6 | 23 de mayo de 2005 SALUD CRÓNICA Un jardín de mundos vagos Ricardo Ibarra [email protected] Ya son las dos de la tarde. Como cualquier, parque dominguero, el jardín frente a la entrada principal del Hospital Civil “Fray Antonio Alcalde” luce lleno de visitantes, con la diferencia de que acá todos los días parecen fin de semana. Es jueves. En una de las zonas “pastosas” está un hombre recostado con la parte alta de la espalda y la cabeza recargadas sobre un árbol. Fuma un cigarrillo. Su mirada, oculta tras unas gafas negras, parece contemplar el vacío. Inhala nubes químicas. El parque tiene banquetas que se bifurcan en cuatro, desde una estatua central dedicada a la familia. A los costados de cada acera peatonal hay bancas donde vagamundos chupan la sombra de los árboles enormes. Muchos de los visitantes al parque no están precisamente de paseo. Casi todos esperan a algún familiar o amigo enfermo hospitalizado. “Estoy pidiendo un peso para mi medicina”, alcanzo a entenderle a un hombre con rostro rojo e hinchado por el alcohol. Las greñas revueltas y la cremallera abierta de su pantalón grisáceo no disimulan su haraganería. Hay otros tantos hombres y mujeres diseminados por los jardines: la mujer harapienta que boquiabierta deja caer un hilillo de baba o el que simplemente contesta una sopa de letras sentado en el pasto. Esperar es quizá uno de los ejercicios más inquietantes de la humanidad. Bajo la arboleda, cada quien lo resuelve a su manera. En otra de las bancas hay una pareja. Toman su distancia. Cada uno ocupa un extremo. La mujer teje sus pensamientos con ayuda de un “bonche” de hilo blanco y aguja. Ya ha formado una especie de red que atrapa sus meditaciones. El hombre se lleva a la boca sus secretos. Tomo asiento entre ambos. “Buenas tardes”, digo. La mujer 17 de cada mil bebés nacen con malformaciones Especialistas sugieren a las mujeres fértiles consumir alimentos verdes Ricardo Ibarra [email protected] FOTO: MIGUEL SÁNCHEZ | GACETA UNIVERSITARIA le suelta la mirada a la telaraña y voltea con una sonrisa a medias, sin pronunciar palabra. El joven solo gira su cabeza, como pensando “¿y este?”. Logro cierta alianza comunicativa con la mujer. Cuenta que viene desde Torreón, Coahuila. Hace ocho días su cuñada, avecindada en Guadalajara, llamó a su casa para decir a la familia que “mi hermano había tenido una embolia y estaba grave en el hospital”. La llamada fue a eso de la una de la tarde, comenta la mujer de aspecto pálido y labios blancuzcos. “En la madrugada del domingo ya estábamos aquí”. Al parecer su hermano tiene 38 años. Es cargador de caleras por el rumbo de El vergel. Los médicos aún no les han informado qué ocasionó la embolia. Hasta ahora no mueve un brazo. Ni puede hablar. Suponen los galenos que “trae un coágulo en el cerebro”, termina por decir la empleada de una maquiladora de telas en Torreón. Un anciano medio corvado interrumpe sus pasos frente a nosotros: “Buenas tardes, jóvenes. Tengan mucha fuerza para seguir su camino. Que Dios los bendiga”. Es todo. Continúa en línea recta por la brecha de concreto. Al joven a mi izquierda le entran las ánimas de la bendición. “¿Conoces San Grabiel?”, me pregunta. “Queda por Ciudad Guzmán”, le contesto, dudando de mis recuerdos geográficos. “Ey, mi hermano chocó allá. Le tronaron todos los huesos. Andaba pisteando”. Explica que es chofer de un camión de carga, aunque él no pistea. Piensa un momento y rectifica: “Bueno, a veces sí tomo, pero no cuando agarro el camión. Y además, manejo con cuidado. Si mi hermano se hubiera puesto el cinturón de seguridad, no estuviera a lo mejor aquí”. Desde la noche anterior duerme junto a su padre y madre en la camioneta que estacionan cerca del recinto hospitalario. Un pequeño cuadro de la ciudad, con una mezcla de plantas y concreto, es el punto de unión de hombres y mujeres solitarios, que solo tienen en común el dolor de algún pariente o conocido en el hospital.■ En 10 años, de 1989 a 1999, nacieron 2,935 bebés con malformaciones, tan solo en cuatro hospitales de la zona metropolitana de Guadalajara, según estudios realizados por los doctores Noé Alfaro Alfaro e Isabel Valadez Figueroa, del Instituto Regional de Investigaciones en Salud Pública, de la UdeG. Las malformaciones fueron “desde un lunarcito”, hasta “los nacidos sin cerebro”, explicaron los especialistas. “En el corte que hicimos en 1999, registramos 178,394 nacimientos, entre los cuales detectamos 2,935 niños con malformaciones, es decir, hubo 17 malformados por cada mil nacimientos”. El registro de los bebés malformados fue realizado entre la población sin seguridad social, es decir, en los dos hospitales civiles de Guadalajara (“Fray Antonio Alcalde” y “Juan I. Menchaca”), el General de Occidente o de Zoquipan, con excepción del Valentín Gómez Farías, perteneciente al ISSSTE, donde acuden los trabajadores del gobierno. Los bebés malformados nacieron con alguna anomalía en la piel o pigmento, el sistema nervioso o musculoesquelético. Noé Alfaro Alfaro, doctor en epidemiología, destacó que las deformaciones en el sistema nervioso “son las más graves y severas”, pero también “las más prevenibles” con el consumo de vegetales verdes. Por ejemplo, los casos de bebés con anancefalia o que nacen sin cráneo ni cerebro, pudieron ser prevenidos con el consumo de espinacas, lechuga, verdolagas, alfalfa y casi cualquier vegetal verde, por su alto contenido de ácido fólico, según los especialistas adscritos al CUCS. “Por cada 100 mil nacimientos hubo alrededor de seis niñas con anancefalia, mientras que niños, tres con esta malformación en particular”, explicó Alfaro Alfaro, también del área de salud materno infantil, del CUCS. Isabel Valadez Figueroa puntualizó que el ácido fólico contenido en la verdura contribuye a desarrollar el sistema nervioso, que suele gestarse durante las seis primeras semanas del embarazo. Por ello la importancia de que las mujeres en edad fértil o con planes de tener una criatura, prevengan su salud y la de sus hijos con el consumo de verduras. “Promovemos que desde antes del embarazo las mujeres en edad de reproducirse ingieran vegetales verdes. Muchas veces comienzan a alimentarse bien cuando se dan cuenta que están embarazadas, pero para ese tiempo el bebé ya desarrolló parte de su sistema nervioso”, puntualizó la doctora en ciencias de la salud. Alfaro Alfaro agregó que las empresas farmacéuticas han aprovechado este conocimiento para poner a la venta cápsulas con ácido fólico, “pero nosotros consideramos que no es necesario llegar a eso. Hay que disminuir la comida chatarra que nos llega con la apertura de las fronteras, pero sobre todo retomar los alimentos que nos proporciona el campo. Las verduras previenen los defectos del tubo neural”. Otros factores que influyen en la malformación de los bebés son: la continua exposición a radiaciones, contaminación ambiental, algunos medicamentos ingeridos durante el embarazo, aspectos hereditarios, así como elementos químicos (plaguicidas) o simplemente productos tan familiares como el cloro o desinfectantes del hogar, artículos de belleza para la mujer (tintes para el cabello).■