La melodía o el diseño melódico-rítmico

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La melodía o el diseño melódico-rítmico
El ritmo puede existir con independencia de la melodía, pero las diferentes
alturas de los sonidos que conforman la melodía no pueden existir fuera de sus
duraciones y silencios, que conforman el ritmo. Es por eso que resulta más
adecuado el concepto diseño melódico-rítmico, que se define como «una serie
de sonidos sucesivos que usualmente varían en altura y duración», (C. Valdés,
1978).
La melodía es la parte contable en una canción, se recuerda con facilidad. La
melodía está conformada por relaciones de altura (los sonidos musicales),
distribuidos en un tiempo y espacio determinado (figuras musicales).
El código para escribir la música se basa en los sonidos musicales. Es una
notación internacional que ha evolucionado desde la Edad Media hasta
nuestros días. En el siglo pasado, se continuó enriquecimiento la forma de
escritura de la música contemporánea.
Se pueden utilizar otros códigos para acercar al niño y la niña a la escritura
musical, tanto para determinar la duración como la altura, basado en los
colores y las formas, un lenguaje mucho más cercano a los educandos de
estas edades. (Sistema Achero de los sonocolores).
Una vez experimentada la exploración y expresión del ritmo, o de forma
simultánea, puede trabajarse con la melodía, teniendo en cuenta el esquema
melódico-rítmico.
El trabajo con la melodía abarca tanto la inflexión del lenguaje que puede
generar diferentes alturas (que se puede ver separada del ritmo del lenguaje),
ya sea la entonación de nombres, frases, rimas, lemas, juegos folclóricos, etc.,
como la melodía de canciones, otros géneros musicales cantados,
composiciones instrumentales tanto monódicas, homófonas o polifónicas, así
como la melodía en la naturaleza.
Ejemplos de canciones para trabajar la melodía acompañada de instrumentos
de pequeña percusión: La vaca y la flor, En una despensa, Una vez hubo un
juez…
Para corporizar la melodía, se considera que el punto de partida deben ser las
canciones, ya que desde la más tierna edad, los pequeños poseen esta
vivencia, y, además, constituye el canto uno de los ejes centrales de la
Educación Musical.
En el trabajo con los niños, el repertorio de canciones infantiles debe adaptarse
a su extensión vocal. En el caso de los adolescentes, sobre todo con los
varones, debe cuidarse la etapa del cambio de la voz.
Cuando los maestros tengan dudas respecto a la tonalidad y compases que
debe trabajarse, de acuerdo con los grupos de edades, deben consultar con un
especialista y, si es necesario, transportarla a otra tonalidad, siempre que la
melodía quede dentro de los límites fijados para la voz de los educandos.
Resulta conveniente que, al corporizar la melodía, los infantes puedan
acompañarse cantando, pero esto no excluye que se trabaje la melodía de
canciones en las cuales los educandos no la acompañen con el canto.
Al seleccionar las canciones, también debe tenerse en cuenta la calidad del
texto, y las imágenes que estas proporcionan para la corporeidad, las
características de su melodía (clara, brillante, monotemática, bitemática,
expresiva, movida), teniendo en cuenta cómo expresar estas a través de las
diferentes posibilidades de los distintos grupos de edades.
A partir de estas propuestas, el adulto debe disponer de un variado repertorio
que irá aplicando de acuerdo con la evolución del grupo y los objetivos que
persigue, incluso puede llegar a crear canciones que respondan a sus
necesidades. No debe olvidarse el uso de canciones folclóricas, patrióticas,
didácticas, lúdicas, etc.
Para llegar a corporizar la canción, los niños deben aprender a identificarla
(aprender a realizar los gestos y escucharla muchas veces para poder
reconocerla, de modo que no tengan que vencer varios obstáculos a la vez).
Cuando se habla de corporizar la melodía de las canciones, se hace referencia
a cómo expresar con el cuerpo su línea melódica y no a la mímica que motiva
el texto, y hay que tener en cuenta la intensidad, el registro, la duración del
sonido, el timbre, la textura y el fraseo, entre otros aspectos.
Estos mismos elementos serán los que se corporicen en otros géneros
cantados, música instrumental o de la naturaleza.
En orden de prioridad y a partir de las características de la propia cultura,
deben seguir a las canciones otros géneros musicales cantados, la música de
la naturaleza, y por último, los instrumentales que deben ir desde la audición y
corporeidad de obras para un solo instrumento, hasta dúos, tríos, cuartetos,
orquestas de cámaras y sinfónicas.
La corporeidad de la música contribuye a la interiorización de los elementos
que los educadores pretenden destacar en las audiciones, en función de la
Educación Musical, pero, a la vez, está íntimamente relacionada con la
improvisación como parte de la expresión corporal.
Extraído de: http://www.waece.org/encicloped/resultado2.php?id=30095
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