sis W. B. (Loro), Persea indica Spreng. (Viñátigo), Apollonias

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sis W . B . (Loro), Persea indica Spreng. (Viñátigo), Apollonias
canariensis
Nees. (Barbusano), Ocotea foetens B e n t . Hook. (Til), Ilex canariensis Poir.
(Acebiño), Rhamnus glandulosa A i t . (Sanguino), Myrsine heberdenia R o e m .
et Sch. (Ademo), Myrsine canariensis Spreng. (Marmolan), Notelaea excelsa W . B . (Palo blanco). Menos constantes, pero con clara dominancia en determinados sectores, figurarían: Ilex <platyphylla W . B . (Naranjero salvaje),
Visnea mocanera L. fil. (Mocan), Prunus lusitanica L. (Hija) y Arbutus canariensis Veill. (Madroñero).
A pesar de las diferencias y separación que sistemáticamente corresponden a tales especies, la heterogeneidad del conjunto es poco perceptible, por
la convergencia de caracteres morfológicos con que corresponden estos árboles a una misma adaptación, originando tal analogía de aspectos que su distinción a distancia resulta difícil, cuando no imposible; muchas veces es preciso acercarse a examinar las flores o, a falta de ellas, los detalles de inserción
de hojas, color y estructura de los troncos, etc., para poder decidir respecto
a su determinación. A u n a gentes prácticas de campo, cuyo conocimiento de
plantas teníamos comprobado, hemos visto dudar y equivocarse ante algunos árboles de estos bosques.
L a distribución que dentro de la masa tendrían las citadas especies obedecería y a a las exigencias o preferencias de cada una, haciéndose patente
la particular condición de sus temperamentos, como aún lo atestigua h o y la
localización de las supervivencias: laureles y acebiños siempre debieron destacar por su abundancia en el conjunto, predominando en los linderos de la
masa y constituyendo el relleno principal de las laderas uniformes; se extenderían los viñátigos por las gargantas y fondo de los valles, en sus partes altas; barbusanos y adernos se instalarían de preferencia en los escarpes y peñascales de las laderas de umbría, en los que, buscando mejor suelo, aparecerían salpicados marmolanes y paloblancos; en los fondos sombríos de las
v a g u a d a s , contorneando los manantiales y aproximándonos a las corrientes, dominarían los tiles. Otras especies, al parecer menos ligadas a la topografía, tuvieron, en cambio, una distribución geográfica más concreta; tal
es el caso del Prunus lusitanica, dominante en gran parte de sierra A n a g a y
ausente en lo demás, o del Ilex platyphylla, abundantemente localizado en
el barranco de A g u a García, de Tacoronte, única localidad donde actualmente puede hallarse esta especie con frecuencia. Los madroños y mocanes,
aunque se muestran hoy esporádicamente en m u y distintos puntos de la laurisilva, lo que indica su mayor difusión en el pasado, resultan característicos
por su abundancia en determinadas localidades: barrancos de Güimar, golfo
del Hierro.
Teniendo en cuenta que pretendemos hacer una reconstrucción hipotética de la forma óptima del bosque de Lauráceas, procede, una v e z cicadas
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