signos de alarma para la detección de la deficiencia

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Revista digit@l
Eduinnova
ISSN 1989-1520
Nº 25 – OCTUBRE 2010
SIGNOS DE ALARMA PARA LA DETECCIÓN
DE LA DEFICIENCIA AUDITIVA
AUTORA: MARÍA DOLORES GARCÍA-MORENO GÓMEZ. DNI: 79261372Z
ESPECIALIDAD: PEDAGOGÍA.
Este artículo va dedicado a padres y profesores, pues es muy importante detectar a tiempo las dificultades de
nuestros niños, para poder ofrecerle con la mayor brevedad posible la atención que necesita, y en este caso
concreto dedicamos el artículo a los signos de alarma para detectar las dificultades auditivas.
Desde el principio de los tiempos, el afán de los seres humanos ha sido comunicarnos con
nuestros iguales y con el entorno que nos rodea, mediante signos, colores, gestos, acciones y sobre
todo mediante sonidos, o sea a través del lenguaje oral.
La audición y el lenguaje están íntimamente relacionados, puesto que el lenguaje se desarrolla
gracias a la audición. Y en el caso de las personas con pérdida auditiva, su principal problemática es,
que al estar alterado su órgano auditivo, este interfiere en su desarrollo normal del lenguaje; siendo el
lenguaje una parte fundamental de la actividad cognoscitiva, psicológica, afectiva y social del ser
humano, actuando como soporte para codificar, categorizar la información y para transmitirla; y siendo
un vehículo fundamental en las relaciones con las demás personas.
Además y como sabemos, no sólo recibimos y necesitamos recibir información de los demás
humanos, sino que cada instante que vivimos, recibimos estimulación auditiva de nuestro entorno,
información que es necesaria para el día a día. Estamos inmersos en un mundo que nos habla: las
bocinas de los coches, una puerta que se cierra, el canto de los pájaros, el ladrido de una mascota, los
niños que corren por el parque, el teléfono que acaba de sonar,… en fin todo lo que nos rodea nos
comunica información y a su vez nos transmite emociones, pero: ¿qué sucede en el caso de la
persona con deficiencia auditiva?
Pues, cuando la discapacidad es congénita, es decir, el bebé al nacer ya presenta la
discapacidad, este aún no sabe que es sordo. Le parece normal vivir sin sonidos, pues no ha vivido
nada distinto a lo que vive diariamente, pero poco a poco necesitará interactuar con los demás,
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relacionarse, crear lazos de amistad, recabar información auditiva de su mundo más cercano, y es en
este momento cuando empieza a darse cuenta de su diferencia con respecto al resto. Lo mismo le
ocurre al niño que adquiere la discapacidad con posterioridad al nacimiento, en este caso si tiene
conciencia de su déficit y a su vez, también necesidad de relacionarse con los demás. Por ello, la
importancia de la detección temprana es fundamental, tanto para las hipoacusias severas y profundas,
como para las deficiencias moderadas y leves. Ya que, si no son detectadas a tiempo, los problemas
auditivos pueden retrasar el proceso de aprendizaje del niño; de ahí, que cuanto más precoz es el
diagnóstico, antes se empezará a trabajar con él y mejores resultados se obtendrán. Está comprobado
que la puesta en marcha de tratamientos adecuados, son decisivos en el desarrollo del niño: la
estimulación temprana, la utilización de prótesis (audífonos), la reeducación (aprendizaje de lenguaje
por signos, dactilológico, lectura labial,...) y el tratamiento médico-quirúrgico (implantación de prótesis,
intervenciones quirúrgicas, medicación…) siempre y cuando el equipo médico lo considere necesario;
son fundamentales para el mejor desarrollo del niño. Por ello, padres y profesores debemos estar
atentos, y cuando existan signos de alarma, informar a los padres sobre nuestra sospecha, si somos
docentes; y si somos los propios padres, visitar al pediatra, que se encargará de realizarle un
exploración auditiva y remitirnos al otorrinolaringólogo, que le realizará el diagnostico, determinando el
tipo de pérdida auditiva que presenta y la importancia que tiene.
Y ante todo tener en cuenta, que cada uno de nosotros somos únicos, por eso cada niño
presentará unas características diferentes. Y teniendo esto en cuenta, algunos signos de alarma para
detectar la deficiencia auditiva son:
De 0 a 3 meses.
1. El niño ante un sonido no reacciona con respuestas reflejas: parpadeo, quietud, despertarse si
esta dormido...
2. No se asusta cuando oye ruidos fuertes, como puede ser una palmada a uno o dos metros de
distancia.
3. Emite sonidos monocordes sin tonalidad ni expresividad.
4. Llora y duerme mucho.
5. No se calma al oír la voz de su madre.
Entre los 3 y 6 meses.
1. No voltea los ojos o la cabeza para buscar de dónde provienen los sonidos.
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2. Se mantiene indiferente a los ruidos familiares, inclusive la voz de la madre.
3. No distingue entre una voz complaciente o enfadada.
4. No se entretiene con juguetes que hacen ruido. Si por ejemplo, se le deja al alcance un sonajero,
no lo hace sonar.
5. No emite sonidos guturales para llamar la atención.
6. Su llanto es agudo y ocasional.
Entre los 6 y 9 meses.
1. No emite sílabas (pa, ma, ta...).
2. Cuando quiere llamar la atención, no realiza vocalizaciones, sino golpea objetos cuya vibración al
caer asocia con su presencia.
3. Cuando se le llama por su nombre, no muestra atención.
4. No juega con sus propios sonidos, ni con sus vocalizaciones, repitiéndolas e imitando las de los
demás.
5. Es inquieto y desobediente.
6. No muestra preferencia por los juguetes sonoros o musicales ante los que no poseen esta
característica.
7. No juega imitando gestos que acompañan cancioncillas infantiles ("los lobitos", “la objetos de la
cocina”...) o sonríe al reconocer éstas.
8. No dice "adiós" con la mano cuando se le dice esta palabra.
9. Ya se orienta a sonidos familiares, pero estos tienen que ser necesariamente demasiado fuertes.
Entre los 9 y 12 meses.
1. No obedece órdenes verbales.
2. No reconoce cuando le nombran a “papá” y “mamá”.
3. Usa señales y gestos para hacerse entender.
4. No entiende una negación o no responde a “dame...” si no se le hace el gesto indicativo con la
mano.
5. No entiende cuando se le llama por su nombre.
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6. No comprende palabras familiares.
Entre los 12 y 18 meses.
1. No responde de forma distinta a sonidos diferentes.
2. No dice palabras básicas como "papá" y "mamá" con contenido semántico.
3. Aunque emite sonidos, no se entretiene emitiéndolos ni escuchando sus propias emisiones.
4. No se le entienden las palabras que dice.
5. Usa gestos y señas para hacerse entender.
6. Aún cuando se le llama por su nombre, sigue sin responder.
7. No nombra algunos objetos familiares y cuando otra persona los nombra él no los señala.
Entre 18 y 24 meses.
1. No presta atención a los cuentos.
2. Sigue sin comprender órdenes verbales sencillas, si estas no van acompañadas de gestos
indicativos.
3. No conoce su nombre.
4. No elabora frases de dos palabras.
5. No identifica las partes del cuerpo.
Entre los 2 y 3 años.
1. Aun no se le entienden las palabras que dice.
2. No ha aumentado su vocabulario.
3. No repite frases, ni es capaz de elaborarlas con ni siquiera dos palabras.
4. No contesta a preguntas sencillas.
Entre los 3 y 4 años.
1. No se le entiende claramente lo que dice.
2. No sabe contar lo que le pasa, ni aún es capaz de mantener una conversación sencilla con otra
persona.
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3. No obedece dos órdenes secuenciadas.
4. No es capaz de cantar o tararear.
5. Su aprendizaje escolar se ve retrasado con respecto a sus compañeros.
Entre los 4 y 5 años.
1. No conversa con otros niños.
2. No manifiesta un lenguaje maduro (su lenguaje sólo lo entiende su círculo cercano) y ni lo emplea
eficazmente.
Entre los 5 y 6 años.
1. Su nivel de lenguaje está muy por debajo del nivel de sus compañeros.
2. Se distrae con facilidad, debido a las dificultades de atención que presenta.
3. No responde en ambientes ruidosos.
4. Presentan grandes dificultades en el aprendizaje lecto-escritor.
Otros síntomas son:
•
Pregunta mucho “¿qué?”, “¿qué has dicho?”.
•
Necesita que le repitan una orden más de dos veces.
•
Tiende a fijarse en los labios durante las conversaciones, siempre intenta estar de frente a la
persona que le habla.
•
A veces parece que entiende y otras no, pues cuando le llamas a veces responde y otras veces
no.
•
Ladea la cabeza orientando el oído en la dirección de donde proviene el sonido, aunque por lo
general, presentan dificultades para ubicar la fuente de donde este procede.
•
Presenta múltiples faltas en su pronunciación, siendo característico en estos niños sus
dificultades fonéticas, confundiendo sonidos parecidos (por ejemplo: Paco y taco, Sara y
Lara…).
•
Muestra dificultades en la expresión oral referente a la estructuración de su lenguaje: omite
verbos, artículos, etc.
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•
A la hora de comunicarse con los demás presenta limitaciones.
•
No presta atención a todo lo que está fuera de su campo visual.
•
Presenta dificultad para seguir las explicaciones en clase. Cuando el maestro da instrucciones
para la realización de tareas, tiende a mirar a su alrededor para ver que hacen sus
compañeros.
•
Durante la realización de dictados en la escuela, realiza omisiones, sustituciones, agrega
palabras… e incluso suele atrasarse y perderse, lo mismo sucede en las lecturas colectivas.
•
Se distrae con facilidad.
•
Su rendimiento escolar en bajo.
•
Cuando trabaja en silencio tiende hacer ruidos con su propio cuerpo.
•
No controla la intensidad de su voz, en ocasiones esta es demasiado fuerte y en otras ocasiones
demasiado débil.
•
Tiene dificultades para identificar, reproducir y discriminar patrones rítmicos relacionados con la
educación musical.
Estos signos de alarma tenemos que tenerlos muy presentes, tanto los padres, como sus
docentes, pues es fundamental detectar el problema a tiempo, de manera temprana, para empezar a
trabajar en la mayor brevedad posible y garantizar un desarrollo adecuado. Donde se reduzca lo
máximo posible sus dificultades en la adquisición del lenguaje oral, y esto a su vez minimice los
problemas en la adquisición del aprendizaje lector (íntimamente relacionados) puesto que como ya
sabemos, la gran mayoría de los aprendizajes escolares se adquieren a través de la lectura. Por ello,
estos dos aspectos unidos (un bajo nivel lector y dificultades en el lenguaje), obstaculizan el desarrollo
del pensamiento para poder expresarse, lo que conlleva a que estas personas, en nuestro caso
concreto, niños y niñas, estén en desventaja a nivel educativo y social. De ahí, que debamos ofrecerle
la atención necesaria que ellos requieren en función de sus necesidades.
Bibliografía.
•
FASPAS-Castilla la Mancha (2005). Guía de recursos para la discapacidad auditiva de Castilla
la Mancha. Club Lugosi, S.L.
•
Servicios de Programas Educativos y Atención a la Diversidad. Guía para la atención educativa
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del alumnado con deficiencia auditiva. Consejería de educación, Ciencia y Tecnología de la
Junta de Extremadura.
•
Equipo de atención para las discapacidades auditivas. ¿Cómo detectar la pérdida auditiva en el
aula? Delegación Provincial de Educación. Málaga.
•
http://sauce.pntic.mec.es/~falcon/perdaudit.doc
•
www.fiapas.es
•
http://www.edu.juntaex.es/dgcyee/pdf/guiadefaud.pdf
•
http://usuarios.discapnet.es/ojo_oido/atencion_temprana_ni%C3%B1o_sordo.htm
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