Ide@s CONCYTEG 10(126): Diciembre, 2015 ISSN: 2007-2716 Retos que enfrentan las Instituciones de Educación Superior y sus docentes, en la Sociedad del Conocimiento cación Superior se constituyan en el cimiento fundamental para captar, reflexionar, producir, generar y transmitir el conocimiento que surge de las actividades sustantivas de docencia, investigación, extensión y difusión de la cultura (Suarez, Carreto y Ruiz, 2012). Y que de acuerdo con Tobón, Rial, Carretero y Garcı́a (2006), dichos aspectos deben quedar enmarcados en diseños curriculares multidimensionales, holı́sticos, dinámicos y complejos, que partan de la investigación en contextos reales actuales, que permitan asumir una realidad propia, pertinente y de certidumbre frente a los cambios globales. Por su parte Mata y Pesca (2011) y Gibbons (1998, citado por Santos, 2012), señalan que el propósito de las IES se perfila en un doble sentido. El primero orientado a formar profesionistas de excelencia académica, que posean capacidad de emprendimiento y aprendizaje, piensen y actúen en escenarios complejos, tomen decisiones en condiciones de incertidumbre, con una actitud crı́tica, analı́tica y creativa en la resolución de los problemas para beneficio de la sociedad a la que pertenecen; mientras el segundo enfocado a formar cuadros cientı́ficos de investigadores que generen conocimiento en un espacio de reflexión, como acto que involucra el crear y dar sentido a lo que se piensa, se dice y se hace, con pertinencia social. Lo anterior representa un gran reto para el Sistema de Educación en México, no solo en la creación de la infraestructura y atención a estudiantes, sino en la capacidad para generar modelos educativos sustentados en aprendizajes significativos y conocimiento autónomo (Didriksson, 2010), considerados desde la perspectiva de que sus egresados se incorporen a la dinámica de la sociedad del conocimiento (Minakata, 2009). En este contexto, el docente deberá asumir una nueva actuación, a fin de modificar los esquemas tradicionales de reproducción de conocimiento por una actuación que se enfoque a la renovación de saberes, tendientes a gestar el conocimiento más que a transmitirlo, basándose en procesos cognitivos, crı́ticos y reflexivos que le permitan trascender más allá de lo operativo y pragmático en el uso y aplicación de los saberes. Además, Trujillo, Jiménez y Rivera (2010) agregan que en este nuevo contexto el docente debe de resignificar su labor y desempeño (figura 1), a partir de las caracterı́sticas de la nueva sociedad del conocimiento y vincularlas con las funciones y competencias requeridas para los docentes, asumiendo los nuevos roles del profesor como el de facilitador y gestor del conocimiento, con los cuales se puede generar un ambiente que favorezca la interacción de los saberes para lograr un aprendizaje en los alumnos. En este sentido y de acuerdo con Didriksson (2006), es necesario dar una mayor articulación en los contenidos que se revisan en las aulas pues pareciera que la ciencia ha dialogado parcamente con la sociedad y ha permanecido de espaldas a sus necesidades durante los dos últimos siglos. Por lo anterior se requiere de las universidades un esquema de actuación en el cual la formación de sus estudiantes no se centre en los saberes acumulativos y definitivos, sino en un proceso en donde se aborde como eje central las realidades cambiantes del mundo globalizado y el cómo convertir esta información en conocimiento útil, para inducir procesos dinámicos de aprendizaje, de tal manera que el impacto en el desarrollo de las capacidades de las personas se conviertan en factor de cambio para su entorno. En cuanto a la generación del conocimiento, diversos autores consideran que la manera tradicional de producción y transferencia de conocimiento cientı́fico y tecnológico de las universidades y centros de investigación deben ser modificados, propiciado el tránsito desde el modo 1 hacia el modo 2 de la ciencia, los cuales se caracterizan por una serie de rasgos relacionados con el quehacer de las mismas 8