La globalización y la incorporación de la mujer al mundo laboral

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A FONDO
Mujer y Empresa
La globalización y la incorporación de la mujer al mundo laboral presentan nuevos retos
a las empresas. Pero sólo aquellas instituciones que encarnen una cultura basada en los
sólidos valores humanos propios de la concepción humanista femenina, lograrán ser
competitivas en el próximo milenio
RESUMEN DEL ARTÍCULO
EXECUTIVE SUMMARY
Se analiza el estilo de dirección femenino en la empresa
del siglo XXI, así como los principales desafíos y peligros
que dicha forma de dirigir comporta. Mª Nuria
Chinchilla apuesta por una empresa afable y hospitalaria
que permita a las personas desarrollar sus capacidades
humanas, donde la mujer compatibilice su trabajo con
las tareas familiares y domésticas. Como describe la
autora, se trata de que cada uno, desde su realidad
concreta, alcance el equilibrio personal y profesional; y,
en consecuencia, la felicidad: sólo así todos saldremos
ganando.
This article analyzes the management style of women in
business in the 21st century, along with the main
challenges which this style entails. Mª Nuria Chinchilla
advocates an affable business environment which allows
individuals to develop their personal capacities and in
which a woman may combine her professional duties with
her family and domestic routines. As the author herself
points out, it is a question of each of us, based on our
own individual situations, reaching a balance between the
personal and the professional and thus achieving
happiness. Only then we all will benefit.
18 IESE • REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 2000
en el siglo XXI
Mª Nuria Chinchilla
T
al y como recoge el título, en los siguientes
párrafos hablaré de mujer y empresa, pero
no puedo hablar de mujer y de empresa
sin hacer una especial mención al profesor Juan
Antonio Pérez López, mi maestro y mentor, gracias al cual me adentré en la investigación de
la dirección femenina y cuyo esquema conceptual
está en la base de mi obra. Dios se lo llevó consigo hace ya cuatro años cuando conducía por tierras castellanas. Fue decano del IESE varios años
y seguro que muchos de vosotros lo recordáis
por su mezcla de erudición y campechanía
a la hora de contestar las cuestiones que se le suscitaban.
Él fue siempre un gran defensor de la feminidad y
de la complementariedad de los puntos de vista y de
los modos de actuar masculino y femenino. Y nos
invitaba constantemente a elevar el punto de mira.
Mª Nuria Chinchilla es Directora del Departamento de
Comportamiento Humano en la Organización.
De entre las múltiples sentencias que acuñó adelantándose a la realidad que vivimos, me gustaría recordar las siguientes:
«Si el siglo XXI va a funcionar es porque la mujer
va a estar mucho más presente en las estructuras
sociales, que se encuentran en un estado lamentable, mal diseñadas, consecuencia de un racionalismo decadente y absurdo. Pero esta misión sólo
puede ser aceptada por la mujer si no conlleva su
deshumanización, si no pierde su feminidad, porque ella es el núcleo de la familia, y la familia, la
base de la sociedad».
«En Europa está en juego el ser o no ser a nivel
humano. Por eso el futuro está en manos de las mujeres europeas».
Hoy, a las puertas del nuevo panorama que auguraba el profesor Pérez López, resulta imposible
entender este avance femenino en las estructuras
sociales sin responder primero a varias preguntas
clave:
REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 2000 • IESE 19
A FONDO
1) ¿Cuáles son las diferencias entre el varón y
la mujer?
Es evidente que varón y mujer, desde un punto de
vista antropológico, somos iguales, porque participamos de una misma naturaleza humana y de una
misma misión: crecer, multiplicarnos y dominar la tierra. Sin embargo, no debemos confundir igualdad
con uniformidad.
Las diferencias existen en los modos de conocer y
de sentir; por tanto, a nivel psicológico y de percepción de la realidad, somos algo diferentes,
es decir, en las capacidades de unos y de
Las diferencias otras existe una cierta especialización.
entre varón y
mujer existen en
los modos de
conocer y sentir. A
nivel psicológico y
de percepción de
la realidad, somos
algo diferentes
El mayor peso del conocimiento abstracto,
más extensivo en el hombre, y del conocimiento experimental, más intensivo en la
mujer, conlleva dos maneras de enfocar
las decisiones. Ambas resultan muy necesarias, porque inciden en momentos distintos del proceso de toma de decisiones y
porque a lo largo de la vida cada persona
necesita la ayuda de los demás para desarrollar una
personalidad madura con el cultivo de todas las virtudes humanas. Pero, según Blanca Castilla, no se
trata de que cada sexo imite al otro, sino que aprenda del otro encarnando las cualidades a su estilo.
Un varón, sin perder su masculinidad, puede ser
delicado y captar detalles concretos. Y una mujer,
sin dejar de ser femenina, puede
encabezar una organización o
estar al frente de un país.
Estas bases fisiológicas de las distintas formas
de conocer quedaron recogidas en las fotografías
que publicó la revista Time de un cerebro masculino y otro femenino mientras estaban pensando.
Los varones son muy buenos generando alternativas, y las mujeres, fijando los criterios o límites a la
decisión. Así, el modo de ser masculino aporta a toda
la naturaleza humana unas cualidades tales como la
capacidad de proyectos a largo plazo, cierta tendencia a la racionalización, la exactitud, la inclinación
hacia la técnica... y hay otras cualidades que, aunque
las tienen que vivir también los varones, las aprenden
por la aportación de la feminidad. Esta igualdad y
diferencia simultánea es lo que nos hace complementarios.
Siguiendo con Blanca Castilla, «así como para traer
un hijo al mundo y ayudarle a que se integre equilibradamente en él hace falta la colaboración imprescindible del varón y de la mujer, de un modo
análogo, para construir un mundo humano en el
terreno de la empresa, de las finanzas, de la política o
de las relaciones internacionales, es imprescindible la
colaboración de los dos. La aportación específica de
la mujer podría llegar a resumirse en un solo aspecto:
la sensibilidad por lo humano, que comporta la delicadeza en el trato, la generosidad y una capacidad
peculiar de estar en lo concreto, conocer a las personas, acogerlas como son, quererlas por sí mismas y
advertir lo que necesitan.»
Para el Beato Josemaría Escrivá de Balaguer, fundador de nuestra Alma Mater, la Universidad de
Navarra, «la mujer está llamada a llevar a la familia, a
la sociedad civil, a la Iglesia, algo característico que le
es propio y que sólo ella puede dar: su delicada ternura, su generosidad incansable, su amor por lo concreto, su agudeza de ingenio, su capacidad de
intuición, su piedad profunda y sencilla, su tenacidad.»
Juan Pablo II afirma que Dios ha confiado a la
mujer de una manera especial el hombre, es decir, el
ser humano, y añade que la sociedad tecnificada,
materializada y en cierto modo deshumanizada en la
que vivimos, requiere la manifestación del “genio” de
la mujer. Esperemos no defraudarle.
2) ¿Cuál será el papel de la mujer en la
empresa del próximo milenio?, ¿seremos un
objeto de usar y tirar, una herramienta reciclable
o un socio activo en el devenir empresarial?
“Mirar al mundo con ojos de mujer” fue el lema
de la IV Conferencia Mundial de la Mujer que tuvo
lugar en China en el año 1995. Lo que se estaba
pidiendo aquella vez era introducir criterios más
20 IESE • REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 2000
A FONDO
Las empresas deben reaprender a dirigir a su equipo y encontrar un nuevo
equilibrio para el nuevo mundo. Las políticas empresariales deben fundamentarse en verdaderos valores humanos
humanos en las distintas instancias de decisión de
las sociedades actuales. Desde entonces, ha pasado
un lustro. Aunque algunos avances son evidentes
–las mujeres han salido del “ámbito privado” y colaboran ya en todas las profesiones–, ambas áreas
todavía se bifurcan como tareas incompatibles, lo
cual afecta a la convivencia diaria y a la estructura
mundial. Hombres y mujeres siguen cuestionándose su identidad personal y su papel en la familia y
en la sociedad.
Actualmente, el esquema puramente economicista
sobre el que están montadas una gran cantidad de
empresas está dañando seriamente la salud mental y
física de quienes trabajan en ellas. Para evitarlo, hay
que empezar por reconocer que cualquier cultura
empresarial es el resultado de las decisiones de sus
distintos niveles directivos. Si estos resultados directivos tienen una concepción reduccionista de la persona y, por ende, de la empresa, estarán tomando
decisiones como quien trabaja con máquinas y quiere
amortizarlas lo antes posible. Eso es dirigir pensando
que la empresa es un puro negocio financiero. Y por
supuesto lo es, pero no sólo consiste en eso.
El modelo de empresa que puede aportar la mujer
desde una verdadera concepción humanista está
mucho más acorde con lo que requieren los tiempos
actuales:
• En los últimos años, los empresarios están aplicando una serie de políticas que dieron buenos resultados durante una época para unas personas y en
una realidad concreta. Sin embargo, si siguen manteniendo, por inercia, estas prácticas pueden llegar a
destrozar el mundo en un período relativamente
corto. Hoy, las empresas necesitan adaptarse a los
nuevos retos que plantean la acelerada globalización
y la creciente incorporación de la mujer al mundo
laboral.
• Las empresas deben reaprender a dirigir a las
personas que en ellas trabajan y encontrar un nuevo
equilibrio para el nuevo mundo. Todo ello implica un
rediseño estructural en las políticas
empresariales, que deben fundamentarse en verdaderos valores humanos
y en una descentralización en los estilos directivos.
• Se trata de que las
empresas sean instituciones que encarnen
unos valores sólidos y
22 IESE • REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 2000
que permitan el desarrollo profesional y personal de
los que en ella trabajan.
3) ¿En qué se caracteriza la forma de dirigir
de las mujeres?
El estilo de dirigir femenino se caracteriza, ante
todo, por ser participativo y dar un gran valor a la
comunicación interpersonal. El tipo de dirección que
suelen desarrollar las mujeres se apoya más en el
concepto de cooperación que en el de competencia.
Además, las mujeres tienden a fomentar el trabajo en
equipo entre los colaboradores. La participación y la
delegación no son percibidas por ellas como pérdidas de autoridad –lo cual sí sucede con bastantes
varones–, sino como parte integrante de su función
directiva.
Congruente con este estilo parece ser la tendencia
a no formalizar más que lo estrictamente necesario.
4) ¿Cuáles son los peligros de la forma de
dirigir femenina?
Mientras que en los varones la tendencia es caer
en el racionalismo, según el cual sólo se valora lo
cuantificable, en la mujer el peligro suele recaer
en el sentimentalismo, que antepone el corazón a
la cabeza.
Este fantasma resulta peligroso para la empresa y
para la mujer, porque le lleva a involucrarse excesivamente con los problemas personales de quienes con
ella trabajan, se lleva esos problemas a casa y le quitan el sueño casi como si fueran propios. La mujer va
perdiendo racionalidad a la hora de valorar las situaciones y puede acabar siendo injusta al mantener en
el puesto de trabajo a personas que, a ojos de cualquier observador imparcial, no tienen capacidad para
desempeñar el trabajo asignado: se empeña una y
otra vez en dar oportunidades, encubrir y excusar.
Una de las consecuencias de no introducir la
racionalidad en las decisiones es continuar con
rutinas y hábitos poco adecuados. Por ejemplo,
gestionar mal el tiempo, por no tener claras las
prioridades o por la incapacidad de planificar con
antelación. Como resultado de dichas rutinas, en
algunas personas se manifiesta el estrés. Es entonces cuando se trabaja muchas horas, pero se
obtiene un bajo rendimiento, una escasa dedicación a la vida privada y familiar, una sensación de
fracaso, y dificultad para descansar y concentrarse... Y todos conocemos las terribles consecuen-
A FONDO
cias que provoca una situación de estrés continuada.
Evitar este caos requiere voluntad y un cierto
grado de disciplina. Es fundamental para la felicidad y el equilibrio personal aprender a gestionar
adecuadamente el propio tiempo, ese recurso escaso y limitado del que todos recibimos la misma cantidad diariamente. La principal clave para lograrlo
consiste, en primer lugar, en establecer las
prioridades de nuestra vida completa, con
La fuerza motriz todos los roles que nos toca desplegar:
en las empresas madre/padre, hija/hijo, esposa/esposo,
del siglo XXI será amiga/amigo, profesional. En segundo
la inteligencia lugar, ordenar y gestionar nuestro tiempo
emocional. De ahí según esas prioridades, y en tercer lugar,
el nuevo protago- reconocer que solos no podemos llegar a
nismo de la mujer todo y que habrá que delegar todo lo posien la sociedad ble, tanto en casa como en el trabajo.
en general
Lo importante es que cada persona –hombre
o mujer– se pregunte cuál es su misión en esta vida,
cuáles son las cosas que sólo ella puede desarrollar y
para las que está especialmente dotada, y de organizar el tiempo consecuentemente con el resultado de
estas reflexiones.
5) ¿Tiene cabida este estilo de dirección en
las empresas de finales del siglo XX y comienzos
del tercer milenio?
Rotundamente, sí. Si la fuerza motriz de la inteligencia en las empresas del siglo XX ha sido el coeficiente intelectual, cada vez abundan más pruebas de
que la del siglo XXI será la inteligencia emocional,
con sus formas emparentadas de inteligencia práctica
y creativa. De ahí el nuevo protagonismo de la mujer
en la sociedad en general.
capaz de compatibilizar trabajo y maternidad?». Las
bajas por maternidad se pueden conocer con ocho
meses de antelación, y el crecimiento en la generosidad y en la capacidad de servir que surge de la experiencia de vivir la maternidad o la paternidad es un
activo de primer orden para cualquier directivo que
se precie, ya que permite incrementar la capacidad
de servicio y, por tanto, de cohesión y liderazgo en
los equipos de trabajo.
El acceso de las mujeres al mundo empresarial es
un fenómeno imparable que pone de manifiesto la
necesidad de llevar a cabo ciertos cambios en las
concepciones más tradicionales de lo que la empresa
significa, ya que determinadas políticas y formas de
organizar el trabajo pueden desencadenar la ruptura
del precario equilibrio entre la vida profesional y la
familiar.
Y no olvidemos que el ámbito de humanización
de las personas, por antonomasia, es la familia. Esta
es la primera estructura de ecología humana, donde
se nos quiere por nosotros mismos, y donde la ley
básica es la de compartir. Y aunque el hombre
parece irse adaptando a las nuevas circunstancias,
la mujer sigue siendo la variable estratégica en la
familia. Hacer bien la síntesis entre familia y trabajo
es un problema de ingenio y de disciplina personal.
Aún son las mujeres las que, siendo el comodín de
la familia, no deben permitir que su marido sea el
“comodón”.
La estabilidad social es imposible con familias inestables. Y la economía sólo funciona si hay confianza,
lealtad y demás virtudes que se aprenden en el ámbito familiar (las llamadas “externalidades” en la ciencia
económica).
Una de las grandes paradojas a las que se enfrentan las mujeres de finales del siglo XX es la dificultad
para acceder a algunos trabajos, especialmente a los
puestos directivos, debido a la maternidad, que aparentemente “discapacita” a la mujer para el desempeño de este tipo de funciones. Es curioso: las mujeres
pueden asumir la responsabilidad de criar a un hijo,
incluso a una familia numerosa, pero no pueden
desempeñar puestos de responsabilidad en una
empresa. Las consecuencias de este problema
incumben a toda la sociedad. Creo que no hace
falta recordar que en España tenemos el índice de natalidad más bajo del mundo, con
todos los efectos negativos que ello comporta en cuanto a empobrecimiento personal y social.
La responsabilidad social de las mujeres también
se extiende, por tanto, a las empresas. En este sentido, las nuevas tecnologías suponen un gran avance, ya que permiten evitar desplazamientos, viajes y
demás. A la vez, ante el nuevo milenio se hace
necesario desarrollar formas de trabajo más flexibles, como facilidades para trabajar en casa, trabajos de media jornada, evitar viajes innecesarios y
reuniones interminables a horas intempestivas, o
establecer guarderías cerca del lugar de trabajo.
Gracias a Dios, actualmente existen muchos ejemplos de mujeres que no están dispuestas a sacrificar
su ámbito privado y que se están convirtiendo en
verdaderos agentes de cambio en las empresas en
las que trabajan con profesionalidad. De hecho,
ellas están siendo las catalizadoras de todas estas
transformaciones.
Volviendo al profesor Pérez López: «¿Qué
empresa es digna de tal nombre si no es
En Estados Unidos son ya el 25% las personas
que trabajan desde su hogar, y desde hace varios
26 IESE • REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 2000
Ante el nuevo
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A FONDO
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años existe un índice de empresas familiarmente
responsables, con políticas muy concretas, que eliminan obstáculos para una buena armonización de
la esfera laboral y personal. De hecho, están empezando a considerar a la familia del empleado como
uno más de sus stakeholders, puesto que está
demostrado que un buen clima familiar es un buen
reductor del estrés generado en la oficina.
Si partimos del paradigma humanista o antropológico, veremos que, además de lo anterior, es necesario promover, sobre todo a través del sistema
informal, un cierto cambio de cultura. Deben ir desapareciendo los viejos tópicos, los prejuicios o las largas jornadas laborales que esconden tantas pérdidas
de tiempo por el camino.
6) ¿Pero no existen demasiadas excepciones
como para poder definir el estilo de dirección
femenino como lo vengo haciendo?
Por supuesto que sí. Muchas de las mujeres que
llegaron en el pasado a puestos de responsabilidad
y que actualmente siguen ahí, consiguieron el
ascenso mimetizando el estilo directivo de quienes
las promocionaron, de manera que parecen más
clones de sus predecesores que mujeres que pivotan sobre sus puntos fuertes diferenciales para
ponerlos al servicio de una visión empresarial más
completa.
En cambio, en las empresas mecanicistas
cuyos sistemas formales sólo tienen en cuenta
el beneficio a corto plazo y cuyos directivos
acostumbran a ser miopes en su visión de la
realidad, porque tienen unos motivos puramente extrínsecos –dinero, fama, estatus,
poder–, es muy difícil que pueda surgir
el “genio” femenino. Este tipo de
empresas acaban anulando cualquier
intento de ampliación de su marco de
referencia. Ahí, el gran riesgo para la mujer es que
acabe adaptándose a esos modos de hacer, teniendo que violentar a menudo su modo de entender lo
que está bien o mal.
La oración del emperador Marco Aurelio: «Dios
mío, dame fuerzas para cambiar lo que puedo cambiar, paciencia para aguantar lo que no puedo cambiar y, sobre todo, sabiduría para distinguir lo uno
de lo otro», supone todo un ejercicio de racionalidad para hacer frente a dichas incoherencias
empresariales.
Siempre hemos de asumir nuestra cuota de responsabilidad ante los problemas, pero cuando nos
sentimos como David frente a Goliat, quizá debamos
pasar página: ya sea buscando una empresa
más acorde con nuestros motivos o empren- Las organizaciodiendo una nueva aventura empresarial.
nes tienen una
importante resVemos, pues, que el potencial diferenciador está
en las mujeres, pero el hecho de que se despierte y
desarrolle o no ese potencial dependerá, por un
lado, de que ellas quieran y, por otro, del contexto
empresarial en el que se encuentren.
Aquí, las organizaciones tienen una importante
responsabilidad social: introducir la dimensión
ética como criterio empresarial. Incorporar esta
nueva dimensión supone echar por tierra definitivamente los modelos de desarrollo laboral que no
tienen en cuenta el desarrollo personal que debe
acompañar a toda carrera profesional. No olvidemos que la superwoman y el yuppie de los ochenta
no son más que caricaturas, concepciones parciales de la persona, si bien podemos entender que
algunas personas llegaran a asumir estos roles por
la encrucijada cultural y los mensajes poco coherentes que recibieron acerca de su papel en la
sociedad.
Hombre y mujer deberían tener claro que ponsabilidad
la empresa más importante es nuestra propia social: introducir
vida y la de quienes de nosotros dependen. la dimensión ética
Por ello, hemos de ser ante todo capaces de como criterio
gobernar nuestro destino y priorizar bien los empresarial
pesos que damos a las distintas esferas. Evitemos dejarnos iluminar por espejuelos de carreras profesionales que pueden hacernos perder el rumbo
vital y convertirnos en esclavos de la profesión.
7) ¿Cuáles son los desafíos para la empresa
del nuevo siglo?, ¿es la empresa un espacio rudo
y áspero donde sólo los más fuertes y dotados
son capaces de sobrevivir, o un lugar afable y
hospitalario donde el ser humano puede aspirar
a obtener algo más que una nómina?
Mi tesis defiende que vale la pena trabajar por esta
segunda línea, y que, como decía Aristóteles hace
muchos siglos, en nuestras manos recae generar una
REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS, septiembre de 2000 • IESE 27
A FONDO
comunidad de personas que puedan desarrollarse en
la familia y en la empresa, ya que ésa es la misión
genérica de cualquier organización humana, y una
condición sine qua non para que la empresa pueda
cumplir mejor su función específica de generar y distribuir riqueza.
Estamos viviendo una fecha decisiva, fin de siglo y
fin de milenio, que sirve de estímulo para repensar
con altura el tipo de vida y de empresa que queremos. Tenemos delante una oportunidad históDebemos esforzar- rica para dar un salto de calidad en el
nos por aportar aprendizaje de formas nuevas y más humanas
desde nuestra de convivencia social que faciliten la prospeespecificidad y ridad y la paz de los pueblos.
desde nuestra realidad única e irrepetible nuevas vías de
concreción del
modelo humanista
El siglo que comenzamos será lo que cada
uno de nosotros queramos que sea. Decía
Oscar Wilde que, a diferencia de los asesinos que matan a sus víctimas con un cuchillo, los humanos vamos matando las
realidades que más nos importan por dejación.
Empecemos, pues, por descubrir nuestra verdadera
misión personal y vayamos dando los pasos pertinentes para cumplirla ante los desafíos que nos
ofrece cada nuevo día.
Dejar una huella positiva a las generaciones venideras, no es fácil. Hace falta la virtud, es decir, hallar
un punto medio en la vida. No nos dejemos arrollar
por la avalancha de las prisas y el hiperactivismo a
que nos invita la sociedad actual –lo cual no deja de
ser un modo de escapismo mental–. Reservemos
tiempos de agenda para lo importante. La vida es
larga (¿o corta?) y exige encontrar el tiempo necesario
para hacer cada cosa en su debido momento. Se trata
de que cada uno, desde nuestra realidad más concreta, empresarias/os, directivas/os, madres y padres,
seamos agentes de cambio de una sociedad con falta
de referentes, que va a una velocidad de vértigo,
pero sin norte.
Debemos esforzarnos por aportar desde nuestra
especificidad, masculina o femenina, y desde nuestra
realidad única e irrepetible, nuevas vías de concreción de ese modelo humanista que promueve cadenas de solidaridad, que no pone obstáculos a la
consecución del equilibrio personal y profesional,
que va de la mano de la felicidad y que será nuestro
mejor éxito: una vida lograda. Sólo así todos saldremos ganando.
Bibliografía
• «Emprendiendo en femenino», N. Chinchilla, P. García y A. Mercadé, Ed. Gestión 2000, Barcelona,
1999.
• «La mujer y su éxito», J.A. Pérez López y N. Chinchilla, EUNSA, Pamplona, 1995.
• «La complementariedad varón-mujer», Blanca Castilla, DIF, Rialp, Madrid, 1993.
• «Conversaciones con Monseñor Josemaría Escrivá
de Balaguer», Rialp, Madrid, 1ª Ed. 1981.
NAVEGA POR LA REVISTA DE ANTIGUOS ALUMNOS
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