LA OBSERVACIÓN EN EL AULA COMO BASE PARA LA MEJORA

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PUNTOS DE VISTA
LA OBSERVACIÓN EN EL AULA COMO BASE PARA LA MEJORA
DE LA PRÁCTICA DOCENTE
Olga Esteve*
(Extracto de la publicación en prensa “La observación en el aula como base para la mejora de la práctica docente”, en D.
Lasagabaster y M.J. Sierra, 2004)
... ¿Por qué es tan relevante el concepto de reflexión en el ámbito de la formación de profesorado?
Veamos las razones que aducen los defensores de prácticas formativas basadas en el denominado
“aprendizaje reflexivo” (Korthagen, 2001).
Dentro del ámbito de la formación inicial y continua de profesores, el momento presente se
caracteriza por la búsqueda de nuevos modelos, todos ellos con un objetivo común: el de conseguir una
vinculación más estrecha entre la práctica docente y el conocimiento teórico. Efectivamente, el equilibrio
entre estos dos niveles parece ser uno de los retos más importantes en el proceso de profesionalización
de los futuros docentes. Una de las razones que se aducen para explicar la falta de interrelación entre
práctica y teoría es que muchas de las prácticas formativas van dirigidas primordialmente a la
transmisión de conocimientos. La teoría, es decir, los contenidos, conforman el eje central del
adiestramiento y su aplicación práctica —que es en definitiva lo que más necesita el docente en su
práctica profesional— queda subordinada a ella. La consecuencia más inmediata de la aplicación de
este modelo es que el docente no llega a establecer un vínculo entre lo que percibe en su realidad
diaria en el aula y lo que proviene del saber teórico, y desarrolla un sentimiento de frustración y en
ocasiones de rechazo hacia unos conocimientos que podrían ser provechosos. Por otro lado, también
existe evidencia empírica (Korthagen, 2001) que indica que un modelo de transmisión “tradicional”
aporta muy poco al cambio cualitativo que se espera de la persona en proceso de formación, un
cambio que deberá desembocar o bien en la capacidad de llevar a cabo una buena práctica docente
(en el caso de la formación inicial) o bien en una mejora de la misma (en el caso de la formación
continua).
Parece que todo el debate en el ámbito de la formación debe girar en torno a un concepto clave: el de
cambio o transformación. La pregunta que ello plantea es qué modelo de formación provoca realmente
un cambio cualitativo. Las investigaciones más recientes en el campo de la formación de profesorado
(Holmes, 1998; Korthagen, 2001; Liebermann, 1998; Wallace, 1991) apuntan una idea importante: si
se desea fomentar un proceso de formación que realmente desemboque en un cambio cualitativo, es
importante y necesario adoptar un modelo más ligado a la realidad del profesor en formación, que
* Doctora en Ciencias de la Educación por la Universidad de Barcelona y Profesora Titular en el Departamento de
Traducción y Ciencias del Lenguaje de la Universidad Pompeu Fabra.
parta de sus experiencias vividas y de la realidad de su futuro profesional; un modelo, en definitiva,
que parta de la persona misma y no del saber teórico.
Este planteamiento “más ligado a la realidad” se sustenta en el “aprendizaje reflexivo” como principio
general de la formación. El “aprendizaje reflexivo” se basa en una visión constructivista del
aprendizaje (Freudenthal, 1991), según la cual el conocimiento sobre la práctica docente debe ser un
conocimiento creado por el mismo sujeto en formación y no un conocimiento ya creado con anterioridad
por terceros y transmitido por ellos. Es decir, la persona que se forma lo hace dando significado a unos
contenidos, y no recibiendo esos contenidos ya impregnados de significado.
Afirmar que se parte de la persona misma es afirmar que se parte de su globalidad, es decir de todo
el conjunto de saberes y experiencias de esa persona, de sus propios valores, significados y
sentimientos, de su propia percepción del mundo, etc. Es lo que la psicología de la personalidad
denomina la Gestalt. A partir de prácticas reflexivas adecuadas, la persona elaborará conceptos y
principios nuevos que conectará continuamente con los anteriores, e irá desarrollando así su Gestalt, en
tanto que creará un nuevo orden de relaciones conceptuales (Korthagen, 2001).
Desde este prisma, la formación se basa en la práctica y su eje central lo constituye el aprendizaje a
través de la experiencia y la reflexión. La conciencia del sujeto sobre el propio proceso —lo que se
conoce como awareness— adquiere capital importancia.
...Para concluir, presentamos las reflexiones de algunos profesores sobre la experiencia llevada a
cabo, unas reflexiones que dan cuenta por sí mismas del valor formativo de la propuesta pedagógica
por la que abogamos.
“Ha sido una actividad de formación que ha tenido aportaciones desde diferentes puntos de vista. Por
un lado, la autoobservación, una vez consigues llevarla a cabo desde una cierta distancia, aporta datos
muy interesantes que no sería posible obtener mediante otras fuentes o mediante la simple reflexión de
“qué he hecho hoy?”(...) Las lecturas nos ayudaron a identificar los problemas y también a diseñar el
plan de acción (...). No menos importante es el hecho de haber aprendido este método de „hacer
investigación‟.” J.B.(EOI-Barcelona-Drassanes)
“La experiencia me ha enseñado que puedo analizar, planificar y dirigir mi proceso de aprendizaje
como docente. Desde el punto de vista actual, no solamente repetiría la experiencia sino que veo la
necesidad de volver a grabar mis clases después de haber introducido los primeros cambios, así vería
la efectividad de los mismos.” G.C. (EOI-Terrassa)
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