Amadeo de Saboya y los toros

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ENSAYO
Amadeo de Saboya y los toros
Marcos García Ortiz
El primer contacto del joven Amadeo con la Fiesta de los toros fue en
1865, en Portugal, donde se encontraba con ocasión del bautizo de su
sobrino Alfonso Enrique, nacido el 31 de julio, hijo de su hermana María
Pía, reina de Portugal, llegó a Lisboa el 13 de agosto. Además de atender
a compromisos familiares y oficiales, aprovechó la ocasión para asistir a
una corrida de toros. Unos días después, en su paso por España de
regreso a Italia, el domingo 3 de septiembre. Es mismo día por la tarde el
príncipe Amadeo, que estuvo acompañado en el palco número 29 por el
marqués de Tagliacarne y otros miembros de la embajada italiana, pudo
contemplar una corrida de toros en toda su integridad: caballos sin
protección –murieron ocho–, quites, la preparación del toro con la muleta,
la muerte del toro y el posterior arrastre de caballos y toros. El futuro
monarca tendrá seis años después la ocasión de volver a ver toros.
Contexto histórico
La
revolución conocida como La Gloriosa acabó provisionalmente con la
dinastía de los Borbones y llevó al exilio a Isabel II y a toda su familia,
entre ellos Alfonso de Borbón, futuro Alfonso XII.
Se inicia entonces uno de los períodos más convulsos de la historia de
España en el que la inestabilidad pasa a protagonizar la vida política
española.
En el tiempo que transcurrió entre la salida de Isabel II en septiembre de
1868 y la reinstauración de una nueva monarquía en noviembre de 1870
se nombró un gobierno provisional bajo la regencia del general Serrano.
Aquellos dirigentes políticos consideraban que el país no estaba preparado
para aceptar un régimen republicano y sería preferible una nueva
monarquía.
Serrano se encargó de confeccionar un listado de posibles candidatos para
el trono de España. Tras numerosas gestiones políticas y el escrutinio de
diversos candidatos españoles y extranjeros se ofreció la corona a
Amadeo de Saboya, duque de Aosta e hijo segundogénito de Víctor
Manuel II, rey de Italia. Amadeo recibió el ofrecimiento, lo meditó
profundamente y finalmente lo aceptó, no sabemos si con gran
convencimiento o impuesto por su sentido de la responsabilidad.
Faltaba la aprobación de las Cortes y el 16 de noviembre de 1870 votaron
a favor de la nueva monarquía con 191 votos de los 310 ó 312 diputados.1
Fue la primera monarquía elegida en una votación parlamentaria. La
ajustada votación (61% de los diputados) mostraba que el nuevo régimen
no tenía el respaldo que cabría esperar para instaurar en pleno siglo XIX
la monarquía de un rey extranjero.
En este contexto de turbulencias políticas se produjo el 27 de diciembre
de 1870 el famoso asesinato del general Prim en la calle del Turco, actual
calle Marqués de Cuba, víctima de una conspiración política que quería
acabar con su persona. Prim fue sorprendido en una emboscada cuando
marchaba en el coche de caballos que le conducía a su residencia del
palacio de Buenavista, sede del Ministerio de la Guerra. Aunque llevaba
una cota de malla como protección las balas le hirieron y algunas
complicaciones durante su convalecencia le provocaron la muerte tres días
después, el 30, a las cuatro de la tarde.
Ese mismo día, Amadeo pisó suelo español en el puerto de Cartagena y
tres días después llegó a la capital de España. La entrada del rey en
Madrid el 2 de enero marcó el inicio del nuevo sistema político y de la
corte. La capital le recibió con frialdad, tanto en las gentes como en la
1
El número de diputados existentes en aquel momento varía ligeramente de una fuente a otra. Para ampliar
información véase José Luis Vila-San-Juan: Amadeo I, el rey caballero. Barcelona, Planeta, 1997, p. 79-80.
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1
climatología, ya que sobre la ciudad caía una abundante nevada que
obligó, entre otras medidas, a reducir el número de corridas de novillos
que se iban celebrando con periodicidad dominical en la plaza de toros de
la puerta de Alcalá.
Desde que el 2 de enero de 1871 juró el cargo hasta que acudió por
primera vez a los toros como rey de España se celebraron en la plaza de
Madrid cinco novilladas a la antigua usanza. En ellas se alternaba la lidia
de reses emboladas para principiantes, con la representación de
mojigangas –muy de moda en aquellos años– y la lidia de dos toros por
algún novillero. Aquel invierno los espadas contratados eran Ángel
Fernández (Valdemoro), que actuó tres tardes y Vicente García
(Villaverde), anunciado dos tardes.
El primer festejo bajo el nuevo reinado se celebró el 22 de enero y, según
anunció El Boletín de Loterías y de Toros2, se pensó aplazarlo, a pesar que
el temporal ya había remitido, dado que coincidía con una gran parada
militar para que el nuevo rey pasara revista a las tropas. Finalmente se
dio la novillada, con la lidia de dos toros embolados para José Reyes, un
toro para la mojiganga llamada Los zapateros y dos de muerte para
Villaverde.
Amadeo asiste por primera vez a los toros
El
primer contacto del joven Amadeo con la Fiesta de los toros fue en
1865. Con motivo del bautizo de su sobrino Alfonso Enrique, nacido el 31
de julio, hijo de su hermana María Pía, reina de Portugal, llegó a Lisboa el
13 de agosto. Además de atender a compromisos familiares y oficiales,
aprovechó la ocasión para acudir a la Exposición Universal que se
celebraba en Oporto y asistir a una corrida de toros.
Dos días después de su llegada a Portugal, el día 15, el entonces príncipe3
Amadeo acudió a la plaza de Lisboa en compañía de su cuñado, el rey Luis
I, y el infante Augusto, duque de Coimbra. Se corrieron catorce toros
portugueses de Ignacio Roquete y el espectáculo tuvo el más
característico estilo taurino lusitano. Se rejonearon cuatro toros, en siete
hubo una pega de forcados y los diestros que torearon y banderillearon –
recordemos que en Portugal los toros no son estoqueados en público–
fueron Manuel Cadete, su hijo Jorge Cadete, Manuel Antonio Botas, Joao
da Cruz Calabaza, Francisco Pontes y un tal José Antonio, cuyo apellido no
cita la crónica consultada4, pero creemos que se trata del asturiano José
Antonio Suárez. Algunos de estos toreros llegaron a torear
esporádicamente en España, sin destacar su trabajo.
2
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.038. Madrid. Lunes, 16 de enero de 1871.
En Italia, como en otros países, todos los hijos de rey tenían tal tratamiento.
4
Boletín de Loterías y de Toros. Año XV. Nº 757. Madrid. Lunes, 29 de agosto de 1865.
3
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Según el corresponsal del Boletín en la capital portuguesa, la corrida fue
regular, los toros malos y la entrada buena. La familia real y su séquito
permanecieron en su palco hasta que se retiró el último toro.
Creemos que la impresión que el espectáculo causó en Amadeo fue buena.
Unos días después, en su paso por España de regreso a Italia, visitó varias
capitales andaluzas y llegó a Madrid el domingo 3 de septiembre.
Ese mismo día, por la tarde, había corrida de toros en Madrid. Se lidiaron
siete toros, cuatro de D. Félix Gómez, dos de D. Raimundo Díaz Bermejo y
uno de D. Justo Hernández que mataron Cayetano Sanz, Antonio Sánchez
(Tato) y Gonzalo Mora. El séptimo lo mató el sobresaliente Mariano
Antón.5
En esta ocasión el príncipe Amadeo, que estuvo acompañado en el palco
número 29 por el marqués de Tagliacarne y otros miembros de la
embajada italiana, pudo contemplar una corrida de toros en toda su
integridad: caballos sin protección –murieron ocho–, quites, la preparación
del toro con la muleta, la muerte del toro y el posterior arrastre de
caballos y toros. Los dos primeros espadas de aquella tarde eran figuran
legendarias, y el futuro monarca tendrá seis años después la ocasión de
volver a verles torear.
Desde esta tarde hasta su entrada como rey de España no hemos
encontrado ninguna presencia suya en las plazas de toros.
Coronación
Con motivo de la coronación del joven rey en 1871 no se dieron corridas
reales. Los anteriores reyes de España habían celebrado tan importante
acto con todo tipo de festejos, entre los que no podían faltar corridas de
toros organizadas de la manera más ampulosamente posible.
Memorables fueron las celebradas en la plaza Mayor de Madrid los días 22,
23 y 24 de septiembre de 1789, en las que con motivo de la exaltación al
trono de Carlos IV fueron reunidos los tres toreros más famosos del siglo
XVIII: Pedro Romero, Costillares y Pepe-Illo. Años más tarde se festejó
con corridas reales la entrada de Fernando VII en 1808, la vuelta a Madrid
de los reyes José I y Julia Clary en 1811, el regreso del Deseado en 1814
y la declaración de mayoría de edad de Isabel II en 1843.6
No es excusa que su coronación se produjera en un mes tan poco propicio
para corridas de toros como enero. Las corridas reales celebradas por la
boda de Alfonso XII con su prima hermana María de las Mercedes de
5
6
López Izquierdo, Francisco (1988: 296).
Navas, Conde de las (1899: 419-21).
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3
Orleans se celebraron el 25 y 26 de enero de 1878 y la segunda boda de
dicho monarca el 1 y 2 de diciembre de 1879.
Este dato nos proporciona un primer indicio de la frialdad y el
comedimiento con que se recibió el nuevo reinado.
Pasado el invierno, especialmente duro aquel año, llegó el domingo de
Resurrección y comenzó la temporada taurina de la plaza de Madrid.
Temporada madrileña de 1871
La primera corrida a la que asistió el nuevo rey de España tuvo carácter
extraordinario y sirvió como prólogo al abono de 1871. El 9 de abril,
domingo de Resurrección, se corrieron seis toros colmenareños de D.
Antonio Hernández que estoquearon Lagartijo, Currito y Frascuelo, los
espadas contratados para la
temporada taurina de Madrid.
El
rey
fue
aplaudido
al
presentarse
en
su
palco,
acompañado a su derecha por el
duque de Tetuán y a su izquierda
por el general Rossell. Para
instruir al monarca y explicarle
las incidencias de la lidia se
dispuso
que
un
empleado
estuviera a su lado durante el
festejo.
A las cuatro y media las
cuadrillas hicieron el paseo y,
tras
cumplimentar
a
la
presidencia, los tres espadas fueron al palco real para saludar en persona
al rey.
El primer toro de esta histórica tarde se llamaba Ventanero, berrendo en
negro, botinero y corniabierto. Tenía mucho poder e hizo una buena pelea
en las once varas que recibió. Una de ellas la brindó al rey el picador José
Marqueti. Lagartijo, de turquí y oro, brindó al monarca como mandan las
normas de cortesía y, tras una faena muy ceñida, lo estoqueó con una
estocada corta, un metisaca bajo y una en hueso, todas ellas a volapié,
descabellándolo al segundo intento.
La corrida fue desarrollándose con agrado del público madrileño y, según
creemos, también del monarca, quien se retiró del palco cuando tocaron a
muerte en el sexto toro.
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Lagartijo, Frascuelo y Currito, la terna de la corrida del 9 abril de 1871
El día siguiente, lunes de Pascua, se dio la primera de la temporada, con
seis toros de D. Manuel García Puente-López y los mismos matadores que
el día anterior, aunque no hubo presencia real.
Sí la hubo en la segunda de abono, celebrada el domingo siguiente día 16
de abril. Por primera vez Amadeo asistió acompañado de su esposa María
Victoria para ver la lidia de seis toros de los Sres. Gutiérrez y Gómez y los
mismos espadas que en las corridas anteriores. Esa misma tarde, los
reyes asistieron al teatro de la Alhambra para presenciar un concierto
dirigido por Jesús de Monasterio y, a continuación, partieron a la plaza
para ver la función taurina.
Antes de hacerse el despejo los monarcas fueron muy aplaudidos al hacer
su aparición en el palco. Los ojos del público se centraron en la reina, que
lucía mantilla española, adornada con una blanca camelia y un ramillete.
En deferencia a los saludos de los espadas de la corrida del día 9, el rey
dio como regalo 600 habanos a cada espada, mientras que al picador
Marqueti, por brindarle una vara en esa corrida, dos cajoncitos de brevas.
Tras el paseíllo los matadores subieron al palco para saludar a los
monarcas. El rey ofreció al primer espada, Lagartijo, una petaca llena de
cigarros y un billete del Banco de España –no sabemos de qué importe–.
La historia habla7 de un Rafael Molina con claras ideas republicanas, en
contraposición a Frascuelo, monárquico y amigo de la aristocracia. Por ello
llama la atención que cuando Lagartijo se presentó ante los reyes se
arrodilló para saludarlos, a lo que reaccionó el monarca obligándole a
levantarse.
La lidia de los tres primeros toros transcurrió sin lucimiento. Los tres
espadas brindaron al rey que, tras la muerte del tercer toro, abandonó el
palco acompañado de su esposa y pasó a otra sala para tomar un
refresco. Tras el refrigerio los monarcas volvieron al palco cuando ya
7
Rivas, Natalio (1960: 335).
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5
estaba en la arena el cuarto de la tarde. Pero no permanecieron hasta el
final del espectáculo, ya que antes de la muerte del último toro
abandonaron su localidad y se marcharon de la plaza.8
Desde la cuarta corrida de la temporada –celebrada el 30 de abril– hasta
la séptima –28 de mayo– hubo presencia del rey en seis corridas
consecutivas, entre las que figuraban dos extraordinarias. La reina asistió
a tres de ellas: el 30 de abril, el 14 y 21 de mayo.
En la primera de ellas, con ganado de Veragua y los matadores de
temporada, la reina se presentó vistiendo rica mantilla blanca con rosas
en la cabeza. Después del paseo las cuadrillas saludaron a los reyes, a
quienes no pudieron ofrecer una tarde nada más que regular.
Tras recibir los brindis de los espadas, el rey obsequió a Currito y
Frascuelo con una pitillera llena de cigarros y un billete como donativo.
Cuando murió el quinto toro los soberanos pasaron a un recinto para
tomar un refresco y volvieron poco después. El sexto fue picado y
banderilleado y, sin ver la faena y la muerte, los reyes abandonaron el
palco, como ya hicieron en otras corridas anteriores.9
En la quinta de abono, celebrada el 7 de mayo, el rey apareció en solitario
en su palco sin previo aviso. En otro palco contiguo asistieron el general
Serrano, Ulloa, Sagasta, Moret, Martos y Ayala, ministros respectivamente
de Guerra, Gracia y Justicia, Gobernación, Hacienda, Estado y Ultramar.
Los ilustres asistentes y el público en general vieron a los espadas de
temporada enfrentarse a seis de D. Rafael José Barbero.
El quinto toro, Carpintero, bravo y de poder, lesionó al picador José Trigo,
produciéndole un puntazo en la parte anterior del dedo pulgar de la mano
izquierda de una pulgada de extensión.
Cuando banderilleaban el sexto toro, de nuevo el rey abandonó la plaza
como ya hizo en la corrida anterior. En conjunto, la corrida fue buena y
satisfizo al público.10
En la siguiente, sexta de abono, celebrada el 14 de mayo, la reina María
Victoria acompañó a su esposo al palco para ver a los mismos matadores
enfrentarse a seis colmenareños de D. Vicente Martínez. La lluvia que
había caído sobre Madrid hizo que la entrada fuera floja. Llovió antes de la
corrida y de manera intermitente durante la misma.
La pareja real hizo entrada en su palco con algo de retraso, cuando ya se
lidiaba el primer toro. Además de los reyes, asistieron al festejo el general
8
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.051. Madrid. Lunes, 17 de abril de 1871.
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.053. Madrid. Lunes, 1 de mayo de 1871.
10
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.054. Madrid. Lunes, 8 de mayo de 1871.
9
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Serrano, Sagasta, Ulloa, Martos y Moret. El festejo resultó regular y los
reyes de nuevo abandonaron su palco tras banderillear el sexto toro.11
El jueves 18 de mayo el rey asistió en solitario a una corrida de carácter
extraordinario con motivo de la festividad de San Isidro, en la que se
corrieron seis toros de D. Antonio Hernández. No se pudo contar con la
participación de los matadores de abono porque Lagartijo estaba
contratado en Cádiz mientras que Currito y Frascuelo lo estaban en
Sevilla. De manera que la empresa tuvo que contratar a Manuel
Domínguez (Desperdicios) –que por aquel entonces contaba 55 años de
edad, tenía al menos 19 cornadas en su cuerpo y estaba tuerto del ojo
derecho–, Vicente García (Villaverde) –al que Cúchares había concedido la
alternativa en 1864 y en años posteriores fue alternando el escalafón de
matador de toros con el de novillero– y Jacinto Machío –protegido de
Lagartijo, que le procuraba algunos contratos–.
El rey llegó antes de que se iniciara la corrida y pudo ser saludado por las
cuadrillas. Desde su palco pudo ver que Domínguez fue arrollado varias
veces y mató sus toros con muchas dificultades mientras el público le
silbaba. Villaverde fue aplaudido por su acierto en las estocadas y Machío
estuvo bien. El sexto derribó contra las tablas al picador Juan Antonio
Mondéjar (Juaneca), al que ocasionó la fractura del húmero izquierdo.12
El domingo 21 de mayo se dio una corrida extraordinaria a beneficio del
Hospital Provincial de Madrid. Como era tradicional en este tipo de
solemnidades taurinas, diversas damas importantes regalaron lujosas
moñas que lucieron sobre el morrillo de los toros. En esta ocasión, las
ilustres damas fueron la reina María Victoria, las duquesas de Tetuán,
Bailén, La Torre y Medinaceli y las marquesas de Montemar y Alcañices.
Ante una plaza abarrotada de público en el que se encontraban numerosas
señoras que lucían sus mejores galas las cuadrillas desfilaron y saludaron
a los reyes, que se encontraban en su palco de costumbre. Los espadas de
abono se disponían a medirse a ocho toros de D. Antonio Miura.
Lagartijo brindó a los reyes y mató su primer toro de varias estocadas,
siendo arrollado en un pinchazo. De igual forma, Currito y Frascuelo
hicieron sus saludos a los monarcas.
Los toros salieron sin las moñas regaladas por las ilustres señoras, pero
fueron enseñadas al público para que admirara el lujo con que fueron
confeccionadas y que no se estropearan.
El sexto toro, Pardito, trajo de cabeza a toda la cuadrilla. Ocasionó una
caída al picador Antonio Calderón que le produjo una luxación en la
cabeza del húmero derecho. El toro recibió seis varas y Frascuelo toreó
11
12
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.055. Madrid. Lunes, 15 de mayo de 1871.
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.056. Madrid. Lunes, 22 de mayo de 1871.
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con pesadez y entró a matar ocho veces, tomando el olivo a la salida de
uno de estos intentos. El presidente ordenó que se mostrara la media luna
y el matador sufrió la ignominia de ver que un toro que le correspondía
era retirado vivo a los corrales.
El séptimo, de nombre Rondeño, saltó la barrera y después fue retirado al
corral. El octavo no llegó a salir porque ya había anochecido.
En conjunto la corrida resultó floja y el hecho que los dos últimos toros no
fueran lidiados dio lugar a cierta polémica por la actuación del presidente,
el destino de ambos toros y las posibles multas que se podrían imponer.13
Esta corrida fue la última del año a la que asistió la reina María Victoria.
Durante la temporada presenció cuatro festejos y no volverá a la plaza
hasta el 26 de mayo del año siguiente.
Siete días después, el domingo 28 de mayo, con un tiempo desapacible
Amadeo asistió de nuevo a la plaza para ver la lidia de seis toros de D.
Joaquín Pérez de la Concha que mataron Manuel Domínguez, Currito y
Frascuelo.
Ésta fue la última corrida en la plaza de Madrid del viejo Domínguez,
quien cedió el primer toro al hijo de Cúchares por ser la primera vez que
alternaba con él, costumbre entonces vigente entre los matadores de
toros como reconocimiento de la misma categoría profesional. El rey, que
era la primera vez que presenciaba una corrida de Cúchares, le arrojó una
petaca como regalo.
La corrida resultó, en conjunto, bastante mala. Domínguez fue el que
mejor quedó, a pesar de su merma de facultades. Currito estuvo
desastroso, muy desconfiado con la muleta y muy mal con la espada. Del
mismo modo, Frascuelo estuvo muy desafortunado con la muleta y la
espada.14
En la octava corrida no acudieron los reyes pero sí lo hizo Amadeo en la
novena, el lunes 12 de junio, con seis toros sevillanos de D. José
Bermúdez Reina para los tres espadas de temporada. La corrida había
sido aplazada por la lluvia el día anterior y su celebración en lunes
provocó que la entrada fuera floja.
Los tres matadores brindaron sus primeros toros al rey. Lagartijo estuvo
mal en el primero, Currito regular en el segundo y tercero, mientras que
Frascuelo fue el que más se distinguió, siendo muy aplaudido por el
público. Cuando Lagartijo, después de ser arrollado durante la faena,
estoqueó al cuarto toro el rey abandonó el palco y se marchó de la plaza.
13
14
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.056. Madrid. Lunes, 22 de mayo de 1871.
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.057. Madrid. Lunes, 29 de mayo de 1871.
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No se perdió gran cosa, ya que la lidia de los dos toros restantes fue muy
deslucida.15
En los meses siguientes Amadeo dejó de acudir a la plaza. En Madrid se
celebraron doce corridas, ocho de abono y cuatro extraordinarias, sin que
a ninguna de ellas acudiera el rey. Su regreso a la plaza se produjo en la
18ª corrida de abono, el 8 de octubre, para ver la lidia de seis toros de D.
Manuel García Puente-López para los tres matadores de temporada. Le
acompañaba en su palco el ganadero D. Antonio Hernández y el general
Rossell.
Como es preceptivo, los tres espadas brindaron sus primeros toros al rey
y éste les obsequió con una petaca llena de habanos y un billete como
obsequio. En esta ocasión el rey permaneció en la plaza hasta que
concluyó la lidia del último toro de una corrida que resultó regular.16
Acabando la temporada se celebraron las corridas 19ª y 20ª de abono los
días 15 y 22 de octubre y, finalmente, se dio una extraordinaria el día 29.
A ninguna de las tres asistió el rey.
En conclusión, en la plaza de Madrid se dieron un total de 28 corridas de
toros, ocho de ellas extraordinarias. Amadeo asistió a diez, seis en
solitario y cuatro acompañado de la reina María Victoria.
Como era habitual en los meses de invierno se dieron corridas de novillos
cada domingo. Desde el 12 de noviembre hasta el 17 de marzo del nuevo
año 1872 se celebraron 16 novilladas, una de ellas extraordinaria.
Con estos espectáculos menores se entretenía el público madrileño
durante el invierno. En ninguna de estas funciones hubo asistencia del
rey, quien reservó su regreso para la primera corrida de toros del nuevo
año.
Temporada madrileña de 1872
La nueva temporada se inició el 31 de marzo, domingo de Resurrección,
con una corrida extraordinaria, en la que Cayetano Sanz, Frascuelo y
Jacinto Machío se enfrentaron a seis toros de D. Antonio Hernández que
resultaron regulares.
Para el abono de la nueva temporada la empresa de Madrid realizó un
cambio con respecto al año anterior, sustituyendo a Currito por Cayetano
Sanz, al tiempo que mantenía a Lagartijo y Frascuelo, que a la sazón
15
16
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.059. Madrid. Martes, 13 de junio de 1871.
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.076. Madrid. Lunes, 9 de octubre de 1871.
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contaban pocos años de alternativa pero ya dejaban vislumbrar su
importancia en el toreo durante toda esta década y la siguiente.
Amadeo recibió el brindis de los tres espadas y les gratificó con una
petaca llena de puros como había hecho otras veces. El monarca hizo el
regalo a Machío, que figuraba como tercer espada, y antes de que saliera
el cuarto abandonó el palco que ocupaba junto al duque de Fernán Núñez,
el de Abrantes, el marqués de la Vega de Armijo y otras personalidades
del Estado. También le acompañó aquella tarde el escritor italiano
Edmondo d’Amicis, que se encontraba en Madrid con el fin de recopilar
impresiones para su libro de viaje titulado España17.
Los únicos momentos brillantes de la corrida los protagonizó Frascuelo,
muy aplaudido al estoquear sus toros.18
Al día siguiente, lunes 1 de abril, se dio la
primera corrida de abono con Cayetano Sanz,
Lagartijo y Frascuelo y toros de D. Vicente
Martínez.
El rey volvió a la plaza al domingo siguiente, 7
de abril, para ver a la terna de abono ante
toros de D. Félix Gómez. Ese día estuvo
acompañado por D. José Luis Albareda,
gobernador civil de Madrid y, como ya hiciera
en la corrida del domingo anterior, abandonó
su palco tras la muerte del tercer toro.
En los tres que vio lidiar, presenció otra lesión
del picador Juaneca, que en una caída se
golpeó la nariz y tuvo que ser atendido en la
enfermería. En sus respectivos toros saludaron
al rey los matadores, entre los cuales destacó
Frascuelo.19
Cayetano Sanz
En las siguientes semanas, se dieron cinco
corridas sin la presencia del rey. Volvió, acompañado de su esposa, el 26
de mayo en la corrida de Beneficencia celebrada a favor de los fondos del
Hospital Provincial de Madrid. Ésta sería la última corrida a la que asistió
María Victoria.
17
D’Amicis, Edmondo. Spagna. Firenze, G. Barberà, 1873. La primera edición española es la de Madrid, s.n.
[Imp. de El Imparcial], 1877, traducida por Augusto Suárez de Figueroa a partir de la cuarta edición italiana
publicada en Florencia.
18
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXII. Nº 1.101. Madrid. Lunes [sic], 2 de abril de 1872. Debe figurar
Martes en lugar Lunes.
19
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXII. Nº 1.102. Madrid. Lunes, 8 de abril de 1872.
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10
Por aquellas fechas la reina estaba embarazada, esperando al futuro
infante Luis Amadeo, quien nacería en Madrid el 29 de enero de 1873, dos
semanas antes de que el rey abdicara.
Para mayor realce del festejo la plaza se adornó con el boato
característico de las corridas de Beneficencia. Muchas mujeres acudieron
con mantilla blanca y las moñas de los toros fueron regaladas por ocho
damas importantes, encabezadas por la reina María Victoria y seguidas de
la marquesa de Sardoval, las señoras de la Junta de damas de honor y
mérito, la condesa de Plasencia, la duquesa de Ahumada, la duquesa de
Fernán Núñez, la señora Dª María Pereira Buschental y la duquesa de
Tetuán.
El paseíllo estuvo encabezado por cuatro alguaciles y al finalizarlo las
cuadrillas capitaneadas por Cayetano Sanz, Lagartijo, Frascuelo y José
Machío saludaron al palco real, antes de enfrentarse a cuatro toros de D.
Antonio Miura y otros cuatro de D. Joaquín Pérez de la Concha.
La mejor actuación fue la de Lagartijo en el segundo toro, que brindó al
monarca como los de sus compañeros. Pasó de muleta con mucho
lucimiento y lo mató muy bien. El rey le regaló su clásica petaca con
habanos y 500 reales en billetes.
El tercer toro llevó de cabeza a las cuadrillas. Pertenecía a Miura, se
llamaba Jocinero, y era hermano del toro que mató a Pepete el 20 de abril
de 1862. Este nuevo Jocinero dio muchos problemas en la lidia. Frascuelo
lo pasó con muchas dificultades y teniendo a toda la cuadrilla a su lado
para auxiliarle. En un momento de la faena pegó un arreón a Cayetano
Sanz –quien precisamente diez años antes tuvo que matar al anterior
Jocinero– y éste buscando refugio saltó la barrera, cayendo de cabeza al
callejón, produciéndose una ligera conmoción cerebral, una pequeña
herida contusa en la mano izquierda y otra también pequeña debajo de la
barbilla, retirándose a la enfermería. Finalmente Frascuelo lo mató con
muchas dificultades, dando varias estocadas y siendo desarmado y
arrollado.
El octavo toro lo banderillearon los tres espadas que quedaban en el ruedo
y lo mató un joven Ángel Pastor, que por aquel entonces aún no había
cumplido 22 años. Alternaba en la cuadrilla de Cayetano Sanz y figuraba
como sobresaliente en esta corrida. Antes de que matara al toro, los reyes
abandonaron la plaza.20
Dos corridas, la octava y novena, sin presencia real dejaron paso a la
décima, celebrada el 16 de junio, a la que Amadeo asistió para ver a los
espadas de temporada matar toros de D. Antonio Miura, D. Joaquín Pérez
de la Concha y D. Rafael Laffite, a razón de dos por divisa. No acertó el
monarca en la elección de la corrida, ya que resultó la peor de todo el
20
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXII. Nº 1.109. Madrid. Lunes, 27 de mayo de 1872.
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11
año. Los toros se comportaron como bueyes, mataron sólo cuatro caballos
y los toreros no pudieron lucirse. Cayetano Sanz, tras matar el primero,
recogió del rey la clásica petaca con habanos y los 500 reales que
acostumbraba regalar.21
Otras dos corridas, una extraordinaria y la 11ª de abono no contaron con
la asistencia del rey. Llegó, finalmente, la 12ª, el 7 de julio, última del
primer abono de temporada, con seis toros de D. Antonio Hernández y los
tres espadas de costumbre. Ésta fue la última corrida a la que asistió el
rey.
El festejo en conjunto fue bueno, sobresaliendo el primero y el sexto toro.
El viejo Cayetano Sanz, que últimamente había tenido actuaciones no muy
lucidas, estuvo más acertado que otros días. Lagartijo toreó de muleta
muy parado, se mostró activo en los quites y muy bien con la espada.
Frascuelo gustó mucho al matar en la suerte de recibir al sexto toro,
último que vio el rey vio lidiar en su corto reinado. Este toro, que Salvador
mató tan admirablemente, se llamaba Pulido, negro azabache y bien
armado que fue duro y poderoso. Tomó once varas, cinco de Agujetas,
cuatro del Francés y dos de Francisco Calderón, a cambio de dos caballos.
El Francés recibió en una caída un puntazo en la planta del pie derecho,
que no fue grave, pero tuvo que le obligó a retirarse a la enfermería.22
Corridas de provincias
El
rey Amadeo, con la intención de popularizar su imagen y su reinado,
intentó acercarse lo máximo posible al pueblo español. Para ello, viajó
mucho por todo el país y asistió a diversos actos entre ellos, por supuesto,
las corridas de toros.
Es difícil realizar un seguimiento exhaustivo de los festejos a los que el rey
asistió en provincias. No obstante, rastreando en las diversas
publicaciones periódicos hemos encontrado algunas referencias.
En el mes de septiembre de 1871 realizó una visita a Valencia. Llegó en
tren el día 3, domingo, a las cuatro y media de la tarde y tuvo un buen
recibimiento. Durante su breve estancia se hospedó en el palacio de los
condes de Cervelló23, veneró la imagen de la Virgen de los Desamparados
y visitó diversos establecimientos públicos que se hallaban engalanados
para la ocasión. En su visita al Hospital Provincial, órgano que regía la
plaza de toros, fue obsequiado con la Memoria24 sobre la construcción de
21
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXII. Nº 1.112. Madrid. Lunes, 17 de junio de 1872.
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXII. Nº 1.115. Madrid. Lunes, 8 de julio de 1872.
23
Sanchis Guarner, Manuel (1999: 502).
24
Memoria sobre la plaza de toros de Valencia. Valencia, Imp. José Ferrer de Orga, 1861.
22
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12
la misma, encuadernada en tafilete rojo con una inscripción alusiva en
caracteres de oro25.
Al día siguiente de su llegada a Valencia, se celebró una corrida de toros
organizada por Antonio Sánchez (Tato). El popular espada sevillano
arrendó la plaza por 3.875 pesetas para celebrar una corrida a su
beneficio con motivo de la visita real, reservando una cláusula por la que
si finalmente el rey no asistía a Valencia la corrida se celebraría otro día
de septiembre rebajando el alquiler a
3.500 pesetas.26
Para la corrida el Tato compró ocho
toros de D. Rafael Laffite y contrató a
Bocanegra, Lagartijo y Currito. El rey
recibió los brindis de los tres espadas, a
los que obsequió con una petaca y una
onza de oro. Lagartijo, que a pesar de
su marchamo republicano se había
arrodillado ante el rey cuando fue
recibido por él en la corrida de Madrid
del 16 de abril de ese año, se mostró
muy cortés con el monarca pues
además de brindarle su primer toro
realizó un gesto de arrojo en el sexto:
durante el primer tercio coleó al toro y
le arrancó la divisa, subiendo a
continuación al palco del rey para
ofrecérsela como obsequio, lo que
Amadeo agradeció colocándola sobre el
antepecho de su palco.
Antonio Sánchez “El Tato”
En el quinto toro se produjo una escena que pasaría a la memoria
colectiva española. El Tato, dos años después de sufrir la amputación de
su pierna derecha y con una prótesis que le hizo albergar esperanzas de
volver a torear, intentó parar de salida al toro, pero el público se opuso a
ello por temor a que sufriera un percance. Con esta prótesis el Tato tenía
poca movilidad en la pierna y tras dos lances el genial torero volvió a
sentarse en el estribo de la barrera junto a un burladero convencido que
nunca podría volver a torear.27
Este afán de asistir e intentar participar de manera activa en la corrida
derivó en la castiza expresión «no ha venido ni el Tato», como referencia
a su predisposición por acudir a cualquier acto.
25
Las Provincias. Año VI. Nº 1.884. Martes, 5 de septiembre de 1871.
ADPV. Fondo Hospital General. IX-1, C-25, leg. 82.
27
A finales de aquel verano de 1871 el Tato intentó tres veces torear: el 14 de agosto en Badajoz y, después de
Valencia, probó suerte de nuevo el 24 de septiembre en Sevilla.
26
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Durante la lidia del octavo toro, el Tato se presentó en el palco ante el rey
quien, informado de su desgracia, le recibió con gran benevolencia,
invitándole a sentarse a su lado, haciendo que no se quitara el sombrero y
regalándole una petaca, lo que motivó que el público aplaudiera la escena
con gran entusiasmo. El gesto del rey era realmente sorprendente, pues
ofrecía un asiento en un palco repleto de autoridades a un torero.
El 17 de septiembre de 1871, con la plaza de Barcelona reformada y
engalanada para la ocasión, se dio una corrida con cuatro toros de Núñez
de Prado, uno de Miura y otro de Salido para José Machío y Bocanegra. La
corrida transcurrió con cierta normalidad hasta que Machío estoqueó el
cuarto toro, por cierto, muy mal. Tras esto, el rey apareció en el palco al
son de la marcha real vestido de capitán general de la marina en
campaña, acompañado por el ministro de Marina D. José María Beránger,
el gobernador civil de Barcelona y otras personalidades. Las cuadrillas
volvieron a hacer el paseo para saludar al rey, que se descubrió
cortésmente.
No era la primera vez que se repetía el paseo para que lo presenciara
alguna personalidad relevante. En la corrida celebrada en Madrid el 5 de
mayo de 1867 los reyes de España, Isabel II y el rey consorte Francisco
de Asís de Borbón, el futuro Alfonso XII –entonces príncipe de Asturias– y
María Pía de Saboya –reina de Portugal y hermana de Amadeo– hicieron
su presencia en la plaza en la suerte de varas del primer toro y, tras ser
arrastrado, Cúchares, José Ponce, Lagartijo y sus cuadrillas, entre las que
figuraba Frascuelo como sobresaliente, realizaron de nuevo el paseíllo.28
Bocanegra brindó al rey el quinto toro y lo estoqueó muy bien. En el
sexto, un banderillero, cuyo nombre no refiere la crónica consultada, hizo
el salto de la garrocha y a continuación se postró bajo el palco real en
ademán pedigüeño, a lo que el rey respondió lanzándole un pañuelo con
algunas monedas. El toro lo mató Machío con muchas dificultades.29
El rey fue muy aplaudido a su salida de la plaza cuando terminó la corrida
y esos aplausos se prolongaron por las calles que pasaba. Los días
siguientes continuó viajando por las provincias limítrofes y volvió a
Barcelona el domingo siguiente, 24 de septiembre, festividad de la
Merced, para a asistir a la plaza y ver la celebración de una nueva corrida.
También asistió el príncipe Humberto, hermano mayor de Amadeo y
futuro rey de Italia.
Después de morir el primer toro, se anunció la llegada del soberano que
entró en el palco presidencial vestido de paisano y acompañado del
ministro de la Marina, del general Rossell y de otros acompañantes bajo
los aplausos del público. La corrida, con toros de D. Rafael José Barbero,
fue regular. Lagartijo mostró amplitud de recursos para hacer frente a las
28
29
Cossío, Francisco de (1986: 389).
Boletín de Loterías y de Toros. Año XXI. Nº 1.076. Madrid. Lunes, 9 de octubre de 1871.
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dificultades de los toros, mientras que Manuel Arjona estuvo
desdichadísimo en el segundo toro y todavía peor en el cuarto, al que le
lanzó el trapo a la cara y huyó vergonzosamente. En otro momento, el
toro lo volteó sin más consecuencias que el golpe y el espada se retiró a la
enfermería apoyándose en dos compañeros. Cuando Lagartijo mató al toro
y salió al ruedo el quinto, Arjona hizo aparición. Intentó matar al sexto,
pero el público protestó con gritos de «¡fuera! ¡fuera!» lo que provocó que
lo estoqueara Lagartijo.
Tras el viaje por provincias, el rey empezó a creer que su reinado estaba
arraigando en la población. De todas las regiones que visitó fue Cataluña,
según nos refiere el conde de Romanones30, la que dispensó al rey una
cogida más entusiasta.
Conclusiones
Con lo expuesto anteriormente, podemos aventurarnos a establecer unas
conclusiones sobre la opinión que las corridas de toros tenían en el
efímero rey de España.
Amadeo sabía que para que su reinado arraigara lo antes posible en el
pueblo español debía hacer acto de presencia en la vida española, cuya
diversión favorita eran las corridas de toros. Creemos que llegó a sentir
simpatía por ellas y las contemplaba como espectáculo entretenido.
Vio por primera vez un festejo taurino el 15 de agosto de 1865 en
Portugal con las características propias de la lidia del país vecino. Tras su
estancia por tierras lusitanas visitó el sur de España y posteriormente
Madrid. El mismo día que llega a la capital, 3 de septiembre, acudió por la
tarde a la plaza de toros de Madrid para ver una corrida de toros a la
española. Si no le hubiera gustado el espectáculo en Lisboa, hubiera
preferido no asistir a aquella corrida, teniendo en cuenta la premura de su
llegada a la capital de España.
Esta apreciación coincide con el comentario popular del que se hizo eco
Edmondo d’Amicis. El escritor italiano recogió este comentario tras su
viaje por España:
«No podía faltar el rey: ha venido siempre y hay quien dice que está loco
por los toros.31»
Amadeo no pudo volver a ver ninguna corrida hasta que regresó a España
como rey. En las dos temporadas taurinas completas que coinciden con
los años de su reinado acudió quince veces a la plaza. En 1871 asistió a
30
31
Romanones, Conde de (1935: 91).
D’Amicis, Edmondo (1899: 141).
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diez corrida de toros y en 1872 sólo a cinco. El descenso en el número de
presencias en el ruedo coincide con los problemas de gobierno, la aflicción
con que la vida política repercutía en sus presencias en público y su propia
apatía al tener cada vez más dudas sobre su reinado.
En sus viajes a provincias asistió, al menos, a las tres corridas referidas:
dos en Barcelona y una en Valencia, todas ellas en el viaje por el país que
realizó en septiembre de 1871. Del año siguiente no hemos encontrado
que asistiera a ninguna corrida fuera de Madrid.
Decidió seguir el protocolo de agradecer con algún regalo o donativo los
brindis de los toreros. Estableció el mismo obsequio para todos los
matadores: una pitillera llena de puros habanos y 500 reales como
propina. A estos regalos hemos de añadir su obsequio al picador José
Marqueti en la primera corrida que asistió como rey el 9 de abril de 1871
y en la que el soberbio picador le brindó una vara. Éste fue el único brindis
que recogió la prensa de un subalterno al joven monarca.
Su reiteración en abandonar el palco antes de finalización de las corridas
puede deberse a no querer coincidir con la aglomeración de gente a la
salida. Esto explicaría sus partidas cuando todavía se lidiaba el sexto toro.
En las últimas corridas a las que asistió solía abandonar el palco tras la
muerte del tercer toro, es decir, justo en la mitad del festejo; demasiado
pronto para evitar las aglomeraciones
Sin embargo, a la reina María Victoria no le gustaban los toros. Edmondo
D’Amicis, al describir la corrida del 31 de marzo de 1872, dice de ella: «La
reina no ha venido; se preveía, porque se sabe que este espectáculo le
causa horror.32»
La reina contempló por primera vez el espectáculo el 16 de abril de 1871,
en la segunda de abono, poco más de un mes después de que llegara a
España.
Asimismo, acompañó a su esposo en la cuarta y sexta corrida de abono y
presidió junto al rey, como es protocolario, la corrida extraordinaria de
Beneficencia el 21 de mayo. Finalizó la temporada y no asistió a ningún
festejo más, dejando que su marido presenciara varias corridas sin su
compañía. En la temporada siguiente sólo asistió a la corrida de
Beneficencia el 26 de mayo, impulsada únicamente por el deber de
acompañar a su marido en esta solemnidad taurina.
Una muestra del agrado que marido y esposa sentían por las corridas de
toros nos lo da el número de festejos a los que asistieron: Amadeo
presenció quince, mientras que María Victoria sólo cinco.
©Marcos García Ortiz
32
Ibídem.
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BIBLIOGRAFÍA
Boletín de Loterías y de Toros. Desde el año XV (1865) hasta el año XXII (1872).
Diario Las Provincias. Año VI, 1871.
Bagüés, Ventura. Historia de los matadores de toros. 1738-1943. Semblanzas de
todos los espadas con alternativa, desde los tiempos primitivos del toreo a pie
hasta nuestros días. Prólogo de Enrique Vila. Epílogo de “Don Indalecio”.
Barcelona, 1943.
Cossío, José María de. Los Toros. Tratado técnico e histórico. Tomo III. Madrid,
Espasa-Calpe, 1980 (8ª edición).
D’Amicis, Edmondo. España. Impresiones de un viaje hecho durante el reinado
de don Amadeo I por… Traducción castellana de Cátulo Arroita. Barcelona, Ed.
Maucci, 1899.
López Izquierdo, Francisco. Plaza de toros de la puerta de Alcalá (1739-1874).
Tomo II. Madrid, UBT, 1988.
Navas, Conde de las (Juan Gualberto López Valdemoro y de Quesada). El
espectáculo más nacional, Madrid, Sucesores de Rivadeneyra, 1899.
Romanones, Conde de (Álvaro de Figueroa y Torres). Amadeo de Saboya, el rey
efímero. España y los orígenes de la guerra franco-prusiana de 1870. Madrid,
Espasa-Calpe, 1935.
Sanchis Guarner, Manuel. La ciudad de Valencia. Traducción de Roc Filella.
Valencia, Generalitat Valenciana, Ajuntament de Valencia, 1999.
Vila-San-Juan, José Luis. Amadeo I, el rey caballero. Barcelona, Editorial Planeta,
1997.
El autor
MARCOS GARCÍA ORTIZ
Nació en Valencia en 1983. Aficionado a los toros desde
pequeño, ingresó en 1995 en la Escuela de Tauromaquia
de Valencia donde permaneció tres años. Comprobó que
no tenía cualidades para ser torero y decidió centrarse en
sus estudios, cursando el Bachillerato de Humanidades y
obteniendo posteriormente la Licenciatura en Filología
Clásica por la Universidad de Valencia. En 2008 aprobó
una oposición como profesor de secundaria en la
especialidad de Griego, trabajo que desempeña desde
2010 en el I.E.S. José Rodrigo Botet de Manises.
Su entusiasmo por la Fiesta de los toros le ha llevado a
interesarse por todos sus aspectos, en especial los
relacionados con el último tercio del siglo XIX.
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