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From the SelectedWorks of Guillermo Arosemena
December, 2007
¿Socialismo del siglo XXI en China?
Guillermo Arosemena
Available at: http://works.bepress.com/guillermo_arosemena/106/
¿Socialismo del siglo XXI en China?
Guillermo Arosemena Arosemena
¿Les puede interesar a los chinos el sistema económico de Chávez? Por sus actos,
definitivamente NO. Hace más de 25 años, Deng Xiao Ping, el arquitecto del milagro
económico que tiene lugar en China, advirtió que era su interés ver a la población rica,
no era nada malo acumular dinero. Esta filosofía la mantuvieron sus dos sucesores, Jan
Zeming y el actual, Ho Jintao. El primero no tocó a Hong Kong, cuando la recibió de los
ingleses. Esta ciudad es la más capitalista del mundo, la economía es tan abierta que su
comercio exterior excede ampliamente al producto interno bruto, también tiene el mayor
número de billonarios, por cada millón de habitantes; en los rankings de libertad
económica, competitividad y globalización, siempre ocupa los primeros puestos. El
poderoso sistema financiero de Hong Kong permite al gobierno chino privatizar las
empresas públicas y obtener inversión extranjera que sobrepasa 600,000 millones de
dólares. Habiendo sido una isla que sembraba arroz para venderlo a los japoneses, se
convirtió en un emporio de economía de libre mercado.
A los últimos mandatarios chinos no se les ha ocurrido cerrarse al mundo, ellos se dieron
cuenta de que abrir la economía era la respuesta para disminuir la pobreza. Han sido pro
crecimiento hacia afuera, han abierto la banca y los sectores estratégicos, como el
petróleo, a la inversión extranjera. Hace pocas semanas, PetroChina vendió una
importante parte de su capital a inversionistas internacionales. Los bancos más grandes
del mundo, son importantes accionistas de bancos chinos que antes eran
mayoritariamente estatales. Los ciudadanos de ese país han tenido suficiente mala
experiencia de lo que representa aislarse de la economía mundial. La primera vez fue en
el siglo XV, cuando la dinastía Ming decretó que era delito capital comercializar con el
exterior. El comerciante encontrado en alta mar, perdía su mercadería, era puesto en
prisión, y en algunos casos, condenado a morir. Se aisló y en pocas décadas se convirtió
en pobre y atrasado, un país que había sido próspero y tenía la flota naviera más grande
del mundo de aquella época, supervisada por el Admirante Zheng He, quien llegó a
América en 1421, antes que Colón. La segunda ocasión que China cometió el error de no
querer saber nada de lo que sucedía fuera de sus fronteras, fue durante Mao Zedong,
responsable de la muerte de más de 30 millones de personas, durante la hambruna
ocasionada por el régimen comunista.
Los chinos están tan en contra del socialismo, que desde hace dos décadas comenzaron a
privatizar las empresas estatales y disminuir el tamaño del Estado, del 98% de control de
la economía pasaron a 39% en la actualidad. En una década, la participación estatal
quedará reducida a no más de 20%. En Ecuador, si sumamos los presupuestos del
gobierno central, regionales y empresas estatales, debe estar por encima del 30%. Los
chinos reconocen que el Estado es pésimo administrador.
China usa el capitalismo como solución para reducir la pobreza y el tamaño del Estado y
hacer crecer la economía; es impresionante el emprendimiento que existe en
innumerables ciudades. Entre los centimillonarios que tiene ese país, surgidos en la
última década, se encuentran jóvenes que no pasan los 40 años de edad y han creado
prósperas corporaciones. Uno de los valores asiáticos, es ser prácticos.
Hace pocos días, un empresario chino invitó a Tony Blair, anterior Primer Ministro de
Inglaterra, para dictar una conferencia; él cobró 500,000 libras esterlinas (un millón de
dólares), por hablar 20 minutos. En el primer viaje de Ho Jintao a Estados Unidos, su
primera parada fue en el estado de Washington, para visitar a Microsoft y Boeing,
corporaciones símbolos del capitalismo estadounidense. Estos son claros ejemplos de que
el socialismo dejó de tener importancia en China. Esta nación todavía sufre de:
restricciones a las libertades, autocracia y cierta planificación estatal, pero cada década es
menor.
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