Plantas Medicinales de La Laurisilva.

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Plantas medicinales de la laurisilva
El uso terapéutico de las plantas es tan antiguo como el propio ser humano o, tal vez, anterior, puesto que los
animales también las utilizan para curarse. En todas las regiones del globo crecen plantas medicinales que han
sido empleadas por los diferentes pueblos que las han habitado a lo largo de los siglos.
Lo mismo ha ocurrido en nuestras Islas. Los antiguos canarios conocían y usaban las hojas, raíces y frutos de
muchas plantas para combatir las enfermedades. En las primeras crónicas aparecen varias referencias a plantas
medicinales empleadas por aquel pueblo, las cuales, en su mayoría, se siguieron usando posteriormente.
En los bosques de laurisilva crecen varias de estas especies, entre ellas la mocanera, con cuyos frutos (las
yoyas) preparaban una miel llamada checerquén, que usaban contra el reuma, la artrosis y para aliviar llagas y
moretones inflamados (mal de cámaras y dolores de costado).
Según Viana, también empleaban yerbas y flores salutíferas para desinfectar y cicatrizar heridas, que podemos
identificar con algunas especies de la laurisilva como el algaritofe (Cedronella canariensis), el laurel (Laurus
azorica) y la hiedra o yedra (hedera canariensis).
Entre las plantas del bosque más conocidas y empleadas en medicina popular merecen especial mención las
siguientes:

Algaritofe (Cedronella canariensis): la infusión de sus hojas y
flores se emplea en problemas de las vías respiratorias
(descongestionante, anticatarral, irritación de garganta,..). Es uno de
los componentes de un popular tónico capilar afamado por el
refranero: con agua de algaritofe, romero y tomillo, crece el pelo hasta
los tobillos (es curioso que el mejunje se prepare con tres plantas
Labiadas).

Brezo (Erica arborea): La infusión de sus flores es útil para las
inflamaciones de las vías urinarias. Las hojas machacadas calman los
dolores producidos por picaduras de insectos.

Cerrajas (Sonchus sp. pl.): Las hojas se comen crudas, en
ensalada, y son buenas para combatir la acidez de estómago y las
inflamaciones del hígado.

Cresta de gallo (lsoplexis canariensis): Tiene propiedades
cardiotónicas. Sus hojas son muy amargas y, en infusión, se han
empleado contra la diabetes. Al ser cardiotónica puede ser peligrosa
para personas con afecciones al corazón.

Cruzadilla (Hypericum reflexum): Se usa externamente en forma
de emplasto para cicatrizar heridas y aliviar quemaduras.

Faya (Myrica faya): Sus frutos, llamados creces, son comestibles y,
antiguamente, con las semillas se hacía una especie de gofio. Su
corteza es buena para fortalecer las encías y los dientes débiles.

Flor de Mayo (Pericallis tussilaginis): con sus flores y hojas se
prepara un jarabe que tiene propiedades pectorales.

Gomereta (Aeonium lindleyi) el jugo es un antídoto de la leche de
tabaiba, a la cual cuaja en forma de grumos.

Hija (Prunus lusitanica): sus hojas, en infusión, calman la tos
persistente.

Laurel (Laurus azorica): la infusión de sus hojas es aperitiva y
estomacal. Tomada por la noche, ayudan adelgazar.

Pata de gallo (Geranium canariense): la infusión de sus flores y
hojas se usa contra la irritación de garganta.

Poleo de monte (Bystropogon canariensis): tiene propiedades
antiespasmódicas.

Reina del monte (lxanthus viscosus): su raíz se emplea como
tónico hepático. Sauce (Salix Canariensis): su corteza contiene
salicina, un precursor de la aspirina con propiedades analgésicas y
febrífugas.

Saúco (Sambucus palmensis): es diurética y sudorífera.
Maderas de la laurisilva
Casi todos los árboles del monteverde, especialmente las lauráceas, producen maderas denominadas nobles
por su gran calidad.
La madera del barbusano (Apollonia barbujana) se conoce como «ébano de Canarias» por el color oscuro
que adquiere al envejecer. Es muy combustible e inatacable por termitas u otros insectos taladradores. Ha sido
muy utilizada en muebles de lujo, puertas, artesonados, campanas de chimeneas, etc. En el pasado, los troncos
altos y rectos de estos árboles se usaron como mástiles.
La “caoba de Canarias” es la madera del viñátigo (Persea índica), de un color rojizo oscuro, también muy
empleada en ebanistería fina y en construcciones navales. La madera del til (Ocotea foetens), de color verdeamarillento, apesta cuando está fresca, de ahí su nombre especifico (foetens = fétido). El leño es fortísimo y de
gran duración y belleza. Antiguamente se utilizó mucho en la construcción de cajones para transportar el azúcar
de los ingenios. A finales del siglo XVI estos cajones se compraban más por la madera que por el propio azúcar,
teniendo que intervenir el Cabildo de Tenerife para prohibir su exportación.
La madera del laurel (Laurus azorica) es de color rosado, con los anillos anuales bien marcados. Es una
madera apropiada para ebanistería, tornería y marquetería. En el pasado se empleó en la construcción de
carretas.
La madera de faya (Myrica faya) es de color amarillo-rosado, oscureciéndose al envejecer. Se utiliza en
tornería y para hacer mangos y cabos de aparejos de labranza.
El palo blanco (Picconia excelsa) produce una madera rosada, muy dura, recomendada en construcciones
sometidas a tensiones y que se usó para ejes de carretas. No es apropiada para tallarla.
La madera del aceviño (Ilex canariensis) es de color blanco amarillento. Toma bien los tintes y barnices,
adquiriendo un bello pulimento, por lo que se recomienda en ebanistería y talla fina. Sin embargo en Canarias se
aprovecha mucho más para la producción de varas, horquetas y mangos de herramientas.
La madera de mocanera (Visnea mocanera) es muy homogénea y de gran dureza, parecida a la del boj. Es
apropiada para tallar grabados y piezas pequeñas, como figuras de ajedrez. Por sus condiciones indeformables
es buena para fabricar escalas métricas, cojinetes, herramientas, etc.
La hija (Prunus lusitanica) tiene una madera blancuzca, ligera, propia para embalajes, cajonería, interiores de
muebles finos, etc.
La madera del brezo (Erica arborea) es muy dura, de color rojizo. A pesar de tener cualidades para ser
aprovechada en ebanistería, su uso más común es para hacer carbón. Al igual que la faya y el aceviño, los
troncos jóvenes se usan como varas y horquetas, duras y resistentes al tempero.
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