración.
Si manifiesta lguna situación, trauma, preocupación, se le sugiere orar por esa situación o
problema.
La Palabra de Conocimiento que el Señor puede regalar, está siempre en la dirección de
acrecentar la fe, llevarnos a vivir el amor y alentarnos en la esperanza.
Si en algún momento esa palabra de Conocimiento viniera para alguien que está ausente,
siempre hay alguno en el grupo que conoce el hecho o la persona. Esta queda en cierta forma
comprometida a ayudar a esa persona.
Se da también con frecuencia que hay personas que sienten vergüenza, inseguridad, falta de
fe y no se atreven a manifestar esa Palabra de Conocimiento, o quien la recibe, se siente de la
misma forma y no se atreve a dar testimonio.
DificultadesLos riesgos ante la Palabra de Ciencia o Conocimiento están siempre latentes,
porque muy fácilmente juegan en nosotros impulsos falsos, imaginaciones que nada tienen que
ver con el don, ilusiones que nos formamos o deseos de que el Señor nos manifieste algo.
Me remito otra vez a la actitud de oración, de sinceridad y de entrega incondicional al Señor,
para que sea El, no uno el que actúe, y al discernimiento con criterios objetivos, además del
discerminiento comunitario y pastoral.
Toda Palabra de Conocimiento que viene de Dios, está signada por el amor, la delicadeza, la
prudencia.
El mejor ejemplo es el de Jesús con la Samaritana. Jesús sabía que esta mujer. era adúltera, el
amor lo llevó a manejar esta situación con suma delicadeza, de tal forma que ella misma
abriera su corazón.
Conclusión
Cuando en alguien se manifiesta el Carisma de Conocimiento, se corre el riesgo de sofocarlo o
suprimirlo, por miedo a ser mal interpretado. También se corre el riesgo de juzgar al otro sólo a
partir de la propia imaginación.
Es de suma importancia, impartir enseñanzas que iluminen y apoyen estos dones del Espíritu.
Hoy como ayer la Iglesia necesita de todos los dones y gracias del Espíritu, pero es importante
no perder de vista que todos confluyen hacia el amor y a la “construcción” de la Iglesia.
Los carismas de nada sirven si no hay amor. El amor se despliega por medio de los carismas.
Cuando se trata del Carisma de Conocimiento tener claro todo esto es de suma importancia
para discernir adecuadamente este carisma.
DISCERNIMIENTO DE ESPIRITUS
“..a otros, palabra discernimientos de espíritus” 1Cor. 12,10
El discernimiento de Espíritus es sin duda el carisma más importante; es como el guardián de
los demás carismas.
El hombre en el caminar de todos los días se encuentra bajo el influjo de las fuerzas contrarias:
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Las del Espíritu de Dios que tratan de llevarlo a la verdad.
El espíritu del mal que trata de apartarlo del camino, para llevarlo al error.
La S.E. en este aspecto, nos hace una llamada constante. El espíritu del mal trata siempre de
conseguir sus fines por medio del engaño. “..Cuando dice la mentira, dice lo que le sale de
dentro porque es mentiroso y padre de la mentira...” Jn.8,44b.
Pablo nos advierte que con frecuencia el espíritu del mal puede disfrazarse de ángel de luz. “ Y
nada tiene de extraño; que el mismo Satanás se disfrace de ángel de Luz““1Co. 11,14
Discernir para ver si las inspiraciones vienen de Dios es, como vemos, una llamada que la
misma Sagrada Escritura nos propone una y otra vez, como una forma de descubrir nuestra
fragilidad y a la vez encauzar nuestra vida por los caminos del Espíritu de Dios.
Pablo habla del discernimiento de espíritus y lo coloca como un carisma, ya que veía necesario
hacer distinciones en las cosas concretas, además no era cosa fácil poder distinguir entre los
buenos y malos espíritus, que podrían hablar por boca de un inspirado.
Esta facultad de hacer distinciones en las cosas concretas, era apreciada como carisma en la
Iglesia primitiva, donde se tenía conciencia que los espíritus malos eran tan peligrosos que
podrían tratar de engañar intencionalmente a los cristianos.
Llama la atención en Pablo que emplee la forma plural. No se puede afirmar con certeza “qué
clase de espíritu” es el que habla y obra. La experiencia nos dice que ni siquiera entre aquellos
inspirados por el Espíritu Santo, es todo pura revelación del Espíritu. Junto a la inspiración se
deslizan también en el hombre experiencias humanas. Muchas veces ni siquiera el inspirado
puede distinguir con precisión lo que ha recibido del Espíritu, de lo que es propio de él.
A modo de definición
La palabra discernimiento viene del griego “diacrisis”. Significa distinguir entre cosas contrarias.
El discernimiento de Espíritu es un don sobrenatural que nos ayuda a determinar si las
inspiraciones o impulsos que experimentamos, provienen de Dios, del demonio o de nuestra
imaginación.
El discernimiento juzga el impulso que sentimos para actuar, con el fin de determinar el origen
de esos impulsos.
En el comentario a la Biblia de Jerusalén, se nos dice que es “El don de determinar el origen de
los fenómenos carismáticos: Dios, la naturaleza, el demonio”.
El carisma de discernimiento es como una luz súbita, es una iluminación que proviene del
Espíritu y que es dada. Se suele llamar también conocimiento infuso por contraposición al
conocimiento adquirido.
El conocimiento infuso, no pasa por los sentidos como los demás conocimientos, aquí es
infundido directamente por el Espíritu Santo en la inteligencia. Esta iluminación o conocimiento
infuso se refiere al origen y orientación, divina o no, de lo que pasa en una persona o en un
grupo.
Este conocimiento infuso va acompañado por otro elemento: la certeza. Es una certeza
absoluta, una evidencia interior de la que no se duda.
Podríamos hacer un intento de definición así:
El carisma de discernimiento es un conocimiento que infunde directamente el Espíritu Santo.
Esta luz ilumina la inteligencia de tal modo que la voluntad no puede dudar del origen y de la
finalidad, divina o no, de los pensamientos, impulsos, experiencias o acciones de una persona
o un grupo .
Distinción
El discernimiento se ejerce en una doble dimensión: hacia uno mismo y hacia los demás.
Hacia uno mismo, cuando se ejerce sobre los propios actos de la vida privada. Este don,
todos lo tenemos y surge en nosotros bajo la forma de inspiraciones ordinarias o bien bajo la
forma de inspiraciones carismáticas.
Las inspiraciones ordinarias brotan en nosotros en forma muy similar a nuestras inclinaciones
naturales. Son simplemente impulsos para hacer o dejar de hacer tal o cual cosa.
Las inspiraciones carismáticas son experimentadas como impulsos provenientes de fuera de
nosotros. Estos impulsos pueden consistir en : visiones, palabras o ideas que surgen en uno,
sin mediar ninguna causa especial.
Puede ser un impulso a hacer algo, hablar con una persona, quizás desconocida. En la práctica
es difícil distinguir las inspiraciones ordinarias de las carismáticas.
Las inspiraciones carismáticas son poco frecuentes y más extraordinarias, pueden ser también,
en algún caso, peligrosas ya que el espíritu del mal puede interferir en ellas.
Estas inspiraciones carismáticas pueden darse en casos especiales para llevar a cabo una
misión del Señor. Es bueno afirmar que el Espíritu del Señor actúa en formar normal por las
inspiraciones ordinarias. La perfección de la vida cristiana tiende a poder tener la capacidad de
escuchar y ser dóciles al Espíritu en cada momento de la vida.
Esto no quita que en algún momento necesitemos del “Don del discernimiento” ante decisiones
importantes que surgen en nuestra vida.
Hacia los demás. Este don sólo ciertas personas están llamadas a ejercitarlo. Se destaca en
toda persona con responsabilidad pastoral. Ella está llamada a discernir quién habla o actúa
bajo la inspiración del Espíritu Santo o si su actuación puede influir en la comunidad para el
bien o para el mal.
Criterios de discernimiento
No es fácil establecer criterios que nos ayuden a descubrir si una inspiración viene o no de
Dios. Muchos santos pasaron por períodos de grandes dudas acerca de lo que el Señor les
pedía.
Para poder clarificar mejor este apartado, trataré de hacer una doble distinción de criterios.
Criterios Objetivos
Los Cristianos tenemos claro un marco de referencia siempre constante.
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La Palabra de Dios, que nos viene del Señor y de su Iglesia .
Los deberes y responsabilidades propios del estado de vida . Si una inspiración fuese
contraria a estas enseñanzas nos estaría indicando que no proviene de Dios.
La tradición común dada y mantenida por la Iglesia a través de los años tiene el peso
de autoridad.
La prontitud para obedecer a la autoridad legítima, siempre que esté en conformidad
con la voluntad de Dios .
La opinión de la comunidad a partir de los efectos que esto produce en ella.
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El discernimiento pastoral, que así como lo hacía San Pablo, ejerce la autoridad de la
comunidad desde fuera.
Criterios Subjetivos
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La paz, cuando nos movemos de acuerdo a la voluntad de Dios, se experimenta una
profunda paz en el corazón. La paz es como la resultante de un orden, de estar en
conformidad con el Plan de Dios.
El amor. Todo lo que proviene de Dios está impulsado por el amor. Todo lo que
hacemos debemos verlo bajo el ámbito del amor.
El gozo. Lo experimentamos cuando hemos tomado decisiones que creemos eran la
voluntad de Dios. Este gozo no se contradice con el sufrimiento que en algún momento
trae, por tomar tal opción.
La humildad es la virtud que mejor nos acerca al Señor, para que El pueda hacer su
obra en nosotros. Toda inspiración que nos haga más humildes, que nos invite a ser
más sencillos, a desaparecer delante de los demás, podemos decir con cierta
seguridad que viene de Dios.
Tener un conocimiento profundo de uno mismo, ayuda a descubrir si tal o cual
inspiración es del Señor o proviene de nuestro temperamento o forma de ser.
Para el Padre Carlos Aldunate, todos estos criterios de discernimiento deben estar
acompañados por cuatro disposiciones.
1. La conformidad con la voluntad de Dios.
2. Vivir en un estado de recogimiento. En la agitación el alma no puede percibir la acción
del Espíritu Santo. Vivir la presencia del Señor. Es el mejor medio para poder discernir
la acción del Espíritu.
3. Saber esperar los momentos del Señor.
4. La oración constante predispone el corazón a la acción del Espíritu.
Conclusión
He intentado recoger la opinión de varios autores, haciendo una síntesis de lo que podríamos
llamar “Discernimiento”. Todo esto no agota lo que es el Carisma.
Se suele vincular el don de discernimiento también, al don de profecía, así aparece en muchos
textos de la Sagrada Escritura.
Hoy podemos afirmar que este don tiene una aplicación más amplia y más profunda y no se
ciñe sólo a la profecía.
Es importante afirmar también que todo cristiano por medio del Espíritu, está capacitado para
hacer una evaluación de personas, cosas, acontecimientos a la luz de Cristo, así como
cualquier cristiano que conozca la Palabra de Dios, está capacitado para distinguir entre el bien
y el mal.
El Carisma de discernimiento es más que todo esto y no debe confundirse con el juicio común
a todos los hombres, para emitir ideas sobre las personas o hechos, en base a nuestra cultura.
No es el juicio o la opinión que formamos sobre la bondad o maldad de tal o cual persona, su
vida...
No es tampoco una conclusión que hemos sacado, dictada por nuestra intuición o conocimiento
psicológico.
El don de discernimiento es un don sobrenatural y gratuito, dado por el Espíritu Santo en
circunstancias especiales, que nos capacita para saber si en una determinada persona o lugar,
está Dios. Es una especie de instinto sobrenatural por medio del cual quien lo posee percibe
intuitivamente el origen de los pensamientos y mociones. Este don nos abre los ojos a lo
invisible.
Es una luz sobrenatural que nos muestra la causa última de ciertos fenómenos misteriosos
humanamente inexplicables. No es pronunciar un juicio sobre ciertas manifestaciones externas,
sino descubrir la causa de esas manifestaciones.
El mismo término “Discernimiento de Espíritus” nos lleva a preguntarnos qué debemos hacer
con los espíritus, no con los hombres y sus conductas.
Este don salvaguarda los dones del Espíritu Santo de posibles adulteraciones y cambios.
En los grupos de oración es frecuente que se ejerza este don, para señalar en ciertos casos, lo
que perturba el normal desenvolvimiento del encuentro. Como guardián de los verdaderos
carismas, nos señala el verdadero o falso don de lenguas, el verdadero o falso don de profecía,
las enfermedades cuyo origen es natural o que pudieran tener su origen en el espíritu del mal.
Falvo, hace un extenso análisis sobre el discernimiento de los espíritus y va señalando los
posibles síntomas de la presencia del espíritu del mal. Señala el autor los lugares donde puede
anidarse y causar trastornos morbosos, disturbios mentales, aberraciones morales y
espirituales, adivinación, psicometría, opresión diabólica..
El don de discernimiento nos ayuda a clarificar lo que es de Dios de lo que pudiera ser del
espíritu del mal.
Sin duda al comienzo de la Iglesia este don pudo tener suma importancia. Así sucedió en el
episodio de Ananías y Safira, dada la carencia de experiencia de la Iglesia en esos momentos.
Pronto la Iglesia trató de recuperarlo a propósito de la profecía, por la Didajé y el Pastor de
Hermas, donde ya vimos que proporcionan normas concretas para distinguir los verdaderos y
falsos profetas.
Considero que este don, el Señor lo sigue concediendo hoy, como lo ha concedido a lo largo
de la historia de la Iglesia, es bueno recordar como ejemplo el caso del Cura de Ars.
El carisma de discernimiento es un don del Espíritu, quizás el menos estudiado dentro de los
carismas. Son muy pocas las referencias que se encuentran en los tratados de vida espiritual.
Este carisma supone siempre una santidad eminente y una sumisión filial a la autoridad de la
Iglesia.
Si llegaran a faltar algunas de estas condiciones, el “carisma de discernimiento” podría caer
bajo la sospecha de ser algo ilusorio.
Es importante resaltar también que nadie posee la infalibilidad de este carisma aún cuando se
ejerza dentro de los parámetros antes mencionados, de santidad y de obediencia.
Con todo creo poder afirmar que el Señor enriquece con este don a muchas personas. Es
necesario pedirlo, descubrilo y ejercitarlo.
No desecho aquí los dones naturales que el Señor ofrece para enriquecerse interiormente,
dones que podría denominar de discreción, adquiridos por la experiencia y por las reglas
tradicionales de discernimiento. Podría en muchos casos estar como en la base para recibir el
carisma.
Cabría también hacer una referencia al carisma de discernimiento otorgado por el Señor a la
jerarquía de la Iglesia. El Papa si se trata de la Iglesia universal, el Obispo recibiría el don de
discernimiento que afectaría a su diócesis, el Párroco en lo que atañe a su parroquia...
En cuanto al juicio sobre su autenticidad y recto uso, como en todos los carismas, corresponde
a la autoridad de la Iglesia. Así nos lo recuerda la Lumen Gentium en el Nro 12.
DON DE LENGUAS
“a otro, diversidad de lenguas” 1Cor.12,10
La glosolalia y su interpretación, es uno de los fenómenos que más ha llamado la atención a
exégetas y psicólogos.
Intentaré recoger en los textos sagrados lo que a este tema se refiere, agrupando los textos en
orden a su significado más cercano.
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Hablar en lenguas: 1Cor.12,30; 14,2.4.5.13.27.39. Hch.10,46.
Tener un don de lenguas para ejercer. 1Cor.14,26.
Rezar en lenguas. 1Cor.14,14.
Dar un discurso en lenguas. 1Cor.14,39
Hablar en lenguas humanas o angélicas. 1Cor.13,1.
Hablar otras lenguas. Hch.2,4.
Hablar lenguas nuevas. Mc.16,17.
La expresión más clara sería: “Hablar en otras lenguas” Hch.2,4. Se trataría de hablar en
lenguas que son extrañas con respecto a las que hablamos habitualmente, incluso extrañas
también a las lenguas que la persona supiera hablar en un estado psicológico ordinario.
Es significativo advertir que en Hch.2,8-11, no se hace referencia al griego; el escritor sagrado
omite esta lengua porque su empleo parecía menos extraordinario.
El lenguaje en ciertos casos parece diferir de todas las otras lenguas conocidas.
El término “Hablar en lenguas” era muy conocido por los griegos y podría ser utilizado por
Pablo como sinónimo de la locución más completa: “Hablar en otras lenguas”.
El Apóstol trata la glosolalia en los vs. 28-30 y vemos que el hablar en lenguas y su
interpretación ocupan el último lugar.
Es posible que estas manifestaciones dieran lugar a discordias dentro de las comunidades.
Teniendo en cuenta este riesgo, el Apóstol reacciona subrayando la unidad de espíritu que
anima a todos los verdaderos carismáticos .
A modo de definición
El Don de Lenguas o “Glosolalia” es una oración que se hace al Señor, no tiene como objetivo
la predicación. Es una oración privada entre nosotros y Dios, aunque se haga en presencia de
otros.
San Pablo nos dice:
“El que habla en lenguas, se edifica a sí mismo” 1Cor.14,4.
A veces puede tomar la forma de mensaje a la comunidad, en este caso, se requiere la
interpretación.
“Si no hay quien interprete, guárdese silencio en la asamblea, hable cada cual consigo mismo y
con Dios”. 1Cor. 14,28.
Orar en lenguas, es recitar palabras que no manifiesten ningún pensamiento, formulado en la
inteligencia.
Es una forma de expresar sentimientos al Señor, sentimientos que el Espíritu pone en
nosotros, sin captar el sentido.
Cuando se ora en lenguas, no se está en posición extática, o en trance, al contrario, se está en
pleno conocimiento de cuanto se hace o dice, uno es libre de empezar y concluir cuando
quiera: Los espíritus de los profetas están sometidos a los profetas.
El que ora en lenguas, recibe palabras que el Espíritu pone espontáneamente en los labios. Es
la expresión de San Pablo cuando afirma que todas estas cosas las obra el único Espíritu.
Para Pytches, el don de lenguas es una expresión espontanea inspirada por el Espíritu Santo,
en la que se utilizan los órganos normales, pero la mente no participa en forma consciente,
eligiendo los sonidos que se emiten.
Los idiomas hablados o cantados no han sido nunca aprendidos por el que los usa .
Congar, recoge el testimonio de los que tienen este don y nos lo trasmite así: “Es un
sentimiento de un despertar desde lo más profundo del corazón a una comunión que
compromete la totalidad de la persona, incluso su cuerpo, en un nivel que se sitúa, al mismo
tiempo, más acá y más allá de nuestros conceptos y de nuestras palabras” .
El Padre Víctor Manuel Fernández, define el don de lenguas partiendo del mismo pensamiento
de pablo en 1Cor.14.
“Allí se dice que es una oración que se expresa en palabras que no se entienden, y por eso no
podemos simplificarlo diciendo que es una facilidad especial para aprender idiomas. Se trata de
palabras misteriosas que decimos a Dios y que nadie entiende” .
“Pues el que habla en lenguas no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le
entiende: dice en espíritu cosas misteriosas”. 1Cor. 14.2
Origen del Don de lenguas
Es un don que nace en Pentecostés. Hch. 2,2-13 por eso no podemos rastrearlo en el Antiguo
Testamento como tampoco lo encontramos en la vida de Jesús.
Jesús lo prometió antes de subir al cielo.
“Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios,
hablarán en lenguas nuevas.” Mc. 18,17.
Pentecostés es la primera manifestación de las lenguas. Este día nace la Iglesia con todo el
contenido de unidad. Babel había traído la desunión de la humanidad, la confusión, la
dispersión por la diferencia de lenguas, ahora el don de lenguas, como Don del Espíritu, traerá
la unión, la unificación, bajo el fuego del Espíritu.
Un don común en la primitiva Iglesia
Pentecostés fue el punto de partida del don de lenguas, a partir de aquí su difusión fue rápida
entre los primeros cristianos.
Tenemos ejemplos como:
-La familia de Cornelio. Hch.10,46.
-Los bautizados de Efeso. Hch.19,6.
-Parece muy común este don en la comunidad de Corinto. 1Cor.14.
-Pablo pide que sean ordenados en la forma de ejercerlo. 1Cor.14,27.
-Pablo atestigua haber recibido este don más que nadie. 1Cor.14,18.
-Pablo desea que este don lo tengan todos. 1Cor.14,5.
San Juan Crisóstomo, sostiene que el don de lenguas se había dado en la época de Pablo por
el carácter tosco de la gente.
San Patricio hacía referencia a una oración particular “con gemidos” que el Espíritu Santo
producía en él.
San Agustín, habla del júbilo en la oración, se refería a un modo particular de oración en que
comienzan a perderse las palabras y el júbilo se expresa con sonidos desarticulados, como
cuando los viñadores celebran en la cosecha y pierden la letra de las canciones .
Utilidad del Don de Lenguas
Si es un carisma, don del Espíritu, debe tener utilidad.
El mismo Pablo nos dice:“Y de igual manera, el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza.
Pues nosotros no sabemos pedir como conviene; mas el Espíritu mismo intercede por nosotros
con gemidos inefables”. Rom.8,26.
El don de lenguas, sería la oración que el Espíritu Santo coloca en nosotros, para suplir nuestra
debilidad e incapacidad.
Ante este texto, difieren en su interpretación, tanto K. Niederwimmer como Congar, afirmando
que en la Renovación Carismática Católica identifican la oración en lenguas con lo que Pablo
denomina “gemidos inefables”. Estos autores sostienen que lo que Pablo está señalando es
que esta forma de orar con “gemidos inefables” es una oración del Espíritu mismo, “Algo que
no es pronunciado ni audible. Este no es el caso de la oración en lenguas”.
La oración en lenguas, sería la manera de dar plena libertad al Espíritu para que por nuestro
medio sea glorificado el Padre y el Hijo, de forma más digna.
Es la plegaria que abarca cualquier situación, pues sabemos que el Espíritu Santo coloca en
nosotros aquello que más necesitamos. Otra vez más, el Apóstol escribe a los Filipenses:
“Y toda lengua confiese que Cristo Jesús es SEÑOR para gloria de Dios Padre” Flp. 2,11.
El Apóstol se refiere aquí a todas las lenguas que se hablaron y se hablarán desde el comienzo
de la humanidad. Todas deben proclamar que Cristo es el Señor .
Un Don que se recibe
Para recibir el don de lenguas se requiere una cierta colaboración con el Espíritu Santo. La
oración en lenguas es una misteriosa colaboración de elementos divinos y humanos, aunque la
iniciativa es siempre divina.
La colaboración de la persona, estaría en la voluntad de querer, prestar la lengua, la voz y la
valentía para hablar. Paras algunas personas esta colaboración resulta difícil, para otras,
requiere esfuerzo. Hay quienes aconsejan repetir muchas veces la invocación: “ABBA PADRE”.
Dejar luego que de nuestra boca surjan sílabas extrañas, por el impulso de la fuerza misteriosa
del Espíritu.
Este nuevo lenguaje puede brotar de la misma forma que el lenguaje normal, aunque “en el
Espíritu” y no con la mente, hay que ir dejando de orar en la lengua materna hasta que fluyan
palabras sin significado, es aquí donde el Espíritu podría intervenir con el don de lenguas. Es
por un momento liberarse de tener que buscar palabras o armar frases, y expresar la
profundidad del corazón en la contemplación de Dios.
El Señor se complace al sentirse glorificado con este lenguaje, como la mamá se alegra al oír
los primeros balbuceos de su hijo. Este don se ejerce por un acto de voluntad, tanto para
comenzar como para terminar.
Efectos del Don de Lenguas
Quien mejor ilustra este aspecto es el mismo Padre Congar, citando a R. Laurentin, estos
autores vienen a afirmar que al “hablar en lenguas” nosotros decimos, orar en lenguas, tiene
efectos de liberación cuando en la persona se han producido rechazos y bloqueos de orden
psicológico.
Es una forma de liberación de inhibiciones frente a las personas y a Dios mismo. Se da salida a
recursos inconscientes muy profundos, y se llega a producir como un relanzamiento del
dinamismo interior en la persona en su dimensión mística y apostólica.
Terminan afirmando que esto “es un hecho de experiencia cotidiana".
Destinatario del don de lenguas
Recojo el pensamiento de los Obispos Brasileños, emitido por la C.N.B.B.
“O destinatario da oracao em línguas é o próprio Deus, por ser uma atitude da pessoa
absorvida em conversa particular com Deus. E o destinatário do falar em línguas é a
comunidade. O apóstolo Paulo ensina: <“Numa assembléia prefiro dizer cinco palavras com a
minha inteligencia para instruir também aos autros, a dizer dez mil palavras em línguas”> (
1Co. 14,19). Como é difícil discernir, na prática, entre inspiracao do Espírito Santo e os apelos
do animador do grupo reunido,nao se incentive a chamada oracao em línguas e nunca se fale
em línguas sem que haja intérprete.”
Conclusión
Ante este don, un poco extraño para el mundo de hoy, me parece oportuno hacer algunas
reflexiones a modo de discernimiento.
1.- No me parece bueno dar excesiva importancia a las lenguas. Quienes reciben el don, no es
de extrañar que queden deslumbrados, que experimenten un gran crecimiento en la oración o
piensen que la glosolalia es el signo exclusivo de haber sido bautizados en el Espíritu. Me
remito una vez más al Apóstol cuando estimula a los Corintios a que pidan otros dones más
importantes como la interpretación y la profecía . Es un don que cesará cuando lleguemos a la
visión beatífica .
2.- No tienen porqué hablar todos en lenguas. Como Carisma, no hay razón para que todos los
tengan. Aunque Pablo dice:
“Deseo que habléis todos en lengua.”; 1Cor. 14,5. El Apóstol expresa un deseo, en ningún
modo implica un juicio de que todos tengan que recibir este don.
3.- La glosolalia, no deja de ser un fenómeno místico sensible, de ahí que toque el orden de lo
psicológico y hasta parasicológico. Podríamos definirlo como una reacción que podría tener un
cierto parecido a otra clase de estímulos, drogas, shocks eléctrico, sugestión.... podría valer
también para fenómenos como estigmas, levitación, éxtasis u otros fenómenos más sencillos
como júbilo, exaltación, lágrimas.. La intención de Pablo, se orienta en la línea de esclarecer
ciertos criterios, formas o manifestaciones que podrían en algún caso, no ser del orden de lo
religioso. Frente a esta realidad el Apóstol nos da una pauta de discernimiento: “El que habla
en lenguas, se edifica a sí mismo” 1Cor.14,4. Desde estas palabras del Apóstol podríamos
deducir, que si hay crecimiento espiritual en quien ora en lenguas, nos está revelando la acción
del Espíritu Santo. Semejante efecto espiritual, sólo puede explicarse por causas espirituales.
4.- Pablo VI sintetiza la doctrina sobre discernimiento de los carismas con tres pautas:
*Primacía de la verdad doctrinal. *Primacía del bien común. *Primacía del Amor . Estos criterios
debemos tenerlos siempre presentes, frente al fenómeno de la glosolalia; sin duda, así lo
vivirían los Corintios, cuando Pablo les dice:“...Y no estorbéis al que hable en lenguas”
1Cor.14,39.
5.- Al ser la glosolalia un don de Dios, lo que pretende Pablo, es marcar sus límites. Todo el
capítulo 14 de la primera carta a los Corintios, está dedicada a exaltar la profecía, a expensas
de la glosolalia.La profecía edifica y fortifica la asamblea. La glosolalia sólo edifica al que ha
recibido el don. El motivo es que la glosolalia queda en el “Pneuma” y no en el “Nus”. Los fieles
frente al glosólogo no encuentran alimento, ni canto de Alabanza a Dios. Es bueno afirmar que
como carisma, edifica a la Iglesia. Si esto no ocurriera, Dios no lo regalaría. La forma en que
edifica a la Iglesia, podría radicar en su aspecto extraordinario y maravilloso, pero por esto
mismo, puede cernirse otro peligro: la “Emoción espiritual” donde el “inspirado” se ve invadido
por un cierto “furor profético,”se escapa de sí mismo, y se expresa en un lenguaje
incomprensible. Por ser carnales, corremos el riesgo de ser tomados por el fondo pagano que
siempre sigue durmiendo en lo más profundo de uno. Sin duda Pablo vislumbró este peligro en
la comunidad naciente de Corinto. El paganismo griego, ponía en peligro la joven fe de estos
primeros cristianos.
6.- Hay otros peligros a los que el Apóstol hace frente: el individualismo, la desunión en la
comunidad, el desorden en las reuniones.
7.- El mismo Pablo pone el remedio ante estos posibles peligros : a) Edificación: Todo carisma
debe servir para provecho y edificación, sobre todo en el ejercicio público. b) Disciplina: El
Apóstol señala normas precisas.“Pues Dios no es un Dios de confusión, sino de paz” 1Cor.
14,33. c) Interpretación: Es necesario que el entendimiento sea alimentado, por eso
recomienda:
"El que habla en lenguas, pida el don de interpretar” 1Cor. 14,13. Ya que la asamblea necesita
que se le hable con palabras inteligibles.“Si al hablar no pronunciáis palabras inteligibles, cómo
se entenderá lo que decís?” 1Cor. 14,9. d) Discernimiento: Todo hombre que vive la fuerza del
Espíritu debe ejercitar continuamente el don del discernimiento .
8.-La glosolalia fue sin duda un fenómeno que impregnó las primeras comunidades cristianas.
De ahí que la intención de Pablo fue corregir posibles abusos y no oponerse a la acción del
Espíritu. Si el Apóstol recomienda esta manera de orar, es bueno dejar que florezca hoy en la
Iglesia bajo la fuerza del Espíritu, el mismo don que tanto hizo crecer ayer a la Iglesia. La
glosolalia, no es un don raro o extraordinario. Son muchas las personas que lo poseen y lo
usan en sus oraciones particulares. Es un don principalmente de alabanza donde el que ora
emite sonidos que significan oración.
9.-No pocos santos disfrutaron de este carisma. Basta recordar a modo de ejemplo a Santa
Teresa cuando menciona los “balbuceos” . El lenguaje desconocido de Santa Hildegarda. La
“loquella” de San Ignacio.
10.-El modo en que se da este carisma en algunos grupos carismáticos, no abro juicio sobre su
autenticidad o no, puede llegar a ser objeto de discusión y de un delicado discernimiento, pero
no debería llevarnos al extremo, que ya se daba en San Ireneo, de rechazar la presencia en la
Iglesia de los carismas que el Espíritu distribuye “como quiere” (1Cor.12,11). Juan Pablo II
menciona que uno de los objetivos principales en el jubileo del 2000 era el reconocimiento de la
acción del Espíritu, tanto sacramental como a través de los carismas
DON DE INTERPRETACION
“...a otros, el don de interpretarlas.” 1Cor.12,10
El Apóstol es claro frente al don de lenguas:
”Por tanto, el que habla en lenguas, pida el don de interpretar” 1Cor.14,13
Más adelante dice:
“Si no hay quien interprete, guárdese silencio en la asamblea”. 1Cor.14, 28
La interpretación de lenguas se expresa una vez manifestados los mensajes que el Espíritu
comunica al grupo de oración.
La persona que recibe el don de interpretación, siente que le vienen palabras que tiene que
decir en voz alta y que se refieren a lo expresado en lenguas.
Esta interpretación, no es la traducción literal del mensaje, sino el don, que da el sentido, pero
no la traducción de cada palabra.
El don de interpretación puede ser concedido a la misma persona que recibió el mensaje en
lenguas, con frecuencia es otra o varias las que interpretan.
A modo de definición
Recojo el pensamiento del Padre Victor M. Fernández, tratando de clarificar el sentido de la
interpretación:
“Es descubrir qué es lo que se expresa en la oración incomprensible. Pero, evidentemente, si
no se trata de un idioma, esa interpretación tampoco es una traducción palabra por palabra,
como si a cada sonido correspondiera un significado. Nada de eso.
Puedo estar orando diez minutos en lenguas y la interpretación de todo eso puede ser
simplemente: <El Señor es mi paz> porque todo el tiempo de la oración en lenguas he
experimentado que el Señor quería liberarme de toda inquietud y angustia, y me invita a
serenarme. O la interpretación puede ser: <El Señor está a mi lado y me da su amor>, si
durante la oración yo me fui liberando del miedo a la soledad y experimenté la ternura y el
abrazo del Señor. También puede ser una invitación a perdonar, a servir a los demás”.
El don de interpretación es una revelación sobrenatural dada por el Espíritu, que permite al
creyente comunicar, en el idioma de los presentes, un equivalente al sentido de lo que se
expresó en lenguas.
La interpretación es siempre don de Dios, no la realiza la mente del intérprete.
Para que el grupo se edifique es necesario que haya siempre interpretación.
San Pablo en esto es muy claro:“...Pero en la asamblea , prefiero decir cinco palabras con mi
mente, para instruir a los demás, que diez mil en lenguas”. 1Cor.14,19.
De ahí que el Apóstol, prohiba que se continúe hablando en lenguas, si no hay una
interpretación de esas lenguas.
El Padre Congar al hablar de este carisma lo relaciona siempre con el de hablar en lenguas y
nos viene a decir que no tiene un papel considerable o importante en las asambleas, ya que el
mismo don de hablar en lenguas, es un fenómeno tangencial .
El ejercicio del Don de interpretación
En todo grupo de oración, reunido en nombre de Jesús, el creyente debe tener el corazón muy
abierto a la acción del Espíritu y al amor hacia sus hermanos. Es desde aquí donde se puede
recibir el don de interpretación y desde donde uno puede pedirlo al Espíritu, si siente que es
necesario. En ocasiones se recibe este don sin pedirlo.
Cuando el grupo de oración ha ido creciendo, el Espíritu se manifiesta en la interpretación de
lenguas, bajo múltiples formas. Se puede recibir la interpretación en palabras comprensibles
para todo el grupo, en imágenes simbólicas o bien a través de pensamientos inspirados.
Con frecuencia el que recibe el don de interpretación, oye el mensaje en lenguas como si la
persona le estuviese hablando a él, en su propia lengua o en otra por él conocida.
Desde la riqueza del Espíritu, la interpretación puede ser dada en forma distinta a la expresión
original. Sin contradecir el significado puede expresarse en parábolas, en forma descriptiva,
pictórica o literal, según lo que el Espíritu inspire o también según la forma de interpretar el que
recibe el don.
Haciendo una comparación podríamos decir que se necesita más fe para la interpretación que
para hablar en lenguas.
La respuesta podría ser ésta; el don de lenguas es por lo general ininteligible, mientras que la
interpretación se ofrece al grupo para su edificación y debe ser comprendida.
Con frecuencia en los grupos de oración de la R.C.C. se puede percibir cómo una persona
recibe la primera parte de la interpretación y otra la complementa o termina.
Conclusión
No podemos separar el don de lenguas del don de interpretación, por el contrario, se
complementan el uno con el otro.
Desde la experiencia de los grupos de oración de la R.C.C. se puede concluir que siempre que
hay un mensaje en lenguas, debe asegurarse su interpretación, porque es desde aquí donde
se edifica.
El Apóstol clarifica bien el don de interpretación y lo coloca dentro del contexto de la oración,
cuando se vive desde la fe y el amor.
Lo importante es: “Que todo sea para edificación”. 1Cor.14,26b.
El mismo Apóstol aclara ciertos problemas que podrían acarrear la interpretación.
“Si algún otro que está sentado tiene una revelación, cállese el primero”. 1Cor. 14,30
Si alguno tiene alguna revelación, interpretación, debe seguir la línea de lo dicho, ya que puede
completar el mensaje de la interpretación.
Esta segunda interpretación puede completar, pero no contradecir lo dicho anteriormente.
En algún momento podría suceder que en la interpretación se dieran ciertas contradicciones.
Aquí habría que aplicar el don de discernimiento y dejar de lado la interpretación para no
causar confusión.
DON DE PROFECIAS
“...A otro, profecía....” 1Cor.12,10a
En la exégesis que hace Jean Héring, sobre el versículo 10, nos dice que no hay que confundir
el don de profecía con la glosolalia.
El mismo Pablo afirma que la profecía tiene como objetivo edificar, exhortar, dar consejo,
coincide con lo que hoy llamaríamos “sermón”.
La profecía tampoco se identifica con predicción del futuro, como lo hace el libro de los
Hechos11,28.
En el capítulo 11 el Apóstol Pablo nos dice que las mujeres están autorizadas para profetizar, y
el mismo autor se pregunta por que las Iglesias podrían apoyarse en la opinión de los
Apóstoles para prohibirles profetizar. En cuanto al versículo 14,34 nos dice Héring, que no tiene
el sentido que se le atribuye comúnmente.
Turrado, al hablar de la profecía, señala que el Apóstol no aludiría tanto a la predicción del
futuro, aunque tampoco eso se excluye, cuanto a poder hablar en nombre de Dios: “...para su
edificación, exhortación y consolación”. 1Cor.14,3. de los fieles .
En la misma dirección se orienta Walter, en el comentario que hace sobre el don de profecía.
Este autor emplea el término: “Hablar en nombre de Dios”. y nos dice que no se debe pensar
tan solo en anuncios de eventos futuros, sino en todo hablar que sea acuciante e impulsivo,
procedente del poder del Espíritu, y que podría ser un estímulo, aliento o juicio.
Nos pone el ejemplo de las siete cartas del Apocalipsis y lo acontecido en la asamblea de la
comunidad de Antioquía, en la que se reconoció, afirmó y decidió la misión de Bernabé y Saulo
.
A modo de definición
El Don de Profecía como aparece en 1Cor.12,10 y 14,1, sería el poder especial que Dios
concede a diferentes personas que participan del Cuerpo Místico de Cristo, para recibir y
comunicar algún mensaje de Dios al grupo de oración, a una persona, a un grupo reducido,
mediante una palabra, una frase, llena de amor de Dios.
Pytches intenta clarificar el alcance que tiene la palabra profecía.
En un sentido general, la profecía sería el ministerio espiritual realizado por cualquier siervo del
Señor.
En el Antiguo Testamento. ejercían este ministerio los llamados profetas, estos eran
predicadores, videntes y con frecuencia, hacedores de milagros, por lo general distintos a los
sacerdotes, aunque algún sacerdote también profetizó, como Ezequiel.
En el Nuevo Testamento Pablo da mucha importancia a la Profecía . Los profetas figuran
siempre en sus enumeraciones de dones y de servicios, están siempre mencionados después
de los Apóstoles.
En un sentido más concreto, el don de profecía se refiere a:
Anunciar; dentro de este contexto, está la enseñanza, la evangelización, que puede ejercerse
de forma oral, escrita, con signos o símbolos.
La profecía se dirige al intelecto y a la compasión del hombre.
Predecir lo que sucederá, así aparece en el libro del Apocalipsis y en Hechos 21,10-11.
Para Congar la Profecía sería:
“Una palabra inteligible, pero que es dada, “insuflada”, por el Espíritu. Esta palabra tiene por
finalidad poner al que la escucha ante la verdad de Dios y ante la verdad de lo que es él
mismo”.
Un Don que se recibe
El don de Profecía se otorga a la Iglesia, según el cumplimiento de la promesa del Antiguo
Testamento.
“Sucederá después de esto que yo derramaré mi Espíritu en toda carne. Vuestros hijos y
vuestras hijas profetizarán”. Jn1l.3,1
Este don no está determinado a un grupo señalado de profetas, sino que es otorgado a toda la
Iglesia. “Pues podéis profetizar todos por turno para que todos aprendan y sean exhortados”.
1Cor.14,31
Es importante señalar la diferencia entre el don y el ministerio de profecía. Aunque todos
puedan profetizar, por haber recibido el Espíritu Santo, no todos son profetas. Aunque todos
puedan manifestar los dones de profecía, sólo algunos son elegidos para ejercer este carisma.
Misión de la Profecía
Edificar, exhortar y consolar. 1Cor.14,3.
Glorificar a Jesucristo. Ap.19,10c.
Convencer. 1Cor.14,24-25.
Advertir. Jr.18,7-8.
Denunciar y derribar. Jr. 1,10.
Diferencias con la Sagrada Escritura
La profecía se diferencia de la S. E. en cuanto que la profecía es una palabra concreta para un
grupo determinado, en un momento especial y pronunciada por una determinada persona. La
Sagrada Escritura es para todos los cristianos de cualquier tiempo y lugar.
Ejercicio de la Profecía
“Buscad la caridad....” 1Cor..14,1.
El Amor debe estar siempre como base en el ejercicio de cualquier don o carisma, en la
profecía con mayor razón.
Este don puede ser ejercido por cualquier creyente, el Apóstol exhorta a pedirlo en
1Cor.14,1.39.
El mismo Pablo nos da normas en cuanto al ejercicio de la profecía en 1Cor.14,29.
En la Sagrada Escritura. nos encontramos que el que profetiza puede recibir este don en forma
de visión, como en Hch.18,9, en forma de sueños, lo encontramos en Mt.2,13. También en
forma de imagen o palabra.
Por lo general la palabra de profecía se produce dentro de un clima de oración y adoración. Así
ocurrió en Hch.13,2.
En los grupos de oración, cuando el creyente vive una relación profunda de encuentro con el
Señor, por medio de la Alabanza, se puede llegar a sentir en el propio corazón la presencia del
Espíritu que impele a expresar un testimonio que viene del mismo Espíritu.
La Profecía puede estar arropada en un lenguaje bíblico o hacer referencia a la misma Sagrada
Escritura.
La forma introductoria puede ser:
“Yo el Señor.......”. “Así dice el Espíritu Santo....”. Una profecía puede ser: “Yo estoy con Uds.,
dice el Señor “.
El don de profecía debe buscarse y ejercerse siempre con la máxima humildad y disponibilidad
hacia el Señor .
Discernimiento de la Profecía
Pablo nos exhorta:
”No extingáis al Espíritu; no despreciéis la profecía; examinadlo todo y quedaos con lo bueno”.
1Ts.5,19-21.
La realidad nos enseña que la verdad está limitada por el error, y esto nos obliga a estar
siempre atentos, frente a lo que de error o falsedad pueda darse en la profecía.
Es la misma comunidad a quien debe ejercer el discernimiento, el Espíritu le concede este Don.
La Profecía es don gratuito del Espíritu, por eso no tiene otra finalidad que no sea la de
glorificar a Cristo y la edificación de su Cuerpo Místico.
Aquí está la gran diferencia con el adivino, espiritista, astrólogo, mago... que sólo busca su
propio beneficio.
La auténtica profecía surge siempre del amor de Dios y transmite ese mismo amor. Por eso,
toda profecía viene cargada de exhortación, de esperanza y de amor.
El contenido del mensaje debe estar siempre en la línea de la enseñanza de la Iglesia y
conforme a la Sagrada Escritura. Si no fuera así, estaríamos diciendo que el Espíritu se
contradice.
“Pero, ante todo, tened presente que ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por
cuenta propia”.
El Evangelio nos dice:
“Por sus frutos los conoceréis”. Mt.7,20.
Conclusión
Considero necesario revalorizar el don de profecía aunque soy consciente de que este don,
sólo es posible ejercerlo hoy de forma sistemática, en grupos reducidos de oración que vivan
una profunda espiritualidad.
No debemos restar valor a este don. El Apóstol sale al paso diciendo a los Tesalonicenses: “No
despreciéis las profecías”. 1Ts.5,20
El camino y el ejemplo frente al don de profecía nos lo deja María : ir atesorando en lo profundo
del corazón todas las palabras de profecía.
Sólo con el corazón lleno del Amor de Dios, estallará en un canto de alabanza por el
reconocimiento de la obra de Dios en nuestras vidas.
Siendo el Espíritu quien concede el don, es necesario dejarnos invadir por su presencia y
pedirle que haga sentir en nosotros el Don, en bien de su cuerpo Místico, la Iglesia.
Todos los que participamos como miembros del Cuerpo de Cristo, somos depositarios del Don
de Profecía, porque todo miembro participa de Cristo como Cabeza. Por ello podemos hablar
en nombre de Jesús. Algunos ejercen el ministerio de profecía en forma más concreta .
“Pues podéis profetizar todos...” 1Cor.. 14,31
Hoy debe hacerse realidad en cada cristiano este mandato del Apóstol. Sin duda necesitamos
fortalecer nuestra fe, para sacar de la apatía espiritual, a muchas de nuestras comunidades
agonizantes.
Quizás una de las preguntas que más nos interrogue hoy, son estas palabras: Profecía, Profeta
:“Es profeta aquel que abre a la Iglesia las vías de la inteligencia de su futuro, el que sabe leer
los “signos de los tiempos”, el que hace los gestos o crea instituciones llenas de promesas,
dando un paso más allá de las ideas recibidas y de las estructuras vigentes. Estos hombres y
mujeres “Proféticos” sólo se asemejan a los profetas de la Biblia en que abren y esclarecen la
realización del designio de Dios en la historia” .
En un contexto corriente, la profecía podría concretarse así: “La profecía exhorta, aconseja,
reconforta y corrige (...) La profecía puede limitarse a ser una simple palabra de estímulo, una
admonición, un anuncio o una orientación con miras a la acción” .
Pablo VI lo expresa así: “La Iglesia necesita un constante Pentecostés; necesita fuego en el
corazón, palabras en su boca, profecía en sus ojos” .
El mismo Pablo VI. habló de un mundo nuevo, de una “coexistencia humana” que solo el
Espíritu puede realizar y aquí se hace presente, para este mundo, la necesidad de signos,
palabras, hechos concretos.
El único camino para unificar el mundo es Cristo, por medio del cual todo fue hecho. El es
quien nos ha revelado a Dios y su plan de salvación, encaminado a hacer de todos los
hombres un solo Pueblo “Que lo reconociera en la verdad y lo sirviera fielmente” retomando las
palabras del Concilio.
Siempre queda el interrogante de cómo unificar esos hombres y hacer de ellos un solo pueblo,
que puedan llegar a vivir el evangelio.
Todo esto nos hace pensar que el signo profético que lleva impreso todo cristiano debe ser uno
de los medios para llevar a buen fin el plan de salvación.
El profeta, ayuda, orienta, guía y es signo en la convivencia del evangelio, de tal forma que sin
renunciar a lo que hay de verdad y de bueno en otras culturas, forme una gran familia.
Es aquí donde aparece la necesidad del profeta, de personas que muestren “cómo dirigir esos
actos humanos” en un mundo que tiende a unifiarse.
Si hay un tiempo donde se necesitan carismas, ese tiempo es el nuestro, si hay un tiempo que
necesita profetas, éste es el tiempo más necesitado.
Conviene recordar que la profecía por lo general no trata de revelar un hecho futuro ni un
secreto. La profecía suele interpretar lo que Dios inspira a una persona o grupo de personas
que oran y por medio de ellas manifestar su amor, su cuidado ; de ahí que la profecía, anima,
orienta y nos guía por medio del Espíritu.
La profecía es siempre como el vehículo de una gracia divina que se derrama en los oyentes y
les ayuda para : “su edificación, exhortación y consolación”. (1Cor.14,3)
DON DE FE
“....A otro fe, en el mismo Espíritu...” 1Cor. 12,9
El Apóstol ubica la Fe (pistis) como un don particular.
Jean Héring, al comentar este versículo, resalta que no se puede tratar aquí de “La fe que
salva “ tal como aparece en la carta a los Romanos. La fe de la que nos habla Pablo en
Romanos, está considerada como propiedad de todos los cristianos.
Aquí el término “Fe” en 1Cor.9 tiene un sentido eminente, tal como aparece en Mc.9,23 y
Mt.17,20.
No se entra en distinciones sobre la fe que se tiene o no se tiene, sino de una fe que se puede
poseer en un grado más o menos intenso.
Cuando esta fe está animada de un gran fervor, se la puede considerar como un carisma
particular. La forma de manifestarse, puede ser por manifestaciones “milagrosas.”:
“Aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas” 1Cor.13,2.
Héring nos dice que es posible que Pablo haya pensado en otras manifestaciones concretas,
sobre todo en quienes vivían una fe particularmente ardiente y que se manifestaba de múltiples
formas más allá de curaciones o exorcismos.
Este mismo pensamiento expresa Turrado cuando analiza la “Fe” en el vs. 9a.
Nos viene a decir que esta fe no se debe confundir con la fe salvífica general de la que Pablo
habla en Gálatas y Romanos, fe que es necesaria a todos los fieles.
En el texto que analizamos, se trataría de una “Fe” en grado extraordinario, de plena y viva
confianza en Dios, una “Fe” capaz de trasladar montañas.
En la misma línea de los autores anteriores se expresa Walter, al analizar el tema de la Fe, tal
como aparece en el mismo texto.
La Fe es aquí un don especial de la gracia, una “Fe” capaz de trasladar montañas. La Fe en
este texto debe entenderse, nos dice el autor, como algo más vinculado a la edificación de la
Iglesia que a la salvación de un individuo concreto.
Es probable, comenta el autor, que esta fe que es eficaz mediante la oración poderosa, se
acerque al grupo de carisma como “poder de hacer milagros, carisma de curaciones.”.
La Fe como Virtud
Es la adhesión a las verdades reveladas por Dios, no por lo creíble que encierran, sino por la
confianza que depositamos en quien nos las hizo conocer.
Es la adhesión a las promesas de Jesús y a su persona.
Esta fe significa entrega incondicional a Dios y a su providencia.
Nuestra santidad se medirá por la intensidad de nuestra fe y nuestro amor.
Es la actitud que nos manifiesta Pablo frente a las dificultades de la vida. “...Yo sé bien en
quién tengo puesta mi fe....” 2Tm.1,12. Es nuestra adhesión a lo que decimos en el Credo.
La Fe como Carisma
Es un don sobrenatural del Espíritu Santo que se otorga en circunstancias particulares para
llevar a cabo la obra de Dios.
Es la afirmación que uno hace sin dudar que Dios actuará como El quiere en una determinada
circunstancia. La persona que tiene el carisma de Fe, se reviste de una capacidad sobrenatural
para poder ver la voluntad de Dios que revela su bondad y su poder con signos extraordinarios.
Es como una revelación interna que lleva a la persona a actuar con determinación, aún en
contra de circunstancias adversas. Es una manera de ver ya realizado lo que aún no ha
sucedido.
A modo de definición
El Carisma de Fe, es como una oleada acogedora de confianza sobrenatural, dada por el
Espíritu a una persona para enfrentar situaciones o necesidades especiales. El que recibe el
don tiene una certeza que supera toda lógica, y una total seguridad de que Dios va actuar a
través de una persona o una acción.
Esta expresión milagrosa se abre en un gran abanico de posibilidades en la dimensión de la
creación, bendición, alteración. El don de fe, se orienta en una doble dimensión:
a.- Por el conocimiento irresistible de la intervención de Dios en un momento determinado. b.En la autoridad de hacer real su intervención a través de la fuerza del Espíritu.
Un Don que se recibe
Quien recibe el carisma de la fe, se siente impulsado de forma imprevisible y repentina por una
suerte de moción interior que le lleva hacia una persona o una situación con el fin de que se
efectúe la obra el Señor ahí.
Dios puede actuar solo, pero aquí su Amor quiere hacer partícipe al hombre y lo invita a
colaborar.
Esta moción interior puede venir a la persona de forma imperativa y repentina, en medio de un
grupo de oración o celebración. Si este impulso se mantiene o se acentúa, se inicia en el que lo
recibe, un acto de confianza y de seguridad, de que el Señor quiere obrar aquello que siente.
En este instante, lo único que cuenta es hacer efectivo lo que el Espíritu Santo hace presentir
con fuerza.
Esta realidad en el camino de la fe, no está desprovista de temores y hasta de resistencias, la
imaginación, la sugestión, nos pueden llevar al engaño.
Ante este don, lo que más llama la atención y puede llevar a confusión, es su persistencia de
tal manera que si se rechaza, provoca una profunda insatisfacción, se tiene la sensación de
haber perdido algo, de haber dejado escapar una verdad que se nos estaba manifestando.
La persona que recibe el carisma de fe, se siente pobre y desvalida. Surgirán sin duda las
resistencias, las dudas; sufrirá por sentirse incapaz de ser plenamente dócil al impulso del
Espíritu. Es un morir a sí mismo constantemente, es tener que enfrentar la burla, la crítica, la
incomprensión. Quizás sentirá deseos de huir pero sabe que su responsabilidad es
irreemplazable y debe obedecer dócilmente a la fuerza del Espíritu para no frenar la obra de
misericordia que el Señor quiere realizar.
Un Don que se ejerce
Cabría hacerse la pregunta:¿qué finalidad pretende el carisma de fe ?. Cuando este don se
ejerce en concreto sobre una persona se puede afirmar que es otorgado para suscitar en él
una mayor acogida a la fe teologal.
El Señor en su misericordia suscita este carisma de fe en algunas personas para estimular
también la fe teologal en otras y en la persona que recibe el don, porque aquí la persona ha
sido instrumento momentáneo de la gracia de Dios.
Como todo carisma está en función del Cuerpo de Cristo y a la vez en el cumplimiento del
proyecto Divino. El poder de evangelización y la originalidad eclesial del carisma de fe reside
en esa liberación de la fe teologal.
Quien ejerce el Don de la Fe comprende fácilmente que es un mero instrumento en las manos
de Dios.
El Carisma de la Fe en la Sagrada Escritura
En el Nuevo Testamento, el evangelio es el mejor reflejo donde se proyecta en plenitud este
carisma de fe. En Jesús se hace realidad total la fuerza del Espíritu, inundando toda su
humanidad. Se manifiesta constantemente el querer divino, la realización de actos sensibles;
sanaciones, milagros, profecías..
En Jesús los carismas se dan en plenitud porque El estaba revestido del Espíritu, por eso
gozaba de todos los carismas. Esta plenitud pasa a su cuerpo místico que es la Iglesia. Los
apóstoles y discípulos participan de este don, pero cada uno parcialmente y según lo que el
Espíritu le suscita.
Tomaré algunos ejemplos:
Mateo, nos presenta a Jesús en el desierto sustentado por la fe, en la Palabra de Dios. Jesús
responde a la tentación del maligno de convertir las piedras en pan:“Está escrito: No sólo de
pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Mt.4,4.
En Marcos 5,35-43, se nos relata la resurrección de la hija de Jairo:“La niña no ha muerto; está
dormida”. v.39. Es la afirmación de la obra inminente que Jesús va a realizar desde Dios.
“Y se burlaban de él...” v.40 Jesús es humillado ante estas palabras que desafían la lógica y la
inteligencia.
“Y tomando la mano de la niña..” v.41. Se ve la importancia que Jesús da al gesto de fe.
“Le dice: Talita Kum...la muchacha se levantó al instante y se puso a andar. Quedaron fuera de
sí...” v. 41-42. Se produce el asombro, capaz de provocar en la gente la adhesión a la fe.
Lucas en el Cap. 9,10-17, nos narra la multiplicación de los panes. En el texto encontramos
una serie de circunstancias que nos ayudan a descubrir el carisma de la fe: “Los Doce le
dijeron: Despide a la gente para que vayan a los pueblos y aldeas...y busquen alojamiento y
comida.” v. 12.
Situación difícil de resolver, pero donde Dios actúa.“El les dijo: Dadles vosotros de comer.”
v.13.
Llamada a los discípulos a crecer y vivir la fe, ante la sorpresa de esta afirmación.“Lo hicieron
así”. v.15.
La obediencia desde la fe, que precede a la aceptación de la inteligencia, es una obediencia
libre, porque la fe no es “recapitulada” por la inteligencia humana.“Pronunció sobre ellos la
bendición y los partió y los iba dando a los discípulos...” v.16.
Los discípulos son los primeros beneficiados en la fe. Así su fe se acrecentará frente al milagro
que acaba de suceder.“Comieron todos hasta saciarse...” v.17.
Jesús da en plenitud, se realiza la obra de Dios y hace crecer en la fe a los suyos.
En Juan 4,46-53, se nos manifiesta la fe de un gentil. El oficial real ante su hijo enfermo, acude
a Jesús. Este hombre manifiesta la situación de angustia, ante la cual Jesús no permanece
insensible:“Entonces Jesús le dijo: Si no veis señales y prodigios, no creéis”. v. 48.
Jesús intenta descubrir la fe de este funcionario real. “Le dijo el funcionario: Señor baja antes
que se muera mi hijo.” v.49. Hay en este hombre, un signo de esperanza, que Jesús
transformará en movimiento de fe.“Jesús le dice: Vete que tu hijo vive“. v.50a.
Aquí se manifiesta la fe carismática de Jesús, que asegura categóricamente la confianza que el
funcionario había depositado en Jesús. “Creyó el hombre en la palabra que Jesús le había
dicho y se puso en camino”. v.50b. La actitud de fe en la palabra de Jesús se une a la promesa
divina.“Y creyó él y toda su familia”. v.53b.
El carisma de fe provoca un gran impacto evangeliza dor en el funcionario y en toda su familia.
Se da un paso de la fe en un hecho, como es la curación del hijo, a la fe en una persona:
Jesucristo. Juan 11,43 “Lázaro sal fuera !”. Jesús actúa con el carisma de la fe resucitando a
Lázaro.
Mateo 21,19 “Que nunca jamás brote fruto de ti!”. La higuera es maldecida por Jesús y al
instante la planta se secó.
Los Hechos de los Apóstoles, son otro claro testimonio de la vivencia de este carisma de fe. En
pentecostés los discípulos de Jesús reciben su mismo carisma y lo ejercen con mucha
frecuencia.
En Hechos 3,1-10 se nos narra la curación de un paralítico desde el seno materno, al que
ponían todos los días a la puerta del templo para pedir limosna y poder sobrevivir.“Pedro fijó en
él la mirada juntamente con Juan y le dijo: Míranos..” v.4. “Pedro le dijo: No tengo plata ni oro:
pero lo que tengo te doy: en nombre de Jesucristo, el nazareno, ponte a andar.”v.6.
El carisma de fe se hace patente en Pedro y Juan. Se da una gran seguridad en su fe para con
ese paralítico en concreto. El texto continúa donde Pedro le toma de la mano y lo levanta,
actitud para aumentar la confianza de este hombre en su invalidez y a la vez para ayudarle a
descubrir su sanación física y acompañar en el proceso de curación.“Y de un salto se puso en
pie y andaba.” v.8.
Se hace presente la acción de Dios que va más allá de lo racional. “Y se quedaron llenos de
estupor y asombro por lo que había sucedido.”v.10. Se produce el impulso evangelizador en el
paralítico y en los demás, impacto que prepara el corazón de esta gente para acceder a la fe
en Jesús.
Encontramos también en Hch.5, 9-10 el caso de Safira, esposa de Ananías, que miente al
Espíritu Santo.
Hay otros muchos textos en el Nuevo Testamento donde se manifiesta claramente el carisma
de fe.
En el Antiguo Testamento también tenemos manifestaciones claras del carisma de fe. “Pues
que Dios te dé el rocío del cielo y la grosura de la tierra, mucho trigo y mosto!”. Gn. 27,28. Aquí
el don de fe se usa para la bendición de Jacob de manos de su padre Isaac.
En Gn.21,2. El don de fe permitió concretar las promesas de Dios en favor de Sara que no
podía ya tener familia. Tendrá el hijo en el momento en que Dios se lo había prometido.
El don de fe, es empleado para la protección de personas en circunstancias difíciles. Ejemplo:
Daniel en el foso de los leones. Dn. 6,23.
El don de fe es empleado para el sustento en caso de hambre o de sequía 1R.17,4-6. Elías por
el carisma de fe resucita al hijo de la mujer de Sarepta.1R.17,21-22. Por el don de la fe, Eliseo
resuelve situaciones particulares en tiempos de necesidad. 2R.4,3-4.
Conclusión
Al hacer una recapitulación sobre el Carisma de Fe, me parece oportuno reflexionar a modo de
discernimiento:
El Carisma de Fe se vive por lo general en una tensión entre el don que el Espíritu regala y la
razón del sujeto que recibe el don, por eso este don se vive dentro de un proceso que no tiene
porqué ser espectacular. En la mayoría de los casos se da en lo secreto, en el silencio y se
gesta durante un largo periodo de tiempo.
En algunos casos se da una superposición de dones del Espíritu, así por ejemplo en la
resurrección de Lázaro, el don de fe actúa junto con el don de sanación. Lázaro resucita y fue
sanado.
Otro fenómeno a tener en cuenta es la emoción que podría darse en temperamentos más
impresionables y en ambientes enfervorecidos espiritualmente, provocando falsas mociones de
fe.
Es importante también, estar atentos a ciertos fenómenos de autosugestión, reacciones
normales donde una esperanza puede despertar reacciones psicosomáticas. Todas estas
situaciones son de corta duración y se caracterizan por su vaguedad y variabilidad.
El Carisma de Fe reestructura interiormente, es localizable y se manifiesta de forma
absolutamente coherente. Podría darse en algunos casos el fenómeno que llamaremos
“voluntarismo en la oración”. Sería una afirmación insistente del propio deseo, que nos aleja de
la voluntad de Dios.
Otro gran peligro que quiero resaltar es el de la ilusión, que tiene como base el “orgullo
espiritual” donde a la persona le interesa destacarse, reflejando un deseo más o menos
consciente de ser reconocido, ser admirado.
La búsqueda de poder ha sido siempre el peligro más temible en la vida espiritual. Por el
contrario, quien recibe este Don es sólo un vehículo al servicio del Espíritu en bien de la Iglesia.
Como cualquier otro carisma, no se confiere al que recibe el don ninguna capacidad especial
de autosuficiencia, ni está apoyado en una mayor santidad. Una vez más se impone el criterio
del discernimiento para buscar en todo la voluntad de Dios frente a este peligro siempre latente
en el corazón del hombre.
Quién viva a la “escucha del Espíritu” en la oración personal y comunitaria y está atento a los
demás, dándose el tiempo para comprender el sufrimiento, tiene un camino abierto al Carisma
de la Fe.
DON DE MILAGROS
" ...A otro, poder de milagro...” 1Cor. 12,10a.
El “poder de hacer milagros” es enumerado por Pablo junto a los “dones de sanación”.
Según la interpretación de Walter, el poder de milagros estaría unido a la potestad de liberar a
los posesos y al anuncio del Reino.
La actuación de Jesús en este campo fue constante, y todo obrado por el poder del Espíritu
Santo.
Para Turrado, tanto el carisma de curaciones como el de milagros son suficientemente claros, y
no hace más aclaraciones. Señala sí, que el carisma de milagros se distingue del anterior en
cuanto que tiene un campo más amplio de actuación.
En la misma línea de pensamiento reflexiona Falvo cuando analiza el poder de milagros. Nos
dice, que este carisma está conectado con el de curaciones. Este tiene por objeto la salud del
hombre, mientras que el poder de milagros incluye hechos superiores a la salud y aún a las
leyes de la naturaleza.
San Pablo en este texto, no lo considera como el carisma más grande, sino como uno de
tantos en la comunidad de Corinto .
A modo de Definición
El Milagro es una intervención sobrenatural del Espíritu, a través de una persona, en el orden
natural.
Como hecho sobrenatural es una suspensión temporaria del orden normal, una modificación
del curso de la naturaleza, tal como nosotros lo entendemos.
Desde el punto de vista teológico los milagros son signos que muestran la presencia del
prometido reinado de Dios y que acreditan a los portadores históricos de esta promesa.
El milagro es un signo del amor y del poder de Dios que quiere salvar a todo el hombre y a
todos los hombres.
Como signo de salvación el milagro alcanza su sentido pleno y su realización perfecta en
Cristo, plenitud de la presencia salvadora y “Sí” definitivo de Dios al hombre, en quien se hacen
realidad todas las promesas.
Finalidad del Milagro
Los milagros que realizó Jesús nacen siempre de una compasión por satisfacer necesidades
humanas.
Todos los grandes temas de los profetas y de la actividad mesiánica de Jesús se prolongan
plásticamente en los milagros.
Primacía del Reino sobre los cuidados materiales ( diezmo sacado de la boca del pez).
Liberación del pecado (el paralítico bajado del techo).
Victoria sobre el demonio (expulsión de demonios).
Victoria sobre la muerte ( Naín, la hija de Jairo).
Paradoja de la cruz y de la glorificación (camina sobre las aguas; tempestad calmada).
Esterilidad del que rechaza la salvación ( higuera seca) y riqueza del que la acepta (pesca
milagrosa, Pedro que camina sobre las aguas).
Jesús mismo en la sinagoga de Nazaret, lo mismo que en la respuesta dada a los emisarios de
Juan Bautista (Lc. 4,16...; 7,18-23), une expresamente sus prodigios con las profecías
mesiánicas de Isaías, donde cada don físico simboliza la salvación eterna y las riquezas del
Reino.
“Todos los milagros son preludio de su propia Resurrección. Aquí está el triunfo decisivo del
poder de Dios y de la realidad escatológica más allá de todo signo, pero que, para la Iglesia
que vive aún en la espera, se anuncia por el sepulcro vacío”.
Jesús anima a sus discípulos, alimenta a la multitud, transforma el agua en vino para resolver
una carencia.
Toda señal maravillosa de Dios tiene la finalidad del Reino, su llegada, su extensión. El anuncio
del Reino viene apoyado por las manifestaciones del poder de Dios, que sirven como señal
para que la Palabra sea creída.
Todo milagro nos muestra a Dios, al Evangelio y nos lleva a reflexionar y aceptar el paso de
Dios en nuestra vida.
No es por tanto una demostración arbitraria de la omnipotencia de Dios, sino un testimonio del
poder que tiene de producir nuestra salvación en Jesucristo.
La vigencia de este carisma la descubre con mayor claridad quien sufre la persecución por el
Evangelio.
El Carisma de Milagros en la Sagrada Escritura
Antiguo Testamento
Señalaré los textos más significativos donde se manifiesta la acción de Dios.
El Salmo 136, Nos resume en muy pocas líneas la acción liberadora en la Historia del Pueblo
de Dios y todo : “Porque es eterno su Amor”.
El Salmo 145, 3-7 se nos muestra la magnificencia y el poder de Dios.
En el libro del Éxodo capítulo 17, Dios se hace presente frente a las necesidades de su pueblo,
primero ante la carencia de agua, luego frente al peligro de la derrota.
Las plagas de Egipto del capítulo 7 es otra manifestación de la fuerza de Dios en favor de su
Pueblo.
Nnuevo Testamento
El Don de Milagros en el Nuevo Testamento fue al igual que en el Antiguo utilizado en distintas
circunstancias y según diversas necesidades.
El Señor colabora con ellos en la obra evangelizadora de la predicación.
“Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ello y confirmando la
Palabra con las señales que la acompañaban” Mc. 16,20.
Jesús aparece liberando del peligro de perecer por la tempestad. Mt. 8,24-26.
Jesús resucitando a su amigo Lázaro. Jn. 11,38-40.
En realidad, toda la vida de Jesús está marcada por los milagros, desde su nacimiento, hasta el
milagro más importante de nuestra fe, su Resurrección.
La vida pública de Jesús da comienzo con el milagro de Caná de Galilea, donde el Señor
manifiesta su gloria.
Los Hechos de los Apóstoles nos muestran la vida de San Pablo llena también de esta
presencia milagrosa del Señor:
Pablo es liberado milagrosamente de la cárcel. Hch. 12,4-11.
Pablo confirmando su anuncio por los signos. Hch. 13,11-12.
En la carta a los Gálatas nos dice que el Señor sigue haciendo milagros. “El que os otorga,
pues el Espíritu y obra milagros entre vosotros..” Gal. 3,5a.
Actuación del Don de Milagros
Toda la historia de la Salvación es una red de milagros, hechos prodigiosos y acontecimientos
sorprendentes.
La libertad del pueblo judío, su peregrinar por el desierto, la conquista de la tierra prometida...
En el Nuevo Testamento es sorprendente la actuación de Jesús pronunciando una palabra o
realizando un gesto o los dos y se produce el milagro.
El milagro va acompañado por la compasión o comunión interior.
El don de fe acompaña siempre el de milagros. Se da una firme convicción de que es la
voluntad de Dios.
Toda acción milagrosa está enmarcada en tres momentos:
Dar gloria a Dios
Asombro en los discípulos
Renovación de la Fe
La forma de cómo el Señor actúa quedará siempre para nosotros en el misterio. Sólo vemos
cómo El actúa y describimos sus efectos.
Por nuestra parte nunca podremos exigir al Señor un milagro pero con humildad y sencillez
podemos recurrir a quien es nuestro Padre y pedirle aquello que consideramos lo mejor.
Conclusión
Jesús prometió seguir actuando más allá de su vida terrena, quiso continuar su misión por
medio de sus discípulos:
“ Yo os digo: el que crea en mí, hará él también las obras que yo hago, y hará mayores aún,
porque yo voy al Padre”. Jn. 14,12.
La acción poderosa del Señor en nosotros y por medio de nosotros depende de nuestra fe.
La lectura de los Hechos de los Apóstoles nos muestra cómo se cumplieron estas promesas
del Señor en la Iglesia primitiva después de Pentecostés.
Esta misma realidad puede hacerse hoy patente en medio de nosotros porque el Espíritu es el
mismo y es el mismo Jesús quien sigue actuando.
DON DE SANACION
"A otros Carisma de Curaciones, en el único Espíritu” 1Cor. 12,9b.
Héring hace resaltar la diferencia entre el don de milagros y el de sanación, pero no constituye
para el autor una gran diferencia en el momento de la acción.
Sanaciones, designaría aquí “otros milagros” que irían en la línea de la expulsión de demonios.
La mayoría de los autores no encuentran gran diferencia entre “milagros” y “sanaciones”.
Walter identifica a ambos en primer término con la “potestad de liberar a los posesos” . El
mismo autor señala que estas dos manifestaciones fueron constantes en la actuación de Jesús
y menciona a Mt. 12,28, acción que Jesús realiza por el poder del Espíritu.
Para Turrado, la única diferencia que encuentra entre sanación y milagro, es que el segundo se
distingue del primero en cuanto que tiene un campo más amplio de actuación.
Pytches denomina al Don de Sanación, como un don de poder y lo une al don de fe y milagros,
aunque el mismo autor señala que los dones de fe y milagros son más abarcativos que la
sanidad. Este don señala el autor, opera en conjunción con otros dones del Espíritu, tales como
la Palabra de Sabiduría.
Toda sanidad procede de Dios ( Ex.15,26) y está a nuestro alcance por la obra expiatoria de
Jesucristo.
El principio fundante de este don que orientaba a Jesús lo encontramos en San Juan. “En
verdad, en verdad os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al
Padre: lo que hace El, eso también lo hace igualmente el Hijo.” Jn.5,19.
Este don puede canalizarse por agentes humanos para llevar la sanación a enfermos en forma
sobrenatural y todo para gloria de Dios.
Fuentes de Sanación
Para comprender el don de sanación, tenemos que ir a las fuentes del mismo. Jesús como Hijo
de Dios fue enviado como salvador de todo el hombre y de todos los hombres.
Su misión abarca tres áreas:
1. Anuncio del Reino
2. Sanación de las personas
3. Expulsión de demonios
Enfermedades que padece hoy el hombre
1.
2.
3.
4.
Las del Espíritu, causadas por el pecado personal
Las emocionales causadas por heridas del pasado
La enfermedad física del cuerpo
Puede darse también la opresión diabólica
Jesús pasó al lado del hombre sanando toda clase de enfermedad, perdonando los pecados, al
paralítico, a la pecadora. Curó a los ciegos, leprosos, sordomudos, paralíticos y a quienes
estaban aquejados por toda suerte de enfermedades. Arrojó demonios de muchos posesos y
dio su paz y su consuelo a quienes recurrían a El.
Jesús envió a los suyos a sanar. Son muchos los textos que aparecen en los Evangelios,
donde Jesús envía a los Doce y a los Setenta y dos a proclamar el Reino y a sanar.
Los setenta y dos discípulos, son enviados con una triple misión:
1. Anunciar que el Reino de Dios está cerca, y que Jesús está ya salvando.
2. Ellos han recibido de El el poder de curar los enfermos. De esta forma manifiestan el
gran amor de Jesús y su interés por toda la persona.
3. Comunican el don de la paz.
Los discípulos, llevan a cabo fielmente este plan del Señor.
La Iglesia primitiva creyó en el mensaje de Jesús y en su poder y recibió el testimonio de ser
sanados muchos de ellos, por la sombra de Pedro.
Se nos dice que acudía la multitud de las ciudades vecinas trayendo enfermos y todos eran
curados.
Formas de administrar el Don de Sanación
Por los servicios médicos
Todo conocimiento científico viene de Dios. El médico y la medicina son medios en las manos
del Señor.
Es Dios quien infunde la vocación de curar enfermos, ilumina a los médicos y los asiste para
que puedan descubrir las virtudes curativas.
Es El quien por medio del médico arrebata los cuerpos a la muerte. No hay tampoco oposición
o sistema sucesivo de curación, primero el médico, luego Jesús. Es Jesús que sana por medio
de elementos o instrumentos creados por El mismo.
Cabe mencionar aquí el libro del Eclesiástico el capítulo 38, donde el Siracida hace toda una
reflexión sobre el médico, la medicina, la ciencia del médico, la necesidad de pedir al Señor la
salud...
“Da al médico por sus servicios, los honores que merece que también a él le creó el Señor.”
v.1.
“El Señor puso en la tierra medicinas, el varón prudente no las rechaza”.v.4.
“Con ellas (las medicinas) cura él y quita el sufrimiento, con ellas el farmacéutico hace
mixturas”. v.7.
“Hijo, en tu enfermedad, no seas negligente, sino ruega al Señor, que él te curará”.v9.
“Recurre luego al médico, pues el Señor lo creó tamibén a él...”v.12.
“Hay momentos en que en su mano está la solución pues ellos también. al Señor suplicarán...”
v.13.
Por los Sacramentos
Jesús nos dice: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Jn. 10,10.
Los sacramentos son canales de gracia y por tanto de gran provecho para nuestro cuerpo. El
nos ha traído abundancia de vida, aquí podríamos afirmar, vida plena y perfecta para todo
nuestro ser.
Esta Vida total y perfecta se nos regala por los sacramentos, como don capaz de inundar al
hombre íntegramente.
Cada sacramento contiene en sí mismo un poder de sanación.
Entiendo por sanación la expansión o desarrollo del ser en su plenitud.
No entro a diferenciar Carisma y Sacramento, ya que no hay discusión frente al valor del
Sacramento; sí advertir que puede haber quien no vea la importancia del Sacramento, frente a
prácticas carismáticas. Ya he diferenciado en la primera parte de este trabajo, la gracia
santificante, propia del sacramento, de la gracia “Datis Data”, propia del carisma. En ningún
momento, podemos nivelar el efecto del sacramento con el del Carisma, aunque a veces den
frutos parecidos.
A los Sacramentos de la Reconciliación y la Unción de los enfermos, el C.E.C. los llama
“Sacramentos de Curación” y señala como finalidad de estos sacramentos, la obra de curación
y salvación obrada por el Espíritu Santo.
Me detendré solamente en estos dos sacramentos, junto con el de la Eucaristía.
Por el Sacramento de la Reconciliación
Por este sacramento se recibe la gracia más eficazmente para ser sanados, porque al ser
perdonado el hombre, el Señor lo libera del pecado y de todas sus consecuencias.
Con frecuencia, el pecado y la enfermedad están unidos como causa y efecto.
Vemos, muchas veces, actitudes en la persona, que pueden enfermarla, como el odio cultivado
durante largo tiempo, el rencor, la venganza, celos, envidias... a la vez que son faltas graves,
se llegan a constituir con el tiempo en causa de enfermedad.
El sacramento de la reconciliación, nos perdona y libera de todas esas presiones, y deja en el
alma, la paz, alegría, serenidad.
El amor de Dios espera ardientemente perdonar al hombre herido, para volcarse a él y curarle
en todo su ser desgarrado.
El perdón de Dios en nosotros produce una transformación, una recreación, una actuación de
la gracia que reestructura al hombre en sus dimensiones psíquicas y espirituales.
Jesús desea conceder su misericordia no sólo a los hombres de su tiempo, sino a los de todos
los siglos, por eso al mismo tiempo que establece los fundamentos de su Cuerpo-Iglesia,
instituye el sacramento de reconciliación.
El sacramento del perdón, por mediación del sacerdote, es el gesto visible y la palabra audible
de Cristo, sobre la tierra, que reconcilia con un gesto que está cargado con un poder
sobrenatural y divino.
Este gesto está en referencia directa a la Iglesia y no se puede desarrollar fuera de ella; se
realiza para la curación de uno de sus miembros del cuerpo, pero de hecho se beneficia todo el
cuerpo.
El sacramento es fuente de vida y de sanación siendo uno de los medios más poderosos para
crecer en el amor y en la pacificación interior.
Por la Unción de los enfermos
Es el sacramento de vida. La finalidad de este sacramento es la curación del alma y del cuerpo.
En los Evangelios descubrimos que una de las actividades visibles y esenciales de Jesús es la
curación.
El Amor de Dios se manifiesta en forma más notoria en los enfermos y afligidos, en aquellos
que están en crisis con ellos mismos, los que se sienten interpelados en su ser sobre el sentido
de la vida, los que han perdido la seguridad de su propia imagen.
Jesús se detiene muy particularmente ante estas personas ofreciéndoles gestos y palabras que
serán tomadas por la Iglesia y constituidas en sacramento de los enfermos. Se manifiesta así la
permanencia en su seno el Cristo médico, que no cesa de sanar y aliviar.
El Catecismo nos habla del carisma de sanación y lo coloca dentro del contexto de la Unción
de los enfermos.“El Espíritu Santo da a algunos un carisma especial de curación ( 1Co.
12,9.28.30) para manifestar la fuerza de la gracia del Resucitado...”.
“Sanad a los enfermos ! (Mt. 10,8) La Iglesia ha recibido esta tarea del Señor e intenta
realizarla tanto mediante los cuidados que proporciona a los enfermos como por la oración de
intercesión con la que los acompaña....”.
Por la Eucaristía.
Por este sacramento, el Cuerpo de Cristo se pone en contacto con nosotros. Al paso de Jesús,
cuantos El tocaba con sus manos, muchos quedaban curados.
Hoy nosotros al comulgar nos ponemos en contacto con Jesús de una forma muy especial.
La Eucaristía es el misterio de amor de Dios al hombre. Es el alimento del alma, alimento que
desarrolla en nosotros la unión con Dios.
En la Eucaristía recibimos el cuerpo glorioso de Cristo Resucitado y por El se nos comunica su
misma gloria y nos lleva a esa gloria. Por este sacramento es sostenido quien está
convaleciente interiormente.
Por la Eucaristía recibimos a Aquel que es el autor de la salvación y de la sanación, de tal
forma que la gracia desarrolla y orienta todo nuestro ser hacia Dios.Por la Eucaristía se
transforma nuestra mirada hacia los otros.
En la Eucaristía se incluye el anuncio de la Buena Nueva y toda persona en proceso de
convalecencia interior siente la necesidad de ser alimentada por el Pan y la Palabra.
Directamente
Es innegable que hoy en nuestra Iglesia hay cristianos que llevan a cabo un ministerio de
sanidad, por un don recibido del Señor.
Este ministerio se ejerce:
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-Por Palabra de Conocimiento
Por el Don de Fe y Milagros
Hay personas de gran calidez humana y compasión, que son más sensibles al dolor ajeno y
que tienen dones naturales para sanar, acompañar con la oración a los enfermos y les
transmiten un cierto grado de sanidad.
Serafino Falvo cuando aborda este tema no duda en decirnos: “Queremos proclamar y gritar a
todos los hermanos creyentes en Cristo: El está vivo en medio nuestro y anhela liberarnos de
las condenas de pecado y enfermedades. Queremos gritar a todos los enfermos que tengan fe
en El, que recurran a El...”.
Sabemos y creemos que Jesús está dispuesto a sanar sea cual fuere la enfermedad. Durante
su vida terrena, curó a toda persona que recurrió a El con fe. Si creemos que El vive, con esa
misma fe, debemos acudir a El.
San Pablo en el texto que nos ocupa. 1Cor.12. se refiere a los dones que el Espíritu Santo
concede al Cuerpo de Cristo, es decir la reunión de los miembros de la Iglesia cuando estos
ejercen estos dones, unos a otros. “El énfasis está en la acción, en el contexto de la comunidad
de fe” .
No deja de estar en el horizonte, un peligro latente. El mismo Pytches señala que hay personas
que recurren a otros “espíritus” para sanarse y aunque pudieran producir una sanación, se
corre el riesgo de que esta persona que la recibe, reciba también “otros espíritus “ que la
engañen y la destruyan .
Sanación y vida espiritual
Para Pytches, la enfermedad es una clara manifestación de la presencia del espíritu del mal, el
autor recurre a Hechos para justificarlo.
“Cómo Dios a Jesús de Nazaret le ungió con el Espíritu Santo y con poder, y cómo El pasó
haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con El” Hch.
10, 38.
Por tanto, quien entre en este terreno de la sanación, se verá envuelto en conflictos
espirituales. El espíritu del mal ataca antes, durante y después de cualquier servicio de
sanación.
Señala el autor los ataques más comunes:
Antes de la Sanación: Depresión repentina, cansancio, sensación de desinterés, enojo,
frustración, altercados con la gente, sensación de bloqueo debido a algún incidente, sensación
de falta de valía...
Durante la Sanación: Distracción, dudas, pensamientos confusos, sensación de decaimiento
de la fe, tentación de dejar de escuchar a Dios, pensamientos desalentadores y negativos,
deseo de apurarse y terminar pronto.
Después de la Sanación: Depresión repentina de fracaso, cansancio externo, sentimientos
confusos y mezclados, tentación de orgullo, deseo de presumir después de una clara
manifestación del Señor.
Frente a esta realidad es necesario destacar una serie de valores a tener en cuenta por quien
ejerce el ministerio de sanación y quien recibe la sanación.
1. Es el Espíritu Santo quien da el don o poder de sanar. El mismo Espíritu inspirará la forma y
palabras que hay que decir o hacer.
Quien administra el Don de Sanación escucha, observa lo que el Espíritu Santo obra, y
reconoce que todo es obra del Espíritu. Es al Espíritu a quien se ora, alabando y bendiciendo
su obra en nosotros.
2. Es en nombre de Jesús por quien se ejerce este ministerio y con su autoridad.
3. Entre el que ejerce el don y quien recibe la sanación deben tenerse en cuenta ciertas reglas
a seguir:
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La relación será siempre de adulto a adulto, no una relación paternalista.
Debe darse honestidad y sinceridad por ambas partes.
Quien ejerce el ministerio ora por el enfermo y da con gratitud su tiempo, se preocupa
por la persona y no se deja llevar por emocionalismos. Tiene compasión y respeto por
el enfermo.
4. Partiendo siempre que es Jesús quien sana, el enfermo no debe quedar atado o sometido a
la persona que administra el don.
5. Es necesario que quien es sanado, en ningún momento se sienta condenado.
6. La reserva es un aspecto clave en relación a toda confidencia del enfermo.
Sanación Interior
Quisiera recoger en este apartado, como resumen de todo lo dicho hasta aquí, aquellas
realidades interiores de la persona y que englobaría con el término psiquismo.
Es difícil trazar una frontera entre la sanción física, palpable, exterior y la sanación interior.
La experiencia atestigua que muchas sanaciones físicas han sido logradas por una sanación
concreta en la vida psicológica.
Estas dos realidades están íntimamente unidas y sus implicaciones mutuas, son difíciles de
clarificar, ya que dependen de la profundidad, de la identidad humana, misterio donde sólo Dios
puede penetrar.
A modo de definición
La sanación interior puede definirse como la mirada de misericordia de Jesús, posándose
sobre las heridas interiores del hombre, heridas del pasado que nos han dejado huellas, como
perturbaciones, malestar, miedos, complejos, en relación con los otros, con Dios o con
nosotros mismos.
Las heridas pueden venir acompañadas por mecanismos de defensa desde el inconsciente.
Aquí hay que pedir la presencia de Jesús, su mirada, su amor, para que su paso en nosotros
con su compasión, sane todo ese pasado negativo y rechazado que nos ha herido.
Jesús llega con su amor a lo más profundo de nosotros mismos, sin ser acusador. Desde esta
mirada, el hombre se descubre amado, perdonado y se dejará sanar por el Amor.
Toda sanación interior o física, está relacionada con el Reino de Dios, con su anuncio y su
venida. Siempre que el Señor realiza un signo, las fuerzas del Reino de Dios son como
movilizadas.
Niveles de Sanación
1.- La Anámnesis
Es colocar a la persona en actitud receptiva de la gracia. Es ir ayudando a la persona a tomar
conciencia de los verdaderos problemas interiores, recorrer la historia con la persona enferma.
Se pide al sujeto, que formule con sinceridad sus “quejas actuales”, los síntomas que lo
paralizan o le hacen sufrir rencores, angustias...
Es importante saber hasta qué punto la persona acepta ser sanada por el Señor o que idea se
hace del Dios al que se dirige.
Aquí habrá que corregir ideas inadecuadas o erróneas en relación al Amor de Dios. No caer en
lo mágico ya que sería una expectativa inadecuada.
Ser conscientes de la necesidad de colaborar con la gracia.
Con frecuencia un síntoma aparece como reacción a una tensión, una incomprensión, un
conflicto, una agresión. Es necesario también evaluar los procesos psicofísicos y espirituales
del sujeto, desde su infancia, hasta la edad actual, pasando por cada etapa de desarrollo, para
descubrir qué heridas fueron quedando en esa persona, descubrir los mecanismos de defensa,
alienaciones psicológicas traducidas en angustias y culpabilidad. Todo este proceso debe
hacerse en función de la persona y orando por su sanación.
2.- El Perdón
No hay sanación interior si no hay perdón, incluso muchas enfermedades físicas tienen como
origen la falta de perdón. Toda falta de perdón desequilibra nuestra armonía interior.
El perdón es capaz de desatar todas las trabas interiores y liberarnos de todas las angustias.
Solo el perdón otorgado desde el fondo del corazón hace derribar las murallas de nuestro
egoísmo, los traumas, las violencias, los orgullos.
Sin el perdón del corazón, la oración de sanación es ineficaz, no puede producir frutos de
sanación.
Aquí podríamos distinguir varias clases de perdón:
-Perdonar al prójimo.
-Perdonarse a sí mismo.
-Paradójicamente quizás tenga que perdonar a Dios.
-El Perdón al Prójimo
La Sagrada Escritura nos ilustra claramente sobre el amor a nuestros hermanos.“Si alguien
dice: Amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su
hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve”. 1Jn. 4,20 .
Es en lo exterior donde se prueba si lo que llevamos dentro es real, es en el trato con nuestros
hermanos, donde se demuestra el auténtico amor.
El encuentro con nuestros hermanos nos hace descubrir lo que le falta a nuestro amor.
El auténtico perdón es poder llegar a orar por quien nos hizo daño, estar dispuestos a tenderle
una mano, si necesita de nuestra ayuda. Es desear siempre lo mejor para él.
Necesitamos pedir al Señor la gracia del perdón, de querer perdonar.
Los textos Evangélicos son numerosos en cuanto a la llamada que se nos hace al perdón.
La medida que usemos con los demás la usará Dios con nosotros.
El amor al hermano es lo que más agrada a Dios, lo que resume la Ley de Dios.
“Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: Amarás a tu prójimo como a ti
mismo”. Ga. 5,14.
Toda falta de perdón carcome por dentro, no me deja ser libre, no me permite gozar de las
cosas que ofrece la vida, paraliza y altera la armonía psicológica, produce problemas físicos:
tensiones, gastritis, alergias...
Perdonar es demostrar la grandeza del corazón.
Una buena síntesis, para revisar el camino de la verdadera caridad, es tomar el himno a la
caridad.
Una señal clara de falta de perdón sería el deseo de venganza, de humillar al otro, desearle
que sufra...
El auténtico perdón es incondicional, es liberar al otro de tener que sufrir por lo que hizo, es no
exigirle que tenga que darme compensaciones afectivas, desterrar el odio, la revancha.
El perdón incluye la decisión de amar al otro tal cual es, sin pretender que sea a la medida de
mis deseos.
-Perdonarse a sí mismo
“El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Mt. 22, 39.
Se nos invita a abrirnos a los demás, sentir como propias las preocupaciones y las alegrías de
los demás.
Implica, no vivir pendiente sólo de mí mismo.
Es gozar con los logros y alegrías de los demás.
“Que nadie procure su propio interés, sino el de los demás” 1Cor. 10,24.
Quien se acepta a sí mismo y su propia existencia puede mantener armonía con los demás.
Pero para poder aceptarse a sí mismo es necesario descubrirse amado por Dios.
Necesitamos perdonarnos a nosotros mismos por errores y fracasos cometidos.
Necesitamos ser humildes, aceptarnos a nosotros mismos, cuidarnos.
-Perdonar a Dios
Uno de los secretos para la sanación interior, incluso para la sanación de algunas
enfermedades físicas, es el perdón. Siempre que sufrimos culpamos a alguien de ese dolor o
por ese fracaso.
Siguiendo el pensamiento del P. Víctor Manuel Fernández, podemos afirmar que en lo más
profundo de todo dolor suele encontrase una falta de perdón a Dios, quizás no lo decimos o
incluso reprimimos el pensamiento, pero en medio del dolor hemos culpado a Dios, hemos
sentido su ausencia, su olvido... Incluso muchas de nuestras autoagresiones se resuelven
sacando a la luz esa rebeldía con Dios, el sentirnos dejados de su mano.
Un encuentro con Dios por la oración, por la reconciliación, suele ser el remedio más eficaz
para aceptarse uno a sí mismo, desterrar escrúpulos enfermizos y comenzar a crecer
interiormente.
Dios es amor y bajo ningún concepto quiere nuestro mal. Hay situaciones difíciles en la vida:
enfermedades, desastres ecológicos... que tienen su origen en fenómenos naturales, otros
desastres son provocados por el hombre. El mundo por otra parte se rige por leyes naturales
que hoy favorecen a unos y dañan a otros.
Es importante ante esta realidad clarificar la imagen que tenemos de Dios.
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Dios respeta el curso natural de las cosas, sus leyes naturales.
Dios solo permite las cosas “malas” en este momento concreto y para uno, nunca las
manda.
Detrás de cada acontecimiento siempre se puede sacar algún bien, tenemos que poner
lo que podemos de nuestra parte.
Toda capacidad y cualidad es un regalo de Dios, es necesario reconocerlo así.
Dios nos quiere felices y por eso desea lo mejor para nosotros y nos invita a poner de
nuestra parte todo lo que está a nuestro alcance. Alejarnos de El, supondría la soledad
y a la larga una mayor angustia y vacío en el corazón del hombre.
Todo esto nos lleva:
A sanar nuestros sentimientos. Quizás sentimos a Dios culpable porque nos hemos visto
abandonados por El y dejó herida nuestra sensibilidad. Esto hace que nos cueste mirar a Dios
de frente, tratarlo con confianza, entregarse incondicionalmente a El.
A ser sinceros con Dios, no ocultarle aquello que sentimos: desilusiones, falta de protección y
de ayuda ante nuestras necesidades.
La sinceridad frente a Dios es la posibilidad de ser sanado, de encontrarnos con su paz, con El
mismo.
A vivir una sincera oración, esto significa abrirle mi corazón, dejando salir de él, todo lo que
llevo dentro, lo que siento, lo que vivo.
La oración es un diálogo abierto con El, sabiendo que me ama y quiere que yo sea feliz. Muy
pronto brotará del corazón una sincera oración reconociendo mi error por culparle a El, sentiré
la necesidad de pedirle perdón por mi poca confianza, entrega y generosidad. Enseguida
sentiré la necesidad de dejarme abrazar por El y pedirle fuerza para llevar adelante junto con El
lo que ahora estoy viviendo.
A descubrir su Amor. Para descubrir el inmenso amor de Dios, necesitamos recurrir a la S.E. e
interiorizarnos de ella.
Se pueden recoger distintos textos, que nos llamen más o toquen nuestro ser en los momentos
que estamos viviendo:
Recojo algunos más significativos.
Concluye el autor con una llamada, para ofrecer también al Señor todo aquello que nos pueda
trabar en nuestra relación con Dios, como nuestro sentido de culpabilidad por algún pecado.
Nos invita a confiar en el perdón de Dios, “El no guarda rencor” ( Os. 11,9; Is. 1,18), por el
contrario El nos busca para perdonarnos como el Buen Pastor o como el hijo que es esperado
por el Padre con los brazos abiertos. ( Lc. 15). Dios quiere de nosotros un corazón arrepentido.
El perdón es una llamada a comprender la debilidad ajena y a descubrir la infinita misericordia
de Dios.
3.- Sanación de recuerdos
Los recuerdos más determinantes y más graves, son los que afectan al período de cero a seis
años.
El niño registra los episodios juzgados por él como agresivos, sobre todos en relación a la falta
de amor gratuito.
Hasta situaciones dolorosas vividas en el seno materno producen recuerdos traumatizantes.
Toda carga emocional se incrusta en la memoria del sujeto y repercutirá posteriormente en la
persona.
La gracia de sanación actúa en el nivel de la carga emocional ya que esta es la destructora del
ser y frena o impide que un acontecimiento doloroso sea captado como constructivo.
Por otro lado, toda carga emocional en los casos de traumatismo afectivo, puede contener
entidades espirituales negativas, como rencor, resentimiento, autodestrucción...
Frente a esta realidad es necesario orar:
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Por las heridas recibidas
Por los niveles sensoriales de la memoria
Por la heridas recibidas
Es una oración pacificadora, en una atmósfera de confianza se va presentando al Señor el
sufrimiento de la persona y se le ayuda a ver todo desde la misericordia de Dios.
Se pide al Señor que vuelva a ese momento de su vida con su amor misericordioso y sane
todas esas heridas, que haga desaparecer todo mecanismo de defensa.
Pedir al Señor su amor sobre relaciones heridas para que sean restauradas por El.
Decirle al Señor que su Sangre, por la que fuimos redimidos, sane hoy y reconstruya a esa
persona.
Se puede orar sobre las rebeldías, la mentira, el resentimiento, la amargura, invocando sobre
cada una de esas realidades, la paz de Jesús, ”que excede a todo conocimiento” Ef. 3,19a.
La oración de sanación sobre las heridas recibidas tiene como base la actitud del corazón, que
es confianza, deseo de perdón y de abandono en manos de Dios.
Por los niveles sensoriales de la memoria
La memoria para registrar los acontecimientos, tiene que recurrir a los sentidos, como la vista,
el oído, la sensibilidad, el olfato, el gusto.
Cuando surge de nuestra memoria un recuerdo, usamos diferentes canales o niveles
sensoriales.
El deseo de memorizar viene acompañado de los distintos niveles sensoriales de mi ser.
Si una circunstancia ha sido traumatizante, mi memoria ha sido herida por ella y la carga
emocional que lleva el hecho traumático surge por uno o varios niveles sensoriales.
En la oración es necesario orar no solo sobre el recuerdo sino también por los distintos niveles
sensoriales que quedaron afectados .
4.- Sanación Psicoafectiva
La sanación psicoafectiva incluiría las perturbaciones interiores severas que limitan demasiado
la autonomía de la inteligencia y de la voluntad y que impedirían al enfermo el entrar en un
proceso consciente de curación interior.
Es importante ante esta situación hacer comprender al paciente el inmenso amor que Jesús
tiene por él.
Por el tipo de enfermedad, la integridad interior de la persona, está muy dividida, y la identidad
alterada. El proceso de sanación por medio de la oración en este tipo de enfermos, por lo
general es muy larga. No conviene ilusionar al paciente con una sanación total e inmediata.
Ante esta realidad, el paciente debe ser sostenido tanto a nivel espiritual como psicológico .
Conclusión
Abrir el corazón a los carismas es hoy una necesidad porque el Espíritu está y sigue actuando
en la Iglesia.
Es necesario no tener miedo a los dones que el Espíritu quiera regalarnos.
Los carismas son dones gratuitos, gracias dadas gratuitamente. El Espíritu Santo los distribuye
a quien quiere y cuando quiere.
El Espíritu Santo nos usa como instrumentos ocasionales. De ahí que nadie puede gloriarse o
decir: Yo tengo tal o cual carisma.
El único don que tenemos permanente es el Espíritu Santo, fuente de todos los demás dones y
carismas.
El Espíritu Santo actúa desde la sencillez; de la misma forma los carismas que vienen del
Espíritu se ejercen con la misma sencillez y espontaneidad.
Es necesario estar prevenidos contra los estados de “trance”, las psicosis colectivas. Esto no
es del Espíritu.
Todos los carismas están al servicio de la Iglesia.
Me parece oportuno también hacer una reflexión o aclaración al tema de los carismas que
Pablo enumera en 1Co.. 12,4-11. para poder definir bien lo que no es un Carisma. Me refiero
aquí a los fenómenos “paranaturales” que surgen de lo supersticioso y de lo mágico, donde no
entra la gracia.
La confusión con este tipo de fenómenos, puede acarrear un descrédito o confusión con los
carismas y frenar su desarrollo.
Frente a estos fenómenos parasicológicos el peligro es querer explicar todo desde lo “natural”
dejando de lado el mundo sobrenatural, o simplemente cerrar los ojos ante el mundo espiritual.
No niego los descubrimientos de la ciencia que abarca las profundidades del psiquismo
humano. Anclarse en estas posturas de fenómenos parapsicológicos es formar su propia idea
de bien y de mal.
Perder el sentido de la revelación en Jesucristo, es sumergirnos en una tremenda ceguera. No
es bueno colocar en pie de igualdad: magia blanca, curanderismo, adivinación con carisma de
sanación, aunque a fin de cuantas todos nos proporcionan un bien.
Estaríamos perdiendo el sentido de Dios y de la gracia o estaríamos colocando la igualdad en
la salvación que nos ofrece Jesucristo, con la que nos venden los adivinos.
Me parece también oportuno a modo de conclusión, resaltar algunos aspectos a tener en
cuenta hoy y aquí en nuestra Iglesia
Ignorancia
“En cuanto a los dones espirituales, no quiero, hermanos, que estéis en la ignorancia” 1Co..
12,1. Los Corintios vivían, ejercitaban, poseían y experimentaban diariamente los carismas.
Podríamos afirmar que la vida cristiana, era sinónimo de vida carismática.
La intención de Pablo en este texto de 1Cor. 12,4-11., no va tanto en la línea de la existencia,
naturaleza y utilidad de los carismas, sino en ordenar y vivir los mismos en función de la
Iglesia.
Los carismas para la comunidad de Corinto, constituían como el alma y la vida de esa
comunidad.
Hoy muchos no creen que lo que ocurrió en la primitiva Iglesia pueda ser aquí y ahora una
realidad.
Necesitamos despertar en nuestra Iglesia el gran tesoro que lleva dentro de ella y que el
Espíritu está regalando.
Santidad
Los dones o carismas, no son un premio a la santidad personal. Todo bautizado está llamado a
la santidad, ya es santo por el bautismo porque está lleno de los dones del Espíritu Santo.
El cristiano lleva en sí la Vida de Jesús, por tanto todos estos dones, no son un premio a su
santidad, sino un regalo del Espíritu a todo bautizado.
El ignorar esta realidad nos ha empobrecido o mejor, nos hemos privado de las incalculables
riquezas espirituales que poseemos y lo poco que hemos hecho por la Iglesia.
El Espíritu es el legado que Jesús nos envía desde el Padre para todos aquellos que creen en
El. Los dones nos vienen dados por el mismo Espíritu.
Promesa
“Pues la promesa es para vosotros y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos, para
cuantos llame el Señor Dios nuestro”. Hch.2,39. Esa promesa es la referencia al profeta
Joel;“...yo derramaré mi Espíritu en toda carne...” Jl. 3,1-2.
El Espíritu se derramará sobre los Apóstoles y sigue regalando sus dones, en todos aquellos
cristianos que tienen la misión de continuar la obra de Jesús.
Hoy como ayer el discípulo de Jesús continúa la misión de su Señor por la predicación del
Evangelio, la curación de enfermos y la expulsión del espíritu del mal.
La misión encomendada por el Señor y que fue la que El emprendió consiste en liberar al
hombre de todo tipo de ataduras, tanto físicas como espirituales, sobre todo la de perdonar los
pecados.
Esta misión exige la necesaria presencia del Espíritu hoy aquí y en quien le ame y le sigue,
para continuar la obra liberadora de Jesús.
Necesidad
Los Carismas siguen siendo necesarios en la Iglesia de la misma forma que lo fueron para
Jesús, los Apóstoles y la primitiva Iglesia. En Jesús, fueron patentes en cada momento de su
vida.
A los Apóstoles, Jesús les confiere la misión de continuar su obra.
En la Iglesia primitiva se palpaba la presencia del Espíritu, el Espíritu era la fuerza, la alegría, la
vida, el impulso movilizador desde el interior de cada creyente.
Para la Iglesia de Hoy, los carismas son tan necesarios como lo fueron para la primitiva Iglesia.
Todo don es dado a Jesús como cabeza del Cuerpo Místico y Jesús es siempre el mismo Ayer,
hoy y por todos los siglos.
Jesús no puso límites a sus promesas.
Pentecostés marca la era propiamente dicha de los carismas, señala el comienzo pero no el
fin.
Hoy más que nunca la Iglesia necesita evangelizar y el anuncio necesita ser confirmado con los
signos que El nos prometió.
El Señor Jesús nos ha conferido la misma misión que encomendó a los Apóstoles. El mismo
Señor se encargará de darnos su apoyo, lo mismo que ellos lo tuvieron.
Una Iglesia que no tuviera el impulso del Espíritu, quedaría reducida a una sociedad anónima,
con fines muy particulares y personales, dejaría de ser la Iglesia de Jesús.
Todo creyente hace a Jesús presente allí donde está, para enfrentar la realidad del mal, por
eso hoy más que nunca necesita los dones y carismas del Espíritu Santo.
Disponibilidad
Los carismas son dones del Espíritu, se dan gratuitamente, pero también es necesario orar
para pedirlos porque son “instrumentos” para seguir construyendo el Cuerpo Místico.
Si son dones que el Espíritu regala, es bueno tener el corazón abierto para recibirlos y acoger
los que el Espíritu nos quiera dar y no los que desearíamos tener.
Jesús pone una condición para ejercer los carismas: estar despojado de todo poder cultural,
personal, prestigio u autoridad.
Sólo desde la libertad interior el Espíritu podrá hacer su obra en nosotros.
El amor y la sencillez están a la base para que el Señor encuentre en quien recibe el Don, la
posibilidad de manifestarse.
Los carismas, no tienen fin en sí mismos, ya que son signos que acompañan al anuncio de la
Buena Nueva. Por eso hay que dar ante todo y sobre todo a Jesús a los demás. Primero es
Jesús y después sus dones.
“Por el misterio de Pentecostés que hoy celebramos, Señor, manifestaste tu Iglesia ante todas
las razas y pueblos; derrama los dones del Espíritu Santo sobre toda la faz de la tierra; que tus
fieles participen también ahora de los dones que tu misericordia dispensara, al iniciar la
predicación del Evangelio”.
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