reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes

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EL RETO ANTE LA TRAGEDIA HUMANITARIA
DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO:
REPARAR DE MANERA INTEGRAL
EL DESPOJO DE TIERRAS Y BIENES
comisión de seguimiento a la política pública
sobre desplazamiento forzado
proceso nacional de verificación
EL RETO ANTE LA TRAGEDIA HUMANITARIA
DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO:
REPARAR DE MANERA INTEGRAL
EL DESPOJO DE TIERRAS Y BIENES
volumen 5
Preparado por:
Luis Jorge Garay Salamanca
director
Fernando Barberi Gómez
coordinador
Rodrigo Uprimny Yepes, María Paula Saffon Sanin, Gladys C. Prada Pardo,
Clara Ramírez Gómez, Jaime Forero Álvarez
investigadores
EL RETO ANTE LA TRAGEDIA HUMANITARIA
DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO:
REPARAR DE MANERA INTEGRAL
EL DESPOJO DE TIERRAS Y BIENES
Vol. 5
© Comisión de seguimiento a la política
pública sobre desplazamiento forzado
© Consultoría para los Derechos
Humanos, Codhes
ISBN Informes de la Comisión de seguimiento
de la política pública sobre desplazamiento
forzado: 978- 958- xx- xxxx- x
ISBN este volumen: 978- 958- xx- xxxx- x
Proceso Nacional de Verificación:
Integrantes de la Comisión de seguimiento
a la política pública sobre desplazamiento forzado:
Eduardo Cifuentes • Luis Jorge Garay • Monseñor Héctor Fabio Henao • Rodrigo Uprimny •
Pedro Santana • Marco Romero • Jorge Rojas • José Fernando Isaza • Patricia Lara • Fanny Uribe •
Luis Evelis Andrade • Orlando Fals Borda (q.e.p.d.) • Rigoberta Menchu
Plan Internacional
Organización Nacional Indígena de Colombia, Onic
Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad, DeJusticia
Consultoría para los Derechos Humanos, Codhes
Corporación Viva la Ciudadanía
Pastoral Social
Agradecimientos:
Luis Jorge Garay Salamanca, Director
El director del Proceso Nacional de Verificación, Luis Jorge Garay
Fernando Barberi Gómez, Coordinador
Salamanca, agradece la colaboración y los valiosos aportes que
Investigadores:
diferentes expertos y consultores en el tema prestaron para la
Gladys C. Prada Pardo • Rodrigo Uprimny
elaboración del presente informe. Muy especialmente se quiere
Yepes, María Paula Saffon Sanin • Clara
reconocer el aporte sustancial de Rodrigo Uprimny Yepes, María
Ramírez Gómez • Jaime Forero Álvarez
Paula Saffon Sanin y Jaime Forero Álvarez.
Así mismo, se reconoce a la consultora y especialista en el
Producción, diseño y asesoría editorial:
Torre Gráfica Ltda. / Ricardo Alonso
tema Yamile Salinas Abdala por las recomendaciones y aportes
ofrecidos, asi como por la orientación de las discusiones
Portada: Torre Gráfica
planteadas. Igualmente, se agradece a los especialistas Carlos
Ilustración: Claudia García
Salgado, Absalón Machado, Darío Fajardo y Héctor Mondragón
Paisaje bucólico
por compartir sus impresiones y consideraciones en relación con
de la serie: Un único paisaje, 2007
la problemática desde una perspectiva propositiva orientada a la
búsqueda de soluciones en beneficio de la población desplazada
Corrección editorial: Bibiana Castro
por la violencia.
Se agradece también el apoyo financiero brindado oportunamente
Impresión: Industrias Gráficas Darbel
con la producción de Torre Gráfica
por la Embajada del Reino de los Países Bajos en Bogotá y la
cooperación de la Embajada de Suecia y la Comunidad Europea.
A los demás miembros de la Comisión de Seguimiento se agradece
Impreso en Colombia
Abril de 2009
la confianza depositada, así como los comentarios realizados
sobre este informe.
El contenido de esta publicación es responsabilidad de la Comisión de seguimiento a la política pública sobre deslazamiento forzado
y no comprometen a la agencia cooperante.
Se permite la reproducción de este texto, siempre y cuando se cite como fuente
ÍNDICE
Presentación
11
Prólogo 13
INTRODUCCIÓN
21
Estándares jurídicos: la restitución como mecanismo 25
preferente de la reparación de la población desplazada
Conflicto, desplazamiento forzado y usurpación y abandono de tierras y bienes de la población desplazada 33
Conflicto, desplazamiento, presuntos autores y concentración de tierras
Conflicto y desplazamiento
34
34
34
Concentración de la tierra y desplazamiento forzado
La problemática de los bienes usurpados o abandonados forzosamente. Dimensión de las pérdidas ocasionadas
43
Presuntos autores del desplazamiento
La usurpación o el abandono forzado de tierras, animales y
cultivos 40
46
La usurpación y el abandono forzado de tierras
Distribución de hectáreas perdidas por grupo familiar
58
Magnitud del área cultivada perdida por la población desplazada
59
Actividades económicas e ingresos antes del desplazamiento
62
Los cultivos 62
La generación de ingresos por actividades agrícolas y extractivas
Formas de tenencia
Estimación de la extensión de las tierras usurpadas forzadas a
dejar en abandono
Desplazamiento y pérdida de condiciones para la generación de
ingresos 52
56
56
63
68
Indemnización de los perjuicios de orden material: reparación del daño emergente y el lucro cesante
72
La noción de daño. Discusiones en torno a la indemnización
Una estimación del daño emergente y el lucro cesante
73
77
Políticas y acciones del Estado en materia de acceso a tierras, protección de bienes y reparación para las víctimas del desplazamiento
83
Sobre el carácter de las políticas de acceso a tierras para población desplazada 83
La acción del Estado en materia de acceso a tierras para población desplazada 90
Los recursos
91
Los beneficiarios
94
Los recursos frente a las necesidades 97
Políticas públicas de prevención del despojo y de protección de tierras
forzadas a dejar en abandono
Anotaciones sobre la política pública de reparación
Principales obstáculos para la restitución de los bienes de las víctimas
del desplazamiento forzado
105
Obstáculos de orden fáctico
105
Obstáculos de orden normativo
110
Obstáculos institucionales
128
98
100
Una propuesta: Fijación de estándares mínimos para una política pública
de restitución de bienes de la población desplazada
137
Programa nacional de restitución de bienes
143
Reformas institucionales y normativas
150
Reformas institucionales
151
Reformas normativas
153
Conclusiones y recomendaciones
158
ÍNDICE DE CUADROS
Cuadro 1. Colombia. Evolución de la estructura de la propiedad rural 1984 – 2003 40
Cuadro 2. Estimativos de hectáreas abandonadas 45
Cuadro 3.
Promedio de animales abandonados por grupo familiar con el
desplazamiento, para las cinco especies productivas que
mayores porcentajes abandono (según grupos familiares)
52
Cuadro 4
Distribución porcentual de grupos familiares según inscripción
en el RUPD que cuentan con escritura pública registrada o título colectivo
de sus bienes abandonados
55
Cuadro 5.
Dimensiones de la tierra despojada o forzada a dejar en abandono:
promedio y total de hectáreas según inscripción al RUPD y por regiones 58
Cuadro 6. Grupos familiares que perdieron tierras según rangos de tamaño
y por regiones 59
Cuadro 7. Dimensiones de los cultivos abandonado: promedio y total
hectáreas por inscripción al RUPD
61
Cuadro 8. Dimensiones de los cultivos abandonados: promedio y total
hectáreas por región
61
Cuadro 9. Principales productos cultivados por los grupos familiares
antes del desplazamiento y promedio de hectáreas cultivadas 62 Cuadro 10. Principales productos cultivados adelantados por los grupos
familiares antes del desplazamiento según regiones 63
Cuadro 11 Ingresos promedios percibidos por los grupos familiares
antes de su desplazamiento según tipo de actividades y por regiones 64
Cuadro 12. Grupos familiares perceptores de ingresos e ingresos promedios
percibidos por los grupos familiares antes de su desplazamiento según tipo
de actividades y por inscripción al RUPD 69
Cuadro 13. Promedio de ingresos de los grupos familiares antes de su
desplazamiento según percepción de ingresos agropecuarios
67
Cuadro 14. Porcentaje de grupos familiares que tenían acceso al autoconsumo
antes del desplazamiento por regiones 68
Cuadro 15. Promedio del daño emergente ocasionado a los grupos familiares
desplazados según tipo de bienes abandonados 79
Cuadro 16. Valor total del daño emergente de los grupos familiares
causado por el desplazamiento a junio de 2008 79
Cuadro 17. Presupuesto y ejecución presupuestal 92
Cuadro 18. Adjudicación de tierra por tipo de beneficiario
96
Cuadro 19. Registro Único de Predios –RUP– Incoder
114
ÍNDICE DE GRÁFICOS
Gráfico 1. Distribución porcentual de los desplazamientos, según
actor armado del que se presume la autoría (1)
35
Gráfico 2. Distribución porcentual de los desplazamientos, según
el posible actor armado al que se atribuye 35
Gráfico 3. Distribución porcentual de los grupos familiares incluidos en el
RUPD, según el posible actor armado al que se atribuye el desplazamiento
36
Gráfico 4. Distribución porcentual anual de los desplazamientos,
según el posible actor armado al que se atribuye (1)
38
Gráfico 5. Distribución porcentual anual de los desplazamientos,
según el posible actor armado al que se atribuye (2)
38
Gráfico 6. Distribución porcentual de los grupos familiares incluidos
en el RUPD, según año del primer o único desplazamiento
42
Gráfico 7.
47
Porcentaje de grupos familiares que poseían y
abandonaron tierras y animales, por inscripción al RUPD
Gráfico 8. Porcentaje de grupos familiares que poseían y abandonaron
tierras y animales por regiones
49
Gráfico 9. Porcentaje de grupos familiares perdieron cultivos con el
desplazamiento, por regiones
49
Gráfico 10. Porcentaje de grupos familiares que poseían y abandonaron
animales por regiones
51
Gráfico 11. Distribución porcentual de los grupos familiares según inscripción
en el RUPD de acuerdo con formas de tenencia de los bienes abandonados
53
Gráfico 12. Composición del ingreso de los grupos familiares antes
del desplazamiento por actividades
67
Gráfico 13. Porcentaje de grupos familiares según líneas de
pobreza e indigencia por inscripción al RUPD
69
Gráfico 14. Porcentaje de grupos familiares según líneas de pobreza
e indigencia por regiones
70
Gráfico 15. Valor total del lucro cesante de los grupos familiares causado
por el desplazamiento a junio de 2008
81
Gráfico 16. Consolidado adjudicación de tierras 2002 – 2007
95
PRESENTACIÓN
Comprometida con los derechos humanos y la construcción social de la paz, la
Embajada del Reino de los Países Bajos decidió en 2008 dar apoyo a la Comisión
de Seguimiento en defensa de los intereses de los desplazados. Con el apoyo de la
Embajada la Comisión ha podido responder a la solicitud de la Corte Constitucional de presentar informes independientes sobre el goce de los derechos constitucionales por parte de la población desplazada en el país.
Nuestra decisión de apoyar la Comisión fue una apuesta por un diálogo crítico
y constructivo entre el gobierno y la sociedad civil. Con base en los resultados podemos decir que en esta apuesta ganamos todos, gracias al trabajo altamente profesional realizado por el equipo técnico encabezado por el Dr. Luis Jorge Garay.
Los informes de la Comisión de Seguimiento son una muestra de cooperación
constructiva en el sentido que constata que el Gobierno ha hecho avances en la
atención a la población desplazada en las áreas de educación y salud. A veces estos
avances eran más importantes que los que el mismo gobierno reportó. A la vez
indican con mucha precisión las falencias y los desafíos de la política pública en las
áreas de, vivienda, generación de ingresos y reparación.
Nos sentimos orgullosos de haber contribuido a este juego de cooperación y
crítica, pues creemos que en ello reside parte de la esencia democrática. Esperamos
que con la implementación de los autos de la Corte Constitucional, los cuales se
basan en los informes del gobierno y de la Comisión, se dará un paso importante
hacia la construcción de una paz justa y duradera.
Por último, quiero felicitar a todos los participantes en este proceso, la Corte
Constitucional, la Comisión de Seguimiento y el Gobierno, que ha demostrado que
mediante la crítica constructiva se puede superar la polarización y transitar de la
protesta a la propuesta.
Marion Kappeyne van de Coppello
Embajadora del Reino de los Países Bajos

PRÓLOGO
El reto ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado, forma parte de
una serie de publicaciones, a través de las cuales la Comisión de Seguimiento a la
Política Pública sobre Desplazamiento Forzado pone en conocimiento de la opinión pública los resultados del Proceso Nacional de Verificación del goce efectivo de los derechos y de las condiciones de vida de la población en situación de
desplazamiento forzado –PSD–. Estos documentos forman parte de un conjunto
de informes que han sido presentados ante la Honorable Corte Constitucional, en
respuesta a la solicitud formulada a través del Auto 109 de 2007. De otra parte, la
Comisión de Seguimiento entiende esta publicación como un ejercicio de rendición social de cuentas sobre una actividad que, si bien se desarrolla por un grupo
determinado de personas y organizaciones de la sociedad civil, tiene una finalidad
pública, en la medida en que forma parte del proceso de seguimiento a la Sentencia
T-025 de 2004 de la Corte Constitucional.
La Comisión de Seguimiento es una iniciativa de organizaciones y personalidades de la sociedad civil que se ha propuesto hacer una contribución a la realización de los derechos de la población desplazada, sin afectar la participación
autónoma de estas comunidades y sin ejercer ningún tipo de representación de
sus intereses. De ella forman parte las siguientes personas e instituciones: Eduardo Cifuentes Muñoz, decano de la Facultad de Derecho de la Universidad de Los
Andes, ex defensor del Pueblo y ex presidente de la Corte Constitucional; Pedro
Santana Rodríguez, presidente de la Corporación Viva la Ciudadanía; Luis Jorge
Garay Salamanca, destacado economista e investigador social; Rodrigo Uprimny
Yepes, director de la Organización De Justicia, ex magistrado de la Corte Constitucional y profesor de la Universidad Nacional de Colombia; Monseñor Héctor
Fabio Henao, director nacional de Pastoral Social; Luis Evelis Andrade, presidente
de la Organización Nacional Indígena de Colombia; José Fernando Isaza, rector de
la Universidad Jorge Tadeo Lozano; Patricia Lara Salive, periodista y ex candidata a
la Vicepresidencia de Colombia, Fanny Uribe, directora del área de desplazamiento
de la organización Plan Internacional; Orlando Fals Borda (q.e.p.d), profesor de la

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Universidad Nacional de Colombia; Jorge Rojas Rodríguez, presidente de Codhes,
y Marco Romero Silva, director de Codhes y profesor de la Universidad Nacional
de Colombia.
La Comisión de Seguimiento lamenta el fallecimiento del Maestro Orlando Fals
Borda y le rinde un homenaje a su trayectoria incansable y a su lucha de toda la vida
por garantizar la utilidad social de la investigación académica en un país sometido a
profundas secuelas de violencia e inequidad. Del mismo modo, lamenta el fallecimiento del profesor de la Universidad Nacional Leonardo Bautista, y expresa su profundo
agradecimiento por su invaluable aporte como estadístico en el diseño muestral de la
Primera Encuesta Nacional de Verificación.
Desde su creación en el año 2005, la Comisión de Seguimiento ha realizado una
serie de actividades entre las cuales se destacan la elaboración de propuestas técnicas
de indicadores de goce de derechos y documentos de diagnóstico y propuestas de política pública, el acompañamiento de las audiencias convocadas por la Corte Constitucional y de los autos emitidos, el desarrollo de procesos de capacitación de las y los
líderes de población desplazada a nivel nacional y regional, actividades de incidencia a
nivel nacional e internacional y la participación en procesos de diálogo técnico e interlocución con instituciones y organizaciones sociales y gubernamentales.
A partir de la expedición del Auto No 109 de 2007, la Comisión de Seguimiento
encomendó la conformación del equipo técnico y la dirección científica de los estudios
de verificación, al comisionado Luis Jorge Garay Salamanca, en atención a su extensa y
reconocida trayectoria en el campo de las políticas públicas y a su compromiso permanente con la paz, la democracia y los derechos sociales de los colombianos.
Para dimensionar el significado de este proceso, conviene recordar que a través
de la Sentencia T-025 de 2004, la Corte Constitucional respondió las acciones de
tutela interpuestas por miles de personas desplazadas en todo el país, declarando
la existencia de un “Estado de Cosas Inconstitucional” (ECI), entendido como una
situación de incumplimiento generalizado de los deberes gubernamentales, que se
derivan de la carta de derechos especiales establecidos por la Ley 387 de 1997 y demás normas de protección. El ECI se definió como la existencia de falencias graves,
en la disposición de recursos institucionales y financieros y la insuficiencia, si no
falencia, de políticas públicas, que se traducen en una situación de negación fáctica del acceso efectivo a los derechos reconocidos por el mismo Estado. Por consiguiente, la Corte Constitucional produjo una serie de órdenes al gobierno nacional
destinadas a proteger el Goce Efectivo de los Derechos –GED– de la población
en situación de desplazamiento forzado (PSD), mediante el requerimiento de la
adopción de políticas públicas integrales y adecuadas a las necesidades y derechos
especiales de esta población. Ante los magros resultados demostrados observados

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
en las audiencias de seguimiento de 2005 y 2006 y ante la heterogeneidad de las informaciones presentadas en los informes gubernamentales, la Corte Constitucional
tomó la decisión de adoptar un conjunto de indicadores técnicos de GED y de allí
surgió la necesidad de hacer una verificación de su cumplimiento, a partir de informes gubernamentales e informes independientes.
El reto ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado contiene buena parte de los 14 informes presentados hasta ahora a la Corte Constitucional por
parte de la Comisión de Seguimiento. El primer volumen se publicó en el mes de
enero de 2008 bajo el título “Verificando el cumplimiento de los derechos”, en el
cual se analiza la situación de observancia de derechos de la PSD con base en los
resultados de la Primera Encuesta Nacional de Verificación de 2007. La presente
entrega contiene los siguientes cuatro volúmenes: Garantizar la observancia de los
derechos de la población desplazada que incluye los resultados de la Segunda Encuesta Nacional de Verificación de 2008; Superar la exclusión social de la población
desplazada que contiene, con base en los resultados de la Primera Encuesta de Verificación, un análisis comparativo del GED y las condiciones de vida entre la población desplazada incluida en el Registro Único de Población Desplazada (RUPD)
y la población pobre vecina de referencia, así como la situación de observancia de
derechos en los casos de mujeres, niños-as, pueblos indígenas y afrodescendientes
en situación de desplazamiento forzado, con base en la Segunda Encuesta de Verificación; Aplicar políticas públicas idóneas y eficientes que presenta diagnósticos y
propuestas de políticas públicas referidas a los derechos a la salud, la vivienda, la
generación de ingresos y la participación; y Reparar de manera integral el despojo
masivo de bienes y tierras que analiza y contextualiza para la situación específica
colombiana tanto el sentido e importancia como el alcance de los derechos a la
verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición en el caso de la
población desplazada, avanza hacia un diagnóstico sobre la institucionalidad y los
problemas fácticos, normativos, financieros e institucionales que se interponen en
el camino de la reparación integral en el país y se presenta una primera estimación
rigurosa con suficiente representación estadística, a nivel nacional y de ciertas regiones, del despojo de tierras y bienes y de las pérdidas (daño emergente y lucro
cesante) de que ha sido objeto la PSD en Colombia.
El rigor científico de estos informes y la pertinencia de las temáticas abordadas
han sido decisivos para determinar la importancia y validez de las conclusiones de la
verificación adelantada por la Comisión, por parte tanto de la Corte Constitucional
como de las demás instituciones y organizaciones participantes en el proceso de seguimiento. De hecho, las dos encuestas nacionales de verificación realizadas han establecido una línea de base sobre las características de la PSD en general y sus atributos

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
diferenciales entre grupos de esta población víctima, y sobre el estado del goce efectivo
de sus derechos. Del mismo modo, han permitido valorar comparativamente los derechos de la población registrada en el RUPD con poblaciones vecinas de referencia y
con poblaciones desplazadas no registradas. Otra innovación importante ha sido el
ejercicio de comparación entre la situación anterior y posterior al desplazamiento y la
estimación de los niveles de despojo de tierras y bienes de la PSD.
La calificación del desplazamiento forzado como una tragedia humanitaria procede justamente de la conclusión más preocupante del proceso de verificación: Los
desplazados son el grupo social más vulnerable entre los vulnerables. Han sido despojados de más de 5,5 millones de hectáreas, sus niveles de pobreza han pasado del
50% antes del desplazamiento al 97% después del mismo y lo propio ocurre con los
índices de indigencia que se han incrementado del 23% al 80%. Sólo el 5% habita
una vivienda digna. Más del 80% desconoce sus derechos en tanto victimas, sólo
el 13% cuenta con ingresos superiores al salario mínimo legal y más del 50% han
reportado hambre física. Por estas razones, la conclusión de la Comisión de Seguimiento es que aún persiste un Estado de Cosas Inconstitucional en esta materia.
Pero el proceso de verificación también ha realizado un examen de las condiciones financieras e institucionales de la política pública, mostrando que en muchos
casos la política no ha sido construida en función de garantizar el goce efectivo de
los derechos, al punto en que en campos como vivienda, generación de ingresos y
reparación integral, las políticas públicas actuales no tienen capacidad para ofrecer
una solución efectiva y requieren un profundo replanteamiento, tal como lo ha solicitado la Corte Constitucional mediante el Auto 008 de 2009. En estos campos la
Comisión ha formulado diversas propuestas, entre otras, la de transformar el actual
sistema de subsidio parcial a la vivienda por un esquema de solución efectiva de
vivienda subsidiada o la creación de una comisión de la verdad y la restitución de
las tierras. Estos documentos constituyen el punto de partida para la participación
de la Comisión de Seguimiento en la nueva etapa de diseño de construcción de políticas públicas que se inicia y para la realización en el primer semestre de 2010 de la
Tercera Encuesta Nacional de Verificación solicitada por la Corte Constitucional.
Ahora bien, los resultados del proceso de verificación confirman la necesidad,
la utilidad y la trascendencia de la decisión tomada por la Corte Constitucional
en el año 2004 y especialmente la adopción del principio del Goce Efectivo de los
Derechos y el desarrollo de un proceso de seguimiento sistemático y participativo.
Estos elementos merecen una reflexión especial porque constituyen la piedra angular de la sostenibilidad y el éxito del proceso en la coyuntura actual. En la práctica,
la Corte ha creado un sistema para evaluar técnicamente las respuestas gubernamentales desde el criterio de acceso efectivo al derecho y lo ha hecho, entre otras

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
razones, a partir de escuchar las voces de los diferentes agentes institucionales y
sociales que participan del proceso de seguimiento.
El carácter sistemático del proceso de seguimiento se ha traducido en una serie
de Autos de Seguimiento orientados a garantizar que las respuestas institucionales
protejan efectivamente los diferentes subsistemas de derechos. En este sentido, la
Corte ha dado cuatro pasos especialmente significativos: i. La adopción de un conjunto de indicadores construidos en función del contenido material básico de cada
derecho protegido. ii. La solicitud al gobierno nacional de informes de cumplimiento y a la sociedad civil de estudios de verificación, basados en los indicadores
de GED. iii. El desarrollo de diferentes audiencias especializadas con la presencia
de autoridades públicas y de los grupos de PSD titulares de derechos especialmente
protegidos por razones de género, edad, pertenencia étnica o situaciones de discapacidad. iv. La evaluación de la política pública a partir de los diferentes informes
de seguimiento, y el requerimiento de adecuaciones y de nuevas políticas públicas
capaces de superar las falencias identificadas en los procesos de verificación.
El conjunto de autos expedido a finales de 2008 y comienzos de 2009 revela el estado actual de la Sentencia T-025 de 2004. El Auto 008 de 2009 declara la persistencia
de un Estado de Cosas Inconstitucional y demanda nuevas acciones institucionales a
partir de la jerarquización de los niveles de avance y cumplimiento. La Corte Constitucional identifica avances significativos en la cobertura de algunos servicios como
salud y educación, pero reitera la persistencia de falencias en materia de calidad y
acceso efectivo e integral a los derechos; confirma la continuidad de problemas graves
en las políticas de prevención del desplazamiento y protección de los líderes de PSD,
amenazados en muchas regiones del país por demandar sus derechos y plantea la reformulación total de la política pública en aquellos campos en los que se presentan las
mayores falencias (vivienda, generación de ingresos, reparación integral).
El conjunto de autos relativos a enfoques diferenciales (mujeres, niños, indígenas, afrodescendientes y personas discapacitadas en situación de desplazamiento)
identifica en esta materia una de las principales ausencias de la respuesta estatal y
ordena la adopción de una política integral diferencial. Finalmente, un tercer grupo
de decisiones, busca resolver falencias crónicas como el subregistro de población
desplazada, el requerimiento de un sistema de Habeas Data Social que permita demostrar el nivel de GED de cada persona desplazada, la divulgación masiva de los
derechos de la población desplazada, la protección de los recursos presupuestales
destinados a esta política, la cualificación del sistema de participación, la adopción
de sistemas de certificación del cumplimiento de las diferentes instituciones vinculadas a la política pública y la coordinación de las tareas entre el gobierno nacional
y los gobiernos territoriales, entre otros.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Pero, en esta oportunidad los autos de seguimiento establecen un cronograma
de cumplimiento mucho más estricto, de corto y mediano plazo, lo cual es muy importante porque envía dos señales sobre la naturaleza del Estado de Cosas Inconstitucional. De una parte, no se puede declarar la superación de un ECI mientras
exista una situación que reproduzca la negación del GED, y, de otra parte, tal ECI
no puede diferirse indefinidamente en el tiempo, porque equivaldría a institucionalizar el incumplimiento y la negación sistemática de los derechos de la PSD y con
ello a un mayor deterioro de sus garantías sociales.
Es importante destacar el carácter democrático del proceso de seguimiento. En
sí misma la sentencia T-025, representa el mayor resultado de las instituciones de la
Constitución de 1991 en materia de derechos humanos y ciudadanía democrática,
en especial de la Acción de Tutela y de la Corte Constitucional Independiente. En el
proceso de seguimiento, la Corte ha mostrado un ejercicio de democratización de
su función que resulta ejemplar y que debería extenderse a todas las instituciones
del Estado colombiano. El mensaje es muy claro: No es posible trazar una política pública orientada por el criterio de garantizar el goce efectivo de los derechos
fundamentales, sin atender la voz, la opinión y la realidad de los sujetos sociales
titulares de estos derechos.
En este contexto, la Corte Constitucional ha demandado la creación de espacios especiales de participación de la población desplazada en el diseño de las políticas públicas y adoptado un conjunto de indicadores para verificar el derecho a la
participación, así como una política pública de apoyo y fortalecimiento de las organizaciones de PSD. Además, ha diseñado el proceso de seguimiento de la Sentencia
T-025, a partir del criterio de legitimar la voz tanto de las agencias estatales de gobierno y de control, como de actores de sociedad civil, la comunidad internacional
y la dirigencia de la PSD. A su vez, ha adelantado cinco audiencias diferenciales
especiales y proferido nuevas órdenes a partir de las conclusiones de las audiencias,
lo que equivale a dar un valor efectivo a la participación, y ha demandado al gobierno la consulta de las políticas públicas con las diferentes expresiones del movimiento social y las instituciones que han participado tanto en las audiencias como
en el proceso de seguimiento. Por último, ha creado un sistema de verificación de
los indicadores de GED, con una muy importante participación de sociedad civil
(a través de la Comisión de Seguimiento) y ha establecido la participación de las
organizaciones de PSD y de las instancias sociales de verificación en procesos de
consulta de las nuevas políticas requeridas.
Complementariamente, en otros procesos de su competencia, la Corte Constitucional ha tomado una serie de decisiones que fortalecen este marco de protección
de los derechos de la PSD. A través del Auto No 116 de 2008, adoptó un conjunto

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
de indicadores sobre los derechos a la verdad, a la justicia y a la reparación que cobijan al universo de victimas del desplazamiento forzado y que señalan el camino
que debe seguir un estatuto general de los derechos de las víctimas. En el mismo
subsistema de derechos, se produjo el fallo relativo a la disposición de la Ley 975 de
2005, que reconocía la Atención Humanitaria de Emergencia como un componente básico de reparación, frente a lo cual la Corte procedió a distinguir el camino de
acceso a los derechos sociales, que beneficia a todo ciudadano, del camino de reparación que tiene que ver con la determinación de la responsabilidad del victimario
y la magnitud del daño causado. Con esta medida pierde fuerza constitucional el
decreto de reparación administrativa que pretendía hacer valer un subsidio parcial
de vivienda como componente principal de la reparación.
Del mismo modo, en el campo de los derechos especiales de los grupos étnicos,
la Corte ha declarado la inexequibilidad de la Ley Forestal (Ley 1021 de 2006) y del
Estatuto de Desarrollo Rural (Ley 1152 de 2007), por no desarrollar los procesos
de consulta, de conformidad con las normas del Convenio 169 de la Organización
Internacional del Trabajo y en el fallo relativo a la Ley del Plan Nacional de Desarrollo, estableció la obligatoriedad de consultar todas las políticas públicas dirigidas
a los grupos étnicos colombianos.
Los desarrollos mencionados reflejan la trascendencia del proceso adelantado
hasta este momento por la Corte Constitucional. La Comisión de Seguimiento entiende que sólo en la medida en que se supere el Estado de Cosas Inconstitucional
se puede afirmar un camino definitivo e irreversible para la construcción de una
nueva sociedad y de una institucionalidad democrática en la que los derechos fundamentales no tengan un carácter formal y marginal, sino que se conviertan en el
criterio fundamental para juzgar la acción de las autoridades y la calidad y pertinencia de las políticas públicas.
Los estudios de verificación han demostrado que las personas desplazadas son
en su conjunto las más vulnerables entre los vulnerables, tanto a nivel humanitario
como a nivel socioeconómico, y no se puede olvidar que se trata de varios millones
de colombianos y colombianas que debieron huir de sus territorios por la existencia
de un conflicto armado en el que se verifican día a día arbitrariedades y crímenes
cometidos por guerrillas, grupos paramilitares y agentes estatales, por no mencionar otros poderes oscuros que se benefician del despojo mediante alianzas con los
que hacen la guerra o mediante la coptación ilegal de las instituciones. Tampoco
se puede olvidar que el conflicto armado sigue expulsando a cientos de miles de
personas cada año y que esta tozuda realidad demanda también ingentes esfuerzos
en la búsqueda de soluciones democráticas y duraderas al conflicto armado que
desangra a Colombia.

La Comisión de Seguimiento quiere agradecer muy especialmente al Comisionado Luis Jorge Garay Salamanca y al equipo de verificación por su riguroso e
incansable trabajo, su dedicación y su indeclinable compromiso con la causa, lo que
ha permitido el desarrollo del proceso de verificación y la realización oportuna de
los documentos que hoy se publican. En el equipo básico de verificación han participado los siguientes investigadores: Fernando Barberi Gómez, Gladys C. Prada
Pardo, Clara Ramírez Gómez, Iván Cardona Landínez, Ana Carolina Ramírez Benavides y Juan Diego Misas Avella.
También merece mención el trabajo del Centro de Investigaciones para el Desarrollo, CID, de la Universidad Nacional de Colombia, especialmente el de Patricia
Martínez como directora del trabajo de campo y Roberto Lucio como estadístico
encargado del diseño muestral de la Segunda Encuesta Nacional de Verificación.
Del mismo modo, brinda su reconocimiento a todos los y las especialistas que
han acompañado las mesas temáticas, los estudios de caso y los grupos focales, así
como a todas las personas que han contribuido al desarrollo de este esfuerzo desde
las organizaciones que forman parte de la Comisión de Seguimiento y de las mesas
diferenciales de seguimiento.La Comisión de Seguimiento expresa su gratitud al
oportuno apoyo de la Embajada del Reino de los Países Bajos a esta iniciativa de la
sociedad civil. Agradece igualmente los aportes de las embajadas de Suecia y Canadá, la Comisión Europea, el Consejo Noruego de Refugiados y ACNUR.
Finalmente, la Comisión de Seguimiento quiere hacer un reconocimiento público al gobierno nacional por su disponibilidad para el diálogo técnico y el acceso
a documentos e informaciones útiles para el desarrollo del proceso de verificación.
Marco Romero Silva
Secretaría Técnica
Comisión de Seguimiento
Director
Consultoría para los Derechos
Humanos y el Desplazamiento -CODHES
INTRODUCCIÓN
El problema de las tierras se encuentra en el corazón del fenómeno del desplazamiento forzado en Colombia. En efecto, de acuerdo con la Encuesta Nacional
de Verificación (ENV-2008), el 91,3% de los grupos familiares de población desplazada inscritos en el RUPD manifiesta haber dejado abandonado algún tipo de
bien (tierras, bienes raíces no rurales, animales, muebles del hogar, etc.) en sus
municipios de expulsión. Además, dicho fenómeno ha sido fundamentalmente de
carácter rural, pues el 63% de los grupos familiares ha sido expulsado de zonas
rurales y otro 21,4% de centros poblados. Por ello, puede afirmarse que un porcentaje significativo (52,2%) de los desplazados sufrió el despojo de sus tierras o
fue forzado a dejarlas abandonadas en este contexto. Tal situación no sólo encarna
una profunda violación de los derechos fundamentales de la población desplazada,
sino que constituye un obstáculo de gran envergadura para que esta pueda acceder
a soluciones duraderas que le permitan superar definitivamente la tragedia humanitaria en que se encuentra.
La Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre Desplazamiento Forzado considera que la problemática de las tierras debe ser abordada en el marco
del Proceso Nacional de Verificación, PNV, que adelanta a solicitud de la Corte
Constitucional, al menos por dos razones. De un lado, porque esta corporación
ha expresado de manera explícita, en el marco de la sentencia T-025 de 2004, que
el derecho a la reparación integral de la población desplazada forma parte de los
derechos, cuyo goce efectivo debe ser garantizado por el Estado colombiano, y porque, de conformidad con los estándares jurídicos sobre la materia, el derecho a
la restitución de tierras, viviendas y patrimonio, como uno de sus componentes,
constituye el medio preferente de reparación de la población desplazada que ha
sufrido despojos o ha abandonado sus bienes con motivo del desplazamiento, en la
medida en que se configuren las condiciones que la hagan factible y deseable, y en
tanto se constate que la reparación de los derechos a través de dicho medio represente una solución duradera que atienda al desarrollo de principios democráticos y
al marco de garantías de no repetición. Con fundamento en ellos, se debe asegu
EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
rar, entre otros, y de manera particular, la realización de los derechos a la igualdad,
a la igualdad en la diferencia, y a la protección contra discriminaciones basadas en
criterios, razones o valoraciones social y éticamente reprochables, o de mera conveniencia política o económica. En todo caso, de no constituirse en factible y deseable
la opción de la restitución, cualquiera que sea la solución que alternativamente se
adopte, deberá responder sin restricciones a los mismos principios y garantías.
De otro lado, una política pública adecuada de restitución de tierras es fundamental para la superación del Estado de Cosas Inconstitucional, ECI, declarado por
la Corte en relación con la población desplazada, en la medida en que constituye
una herramienta susceptible de generar soluciones duraderas para este grupo poblacional en materia de reubicación, retorno, vivienda, sostenimiento económico,
acceso a servicios públicos, participación política, etc.
Por las razones anteriores, en el presente documento la Comisión de Seguimiento analiza la problemática de las tierras de la población desplazada, ofreciendo
un primer diagnóstico de la situación, cuantificando y valorando las pérdidas de los
bienes de estas personas y formulando unas propuestas iniciales, tanto de carácter
normativo como institucional, para superar los obstáculos de estos órdenes que se
han detectado en el diagnóstico.
Esta iniciativa se enmarca en el Proceso Nacional de Verificación, en la medida
en que uno de los compromisos adquiridos por la Comisión de Seguimiento en
relación con el mandato de verificación consiste en proponer desarrollos institucionales que permitan satisfacer el goce efectivo de los derechos de la población desplazada, entre los cuales se encuentra el derecho a la restitución como componente
esencial del derecho a la reparación integral.
Ahora bien, dada la inmensa complejidad del tema y las enormes dificultades
de formular propuestas concretas que de allí se deriva, el documento debe ser comprendido como un primer esfuerzo analítico y propositivo que incluye un conjunto
de lineamientos básicos y de principios rectores de la política, a fin de contribuir
a enriquecer el debate público. El informe no contiene soluciones finales sino que
busca iniciar la discusión sobre un tema tan crucial para la superación del estado de
cosas inconstitucional.
Este esfuerzo es el resultado del análisis cuidadoso de los estándares jurídicos
aplicables al tema, del estudio de diversos documentos que analizan la problemática
de la tierra en Colombia, y fruto de varias sesiones de discusión que la Comisión ha
realizado con diversos expertos en la materia durante los últimos meses.
El libro se divide en cinco partes. La primera hace referencia a los estándares jurídicos internacionales y nacionales que son aplicables a los temas de las tierras y el
desplazamiento forzado, a la luz de los cuales se justifica la competencia de la Corte

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Constitucional en el marco del proceso de la sentencia T-025 de 2004, en la medida
en que vinculan al Estado con el deber de garantizar la restitución de tierras como
una opción preferente en el marco de la satisfacción del derecho a la reparación integral de la población desplazada, siempre y cuando se configuren las condiciones
que en cada caso la hagan factible y deseable, y en tanto se constate que la reparación de los derechos a través de dicho medio represente una solución duradera que
atienda al desarrollo de principios democráticos y de garantías de no repetición.
En la segunda parte se desarrolla un diagnóstico del problema de las tierras y su
relación con el desplazamiento forzado, que busca, entre otros aspectos, mostrar la
relación existente entre este fenómeno y el despojo y describir las acciones que el
Estado ha desarrollado frente a la problemática, señalando sus limitaciones. Parte
fundamental de este diagnóstico lo constituyen la cuantificación y la valoración de
los bienes de la población desplazada que fueron usurpados o forzados a dejar en
abandono, a través de los resultados de la II Encuesta Nacional de Verificación realizada durante los meses de julio y agosto de 2008. Cabe aclarar que, hasta donde se
ha podido constatar en la literatura disponible, esta encuesta constituye el primero
de los esfuerzos de esta naturaleza con población desplazada, que cumple con los
requisitos necesarios para poder expandir los resultados de la muestra al conjunto
de la población. En la tercera parte se identifican los obstáculos existentes para
que pueda tener lugar la restitución efectiva y sustentable de tierras a la población
desplazada; tales obstáculos son presentados a partir de su clasificación en tres importantes categorías. En la cuarta parte se formulan algunas propuestas sobre la
manera como debería enfrentarse el problema analizado, las cuales se articulan en
torno al derecho a la reparación y a su relación con la garantía de no repetición; en
esa medida, se orientan no sólo a resarcir los daños causados con motivo del despojo o el abandono forzado de tierras, sino también a asegurar que dichas pérdidas
no vuelvan a producirse en el futuro. Finalmente, en la última parte se presentan
algunas conclusiones generales del análisis desarrollado.

ESTÁNDARES JURÍDICOS:
LA RESTITUCIÓN COMO MECANISMO
PREFERENTE DE LA REPARACIÓN DE LA
POBLACIÓN DESPLAZADA
En la sentencia T-025 de 2004, la Corte Constitucional declaró que los desplazados, en tanto que víctimas de un delito, tienen derecho a la reparación. Como tal,
incluyó la garantía de satisfacción de este derecho dentro de las obligaciones que el
Estado debe cumplir para superar el estado de cosas inconstitucional que implica
el desplazamiento masivo de personas en Colombia. Dado que el desplazamiento
forzado es, en sí mismo, un delito de acuerdo con la legislación nacional, este derecho a la reparación se predica para todos los desplazados. Pero, además, en los
eventos en los cuales los desplazados han sido también víctimas de otros delitos, tal
derecho es estrictamente aplicable por concepto de los mismos.
Como lo señaló la Comisión de Seguimiento en la propuesta de indicadores
de medición del goce efectivo del derecho a la reparación integral de las víctimas
de crímenes atroces como el desplazamiento forzado, este derecho está conformado por una serie de componentes que son complementarios entre sí, por lo
cual todos y cada uno de ellos deben ser satisfechos para que pueda considerarse como reparación integral. De acuerdo con los estándares internacionales1
1
Ver, entre otras: Corte Interamericana de Derechos Humanos, Caso Suárez Rosero. Reparaciones.
Sentencia de enero 20 de 1999. Serie C No. 44; Caso Blake. Reparaciones. Sentencia de enero 22 de
1999. Serie C No. 48; Caso Caracazo. Reparaciones. Sentencia de agosto 29 de 2002. Serie C No. 95;
Caso Myrna Mack Chang. Sentencia de noviembre 25 de 2003. Serie C No. 101. Ver también Joinet,
L. [1997]. ONU, Comisión de Derechos Humanos, 49vo periodo de sesiones. Informe final revisado
acerca de la cuestión de la impunidad de los autores de violaciones de los derechos humanos (derechos civiles y políticos) preparado por el Sr. L. Joinet de conformidad con la resolución 1996/119 de la
Subcomisión. Doc. E/CN.4/Sub.2/1997/20/Rev. 1, anexo II, principios No. 33, 36; ONU. [2004].
Comisión de Derechos Humanos, 60vo periodo de sesiones. El derecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario
a interponer recursos y obtener reparaciones. Doc. E/CN.4/2004/57/Anexo/Apéndice 1, principios 16
a 25; Van Boven, T. [1993]. ONU, Comisión de Derechos Humanos, Subcomisión de Prevención de
Discriminaciones y Protección de las Minorías, 45vo periodo de sesiones. Estudio relativo al
derecho de restitución, indemnización y rehabilitación de las víctimas de violaciones graves de los
derechos humanos y las libertades fundamentales. Informe definitivo presentado por el Sr. Theo van

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
y nacionales2 de derechos humanos, esos componentes son: la restitución de los
derechos afectados por el crimen, la indemnización de los daños y perjuicios sufridos con motivo del mismo, los mecanismos individuales de rehabilitación, las
medidas de satisfacción de alcance general, y las garantías de no repetición de las
atrocidades.
En primer lugar, mediante la restitución se pretende devolver a la víctima a la
situación en la que se encontraba con anterioridad a la violación, lo cual se logra a
través de la devolución de sus bienes patrimoniales, así como del restablecimiento
de sus derechos y de su situación personal, familiar, laboral y social.
En segundo lugar, a través de la compensación o indemnización se busca reparar a las víctimas por concepto de los daños materiales, físicos, mentales, a la reputación y a la dignidad sufridos, los gastos generados, las pérdidas de ingreso y de
oportunidades, y los costos de asistencia jurídica y servicios médicos, entre otros,
cuando no sea posible la restitución a la situación anterior, o cuando las víctimas
no la deseen.
En tercer lugar, la rehabilitación busca reparar los daños físicos, psicológicos
psicosociales de las víctimas, así como ofrecer mecanismos a través de los cuales
éstas puedan reclamar sus derechos y restablecer su ciudadanía, por lo cual incluye
las medidas de atención médica y psicológica, y los servicios jurídicos y sociales
que requieran.
En cuarto lugar, las medidas de satisfacción se orientan a reconocer públicamente el daño sufrido por las víctimas y a través de ello dignificarlas, para lo cual
incluyen, entre otras, la investigación y sanción de los responsables de los crímenes,
la difusión de la verdad, la búsqueda de los desaparecidos y de los restos de los
muertos, la solicitud pública de disculpas, y la realización de conmemoraciones y
homenajes a las víctimas.
En quinto lugar, las garantías de no repetición consisten en reformas institucionales y en medidas de otra naturaleza que buscan evitar que las atrocidades vuelvan a cometerse. A través de estas reformas se promueve el Estado de derecho y
Boven, Relator Especial. Doc. E/CN.4/Sub. 2/1993/8; Bassiouni, M.C. [2000]. ONU, Comisión de
Derechos Humanos, 56vo periodo de sesiones. El derecho de restitución, indemnización y rehabilitación de las víctimas de violaciones graves de los derechos humanos y las libertades fundamentales.
Informe final del Relator Especial, Sr. M. Cherif Bassiouni, presentado en virtud de la resolución
1999/93 de la Comisión. Doc. E/CN.4/ 2000/62; Orentlicher, D. [2004]. ONU, Comisión de Derechos
Humanos, 60vo periodo de sesiones. Estudio independiente, con inclusión de recomendaciones,
sobre las mejores prácticas para ayudar a los Estados a reforzar su capacidad nacional con miras a
combatir todos los aspectos de la impunidad. Doc. E/CN.4/ 2004/88.
2
Ley 975 de 2005, artículo 8; Corte Constitucional, Sentencia C-370 de 2006.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
el respeto de los derechos humanos y de los procesos democráticos; se derogan
leyes que contribuyan a o autoricen las violaciones; se garantiza el control de las
fuerzas armadas, de seguridad y de inteligencia; se procura el desmantelamiento de
las fuerzas armadas paraestatales, y la reintegración social de niños combatientes,
entre otros objetivos3.
Ahora bien, la manera como deben ser satisfechos los anteriores componentes
del derecho a la reparación integral depende de las especificidades del crimen atroz
del que se trate, para poder atender debidamente las violaciones de derechos humanos causadas por el mismo, así como los daños derivados de ellas4.
En el caso concreto del desplazamiento forzado de personas, una de tales especificidades consiste en que ese crimen está caracterizado por forzar a las víctimas
a salir de su sitio de asentamiento o de su lugar de residencia5, lo cual implica, en
la mayoría de casos, la pérdida de tierras, viviendas y otros bienes y componentes
del patrimonio, y la afectación de diversos derechos que se deriva de ello6. Esta característica hace que la restitución ocupe un lugar privilegiado en la reparación del
desplazamiento forzado, en la medida en que, en buena parte de las situaciones7, y
siempre que sea fácticamente posible y deseable, resulta ser una de las formas más
3
Uprimny, R. y Saffon, M. P. Plan Nacional de Desarrollo y Reparaciones. Propuesta de un programa
nacional masivo de reparaciones administrativas para las víctimas de crímenes atroces en el marco
del conflicto armado, Bogotá: Codhes, en prensa.
En este sentido, ver Rincón, T., Consideraciones sobre una política pública específica de reparación
orientada a las víctimas del desplazamiento forzado de personas, 2008, mimeo.
4
5
Ver, por ejemplo, la definición del delito contenida en el artículo 159 del Código Penal colombiano.
6
Como lo afirma Tatiana Rincón, entre dichos derechos se encuentran: “i) el derecho de no ser
desplazado forzadamente; ii) el derecho de circular libremente en el territorio del Estado; iii) el
derecho de escoger libremente el lugar de residencia; iv) el derecho de escoger dónde establecer las
raíces familiares, culturales, sociales y económicas; v) el derecho al libre desarrollo de la persona;
vi) el derecho a estar libre de temor de sufrir una violación del derecho a la vida o a la integridad
personal; vii) el derecho a la propiedad; viii) el derecho al trabajo; y ix) el derecho a una vida digna.
En el caso de los niños y niñas, derechos específicos son, además, el derecho a no ser separados de
la familia y el derecho a una especial protección y cuidado. Y, en el caso de comunidades y pueblos
indígenas y afrodescendientes, el derecho, entre otros, a sus tierras y territorios ancestrales y tradicionales, y el derecho a su cultura”. En Rincón, op. cit. Como se menciona más adelante, a éstos se
suman los derechos a la vivienda digna, a la intimidad y a la unión familiar.
La excepción se encontraría en aquellos casos en los cuales las víctimas no desean que sus bienes
sean restituidos, o cuando la restitución resulta imposible.
7

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
adecuadas de restablecimiento de los derechos conculcados por el crimen y de reparación de los daños resultantes del despojo o abandono en cuestión8.
Lo anterior ha sido ampliamente reconocido por los estándares y la doctrina
jurídica vigentes sobre la materia en el ámbito internacional. Así, según los Principios sobre la restitución de las viviendas y el patrimonio de los refugiados y las personas desplazadas –mejor conocidos como Principios Pinheiro, por el nombre del
relator especial en la materia–, aprobados en 2005 por las Naciones Unidas y reconocidos por la Corte Constitucional como parte del bloque de constitucionalidad
en sentido lato9, la restitución constituye el “medio preferente de reparación en los
casos de desplazamiento”10.
Como lo señala Williams [2008]11, el privilegio de la restitución en estos casos
se explica, de un lado, por la importancia esencial que tiene la restitución de estos
bienes para motivar y consolidar el retorno de la población desplazada a sus lugares
de origen; y, de otro lado, por la estrecha relación que existe entre la garantía de tal
restitución y la protección, no sólo del derecho a la propiedad privada, sino especialmente del derecho a la vivienda digna.
En cuanto a lo primero, los estándares internacionales han insistido en que,
para ser idónea, la reparación de los desplazados debe dar “prioridad manifiesta”12
a la restitución de las tierras y viviendas abandonadas o despojadas con motivo del
desplazamiento, con el fin de que tengan la posibilidad de regresar a ellas13. Posibi-
8
Lo que sigue se basa en Saffon, M. P. y Uprimny, R. El potencial transformador de las reparaciones
Propuesta de una perspectiva alternativa de reparaciones para la población desplazada en Colombia,
2008, mimeo.
9
Corte Constitucional, Sentencia T-821 de 2007.
10
Principio 2.2 de los Principios sobre la restitución de las viviendas y el patrimonio de los refugiados
y las personas desplazadas, Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, E/CN.4/
Sub.2/2005/17, 28 de junio de 2005.
11
Williams, R. “El derecho contemporáneo a la restitución de propiedades dentro del contexto de la
justicia transicional”, en International Center of Transitional Justice, ICTJ, (ed.), Reparaciones a
las víctimas de la violencia política. Bogotá: ICTJ, 2008.
12
Principio 2.2 de los Principios sobre la restitución de las viviendas y el patrimonio de los refugiados y las personas desplazadas, op. cit.
13
Ver el principio 29.2 de los Principios rectores de los desplazamientos internos de las Naciones
Unidas, E/CN.4/1998/53/Add.2*, 11 de febrero de 1998. Estos principios forman parte del bloque
de constitucionalidad colombiano, de conformidad con la Sentencia T-025 de 2004 de la Corte
Constitucional.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
lidad que puede ser puesta en riesgo si a cambio de ésta, a priori se privilegiara la
opción de la compensación o indemnización de los bienes perdidos. Ahora bien,
el retorno no es una condición sine qua non para que la restitución tenga lugar,
ya que, como lo indican los Principios Pinheiro: “el derecho a la restitución de las
viviendas, las tierras y el patrimonio es un derecho en sí mismo y es independiente
de que se haga o no efectivo el regreso de los refugiados y desplazados a quienes les
asista ese derecho”14.
En cuanto a lo segundo, el privilegio de la restitución como mecanismo de reparación de los bienes despojados a los desplazados internos también encuentra
fundamento en el derecho a la vivienda digna15, que los desalojos forzados o arbitrarios constituyen una clara vulneración del mismo. Igualmente, corresponden a
uno de los mecanismos fundamentales para llevar a cabo actos masivos de desplazamiento forzado16.
Que el derecho a la vivienda digna se encuentre en la base del derecho a la
restitución implica que éste se predica no sólo de las tierras y viviendas sobre las
cuales los desplazados tenían derechos de propiedad, sino también sobre aquellas
con respecto a las cuales éstos ejercían otro tipo de derechos, como la posesión, la
ocupación, la mera tenencia, el arrendamiento, e incluso con relación a los que se
denominan asentamientos informales o de emergencia. Además, el reconocimiento de que los abandonos y despojos resultantes del desplazamiento forzado generan
una violación del derecho a la vivienda digna permite dar cuenta de otros derechos
cuya satisfacción depende del mismo, tales como la intimidad y la unión familiar.
En consonancia con lo anterior, el carácter preferente de la restitución como
medio de reparación de la población desplazada que ha abandonado sus bienes,
o ha sufrido su despojo, también ha sido reconocido por la Corte Constitucional,
tal y como lo demuestra la Sentencia T-821 de 2007. En esta providencia, la Corte
señaló que “la restitución de los bienes de los cuales las personas en situación de
desplazamiento han sido despojadas, es también un derecho fundamental”. Y añadió que éste exige que “el Estado conserve su derecho a la propiedad o posesión y
14
Principio 2.2 de los Principios sobre la restitución de las viviendas y el patrimonio de los refugiados
y las personas desplazadas, op. cit.
15 Ver, entre otros, el artículo 25 de la Declaración universal de los derechos humanos; el artículo 11,
numeral 1, del Pacto internacional de derechos económicos, sociales y culturales; el artículo 26 de la
Convención Americana sobre Derechos Humanos.
16
Williams, R., op. cit.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
les restablezca el uso, goce y libre disposición de la misma en las condiciones establecidas por el derecho internacional en la materia”17.
Como fundamento de ese razonamiento, la Corte hizo referencia a la importancia que tiene la restitución de los bienes de las víctimas de desplazamiento forzado para que éstas decidan retornar a su lugar de origen. Aclara, sin embargo, que
“el derecho a la restitución y/o a la indemnización es independiente del retorno y
del restablecimiento”18. Igualmente, señaló que, en los casos de despojos violentos
de la tierra, “el derecho a la propiedad o a la posesión adquiere un carácter particularmente reforzado, que merece atención especial por parte del Estado”. Y especificó que, en los casos de despojos de tierras de agricultores de escasos recursos, “la
violación del derecho a la propiedad o a la posesión se traduce en una violación del
derecho fundamental a la subsistencia digna (al mínimo vital) y al trabajo”.
De lo anterior se desprende que, de conformidad con los estándares jurídicos
internacionales y nacionales, el derecho a la restitución de los bienes abandonados
o despojados a las víctimas de desplazamiento forzado tiene un lugar privilegiado
en la satisfacción del derecho a la reparación de estas personas. Dado que, en virtud
de sus obligaciones internacionales19 y constitucionales20, el Estado colombiano
tiene el deber de garantizar la satisfacción del derecho a la reparación de las víctimas de crímenes atroces, incluidas las víctimas de desplazamiento forzado, dicho
deber implica la obligación de que las políticas públicas orientadas a la reparación
de estas víctimas otorguen un lugar prioritario al derecho a la restitución y a su
sostenibilidad, atendiendo al desarrollo de principios democráticos y de garantías
de no repetición.
17
La Corte Constitucional hace referencia especialmente a los Principios rectores de los desplazamientos internos (op. cit.) y a los Principios sobre la restitución de las viviendas y el patrimonio de
los refugiados y las personas desplazadas (op. cit.).
18
Corte Constitucional, Sentencia T-821 de 2007.
19
Como lo señala el principio 31 del Conjunto de principios actualizado para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad, el derecho a obtener reparación “implica el deber del Estado de reparar y el derecho de dirigirse contra el autor”.
20
Como lo señaló la Corte Constitucional en la Sentencia C-370 de 2006, si bien es posible y deseable
que se busque que las víctimas sean reparadas mediante la obligación de los perpetradores de
crímenes atroces de entregar sus bienes para esos efectos, en caso de que los mismos resulten
insuficientes o inadecuados para lograr la reparación en sus diferentes dimensiones, el Estado
mantiene la responsabilidad de garantizar que ésta será satisfecha de manera integral en sus diferentes componentes. Corte Constitucional, Sentencia C-370 de 2006, fundamento 6.2.4.4.11.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Esto no significa que los desplazados no tengan derecho a los demás componentes de la reparación, cuya satisfacción resulta necesaria para complementar los
esfuerzos de restitución de los bienes, en los casos en que éstos resulten insuficientes, así como para cubrir otras facetas de los daños producidos por el desplazamiento, entre los que se encuentran: los daños materiales distintos de la pérdida
de los bienes; los daños morales, físicos y psicológicos; los daños asociados a las
afectaciones a la reputación, la dignidad, al proyecto de vida y a las condiciones
materiales de existencia, etc.21.
No obstante, el lugar privilegiado del derecho a la restitución sí implica que
estos componentes de la reparación no pueden reemplazar ni dejar de lado la restitución, en razón de su carácter de mecanismo preferente de la reparación de los
daños sufridos por las pérdidas o despojos causados por el desplazamiento forzado.
Pese a los múltiples obstáculos que se identifican, el Estado debe adelantar todas las
gestiones a su alcance para garantizar la restitución, en la medida en que se configuren las condiciones que la permitan y la hagan deseable, y en tanto se constate
que la reparación de los derechos a través de dicho medio represente una solución
duradera que atienda al desarrollo de principios democráticos y de garantías de no
repetición.

CONFLICTO, DESPLAZAMIENTO FORZADO,
Y USURPACIÓN Y ABANDONO
DE TIERRAS Y BIENES
DE LA POBLACIÓN DESPLAZADA
En este capítulo se presenta un diagnóstico de la problemática de la tierra y de su
relación con el desplazamiento, con el fin de identificar aspectos relevantes que
deben ser tenidos en cuenta para el diseño de una política de restitución efectiva
de tierras a la población desplazada. Se muestra el vínculo existente entre el conflicto y el desplazamiento, se identifican los presuntos autores de este fenómeno
y se detecta un vacío significativo de información en esta materia, que ha venido
incrementándose en los últimos años, lo cual resulta preocupante en la medida en
que basado en las disposiciones de la Ley 975 de 2005 (Ley de Justicia y Paz), el
Gobierno Nacional invoca principios de la adminsitración pública para asegurar
que son los victimarios los responsables directos de las acciones de reparación, y
el Estado sólo debe asumir dicha responsabilidad de manera subsidiaria. En este
sentido, en una siguiente sección, se muestra la existencia de una relación entre el
desplazamiento y la concentración de la tierra, la cual pone de relieve la importancia de acelerar los procesos de extinción de dominio, a fin de reducir los recursos
estatales requeridos para implementar la política en referencia y evitar el pago de
sobrecostos en el proceso de adquisición de tierra, dada la característica oligopólica
del mercado de este factor de producción.
De igual forma, y con base en los resultados de la II Encuesta Nacional de Verificación de 2008, se presentan estimativos rigurosos, desde el punto de vista estadístico, de la dimensión que alcanza el conjunto de los bienes usurpados o forzados
a dejar en abandono por la población desplazada, no sólo en lo referente a tierras,
sino también a cultivos, bienes raíces no rurales, animales, negocios y muebles del
hogar. Además, se incluye una comparación entre los ingresos con que contaba la
población desplazada con antelación a su desplazamiento y de los cuales dispone
actualmente, estimando el daño emergente y el lucro cesante derivados de la pérdida del patrimonio y de los ingresos.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Conflicto, desplazamiento, presuntos autores y concentración
de tierras
Conflicto y desplazamiento
La relación entre conflicto y desplazamiento ha sido estudiada tanto en Colombia como en el mundo. En el país, Ibáñez y Querubín [2004] sostienen que, a
pesar de la heterogeneidad del fenómeno del desplazamiento forzado en las diversas regiones de Colombia y la multiplicidad de factores que pueden incidir sobre
éste de manera simultánea, resulta indiscutible que la violencia política ocasionada
por el conflicto armado se constituye en su causa principal22. En efecto, en su investigación se demuestra que entre los años de 1997 y 2001 ha existido una relación
positiva entre el desplazamiento y la violencia, medida ésta a través del número de
homicidios políticos y sociales.
Por otra parte, en los informes primero y séptimo presentados por la Comisión
de Seguimiento a la Honorable Corte Constitucional, con base en los resultados de
las encuestas nacionales de verificación [ENV-2007 y ENV-2008], se señala que el
periodo comprendido entre los años 2000 y 2002 ha quedado consignado en los
registros oficiales como el más crítico en términos de expulsión y recepción de la
población víctima del desplazamiento forzado23. Esta etapa coincide con la fase
decisiva de expansión del proyecto paramilitar y la ruptura de los diálogos de paz
con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), lo que refuerza la
tesis sostenida por Ibáñez y Querubín24.
Presuntos autores del desplazamiento
Tanto las cifras del Sistema de Información de la Población Desplazada (Sipod)
como los resultados de la Encuesta Nacional de Verificación [ENV-2007] indican
que las organizaciones armadas ilegales se constituyen en el grupo principal de pre-
21
Para el análisis de varios de estos daños, véase Rincón, op. cit.
22
Ibáñez, A.M. y Querubín, P., Acceso a tierras y desplazamiento forzado en Colombia. Documento
CEDE. Bogotá: Universidad de los Andes, 2004.
23
Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el Desplazamiento Forzado, “Primer informe
entregado a la Corte Constitucional”, enero 31 de 2007, p. 28; y “Séptimo informe entregado a la
Corte Constitucional”, octubre 20 de 2008.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
suntos autores del desplazamiento forzado. En el primer caso, y para el periodo
comprendido entre los años de 1997 y marzo 30 de 2008, éstos serían responsables
del 34%-35% de los desplazamientos, según la clasificación de la información del
Sipod que se utilice (gráficos 1 y 2). En el segundo caso, para los desplazados incluidos en el Registro Único de Población Desplazada (RUPD) a partir de 1999, lo serían del 69,8%, sin contar aquellos atribuibles a las bandas emergentes (Gráfico 3).
Gráfico 1.
Distribución porcentual de los desplazamientos, según actor armado del que se presume
la autoría (1)
11%
37%
23%
15%
13%
1%
0%
Autodefensas
Guerrilla
Fuerza pública
No identifica
Otros
Más de un autor
Información por
autor no disponible
Fuente. Este cálculo se realizó con base en el consolidado de presunto autor de la tabla de Sipod titulada “Autores (1)”, con corte a marzo 31 de
2008.
Gráfico 2.
Distribución porcentual de los desplazamientos, según el posible actor armado al que se atribuye
12%
39%
23%
14%
0%
12%
0%
Autodefensas
Guerrilla
Fuerza pública
No identifica
Otros
Más de un autor
Información por
autor no disponible
Fuente. Este cálculo se realizó con base en los datos contenidos en cada uno de los registros de la tabla del Sipod titulada “Autores 4”, la cual contiene
información de presunta autoría anualizada, de acuerdo con presunto autor y departamento de expulsión. Con corte a marzo 31 de 2008.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Gráfico 3.
Distribución porcentual de los grupos familiares incluidos en el RUPD, según el posible actor armado al que se atribuye el desplazamiento
37,0 %
29,8 %
22,5 %
Paramilitares
(AUC)
Farc
3,0 %
1,0 %
1,6 %
2,8 %
2,3 %
ELN
Fuerza pública
Bandas
emergentes
Otros
Combates
Ns./Nr.
Fuente: Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada, Julio-Agosto, 2007. Centro de Investigaciones para el
Desarrollo (CID)–Universidad Nacional de Colombia.
Es preciso señalar que la diferencia en la magnitud de estos porcentajes se puede deber al hecho de que el porcentaje de población desplazada para el que el sistema de información oficial de registro no cuenta con información disponible sobre
el presunto autor del desplazamiento (38%), es sensiblemente superior al porcentaje de esta población que desconocía o se negó a responder a la pregunta sobre los
actores presuntos del desplazamiento, según la Encuesta Nacional de Verificación
ENV-2007 (23%).
Al evaluar de manera aislada la presunta autoría de los grupos guerrilleros –
FARC y Ejército de Liberación Nacional (ELN)– y de las autodefensas o grupos paramilitares, se observa una diferencia radical entre las dos fuentes de información,
centrada fundamentalmente en las acciones de los grupos de autodefensas. En efecto, en el caso del Sipod los grupos guerrilleros son presuntamente responsables del
23% de los desplazamientos registrados, en comparación con el 32,9%, de acuerdo
con los resultados de la ENV-2007. A su turno, los casos de desplazamiento atribuibles a las autodefensas que corresponden sólo al 11%-12%, según la clasificación de
la información del Sipod, se elevan al 37,0% de acuerdo con la ENV-2007, sin contar las acciones de las bandas emergentes, y al 38,6% si se tienen en cuenta estos últimos grupos. En este caso, además de las razones que ya se anotaron, la diferencia
puede atribuirse también al temor que genera en la población desplazada el hecho
de tener que señalar a su agresor ante una autoridad pública, lo cual, a su vez, revela
la desconfianza en las instituciones estatales y gubernamentales.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
De otra parte, al analizar las cifras del Sipod año por año, se observa que a
partir del 200325, cuando se inició el proceso de desmovilización de las autodefensas, la proporción de los autores de los desplazamientos no identificados supera
de manera sistemática la de aquellos presuntamente atribuibles a las autodefensas
(gráficos 4 y 5). Este hecho puede obedecer, entre otros factores, a las dificultades
surgidas con motivo de los procesos de declaración e inscripción en el registro de
la población desplazada, suscitadas con ocasión del proceso de desmovilización de
los grupos paramilitares y el acuerdo de cese de hostilidades contra la población
civil. Como ha sido denunciado por varias organizaciones, organismos y entidades,
algunas de las unidades territoriales (UT) de Acción Social comenzaron a negar
sistemáticamente el registro de personas y hogares que en su declaración formal
señalaban a los grupos paramilitares como los autores del desplazamiento26. De
acuerdo con la situación denunciada, las UT partían de la presunción de que los
grupos paramilitares, habiéndose desmovilizado, no podían señalarse como autores de desplazamiento. Además, es posible suponer que en alguna medida la variable denominada en el Sipod “no identifica” puede estar registrando una proporción
de la autoría de las denominadas bandas emergentes (Bacrim), cuyo origen ha sido
relacionado con los grupos paramilitares27.
24
Ibáñez y Querubín, op. cit., supra.
25
Según la información publicada por el Alto Comisionado para la Paz, los dos primeros procesos de
desmovilización oficialmente conocidos se llevaron a cabo entre noviembre y diciembre de 2003.
El primero involucró la desmovilización de 874 hombres del Bloque Cacique Nutibara y el segundo
la de 168 hombres de las Autodefensas Campesinas de Ortega (Cauca). De allí en adelante se produjeron las desmovilizaciones de 452 hombres del Bloque Bananero (noviembre 25 de 2004), 46 de
las Autodefensas del Sur del Magdalena e Isla de San Fernando (diciembre 4 de 2004), 148 de las
Autodefensas de Cundinamarca (diciembre 9 de 2004), 1.425 del Bloque Catatumbo (diciembre 10
de 2004), y 557 del Bloque Calima (diciembre 18 de 2004).
26
Acnur, la Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el Desplazamiento Forzado, la Procuraduría General de la Nación, y varias organizaciones de población desplazada, denunciaron estas
circunstancias ante la Corte Constitucional colombiana en la audiencia de junio 29 de 2006, y ante
el auditorio del Consejo Nacional de Atención Integral a la Población Desplazada (CNAIPD),
durante el segundo semestre del mismo año.
27
Un informe publicado por la revista Semana, en el que se recoge información de investigaciones
adelantadas por la Defensoría del Pueblo y el Ministerio de Defensa, señala que: a) Seis reductos de
antiguos grupos paramilitares reactivaron sus acciones en las zonas de Tierralta (Córdoba), San
Onofre (Sucre), Córdoba (Bolívar, Montes de María), Guajira, Vichada, Norte de Santander y Cesar;
b) Se reconocen cuatro estructuras de las denominadas Águilas Negras con operaciones en la
región del suroeste antioqueño, Puerto Santander, Tibú y Sardinata (Norte de Santander), Leiva, el
Rosario y Taminango (Nariño), y Ocaña (Norte de Santander); c) Han surgido entidades delictivas
nuevas como las autodefensas de El Pájaro, las Autodefensas Campesinas Unidas del Valle (ACUN),

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Gráfico 4.
Autodefensas
Distribución porcentual anual de los desplazamientos, según el posible actor armado
al que se atribuye (1)
Guerrilla
Fuerza pública
No identifica
Otros
Más de un autor
Información por autor no disponible
Fuente: Esta gráfica de barras se realizó con base en la información contenida en cada uno de los registros de las tablas del Sipod bajo el título
“Autores 4”, la cual contiene información de presunta autoría anualizada, de acuerdo con presunto autor y departamento de expulsión. No obstante,
el denominador para cada año fue el consolidado de expulsión anualizado contenido en el resumen de expulsión por años publicado en el Sipod.
Gráfico 5.
Autodefensas
Distribución porcentual anual de los desplazamientos, según el posible actor armado al que se atribuye (2)
Guerrilla
Fuerza pública
No identifica
Otros
Más de un autor
Información por autor no disponible
Fuente: Esta gráfica de barras se realizó con base en la información contenida en cada uno de los registros de las tablas del Sipod bajo el título “Autores
4”, la cual contiene información de presunta autoría anualizada, de acuerdo con presunto autor y departamento de expulsión. El denominador para
cada año corresponde a la suma efectiva de los registros por autor contabilizados en la misma tabla.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
A manera de conclusión de esta sección, debe afirmarse que la Comisión de
Seguimiento considera como graves las fallas que se identifican en el proceso de
registro, en relación con la presunta autoría del desplazamiento, dado que el sistema de información oficial está llamado a operar como una herramienta a favor de
la protección de los derechos de la población desplazada –entre ellos, de manera
fundamental, al de reparación–, y no a obstaculizar su realización. Además del problema señalado con respecto a la variable denominada “no identifica”, y tal y como
lo ilustran los gráficos 1 y 2, no se encuentra disponible en el registro oficial la
información relativa a los presuntos autores de cerca del 37% (o el 39% de los desplazamientos28). Esto indica que las entidades ante las cuales se rinde la declaración
están fallando gravemente en el registro de esta variable; o bien que Acción Social
presenta serios problemas en el procesamiento de las declaraciones, sin desconocer
que se estén registrando errores en los dos procesos.
A este respecto resulta preocupante la tendencia que se ha venido presentando
en los últimos años, cuando se supondría que, por la mayor experiencia adquirida
en las entidades encargadas del proceso de registro, el porcentaje de información
no disponible debería mostrar una tendencia decreciente, no sólo en referencia a
la presunta autoría, sino a cualquier otro tipo de variable. Por el contrario, para
el caso en cuestión, de acuerdo con la información contenida en el Sipod bajo el
título de “Autores 4”, la variable “no disponible” registra una tendencia creciente,
comoquiera que pasa de representar el 17% del total de los desplazamientos en el
2004, al 32,2% en el 2005, al 75% en el 2006, al 77,8% en el 2007 y al 78,6% en los
tres primeros meses del 2008.
Si al porcentaje de registros no disponibles sobre la autoría del desplazamiento
se agrega el correspondiente al de aquellos en los cuales la persona o el grupo familiar declarante manifestaron no identificar a sus agresores, se hace necesario reconocer que el país no cuenta con la información de cerca del 50% de los presuntos
responsables del desplazamiento forzado en el país.
las Autodefensas Unidas del Valle (AUV), antiguo grupo Los Machos, Rondas Campesinas Populares (RCP), antiguo grupo Los Rastrojos, grupo Nueva Generación, del desarticulado Bloque
Libertadores del Sur (BLS), Frente Antiterrorista Único (Putumayo). Así mismo, el Informe Bacrim
del Ministerio de Defensa presentado en la Cumbre de la Junta Nacional de Inteligencia en mayo de
2006, asegura que 21 nuevos grupos paramilitares se abren paso en los espacios dejados por los
desmovilizados. Ver “Los nuevos paras. ¿Son nuevos? ¿Son paras?”, Semana, febrero 13 de 2007.
28
Dependiendo de si se usa la información del Sipod consolidada bajo el título de “Autores 1” o bajo
el título de “Autores 4”.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Concentración de la tierra y desplazamiento forzado
Aun cuando se ha señalado que las estadísticas sobre catastro rural en Colombia
adolecen de imprecisiones y desactualizaciones, una vez analizadas en su conjunto
es posible evidenciar claramente la dimensión del fenómeno de concentración de la
propiedad sobre la tierra. Antes que haber logrado uno de los objetivos primordiales de la reforma agraria impulsada desde el año 1961, cual era el de propender por
una redistribución de la propiedad rural para buscar una asignación equitativa de
la misma, el fenómeno de concentración de la tierra en el país se ha acentuado.
Como muestra Salgado [2008] en el documento Propuestas frente a las restricciones estructurales y políticas para la reparación efectiva de las tierras perdidas por
la población desplazada, entre los años de 1984 y 2003 se incrementa la concentración de la tierra en pocos propietarios29. En efecto, de una parte, aumenta del 85,1
al 86,3% la proporción de propietarios que poseían predios con un tamaño inferior
a 20 hectáreas, mientras que el porcentaje de la superficie de dichos predios con
respecto al área total disminuye del 14,6% al 8,8%. En segundo lugar, el porcentaje
de la superficie de predios de más de 500 hectáreas que pertenecían al 0,4% de los
propietarios se eleva del 32,7% en 1984, al 62,6% en el 2003. Cabe señalar que este
fenómeno de concentración se intensificó particularmente a partir del año 1996,
cuando la proporción se incrementó en 18 puntos porcentuales (Cuadro 1).
Cuadro 1.
Hectáreas
0 – 20
20 – 100
100 – 500
> 500
Colombia. Evolución de la estructura de la propiedad rural 1984 – 2003 (Porcentajes)
1984
Predios
1996
86,2
10,7
2,7
0,4
86,8
10,6
2,3
0,3
2003
Propietarios
1984 1996 2003
Superficie
1984 1996 2003
87,0
10,4
2,2
0,4
85,1
11,3
3,0
0,55
14,9
24,7
27,5
32,7
86,2
10,8
2,6
0,35
86,3
10,7
2,6
0,40
13,0
21,5
20,8
44,6
8,8
14,6
14,0
62,6
Fuente: 1984-1996: Machado, A. La cuestión agraria en Colombia a fines del milenio, Bogotá: El Áncora Editores, Bogotá, 1998. Elaborado con base
en el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y el Centro de Estudios Ganaderos (CEGA). Estos dos años se comparan excluyendo los mismos
departamentos: Antioquia, Chocó, San Andrés y Providencia, Guainía, Vichada, Putumayo, Amazonas, Vaupés y Guaviare. Para el 2003, IGAC,
Estadísticas catastrales; no incluye Antioquia, Medellín, Bogotá y Cali.
29
Salgado, C., “Propuestas frente a las restricciones estructurales y políticas para la reparación efectiva de las tierras perdidas por la población desplazada”, Consultoría para los Derechos Humanos
y el Desplazamiento Forzado, Codhes, 2008, p. 5.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
De otra parte, recientemente el IGAC presentó una caracterización de la tenencia de acuerdo con las extensiones de superficie poseídas, concluyendo que el 94%
de los propietarios del país (3.346.445) es titular de sólo el 18,7% de la superficie
(12.683.460 has), equivalente a 2.411.399 predios, cada uno con una extensión promedio inferior a 50 hectáreas. Mientras tanto, el 1,4 % de los propietarios (48.212)
son titulares del 65,4% de la superficie (44.260.931 has), representada en 29.342
predios, cada uno con extensiones promedio superiores a las 200 hectáreas30. Es
importante señalar cómo el proceso acentuado de la concentración de la tierra
acaecido después de 1996 coincide con una de las épocas de intensificación del
fenómeno del desplazamiento forzado en el país.
Si se acude a los registros de población desplazada de Codhes, y se ajustan de
acuerdo con el número promedio de desplazamientos por grupo familiar encontrado
en la Encuesta Nacional de Verificación ENV-2007 (1,12 desplazamientos por grupo) –para evitar duplicaciones en el número de hogares desplazados–, se encuentra
que, mientras en el periodo comprendido entre los años 1986 y 1994 se registraron
cerca de 858.000 personas desplazadas, en el lapso de 1997 a 2003, lo hicieron cerca
de 1.904.000, es decir, más del doble de los registrados en la etapa anterior31.
Este mismo comportamiento se observa a la luz de los resultados de la Encuesta Nacional de Verificación ENV-2007 realizada a personas inscritas en el Registro Único de Población Desplazada (RUPD) a partir de 1999. En efecto, de ella se
deduce que en el periodo 1995-2007 el fenómeno del desplazamiento forzado se
concentró en los años 2000, 2001 y 2002, en los cuales se presentó el 47,8% de los
desplazamientos registrados en dicho lapso, mientras que entre los años de 1995 y
1996 sólo se presentó el 0,8% de los mismos (Gráfico 6).
Las relaciones existentes entre el conflicto armado, la concentración de la tierra
y el desplazamiento forzado han sido estudiadas en Colombia desde hace varios
años. Alejandro Reyes, en una investigación realizada en 1994, concluía que las
regiones del país en las que se ha intensificado el conflicto armado presentan un
grado elevado de violación de los derechos humanos, y un mercado dinámico de
tierras impulsado por los narcotraficantes32.
30
Cifras expuestas por Giovanny Martínez M. (ingeniero catastral y subdirector del Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC. Cátedra Manuel Ancízar, Universidad Nacional de Colombia, 2007.
31
Cabe señalar que para este análisis no resulta posible utilizar las cifras del Sipod, ya que éstas están
disponibles sólo a partir de 1997.
32
Reyes, A. “Territorios de la violencia en Colombia”, en: Machado, A. (ed.), El agro y la cuestión
social. Bogotá: Ministerio de Agricultura / Tercer Mundo Editores, 1994. Citado por Ibañez y
Querubín, op. cit., p. 58.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Gráfico 6.
Distribución porcentual de los grupos familiares incluidos en el RUPD, según año del primer o único desplazamiento
14,9%
16,3% 16,6%
10,9%
8,0% 8,2%
7,0%
0,4% 0,4%
1995
6,6%
5,9%
2,1% 2,8%
1997
1999
2001
2003
2005
2007
Fuente: Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Noviembre 2007. CID - U.N.
Así mismo, Ibáñez y Querubín [2004] indican que la ocupación territorial y
el desalojo de población civil son estrategias de guerra adoptadas por los grupos
armados para desocupar territorio, expandir sus áreas de control y apropiarse de
manera violenta de las propiedades agrícolas33.
De otra parte, las investigaciones realizadas apuntan a la existencia de una relación estrecha entre la concentración de tierra y el fenómeno del desplazamiento.
Fajardo [2002] demuestra, según Ibáñez y Querubín, que el desplazamiento es más
frecuente en los departamentos que registran mayores índices de concentración
de tierra, medidos a través del coeficiente de Gini34. En este sentido, estos autores
corroboran la tesis de Fajardo, al encontrar que durante los años 2000, 2001 y 2002,
durante los cuales, como se ha anotado, se intensificó de manera significativa el
fenómeno del desplazamiento forzado, los municipios que registran los mayores
coeficientes Gini de concentración de tierra coinciden con aquellos en los cuales se
presentaron importantes desplazamientos35.
Por último, con base en las cifras del Sistema de Información del Secretariado
Nacional de la Pastoral Social (RUT), estos autores realizaron unas estimaciones de
carácter econométrico tendientes a determinar las causas del desplazamiento por
33
Ibáñez y Querubín, op. cit., p. 60.
34
Ibíd., p. 61.
35
Ibíd., p. 70.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
municipios, utilizando como una de las variables independientes la concentración
de la tierra. Aunque en las conclusiones del estudio no se señalan la existencia de
una relación de causalidad entre estas dos variables, sí se indican que las estimaciones confirmaron la existencia de un vínculo muy estrecho entre las mismas36.
La relación entre la concentración de la tierra y el desplazamiento forzado tiene implicaciones importantes en el marco de restitución de tierras para la población que desee retornar, o de entrega de tierras en otras zonas para quienes quieren
reubicarse, pues sólo en la medida en que se aceleren los procesos de extinción de
dominio la restitución podrá realizarse a costos razonables. De lo contrario, el Estado podría verse en la obligación de adquirir un considerable número de hectáreas
en un mercado caracterizado por un elevado grado de poder oligopólico, y posiblemente monopólico en algunas zonas del país.
La problemática de los bienes usurpados o abandonados
forzosamente. Dimensión de las pérdidas ocasionadas
Como se señaló en líneas anteriores, en Colombia –al igual que en otros países
que han experimentado conflictos internos–, la tierra ha sido un elemento determinante por ser un activo de alto valor, no solamente de orden económico sino
también de carácter estratégico. La lucha por la tierra tiene como fin no sólo su
apoderamiento per se, sino también la obtención del control estratégico del territorio y, con ello, del poder económico y político.
El vínculo entre el desplazamiento y el despojo de tierras ha sido estudiado en
Colombia por diversos autores, y en distintos periodos de tiempo se han realizado
estimativos de las extensiones de terrenos que han perdido los desplazados a causa
del conflicto armado. Según Ibáñez y Querubín, los trabajos de Reyes y Bejarano [1998] y de Erazo et al. [2000] coinciden en señalar la importancia de la tierra
como causa del desplazamiento37. Los dos primeros autores han señalado que miles de hogares han sido expulsados de sus municipios por los grupos armados, ya
que sus intereses económicos contemplan con inusitada frecuencia la apropiación
violenta de la tierra, generando desplazamiento a través del despojo y privando a
miles de familias de uno de sus principales medios de subsistencia. Otro ángulo
del problema es tratado por Saffon [2006], en su disertación de grado, al afirmar
36
Ibíd., p. 71.
37
Ibíd., p. 11.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
que “hay una gran insuficiencia de miembros de la fuerza pública capaces (tanto
en número como en fortaleza) de evitar que los pequeños y grandes propietarios se
vean presionados para vender y desalojar sus tierras; pero también de funcionarios
notariales y de registro capaces de verificar –sin riesgo de sufrir como consecuencia
actos violentos en su contra– que los títulos de propiedad no provengan de compras a precios irrisorios o por la fuerza, no se lleven a cabo sobre bienes inajenables,
etc., y que, en caso de verificarlo, se nieguen a autenticarlos o registrarlos”38. Esto
corrobora la tesis de Duncan, según la cual la debilidad institucional es una de las
causas que facilita la apropiación ilegal de tierras39.
El despojo de tierras de la población desplazada ha sido objeto de diversos estudios que apuntan a estimar el número de hectáreas que estas personas se han visto
forzadas a abandonar. En efecto, hasta el momento se han realizado, en diferentes
periodos de tiempo, diversas investigaciones que intentan estimar el número de
hectáreas abandonadas por la población en situación de desplazamiento forzoso.
Los estimativos efectuados presentan una alta variabilidad que no puede ser explicada por el hecho de que hayan sido realizados en diferentes años, y en consecuencia hayan tomado como base distintas proyecciones del número de desplazados y,
por ende, de bienes abandonados.
En primer lugar, cabe señalar que las diferencias pueden surgir del porcentaje
de hogares desplazados que han abandonado tierras, del tamaño promedio de los
predios y de los supuestos que haya sido necesario introducir en los cálculos. Pero
quizá más importante aún, tales divergencias pueden explicarse en función del tamaño de la muestra empleada para realizar los estimativos40.
Los estimativos de hectáreas abandonadas oscilan entre 1,2 millones de hectáreas, según Ibáñez, Moya y Velásquez, y 10,0 millones, de acuerdo con el Movimiento Nacional de Víctimas (Cuadro 2). Es de destacar a este respecto que las
hectáreas abandonadas según el Gobierno (Acción Social) resultan superiores en
un 36% al promedio de los estimativos realizados.
38
Saffon, M.P., “Poder paramilitar y debilidad institucional. El paramilitarismo en Colombia: un
caso complejo de incumplimiento de normas”, Tesis de grado, Universidad de los Andes, Bogotá,
2006, pp.19-21.
39
Duncan, G., Del campo a la ciudad en Colombia. La infiltración urbana de los señores de la guerra.
Bogotá, Centro de Estudios sobre Desarrollo y Economía, CEDE, Universidad de los Andes, 2005,
p. 38.
40
A este respecto debe señalarse que este tamaño no debe ser inferior a aquél requerido para que los
estimativos de las variables a investigar presenten coeficientes de variación razonables, en lo
posible inferiores al 5% y en todo caso inferiores o iguales al 10%.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Cuadro 2.
Estimativos de hectáreas abandonadas
Fuente
Ibáñez, Moya y Velásquez41.
Hectáreas estimadas (millones)
1.2
Contraloría General de la República (CGR).
42
2.9
Programa Mundial de Alimentos (PMA) .
4.0
Sindicato de Trabajadores del Instituto Colombiano de Reforma Agraria
-INCORA-(SINTRADIN).
4.4
CODHES
4.8
Acción Social - Proyecto protección de Tierras y Patrimonio de la Población
Desplazada - PPTP - (Consultoría contratada)43.
6.8
Catastro Alternativo (Movimiento Nacional de Víctimas)44.
10.0
Es posible afirmar la existencia de un claro reconocimiento del problema del
despojo y abandono de tierras como núcleo causal del conflicto que por largo tiempo ha afectado al país. Sin embargo, hay que reconocer que la discusión viene cobrando cada vez más relevancia, fundamentalmente por el proceso de reparación
en ciernes, el cual trae de la mano debates y desarrollos de orden político, social,
económico y legislativo que involucran los derechos internacionalmente reconocidos a las víctimas de delitos y crímenes de lesa humanidad, las responsabilidades
estatales principales y subsidiarias, los principios de solidaridad y humanidad, y el
desarrollo de políticas sociales45.
A partir de estas discusiones, su complejidad y el reto que plantean, la Comisión de Seguimiento decidió incluir en la II ENV-2008 un conjunto de preguntas
41
Ibáñez, A. M., Moya, A. y Velásquez, A.M., “Hacia una política para la población desplazada”, 2006,
mimeo.
42
Programa Mundial de Alimentos, Estudio de caso de las necesidades alimentarias de la población
desplazada en Colombia, 2001.
43
Acción Social - PPTP, Diseño de una metodología participativa para la recolección de información y
protección de bienes muebles, 2005.
44
Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado, Catastro alternativo, estrategia contra la impunidad y herramienta para la reparación integral, julio de 2007.
45
Para una ilustración sobre las discusiones planteadas, ver: Uprimny, R. y Saffon, M.P., Reparación
integral, atención humanitaria y política social, Bogotá: Comisión de Seguimiento a la Política
Pública sobre Desplazamiento Forzado, julio de 2007.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
orientadas al examen de la pérdida de tierras y demás bienes constitutivos del patrimonio, asociada al desplazamiento forzado de los grupos familiares. Los resultados
que se presentan a continuación recogen la evaluación de un conjunto de variables
afines y de alta pertinencia con el tema.
La usurpación o el abandono forzado de tierras, animales y cultivos
Los datos en que se basan los estimativos de esta sección provienen fundamentalmente de la II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población
Desplazada (julio-agosto de 2008, II ENV-2008), y más concretamente del capítulo
0, dedicado a indagar sobre los bienes, los cultivos y las actividades económicas
que llevaban a cabo los desplazados antes de ser obligados a dejar sus tierras. Debe
advertirse que el ingreso agropecuario de la población desplazada se calculó por
medio de un método indirecto, consistente a grandes rangos en imputar a cada
grupo familiar los excedentes netos de las actividades agropecuarias a las que se
encontraban dedicados con antelación a su desplazamiento forzado. Para el cálculo
de estos excedentes se sistematizaron, procesaron y cruzaron varias fuentes de información sobre costos, rendimientos físicos y precios. Estas fuentes se seleccionaron con dos criterios: que fueran confiables y que provinieran preferiblemente de
entidades oficiales46.
Para analizar las particularidades derivadas de los lugares de procedencia de
los desplazados, y donde desarrollaban sus actividades agropecuarias y extractivas,
hubo que limitarse a definir tres grandes regiones para conservar la representatividad estadística de los datos. Así las cosas, para estos efectos, la información se
agrupó de acuerdo con la siguiente regionalización: a) Costa Atlántica, b) Región
Andina y c) Orinoquía, Amazonia y Chocó.
Los datos derivados de la II ENV-2008 muestran con claridad que el abandono
o el despojo de tierras y animales fue masivo. El 55,5% de los grupos familiares tenía
tierras y el 94% de ellos se vio obligado a abandonarlas (Gráfico 7). Así mismo, la
proporción de familias que tenían animales llegaba al 78,9%, y el 92,4% de ellas fue
despojada de ellos, o los abandonó forzadamente como consecuencia del desplazamiento. De manera que la renuncia a sus animales tuvo unas proporciones aún más
46
Los pormenores de estos cálculos pueden verse en el punto 1.3, en el capítulo 3 y en los anexos
digitales del informe “Metodología para el cálculo del valor de los bienes y de los ingresos agropecuarios” (citado en adelante como Metodología). Este documento se encuentra disponible en la
página web de la Consultoría para los Derechos Humanos y el Desplazamiento (Codhes) y los
anexos digitales en la Secretaría Técnica de la Comisión de Seguimiento que funciona en la sede de
Codhes.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
graves que la pérdida de tierras causada por el desplazamiento. Puede verse en los
gráficos 7 y 8 que estos porcentajes son menores para las familias actualmente inscritas en el Registro Único de Población desplazada (RUPD). Algunos datos que se
presentarán más adelante muestran que los hogares no inscritos en el RUPD eran
más pobres, al parecer por tener un menor acceso a la tierra.
Gráfico 7.
Porcentaje de grupos familiares que poseían y abandonaron tierras y animales, por inscripción
al RUPD
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Inscritos en el RUPD
94,0%
92,4%
78,9%
55,5%
Porcentaje
Porcentaje
Total
Tierra
Animales
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
94,3%
93,1%
81,7%
59,0%
Tierra
Animales
Porcentaje
No inscritos en el RUPD
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
92,9%
90,1%
70,8%
45,6%
Tierra
Porcentaje de grupos familiares que poseían bienes
antes del desplazamiento
Porcentaje de grupos familiares que abandonaron
bienes por el desplazamiento
Animales
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada, julio -agosto de 2008. Comisión de Seguimiento y CID -UN.
Por otro lado, los grupos familiares provenientes de la Costa Atlántica, con relación a los de otras regiones, eran en menor proporción poseedores de tierras,
aunque un mayor porcentaje de ellos tenía animales y, como se verá más adelante,
las familias oriundas de esta región del país contaban con cultivos también en mayores proporciones (gráficos 8 y 9). Esta situación parece estar asociada al hecho

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
de que los campesinos provenientes de esta zona costera contaban con mayores
restricciones para el acceso a la propiedad o posesión de la tierra, lo cual resulta
consistente con los datos sobre ingresos que se presentan posteriormente, los cuales
indican que las familias provenientes de estos departamentos presentaban relativamente un mayor nivel de pobreza antes del desplazamiento.
En los gráficos 7, 8 y 9 puede observarse que las proporciones de los grupos
familiares que abandonaron sus animales, tierras y cultivos son similares (siempre
por encima del 90%), tanto para quienes actualmente están inscritos y no inscritos
en el RUPD, como para quienes provienen de las tres diferentes regiones consideradas. Hay que destacar el mayor porcentaje de grupos familiares que tenían animales
(78,9%), en comparación con quienes tenían tierras (55,5%), y la menor proporción
de los que tenían cultivos (43,6%). En la Costa Atlántica, en contraste con los otros
dos conjuntos regionales, una menor proporción de los grupos familiares tenían
tierras (48,3%), al tiempo que se registran mayores porcentajes de los que poseían
cultivos y animales (48,6% y 81,4%%) (gráficos 2 y 3). Estas circunstancias indican
que, aunque el acceso a la propiedad o posesión de la tierra era menor para los desplazados de esta región, no por ello podría afirmarse que eran menos campesinos
que los desplazados provenientes de las otras dos regiones en consideración.
En la Región Andina una menor proporción de grupos familiares tenía menos
animales que en las otras regiones, pero esta proporción era también considerablemente alta: 76,2% (Gráfico 8).
La pérdida de animales es un hecho sobresaliente del desplazamiento, tanto por
la alta proporción de hogares que los poseían y los perdieron, como por el número promedio de animales abandonados (Cuadro 2). Así mismo, es considerable la
contribución de la posesión de animales al ingreso de los hogares, aunque bastante
inferior a la de los ingresos agrícolas.
Una muy alta proporción de los grupos familiares desplazados declaró haber
tenido y abandonado aves (77,5% y 89,5%) (Gráfico 10), lo cual contribuyó a la
pérdida de la seguridad alimentaria, dada la importancia de estos animales para la
disponibilidad de proteína como componente alimentario de los hogares rurales.
De otra parte, considerando el número de aves abandonadas por los grupos familiares (45,7 promedio por grupo familiar), se perdió al mismo tiempo una fuente
nada despreciable de ingresos monetarios (Cuadro 2).
El 87,6% y el 86,8% de los grupos familiares que poseían cerdos y ganado bovino los perdieron, lo que afectó no solamente sus ingresos monetarios por concepto
de venta de carne y de leche, sino también sus ingresos en especie, puesto que los
hogares rurales por lo regular aprovechan la leche y, en menor medida, sacrifican
cerdos para su propio consumo.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Gráfico 8.
Porcentaje de grupos familiares que poseían y abandonaron tierras y animales por regiones
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
Andina
92,9%
91,5%
81,4%
Porcentaje
Porcentaje
Atlántica
48,3%
Tierra
Animales
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
94,3%
93,2%
76,2%
57,6%
Tierra
Animales
Porcentaje
Pacífica, Orinoquía, Amazonía
100
90
80
70
60
50
40
30
20
10
0
95,0%
92,8%
Porcentaje de grupos familiares que poseían bienes
antes del desplazamiento
79,1%
64,4%
Porcentaje de grupos familiares que abandonaron
bienes por el desplazamiento
Tierra
Animales
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada, julio de 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Gráfico 9.
Porcentaje de grupos familiares perdieron cultivos con el desplazamiento, por regiones
120
96,3%
100
98,1%
94,0%
98,0%
80
60
40
48,6%
43,6%
46.1%
37,1%
20
0
Total
Región Atlántica
Tenían
Regíon Andina
Pacífica, Orinoquía, Amazonía
Perdieron
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada, julio de 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
El abandono de equinos afectó a una porción importante de las familias desplazadas (36,7%), comoquiera que el 89,7% de estos grupos familiares se vieron forzados a abandonarlos (Gráfico 10), con un promedio de 2,7 semovientes (Cuadro 3).
Debe recordarse que estos animales constituyen parte de los medios de producción
abandonados por los hogares rurales.
La usurpación o el abandono de tierras, cultivos y animales trajeron como consecuencia la pérdida de activos productivos con perjuicios evidentes sobre las posibilidades de generar ingresos. Para las familias que trabajaban en sus tierras (y
con sus animales), esta pérdida se agrava al quedar ubicada en un medio urbano en
donde no pueden ejercer las actividades agrícolas y pecuarias para las cuales han
desarrollado sus capacidades y habilidades.
La mayor parte de los hogares desplazados fueron entonces despojados, no sólo
de su patrimonio, sino de la posibilidad de generar sus ingresos por medio de los
trabajos que desempeñaban. El desplazamiento, de acuerdo con los datos de la II
Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada (julio-agosto de 2008) y con múltiples fuentes, afecta mayoritariamente a los hogares
rurales, a grupos de personas o sectores de población que derivaban la mayor parte
de sus ingresos de las actividades agropecuarias. Para ellos el acceso a la tierra para
cultivar o criar animales era fundamental a fin de proveerse de medios de vida.
Además, en la medida en que a través de la producción agropecuaria, y por medio
de los intercambios locales, se procuraban directamente parte de los alimentos que
consumían, los hogares desplazados se vieron afectados también en sus condiciones de seguridad alimentaria.
El despojo del patrimonio significó, a la vez, pérdida del hábitat, destrucción
de parte de los activos productivos y abandono del territorio al cual pertenecían los
desplazados rurales. Éste es un fenómeno muy diferente al migratorio, por cuanto
la migración significa un proceso de construcción paulatina de nuevas alternativas
de trabajo y habitación, a través de múltiples estrategias en las cuales juegan un
papel clave las relaciones de parentesco y de solidaridad interfamiliar en los antiguos y nuevos vecindarios. Estas estrategias están dirigidas a invertir los activos
patrimoniales en alternativas que optimicen su rentabilidad y a emplear eficientemente las capacidades (el capital humano acumulado). Por el contrario, en el desplazamiento forzado se produce una pérdida repentina, y generalmente total, del
patrimonio y una interrupción abrupta de la posibilidad de emplear la experticia
laboral desarrollada, al pasar, de la noche a la mañana, de un ámbito rural a un ámbito urbano en donde quedan inhabilitadas la mayor parte de las capacidades para
obtener ingresos.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Pacífica, Orinoquía, Amazonía
Andina
Atlántica
Total
Gráfico 10. Porcentaje de grupos familiares que poseían y abandonaron animales por regiones
Porcentaje de grupos familiares que poseían animales antes del desplazamiento
Porcentaje de grupos familiares que abandonaron animales por el desplazamiento
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada, julio-Agosto de 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Cuadro 3.
Promedio de animales abandonados por grupo familiar con el desplazamiento, para las cinco especies productivas que mayores porcentajes abandono (según grupos familiares)
Tipo de animales
Aves
cve %
Cerdos
cve %
Ganado bovino
cve %
Equinos
cve %
Ovejas, cabros y
similares
cve %
Total
Región atlántica
Región andina
Orinoquía - Amazonía
Chocó
45,7
46,4
37,5
58,0
2,4
3,7
3,9
4,9
6,8
6,5
5,5
9,7
2,9
4,3
5,2
6,2
13,6
15,2
10,8
4,1
2,7
3,4
16,8
7,0
2,7
5,0
20,2
7,2
2,4
6,1
14,6
14,9
7,4
3,2
7,0
14,4
5,9
9,4
9,3
13,3
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada, julio - agosto de 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Ver porcentaje de grupos familiares que abandonaron animales en el Gráfico 10.
Con la migración se da, generalmente, una interacción entre el espacio de origen y el espacio de asentamiento que permite, al menos por un tiempo, reconstruir
relaciones sociales en uno y otro sitio. En marcado contraste, precisamente, otra
dimensión del desplazamiento, tal como lo muestran diversos tratadistas, implica
el desarraigo o la desterritorialización de las comunidades rurales desplazadas: la
pérdida de su espacio material e inmaterial47.
De acuerdo con lo anterior puede afirmarse que los desplazados que vivían y
trabajaban en el campo han sufrido un triple proceso simultáneo de desarraigo
(desterritorialización), de despojo (pérdida patrimonial) y de pérdida de las condiciones para la aplicación de las habilidades laborales que ha desarollado.
Formas de tenencia
En lo que se refiere a las formas de tenencia de los bienes abandonados, el 67,2
% del total de los grupos familiares entrevistados señala ser propietario, el 6,2% po47
El ámbito inmaterial del territorio corresponde a la identidad –construida socialmente– con el
espacio físico y con la comunidad a los cuales se pertenece. Así mismo, incluye las instituciones
formales y, sobre todo informales, mediante las cuales los individuos y los grupos sociales se apropian productiva y culturalmente del territorio mismo.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
seedor, el 5,2% usufructuario, el 3,5% ocupante de hecho, el 2,9% ocupante de baldíos, y un considerable 13% se circunscribe a otros tipos de tenencia (Gráfico 11).
Gráfico 11. Distribución porcentual de los grupos familiares según inscripción en el RUPD de acuerdo
con formas de tenencia de los bienes abandonados
67,2 68,2
Total
RUPD
No RUPD
63,4
6,2 6,1 6,8
Propietarios
Poseedores
2,9 2,7 3,5
Ocupantes de
baldíos
13 12,6 14,4
5,2 4,8 6,7
3,5 3,3 4,2
Usufructurarios
Ocupantes de
hecho
Con otras formas de
tenencia
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Se debe aclarar que la medición de aspectos tan sensibles como la tenencia demanda suma cautela, fundamentalmente en desarrollo del proceso de captura de la
información y en la interpretación de los datos obtenidos. Para el caso, una primera
mirada permite concluir que resulta ostensiblemente alta la proporción de grupos
familiares que señalan ser propietarios del bien abandonado. En el ordenamiento jurídico colombiano la propiedad sobre bienes inmuebles está sujeta a registro, y su formalización se produce ante las oficinas de Registro e Instrumentos Públicos (ORIP)48.
Es decir, que un bien se reputa como propio en tanto su escritura pública se encuentre
registrada en la ORIP de la jurisdicción respectiva. Sin embargo, si algo caracteriza
la propiedad sobre bienes raíces en el país es la informalidad. De acuerdo con información publicada en 2005 por el Instituto Geográfico Agustín Codazzi (IGAC) y la
Superintendencia de Notariado y Registro (SNR), de 12 millones de predios en el país
poco más de 3 millones (28%) están ocupados sin título de propiedad49.
48
49
Así se consagra en el artículo 2 del Decreto 1250 de 1970: “Están sujetos a registro: 1. Todo acto,
contrato, providencia judicial, administrativa o arbitral que implique constitución, declaración,
aclaración, adjudicación, modificación, limitación, gravamen, medida cautelar, traslación o extinción del dominio u otro derecho real principal o accesorio sobre bienes raíces, salvo la cesión del
crédito hipotecario o prendario” (el énfasis es nuestro).
Instituto Geográfico Agustín Codazzi.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
El fenómeno de la informalidad de la propiedad en Colombia tiene origen en
múltiples factores, como los costos asociados al registro de propiedades y transacciones, el marco tributario predial y los procesos de sucesión, las dificultades de
acceso físico y económico a notarías y ORIP, un desconocimiento de los procedimientos e instancias, y, por las mismas razones, una marcada cultura de la oralidad
que hace prevalecer el carácter privado de los documentos y transacciones sobre el
proceso público que demandan para formalizarse50. Es precisamente este último
elemento el que, en la práctica, lleva a que los titulares de diferentes derechos de tenencia sobre bienes raíces (especialmente en el ámbito rural) consideren suficiente,
para acreditar y defender la propiedad sobre dichos bienes, asumir un presupuesto
natural de posesión a través de acuerdos verbales o de documentos escritos que no
han nacido a la vida pública, en tanto que por su no formalización han quedado
circunscritos al ámbito de las partes contratantes.
La formalización de los documentos de propiedad y de las transacciones sobre
bienes ante las ORIP determina la posibilidad de contar con condiciones de seguridad jurídica en la tenencia, que se ha constituido en el marco internacional de
los derechos humanos como uno de los criterios de realización de los derechos a
la vivienda digna. En la práctica, en un contexto económico y político como el colombiano, al que subyace un conflicto armado de larga duración, la formalización
de propiedad desestimula y, en el mejor de los casos, impide o dificulta acciones de
despojo y usurpación. No es gratuito que tales hechos recaigan especialmente sobre
bienes inmuebles cuya propiedad no ha sido registrada ante las ORIP, es decir, con
respecto a los cuales son predicables formas precarias de tenencia.
Tomando en cuenta estas consideraciones, a la pregunta inicial aplicada en la
II ENV-2008 sobre la forma de tenencia del bien raíz rural abandonado, hubo de
formularse una adicional que indaga sobre los documentos que respaldan dicha
tenencia en el caso de los propietarios. Del 67,2% de los grupos familiares que señalaron ser propietarios de estos bienes, sólo el 20,2% cuenta con escritura pública registrada. Adicionalmente, el 7,6% ostenta título de adjudicación de territorios
colectivos (Cuadro 4). Es decir, el porcentaje de propietarios con respaldo jurídico
formal sobre su propiedad se reduce a apenas el 27,8% de los casos. Así, entonces,
50
Éstos y otros elementos se han reseñado en distintos documentos de trabajo del Proyecto de
Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada, Acción Social y Banco Mundial.
Ver: Proyecto de protección de tierras y patrimonio de la población desplazada, “Medidas de
protección y propuestas y desafíos en restitución, Seminario preparatorio de la primera consulta
social sobre restitución de bienes”, Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Bogotá,
agosto de 2008.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
es necesario concluir que sólo el 18,7% de la población desplazada total puede catalogarse como propietaria formal de la tierra. La proporción de propietarios formales de bienes raíces rurales despojados o abandonados es más alta para grupos
familiares desplazados no registrados en el RUPD (22,6%) que para los registrados
(19,6%). También hay que anotar que no se reporta, dentro de los grupos familiares
no registrados, propietarios de títulos de adjudicación colectiva.
Cuadro 4.
Distribución porcentual de grupos familiares según inscripción en el RUPD que cuentan
con escritura pública registrada o título colectivo de sus bienes raíces rurales abandonados
Forma de tenencia y registro legal
Grupos familiares propietarios que
tienen escritura pública resgistrada
Grupos familiares propietarios de tierras
colectivas que tienen titulo colectivo
Total grupos familiares de
personas desplazadas
Inscritos en el RUPD
No inscritos en el
RUPD
20,2
19,6
22,6
7,6
9,2
0,0
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
La II ENV-2008 indaga a los grupos familiares sobre la interposición de solicitudes de protección ante el Incoder que en principio, y antes de la aprobación de
la Ley 1152 de 2007 o Estatuto de Desarrollo Rural (EDR), era la entidad encargada de su recepción y trámite. Apenas el 18,3% del total de grupos familiares que
abandonaron bienes acudieron a este instituto con el objetivo de que éstos fueran
protegidos. De los grupos familiares propietarios, el 20,5% acudió a la entidad, y se
observa que los grupos familiares propietarios inscritos en el RUPD lo hicieron en
una proporción más alta que los no registrados (22,1 % y 14,2%, respectivamente).
Los resultados obtenidos tras la aplicación de la I ENV-2007 para la misma
pregunta difieren significativamente de los actuales en la variable sobre protección.
Esto puede explicarse principalmente porque, como lo ha señalado el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), en su momento, con la aprobación del
EDR y la ampliación de la protección que este dispuso para tenedores y poseedores,
“se dispararon las solicitudes de protección en todo el país, y el sistema que contaba
en julio de 2007 con 9.280 solicitudes pasó a tener 23.106 en febrero de 2008”51. Es
decir, se produjo un aumento del 248% en el registro único de predios a siete meses
de la entrada en vigencia de la normativa. De esta manera se explicaría el aumento
de más de 10 puntos porcentuales registrado entre la proporción general de solicitud reportada en la I ENV-2007 (7,6%) y la obtenida en la II ENV-2008 (18,3%).
51
Informe conjunto del Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, Incoder, y la Procuraduría General
de la Nación, sobre el Registro Único de Predios, RUP, julio 23 de 2008.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
La usurpación y el abandono forzado de tierras
A partir de la literatura disponible hasta el momento, es posible afirmar que no
se habían realizado estudios que buscaran estimar la magnitud de la pérdida de tierras con el suficiente rigor estadístico, de manera tal que los resultados de los estimadores muestrales pudieran ser expandidos al total de la población desplazada. A
pesar de que la II Encuesta Nacional de Verificación de 2008 no fue diseñada para
estimar valores absolutos, sino proporciones y promedios en razón de que su fin
principal es estimar los indicadores de observancia de los derechos de la población
desplazada, sí permite realizar un estimativo riguroso de la magnitud de la tierra
despojada o forzada a abandonar, por medio del porcentaje de grupos familiares
que enfrentaron esta problemática y por el promedio de hectáreas despojadas o
forzadas a abandonar por grupo familiar.
Estimación de la extensión de las tierras usurpadas o forzadas a dejar
en abandono
El desarrollo de esta sección se basa en las respuestas de los grupos familiares encuestados que conocían la superficie de hectáreas de tierra despojadas o forzadas a
dejar en abandono. Se excluyen de la base de datos aquellas formas colectivas de propiedad o tenencia que los grupos familiares manifestaron haber perdido, con el fin de
evitar dobles contabilizaciones. Cabe advertir que este procedimiento trae consigo una
subestimación de la magnitud de las tierras despojadas o forzadas a ser abandonadas.
Dicha información fue también depurada al excluir del cálculo del promedio
de hectáreas despojadas o forzadas a dejar en abandono por grupo familiar a aquellos grupos que reportaron haber sido afectados por la usurpación o el abandono
de predios con extensiones superiores a 98 hectáreas.
Con estos datos se construyeron los promedios y el área total de la tierra abandonada52. El cálculo de las tierras despojadas o forzadas a dejar en abandono incluye no sólo las que los desplazados se vieron obligados a dejar desamparadas, sino
también aquellas que tuvieron que ceder a terceros, bajo presión, por medio de
ventas forzosas y, en general, las que fueron usurpadas por cualquier otro mecanismo. De manera tal que, en sentido estricto, bajo la categoría de tierras despojadas
52
A los informantes que reportaron usurpación o abandono de predios con extensiones superiores a
98 hectáreas, se les asignó el promedio de hectáreas usurpadas o abandonadas por grupo familiar,
excluyendo estos predios.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
o forzadas a dejar en abandono se incluyen, tanto las tierras abandonadas por los
desplazados, como las que les fueron usurpadas53.
A partir de la superficie promedio de tierra perdida por grupo familiar de la
población desplazada puede estimarse la magnitud del despojo y/o abandono de
tierras ocasionado por el desplazamiento forzado. Para ello sólo es necesario proceder a multiplicar el número promedio de hectáreas de tierra perdida por grupo familiar de la población desplazada, por el número de grupos familiares, cuyas tierras
fueron usurpadas o forzadas a dejar en abandono.
A este respecto es preciso destacar los bajos niveles que registraron los coeficientes de variación, lo que indica el elevado grado de precisión de los estimadores del
promedio del área de tierras usurpadas o forzadas a dejar en abandono por grupo
familiar de la población desplazada, tanto inscrita en el RUPD como no inscrita.
De esta forma, de acuerdo con los datos de la II ENV-2008, el total de hectáreas
despojadas o forzadas a dejar en abandono sería del orden de 5,5 millones, que
equivalen al 10,8% de la superficie agropecuaria del país54 (Cuadro 5). De manera
que si el abandono de tierras fue masivo por la enorme cantidad de familias que
involucró –cerca de 385.000–, su magnitud en términos de la superficie también
alcanza una proporción sensiblemente elevada. Puede verse en el cuadro 5 que los
grupos familiares que actualmente no están inscritos en el RUPD abandonaron predios que tenían en promedio 12,8 has, en comparación con 14,7 has para aquellos
grupos familiares inscritos en el sistema oficial de registro. Esto tiende a confirmar
lo afirmado anteriormente, en el sentido de que, en promedio, las familias que no
están inscritas en el RUPD estaban antes del desplazamiento en condiciones más
desfavorables que los grupos familiares inscritos.
53
En principio, se hacía referencia a las tierras abandonadas, pero, por las implicaciones de este
término (no caben bajo su significado las tierras que se vendieron bajo presión), se decidió utilizar
mejor el concepto de “tierras perdidas”. Pero este vocablo tiene dos implicaciones que lo hacen
poco pertinente: se identifica, en algunos casos, con eventos distintos a los contemplados para los
desplazados: la tierra se puede perder por problemas inherentes a la gestión del poseedor (“dejó
perderla”), o por hechos fortuitos como una inundación; y, además, la pérdida supone irreversibilidad. Por consiguiente, la mejor opción es referirse a “tierras abandonadas y usurpadas”, teniendo
en cuenta que la venta forzosa es una forma de usurpación. Por otra parte, es preciso señalar que
desde el punto de vista jurídico estas tierras no fueron abandonadas, pues los desplazados continúan con el derecho a la recuperación de las mismas.
54
La superficie agropecuaria del país fue calculada para el año 2.006 en 51.169.651 hectáreas, y está
constituida por 38.804.661 has de pastos y rastrojos (superficie pecuaria) y 3.579.929 has de
cultivos (Ministerio de Agricultura, Anuario estadístico). En el año 2008, el Ministerio reporta una
superficie agrícola de 4.336.596 has (Dirección de Política Sectorial.). Se desconoce la explicación
de esta diferencia.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Cuadro 5.
Dimensiones de la tierra despojada o forzada a dejar en abandono: promedio y total de hectáreas
según inscripción al RUPD y por regiones
Tamaño de
hectáreas
Promedio
de hectáreas
abandonadas
cve %
Total de hectáreas
abandonadas
Inscritos en el
RUPD
Total
14.3
14.7
12.8
3,2
3,5
7,3
5.504.517
4.410.333
1.094.184
Región Atlántica
Promedio
de hectáreas
abandonadas
cve %
Total de hectáreas
abandonadas
No inscritos en el
RUPD
Región Andina
Orinoquía - Amazonía
Chocó
13.7
11.8
19.2
5,3
5,2
6,2
2.104.415
1.500.784
1.899.318
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
La mayor proporción de la tierra abandonada se encuentra en la región de la
Costa Atlántica (38,2%), seguida por la compuesta por la Amazonia, la Orinoquía
y el Chocó (34,5%) y finalmente por la Andina (27,3%). El conjunto regional Chocó-Orinoquía-Amazonia presenta un promedio de hectáreas de tierra despojadas
o forzadas a dejar en abandono por grupo familiar muy superior al de las otras dos
regiones (19,2 has versus 13,7 has y 11,8 has), lo cual resulta consistente con la mayor disponibilidad de tierras existente en estas zonas, en donde buena parte de la
frontera corresponde a tierras de colonización reciente.
Distribución de hectáreas perdidas por grupo familiar
Como se aprecia en el Cuadro 6, que presenta la distribución de las hectáreas
perdidas por grupo familiar de la población desplazada, el 38,6% de los grupos familiares inscritos perdieron predios con extensiones menores de cinco hectáreas, y

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
el 29,0% y el 32,4% se vieron forzados a abandonar tierras cuya superficie oscilaba
entre 5 y 15 hectáreas, o era superior a 15 hectáreas, respectivamente. Por lo tanto,
puede afirmarse que, en términos generales, la pérdida de tierras afectó mayormente a los pequeños propietarios, seguidamente a los propietarios de mayor tamaño y,
en menor medida, a los propietarios medianos.
Al analizar la distribución de las hectáreas perdidas por regiones, se observa
que los pequeños propietarios resultaron ser los más afectados en la Región Andina
y la Costa Atlántica, mientras que los propietarios de mayor tamaño fueron los más
perjudicados en la Amazonia, Orinoquía y Chocó.
Cuadro 6.
Grupos familiares que perdieron tierras según rangos de tamaño y por regiones
Extensión
Menos de 5
hectáreas
cve %
Entre 5 y menos
de 15 hectáreas
cve %
Entre 15 y más
héctareas
cve %
Perdieron tierras
Región Andina Orinoquía - Amazonía
Total
Región Atlántica
38,6
37,4
44,3
31,6
4,6
7,9
6,6
10,2
29,9
30,6
29,5
26,2
5,7
9,1
9,1
11,7
32,4
32,0
26,2
42,2
5,2
52,0
8,9
54,3
9,9
44,6
8,1
61,1
Chocó
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Los porcentajes para cada rango fueron calculados sobre el total de grupos familiares que abandonaron tierras, excluyendo de la base de datos
los que declararon haber abandonado predios mayores de 98 has. El porcentaje de grupos familiares que perdieron tierras (última fila) equivale al
cociente entre todos los grupos familiares que declararon haber abandonado tierras y el total de grupos familiares desplazados.
Magnitud del área cultivada perdida por la población desplazada
No sólo es importante contar con estimativos del área total perdida por la población desplazada por el efecto que trae consigo sobre el costo de la restitución de
las tierras o la indemnización de las mismas –es decir, para estimar el daño emergente causado por el desplazamiento por la pérdida de tierras–. También es relevante contar con estimativos de la pérdida del área cultivada por los desplazados, a
efectos de calcular el costo de oportunidad de los cultivos despojados o forzados a
abandonar, y así poder estimar el lucro cesante que por este concepto sería preciso
resarcir a la población desplazada.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
El desarrollo de esta sección se basa en las respuestas de los encuestados que
conocían la superficie de hectáreas de tierra que cultivaban y que fueron despojadas o forzadas a dejar en abandono. Dicha información fue también depurada al
excluir del cálculo del promedio de hectáreas totales cultivadas por grupo familiar
a aquellos grupos familiares que reportaron haber contado en un mismo predio
con cultivos con extensiones superiores a cinco (5) hectáreas. Así mismo, se excluyeron las áreas destinadas a cultivos ilícitos (coca), pastos y maderables, para hacer
referencia exclusiva a la superficie agrícola de cultivos lícitos. Con estos datos se
construyeron los promedios y el área total de tierra dejada de cultivar por la población desplazada55.
A partir del área promedio dejada de cultivar por grupo familiar, puede entonces estimarse la superficie total dejada de cultivar. Para ello sólo es necesario proceder a multiplicar el número promedio de hectáreas de tierra dejadas de cultivar por
grupo familiar de la población desplazada, por el número de grupos familiares que
por una razón u otra se vieron forzados a abandonar sus cultivos. A este respecto es
importante destacar los bajos niveles que registraron los coeficientes de variación,
lo que indica el elevado grado de precisión de los estimadores del promedio por
grupo familiar del área de tierras dejadas de cultivar, tanto por la población inscrita
en el RUPD como por la no registrada.
De acuerdo con los resultados de la II ENV-2008, el área total dejada de cultivar
por la población desplazada ascendería a 1.118.401 hectáreas a lo largo de los once
años de desplazamiento contemplados en este estudio, con un promedio de 101.673
hectáreas cultivadas despojadas o forzadas a dejar en abandono por año (Cuadro 7).
La primera cifra representa cerca de un 25% del área cultivada del país, y la segunda
aproximadamente el 2,3%. En la medida en que estas áreas dejadas de cultivar por la
población desplazada no estén siendo aprovechadas eficientemente o se hayan destinado a ganadería extensiva, se habría producido una disminución de la producción
agrícola del país, lo cual podría constituirse en uno de los factores que explican el
menor dinamismo del producto interno bruto del sector en los últimos años56.
55
A los informantes que reportaron estar cultivando en un mismo predio superficies mayores a 5 has,
se les asignó el promedio por grupo familiar de hectáreas cultivadas excluyendo estos predios.
56
Una investigación a profundidad de esta temática resultaría pertinente para estimar los costos
económicos del delito del desplazamiento forzado.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Cuadro 7.
Dimensiones de los cultivos abandonado: promedio y total hectáreas por inscripción al RUPD
Total
Inscritos en el
RUPD
No inscritos en el
RUPD
Promedio de
hectáreas cultivadas
abandonadas
2,7
2,8
2,4
cve %
3,1
3,5
7
1.118.401
218.684
899.717
Total de hectáreas
cultivadas
abandonadas
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Como se observa en el cuadro 7, los cultivos que la población no inscrita en el
RUPD se vio forzada a abandonar contaban con una superficie promedio menor a
la de aquellos incluidos en el registro oficial (2,4 has versus 2,8 has), lo cual refuerza
la tesis sobre las condiciones más desfavorables en las que se encontraba la población no inscrita en el registro.
Según se aprecia en el Cuadro 8, la población desplazada de la región de la Costa Atlántica, que se caracterizaba por tener el menor acceso a la tierra, fue la que se
vio despojada o forzada a abandonar un área mayor de cultivos, al punto de ascender hasta las 425.031 hectáreas, que representaron el 38% del área total de cultivos
usurpados o forzados a dejar en abandono.
Cuadro 8.
Dimensiones de los cultivos abandonados: promedio y total hectáreas por región
Región Andina Orinoquía - Amazonía
Chocó
Total
Región Atlántica
Promedio de hectáreas cultivadas
abandonadas
2,7
2,7
2,5
3,1
cve %
3,1
4,7
5,3
6,5
425.031
404.998
288.371
Total de hectáreas cultivadas
abandonadas
1.118.401
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Actividades económicas e ingresos antes del desplazamiento
Los cultivos
En conjunto, los hogares desplazados cultivaban productos típicos de la economía campesina colombiana. En efecto, cinco de los nueve productos cultivados
por la mayor parte de los grupos familiares desplazados son al mismo tiempo los
cinco principales cultivos sembrados por los campesinos colombianos: yuca, plátano, maíz, café y caña panelera (Cuadro 9). El arroz, que era cultivado por el 13%
de los grupos familiares desplazados, ha sido muy importante entre los pequeños
productores de varias regiones del país, en donde es trabajado manualmente (especialmente en la Costa Atlántica y en la Región Pacífica). Pero igualmente, como
es sabido, los pequeños productores cuentan con una participación importante en
el arroz mecanizado en la Región Andina (Valle del Magdalena), en la Orinoquía
y aun en la Costa Atlántica (Cuadro 10). Los otros productos que figuran entre los
más cultivados por la población desplazada, como el ñame, el café, el fríjol y el cacao, son también típicos de la economía campesina.
Cuadro 9.
Principales productos cultivados por los grupos familiares antes del desplazamiento y promedio
de hectáreas cultivadas
Tipo de cultivo
Yuca
cve %
Plátano
cve %
Maíz
cve %
Ñame
cve %
Café
cve %
Arroz
cve %
Fríjol
cve %
Caña
cve %
Cacao
cve %
Porcentaje de
grupos familiares
Promedio de
hectáreas
61,8
2,4
50,0
3,1
44,9
3,4
15,4
7,2
15,2
7,2
13,0
7,9
10,8
8,8
7,5
10,7
5,7
12,4
1,1
4,0
1,3
4,6
1,5
4,9
1,2
7,6
1,4
8,8
1,3
9,9
1,3
9,7
1,4
10,4
2,0
13,6
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Porcentajes calculados sobre el total de grupos familiares que tenían cultivos antes del desplazamiento. Tener en cuenta que un grupo
familiar generalmente dispone de más de un cultivo.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Cuadro 10. Principales productos cultivados adelantados por los grupos familiares antes del desplazamiento según regiones
Tipo de cultivos
Yuca
cve %
Plátano
cve %
Maíz
cve %
Ñame
cve %
Café
cve %
Arroz
cve %
Fríjol
cve %
Caña
cve %
Cacao
cve %
Tabaco
cve %
Total
Región Andina
61,8
2,4
50
3,1
44,9
3,4
15,4
7,2
15,2
7,2
13
7,9
10,8
8,8
7,5
10,7
5,7
12,4
4,3
14,4
49,9
5,1
55,3
4,6
30,2
7,8
33
7,3
8,8
16,5
14,4
12,5
14,1
12,6
10,2
15,1
Orinoquía,
Región Atlántica Pacífica,
Amazonía
71,1
3
27,2
7,8
62
3,7
32,2
6,9
15,2
11,2
11,6
13,2
65
4,7
82,8
2,9
38,6
8
4,2
30,3
13,6
16,1
4,3
29,9
10,3
14
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Porcentajes calculados sobre el total de grupos familiares que tenían cultivos antes del desplazamiento. Los espacios en blanco indican la
ausencia de cultivo en la región.
La yuca, el plátano y el maíz resultaron ser, en todas las regiones, los productos
que con mayor frecuencia cultivaban los grupos familiares desplazados (con la excepción del ñame, que en la Costa Atlántica ocupó el tercer puesto y que era cultivado por el 32,2% de los grupos familiares). Estos cultivos constituyen a la vez una
fuente de autoconsumo alimentario y de ingresos monetarios, y son, por lo tanto,
neurálgicos en la dinámica económica propia de la economía familiar rural.
La generación de ingresos por actividades agrícolas y extractivas
Las preguntas de la II ENV-2008 fueron formuladas de tal forma que, además
de dimensionarse las tierras cultivadas y los animales abandonados, fuera posible

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
precisar la extensión de los cultivos y el número de animales que los grupos familiares poseían antes del desplazamiento, con miras a estimar los ingresos que
percibían por sus actividades agropecuarias. Así mismo, la encuesta indagó por los
ingresos derivados de otras actividades.
El hecho más notorio consiste en que el ingreso familiar promedio de los grupos familiares con anterioridad a su desplazamiento se encontraba por encima de
la línea de pobreza (a precios de 2008). Como se aprecia en el Cuadro 11, la remuneración mensual promedio de estos grupos familiares, que ascendió a $1.325.683
(en pesos equivalentes del año 2008), era superior en cerca del 45% a la línea de
pobreza que se situaba en $917.42557.
Cuadro 11. Ingresos promedios percibidos por los grupos familiares antes de su desplazamiento
según tipo de actividades y por regiones. Pesos de 2008
Ingresos derivados de la actividad agrícola
cve %
Ingresos derivados de actividades pecuarias
cve %
Ingresos derivados de actividades agropecuarias
cve %
Ingresos derivados de actividades extractivas
cve %
Ingresos derivados de otros negocios
cve %
Ingeso laboral
cve %
Ingreso familiar
cve %
Línea de indigencia
Línea de pobreza
Total
Región Atlántica
Región Andina
Pacífica, Orinoquía
y Amazonia
1.051.528
3
285.418
2,5
987.762
2,5
688.668
6
840.295
7,3
279.409
2,2
1.325.683
2,3
440.069
917.425
991.467
4,8
293.792
3,9
934.215
3,9
493.279
11,7
745.823
12,9
230.076
3,6
1.188.887
3,8
457.689
954.157
993.524
5
224.793
4,2
903.275
4,1
823.852
9,7
781.418
12
289.287
3,6
1.255.539
3,8
440.898
919.152
1.251.220
6,3
371.926
5,2
1.225.300
5,2
713.922
10,2
1.023.695
12,9
348.274
4,7
1.680.497
4,8
413.024
861.042
Fuente: Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Promedios calculados sobre el total de grupos familiares que informaron que percibían cada tipo de ingresos antes del desplazamiento.
57
Las líneas de pobreza e indigencia se calcularon a partir del número de miembros que actualmente
tienen los grupos familiares, porque no se consideró viable obtener por medio de la encuesta este
dato para antes del primer desplazamiento. Hecho de esta manera, el cálculo pude introducir un
sesgo.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Es conveniente destacar que la población desplazada inscrita en el RUPD presentaba una situación más holgada, puesto que su ingreso familiar promedio superaba en cerca de un 54,8% la línea de pobreza, mientras que en el caso de la
población no registrada el ingreso familiar promedio se encontraba solamente un
14% por encima de la línea de pobreza (Cuadro 12).
Cuadro 12. Grupos familiares perceptores de ingresos e ingresos promedios percibidos por los grupos familiares antes de su desplazamiento según tipo de actividades y por inscripción al RUPD.
Pesos de 2008
Porcentaje de grupos familiares
perceptores de ingresos (*)
Ingreso
Total
Inscritos en No inscritos
el RUPD en el RUPD
Valor promedio de los ingresos (**)
Inscritos en No inscritos
el RUPD en el RUPD
Total
Ingresos derivados de la actividad
agrícola
43,2
46,0
35,2
cve %
2,6
2,8
6,4
3,0
3,4
6,9
Ingresos derivados de actividades
pecuarias
71,4
74,6
62,1
285417,5
297.577,8
243.673,3
cve %
1,5
1,5
3,7
Ingresos derivados de actividades
agropecuarias
77,7
80,7
69,0
987.762,0 1.056.984,7
756.411,5
cve %
1,2
1,3
3,2
2,5
2,8
5,5
Ingresos derivados de actividades
extractivas
13,9
14,5
12,0
688.668,0
689.691,0
685.141,0
cve %
5,7
6.4
12,8
6,0
6,7
13,4
Ingresos derivados de otros
negocios
9,6
10.3
7,7
840.295,0
871.937,0
720.169,0
cve %
7,0
7,7
16,3
7,3
8,2
16,0
Ingeso laboral
96,7
96,9
95,7
279.409,2
269.277,4
308.683,0
cve %
0,4
0,5
1,0
2,2
2,6
4,6
Ingreso familiar
91,8
91,7
92,0
1.325.682,9 1.423.980,3
1.044.640,4
cve %
0,7
0,8
1,4
1.051.528,0 1.103.231,6
2,3
856.282,1
2,7
4,8
* Calculado sobre el total de grupos familiares.
** Calculado sobre el total de grupos familiares que informaron ingreso en cada rubro.
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Al observar el Cuadro 11 se nota que el ingreso promedio más alto aportado
por un tipo de actividad ($1.051.528 del año 2008) provenía de la agricultura. Los
negocios (diferentes a las explotaciones agropecuarias y extractivas) generaban un
ingreso promedio también relativamente alto ($840.925), pero solamente el 9,6% de
los grupos familiares contaba con esta fuente de ingresos. Igualmente, los ingresos
generados por las actividades extractivas alcanzaban un nivel relativamente elevado ($688.668), al cual tenía acceso el 13,9% de los grupos familiares. En contraste,
los ingresos provenientes de actividades laborales (como obreros, empleados, etc.,
incluyendo el jornalero agropecuario por fuera de sus propias explotaciones) eran,
en promedio, relativamente bajos ($279.409). Éstas eran unas actividades masivamente recurrentes, comoquiera que el 96,6% de los hogares contaban con al menos
una persona perceptora de este tipo de ingresos.
La contribución al ingreso total de los grupos familiares, antes del desplazamiento, de las actividades relacionadas con la agricultura, la ganadería o la extracción de recursos naturales (por ejemplo la madera) derivados de sus explotaciones
por cuenta propia era extremadamente importante (bajo diversas formas de tenencia). De un lado, el 77,7% percibía ingresos provenientes de las actividades agropecuarias en sus propias explotaciones, y un 13,9% de sus ingresos se derivaban de
actividades extractivas (Cuadro 12). Para quienes están actualmente inscritos en el
RUPD, estas proporciones eran un poco más altas: 80,7% y 14,5%, respectivamente,
frente al 69,0% y el 12,0% para los no inscritos.
De otro lado, los ingresos agropecuarios, junto con los derivados de las actividades extractivas, aportaban el 68% de las ganancias de los grupos familiares antes
del desplazamiento Entre éstas, la contribución de las actividades agropecuarias
era bastante más elevada (59%) que la derivada de la de la extracción de recursos naturales que constituían, en promedio, el 9% del ingreso total de las familias
(Gráfico 12).
Pero lo más trascendental, de acuerdo con los datos del Cuadro13, es el hecho
de que los grupos familiares que percibían ingresos agropecuarios registraban un
ingreso familiar promedio superior en 49% a la línea de pobreza. Aquellos grupos
que no disponían de este tipo de recursos, no sólo contaban con un ingreso familiar
promedio inferior en 54% a la línea de pobreza, sino que se encontraban también
por debajo de la línea de indigencia58.
58
El ingreso agropecuario referido es el obtenido por el trabajo de la familia en tierras propias o
ajenas, y no incluye el derivado del jornaleo agrícola. Es decir, corresponde al aportado por el
sistema de producción agropecuario familiar (o si se quiere, por la unidad de explotación campesina).

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Gráfico 12. Composición del ingreso de los grupos familiares antes del desplazamiento por actividades
Agricolas
41%
Pecuarias
18%
Laborales
24%
Otros
negocios
7%
Actividades
extractivas
9%
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Para calcular la participación de cada rubro se ponderó el ingreso promedio (de cada rubro) por el porcentaje de hogares perceptores de
ingreso (de cada rubro).
Cuadro 13. Promedio de ingresos de los grupos familiares antes de su desplazamiento según percepción
de ingresos agropecuarios. Pesos de 2008
Percibían ingreso agropecuario
cve %
No percibían ingreso agrícola
cve %
No percibían ingreso agrícola ni pecuario
cve %
1.369.710
2,4
478.434
2,3
372.834
5,4
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Calculado sobre el total de grupos familiares que informaron cada rubro.
Es evidente, en conclusión, la importancia neurálgica que tenían los ingresos
derivados de las actividades relacionadas con la agricultura y la ganadería (mayor o
menor), de manera que puede afirmarse que, sin lugar a dudas, era gracias a la vinculación a este tipo de actividades que, en promedio, los grupos familiares podían
estar por encima de la línea de pobreza.
De otra parte, conviene señalar que en el balance de las actividades agrícolas
se computa el ingreso en especie correspondiente al autoconsumo de bienes agropecuarios provenientes de las explotaciones de los grupos familiares (Cuadro 14).
Estos bienes alimentarios se derivaban tanto de los cultivos que destinaban principalmente al mercado, como de ciertas actividades adelantadas con el fin exclusivo

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
de proveer al hogar. Como en casi todas las variables relacionadas con ingresos,
resulta que los grupos familiares que están inscritos actualmente al RUPD gozaban
de una situación un poco mejor. En este caso puede observarse que, mientras entre
los inscritos el 73,9% tenían autoconsumo, solamente el 62% de los no inscritos disponían de esta fuente alimentaria. La pérdida del autoconsumo es otro factor que
incide negativamente en la seguridad alimentaria, porque representa la pérdida de
estabilidad en el acceso a parte de la dieta alimenticia y nutricional.
Cuadro 14. Porcentaje de grupos familiares que tenían acceso al autoconsumo antes del desplazamiento
por regiones
Autoconsumo
Porcentaje de grupos familiares que tenían
acceso a autoconsumo de alimentos
procedentes de su actividad agropecuaria
cve %
Porcentaje de grupos familiares que no
tenían acceso a autoconsumo de alimentos
procedentes de su actividad agropecuaria
Total de grupos
Total de grupos familiares Total de grupos familiares
familiares de
de personas desplazadas de personas desplazadas
personas desplazadas inscritas en el RUPD
no inscritas en el RUPD
70,8
73,9
62,0
1,5
1,6
3,7
29,2
26,1
38,0
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Para concluir, es preciso resaltar que una alta proporción de los grupos familiares desplazados tenían mayoritariamente una economía basada directamente en
el trabajo de la tierra y la explotación de recursos naturales. En otras palabras, eran
básicamente campesinos y su organización económica les garantizaba ingresos sustancialmente mayores a los que perciben actualmente.
Desplazamiento y pérdida de condiciones para la generación de
ingresos
Como se observa en el Gráfico 13, el 49,0 % de los grupos familiares que componen la población desplazada registraban ingresos familiares mensuales por
encima de la línea de pobreza con antelación a su desplazamiento, mientras que
actualmente tan sólo el 3,4% de los mismos se encuentran en esta situación. Visto
de otra forma, la pobreza habría pasado del 51,0% al 97,6%, y la indigencia del
31,5% al 80,7%.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Gráfico 13. Porcentaje de grupos familiares según líneas de pobreza e indigencia por inscripción al RUPD
No pobres
70
60
50
51,3
49
42,5
40
30
20
3,4
10
0
Total
3,6
RUPD
2,9
No RUPD
70
Pobres
60
50
40
30
20
19,5
15,9
18,6
15,4
22,1
17,2
10
0
Total
RUPD
No RUPD
100
90
80,7
Indigentes
80
79,9
81,0
70
60
50
40
30
31,5
30,1
35,4
20
10
0
Antes del desplazamiento
Después del desplazamiento
Fuente: Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID–UN.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Gráfico 14. Porcentaje de grupos familiares según líneas de pobreza e indigencia por regiones
60.0
50.0
Pobres
Porcentaje
40.0
30.0
20.0
19,5%
21,0%
15,9%
13,4%
20,1%
16,4%
16,3%
19,3%
10.0
0.0
Total
Región Atlántica
Región Andina
Región Pacífica,
Orinoquía,
Amazonía
80.0
No pobres
Porcentaje
70.0
60.0
50.0
61,4%
49,0%
46,1%
44,6%
40.0
30.0
20.0
10.0
0.0
3,4%
Total
Región Atlántica
Región Andina
100.0
90.0
84,3%
80,7%
80.0
5,0%
3,6%
2,3%
Región Pacífica,
Orinoquía,
Amazonía
80,0%
75,7%
Porcentaje
Indigentes
70.0
60.0
50.0
40.0
30.0
34,4%
31,5%
33,8%
22,3%
20.0
10.0
0.0
Total
Región Atlántica
Antes del desplazamiento
Región Andina
Región Pacífica,
Orinoquía,
Amazonía
Después del desplazamiento
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Así, una de las consecuencias más relevantes del desplazamiento es haber deteriorado de forma radical los niveles de ingreso de los grupos familiares desplazados
y, consecuentemente, haber postrado a un amplio sector de familias colombianas
en la pobreza y en la indigencia. Las consecuencias sobre los niveles de pobreza y
miseria actuales de la sociedad están por establecerse, pero es evidente que este
impacto es de magnitudes significativas.
Como se ha visto, una alta proporción de los grupos familiares desplazados
estaban vinculados al campo y tenían actividades agropecuarias que les suministraban ingresos monetarios y en especie. Significa lo anterior que el desplazamiento, al
tiempo que produjo un cambio drástico en su forma de vida, al pasar de un medio
rural a un medio urbano, los privó de la posibilidad de ejercer parte de las actividades para las cuales habían desarrollado sus capacidades.
En general, los agricultores adquieren un alto grado de destrezas y conocimientos para el manejo de actividades agropecuarias y extractivas por fuera de la
educación formal. Estas capacidades se adquieren por medio de la comunicación
intergeneracional y de la circulación de información y conocimientos entre los productores mismos (entre vecinos, la mayor parte de los casos), y entre los productores y los extensionistas, los promotores rurales y otros agentes que intervienen en
los encadenamientos de los sistemas de producción-transformación-distribución
de los bienes agropecuarios (forestales, pesqueros etc.). Forman parte también de
tales interacciones los agentes que ofrecen insumos, créditos y otros servicios, así
como las organizaciones públicas y privadas que intervienen directa o indirectamente en la economía agropecuaria y en el desarrollo rural.
Con el desplazamiento del medio rural al urbano al que fueron sometidos, los grupos familiares perdieron la posibilidad de utilizar esas capacidades para generar ingresos
suficientes. Esta dificultad radica en el hecho de que en el medio urbano la demanda de
trabajo, una de cuyas variables fundamentales es el grado de educación formal, normalmente no es compatible con los perfiles del campesinado, y, ante todo, en las restricciones con que cuentan los desplazados en este medio para desarrollar actividades rentables
por cuenta propia, que eran aquellas que les generaban los mayores niveles de ingreso en
el ámbito rural. No debe perderse de vista, de una parte, que los ingresos laborales en el
campo eran considerablemente inferiores al salario mínimo legal ($279.409,2 en pesos
de 2008), y de otra, que las actividades por cuenta propia que realizan en el medio urbano generan ingresos sustancialmente inferiores a los que generaban dichas actividades
en el campo ($332.897 versus $987.762 de las actividades agropecuarias, $688.688 de las
extractivas y $840.295 de las derivadas de otros negocios)59.
59
El ingreso de los independientes por grupo familiar se estimó a partir de la II Encuesta Nacional de
Verificación.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Indemnización de los perjuicios de orden material: reparación del
daño emergente y el lucro cesante
Uno de los elementos constitutivos y a tener en cuenta como criterio de realización del derecho a la reparación es la indemnización. Frente a los actos ilícitos ha
sido reconocida la importancia de esta medida para subsanar el daño causado, ya
sea por generación de perjuicios materiales o inmateriales. La indemnización permite compensar con un bien útil, universalmente apreciado –el dinero–, la pérdida
o el menoscabo de un bien de la misma naturaleza, e incluso de una diferente que
no es posible reponer o rescatar conforme a su propia naturaleza60.
Varios instrumentos del sistema universal de derechos humanos disponen que
las indemnizaciones han de concederse a la víctima en forma apropiada y proporcional a la gravedad de la violación y a las circunstancias de cada caso. La indemnización bajo los parámetros universalmente reconocidos se refiere a la compensación
por todo perjuicio sobreviniente a una violación, perjuicio susceptible de ser avaluado económicamente. Y comprende el lucro cesante o lucrum cessans, y el daño
emergente damnum emergens. La indemnización debe conferirse en casos de daño
físico o mental, frente a la pérdida de oportunidades y a la ocasión de daños materiales y pérdida o menoscabo de ingresos. Comprende tanto los daños a la reputación o a la dignidad, como los gastos en los que la víctima incurra, relacionados con
necesidades de apoyo u orientación, como la asistencia jurídica o de otra experticia,
la adquisición de medicinas u otro tipo de servicios o asistencia médica.
Con respecto a la indemnización, la Corte Interamericana de Derechos Humanos, CIDH, ha formulado dos importantes principios: i) debe proveerse en “términos suficientemente amplios para compensar, en la medida de lo posible, la pérdida
sufrida”, y ii) tiene naturaleza compensatoria –dirigida a la víctima que ha sufrido
lesión–, y no carácter punitivo. Por esta razón, se excluyen de ella los llamados punitive damages61, asociados más a la figura de una multa que a la de una reparación.
60
García R., S., “La jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en Materia de
Reparaciones”. En Corte Interamericana de Derechos Humanos, La Corte Interamericana de Derechos Humanos. Un cuarto de siglo: 1979-2004, 2005.
61
Los punitive damages son una institución del Common Law de origen británico. Se trata de una
pena privada que se impone en un proceso civil al causante doloso o gravemente negligente de un
daño, por una suma muchas veces superior a la de la indemnización puramente compensatoria.
Ver: Coderch, P.S., “Punitive Damages”, Indret. Revista para el Análisis del Derecho, Barcelona,
2000.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Para preservar el carácter integral de la indemnización, la CIDH ha establecido
criterios para su cubrimiento, como, por ejemplo, la estandarización de equivalencia en una moneda dura, la exención de cargas tributarias o el establecimiento de
pago de sumas líquidas o netas, la provisión de condiciones y recursos que permitan un acceso efectivo a la justicia, y un acompañamiento y asistencia legal reales
durante el proceso y hasta su culminación62.
La noción de daño. Discusiones en torno a la indemnización
El daño es el elemento primordial adscrito a cualquier proceso de responsabilidad. Si no existe daño, aun cuando se configure una falla en el servicio, el estudio
de la responsabilidad se torna inoficioso. También sucede que existiendo daño no
exista responsabilidad atribuible o imputable a una persona jurídica o natural. En
otras palabras, el daño es el elemento primordial para la determinación de la responsabilidad, pero no el único. En suma, el daño es la causa de la reparación y la
reparación es la finalidad última de la responsabilidad civil.
Se plantea además en el ámbito jurídico una distinción entre los conceptos de
daño y perjuicio. El daño es definido como un hecho, como toda afrenta a la integridad de una cosa, de una persona, de una actividad o de una situación. El perjuicio, por su parte, está constituido por el conjunto de elementos que se generan
para la víctima como consecuencia del daño ocasionado. Mientras el daño es un
hecho que se constata, el perjuicio es, al contrario, una noción subjetiva apreciada
en relación con una persona determinada63. Pese a que los términos se utilizan de
manera indistinta, de acuerdo con algunos autores la diferenciación entre daño y
perjuicio se hace importante en la medida en que vuelve visibles dos consecuencias
relevantes. La primera es que el patrimonio individual no sufre el daño sino el perjuicio proveniente del daño ocasionado, y en tal sentido lo que se indemniza es el
perjuicio recibido. La segunda es que existen perjuicios que no necesariamente se
causan al patrimonio de quien demanda resarcimiento. Es decir, que la posibilidad
de recibir dicho resarcimiento no radica sólo en cabeza del propietario, sino también del ser humano como titular de derechos colectivos.
62
Ver, entre otros, García R., op. cit.
63
Bénoit, F.P., Essai sur les conditions de la responsabilité en droit public et privé (Problemes de casualité et dímputabilité), FCP, 1957, I, p. 1351, citado por: Henao, J.C., El daño. Análisis comparado de
la responsabilidad extracontractual del Estado de derecho colombiano y francés, Buenos Aires:
Editorial Universidad Externado de Colombia, 1998.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
A su vez, una clasificación racional de los diversos rubros del perjuicio reconocidos por la jurisprudencia permite señalar que existen dos tipos de perjuicios:
los materiales y los no materiales o inmateriales64. Contrario a los inmateriales, los
perjuicios materiales son aquellos que atentan contra bienes o intereses de naturaleza económica, es decir, bienes medibles o mesurables en dinero. En el derecho colombiano se clasifican dentro de los perjuicios materiales tanto el daño emergente
como el lucro cesante.
El daño emergente es entendido como las consecuencias patrimoniales que derivan de la violación, en forma directa: un detrimento y/o una erogación más o
menos inmediatos, y en todo caso cuantificables65. Se configura el daño emergente
cuando un bien económico sale o saldrá del patrimonio de la víctima; y el lucro cesante se produce cuando un bien económico que debía ingresar a dicho patrimonio
en el curso normal de los acontecimientos, no ingresó ni ingresará [Henao, 1998].
Así definido, el lucro cesante corresponde a la ganancia frustrada, a los intereses no
percibidos o a la utilidad esperada y no obtenida.
Tanto el daño emergente como el lucro cesante pueden ser presentes o futuros,
dependiendo del momento en que se adelante la apreciación del daño. Así mismo,
estas dos expresiones del perjuicio material se subdividen en daño a la persona y
daño a los bienes. Aun cuando los dos casos son de la mayor importancia tratándose del análisis de condiciones y criterios para la reparación de las víctimas del
desplazamiento forzado, es objetivo y pertinente adelantar un análisis sobre el daño
emergente y el lucro cesante cristalizados en la lesión a bienes.
La reparación del daño que se produce sobre bienes comporta una indemnización de todos los rubros que sean consecuencia del hecho dañino, y cuyo restablecimiento permita volver a la situación que antecedía al daño, o por lo menos
a la que más se le parezca. Indemnizar tiene el propósito de permitir a la víctima
reemplazar el bien, repararlo o volver a estar en posesión de los recursos que hubo
de invertir para recuperarlo. En todo caso, la reparación del daño emergente se determina por el nivel de afectación del bien.
Cuando la destrucción del bien es total, se debe reconocer su valor equivalente
en dinero o “el valor de reemplazo”, como lo ha denominado el Consejo de Estado.
Genera la misma consecuencia de pérdida total el que el bien haya sufrido una
64
Esta clasificación resulta más comprehensiva y clara que la distinción establecida entre perjuicios
morales y perjuicios materiales, por cuanto la jurisprudencia reciente ha incorporado el resarcimiento sobre perjuicios que no son de orden material, pero que tampoco encajan en la clasificación de perjuicios morales, por ejemplo: perjuicios fisiológicos o a la vida de relación. Ibíd.
65
Corte Interamericana de Derechos Humanos, citado supra.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
inundación, el que haya sido ocupado por un trabajo público o el que haya sido
objeto de una invasión, pues en tales circunstancias los efectos se asimilan a los de
una expropiación.
Si, por el contrario, la destrucción es parcial, el juez debe reconocer como daño
emergente el valor en dinero de las reparaciones necesarias para que el bien cumpla
de nuevo las funciones que cumplía en la situación anterior. En este caso, el valor
de la reparación equivale al valor de la reconstrucción para que el bien afectado
recupere su estado anterior y su funcionalidad.
En términos procesales, quien acude a imputar responsabilidad por un daño
sufrido debe probarlo. No obstante, en algunas ocasiones el juez colombiano ha
hecho uso de algunas presunciones que determinan un alivio en la carga de la prueba que recae sobre el afectado. Por ejemplo, ha presumido un lucro cesante en los
casos de lesión o fallecimiento de una persona.
La definición de daño emergente y lucro cesante en el ordenamiento civil colombiano se encuentra contenida en el artículo 1614 del Código Civil:
Entiéndese por daño emergente el perjuicio o la pérdida que proviene de no haberse
cumplido la obligación o de haberse cumplido imperfectamente, o de haberse retardado su
cumplimiento; y por lucro cesante, la ganancia o provecho que deja de reportarse a consecuencia de no haberse cumplido la obligación, o cumplida imperfectamente, o retardado su
cumplimiento.
Al respecto, la Corte Suprema de Justicia ha sostenido en su jurisprudencia que:
El daño emergente abarca la pérdida misma de elementos patrimoniales, los desembolsos
que hayan sido menester o que en el futuro sean necesarios y el advenimiento de pasivo,
causados por los hechos de los cuales trata de deducirse la responsabilidad; en tanto que el
lucro cesante, cual lo indica la expresión, está constituido por todas las ganancias ciertas
que han dejado de percibirse o que se recibirán luego, con el mismo fundamento de hecho.
Y la pretensión indemnizatoria ha de conformarse a esta clasificación y ubicar adecuadamente los varios capítulos de la lesión66.
Para la Corte Suprema de Justicia,
la imposibilidad de empleo de un bien útil, con el que se han venido satisfaciendo ciertas
necesidades, permite conjeturar la presencia de un daño, que se establecerá, probando,
además de ese antecedente, la cesación de ganancias por la suspensión o la merma de la
66
Ver, entre otras: Corte Suprema de Justicia. Sala de Casación Laboral. Sentencia CSJ 22656. 2005.
M.P. Isaura Vargas Díaz; Sentencia CSJ 22868. 2005. Magistrado ponente: Francisco Javier Ricaurte
Gómez.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
actividad productiva, o el desembolso que hubo de hacerse para procurar un medio sustitutivo del perdido temporal o definitivamente. En el primer caso se trata de lucro cesante,
mientras que en el segundo, de daño emergente.
Por esta razón, es importante distinguir entre la determinación del valor del
daño emergente y aquel que se origina como lucro cesante. En el primer caso, la
pérdida de elementos patrimoniales, los desembolsos que se hayan requerido, o
que en el futuro se determinen como necesarios, y la generación de un pasivo,
como consecuencia de los hechos de los que se imputa responsabilidad, son determinables a través de un análisis que utiliza las técnicas contables y financieras.
Para determinar el valor de la indemnización total por lucro cesante deben
analizarse circunstancias especialísimas del caso concreto. No sólo debe tenerse en
cuenta la entidad de los daños o afectaciones sufridas, sino las propias circunstancias sociales, económicas y personales que rodean a la víctima, lo cual, de por sí, determina una gran complejidad a la hora de establecer los montos correspondientes.
En sentencia de casación civil del 4 de marzo de 1998, la Corte Suprema señaló:
Sea lo primero advertir que salvo contados eventos de verdadera excepción en que legislaciones especiales, acudiendo a criterios de cálculo abstracto de ordinario justificados por la
existencia de un tráfico de bienes y servicios que lleva a cabo el empresario damnificado,
establecen alternativas indemnizatorias fundadas en la presunción de las condiciones que
deben concurrir para que pueda tenerse por configurada la pérdida de una ganancia esperada, nunca ha sido tarea fácil demostrar detrimentos económicos de esta naturaleza y su
real extensión, pues a diferencia de lo que sucede con el “daño emergente” que por definición, en tanto referido siempre a hechos pasados, tiene una base firme de comprobación, el
lucro cesante, al decir de los expositores, “[...] participa de todas las vaguedades e incertidumbres propias de los conceptos imaginarios [...]”, toda vez que “[...] el único jalón sólido
de razonamiento es la frustración de aquellos hechos de que hubiera brotado con seguridad
la perdida ganancia, de no haberse interpuesto el evento dañoso. Pero siempre cabrá la
duda, más o menos fundada, de si, a no ser esa, otra circunstancia cualquiera hubiera
venido a interrumpir el curso normal de las cosas. Sería demasiado severo el derecho si
exigiese al perjudicado la prueba matemática irrefutable de que esa otra posible circunstancia no se habría producido, ni la ganancia hubiera tropezado con ningún otro inconveniente. Mas, por otra parte, la experiencia constante nos enseña que las demandas de
indemnización más exageradas y desmedidas tienen su asiento en ese concepto imaginario
de las ganancias no realizadas. Incumbe, entonces, al derecho separar cuidadosamente
estos sueños de ganancia [...] de la verdadera idea de daño.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
La complejidad de la determinación del lucro cesante se funda en la imposibilidad de asegurar con absoluta claridad cómo habrían transcurrido los acontecimientos si no hubiera ocurrido el hecho generador de daño. Debido a ello, no
ha quedado alternativa distinta a la de acudir a “juicios de probabilidad objetiva
elaborados hipotéticamente tomando como referencia procesos causales en actividades análogas, juicios que en consecuencia, no deben confundirse con la existencia de simples posibilidades más o menos remotas de realizar ganancias puesto
que, para los fines de la indemnización del daño en la forma de lucro frustrado, el
ordenamiento jurídico no tiene en cuenta quiméricas conjeturas en cuanto tales
acompañadas de resultados inseguros y desprovistos de un mínimo de razonable
certidumbre”67.
Una estimación del daño emergente y el lucro cesante ocasionados por
la usurpación o el abandono forzado de los bienes de la población
desplazada
En esta sección se realiza la estimación del daño emergente y del lucro cesante
derivados de la usurpación o el abandono forzado de los bienes de la población
desplazada. Por daño emergente se entiende el valor que tendrían dichos bienes
a precios de 2008, y por lucro cesante la suma del ingreso dejado de percibir por
los grupos familiares que abandonaron sus fuentes de ingreso en el periodo comprendido entre la fecha de su primer desplazamiento y el año 2008, es decir, bajo el
entendido de que el resarcimiento se produciría en 2008.
Daño emergente
Como se explica en el Anexo metodológico, la estimación del daño emergente
comprende los rubros de: (i) tierra; (ii) otros bienes raíces distintos de tierra, tales
como casas casa-lotes, lotes, bodegas, locales etc.; (iii) animales, comprendiendo
sólo a vacas y equinos por considerarse que el resto de especies forman parte del
capital de trabajo de las actividades agropecuarias; y (iv) bienes muebles, entre los
que se encuentran no sólo los muebles del hogar, sino también la maquinaria, las
herramientas y los medios de transporte. Es pertinente señalar que los estimativos
de valoración de los bienes tuvieron un carácter “conservador”, con el fin de evitar
una sobreestimación de la pérdida patrimonial a precios actuales.
67
Centro Interamericano Jurídico Financiero, concepto OFCTCP/070, Bogotá, 2005, en www.cijuf.
org.co

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En el caso de la tierra, la valoración partió de la información del IGAC para el
conjunto del país, con excepción de Antioquia, caso en el cual la información fue
suministrada por la Gobernación de dicho departamento. Los valores catastrales
fueron indexados a precios de 2008, con base en el índice de precios al consumidor
de vivienda para ingresos bajos, y luego fueron ajustados bajo la hipótesis de que el
valor catastral de cada predio equivalía al 60% de su valor comercial.
La información sobre precios de los otros bienes raíces que se preguntó directamente a los encuestados fue depurada para excluir de la base de datos a aquellos
informantes que manifestaron contar con propiedades con extensiones mayores a
una hectárea, o que valoraron su propiedad en una cifra superior a los $100 millones. Para actualizar los precios a 2008 se empleó igualmente el índice de precios al
consumidor de vivienda para ingresos bajos68.
En el caso del ganado bovino, la valoración de los animales se realizó con base
en el cruce de información de Fedegán con reportes de personas que conocen sobre precios del ganado, a fin de ajustarla a las “condiciones campesinas” y evitar
sobreestimaciones. Para equinos se hizo una consulta con expertos que informaron
sobre el valor de estos animales en condiciones de economía campesina.
Finalmente, para los muebles de hogar se estimó el costo de reposición para
una familia estándar de cinco personas con base en un sondeo adelantado en el
municipio de Barbosa (Santander).
Como se aprecia en el Cuadro 15, la pérdida de la tierra configura un daño
emergente que se ha calculado en un poco más de $7,4 millones (pesos del año
2008) en promedio para cada grupo familiar que efectivamente abandonó tierras
como consecuencia del desplazamiento forzado. Cuando se considera además de la
tierra el conjunto de bienes abandonados, esta cuantía sube a cerca de $13,6 millones en promedio para los grupos familiares que abandonaron algún bien. El valor
promedio de los muebles perdidos puede parecer aparentemente alto ($4,4 millones del año 2008), pero debe considerarse, de una parte, que este valor debe corresponder al costo de reposición de los enseres domésticos perdidos y no a su valor
comercial en el momento del desplazamiento, que podría ser mucho más bajo si se
piensa que estos objetos estaban depreciados por el uso, y, de otra parte, que incluyen bienes de mayor valor, como maquinaria y medios de transporte.
68
A estos grupos se les asignó el valor promedio de los bienes raíces distintos de los rurales, estimado
sin tener en cuenta aquellos cuyo valor reportado fue superior a $100 millones o su área mayor a
una hectárea.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Cuadro 15. Promedio del daño emergente ocasionado a los grupos familiares desplazados según tipo
de bienes abandonados. Pesos 2008
Tipo de bien
Tierras
cve %
Otros bienes raíces
cve %
Animales
cve %
Bienes muebles
cve %
Total bienes
abandonados
cve %
Total
Inscritos en el RUPD
No inscritos en el RUPD
7.409.883.0
3,2
13.598.727.0
5,6
6.748.665,0
3,5
4.443.171.0
2,4
7.712.274.0
3,5
14.218.572.0
6,5
6.847.855,0
3,9
4.666.284.0
2,7
6.276.478.0
7,2
11.733.952.0
11,5
6.330.018.0
9,0
3.781.381.0
4,9
13.591.174.0
14.625.906.0
10.546.153.0
2,3
2,7
4,9
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Nota: Calculado sobre el total de grupos familiares que informaron cada uno de los rubros.
El daño emergente total promedio para cada grupo familiar por concepto de
pérdida de bienes se estimó en cerca de $8,4 billones (pesos del año 2008), de los
cuales el 67% corresponden a la población desplazada inscrita en el RUPD (Cuadro
16). Esta suma equivale al 1,96% del producto interno bruto, a precios corrientes
del 2007. El valor precisa el monto de la pérdida patrimonial de las familias desplazadas, que significa a la vez una precarización de la calidad de vida y un deterioro
extremo de sus posibilidades de generar ingresos.
Cuadro 16. Valor total del daño emergente de los grupos familiares causado por el desplazamiento a junio de 2008 (Billones $ de 2008)
Tipo de bien
Tierras
Otros bienes raíces rurales
Animales
Bienes muebles
Total bienes abandonados
Total
Población RUPD
Población no RUPD
2,5
1,6
1,8
2,8
8,4
1,9
1,1
1,4
1,9
5,6
0,7
0,5
0,4
0,9
2,8
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
De otra parte, el Cuadro 16 pone de presente la precaria indemnización que
se pretende otorgar a la población desplazada, de aprobarse el proyecto de ley de
víctimas que iba a someterse a debate en la última legislatura del 2008. El proyecto
sólo contempla la indemnización por concepto de tierras y otros bienes raíces, dejando de lado aquella relativa a los bienes muebles y a los animales, que en conjunto
representan cerca del 55% de la pérdida patrimonial de la población desplazada.
Lucro cesante
La estimación del lucro cesante también se realizó de manera conservadora, al
haber considerado para tal efecto solamente los ingresos dejados de percibir por
concepto de las tierras y los otros bienes raíces no rurales usurpados o forzados
a dejar en abandono por parte de la población desplazada. Debe tenerse en cuenta, además, que no se tuvo en cuenta el ingreso neto procedente de los cultivos
de frutas y hortalizas, con excepción de los de banano y plátano, por considerar
que la información correspondiente a estos cultivos está basada en explotaciones
comerciales con tecnologías avanzadas, que dista mucho de la estructura de la producción campesina de estos bienes. A estos cultivos se les asignó el promedio del
ingreso neto del total de los cultivos reportados en la encuesta. Este factor puede
en alguna medida tender a subestimar el lucro cesante, en el caso en que algunos
de los cultivos de estos productos se hubieran estado desarrollando con tecnologías
avanzadas.
La tierra, además de activo patrimonial, constituye un medio de producción
(o activos fijos productivos), que con el desplazamiento dejó de generar ingresos
a los grupos familiares. En consecuencia, para calcular el lucro cesante de la tierra abandonada (o usurpada) se proyectaron los ingresos agropecuarios dejados de
recibir por cada grupo a partir del momento en que abandonó sus tierras hasta el
año 2008, lo cual ascendería a una suma cercana a los $42,4 billones (del año 2008)
(Gráfico 15).
De otra parte, el lucro cesante correspondiente a los demás bienes raíces rurales se estimó de acuerdo con el ingreso potencial que se hubiera generado por
su hipotético arrendamiento. El valor de este arrendamiento se calculó a partir de
los parámetros del mercado de vivienda, que en general sostienen que el canon
de arrendamiento de un bien raíz diferente de la tierra es del orden del 1% mensual de su valor comercial. Si al lucro cesante por concepto de la tierra se adiciona
el correspondiente a los demás bienes raíces, se obtiene que los grupos familiares
desplazados dejaron de percibir ingresos por un monto equivalente a $44,6 billones
(del año 2008) (Gráfico 15). De esta cifra, el 81,8% corresponde a la población desplazada inscrita en el RUPD y el 19,2% a la no inscrita.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Gráfico 15. Valor total del lucro cesante de los grupos familiares causado por el desplazamiento a junio
de 2008 (Billones $ de 2008)
Total 49.72
Total 44.61
Billones de pesos
60
30
0
1.60
1.38
47.48
42.43
Lucro cesante
Lucro cesante con DTF
Tierra
Otros bienes raíces
Fuente: II Encuesta Nacional de Verificación de los Derechos de la Población Desplazada. Julio-agosto 2008. Comisión de Seguimiento y CID-UN.
Conviene anotar, sin embargo, que este valor no considera el costo de oportunidad del dinero dejado de percibir a través del tiempo, razón por la cual es preciso
ajustarlo utilizando el rendimiento de los depósitos a término fijo (tasa efectiva
anual de los DTF a 90 días reportada por el Banco de la República). De esta forma,
tal como se muestra en el Gráfico 15, el lucro cesante ajustado por el rendimiento
de los depósitos en consideración ascendería a la suma de $49,72 billones (del año
2008), cifra que equivale al 11,6% del producto interno bruto a precios corrientes
del 2007.

POLÍTICAS Y ACCIONES DEL ESTADO
EN MATERIA DE ACCESO
A TIERRAS, PROTECCIÓN DE BIENES
Y REPARACIÓN PARA LAS VÍCTIMAS
DEL DESPLAZAMIENTO
El desarrollo de este capítulo responde a cuatro propósitos básicos. El primero es el
de examinar el desarrollo normativo y el carácter de la política de acceso a tierras
para la población desplazada, e identificar si se ha orientado o no hacia un enfoque de reparación. El segundo es exponer los avances alcanzados en términos del
esfuerzo presupuestal, la ejecución y el impacto con la aplicación de dicha política.
En tercer lugar, exponer de manera breve los resultados alcanzados con la aplicación de la política pública de protección de bienes de la población desplazada. Y, en
cuarto lugar, esbozar los desarrollos normativos y de política pública hasta ahora
alcanzados en materia de reparación de los derechos de la población desplazada
como víctimas de un delito.
Sobre el carácter de las políticas de acceso a tierras para la
población desplazada
Durante los últimos once años el Estado colombiano ha formulado y aplicado
un conjunto de políticas dirigidas de manera específica a la atención de la población víctima del desplazamiento forzado. Las políticas de acceso a tierras y a medios productivos no han quedado fuera de dicho marco, y en este transcurso la
población desplazada ha pasado de acceder por vía de analogía a beneficios dirigidos a población vulnerable en general, a contar con titularidad específica, gracias a
las normas y políticas particularmente creadas en su beneficio. No obstante, y pese
al carácter de víctima de crímenes atroces que tiene la población desplazada, estas
políticas no se articulan al marco de la justicia transicional y de los derechos a la
verdad, la justicia y la reparación. De acuerdo con Uprimny y Saffon [2008],

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
a pesar de que las políticas públicas en materia de desplazamiento forzado y de justicia
transicional tienen tantos puntos en común y por ende parecerían tender a complementarse y a estar estrechamente vinculadas, lo que ha sucedido es justamente lo contrario.
Tanto en su formulación como en su implementación, cada una de dichas políticas ha invisibilizado a la otra, hasta el punto de desarrollarse con total independencia y sin tener en
cuenta las categorías conceptuales y especialmente los derechos consagrados por la otra69.
El acceso a tierras para la población campesina desplazada en Colombia, en
el marco de una política social para la población vulnerable en esta materia, fue
definido a través del Decreto 2217 de 1996. La norma determinó la creación de un
programa especial de adquisición de tierras en beneficio de población campesina
desplazada por la violencia, de la que tuviera la condición de deportada de países
limítrofes y de aquella que se hubiera visto afectada por calamidades públicas naturales. El decreto respondía al mismo espíritu con el que procedían otros tipos de
atención a población desplazada (por ejemplo, atención humanitaria, salud, albergue), y no era otro que su reconocimiento como víctima de eventos catastróficos,
mas no de una violación a los derechos humanos generadora del deber de reparar.
Para el caso, entre otras normas, se encontraban vigentes la Ley 104 de 1993, las resoluciones 1591 y 1602 de mayo de 1995, y el Conpes 2804, expedido en septiembre
de 1995.
Posteriormente, la Ley 387 de 1997, estatuto sobre el desplazamiento forzado,
consagró en su artículo 19.1 que el Instituto Colombiano para la Reforma Agraria
(Incora; hoy Incoder), “debía adoptar programas y procedimientos especiales para
la enajenación, adjudicación y titulación de tierras, y líneas especiales de crédito,
dando prelación a la población desplazada”. Señaló, además, que el Incora “llevaría
un registro de los predios rurales abandonados por los desplazados por la violencia
e informaría a las autoridades competentes para que procedieran a impedir cualquier acción de enajenación o transferencia de títulos de propiedad de estos bienes,
cuando tal acción se adelante contra la voluntad de los titulares de los derechos respectivos”. Adicionalmente, consagró la obligación del Incora de formular programas para que, a cambio de dejar en manos del Estado las tierras abandonadas, los
desplazados por la violencia pudieran obtener predios de características similares
en otros lugares del país.
Con estas disposiciones, la Ley 387 de 1997 respondía a las normas y principios
constitucionales que consagran el deber del Estado de promover el acceso progresi69
Uprimny y Saffon, Reparación integral, atención humanitaria y política social…, op. cit.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
vo de los trabajadores agrarios a la propiedad de la tierra, así como al carácter social
que la Constitución otorgó a la función de la propiedad. Propendía además por la
seguridad en la tenencia, y por la protección y la restitución de los bienes de los
desplazados, sin que la perspectiva fuera la de reparar.
Como reglamentario de la Ley 387, en el año 2000 fue expedido el Decreto
2569, el cual, en su artículo 26, incluía entre los componentes de los programas de
estabilización socioeconómica, el acceso a tierras con fines productivos, señalando
al respecto que, en procura de satisfacer los derechos vulnerados en tal materia, serían beneficiarias de carácter preferencial las personas que al momento del desplazamiento, previa verificación de la Red de Solidaridad Social, contaran con derecho
de propiedad o posesión sobre un lote de terreno o una vivienda. Sin embargo, lo
que inicialmente se planteaba en la Ley 387 como una medida con un propósito
más amplio y especial, se traduce en el decreto como una oferta de auxilios o apoyos limitados y focalizados, propios de una política social general, especialmente
cuando en su artículo 27, al referirse a los conceptos con base en los que se distribuirán los montos de la ayuda en materia de estabilización socioeconómica, la norma incluye el subsidio para tierra en lugar de adjudicaciones de tierra, tal y como
lo planteara la ley.
Luego, en el año 2001, los artículos 7, 17 y 19 de la Ley 387 de 1997 son reglamentados a través del Decreto 2007, en referencia particular a la protección de los
bienes patrimoniales de la población desplazada y a la prevención del desplazamiento. Si bien en la actualidad las actividades y gestiones de la estructura institucional desarrollada para salvaguardar la vigencia del decreto y su eficacia vienen
articulándose de manera paulatina al debate y al marco de acción para la reparación, ello se produce básicamente como respuesta a la dinámica político-administrativa del tema y al impulso jurídico y social que ha tenido el mismo proceso.
Efectivamente, la reparación no constituía, por lo menos no de manera expresa,
un objetivo principal dentro de los planteamientos iniciales que dieron origen al
Proyecto Acción Social - Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada (PPTP). Tal y como lo ha señalado Acción Social, el proyecto se planteó
como objetivo general en su primera fase (2003-2005), “el diseño y la validación
de metodologías, procedimientos, rutas operativas e instrumentos técnicos, legales,
institucionales y comunitarios, necesarios para proteger los derechos patrimoniales
de la población rural desplazada o en riesgo, con el fin de mitigar los impactos del
desplazamiento, disminuir la vulnerabilidad de la población afectada, facilitar su estabilización socioeconómica y lograr el fortalecimiento del tejido social” (el énfasis es
nuestro). Sin embargo, en su informe de 2005, el proyecto señaló como fundamentos para el desarrollo de su segunda fase, los nuevos retos que planteaba el contexto

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
de políticas públicas de atención al desplazamiento forzado, y aquel definido por la
aplicación de la Ley de Justicia y Paz, especialmente en lo que se relacionaba con el
marco de reparación de las víctimas y la restitución de sus bienes abandonados por
la violencia70.
Las medidas dispuestas en el Decreto 2007 de 2001, se dirigen, en primer lugar,
a evitar los desplazamientos en aquellos casos en los que la pretensión principal es
despojar; y, en segundo lugar, a impedir, a través de medidas legales y administrativas, la enajenación a cualquier título de los bienes objeto de abandono a causa del
desplazamiento. No obstante que estas medidas tienen como uno de sus objetivos
la protección de los bienes y la garantía de seguridad jurídica de la tenencia, no contemplan procedimientos específicos de restitución como un objetivo central. Tras
su incorporación en el EDR, –recientemente declarado inexequible por ausencia de
oportunidad para surtir la consulta previa– el alcance de las disposiciones del Decreto 2007 iba más allá de la propiedad extendiendo su protección a otros derechos
sobre los bienes abandonados a causa de la violencia (posesión, ocupación y mera
tenencia). Sin embargo, excepto por la posibilidad de permutar, nada se incluía
sobre los procedimientos y medidas para que, una vez protegido el bien, fuera efectivamente restituido, garantizando a su titular su plena disposición y goce.
De acuerdo con el PPTP, del cruce realizado entre el Registro Único de Predios
y Territorios Abandonados (Rupta) y el Sistema de Información sobre Población
Desplazada (Sipod), a marzo 31 de 2008, 23.259 declaraciones en el Sipod –que
representa 24.746 personas desplazadas– se relacionan con 23.251 registros de predios ante el Rupta. En datos consolidados, la población desplazada que ha utilizado
las rutas de protección para resguardar sus bienes representa el 32% del total de
personas que han solicitado dicha protección, y los predios a los que se refieren representan el 28% del total de predios relacionados en el Rupta71. Si se tiene en cuenta que a marzo 31 de 2008 se encontraban registrados en el Sipod más de 549.006
hogares desplazados, y que cerca del 55.6% de ellos, según la ENV del 2008, dejó
tierras abandonadas, podría decirse que los procesos de protección sólo habrían
dado cobertura a un 7,6% de la población desplazada oficialmente registrada.
70
71
Este proyecto se inició en el año 2003 y es auspiciado por Acción Social (antes Red de Solidaridad
Social), el Fondo Posconflicto del Banco Mundial, la Agencia Sueca de Cooperación Internacional,
ASDI, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, USAID, la Organización
Internacional para las Migraciones, OIM y la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas
para los Refugiados, Acnur. Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada. Informe primera fase, Bogotá, junio de 2005, p. 28.
Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada. “Informe final segunda
fase”, Bogotá, marzo de 2008, capítulo 2, pp. 17-35.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Estos resultados de la aplicación del decreto permiten concluir que el país requiere superar, a la mayor brevedad, los obstáculos fácticos, normativos e institucionales –cuyo análisis será objeto de desarrollo en líneas posteriores–, para dar
inicio de manera efectiva al proceso de restitución de tierras a las víctimas del desplazamiento forzado en la medida en que se configuren las condiciones que en cada
caso lo permitan y lo hagan deseable, y en tanto se constate que la reparación de los
derechos a través de dicho medio represente una solución duradera que atienda al
desarrollo de principios democráticos y de garantías de no repetición.
Por su parte, el Plan Nacional para la Atención Integral a la Población Desplazada por la Violencia (PNAIPD) (Decreto 250 de 2005), formulado con posterioridad a la expedición de la sentencia T-025 de 2004, sí señala dentro de sus principios
rectores la necesidad de que las acciones que se adelanten frente a la población
desplazada tengan un enfoque restitutivo, entendido como “la reposición equitativa de las pérdidas o daños materiales acaecidos por el desplazamiento, con el fin
de que las personas y los hogares puedan volver a disfrutar de la situación en que se
encontraban antes del mismo” (el énfasis es nuestro).
El acceso a tierras es definido ampliamente en el PNAIPD, e involucra titulación, predios de paso, adjudicación de predios (leyes 160 de 1994 y 812 de 2003),
constitución, ampliación y saneamiento de territorios étnicos, y promoción de la
culminación de procesos de titulación de territorios colectivos de comunidades negras, transferencia a título gratuito de predios rurales por parte de las entidades de
derecho público del orden nacional y transferencia de los bienes inmuebles rurales
que se encuentren en administración por parte de la Dirección Nacional de Estupefacientes, de conformidad con las leyes 785 y 793 de 2002.
El acceso a tierras en el PNAIPD (Decreto 250 de 2005) también se liga a la
promoción de programas de generación de ingresos, y para este efecto se define
que en el ámbito rural se promoverá “la adquisición, enajenación y adjudicación de
tierras para otorgar el subsidio integral a la población desplazada, con el objetivo de
contribuir al restablecimiento de una base económica familiar, a través del acompañamiento en la implementación de proyectos productivos integrales sostenibles”.
No obstante, el PNAIPD no va más allá. Otorga fuerza a la idea de la restitución
como un fin, pero no se refleja en las medidas que adopta. Simplemente desarrolla
un ejercicio de compilación de las herramientas que venían siendo aplicadas por
las entidades encargadas de la política de tierras para la superación de la pobreza y
la inequidad, medidas que implican el acceso a tierras, pero en ningún caso la recuperación y posterior restitución a las víctimas de desplazamiento forzado de los
bienes perdidos como consecuencia de ese crimen.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En el año 2005 se aprobó el documento Conpes 3400 sobre “metas y priorización de recursos presupuestales para atender a la población desplazada”. De acuerdo con el Consejo Nacional de Política Económica y Social, para que la población
desplazada alcance la estabilización y el restablecimiento de sus derechos, es indispensable la priorización, de manera más efectiva, “de los esfuerzos relacionados con
el acceso a soluciones de vivienda, acceso a la tierra para la población retornada y
reubicada y a programas de capacitación ocupacional, de manera tal que le permita
ampliar sus oportunidades para generar ingresos”.
En cuanto al programa de adquisición y adjudicación de predios desarrollado a través del Incoder, se señaló en dicho documento Conpes que el Ministerio
de Agricultura y Desarrollo Rural, MADR, “priorizará, en 2006, hasta un 100% el
valor total de la inversión en aquellas entidades territoriales con mayor concentración de población desplazado, teniendo en cuenta las necesidades de constitución,
ampliación y saneamiento de los resguardos indígenas y territorios colectivos de
comunidades negras”. También se consignó en el Conpes la necesidad de priorizar
a la población desplazada en el acceso a la adjudicación de los predios producto de
los procesos de extinción de dominio, y hasta en un 50% del área de estos predios.
El Conpes no contempló, sin embargo, un enfoque restitutivo de la política de
tierras y, por tanto, tampoco se orientó a la reparación. No obstante, reforzó la figura de la adjudicación frente a la de subsidios e identificó como sujetos de especial
atención a los integrantes de grupos poblacionales que en el interior de la población
desplazada resulten más vulnerables.
Frente a la adjudicación directa de predios, el Gobierno nacional ha fortalecido
en los últimos dos años la opción alternativa del subsidio integral para la compra
de tierras (SIT)72. Éste es definido como un aporte estatal que se otorga a favor de
los pequeños productores y trabajadores del sector rural para facilitar su acceso a la
tierra como un factor productivo, siempre que cumplan con las condiciones legalmente establecidas y con las demás disposiciones que emitan el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural o el Consejo Directivo del Incoder sobre la materia.
No obstante, debe señalarse que las disposiciones del Decreto 4984 de 2007, que
reglamentaba la adjudicación del SIT, también perdió su vigencia con la declaratoria
de inexequibilidad del EDR, en tanto constituía uno de sus decretos reglamentarios.
Pero en gracia de discusión, si la interpretación que se hacía sobre los efectos de
esta medida se orientaba a que debía ser concebida como reparación, entonces se corría el riesgo de que fuera asumida como reparación deducible, según los términos del
Decreto 1290 de 2008 sobre reparación por vía administrativa.
72
Decreto 4984 de 2007

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Como puede observarse, el desarrollo de la política de acceso a tierras para la
población desplazada ha oscilado entre responder a un enfoque de mera política
social general, responder con acciones afirmativas a la especial situación de la población desplazada, o incluir tímidamente disposiciones que eventualmente tengan
la potencialidad de ser orientadas como política de reparación, sin que esto último
se integre necesariamente a un ejercicio sistemático de desarrollo de una normatividad autónoma y específica en el marco de la justicia transicional, y particularmente del derecho a la reparación integral.
Citando a Uprimny y Saffon [2007], la Comisión de Seguimiento señaló a la
Corte Constitucional que:
la reparación integral se distingue de las políticas general y especial de protección de Derechos Económicos Sociales y Culturales DESC, en tanto que busca saldar una deuda específica por violencias directas que fueron ejercidas contra ciertas víctimas. Por ello, si bien las
políticas de reparación integral deben tener un contenido material significativo para
enfrentar los efectos materiales de la violencia, igualmente deben poseer una inevitable
dimensión simbólica, ya que los daños ocasionados suelen ser irreparables. Esa dimensión
simbólica es además una forma de reconocimiento al sufrimiento específico que fue ocasionado a unas personas determinadas, un reconocimiento que debería rehabilitar a las
víctimas a su condición de ciudadanos activos, de la cual habían sido excluidas por los
procesos de victimización73.
La dimensión simbólica de la reparación guarda una substancial diferencia con los
efectos que generan las políticas sociales, pues evidencia la existencia de una violación
que ha permanecido invisibilizada, marcando con ello un proceso de reconciliación
entre el Estado y sus ciudadanos. No obstante los indudables vínculos entre las políticas estatales de reparación y las políticas sociales de protección de los DESC –tanto
generales como especiales–, resulta de la mayor importancia no confundirlas, a fin de
evitar que una termine diluida en la otra. En particular, es fundamental considerar la reparación integral de las víctimas como un objetivo autónomo y específico de la política
estatal, sin perjuicio de articular en un diseño sistémico éste y otros objetivos74.
Cabe recordar, que tomando en cuenta éstas y otras consideraciones, la Corte
Constitucional rechazó los indicadores propuestos por el Gobierno nacional para
evaluar el goce efectivo del derecho a la reparación, y señaló:
73
Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el Desplazamiento Forzado, Informe a la Corte
Constitucional, Bogotá, julio 19 de 2007.
74
Uprimny y Saffon, Plan nacional de desarrollo y reparaciones…, op. cit. 
EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
que no resultan adecuados, pertinentes ni suficientes para medir el derecho a la reparación
integral que tiene la población desplazada como víctimas de un delito, pues se refieren sólo
al acceso a la justicia por los delitos que dieron origen al desplazamiento y no por el desplazamiento mismo, porque no incluyen el derecho a la verdad como elemento esencial de este
mismo, porque reduce la reparación a la provisión de atención por parte del estado y no
tiene en cuenta elementos esenciales de la reparación integral tales como la restitución al
estado anterior, o la indemnización cuando no es posible volver al estado anterior o la
garantía de no repetición75.
La acción del Estado en materia de acceso a tierras para la población
desplazada
La respuesta a la población desplazada en materia de acceso a tierras se ha originado en todo momento en la presión de sectores y grupos sociales y de la comunidad internacional, y ha consistido en el desarrollo de acciones remediales y
reactivas antes que institucionalizadas.
En el Auto 178 de 2005, la Corte Constitucional hizo un llamado de atención
al Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural (MADR) como la entidad que más
bajo nivel de logros había reportado en materia de atención a la población desplazada, específicamente en el tema del restablecimiento económico. Para el momento, el Ministerio de Agricultura mostraba como resultado de cuatro años de
administración (2002-2005) un total de 1.486 familias desplazadas beneficiadas
con la adjudicación de 13.463 hectáreas de tierra, y sólo 132 proyectos productivos con recursos desembolsados para 198 beneficiarios. Frente a dichos resultados,
además, el MADR no presentaba información que permitiera conocer las dimensiones reales de la demanda. Sin embargo, era claro que se trataba de unos alcances
totalmente marginales en términos de política de atención, si se tiene en cuenta que
a 2005 se encontraban registradas en el Sistema Únco de Registro, SUR, poco más
de 1,6 millones de personas, es decir, cerca de 356.000 hogares.
En términos generales, puede afirmarse que las acciones del Estado en materia
de tierras en Colombia están centradas en dos campos fundamentales. El primero
de ellos está constituido por las acciones que se adelantan en el marco de Acción
Social - PPTP, y el segundo por las acciones que se desarrollan a través del Instituto
Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder).
75
Corte Constitucional. Sala segunda de revisión. Auto 233 de 2007. Seguimiento a la Sentencia T025 de 2004, Bogotá, septiembre de 2007, p. 27.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
En este acápite se estudiarán, entonces, los recursos que se han destinado hacia los programas de tierras de la población desplazada, las familias que han sido
beneficiadas de estos programas y el número de hectáreas que les han sido entregadas. Así mismo, se comparan los esfuerzos realizados en esta materia frente a las
necesidades existentes, para concluir que el esfuerzo realizado ha sido de carácter
eminentemente marginal.
La estrategia de atención al desplazamiento forzado en lo que a tierras se refiere
y desde la misión y funciones del Ministerio de Agricultura, se concentra alrededor
de las siguientes líneas básicas: adquisición y adjudicación de tierras para entregar
a la población desplazada, apoyo a proyectos productivos que implican recursos
presupuestales, asignación de tierras incautadas por la Dirección Nacional de Estupefacientes y la titulación de baldíos que no conllevan erogación de recursos del
presupuesto76.
Los recursos
De acuerdo con el Incoder, en el periodo 2004-2008, el Gobierno nacional dispuso un aumento considerable de recursos destinados al componente de atención
en tierras de la población desplazada. Pasó de un promedio anual de $11.728 millones en el periodo 2004-2005, a un promedio anual de $42.385 millones para el periodo 2006-2008. De este modo se acumuló un esfuerzo presupuestal de $142.706
millones de pesos en el periodo 2004-2008 (Cuadro 17)77.
El porcentaje de ejecución presupuestal de estos recursos fue altamente satisfactorio, comoquiera que ascendió a niveles del 99,91%, el 98,56%, 99,84% y el
99,71% durante los años 2004, 2005, 2006 y 2007, respectivamente.
76
La denominación del proyecto presupuestal para acceso a tierras de la población desplazada ha
venido cambiando. En el 2004 se denominaba “Subsidio para la conformación de empresas básicas
agropecuarias - Intervención directa”; en 2005, “Subsidio integral para la conformación de
empresas básicas agropecuarias - Nivel nacional”; en 2006, “Subsidio integral para la conformación de empresas básicas agropecuarias - Atención población desplazada”; en 2007, “Subsidio
integral para la conformación de empresas básicas agropecuarias - Nivel nacional - Atención
población desplazada”.
En el caso de proyectos productivos, se presupuestan recursos específicos a partir de 2006, bajo la
denominación “Implementación de proyectos de desarrollo rural – Atención población desplazada”.
77
Los datos presentados por el Incoder difieren de los remitidos por el Departamento Nacional de
Planeación, DNP, para los años 2004 ($9.867 millones versus $13.856 millones), 2005 ($8.500
millones versus $5.760 millones) y 2008 ($40.000 millones versus 44.000 millones).


73,02
99,33
6.754
6.800
149.506 109.173
Fuente: Incoder
* La denominación de proyecto presupuestal se aclaró en el texto
** De conformidad con lo establecido en la Ley 812 de 2003, art. 24, el monto del subsidio integral incluye el valor de la tierra y las inversiones complementarias
Nota: El presupusto 2008 está en ejecución
40.000
98,86
99,71
43.872
3.954
4.000
44.000
99,84
100,00
2.800
43.080
2.800
43.150
98,56
8.378
8.500
13.843
13.856
99,91
71,77
142.706 102.419
40.000
99,80
39.918
40.000
99,83
40.280
40.350
98,56
8500,00 8378,00
99,91
13.843
13.856
Acceso a tierras
Apoyo a proyectos
productivos
Total
2005
Ejec. % Ejec.
Aprop.
% Ejec.
2004
Ejec.
Aprop.
Concepto*
Cuadro 17. Presupuesto y ejecución presupuestal
Aprop.
2006
Ejec. % Ejec.
Aprop.
2007
Ejec. % Ejec.
2008
Aprop. Ejec. % Ejec.
Aprop.
TOTAL
Ejec. % Ejec.
EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Con todo, es preciso señalar que
en 2006, de los $40.000 millones
presupuestados para compra y adjudicación de tierras, sólo se pudieron
adquirir predios por $27.852,4 millones, debido a problemas presentados en los procesos de compra y
adjudicación. Los $12.447,6 millones restantes se usaron para celebrar
convenios de adquisición con las gobernaciones, el IGAC y Fedelonjas,
y se preveía que fueran ejecutados
en el 2007. Esta reserva presupuestal
fue efectivamente ejecutada en un
98,1%, a través de las gobernaciones.
Adicionalmente, en lo que atañe
a los $2.800 millones presupuestados para proyectos productivos en
2006, $700 millones se ejecutaron
mediante la celebración del convenio con la fundación Colombia
Mejor, con destino a la prestación
de labores de asesoría y acompañamiento a 1.404 familias desplazadas,
beneficiarias de programas de reforma agraria en 58 municipios de
21 departamentos, mediante la formulación participativa de proyectos
productivos agropecuarios, trámite
de créditos, seguimiento y control a
las inversiones y aplicación de capital semilla para la implementación
del proyecto. Los $2.100 millones
restantes se ejecutaron a través de un
convenio con Corpoica, mediante la
aplicación de capital semilla para
Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
apalancar los proyectos formulados en la fase anterior. Su ejecución presupuestal
se culminó al 100% en el 200778.
En materia de la ejecución del presupuesto para el año 2008, la información
disponible a la fecha permite pensar, bajo la hipótesis de que se concreten los proyectos elegibles, que si bien es factible contar también con un elevado nivel de
ejecución presupuestal, la participación de la población desplazada no será muy
elevada, a juzgar por los resultados de la primera convocatoria para adquisición de
tierras bajo el modelo de demanda que se cerró en marzo. En efecto, del informe
presentado por el ministro de Agricultura y Desarrollo Rural a la Corte Constitucional en agosto de 2008, puede inferirse que del total de los proyectos que resultaron elegibles (212 de los 1.254 presentados), sólo 91 beneficiarán a esta población,
y particularmente a 717 familias que podrían adquirir 6.319 hectáreas con un subsidio de $19.966 millones. De esta suma, el 80% cubrirá el valor del predio y el 20%
restante constituirá capital semilla para financiar el 30% del valor de los proyectos
productivos.
A este respecto, sin embargo, conviene señalar que el Gobierno nacional abrió
una segunda convocatoria en el segundo semestre del año, exclusivamente para población desplazada por la violencia, por un valor de $10.000 millones, lo cual podría elevar de manera importante la participación de la población en referencia en
el proceso de adjudicación de tierras79.
En este punto conviene destacar de nuevo las dificultades, que al menos para la
población desplazada, en su momento se presentaron para cumplir con los requisitos del decreto 4984 de 2007, reglamentario de la Ley 1152, hoy declarada inexequible. De una parte, debe tenerse en cuenta que de los proyectos presentados a la
primera convocatoria sólo el 38% correspondió a familias desplazadas, y que los
proyectos elegibles de esta población sólo representaron el 7,3% de los presentados.
Otra forma de observar el mayor énfasis reciente en la atención a la población
desplazada en materia de tierras resulta de la comparación de los recursos destinados a esta finalidad en el periodo comprendido entre 1995 y octubre de 2004,
los cuales fueron estimados por el Departamento Nacional de Planeación en $0,87
78
Esta información difiere de la presentada anteriormente por el DNP, según la cual sólo se habían
ejecutado recursos por $1.485 millones, habiéndose constituido una reserva presupuestal por la
suma restante, es decir, por $1.315 millones.
79
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural. Gestión pública y política de tierras para la población
desplazada por la violencia. Balance, Informe presentado a la Honorable Corte Constitucional de
Colombia, agosto de 2008, pp. 21, 25 y 55.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
billones (a pesos de 2005), frente a las previsiones de recursos para el lapso comprendido entre los años de 2007 y 2011, que ascenderían a cerca de $1,0 billones (a
pesos del 2005)80. En este sentido, el promedio anual de recursos se eleva de cerca
de $0,086 billones a una cifra del orden de $0,20 billones, entre los dos periodos en
referencia.
Los beneficiarios
El Departamento Nacional de Planeación, con base en las cifras de Incoder,
sostiene que entre enero de 2002 y enero de 2007 se beneficiaron del programa
de adjudicación de tierras 2.797 familias de población desplazada, que recibieron
38.411 hectáreas. Estas cifras representan el 52,3% y el 48,3% del total de beneficiarios y hectáreas adjudicadas en este lapso, respectivamente.
De igual forma, indica que como producto de la extinción de dominio entre el
2004 y enero de 2007 se entregaron 15.229 hectáreas a 732 familias desplazadas, lo
que indica que, como consecuencia de esta política, la población en situación de
desplazamiento forzoso se benefició en este lapso del 39,6% de las hectáreas entregadas. Finalmente, el Instituto señala que a enero de 2007 existían 77 proyectos
productivos en 17.975 hectáreas81.
Por su parte, el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, de acuerdo con
las estadísticas agropecuarias de mayo de 2008, señala que, sin incluir la titulación
de baldíos, en el periodo comprendido entre agosto de 2002 y diciembre de 2007,
5.216 familias desplazadas se han beneficiado del programa de adjudicación de tierras, las cuales han recibido un total de 60.405 hectáreas por un valor de $89.504
millones. De esta forma, la participación de la población desplazada en el total de
adjudicaciones adelantadas por el Gobierno nacional en esta etapa ascendió al 57%,
en términos de familias beneficiadas, al 49% de las hectáreas entregadas y al 65%
del valor de dichas hectáreas.
Las cifras del Ministerio revelan también la tendencia ascendente que se ha venido presentando en la adjudicación de tierras a los desplazados, comoquiera que
en los años 2006 y 2007 se concentró el 78,3% del área entregada a esta población
durante el periodo en referencia (Gráfico 16).
80
Ibíd., pp. 14 y 17.
81
Respuesta del DNP al requerimiento de la Comisión de Seguimiento a la Política Pública sobre el
Desplazamiento Forzado, Numeral 12, Instituto Colombiano de Desarrollo Rural, 2007.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Gráfico 16. Consolidado adjudicación de tierras 2002 - 2007
60,000
48.159
50,000
40,000
30,000
20,000
10,000
0
24.914
20.868 18.403
11.052 9.524
372 14 105
1.721 119 857
591
7.332 6.603
554
1.498
2.460
2002
2003
2004
2005
2006
2007
Valor
Familias
Hectáreas
Fuente: Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, Estadísticas Agropecuarias, Mayo 2008.
Nota: No incluye titulación de baldíos.
En materia de titulación de baldíos, el Incoder sostiene que, en cumplimiento
de lo establecido en la Ley 387 de 1997, los decretos 2007 de 2001 y el 250 de 2005,
de los 24.055 títulos expedidos a colonos a nivel nacional entre agosto de 2002 y
diciembre de 2007, se han legalizado 1.415 a igual número de familias, con un área
de 42.368 hectáreas, en zonas con declaratoria de inminencia de riesgo de desplazamiento o de desplazamiento, y que se han titulado un total de 17.523 hectáreas a
personas que solicitaron protección al Incoder (ruta de protección individual). En
este sentido, se considera que la legalización de títulos en zonas con declaratoria
de inminencia de riesgo de desplazamiento o de desplazamiento, si bien constituye
una labor encomiable, al garantizar a los colonos la seguridad jurídica de sus tierras, no puede considerarse como una titulación a favor de la población desplazada.
Por el contrario, la titulación de baldíos a personas que solicitaron protección de
sus tierras al Incoder, en el marco de la ruta de protección individual, sí constituye
una acción que claramente beneficia a la población en situación de desplazamiento
forzado. En consecuencia, las cifras del Cuadro 18 del Ministerio de Agricultura
deberían ser corregidas para reflejar este hecho, de manera tal que las hectáreas adjudicadas o tituladas a la población desplazada fueran 77.829 y no 60.405. En estas
circunstancias, la participación de la población desplazada en el total de hectáreas
adjudicadas o tituladas en el periodo en referencia sería del 3,4% y no del 2,6%.


5.216
40.178
22.825
n.d.
1
483
68.703
Es importante recalcar que buena parte de las adjudicaciones de
tierras no ha contemplado en su proceso la observancia de los principios
de dignidad –aptitud de los predios
e infraestructura para su habitabilidad y establecimiento de proyectos–
, voluntariedad –decisión autónoma
sobre el lugar en donde reubicarse,
sobre los proyectos y sobre los demás
beneficiarios conjuntos–, asociatividad y seguridad –física y jurídica–82.
Para el caso de los predios obtenidos
a través de procesos de extinción de
dominio, las adjudicaciones a las
que no les antecede una sentencia
340
15.488
15.458
82
Fuente: Ministerio de Agricultura. 2008.
9458
395.578
296.314
7.977
305.503
11.463
538.750
3.935
607.113
939
150.869
143
8.859
60.405
955.019
1.251.897
21.924
9
4.874
2.294.128
2.460
5.616
640
n.d.
24.914
86.576
33.183
5.257
1.498
10.898
2.752
n.d.
18.403
489.307
89.568
5.882
534
7.891
7.032
n.d.
1
6.603
163.686
361.330
7.123
9
591
9.861
1.011
n.d.
9.524
188.445
105.309
2.225
119
4.436
3.422
n.d
857
19.800
275.211
447
14
1.476
7.968
n.d
105
7.205
387.278
990
Desplazados
Campesinos
Afrocolombianos
Indígenas
Profesionales
Reincorporados
Acceso a tierras
Familias
Familias
Familias
Familias
Familias
Familias
Has.
Familias
Has.
2003
Ag - Dic 2002
Tipo de beneficiario
Cuadro 18. Adjudicación de tierra por tipo de beneficiario
Has.
2004
Has.
2005
Has.
2006
Has.
2007
Has.
Total
EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Al respecto, se puede consultar el fallo
del Consejo Superior de la Judicatura,
Sala Jurisdiccional Disciplinaria de
febrero 13 de 2007, que se encuentra en
revisión ante la Corte Constitucional.
Éste se origina en una tutela interpuesta
por algunos beneficiarios de la adjudicación del predio Cristalina, en Jerusalén (Cundinamarca), el cual no reunía
las condiciones de dignidad, razón por
la cual se les impuso la decisión de que
se reubicarán en el predio Sanandra y
Samaria en el Valle, el cual se había
adjudicado conjuntamente a población
desplazada y población reinsertada, sin
que se hubiesen adelantado los correspondientes estudios de seguridad que
garantizaran la vida e integridad de los
destinatarios. Tomado de Salinas, Y.
Derecho a la propiedad y posesiones de
las víctimas. Retos para la reparación de
las víctimas del delito de desplazamiento
forzado. Informe final Mesa de Expertos,
Codhes, Bogotá, mayo de 2008, p. 11.
Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
en firme son contrarias al principio de seguridad jurídica y material de la tenencia del bien, por cuanto se constituyen en escenarios generadores potenciales de
circunstancias de re-victimización, agudizadas en aquellos casos en los que no se
adoptan medidas para la reubicación83. Estos puntos han sido compartidos por el
Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural que adoptó modificaciones de orden
legislativo tendientes a subsanar dichos hechos.
Los recursos frente a las necesidades
Si bien es cierto que el Gobierno nacional ha realizado un esfuerzo presupuestal
importante, particularmente durante los años 2006 y 2007, y planea aumentar de
manera considerable el presupuesto para el periodo 2007-2011, no lo es menos que
los recursos ejecutados y los presupuestados para el futuro constituyen un aporte
eminentemente marginal a la solución de la problemática de tierras de la población
desplazada. Y muy especialmente frente al derecho a la restitución que ésta tiene
con respecto a los bienes que le fueron despojados o que tuvo que abandonar de
manera forzada.
Con base en la adjudicación de tierras realizada entre los años 2002 y 2007,
y haciendo uso de algunos supuestos, podría afirmarse que, entre los años 1994
y 2007, se pudieron haber beneficiado del programa de adjudicación de tierras
una cifra ligeramente superior a las 13.000 familias (se desconoce el número de
beneficiarios de la titulación de baldíos) que habrían recibido un total de 180.275
hectáreas84. Esta cifra indica que el esfuerzo del Gobierno en esta materia ha sido
83
Es el caso de los predios Guasimal, Ayapel, Córdoba y la Uribia, en el Cesar, los cuales fueron relacionados a la Corte como parte de las adjudicaciones de tierras. Además, en varios casos se presentan
enfrentamientos entre los administradores y los destinatarios de dichos predios, con las familias
desplazadas a las que se les adjudica –predio La Jagua y las Catas, Ayapel, Córdoba–, Ibíd., p. 12.
84
Estas cifras parten del supuesto de que los promedios anuales de familias desplazadas beneficiadas
con adjudicación de tierras y de hectáreas anuales entregadas en el periodo 2002-2007 hubieran
sido idénticos a los registrados entre los años 1994 y 2001, sin considerar aquéllos correspondientes a la titulación de baldíos y la extinción de dominio. Estos promedios anuales fueron de 876
familias y 10.554 hectáreas. Los promedios se calcularon con base, de una parte, en la información
del Incoder para el periodo comprendido entre enero de 2002 y enero de 2007; y de otra, con las
cifras de este Instituto para el periodo que va de agosto de 2002 a diciembre de 2007. Para determinar el promedio del periodo se supuso, en primer lugar, que durante el mes de enero de 2007 no
se hubieran entregado tierras a la población desplazada, con lo cual –con base en la información
del Incoder incluida en la respuesta de Planeación Nacional al requerimiento de información de la
Comisión de Seguimiento– se tendrían las cifras correspondientes al periodo comprendido entre
enero de 2002 y diciembre de 2006 (2.797 familias y 38.411 hectáreas). A estas cifras se agregaron

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
eminentemente de carácter marginal, puesto que, de acuerdo con los resultados de
la II Encuesta Nacional de Verificación adelantada por la Comisión de Seguimiento,
el delito del desplazamiento forzado trajo como consecuencia el despojo o el abandono forzado de cerca de 5,5 millones de hectáreas, como se señaló anteriormente.
Políticas públicas de prevención del despojo y de protección de
tierras forzadas a dejar en abandono
Las políticas públicas vigentes para la prevención del despojo y para la protección de las tierras despojadas o forzadas a dejar en abandono, que ha desarrollado
el Estado colombiano, son básicamente las originadas con la implementación del
Decreto 2007 de 2001, cuyas normas relativas a protección habían adquirido fuerza
de ley al ser incorporadas al Estatuto de Desarrollo Rural85.
El propósito de las estrategias y mecanismos consagrados en esta normatividad
es, en primera instancia, establecer medidas que permitan evitar que se produzca el
despojo o la apropiación por medios violentos e ilegales de las tierras y bienes de la
población desplazada o en riesgo de desplazamiento. Este procedimiento se define
principalmente en la aplicación de acciones cautelares por parte de las autoridades
las correspondientes a las familias de población desplazada beneficiadas y las hectáreas entregadas
durante el año 2007, de acuerdo con las estadísticas agropecuarias (2.460 familias y 24.914 hectáreas). De esta forma, se tiene que durante los años 2002 a 2007 el número de familias beneficiadas
ascendió a 5.257 y el de hectáreas entregadas a 63.325. En estas circunstancias, el promedio anual
de familias beneficiadas con la adjudicación de tierras y el del número de hectáreas entregadas
ascienden a 876 familias y 10.554 hectáreas. Así, en un lapso de 14 años se beneficiaron 12.264
familias que recibieron 147.756 hectáreas. Si a estas cifras se agregan las de las familias beneficiadas en desarrollo de los programas de extinción de dominio y titulación de baldíos, se encontraría que la población en situación de desplazamiento forzado se ha beneficiado con 180.275
hectáreas, que han sido entregadas a un número de familias ligeramente superior a 13.000. Cabe
señalar que el haber supuesto que durante el periodo 1994-2001 los promedios anuales de familias
beneficiadas y hectáreas entregadas fueran idénticos a los del lapso 2002-2007 sobrestima las realizaciones del programa de adjudicación de tierras, pues, como se ha mostrado, en los últimos años
se ha aumentado de manera significativa el presupuesto destinado a este fin.
85
Es necesario anotar que, como parte de estas tareas, el Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada desarrolló e impulsó un importante proceso de capacitación a
funcionarios del sistema de Notariado y Registro, y demás funcionarios de las entidades involucradas en los procedimientos de las rutas de protección. Adicionalmente, hasta el momento ha
venido llevando a cabo investigaciones a profundidad en relación con patrones de pérdida de
bienes patrimoniales, y proyectando e identificando estrategias y el diseño de herramientas jurídicas y administrativas orientadas a la protección de estos bienes, de cara a eventuales procesos de
reparación y restitución.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
locales, orientadas a impedir la realización de cualquier tipo de acto jurídico de orden contractual o donativo sobre las tierras y los bienes que las personas u hogares
desplazados o pobladores en riesgo de desplazamiento tengan a título de propiedad, posesión, ocupación o mera tenencia. A su vez, la certeza de que se produzca
la aplicación de estas medidas opera como un desestímulo a las acciones que generan el desplazamiento, pues al hacer inviable la posibilidad de que terceros accedan
a las tierras y a los bienes, el desplazamiento se constituye en un mecanismo poco
útil para los actores armados ilegales.
A más de cuatro años del inicio del Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada, el Gobierno nacional señala que se ha alcanzado una cifra de protección de tierras del orden de 2.997.661 hectáreas. Esta
cifra corresponde a 91.701 predios con medidas de protección aplicadas, 25.637 de
los cuales se relacionan con derechos de propiedad, posesión, ocupación o mera
tenencia de personas u hogares que individualmente solicitaron su protección; y
66.334 con solicitudes bajo la ruta de la protección colectiva. De acuerdo con la
información que se reporta, la protección de dichos inmuebles beneficia a 83.891
personas, 21.449 asociadas a solicitudes a través de la ruta individual, y 62.442 a
través de la ruta colectiva86.
Ahora bien, como lo ha anotado la Comisión de Seguimiento en anteriores informes, debe aclararse que, dentro de la cifra consolidada de protección presentada
por el Gobierno nacional, son incluidas no sólo aquellas acciones de protección
originadas en solicitudes de población desplazada, sino que también –y en un porcentaje significativo– están relacionadas con medidas de protección de tierras en
propiedad, posesión, ocupación o mera tenencia de personas y hogares en riesgo de
desplazamiento. En este sentido, podría afirmarse que se han producido importantes acciones en el ámbito de la prevención, pero que aún es amplia la brecha con las
acciones de protección que se requieren, a juzgar por las que demandaría una cifra
de tierras despojadas o forzadas a dejar en abandono por población desplazada,
como la que se estima con base en la II ENV-2008, la cual, en todo caso, supera los
5,5 millones de hectáreas.
Adicionalmente, durante la vigencia del EDR se identificaron dificultades y
obstáculos al momento de hacer efectivas las disposiciones del Decreto 2007 de
2001 acogidas enla normativa, especialmente por cuanto el diseño institucional que
sostiene el sistema de catastro y registro no se adecúa a los requerimientos defini86
Ésta es la información contenida en el informe presentado por el Gobierno nacional a la Corte
Constitucional en respuesta a las disposiciones del Auto 1337 de 2008. Ver documento: Política
pública, octubre de 2008, pp. 13-16.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
dos con la extensión de la protección a las calidades jurídicas de posesión, ocupación y mera tenencia, antes no contempladas dentro de lo formal administrativo
para efectos del registro. Efectivamente, si bien con la expedición del Decreto 768
de 2008, el Gobierno nacional reglamentó el procedimiento a seguir para la protección de los bienes y los territorios abandonados a causa de la violencia, relacionada
con la medida de protección individual incorporada en la Ley 1152 de 2007, se presentaron dificultades de orden operativo y administrativo en aspectos relacionados
con la gestión y aceptación de las solicitudes de protección. Estos problemas se asocian principalmente a la ausencia de sistemas de información fiables y al desarrollo
de estrategias y mecanismos de coordinación interinstitucional.
De otra parte, también es importante reiterar que no se conocen registros oficiales sobre acciones efectivas o plenamente consolidadas sobre restitución de los
bienes objeto de protección. A decir verdad, tal y como lo señaló la Comisión de
Seguimiento en su sexto informe a la Corte Constitucional, constituir acciones o
procesos de restitución de los bienes protegidos o con vocación de serlo no se consagra como propósito de la política pública vigente.
Anotaciones sobre la política pública de reparación
En el país las discusiones sobre la reparación de las víctimas del conflicto armado interno, así como las disposiciones y acciones estatales que en un marco de
justicia transicional se han orientado en esta dirección, han apuntado a la naturaleza y al contenido de las reparaciones que se proponen, a su tasación y a los procedimientos que a través de la legislación se determinen para llevarlas a cabo.
La Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) señaló la necesidad de diseñar y poner en marcha un Plan Nacional de Reparaciones (PNR) de
carácter administrativo, atendiendo, entre otros aspectos, a las experiencias internacionales en la materia. La CNRR fundamentó su propuesta en la idea de que un
plan de esta naturaleza tendría la vocación de garantizar la integralidad de la reparación, y podría ser formulado con la participación activa de las víctimas, y que su
ejecución se realizaría de manera gradual y progresiva teniendo en consideración
el patrón de violaciones a los derechos humanos y la gravedad de las mismas, el
perfil socioeconómico y cultural de las víctimas que serían reparadas, la capacidad
institucional y la disponibilidad de recursos financieros87.
87
Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Plan Nacional de reparaciones. Justificación y
marco conceptual.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Uno de los elementos de la iniciativa del PNR lo constituye el Decreto 1290 de
2008, mediante el cual se creó el Programa de Reparación Individual por vía administrativa para las víctimas de los grupos armados organizados al margen de la ley.
Desde su formulación la normativa ha generado controversias, especialmente en
relación con la exclusión de cierta tipología de víctimas y con los procedimientos y
la naturaleza de las reparaciones que se plantearon. De manera específica, de acuerdo con el decreto, la indemnización solidaria definida para la reparación de las personas y hogares víctimas del delito de desplazamiento consiste en un subsidio de
vivienda, entregado de manera progresiva al conjunto de hogares registrados. Es
decir, mientras para los otros tipos de afectaciones se generan indemnizaciones de
carácter individual, la unidad que considera el decreto para indemnizar en el caso
de la población desplazada son los hogares, en el entendido de que un subsidio de
la índole planteada beneficia a todo el grupo familiar.
Frente a estas circunstancias, y con origen en una demanda de inconstitucionalidad formulada frente a algunos artículos de la Ley 975 de 2005, entre ellos el
47, cuyo inciso segundo dicta que “los servicios sociales brindados por el gobierno
a las víctimas, de conformidad con las normas y leyes vigentes, hacen parte de la
reparación y de la rehabilitación”, la Corte Constitucional definió en jurisprudencia
reciente que dicha disposición “resulta contraria al goce efectivo del derecho fundamental de las víctimas a la reparación integral por los delitos cometidos por los
destinatarios de la Ley 975 de 2005”. Consideró la Corte que:
no puede confundirse la prestación de los servicios sociales que el Estado debe brindar de
manera permanente a todos los ciudadanos sin atender a su condición y la atención humanitaria que se presta en forma temporal a las víctimas en situaciones calamitosas, con la
reparación debida a las víctimas de tales delitos, que comprende tanto el deber de procurar
que sean los victimarios quienes en primera instancia reparen a las víctimas, como de
manera subsidiaria sea el Estado quien deba asumir esa reparación en caso de renuencia de
los victimarios o insuficiencia de la reparación brindada por éstos88.
La Corte considera evidente que los servicios sociales que se prestan a las víctimas no guardan correspondencia con los contenidos de la reparación integral,
enunciados en la misma Ley 975 de 2005, a saber:
la restitución que propende por regresar a la víctima a la situación anterior a la comisión del
delito; la indemnización, que compensa los perjuicios causados por el mismo; la rehabilitación, tendiente a la recuperación de las víctimas que sufren traumas físicos y sicológicos
88
Corte Constitucional. Comunicado de prensa No. 53, del 4 de diciembre de 2008.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
como consecuencia del delito, y la satisfacción o compensación moral, que busca restablecer la dignidad de la víctima y difundir la verdad sobre lo sucedido”.
Por estas razones no es posible, según la Corte, entrar a establecer que los servicios sociales a los que hace referencia el inciso 2 del artículo 47 de la Ley de Justicia
y Paz hacen parte de la reparación y rehabilitación debidas a los afectados por la
comisión de los delitos llevados a cabo por los destinatarios de dicha ley, ni recortar
o excluir ninguno de sus componentes. En este caso se desconocería su derecho
a la reparación integral, a la que aluden los numerales 6 y 7 del artículo 250 de la
Constitución Política de Colombia.
La decisión adoptada por el alto tribunal es coherente con los razonamientos
y conceptos aportados al respecto por la Comisión de Seguimiento en varios de
sus informes. La Comisión ha señalado que es equivocado catalogar como reparación per se la entrega de un subsidio de vivienda a la población desplazada. Ello
básicamente por dos razones. La primera es que la entrega de subsidios de vivienda representa una acción específica asociada al desarrollo de políticas sociales por
parte del Gobierno nacional, que tienen su título en las responsabilidades que éste
asume con la población de más escasos recursos y la superación de sus condiciones
de vulnerabilidad, mas no en la reparación por el daño infligido. De este modo,
el Gobierno no estaría haciendo cosa distinta a utilizar recursos proyectados para
cumplir con sus obligaciones de política social en vivienda, para satisfacer las que
ha llamado sus obligaciones “subsidiarias” en la reparación de las víctimas. Tan claro es que estos subsidios son, en esencia, un componente de la política social, que
el Gobierno nacional, según el Decreto 1290, no le brindaría “indemnización solidaria” consistente en subsidio de vivienda a aquellos hogares desplazados que ya la
hayan recibido vía política social.
Un segundo razonamiento expuesto por la Comisión se relaciona con el carácter realmente restitutivo de la acción en situaciones concretas. Es decir, si bien en
algunos casos se presentó pérdida de vivienda propia, en gran parte se trata de una
población postergada en sus derechos, e incluso afectada en ellos desde antes del
desplazamiento, lo cual determina que en cada circunstancia la medida tendrá un
efecto diferente. A esto debe agregarse que, ni siquiera en aquellos casos en los que
hubo pérdida de la vivienda por parte del hogar desplazado, se trataría de restitución y con ello de reparación, en particular porque , al menos en lo que refiere a la
política de vivienda vigente, la medida no entrega el valor de una solución integral
de vivienda, sino que además depende de la adquisición de un crédito que genera
endeudamiento para la víctima. Tampoco atiende a la calidad y dimensiones de lo
perdido, sino que responde a un valor estándar. Adicionalmente, a diferencia del

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
resto de víctimas cobijadas por la medida, los desplazados no recibirán un monto
o un recurso que puedan destinar libremente, sino que se ven supeditados a orientarlo a la adquisición de vivienda. Así las cosas, en el mejor de los casos se podría
hablar de una medida con carácter compensatorio que no restitutivo.
De cualquier manera, es importante anotar que las consideraciones y la interpretación expuestas por la Corte, coincidentes con las formuladas por la Comisión en
relación con el carácter de los servicios sociales otorgados por el Gobierno a las víctimas del conflicto, pueden ser aplicadas al análisis de otro tipo de políticas y beneficios, especialmente cuando se trata de identificar el carácter reparativo o no de las
medidas adoptadas. Para el caso de la política de acceso a tierras, muchos serían los
elementos a tener en cuenta a la hora de evaluar su carácter reparativo, incluyendo
aquellas condiciones objetivas de la situación particular, y aquellas que sobrevienen
como efectos adversos previsibles de las medidas de acceso. Recientemente la Corte
Constitucional ordenó al Incoder, a través de una decisión en sede de tutela, que en
un plazo no superior a cuatro meses reubicara a 17 familias desplazadas que habían
sido beneficiadas con la adjudicación de tierras en una finca en el departamento de
Cundinamarca, por considerar que dicho predio no ofrecía a los desplazados condiciones de subsistencia digna ni aseguraba su estabilización socioeconómica89.
Lo anterior para recalcar que, pese a que en términos generales el concepto de
restitución que se acoge, desde el marco internacional de los derechos humanos
y del derecho a la reparación, consiste en devolver al afectado a la situación anterior, la Comisión ha sido enfática en introducir al debate una perspectiva más amplia, acorde con los derechos y los principios democráticos, que atiende al carácter
transformador del estado de cosas, que pueden adoptar las medidas de reparación
en su aplicación.
En lo relativo a la reparación desde el marco internacional de los derechos humanos, se ha avanzado en una perspectiva más amplia en la que se incorpora –además de elementos ampliamente reconocidos como la restitución, la rehabilitación,
la indemnización, la satisfacción, y las garantías de no repetición– el reconocimiento de otras afectaciones, como el daño a lo que se denomina “proyecto de vida”, el
daño a las condiciones de existencia y el daño fisiológico. De este modo se consolida cada vez una dimensión integral de la reparación como derecho.
En efecto, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha ampliado el horizonte del campo de la reparación al introducir el concepto de daño al
proyecto de vida, y diferenciarlo del daño emergente y el lucro cesante propios de
la indemnización. Ha dicho la CIDH que el daño al proyecto de vida no corres89
Ver “Desplazados sin tierras útiles”, El Espectador, sección judicial, 7 de enero de 2009.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
ponde a la afectación patrimonial directa e inmediatamente derivada de los hechos –elemento característico del daño emergente–. Tampoco se puede confundir
con el lucro cesante, pues “mientras éste se refiere en forma exclusiva a la pérdida
de ingresos económicos futuros, que es posible cuantificar a partir de ciertos indicadores mesurables y objetivos”, resarcir el daño al proyecto de vida “atiende a la
realización integral de la persona afectada, considerando su vocación, aptitudes,
circunstancias, potencialidades y aspiraciones, que le permiten fijarse razonablemente determinadas expectativas y acceder a ellas”90.
La noción del daño al proyecto de vida, ha dicho la CIDH, se edifica “en torno
a la idea de realización personal y tiene como referencias diversos datos de la personalidad y el desarrollo individual, que sustentan las expectativas del individuo y
su capacidad para acceder a ellas”. En las circunstancias de calificación del daño al
proyecto de vida, la racionalidad o razonabilidad de esas expectativas opera como
límite. El concepto de realización personal, al que se asocia el concepto de proyecto
de vida, “se sustenta en las opciones que el sujeto puede tener para conducir su vida
y alcanzar el destino que se propone”91. A su vez, estas opciones son la expresión y
garantía de la libertad.
El proyecto de vida “sólo implica una situación probable –no meramente posible– dentro del natural y previsible desenvolvimiento del sujeto, que resulta interrumpida y contrariada por hechos violatorios de sus derechos humanos”92, que
transformaron drásticamente el curso de su vida, variando ostensiblemente las circunstancias bajo las cuales se desarrollaba. En este sentido, el daño al proyecto de
vida debe entenderse como una “expectativa razonable y accesible que implica la
pérdida o el grave menoscabo de oportunidades de desarrollo personal, en forma
irreparable o muy difícilmente reparable”.
Como sustento al deber de reparación por daño al proyecto de vida, la Corte
resaltó que en estos casos
“la alteración de la vida ocurre en forma injusta y arbitraria, con violación de las normas
vigentes y de la confianza que (la víctima, en su calidad de persona sujeta a determinada
jurisdicción nacional, ciudadano de un Estado o miembro de una comunidad nacional)
pudo depositar en órganos del poder público obligados a protegerla y a brindarle seguridad
para el ejercicio de sus derechos y la satisfacción de sus legítimos intereses”93.
90
Corte Interamericana de Derechos Humanos. “Caso Loayza Tamayo”. Reparaciones.
91
Ibíd.
92
Ibíd.
93
Ibíd.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Advierte la CIDH que si bien la reparación por el daño ocasionado al proyecto
de vida implica una indemnización, no se reduce a ella. Según su concepto, esta
reparación puede aparejar otras prestaciones o compensaciones, como beneficios
de carácter académico, laboral, etcétera, orientadas a restablecer el proyecto arruinado por las violaciones perpetradas desde una perspectiva de aproximación a la
reparación en el ideal de la restitutio in integrum. Con todo, en otros casos la Corte
ha considerado que la “pérdida de chance” de mejorar los futuros ingresos, debe estimarse a partir de un perjuicio cierto con suficiente fundamento para determinar
la probable realización de dicho perjuicio94.
Principales obstáculos para la restitución de los bienes de las
víctimas del desplazamiento forzado
El análisis de las circunstancias y condiciones hasta ahora descritas permite
identificar serios obstáculos para la restitución y la protección de las tierras, las viviendas y el patrimonio abandonados por o despojados a la población desplazada.
A juicio de la Comisión, es posible clasificar estos obstáculos en tres grandes grupos: de orden fáctico, de orden legal y normativo, y de orden institucional. Esta sección está dedicada a la identificación y análisis de dichos obstáculos, partiendo del
presupuesto de que es preciso superarlos para emprender con éxito una verdadera
política de restitución de tierras a la población víctima del desplazamiento forzado,
y para protegerla del despojo de tierras en el futuro.
Obstáculos de orden fáctico
Como obstáculos de orden fáctico deben entenderse aquellas situaciones de
hecho, adversas a las posibilidades efectivas de restitución, como: i. la ausencia de
condiciones de seguridad para los desplazados en los lugares de expulsión en donde se encuentran ubicadas las propiedades objeto de despojo o abandono, y ii. los
diferentes conflictos sobre la propiedad que pueden generarse entre las víctimas y
otras víctimas, o entre las víctimas y terceros poseedores, como resultado de la falta
de seguridad jurídica y de protección de los derechos ejercidos sobre las tierras.
94
Corte Interamericana de Derechos Humanos, Sentencia “Caso de los Hermanos Gómez Paquiyauri”, y “Caso Cantoral Benavides”. Reparaciones (art. 63.1, Convención Americana sobre Derechos Humanos), 3 de septiembre de 2001, serie C, No. 88.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En cuanto a lo primero, de acuerdo con los resultados de la Encuesta Nacional de Verificación ENV-2007 adelantada por la Comisión de Seguimiento, sólo
el 3,1% de los grupos familiares desplazados desearía regresar a su sitio de origen,
mientras que el 76,4% desearía permanecer en su lugar de asentamiento actual, el
6,7% reubicarse en otro municipio, el 2,7% salir del país y un considerable 11% no
habría decidido qué hacer. En total, un 86% de los hogares familiares no retornaría,
al menos por ahora y hasta que no hubiera garantías de seguridad y de estabilización económica, a sus lugares de origen. La falta de disposición para regresar
se fundamenta, en un 69,2% de los casos, en la creencia o la convicción de que se
mantienen las causas que originaron su desplazamiento, en un 6,3% obedece a las
condiciones de vida con las que contaría en el lugar de expulsión, en un 2,2% a la
falta de un lugar al cual llegar, y en un 2,3% a la imposibilidad de encontrar oportunidades de empleo.
Como se observa, las condiciones de inseguridad determinan en un 69% de los
casos la renuencia al retorno de los grupos familiares desplazados. Esta percepción
no es infundada, así como tampoco lo son las razones adicionales que justifican la
ausencia de intención de retorno. Sólo a manera de ejemplo, puede traerse a colación el caso del retorno de la comunidad de El Salado (Bolívar). En febrero del año
2000, cerca de 400 personas se desplazaron de este corregimiento y sus veredas aledañas, tras una incursión de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), que culminó con la tortura y muerte de aproximadamente 100 personas. Dos años después
se produjo el retorno, el cual contó incluso con la emisión de una resolución defensorial95. Actualmente, el incumplimiento de los compromisos estatales es patente, y
el acompañamiento permanente de la fuerza pública, pese a constituirse en el alivio
para algunas necesidades de la población, ha generado ataques de la guerrilla de las
FARC contra miembros de la comunidad (asesinatos y desapariciones), y con ello
nuevos desplazamientos.
Aun cuando el retorno se contemple como una opción, como es el caso manifiesto de las comunidades afrocolombianas, la amarga experiencia de los retornos
ha creado una gran desconfianza en la población desplazada. Hasta el momento no
puede asegurarse la existencia de garantías de seguridad para la población desplazada que retorna, y no son pocos los casos en los que el retorno se ha producido de
manera espontánea, movido por la necesidad que tiene la población de acceder a
insumos básicos como alimentación, agua y albergue, y a costa de poner en riesgo
la vida y la seguridad personal y la del grupo familiar.
95
Defensoría del Pueblo, Resolución defensorial 008, “Sobre el proceso de retorno de la población
desplazada del corregimiento El Salado - Bolívar”, Bogotá, noviembre de 2002.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
En cuanto a lo segundo, tampoco son claras las alternativas para que la población desplazada pueda efectivamente disponer de sus bienes, ya sea en el retorno o
en la reubicación. La complejidad de las circunstancias y la ausencia de condiciones
para la restitución se encuentran estrechamente ligadas a la manera como se produjo el despojo o el abandono forzado de los bienes. El recaudo de información
en torno al tema, adelantado entre otros por Acción Social - PPTP, han permitido
identificar un conjunto de tipologías asociadas al despojo, o a la manera y medios
a través de los cuales éste se produce, que pueden resumirse en las siguientes modalidades96:
a) Transferencia de derechos de los legítimos titulares viciadas por la fuerza o celebradas bajo intimidación. Por ejemplo: actor armado que obliga a la celebración de escritura pública de compraventa, sin que se pague ningún valor por el
inmueble comprado.
b) Transferencia de derechos de los legítimos titulares que hayan tenido origen en
la presión directa ejercida sobre las partes o en el aprovechamiento de las circunstancias del entorno, y en las cuales se haya pagado un precio, pero éste sea
inicuo o irrisorio, o se evidencie una desproporción en las prestaciones.
c) Negociaciones celebradas entre particulares encaminadas a la transferencia de
derechos reales sobre inmuebles sin el otorgamiento de escritura pública, en la
medida en que dichas negociaciones están viciadas por la fuerza o se evidencia
una desproporción en las prestaciones que tiene origen en el aprovechamiento de la violencia. Por ejemplo: negociaciones amparadas por la informalidad,
venta de posesión a través de cartas que si bien jurídicamente no surten efectos,
de facto configuraron la pérdida del derecho.
d) Constitución de cualquier tipo de garantías reales o personales mediante intimidación o fuerza.
e) Legitimación de derechos a través de instancias administrativas en las que la
decisión haya creado, modificado, extinguido o consolidado derechos que tengan origen en conductas de intimidación o violencia. Por ejemplo: titulación a
personas diferentes de sus legítimos ocupantes.
f) Apropiación de territorios étnicos de facto o a través de títulos con apariencia
de legalidad. Por ejemplo: Apropiaciones en los casos de Jiguamiandó y Curvaradó.
96
Acción Social - Proyecto Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada. “Aportes
desde la protección de tierras y territorios para la formulación del programa nacional de restitución de bienes a cargo de la comisión nacional de reparación y reconciliación y las comisiones
regionales de restitución de bienes”. Documento presentado a la Comisión Nacional de Reparación
y Reconciliación. Bogotá, abril de 2008

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
g) Legitimación de derechos a través de instancia judicial. Por ejemplo: procesos
de prescripción adquisitiva de dominio.
Así las cosas, la víctima de desplazamiento, al intentar recuperar los bienes despojados o forzados a dejar en abandono, puede verse inmersa en distintas y difíciles
situaciones. A continuación se presenta una síntesis de las que pueden ser consideradas como principales:
a) El bien abandonado no ha sido objeto de posesión o usurpación por parte de
terceros, pero, a juzgar por la forma en que se produjo el desplazamiento y por
las circunstancias actuales, no existen garantías de seguridad para que la persona desplazada regrese al lugar de expulsión. En este caso puede suceder que:
i. La persona desplazada tenga plena propiedad sobre el bien (escritura pública registrada), su predio tenga vocación silvoagrícola, constituya una o
más unidades agrícolas familiares (UAF), y habiendo participado de las
convocatorias, no haya sido hasta el momento beneficiaria del subsidio integral de tierras (SIT). De acuerdo con la normatividad vigente, esta persona podría acceder a un proceso de permuta de su predio.
ii. La persona desplazada tenga plena propiedad sobre el bien (escritura pública registrada), su predio tenga vocación silvoagrícola, sea inferior a una
UAF y no haya sido hasta el momento beneficiaria de un SIT. De acuerdo
con la normatividad vigente, esta persona no cumple los requisitos para
acceder a un proceso de permuta, y debe participar de las convocatorias
para aspirar a un SIT97.
iii. La persona no tenga propiedad plena sobre el bien –es decir, que sea un
poseedor, un ocupante o un tenedor–. En tal caso, no es candidato a beneficiarse de un proceso de permuta, y deberá aspirar a la adjudicación de un
SIT, en caso de que no haya accedido.
b) El bien abandonado sí ha sido objeto de posesión por parte de un tercero, y se
mantienen las condiciones de inseguridad para la persona desplazada primera
poseedora, o para la persona desplazada propietaria plena. Entre las opciones
que se presentan son de destacar que:
97
De acuerdo con las disposiciones del Decreto 4984 de 2007, sólo podrán acceder a procesos de
permuta aquellas personas titulares de bienes abandonados cuya extensión sea igual o superior a
una UAF, que sean de comprobada vocación silvoagrícola. En caso contrario, deberán participar en
las convocatorias para acceder a subsidio de tierras.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
i.El bien haya sido objeto de posesión por parte de un tercero, la persona
desplazada de ese bien ostente la propiedad plena, pero su propiedad nunca haya sido registrada ante el Incoder o la Superintendencia de Notariado
y Registro (SNR), para ser protegida de enajenaciones. Cuenta en este caso
el propietario con la acción reivindicatoria o acción de dominio para que
el bien le sea restituido, demanda que debe ser interpuesta a través de un
abogado y ante el juez civil del circuito que corresponda a la jurisdicción
donde se ubique el bien, y que surtirá un proceso de larga duración.
ii.El bien haya sido objeto de posesión por parte de un tercero, la persona desplazada de ese bien ostentara una mera posesión, y dicha propiedad nunca
haya sido registrada ante el Incoder o la SNR para ser protegida de enajenaciones. Cuenta en este caso el primer poseedor, dependiendo del tiempo que
haya transcurrido y del carácter de su posesión (regular o irregular), con la
acción de reintegración (que prescribe a los seis meses de iniciada la posesión del tercero), o con la acción posesoria. Ésta se interpone ante los jueces
promiscuos municipales; no obstante, si la posesión ha transcurrido por más
de un año sin que se establezcan acciones por parte del primer poseedor, no
procede la acción posesoria. De otro lado, de acuerdo con las disposiciones de
la Ley 1182, si han transcurrido cinco o más años de posesión, no habiendo
títulos anteriores inscritos sobre el bien, ni inclusión del predio dentro de zonas declaradas como de riesgo de desplazamiento o de desplazamiento consumado, el tercer poseedor puede iniciar, una vez inscrita la falsa tradición, el
correspondiente saneamiento y obtener la titularidad. El EDR contemplaba
en su artículo 127 que: “en cualquier caso, la prescripción ordinaria, la prescripción extraordinaria, los procesos de saneamiento de la propiedad y los
de jurisdicción coactiva, se suspenden en beneficio de los desplazados por
la violencia y mientras dure el desplazamiento forzado, y que los notarios y
registradores de instrumentos públicos, so pena de incurrir en causal de mala
conducta sancionable con la destitución, se abstendrán respectivamente, de
autorizar e inscribir escrituras públicas que contengan la transmisión del dominio de dichos predios”. Hoy, las normas del EDR han perdido vigencia. Sin
embargo, hay que señalar que la protección a que se alude se hacía factible,
siempre y cuando el propietario, poseedor, ocupante o tenedor del predio o
territorio, o el Ministerio Público hubieran solicitado la inclusión del mismo
en el Rupta, y en tanto que dicha solicitud hubiera sido inicialmente aceptada
y el procedimiento siguiera su ruta regular, de manera que lograra establecerse un impedimento para la enajenación por parte de terceros.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
iii.El bien haya sido objeto de posesión por parte de un tercero, la persona desplazada de ese bien ostentara una mera posesión, pero la propiedad
haya sido reportada ante el Incoder o la Superintendencia de Notariado
y Registro (SNR) para ser protegida de enajenaciones. En este caso, tal y
como lo prevé el Decreto 2007, no debería proceder ningún tipo de enajenación sobre el bien. No obstante, la gran dificultad se encuentra en que
la infraestructura en la que reposa este nuevo procedimiento ha permitido
una cobertura mínima hasta el momento. Se conoce, de acuerdo con los
resultados presentados por Acción Social – PPTP, que a la fecha sólo existen 1.200 inscripciones de prohibición de la enajenación98.
c) Un tercer grupo de situaciones, como bien se señala, está constituido por aquellos casos en los que los bienes fueron despojados a través de ventas forzadas que
pudieron devenir en estafas y/o configurar lesión enorme, así como también de
simulaciones en las que se constituyeron escrituras falsas, o se determinaron a
través de ventas de cosa ajena, etc. En muchos de estos casos es posible que los
bienes hayan sido vendidos nuevamente sin que en estos nuevos negocios haya
mediado la coacción. Por ende, para que las personas afectadas puedan obtener
la restitución de sus bienes, se requieren complejos y largos procesos judiciales
en los cuales habría de probarse el carácter ilegal de los negocios, y deshacerse
las sofisticadas cadenas de testaferrato realizadas sobre los bienes.
En todo caso, es importante anotar que cualquiera que sea la vía a través de la
cual el Estado colombiano garantice la restitución de los bienes de la población desplazada víctima del despojo o el abandono forzado, ésta debe determinarse como la
oportunidad para que las víctimas obtengan, en los casos de no haberla ostentado,
una titularidad plena de los bienes, y con ello la protección sobre su tenencia.
Obstáculos de orden normativo99
En el ordenamiento jurídico colombiano guardan vigencia normas y disposiciones cuya aplicación sería comprensible y aceptable bajo condiciones normales
98
“Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada, Octavo informe
trimestral fase III”, febrero de 2008.
99
En este acápite se retoman las consideraciones y comentarios anotados por Yamile Salinas en
torno a los principales obstáculos legales y procedimentales para la restitución de los bienes de las
víctimas del desplazamiento en Colombia. Ver, Salinas, op. cit.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
de mercado y seguridad, pero que en un contexto de conflicto de larga duración
generan vulneraciones y propician escenarios de impunidad frente al despojo y la
usurpación. En efecto, pese a las circunstancias de conflicto armado interno que
enfrenta Colombia desde hace más de cuatro décadas, a la permanencia y expansión del narcotráfico, y al surgimiento de nuevas expresiones delincuenciales, en
el orden jurídico se mantiene con plena vigencia la aplicación de disposiciones del
derecho civil especialmente referidas a la propiedad y los modos de adquirirla, que
lejos de constituirse en protectoras y preservadoras de este derecho, representan
no sólo condiciones limitantes a su goce legítimo, sino factores que lo vulneran de
manera autónoma. Dichas normas han formado y siguen hoy formando parte del
conjunto de estrategias y herramientas de las que hacen uso los actores armados, y
también narcotraficantes y otros grupos y estructuras delincuenciales para apoderarse de la tierra y los territorios más ricos o de uso promisorio.
Así, existe por ejemplo la posibilidad de adquirir el dominio de un bien aun en
aquellos casos en los que la posesión sea derivada de la fuerza, el dolo o la violencia
(posesión irregular)100, vía la prescripción extraordinaria101. Como explicación de
la admisión de este tipo de conductas en un marco de legalidad, algunos autores
han expuesto que en este caso “la Ley no protege la mala fe, sino la conducta del
poseedor que, con su diligencia, incorpora un bien al proceso productivo, es decir, lo vuelve útil ante la negligencia de su propietario”102. Dicho de otra forma, de
acuerdo con la doctrina, la admisión de este tipo de conductas es coherente con la
garantía de la función social de la propiedad, por cuanto las “cosas de la naturaleza
o que existen en el mundo moderno, a raíz de la intervención humana, tienen que
cumplir la función social, que consiste en que esas cosas deben satisfacer las necesidades de quien lo necesite, y si el dueño no las ejerce durante el tiempo que la
ley permite, es porque no las necesita y entonces debe suplir la necesidad de otro
100
101
Se entiende por posesión irregular aquélla a la que le falta el justo título o la buena fe, o los dos (art.
770, Código Civil). Son vicios de la posesión: 1) la violencia entendida como una coacción injusta
que se ejerce sobre una persona (art. 772, Código Civil), la cual puede ser actual –cuando se arrebata el bien–, inminente –si existe de por medio una amenaza–, o persistente –la cual se ejerce
cuando el propietario está ausente y a su regreso es repelido–; y 2) la clandestinidad ante quien
tiene derecho a oponerse a ella.
Mediante la Ley 791 de 2002 se redujo el término de la prescripción de la acción de 20 a 10 años, al
igual que el término para adquirir por posesión irregular. Para la regular se bajó de 10 a 5 años,
salvo que se trate de una vivienda de interés social para la cual el término es de 3 años.
102
Velásquez, L.G., Bienes, Bogotá: Temis, 1996, pp. 350-351. Citado en “Conductas aparentemente
conflictivas en lo civil y en lo penal”. Tesis de grado, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá,
2007. Disponible en http://www.javeriana.edu.co/biblos /tesis/derecho/dere4/Tesis-48.pdf

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
sujeto”103. Así mismo, según la doctrina, la posesión irregular se funda también en
el hecho de que mientras otra persona no justifique ser el dueño del bien objeto de
posesión, la Ley ha de proteger al poseedor (Código Civil, art. 762)104.
En todo caso, la posesión como mera relación de hecho “es tan útil para el usurpador como para el propietario”105, y es precisamente esta brecha la que ha sido
aprovechada por los usurpadores a lo largo de años de conflicto armado, especialmente en aquellos territorios donde la institucionalidad estatal es precaria y débil.
El proceso ordinario que se lleva a cabo en el marco de la jurisdicción civil, y al que
debe acudirse para dirimir conflictos de pertenencia, engendra grandes desventajas para las víctimas del despojo violento o el abandono forzado. En primer lugar,
porque en todas estas circunstancias juega un papel determinante la ignorancia o
el desconocimiento de las víctimas, no sólo con respecto de la estructura legal y
judicial que rodea un procedimiento como el aludido, sino en relación con las herramientas jurídicas de las que podría hacer uso. En segundo lugar, porque para
las víctimas usualmente existen y persisten serias limitaciones de seguridad y de
riesgo sobre su vida e integridad personal, que impiden la comparecencia e intervención cabal en un eventual proceso. De este modo, las condiciones regulares que
comporta un proceso ordinario civil para resolver conflictos de esta naturaleza son
utilizadas por el usurpador como la más eficaz herramienta de disuasión frente a
las víctimas.
De otro lado, también se reputa como válida en el ordenamiento la venta de
cosa ajena. El artículo 1871 del Código Civil consagra que la venta de cosa ajena
vale, “sin perjuicio de los derechos del dueño de la cosa vendida mientras no se
extingan por el lapso del tiempo”. Para fines relacionados con este tipo de contrato, es indiferente que el vendedor sea dueño o no del bien, y se reputa válido pues
103
Ibíd., p. 55.
104
La Corte Suprema de Justicia, Sala de Casación Civil, en su sentencia de septiembre 9 de 1999,
señaló que “la posesión es la más elocuente manifestación del derecho de dominio, pues mediante
ella además de exteriorizarse sus atributos, ordinariamente lo reflejan por cuanto normalmente
cada cual posee lo que le pertenece, es decir, el poseedor de una cosa es también su propietario. Por
tal razón, la ley le prodiga amparo, como una complementación de la tutela que brinda el derecho
de dominio, presumiendo que quien se halla en esa relación de conexidad con las cosas es su
dueño, hasta tanto otra persona no justifique serlo”. Por su parte, la Corte Constitucional, en su
Sentencia T-494 de 1992, señaló que “la posesión resulta ser un poder de hecho jurídicamente relevante que por su naturaleza puede ser instrumento efectivo para la adquisición de la propiedad y
como tal guarda con este último derecho una conexidad de efectos sociales muy saludables, especialmente en el ámbito del estado social de derecho”.
105
Conductas aparentemente conflictivas en lo civil y en lo penal, op. cit., p. 70.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
apenas constituye el título del cual nace la obligación del vendedor de transferir
efectivamente la propiedad dada en venta. Así, tampoco es relevante para la validez del contrato que en dicha transacción se haya obrado de mala fe. En síntesis,
según la doctrina, nada impide que una persona venda un bien o una cosa que no
le pertenece, en la medida en que posteriormente puede el vendedor adquirirla formalmente de su propio dueño. Para el caso, la justificación de esta figura se asienta
en argumentos de orden económico: la “finalidad de dar mayor agilidad al devenir
económico en el interior de una sociedad” (la circulación de los bienes)106.
Ahora bien, no obstante que con la venta de cosa ajena el vendedor no tenga la
capacidad de transferir la propiedad al comprador (nadie transfiere más derechos
que los que tiene sobre la cosa entregada), sí puede este último adquirirla a través de
la usucapión o prescripción adquisitiva del dominio. También se encuentra la posibilidad de acudir a la denominada acción oblicua de prescripción, la cual permite que
un tercero, que aduzca ser acreedor del poseedor o que tenga interés en el bien, acuda
a la justicia para alegar la excepción de prescripción o para adelantar la declaratoria
de pertenencia107. Es decir, que ejerza derechos del deudor a efectos de que los bienes
de éste vuelvan al activo patrimonial y se destinen a satisfacer el pasivo108.
Una vez más se está hablando de circunstancias adversas para la protección de
los derechos de las víctimas del despojo violento o el abandono forzado de tierras.
Es claro que el transcurso del tiempo se constituye para éstas en el riesgo inminente
de perder de manera definitiva la propiedad sobre dichos bienes, en la medida en
que el mantenimiento de las condiciones de conflicto e inseguridad en las zonas de
expulsión y la amenaza que se cierne sobre la vida de cada persona u hogar desplazado van en detrimento de las posibilidades de retorno, y con ello, del desarrollo
de acciones formales de recuperación o litigio sobre el bien. Además, tales acciones
conducen a procesos largos y difíciles desde el punto de vista probatorio.
Similares efectos se atribuyen a la figura de la simulación. Ésta se relaciona
con la existencia de contraescrituras públicas en las que “no se ha tomado razón de
su contenido al margen de la escritura matriz”, y escrituras privadas que alteren lo
pactado en las públicas, con fines como ocultar la verdadera naturaleza y las condiciones del negocio, o el precio y/o la identidad de los verdaderos participantes
–testaferrato109–. Es importante señalar que en el derecho sustantivo colombiano el
106
Ibíd., p. 10.
107
Ley 791 de 2002.
108
Corte Suprema de Justicia. Sala Civil. Sentencia de casación del 18 de julio de 1997.
109
Salinas, op. cit., p. 16.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
fenómeno jurídico de la simulación no es tratado en parte alguna, y sólo se hace referencia al mismo en el inciso 2 del artículo 306 del Código de Procedimiento Civil,
para determinar la resolución sobre excepciones presentadas en un juicio.
Pese a que varias de las conductas relacionadas con la simulación están tipificadas penalmente110, la jurisprudencia la ha admitido como una manifestación de la
autonomía de la voluntad privada y de la libertad contractual111, bajo la consideración de que “no es dable pensar que el ocultamiento del genuino fin implica de por
sí ilicitud”112. En otras palabras, para la jurisprudencia la simulación de contratos
no necesariamente se lleva a cabo por mala fe de las partes contratantes.
Algunos tratadistas, sin embargo, han revaluado esa tesis frente a la validez que
en todo caso se quiere otorgar a los contratos simulados. Sin rebatir que la generalidad de los contratos tiene el carácter de consensual, el argumento que se trae a colación es que, por excepción, ciertos contratos exigen además del consentimiento, ya
una formalidad (contrato solemne), ya una prestación (contrato real). En tal caso, y
atendiendo a la doctrina francesa,
no se debería admitir, pues, siquiera la posibilidad de la simulación, ni aun la que se denomina lícita en los contratos solemnes, y es que, en efecto, en tales contratos no se puede
tener en cuenta la intención oculta de quienes lo celebran, sino la expresión del consentimiento manifestada con arreglo a las fórmulas solemnes o litúrgicas establecidas como una
institución de orden público113.
Más allá de esta discusión, para las víctimas del despojo violento siguen siendo el proceso probatorio y la imposibilidad de controvertir los factores que se
constituyen en obstáculos fundamentales para la restitución. En efecto, es sabido
que probar el dolo, el error, o la simulación requiere no sólo de una gran destreza
probatoria, sino con mucha frecuencia de abundancia de pruebas114, elementos o
110
Sólo a manera de ejemplo, para algunos autores existe una delgada línea entre la simulación y el
tipo penal de estafa. La estafa se tipifica como la obtención de provecho ilícito para sí o para un
tercero, con perjuicio ajeno, induciendo o manteniendo a otro en error por medio de artificios, lo
cual puede hacerse a través de la simulación en los casos en los cuales una de las partes no conoce la
escritura privada. Los bienes jurídicos protegidos por este delito son el patrimonio y la buena fe.
111
Corte Suprema de Justicia. Casación de mayo 21 de 1969.
112
Corte suprema de Justicia. Casación civil de mayo 16 de 1968.
113
Rodriguez, E. De la simulación en los contratos solemnes, Academia Colombiana de Jurisprudencia,
Documentos. Disponible en http://www.acj.org.co/index.php?mod=eduardo_rodriguez
114
Parra Q. J., Derecho procesal civil. Parte especial, Bogotá: Ediciones Librería del Profesional, Capítulo II, p. 11.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
medios con los que en la gran mayoría de los casos no cuentan las víctimas del
desplazamiento.
Las imposibilidades a las que se alude se fortalecen hoy con el efecto previsible
de algunas normas expedidas en el marco de la Ley de Justicia y Paz. La jurisprudencia de la Corte Suprema ha diferenciado la simulación lícita de la ilícita (testaferrato)115. En tal sentido ha determinado que “dicho delito continúa perfeccionándose
mientras subsista la condición de testaferrato, puesto que el bien jurídico protegido
por la norma continúa vulnerándose mientras dure la ilícita simulación”116. Pese a
ello, el Decreto 4760 de 2005, reglamentario de la Ley de Justicia y Paz, señala en su
artículo 13:
Respecto del tercero ajeno al grupo armado organizado al margen de la ley que exclusivamente haya participado en las conductas relacionadas con la adquisición, posesión,
tenencia, transferencia y en general con la titularidad de los bienes ilícitos que sean entregados para la reparación de las víctimas, la Fiscalía General de la Nación podrá aplicar el
principio de oportunidad.
Aun cuando el principio de oportunidad se encuentra consagrado en el artículo 323 del Código de Procedimiento Penal, la disposición no deja de configurar un grave riesgo de impunidad frente a los delitos de despojo de los que han
sido víctimas miles de colombianos. La aplicación del principio de oportunidad
en un contexto más amplio de beneficiarios fue propuesta por la Fiscalía en 2006,
posteriormente retirada, y todo parece indicar que será puesta nuevamente a consideración del Congreso de la República, esta vez intentando abarcar casos de terrorismo117.
No siendo suficiente, al testaferrato o simulación ilícita se articula la aplicación
de otras herramientas jurídicas del derecho civil, como el pacto de retroventa (el
acuerdo mediante el cual el vendedor se reserva la facultad de recobrar la cosa, previo pago al comprador de la suma que se determine o del valor)118.
115
116
El segundo caso se configura en el momento en que por medio de contrato, escritura o cualquier
otro medio ilegal, un bien pasa a figurar como propiedad de quien realmente no lo es, pues se trata
simplemente de una persona que presta su nombre para que figuren en su cabeza bienes que en
realidad pertenecen a terceras personas.
Corte Suprema de Justicia, Sentencia de febrero 21 de 2002, Rad. 16867. Magistrado ponente:
Herman Galán Castellanos.
117
Ver “Propondrán aplicar el principio de oportunidad en casos de narcotráfico y terrorismo”,
Caracol Radio, marzo 26 de 2008. Disponible en http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=568167
118
Salinas, op. cit. p. 16.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Para el caso en consideración, se trata entonces del desarrollo o la activación de
las más sofisticadas e indetectables cadenas de transmisión ilícita o fraudulenta de
posesiones y de evasión de la justicia, orientadas a la acumulación de riqueza. Estas
circunstancias han sido reconocidas por el Gobierno nacional y por la Corte Constitucional. En la Sentencia C-370 de 2006, sobre la constitucionalidad de la Ley de
Justicia y Paz, la Corte se refirió al tema afirmando:
Como lo señala el Ministerio del Interior y de la Justicia, los grupos armados al margen de la ley y
sus cabecillas han acumulado inmensas fortunas o “grandes recursos económicos”. Adicionalmente, como también lo señala el Ministerio, hacen partes de complejas estructuras y organizaciones. En estos casos, como bien lo señalan algunos de los intervinientes, resulta verdaderamente difícil distinguir todos los bienes que han sido fruto de la actividad legal, de aquellos frutos
de la actividad ilegal. Usualmente los bienes obtenidos ilícitamente han sido escondidos o trasladados a testaferros o incluso a terceros de buena fe a través de los cuales “lavan” los correspondientes activos119.
Pero quizá dentro de este conjunto de normas la más controversial y la que en
opinión de los autores de este informe ha adquirido una enorme importancia en
el contexto actual, es aquélla que otorga validez a la falsa tradición. Ésta consiste
en la inscripción que se hace en el folio de matrícula inmobiliaria de un bien a favor de una persona a quien otra, que carece de dominio sobre el bien o el derecho
vendido, le ha hecho acto de transferencia120. En síntesis, se admite la existencia
simultánea de un poseedor inscrito y de un poseedor material.
En virtud de la reciente Ley 1182 de 2008, el Congreso colombiano ha facultado el saneamiento de la falsa tradición de inmuebles121 a favor de quienes hubiesen
inscrito la posesión en los últimos cinco años, a través de un proceso abreviado
ante los jueces municipales, en el que, entre otros aspectos, se excluye la presencia
de la Procuraduría Agraria122.
119
Corte Constitucional colombiana. Sentencia C-370 de 2006. Magistrados ponentes: Manuel José
Cepeda Espinosa, Jaime Córdoba Triviño, Rodrigo Escobar Gil, Marco Gerardo Monroy Cabra,
Álvaro Tafur Galvis, y Clara Inés Vargas Hernández.
120
Como actos de transferencia se consideran: a) La enajenación de cosa ajena (venta de cosa ajena),
y b) la transferencia de derecho incompleto o sin antecedente propio (venta de derechos de
herencia o derechos y acciones en sucesión, y la posesión inscrita).
121
En el sector urbano para inmuebles que no superen la media hectárea y en el sector rural las diez
(10) hectáreas.
122
El Ministerio Público en materia agraria se adelanta ante los jueces del circuito y los agrarios que
solamente operan en Cundinamarca y en Antioquia, no obstante el Decreto extraordinario 2309
que creó la jurisdicción agraria en todo el país.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
La Ley 1182 de 2008 es producto de cuatro años de reiterados intentos de un
sector del Congreso de la República por aprobar una normativa dirigida de manera
específica a sanear la propiedad de bienes adquiridos bajo falsa tradición123. Entre
otros aspectos problemáticos del estatuto, pueden señalarse:
a) La potestad y la responsabilidad de llevar adelante los procedimientos de saneamiento se deposita en los ya saturados despachos de los jueces promiscuos municipales y civiles del circuito. Esto es preocupante desde todo punto de vista, y
muy especialmente en términos de la seguridad de dichos funcionarios locales,
expuestos a ser influenciados y/o coaccionados por los grupos armados ilegales
u otras estructuras delincuenciales.
123
La primera propuesta fue presentada en 2004, pero no logró ser aprobada. En 2005 los mismos
sectores políticos insistieron en la propuesta a través del Proyecto de ley 319, presentado a la
Cámara de Representantes. Entre las cuestiones más relevantes, el nuevo proyecto desconocía los
principios de contradicción y transparencia, al instituir un procedimiento especial y expedito para
sanear la falsa tradición de los bienes; así mismo, otorgaba facultades expresas a los registradores
públicos (y no sólo a los jueces) para que adelantaran tal procedimiento, sacrificando un verdadero debate jurídico y probatorio. De igual manera, el proyecto no contemplaba medidas efectivas
para impedir que los bienes patrimoniales rurales abandonados por la población desplazada
fueran titulados a los actores armados o a sus testaferros. Otro aspecto preocupante del proyecto
era que se sustentaba en el sistema de registro y protección de bienes de la población desplazada, a
todas luces insuficiente para dar cuenta de la magnitud del despojo y abandono de tierras y otros
bienes patrimoniales. En tal sentido, establecía condiciones irrisorias al demandante, como un
juramento bajo gravedad sobre el origen, calidad y naturaleza del predio. Pero, de otro lado,
imponía trámites que se erigían en grandes obstáculos para la interposición de recursos por parte
del oponente, como, por ejemplo, el tener que estar presente en la diligencia de inspección del
predio, lo que constituía un riesgo en la medida que obligaba a los desplazados a regresar a las
zonas de las que fueron expulsados, y en muchas de las cuales hoy día se mantiene la intimidación
armada. La iniciativa contemplaba, además, que los títulos sobre bienes frente a los que previamente se hubieran iniciado procesos administrativos de titulación, extinción, clarificación o
deslinde, no fueran susceptibles de ser saneados bajo este procedimiento. Con esta prescripción
estarían en riesgo gran parte de los predios habitados por comunidades afrodescendientes que no
se encuentran necesariamente englobados en títulos de propiedad colectiva, o aquéllos cuyos
procesos de titulación han sido suspendidos. Igual suerte correrían las tierras en las que se han
asentado desde hace mucho tiempo grupos de población indígena, las cuales no han sido entregadas bajo procedimientos administrativos, como los que indicaba el proyecto de Ley. La potestad
y la responsabilidad de llevar adelante dichos procedimientos se depositaban en los ya saturados
despachos de los jueces promiscuos y civiles del circuito, pero también en los registradores
públicos, quienes a la postre asumirían la mayor demanda, dada la brevedad y celeridad que el
proceso requiere. Esto resulta preocupante desde todo punto de vista, y muy especialmente en
términos de la seguridad de dichos funcionarios locales, expuestos a ser influenciados y/o coaccionados por los grupos armados.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
b) Entre los requisitos para que el procedimiento opere, se establece que el inmueble sometido a este proceso tenga título o títulos registrados durante un periodo igual o superior a cinco años y cuya inscripción corresponda a la llamada
falsa tradición.
Sobre estas dos condiciones, es importante señalar que:
a) Si a la fecha se toma en cuenta el término mínimo de cinco años como periodo
de inscripción del título, los procesos de saneamiento podrían versar sobre posesiones inscritas de predios despojados del año 2003 hacia atrás. Sólo a manera de
ejemplo hay que señalar que los registros oficiales de los años 2001 y 2002 son los
que reportan los más altos niveles de desplazamiento en la última década, alcanzando las 343.698 y 392.920 víctimas, respectivamente; es decir, el 28% del total
de víctimas de desplazamiento registradas a marzo 31 de 2008. Este porcentaje
aumenta ostensiblemente si se toma como corte el periodo 1999-2003124. Para
reforzar esta afirmación, basta con revisar la información aportada por Acción
Social – PPTP en relación con la proporción anual de eventos de abandono, derivada de los datos de solicitud de protección: el 51,6% del total de predios frente a
los que se ha solicitado protección fue abandonado en el periodo 2000-2003125.
b)No es de la cultura del poseedor rural tradicional adelantar trámites ante las
autoridades encargadas del registro de instrumentos públicos. En la mayoría
de los casos, las sucesiones no se tramitan y los inmuebles pasan de generación en generación. De otro lado, lo engorroso y costoso de los trámites ha desestimulado la inscripción, logrando que la mayoría de los poseedores rurales
consideren suficiente la elaboración de un contrato, o cualquier otro tipo de
documento privado, o la realización de un acuerdo verbal sin formalidades.
Estas condiciones son favorables al registro de títulos por parte de los usurpadores o de sus testaferros, y se suman a la imposibilidad que tienen las personas
desplazadas de volver y hacer posesión material del bien, debido a los riesgos
que naturalmente corren, marcados por el origen violento de su salida. En tal
sentido, como ya se señaló, los términos y las condiciones que dispone la Ley
de saneamiento favorecen la legalización del despojo que en forma masiva se ha
producido en la última década.
124
Cifras tomadas de la página web de Acción Social, www.accionsocial.gov.co con corte a marzo 31
de 2008.
125
“Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada. Informe final segunda
fase”, Bogotá, marzo de 2008, p. 31.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
c) A juzgar por los requisitos, la población desplazada, despojada violentamente
de sus bienes o que se ha visto obligada a abandonarlos, no será amparada en
modo alguno por los beneficios de esta ley, principalmente porque uno de los
requisitos para el procedimiento es que el solicitante demuestre sobre el bien la
“posesión material de manera pacífica y continua”. Como bien se anotó en líneas
anteriores, para la gran mayoría de los desplazados son nulas las posibilidades
de volver al lugar de expulsión sin que ello represente un riesgo para su vida
e integridad personal y la de su grupo familiar. Así mismo, pese a que el EDR
contempla la no interrupción de la posesión en los casos en los que se certifique
la condición de desplazado del poseedor, las dificultades que se ciernen tienen
que ver con el proceso probatorio, el desarrollo regular de la ruta de protección
a la que se acoge el poseedor en defensa de su bien, y con la interposición de
acciones legales en el sitio de expulsión.
Si bien el procedimiento ante las autoridades es gratuito, la demanda para obtener el saneamiento debe interponerse por escrito y mediante abogado inscrito,
lo cual genera el pago de honorarios respectivo. Por todos son conocidas las
condiciones económicas precarias de la población desplazada.
d) De manera infructuosa la ley pretendió sanear parte de los vicios del proyecto
que le dio origen, incluyendo esta disposición en su artículo 7:
Condiciones de procedibilidad: (…) Que el inmueble no se encuentre ubicado en las
zonas declaradas de inminente riesgo de desplazamiento o de desplazamiento forzado,
en los términos de la Ley 387 de 1997 y sus reglamentos y demás normas que la
adicionen o modifiquen o en similares zonas urbanas.
Al respecto, es importante señalar:
i. Las declaratorias de riesgo de desplazamiento y las de desplazamiento a
que hace alusión el Decreto 2007 de 2001, y que con su respectiva inscripción en registro llevan a la prohibición de enajenación de los predios, sólo
empezaron a producirse a partir del año 2004.
ii. Pese a los importantes avances alcanzados por Acción Social – PPTP, es
necesario anotar que hasta el momento sólo se han emitido en el país 84
declaratorias con cobertura en 76 municipios (7%)126.
126
“Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada, Informe”, 2007.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Lo anterior se traduce en que la estrategia de condicionar la procedibilidad
de la medida sólo a predios ubicados en zonas diferentes a las declaradas
como de riesgo o de desplazamiento no permite ejercer protección sobre
predios y personas afectados antes de que las declaratorias se propusieran
como una medida de obligatorio cumplimiento. Tampoco resultan beneficiadas aquellas personas cuyo desplazamiento o riesgo no ha sido cubierto,
pese a encontrarse institucionalizadas, y que son la gran mayoría.
e) Igualmente se plantean serias limitaciones a quienes quieran constituirse como
oponentes de las pretensiones del demandante, las cuales se hacen patentes en
el caso de las víctimas del desplazamiento que a su vez han sido despojadas violentamente de sus tierras, o se han visto forzadas a abandonarlas por causa de la
violencia. En primer lugar, tal y como se dispone en el texto del artículo 10, la
oposición debe formularse de forma oral o escrita en la diligencia de inspección
del bien. Si así sucediera, el juez oirá a las partes en litigio y fomentará una conciliación, y si ésta se logra el proceso de saneamiento continúa; si no, se archiva.
Se señala adicionalmente que si por razones “justificadas” quien se opone no
pudo asistir a la diligencia de inspección, el juez convocará a audiencia especial
dentro de los cinco días siguientes a la inspección, valorará pruebas y llamará a
conciliar. No obstante, a renglón seguido, en su artículo 11, la ley consagra:
Si en la diligencia de inspección al inmueble se determina su identificación plena y no
hubiere oposición, se dejará constancia en el acta, con base en la cual el Juez proferirá
inmediatamente providencia de saneamiento del título o títulos de propiedad, la cual
se notificará en estrados.
Total, al oponente no le queda opción diferente a la de interponer contra dicha
providencia un recurso de apelación ante el juez civil del circuito, con competencia, obviamente, en el lugar de ubicación del inmueble. En general, el procedimiento de oposición o contradicción de las pretensiones debe desarrollarse
en el lugar de ubicación del inmueble, que para el caso de la población desplazada se identifica generalmente con el sitio del que fue expulsado de manera
violenta, y al que por las mismas razones le es imposible retornar.
En suma, la Ley 1182 de 2008 es:
i. contraria a los Principios básicos sobre el derecho de las víctimas de interponer
recursos y obtener reparaciones; ii. vulnera el derecho a la restitución reconocido en
dicho documento y en los Principios sobre la restitución de las viviendas y el patrimonio de los refugiados y las personas desplazadas, hoy con carácter vinculante al ser

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
incorporados dentro del bloque de constitucionalidad colombiano; iii. desconoce la
preocupación del representante especial del secretario general de las Naciones Unidas
sobre los derechos humanos de las personas internamente desplazadas de “tratar con
rigor la cuestión de la apropiación de las tierras por terceros durante el desplazamiento
de la población original”, así como su recomendación específica de declarar inválidos
todos los títulos de propiedad de las tierras adquiridas bajo coacción e impedir las
transacciones sobre las mismas. Igualmente, de exigir a quienes aspiran a los beneficios de la Ley 975 de 2005 que declaren “toda la verdad, incluida la información sobre
los desplazamientos que han ocasionado y las tierras y las propiedades que confiscaron durante sus actividades, así como los nombres de las personas a quienes las
transfirieron en caso de que no las hayan adquirido para sí mismos”127.
Por otra parte, es importante anotar que ciertamente la legislación ha previsto
acciones en relación con las consecuencias generadas por la aplicación y vigencia
de las normas que aquí se han señalado, y frente a afectaciones como la usurpación,
la ocupación y la apropiación de bienes.
En efecto, el Código de Procedimiento Civil consagra varias acciones para la
protección de la propiedad y para resguardar la posesión. De un lado, se encuentra
la acción reivindicatoria a favor del propietario o acción publiciana a favor del poseedor regular (de veinte años o más de posesión). Según el artículo 946 del Código
Civil, la acción reivindicatoria (acción de dominio) es la que tiene el dueño de una
cosa singular de la que no está en posesión, para que el poseedor de ella sea condenado a restituirla. El proceso reivindicatorio se encuentra regulado en el Código
de Procedimiento Civil, y debe interponerse frente al poseedor y no frente al mero
tenedor de la cosa. Así mismo, debe tramitarse ante la jurisdicción ordinaria, es
decir, ante el juez civil con competencia en el lugar en donde se encuentra ubicado
el bien.
También se encuentra la acción posesoria –que puede ser instaurada por el
propietario, el poseedor o el tenedor–. Tal y como lo dispone el Código Civil en
su artículo 972, las acciones posesorias tienen por objeto conservar o recuperar la
posesión de bienes raíces, o de derechos reales constituidos en ellos. “La demanda
en los procesos posesorios no se funda en un derecho reconocido por la Ley o por
un acto equivalente, sino en la posesión o en una situación de hecho”128.
127
Comisión Colombiana de Juristas. “Aprobada ley que legaliza la usurpación armada de tierras”,
marzo 18 de 2008. Disponible en www.coljuristas.org
128
Parra, op. cit., p. 64.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Las acciones posesorias están sujetas a trámites breves y, por esta razón, contemplan el amparo policivo y el amparo jurisdiccional. Tiene la potestad para instaurarla
quien haya estado en posesión tranquila y no interrumpida un año completo, y se vea
frente a una perturbación de su posesión (C.C., art. 974). Si transcurrido un año completo de haberse iniciado la perturbación, no se interpone tal acción, ésta prescribe.
Activar el amparo policivo o el jurisdiccional (juez municipal o del circuito)
implica para el demandante el desarrollo de acciones in situ, pues la competencia
en ambos casos se relaciona con factores de orden territorial, es decir, se vincula al
lugar de ubicación del bien. “El objeto en un proceso policivo por perturbación de
la posesión radica en la verificación por parte de la autoridad administrativa de los
supuestos de hecho –posesión y su perturbación ilegítima– en los que el demandante sustente su pretensión de amparo. No se pretende en este proceso determinar
quién tiene derecho a la posesión del predio, tampoco es su finalidad la de recuperar la posesión perdida, sino proteger la paz pública”129. El amparo policivo puede
darse a través de la acción de perturbación o de la acción de despojo. La primera
puede recaer sobre cualquier inmueble, procede cuando el poseedor o tenedor está
siendo perturbado en su ejercicio, y prescribe a los seis meses de iniciada la perturbación. La segunda exige que el inmueble se esté explotando económicamente. Si
el inmueble no es agrario, se hace a través de la acción policiva y se denomina lanzamiento por ocupación de hecho. De esta acción tienen conocimiento el alcalde y
los inspectores de policía, y prescribe a los 30 días de iniciada la ocupación.
El amparo jurisdiccional se otorga a través de dos tipos de interdictos: los de
conservación y amparo, y los de recuperación. Los primeros están relacionados con
los simples actos de molestia. Los segundos tienen lugar cuando hay un acto de
despojo. Unos y otros prescriben en un término de un año, tal y como se indica en
el art. 976 del Código Civil.
De otro lado, está la acción de rescisión por lesión enorme. “La lesión enorme
ocurre cuando en una compraventa existe una desproporción considerable entre el
precio convenido y el precio “justo” de una mercancía, que perjudica a alguna de
las partes, y permite entonces que ésta solicite la rescisión del contrato”130. En este
sentido, “existe lesión enorme cuando en la venta de un inmueble, el precio que
recibe el vendedor es inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende; o,
para el comprador, cuando el justo precio de la cosa que adquiere es inferior a la
129
Corte Constitucional. Sentencia T-109 de 1993. Magistrado ponente: Eduardo Cifuentes Muñoz.
130
Corte Constitucional. Sentencia C-491 de 2000. Magistrado ponente: Alejandro Martínez Caballero.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
mitad del precio que paga por ella”131. Así mismo, y dado que la lesión enorme es
considerada un vicio objetivo, la buena fe se presume. Por esta razón, los frutos se
deben solamente desde el momento en que se interpone la demanda. El trámite que
requiere la acción de rescisión por lesión enorme es el del proceso ordinario, y debe
realizarse ante la competencia del juez civil del lugar donde se encuentra el bien.
Se encuentran también las acciones de nulidad absoluta y de nulidad relativa de
los contratos. La Corte Constitucional ha señalado que
la nulidad, según la doctrina prevalente, constituye un castigo o sanción civil que se impone
por la omisión de los requisitos que la ley considera indispensables para la validez de los
actos o contratos. La nulidad se identifica con la invalidez del acto o contrato, y puede ser
absoluta o relativa. La primera se dirige a proteger el interés público o general de la sociedad,
pues está destinada a castigar lo ilícito, es decir, lo contrario a la ley, las buenas costumbres
y el orden público. La segunda protege el interés privado o particular132.
Son características de la nulidad absoluta de un contrato: 1) se orienta a proteger un interés público; 2) puede ser interpuesta por cualquier persona interesada
para que un contrato se declare afectado; 3) puede ser alegada en cualquier estado
del juicio; 4) no se subsana por la ratificación. Mientras que la nulidad relativa: 1)
no afecta el contrato desde su inicio y éste existe desde su celebración; por tanto,
produce sus efectos hasta tanto no sea declarado nulo por la autoridad judicial; 2) la
acción para obtener la declaración de nulidad sólo puede ser ejercida por la persona en cuyo favor o protección se establece la nulidad; y, 3) es subsanable. La competencia para dirimir las acciones de nulidad la tienen los jueces civiles del circuito.
Finalmente, están la acción pauliana y la acción de simulación133. Ambas corresponden a los llamados medios de reintegración de los que puede hacer uso el
acreedor como efecto de la obligación que adquiere el deudor. “La acción pauliana
se orienta a obtener la revocación de actos reales o verdaderos de empobrecimiento
ejecutados por el deudor en fraude y en perjuicio de los derechos del acreedor. La
acción de simulación, por otra parte, se dirige a atacar ante la justicia los actos de
aparente empobrecimiento ejecutados por el deudor en perjuicio de los derechos
del acreedor”134. La competencia para estas acciones está en cabeza de los jueces civiles del circuito (o de los jueces agrarios en el caso en que existan para el territorio
en particular y dependiendo de la naturaleza del asunto en litigio).
131
Ibíd.
132
Corte Constitucional. Sentencia C-597 de 1998. Magistrado ponente: Carlos Gaviria Díaz.
133
Salinas, op. cit., p. 17.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En materia penal se encuentran tipificadas conductas como la perturbación de
la posesión de un bien inmueble, la usurpación de inmuebles, la invasión de tierras
o edificaciones, la destrucción y apropiación de bienes protegidos, la ocupación e
invasión de áreas de especial importancia ecológica y cultural y los daños en los
recursos naturales. Igualmente se contemplan la estafa, el abuso de confianza, el
ocultamiento, la enajenación y otros medios para presumirse en estado de insolvencia en perjuicio del acreedor, el lavado de activos, el enriquecimiento ilícito y el
testaferrato.
En materia agraria, el Estatuto de Desarrollo Rural (EDR), que devino en
inexequible, apartándose de las disposiciones del Código de Procedimiento Civil,
consagraba la presunción de ausencia de voluntad y consentimiento en los casos
de desplazamiento; establecía la prohibición a los jueces de adelantar procesos de
pertenencia “sobre inmuebles cuando la tenencia o posesión del demandante tenga
origen en conductas de intimidación o violencia”, e imponía el inicio de “procedimientos para restablecer y proteger los derechos de los afectados por la violencia”
(art. 137, EDR)135. Complementariamente, en materia de bienes agrarios, el citado
estatuto contemplaba mecanismos con destino a la población desplazada y a las
víctimas que fueran certificadas por la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Dentro de éstos se encuentran los dirigidos a la acumulación de tiempos
y la no interrupción de la ocupación o la posesión para efectos de los procesos de
titulación y pertenencia, en tanto dure la situación de desplazamiento; y la titulación de “manera preferente e inmediata” a quienes deciden retornar (arts. 128, 129
y 130, EDR). Adicionalmente, consagraba la procedencia del recurso de revisión
contra los fallos ejecutoriados de prescripción adquisitiva de la propiedad, cuando
se “lograre demostrar por el interesado su condición de desplazado por la violencia
o los actos o conductas de intimidación o violencia que le hicieron imposible el
disfrute de su propiedad” (arts. 132 y 137, EDR). Es importante advertir que con la
declaratoria de inexequibilidad del EDR existe un riesgo cierto e inminente frente
a la pérdida de fuerza vinculante de las normas de protección de bienes que en él
habían sido incorporadas. En tal sentido, se hace necesaria la pronta expedición de
134
Parra, op. cit., p. 24.
135
De esta manera se recoge la presunción de fuerza en situaciones de violencia generalizada a la que
hizo referencia la Corte Suprema de Justicia (CSJ), al señalar que “se tendrá como fuerza que vicia
el consentimiento cualquier aprovechamiento que del estado de anormalidad se haga en la celebración de un acto o contrato que se traduzca en condiciones tan desfavorables que logren
presumir que en circunstancias de libertad no se hubiere celebrado”. CSJ, Sentencia de mayo 3 de
1984. Magistrado ponente: Alberto Ospina Bayona, citado por Salinas, op. cit., p. 18.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
medidas transitorias y la proyección de medidas permanentes de orden administrativo, institucional y legal, dirigidas a evitar el retroceso de los logros alcanzados
y el estancamiento de los procesos enrutados en materia de protección.
Pese a las disposiciones y los órdenes de política que se refieren, en la práctica se identifica la tradicional prevalencia de condiciones de protección y garantía,
particularmente ventajosas cuando de propietarios se trata, en contraposición a las
posibilidades de amparo con las que pueden contar los poseedores. Así mismo, lo
que se hace evidente es que el marco jurisdiccional dentro del cual operan los procedimientos en desarrollo de las normas desconoce las circunstancias de especial
afectación que caracterizan a las víctimas del desplazamiento y del despojo o el
abandono forzado de bienes.
Efectivamente, salvo los mecanismos del EDR –aún no aplicados–, las citadas
acciones no tienen en cuenta la situación de las víctimas y sus condiciones de especial vulnerabilidad.136 Para ejercitar dichas acciones, la población desplazada
debe sortear, entre otros obstáculos, los altos costos de los procesos ordinarios y
su extensa duración137 –en promedio diez años–, la localización de los operadores
judiciales138 y la ausencia de una jurisdicción agraria comprehensiva139, la persistencia de la violencia y la mínima judicialización del delito de desplazamiento en
el país140. Sólo a manera de ejemplo, puede citarse que del cruce entre los datos
del Rupta y la base de datos de las declaraciones de las víctimas registradas ante la
136
Ibíd.
137
Excepto para interponer la acción de nulidad, en los demás casos los procesos requieren de los
oficios profesionales de un abogado.
138
Para los pobladores rurales el problema es que los operadores de justicia tienen su ubicación principal en los centros urbanos. No obstante, para la población desplazada el problema está en la
imposibilidad de volver al lugar de expulsión para comparecer y ejercer contradicción en cualquier
proceso judicial en el que estén en juego sus derechos de propiedad.
139
Tal y como lo han señalado diferentes documentos, pese a que la existencia y funcionamiento de
los jueces agrarios en el país fueron establecidos en 1989 en virtud de la Ley 1023, se conoce que
sólo operan en la actualidad en los departamentos de Antioquia y Cundinamarca.
140
Efectivamente, es casi inexistente la judicialización, investigación y sanción a los responsables del
delito de desplazamiento. Según Acnur, “Mientras entre el 2004 y el 2006 fueron registradas
619.000 personas desplazadas, tan sólo se inició la investigación de 6.500 casos. Para ese mismo
periodo, llegaron a juzgados penales 32 procesos y tan sólo 13 casos fueron fallados sancionando
por este delito a 15 personas”. Ver: Acnur, Balance de la Política Pública para la Atención Integral
al Desplazamiento Forzado en Colombia, enero 24 de 2004-abril de 2007, agosto de 2007.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía, Acción Social – PPTP encontró una coincidencia de sólo 2.691 personas relacionadas con un total de 3.309 predios141.
Estas condiciones también se hacen evidentes en procesos como el que hoy
debe adelantar la SNR con respecto a la inscripción de la prohibición de enajenación de aquellos predios ubicados en zonas de riesgo de desplazamiento o de
desplazamiento consumado. En tanto que el diseño institucional y la disposición
de infraestructura nacional de registro y administración de tierras hasta ahora no
contemplaban la posibilidad de registro de formas de tenencia diferentes a la propiedad mediante escritura, las condiciones de poseedores, ocupantes o meros tenedores son considerablemente desventajosas en términos de las posibilidades de
protección.
Indudablemente, ésta constituye una situación preocupante si se tiene en cuenta que alrededor del 30% de los inmuebles del país son objeto de posesión. De
acuerdo con un informe publicado en 2004 por la SNR y el IGAC, efectivamente,
de los 12 millones de predios inscritos en catastro, unos 3,3 millones son ocupados
sin que exista título de propiedad registrado142.
Desafortunadamente, a todo esto se suma, como lo ha expresado Acción Social
– PPTP, el hecho de que el impulso de acciones para el fortalecimiento del marco
de protección de los derechos patrimoniales de las víctimas ha ocasionado que las
formas y los procedimientos utilizados por el despojo estén casi siempre ligados a
negocios con apariencia de legalidad que esconden vicios del consentimiento. Es
decir, la privación violenta o clandestina por medio de la cual se apropian, desconocen o quitan los derechos sobre la tierra y el territorio, es ocultada mediante el
uso de formas avanzadas, complejas y cada vez más perfeccionadas.
Dadas las circunstancias, es claro que las políticas que se diseñen e implementen
a efecto de contrarrestar y reversar, tanto las dinámicas de despojo como los despojos
consumados, deben atender la búsqueda de mecanismos que faciliten la reversión, no
sólo en situaciones aisladas o individuales, sino que adicionalmente deben responder
de manera eficiente frente a despojos masivos, en zonas donde se ha evidenciado la
presencia e influencia directa e indirecta de actores armados, y donde, bajo el imperio de la fuerza y la coacción, han propiciado la concentración de la tierra. Uno de
los criterios de acción orientados hacia este objetivo se relaciona con la delimitación
clara de las áreas que coincidan con la división política territorial, y con relación a
141
“Proyecto Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada. Informe final segunda
fase”, Bogotá, marzo de 2008, p. 27.
142
Superintendencia de Notariado y Registro e Instituto Geográfico Agustín Codazzi, IGAC, Proyecto
de interrelación entre catastro y registro, 2004.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
periodos de tiempo durante los cuales un actor armado haya ejercido coacción o influencia bajo fuerza en todos los asuntos de la vida de quienes habitaron o habitan en
dicha circunscripción geográfica. Es decir, debe recurrirse a la aplicación de la figura
de la presunción legal, que ampare y facilite la recuperación de los derechos de la
población víctima en relación con sus tierras, tal como lo recomiendan los Principios
Rectores sobre la Restitución de Vivienda y Patrimonio de la Población Desplazada,
de manera que se traslade la carga probatoria a los presuntos usurpadores y sus testaferros, con respecto a los negocios realizados en el periodo que se delimite.
Así mismo, para la reversión o invalidez jurídica de los efectos que se generan tras
los escenarios de despojo descritos en el acápite de Obstáculos de orden fáctico, puede
disponerse la aplicación de mecanismos como los que se proponen a continuación.
i. Cancelación de título y del registro del mismo. Un título traslaticio de dominio
respectivamente registrado, originado en acciones de presión o amenaza de la
que fue víctima una de las partes, podría ser cancelado al demostrarse la mediación de fuerza. Esta medida es eficaz y apropiada para lograr el restablecimiento
de los derechos, y es el ente judicial en ejercicio de sus facultades jurisdiccionales quien podrá aplicarla, siempre que exista certeza suficiente sobre el carácter
forzoso e ilegal de los títulos143. Podrá hacerlo sin que exista necesariamente
una sentencia judicial que declare dicho hecho.
ii. Extinción del derecho de dominio. A través de esta medida de carácter jurisdiccional, se busca poner fuera del patrimonio de los victimarios los bienes obtenidos de manera ilícita y dejarlos a disposición del Estado. Para este efecto es
importante que dicha medida recaiga sobre los bienes que se encuentren en
situaciones como las que a continuación se describen:
a. Bienes usurpados o despojados, incluso los que sean identificados con posterioridad a que el Estado haya compensado a la víctima por dichos bienes.
b. Predios que hayan sido utilizados como escenario para la realización de
homicidios, masacres, retención ilegal de personas, refugio de grupos armados al margen de la ley y otros actos violatorios de los derechos humanos, siempre que esos actos ilegales hayan sido cometidos con la anuencia
del propietario y que esto sea demostrado.
c. Bienes sobre los cuales existan reclamaciones de víctimas y los propietarios
no demuestren el origen lícito de los recursos utilizados para adquirirlos.
143
Corte Constitucional, Sentencia C-060 de 2008.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
d. Bienes de propiedad de personas pertenecientes a grupos armados organizados al margen de la ley, adquiridos durante o con ocasión de su pertenencia a dichos grupos.
iii. Revocatoria de actos administrativos y cancelación de los respectivos registros
inmobiliarios. Ha sido frecuente encontrar actos administrativos mediante los
cuales se titulan tierras a personas que no tienen las calidades jurídicas que se
requieren, en detrimento de los derechos reales de los campesinos propietarios,
ocupantes, poseedores o tenedores que ostentan una relación jurídica con dichos
predios. En casos como el que inicialmente se señala, se configura una irregularidad denominada “desviación de poder”. Los actos administrativos afectados
por este vicio pueden ser atacados tanto en vía gubernativa como en vía judicial.
Sin embargo, es importante aclarar que los procedimientos legales establecidos
para tal fin son dispendiosos, costosos y dilatados en el tiempo. Por esta razón, se
requiere el establecimiento de procedimientos que en primer lugar garanticen el
acceso a mecanismos e instancias de justicia a quienes han sido víctimas, y que
en segundo lugar protejan de una manera rápida y efectiva dichos derechos.
iv. Nulidad y rescisión. Cuando un negocio jurídico fue realizado porque hubo mediación de fuerza, se entiende que el mismo puede estar viciado y es posible demandar su rescisión. Sin embargo, según el Código Civil colombiano, los vicios
del consentimiento, dentro de los cuales se encuentra la fuerza, pueden afectar
al negocio jurídico con nulidad relativa, la cual puede sanearse por acuerdos
entre las partes (ratificación) o por el paso del tiempo. Como se ha observado,
las circunstancias en las que se encuentran las víctimas que han sido obligadas a
vender o salir de sus propiedades corren un inminente riesgo de constituirse en
condiciones para declaratorias de nulidad relativa, lo que permitiría que la nulidad pueda ser saneada. En este sentido, es importante un desarrollo normativo
que otorgue el efecto de nulidad absoluta a este vicio del consentimiento.
Obstáculos institucionales
Bajo esta clasificación se identifican dos inconvenientes principales, cuyo efecto
se materializa en un impedimento claro para reconstruir el pasado, y con ello para
la restitución de las tierras a la población desplazada: la ausencia de información
suficiente, actualizada, y homologable en relación con el sistema de administración
de tierras en el país; y la falta de coordinación interinstitucional de las entidades
afines al mismo sistema.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
En su estudio sobre Antecedentes y perspectivas del narcotráfico en Colombia,
Rocha [2001] señala que la penetración de los narcotraficantes en el sector de la
construcción no fue tan alta debido a la estructura de financiamiento institucional
al que este renglón económico responde, pero que no ocurrió lo mismo “con las
inversiones de los narcotraficantes en el sector rural y en la economía informal,
donde la deficiente titulación de la propiedad rural y los atrasados sistemas de registro, junto a la extorsión de los propietarios tradicionales por parte de los grupos de
extrema ideología, facilitaron compras de tierras en lo que se ha denominado como
una contrarreforma agraria”144 (el énfasis es nuestro).
En efecto, uno de los principales vacíos del diseño institucional y de la política
pública para el acceso y la protección de la propiedad en Colombia lo constituyen la
ausencia de sistemas de registro y bases de datos actualizados y eficientes, y la débil
infraestructura estatal y judicial –especialmente en zonas rurales– para el registro
e inscripción de las propiedades, de la transmisión sucesiva de su titularidad y de
todos aquellos actos que la afectan jurídicamente.
En junio de 2004, el PPTP señalaba la importancia de contar con una cartografía y un sistema de información catastral actualizados para el ejercicio y protección
de los derechos de todos los ciudadanos en Colombia, así como con un sistema de
administración de tierras nacional.
También concluía el Proyecto en su informe que el panorama de la administración de tierras en Colombia estaba marcado por la baja coordinación e intercambio
de información entre el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder), el sistema de Notariado y Registro, el sistema catastral, el Ministerio de Vivienda y Medio Ambiente y los municipios del país, lo cual derivaba en: “La no identificación
única de los predios dentro del sistema de información de tierras; la concepción
de Notariado y Registro de sólo registrar los derechos de los propietarios, y la del
Sistema de Catastro de sólo inventariar los derechos de los propietarios y poseedores, excluyendo a ocupantes y tenedores; la baja disponibilidad de cartografía rural
básica a gran escala; y la desactualización de la información catastral rural145”.
Según el IGAC, la información catastral rural se encuentra actualizada en un
52,8%, y todo el país, zona urbana y rural, cuenta con cartografía a escala 1:500.000
144
Rocha, R., Antecedentes y perspectivas del narcotráfico en Colombia: una mirada a las políticas.
Instituto de Investigaciones Económicas, IIEC, Universidad Nacional Autónoma de México, 2001,
p. 59.
145
Ibíd., p. 9.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
y 1:100.000146 . Sin embargo, estas condiciones y circunstancias han afectado severamente el ejercicio y la protección de los derechos de propiedad en el país. Por
ejemplo, en 2004 la SNR señalaba que el 35,8% del total de folios de matrícula existentes en 76 de las ORIP sistematizadas147 en el país, presentaba anotaciones sobre
transacciones no válidas de la propiedad, las cuales se traducían en la existencia de
3.381.120 predios (entre rurales y urbanos) en la informalidad a nivel nacional. Lo
anterior, por supuesto, sin entrar a hacer referencia al ejercicio de otros derechos
sobre la tierra (posesión, ocupación y mera tenencia), cuya protección es aún más
limitada, a juzgar por la ausencia de inventarios, sistemas de información y procedimientos adecuados para su registro.
De otra parte, al primer semestre de 2007, la SNR reportaba que de sus 190
ORIP en todo el país, 88 aún se encontraban bajo registro manual, 55 estaban sistematizadas en medio magnético y 41 se encontraban ya articuladas al Sistema de
Información Registral (SIR)148. En total, de 13 millones de matrículas inmobiliarias
existentes en el país, se habrían unificado 8.128.131 (64%). La migración al SIR,
plataforma que permite una consulta digital desde cualquier parte del país, abarca
hasta ahora 3,7 millones de registros, lo cual equivale al 27% de la información
registral nacional.
Por su parte, el IGAC anota que a enero 31 de 2009 se habían actualizado los registros catastrales de 8.837.414 de predios (64,8%), en tanto que 4.699.386 (34,4%)
se encuentran desactualizados y 106.410 en formación149. De la cifra de registros
actualizados de predios, 6.902.865 (78,1%) corresponde a predios urbanos, mientras que 1.934.549 a predios rurales (21,8%). Del total de registros desactualizados
de predios, 3.074.957 son urbanos (65,4%) y 1.624.429 rurales (34,5%). En términos de la cobertura geográfica de la gestión predial se afirma que para la vigencia
actual de 2009, el 50,8% de los municipios del país (560) cuenta con formación
catastral rural actualizada (de menos de 5 años).
No existe una descripción legal clara y única sobre la propiedad en el país.
Mientras que el sistema de registro identifica los predios por sus linderos históri-
146 Instituto Geográfico Agustín Codazzi. Subdirección de Catastro. Comunicación a Comisión de
Seguimiento. Marzo de 2009. 147
Cuando se habla de matrículas sistematizadas se hace referencia a las que se encuentran bajo folio
magnético o bajo el Sistema de Información Registral, es decir, aquéllas cuyos registros ya no
están en formato de diligenciamiento manual.
148
149
Sobre las seis restantes no se reporta información en términos de su sistema de registro.
Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Informe al Congreso de la República, 2006-2007.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
cos formalmente declarados, los predios son identificados por sus linderos físicos
a través del sistema de catastro. En virtud de los decretos 1250 de 1970 y 1711 de
1984, la interrelación y el intercambio entre los sistemas de catastro y registro son
acciones de obligatorio cumplimiento para la SNR y el IGAC. El proceso de modernización de catastro y registro iniciado en 2005 tiene como objetivo para 2010
la compatibilización total en 707 municipios del país y la operación permanente en
línea en las 10 principales ciudades. Hasta el momento, el proyecto Catastro–Registro ejecutado entre el IGAC y la SNR (Sistema de Integración Catastro Registro–
Icare)150 ha interrelacionado 228 municipios a nivel nacional, con una cobertura
aproximada de 2.854303 predios; es decir un 22% del total de predios inscritos en
todo el país151.
De otro lado, se encuentra el sistema de Interrelación Permanente (IPER), encargado de mantener las interrelaciones inicialmente establecidas y depurar las
inconsistencias para establecer nuevas interrelaciones. La fase correspondiente al
2006 fue dedicada al diseño y definición de las especificaciones técnicas de las modificaciones de los sistemas existentes en las entidades, es decir, del sistema catastral
del IGAC y del sistema de registro de la SNR. Se preveía que dichas modificaciones
debían quedar ajustadas en 2007. El horizonte inicial de aplicación del IPER es de
46 municipios.
En términos generales, pese a los avances se evidencia un rezago considerable
de los registros, de sus posibilidadesde su comparabilidad (habida cuenta de las
necesidades de actualización del registro versus catastro) y de sus coberturas.
Ahora bien, el desarrollo normativo y jurisprudencial producido frente al desplazamiento forzado, sus causas y consecuencias, ha generado nuevas y diferentes
150
151
El Sistema de Interrelación Catastro-Registro, Icare es una herramienta de carácter transitorio,
que permitirá la interrelación inicial de los datos y su clasificación para su posterior incorporación
a los sistemas. Es el paso inicial para la interrelación de un municipio; recibe datos tales como
número predial, matrícula inmobiliaria, número de identificación, nombre del propietario y
dirección de los sistemas de Catastro y del Registro, para luego normalizarlos con el fin de establecer el vínculo (interrelación) entre los datos y las posibles inconsistencias que puedan presentarse en su comparación. Ibíd., p. 35. De acuerdo con el Instituto Geográfico en esta materia se ha dado cumplimiento a lo establecido
en las metas del Plan Nacional de Desarrollo de tener interrelacionado 46 municipios en el 2007 y
182 en el 2008. Según las metas del Plan Nacional de Desarrollo para el 2009, concertadas con
DNP, se deben interrelacionar inicialmente 250 municipios. Con el fin de agilizar los procesos de
intercambio y cruce de la información entre las dos instituciones, se ha viabilizado técnica y
económicamente la interrelación de 428 municipios. Así se superará la meta acordada para el
cuatrienio en materia de interrelación. Ver: Informe de Resultados - Proyecto Interrelación Catastro
Registro – IGAC – SNR. 2008.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
obligaciones para las entidades encargadas del Sistema de Administración de la
Propiedad en Colombia, específicamente relacionadas con la adecuación de sus sistemas de información a las realidades que hoy se enfrentan en los temas de acceso
y seguridad de la propiedad.
De un lado, como se anotó, la Ley 387 de 1997 (Estatuto sobre desplazamiento
forzado) consagró en su artículo 19 que el Instituto Colombiano de la Reforma
Agraria (Incora) –hoy Incoder– llevaría “un registro de los predios rurales abandonados por los desplazados por la violencia e informaría a las autoridades competentes para que procedan a impedir cualquier acción de enajenación o transferencia de
títulos de propiedad de estos bienes, cuando tal acción se adelantare contra la voluntad de los titulares de los derechos respectivos”. Dicha disposición se materializó
en el año 2001 en el Decreto reglamentario 2007.
Para la aplicación de la normativa del Decreto 2007, en 2003 se dio inicio al
PPTP152. Entre los aspectos más importantes que el decreto contempla, se encuentra el carácter obligatorio (so pena de sanciones disciplinarias) que adquieren las
declaratorias de la inminencia de riesgo de desplazamiento o de desplazamiento
forzado en una zona, así como las limitaciones que se producen a la enajenación
o a la transferencia de bienes rurales a cualquier título, luego de llevar a cabo los
procedimientos que señala el decreto.
En este proceso la normativa involucra, entre otras entidades, a la SNR, al Incora (hoy Incoder) y a los Comités Locales de Atención Integral a la Población Desplazada. Hasta ahora, un reto fundamental lo representa la adecuación de sistemas
de información e infraestructura de funcionamiento, pensados de manera exclusiva
para atender el registro de transacciones sobre bienes sujetos a propiedad, que hoy
deben incorporar actividades sobre bienes objeto de cualquier tipo de tenencia.
Para tal efecto, las tareas de registro estuvieron, tal y como lo señaló la Ley 387,
en cabeza del Incora. Sin embargo, con la expedición del EDR en 2007, estas funciones han pasado a formar parte de las obligaciones de la SNR. Como se anotó anteriormente, a la fecha el PPTP registra una cifra de protección de tierras del orden de
2.997.661 hectáreas correspondientes a 91.701 predios con medidas de protección
aplicadas, 25.637 bajo ruta individual de protección y 66.334 bajo ruta colectiva.
152
El proyecto está orientado, en su primera fase, al diseño y la validación de metodologías, procedimientos, rutas operativas e instrumentos técnicos, legales, institucionales y comunitarios, necesarios para proteger los derechos patrimoniales de la población rural desplazada o en riesgo. Todo
ello con el fin de mitigar los impactos del desplazamiento, disminuir la vulnerabilidad de la población afectada, facilitar su estabilización socioeconómica y lograr el fortalecimiento del tejido social.
Ver: Proyecto “Protección de bienes patrimoniales de la población rural desplazada y fortalecimiento del tejido social. Perfil del proyecto, Caja de Herramientas”, 2006.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Las proporciones por departamento de ubicación de los bienes varían en relación
con los derechos que ostentan sobre éstos, bien las personas que han acudido a solicitar protección (ruta individual), o bien aquellas que han sido protegidas grupalmente
a través de la ruta colectiva. No obstante, a excepción de lo que se reporta para Norte
de Santander, las formas distintas a la propiedad tienen carácter predominante en el
resto de departamentos en los que se han aplicado las rutas de protección.
Es importante reconocer los esfuerzos y avances adelantados por las entidades
estatales y gubernamentales a través del PPTP, pero también resulta necesario analizar e interpretar los resultados obtenidos y la dimensión real de sus alcances. Es
claro que frente a un registro oficial de 549.006 hogares desplazados a marzo 31 de
2008, la cifra de 76.844 personas (aprox. 15.000 hogares) beneficiadas por acciones
jurídicas y administrativas de protección constituye una proporción mínima de la
población desplazada registrada en el RUPD, que no alcanzaría siquiera al 3% de
la misma153.
Adicionalmente, es de señalar que son personas protegidas por estas medidas
tanto aquellas que siendo desplazadas han recurrido posteriormente a la protección
de sus bienes, como las que se encuentran en riesgo inminente de desplazamiento
(prevención). Registros anteriores al PPTP permiten concluir que las declaratorias
adelantadas en la ruta colectiva de protección154 constituyen el 48% del total de
solicitudes de medidas de protección. De este grupo, las declaratorias de riesgo participan con un 49%, mientras las declaratorias de desplazamiento y las de riesgo y
desplazamiento comprenden el 51%. Entretanto, más de la mitad de acciones de
protección jurídica o administrativa se han desarrollado a través de la ruta de protección individual, que corresponde efectivamente a población desplazada.
Lo anterior significa que la composición en términos de personas, predios y
hectáreas protegidas a través del PPTP responde en una proporción significativa
a gestiones jurídicas o administrativas realizadas frente a la población en riesgo
de desplazamiento. Así, sin el propósito de demeritar los efectos de la prevención
como mecanismo propio de la protección, no se puede obviar que la afectación de
los derechos de tenencia y propiedad se registra de manera patente en aquellos casos en los que el desplazamiento ha sido consumado.
153
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Verificación (ENV-2007), el promedio de personas por
hogar desplazado fue de 5,1.
154
La ruta de protección colectiva reviste especial importancia ya que se ocupa de aquellas comunidades que, por problemas de orden público, se ven obligadas a desplazarse masivamente o están
en riesgo de desplazamiento. Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población
Desplazada, Caja de herramientas, 2005.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Debe tenerse en cuenta, además, que la efectiva protección de los predios se
produce sí: i. se da lugar a la inscripción de los predios o bienes en los correspondientes folios de matrícula que llevan las oficinas de registro de instrumentos oúblicos (ORIP) de la anotación mediante la cual se prohíbe enajenar o trasladar el
bien; ii. se remite la copia de dicha inscripción al Registro Único de Predios (RUP);
y iii. se adelanta la posterior inscripción en dicho registro. A enero de 2008, el RUPIncoder reportaba que dicha anotación se había producido hasta ese momento para
apenas 1.200 titulares de bienes, los cuales representan el 12% de los trámites de
solicitud y el 25% de las solicitudes de protección efectivamente aprobadas155 (Cuadro 19). No obstante es importante precisar que la protección no se agota en la prohibición de enajenación que se anota en el folio, pues el ingreso al Rupta constituye
por sí mismo un instrumento orientado al desarrollo de procesos de restitución, y
en este sentido abre la posibilidad de que la protección opere aun cuando se trate de
derechos atribuibles a poseedores y ocupantes.
Cuadro 19. Registro Único de Predios –RUP– Incoder
Estado
No.
%
Anotación
1.200
12,3
Por iniciar proceso
3.154
32,3
496
5,1
28
0,3
Solicitud aprobada
4.718
48,3
Solicitud rechazada
171
1,8
9.767
100
Proyecto decisión aprobación
Proyecto decisión rechazo
Total
Fuente: INCODER, 2008. Corte a enero 8 de 2008. Elaboración: Comisión de Seguimiento.
En su más reciente informe, el PPTP señaló algunas consideraciones que merecen una importante atención, a fin de identificar las deficiencias de la estructura
general del sistema de protección. Buena parte de las dificultades que se señalan a
continuación se originan, entre otros factores, en la conducta pasiva o negligente de
algunas de las entidades que forman parte del sistema de protección, pero también
en el desconocimiento de los protocolos de atención y del orden de las responsabilidades compartidas o individuales.
155
“Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada, Informe”, 2007.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
• En referencia al proceso de transición que se inició para la migración de la información del Registro Único de Predios que adelantaba Incoder al Registro Único
de Predios y Territorios Abandonados (Rupta), ahora a cargo de la SNR, se señala
la necesidad de incorporar el módulo de protección colectiva, por cuanto el Incoder no diseñó los mecanismos de recepción, tal y como lo solicitó el PPTP156.
• Sobre las tareas desarrolladas por el Incoder en relación con el RUP, se anota
que si bien se logró superar el rezago en las solicitudes interpuestas en 2006 en
buena parte del país, las nuevas solicitudes de protección no habían sido diligenciadas. Para el caso de departamentos como el Meta o el Distrito Capital, la
respuesta frente al requerimiento es que no existen funcionarios encargados o
responsables de las labores, básicamente porque se están haciendo tareas de reestructuración y se ha prescindido de los servicios de más del 50% del personal
en el país al finalizar el 2007. En total, de 17.085 solicitudes adelantadas frente al
Incoder, 11.136 (66%) no han sido resueltas. El mayor número de solicitudes no
resueltas se concentra en Cartagena, con 2.423 de las 2.774 presentadas en esa
jurisdicción; y en Cundinamarca, con 2.393 de las 2.675 presentadas.
• Se reclama el acompañamiento decidido del Ministerio Público. A su juicio,
pese a que personerías como la del Distrito Capital han alcanzado un nivel de
autonomía suficiente para recibir y tramitar solicitudes de protección, otras no
muestran un compromiso y una iniciativa constantes.
• Sobre los comités territoriales de Atención Integral a la Población Desplazada
(CTAIPD), se considera que en general tienen un grado aceptable de comprensión del tema de protección, aunque no están en capacidad de asumir todas las
tareas, dada la rotación del personal y el nivel decisorio de las personas encargadas en algunas regiones.
• El análisis in situ de la labor de las notarías permitió evidenciar, salvo escasas
excepciones, el desconocimiento generalizado de los temas relacionados con la
protección, lo cual se hace patente en la autorización de escrituras públicas que
contienen negocios o actos de transferencia de derechos que se ejercen sobre
predios protegidos. Esto determina la necesidad de volcar las acciones a procesos más intensivos de capacitación con amplia cobertura.
156
“Proyecto de Protección de Tierras y Patrimonio de la Población Desplazada, Octavo informe
trimestral fase III”, febrero de 2008.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
• Existe la necesidad urgente de acudir a altos niveles de flexibilidad en materia
probatoria, de manera que por esta vía se logre garantizar a las víctimas la posibilidad de acceder a la aplicación de los mecanismos de restitución de bienes y
a favorecerse de la protección que implican.
• Debe flexibilizarse el marco legal. Ante la dificultad para identificar derechos
informales, obtiene una relevancia fundamental la consulta a las comunidades,
y la aceptación de múltiples alternativas sobre cómo probar los derechos, más
aún si se actúa dentro de un enfoque de justicia transicional.
• La propuesta de una ruta étnica, a nivel institucional, sólo ha sido parcialmente
conocida por los funcionarios de la SNR y algunos registradores que participaron en el proceso de construcción del decreto reglamentario de la Ley 1152 de
2007 sobre los mecanismos de protección. Esto se debe a que, hasta la fecha, la
Dirección de Etnias del Ministerio del Interior y de Justicia no ha atendido las
convocatorias del PPTP para estos efectos, pese al papel protagónico que esta
entidad debe desempeñar en el desarrollo y aplicación de los mecanismos de
protección, acceso y seguridad jurídica de los territorios étnicos.

UNA PROPUESTA: FIJACIÓN DE ESTÁNDARES
MÍNIMOS PARA UNA POLÍTICA PÚBLICA
DE RESTITUCIÓN DE BIENES
DE LA POBLACIÓN DESPLAZADA
Ante un panorama tan complejo como el descrito previamente, resulta muy difícil
plantear propuestas concretas de políticas de restitución de los bienes abandonados
por o despojados a los desplazados que sean viables y a un mismo tiempo logren
protegerlos adecuadamente. Por ello, existe la tentación de concluir que la restitución es un imposible en el contexto colombiano actual, y que, por ende, ésta debe
ser reemplazada por otros mecanismos, o al menos postergada indefinidamente
en el tiempo, pues se subordina en todo caso a la existencia futura de condiciones
normativas, institucionales y políticas favorables.
Sin embargo, la Comisión de Seguimiento considera que no es dado renunciar
a esta tarea o posponerla, pues la restitución constituye un derecho fundamental de
las víctimas de desplazamiento forzado, cuya satisfacción resulta indispensable, no
sólo para que el Estado colombiano cumpla sus deberes internacionales y nacionales en materia de derechos humanos, sino también para superar el estado de cosas
inconstitucional que representa el fenómeno de desplazamiento masivo de personas en Colombia, y para garantizar la no repetición del mismo en el futuro.
En primer lugar, como se señaló en la primera parte de este libro, la restitución
constituye un componente del derecho a la reparación integral que cobra una importancia esencial en el caso de las víctimas de desplazamiento forzado. De hecho,
reconocida por los estándares internacionales como el mecanismo preferente de
reparación de estas víctimas, y por los estándares constitucionales como un derecho fundamental. La efectiva restitución de los bienes abandonados o usurpados
resulta ser uno de los medios más idóneo para garantizar que los desplazados que
así lo deseen puedan retornar a sus hogares, así como para reparar los daños tanto
materiales como inmateriales resultantes de la vulneración de su derecho a la vivienda digna157.
157
Saffon y Uprimny [2008]. El potencial transformador de las reparaciones…, op. cit.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En esa medida, el cumplimiento de la obligación estatal de garantizar la satisfacción adecuada y efectiva de la reparación de los desplazados depende en buena
parte de que se implemente una política pública de restitución de los bienes abandonados por o despojados a la población desplazada, acorde con las exigencias impuestas por los estándares internacionales y nacionales vigentes sobre la materia. El
Estado debe adelantar todas las gestiones a su alcance para garantizar la restitución,
en la medida en que se configuren las condiciones que en cada caso la permitan y la
hagan deseable, y en tanto se constate que la reparación de los derechos a través de
dicho medio represente una solución duradera que atienda al desarrollo de principios democráticos y de garantías de no repetición.
En segundo lugar, como lo ha señalado sugestivamente Rincón, la satisfacción
del derecho a la reparación integral de los desplazados puede contribuir activamente a la superación del estado de cosas inconstitucional declarado por la Corte Constitucional en relación con la situación de la población desplazada en Colombia158.
En efecto, según Rincón [2008], de acuerdo con los estándares internacionales y
particularmente interamericanos en materia del derecho a la reparación, ésta tiene
una doble finalidad: lograr el restablecimiento de los derechos violados y garantizar
su goce pleno en el futuro159. La segunda de estas finalidades exige, siguiendo a la
autora, la reafirmación de la condición de sujetos plenos de derechos de las víctimas, pues sólo de esa manera se logra que pasen de una situación de violación de
derechos a una de ejercicio de los mismos que garantice su ciudadanía plena. Dado
que el estado de cosas inconstitucional en materia de desplazamiento forzado fue
declarado por la Corte Constitucional en razón de la violación masiva de los derechos de la población desplazada, de acuerdo con Rincón:
si las víctimas del desplazamiento forzado de personas no logran ver realizado su derecho a
la reparación integral […] es muy difícil que el ECI sea realmente superado. Y esto no sólo
porque quede pendiente el logro de uno de los derechos de las víctimas reconocido por la
Corte Constitucional, sino porque la no satisfacción plena y adecuada del derecho a la reparación implica la no satisfacción de otros derechos, esto es, aquellos derechos cuya reparación conforma el contenido mismo del derecho a la reparación160.
158
Ver Rincón, op. cit.
159
Por esa razón, la autora considera que el derecho a la reparación mira tanto al pasado (para superar
las consecuencias de las violaciones), como al futuro (para garantizar el goce de los derechos
violados).
160
Ibíd.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
En virtud de lo anterior y teniendo en cuenta que, como se demostró en la sección anterior de este informe, el desplazamiento forzado en Colombia ha implicado
en la mayoría de casos el abandono o despojo de tierras ocupadas por sus víctimas,
la garantía del goce pleno de los derechos violados como resultado de ello –esencial
para lograr la reparación– exige que dichas tierras sean restituidas, de forma tal que
se asegure que las víctimas puedan volver a ejercer los derechos que tenían sobre
ellas. Y, dado que la violación de derechos que han producido los abandonos y despojos de tierras forma parte del estado de cosas inconstitucional declarado por la
Corte, el goce pleno de esos derechos constituye una condición necesaria para su
superación.
En tercer lugar, la restitución no sólo es importante por su naturaleza de componente prioritario de la reparación de los desplazados y por su importancia para
la superación del estado de cosas inconstitucional. También lo es porque consiste
en un mecanismoefectivo para el objetivo de garantizar la no repetición del crimen de desplazamiento forzado de personas, en la medida en que es susceptible
de transformar democráticamente las condiciones de exclusión de las víctimas que
permitieron, e incluso promovieron, la comisión masiva y sistemática de ese delito
en el marco del conflicto armado.
Como lo han señalado Saffon y Uprimny [2008], una transformación democrática de esa naturaleza resulta necesaria en una sociedad que, como la colombiana,
aun antes del conflicto era excluyente y desigual, y cuyas estructuras de exclusión
son consideradas un factor esencial del conflicto, que en buena medida explica la
victimización de ciertos sectores sociales particularmente vulnerables161. En efecto,
en contextos como ése, una perspectiva de las reparaciones que busque exclusivamente devolver a las víctimas a la situación en la que se encontraban con anterioridad a la violación de sus derechos resulta limitada, ya que pretendería que
retornaran a una situación de vulnerabilidad y carencias, y dejaría intactos los
factores que permitieron su victimización. En esa medida, las reparaciones deben
ser comprendidas como una oportunidad, no sólo para enfrentar los daños ocasionados por los crímenes atroces, sino también para superar las condiciones de
exclusión de las víctimas del desplazamiento forzado, de lo contrario, difícilmente
podrían prevenirse crímenes similares en el futuro.
Ante tal situación, en el caso de las víctimas del desplazamiento forzado, la
transformación democrática de las condiciones de exclusión que permitieron que
ese crimen fuera cometido en su contra resulta particularmente importante, tanto
161
Saffon y Uprimny, El potencial transformador de las reparaciones, op. cit.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
por la vulnerabilidad que ostentaba la población antes de su deplazamiento, como
por los factores económicos, políticos, normativos e institucionales que permitieron e incluso facilitaron su victimización. Como se desarrolla en esta publicación,
en el marco del conflicto armado el desplazamiento forzado de personas ha constituído una estrategia sistemática de apropiación ilegal de tierras ocupadas por sectores vulnerables de la sociedad, con fines económicos, políticos y bélicos. Además,
dicha estrategia ha sido posibilitada y aún facilitada por la existencia de ciertas
normas, por el impulso precario de ciertas políticas y por la debilidad de algunas
instituciones.
La restitución de las tierras abandonadas por o usurpadas a la población desplazada constituye un mecanismo vital para transformar las condiciones de exclusión que permitieron o facilitaron su victimización. En efecto, a través de una
política pública de restitución de bienes adecuadamente diseñada e implementada,
sería posible recuperar los bienes obtenidos por los actores armados, narcotraficantes y sus cómplices a través de la fuerza y la ilegalidad y, por esa vía, desmontar
las estructuras económicas y políticas de poder que hicieron posible los abandonos y despojos y que, de permanecer intactas, no garantizarían la no repetición del
desplazamiento forzado. Igualmente, por medio de una política de esa naturaleza
sería posible garantizar una recomposición del mapa de la distribución de la tierra
del país, en la medida en que los bienes recuperados podrían ser devueltos a las
víctimas despojadas en condiciones de seguridad fáctica, jurídica y económica, de
forma tal que se combatiera su situación de vulnerabilidad. Finalmente, a través
de una política pública de tales características, los esfuerzos de restitución podrían
complementarse con reformas normativas e institucionales tendientes a erradicar
los factores que permitieron el desplazamiento forzado, y el abandono o despojo de
bienes resultantes del mismo.
Por las razones previamente esgrimidas, para la Comisión de Seguimiento la
creación de una política pública integral de restitución de bienes, en los términos
señalados, para las víctimas de desplazamiento forzado, que sufrieron abandonos o
despojos de sus tierras con motivo de ese crimen, es de esencial importancia para
garantizar el derecho a la reparación integral de esa población, para contribuir a la
superación del estado de cosas inconstitucional y para garantizar la no repetición
del desplazamiento forzado en Colombia.
La importancia de la creación de una política pública de esa naturaleza ha sido
reconocida explícitamente por la Corte Constitucional, que en su reciente Sentencia T-821 de 2007, en la cual estudió una acción de tutela elevada por una mujer
desplazada y sus hijas, resolvió, entre otras cosas:

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Decimoprimero.- EXHORTAR tanto a la Agencia Presidencial para la Acción Social y la
Cooperación Internacional (Acción Social) como a la Comisión Nacional de Reparación y
Reconciliación para que, en cumplimiento de sus funciones legales y reglamentarias,
cumplan con la obligación de establecer las políticas, los planes y procedimientos destinados a
lograr la satisfacción efectiva del derecho a la restitución de los bienes de los cuales han sido
despojadas durante años gran parte de las personas que actualmente se encuentran en situación de desplazamiento forzado. En este sentido no sobra recordar que cualquier política
que se adopte debe tener en cuenta las directrices contenidas en el bloque de constitucionalidad. En particular las que surgen de los principios Rectores de los Desplazamientos
Internos (los llamados principios Deng), y los Principios sobre la restitución de las viviendas
y el patrimonio de los refugiados y las Personas desplazadas, de conformidad con lo
expuesto en la parte motiva de esta providencia. (Los énfasis son nuestros)
[…]. Decimocuarto.- ORDENAR a la Secretaria General de la Corte Constitucional que
remita copia del expediente completo a la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación para que, en cumplimiento de las funciones de que trata la Ley 975 de 2005 […] (3)
coordine la actividad de las Comisiones Regionales para la Restitución de Bienes que tengan
competencia en la vereda de El Limoncito, Sur del Cesar, para garantizar el derecho a la
propiedad de la actora. En este sentido deberá diseñar, si aún no lo ha hecho, el Programa de
Restitución de Bienes al cual esta obligada, con el concurso de las Comisiones de Restitución
de Bienes”.
De las anteriores órdenes de la Corte se desprende que el Gobierno y la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación (CNRR) tienen una obligación
clara de diseñar una política pública de restitución de bienes para la población desplazada, la cual debe ajustarse a los estándares internacionales y constitucionales
sobre la materia. Para la Comisión de Seguimiento, es evidente que el seguimiento
y control del diseño y la implementación de esa política pública de restitución de
bienes deben tener lugar en el marco del proceso de verificación, y en cumplimiento de la Sentencia T-025 de 2004 que lidera la Corte Constitucional. En efecto, una
política pública de esa naturaleza resulta esencial para garantizar el goce efectivo
del derecho a la reparación integral de las víctimas de desplazamiento forzado, que
forma parte de los derechos cuyo goce efectivo ha exigido la Corte en ese proceso
de verificación y que, como se argumentó anteriormente, es determinante para la
superación del estado de cosas inconstitucional y para garantizar la no repetición
del crimen de desplazamiento forzado de personas.
Además, como lo señaló la Comisión de Seguimiento en la propuesta de indicadores del derecho a la reparación integral de la población desplazada que sometió
a la consideración de la Corte, el Gobierno nacional es el principal responsable de

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
garantizar el goce efectivo de ese derecho en cumplimiento de la Sentencia T-025.
De hecho, si bien la CNRR tiene ciertas competencias en materia de reparaciones
de las víctimas de crímenes atroces como el desplazamiento, en virtud de la Ley
975 de 2005 (art. 52), se trata esencialmente de competencias de recomendación y
seguimiento, por lo cual la responsabilidad de que existan políticas de reparación y
de que se implementen adecuadamente recae en cabeza del Gobierno.
Por ende, la facultad otorgada por el Decreto 4760 de 2005 (art. 21, num. 4) a la
CNRR de diseñar un programa de restitución de bienes no libera al Gobierno de la
responsabilidad de garantizar su creación, y de que el mismo se ajuste a los estándares internacionales y constitucionales sobre la materia. Esto significa que el control y seguimiento de su diseño e implementación se enmarcan estrictamente en el
proceso de verificación al cumplimiento de la Sentencia T-025 de 2004. De manera
similar, en el evento de que el Congreso de la República formulara un programa de
restitución de bienes –como al parecer lo pretende el Proyecto de ley 157 de 2007–,
el Gobierno nacional mantendría la responsabilidad de garantizar su implementación de acuerdo con los estándares internacionales y constitucionales, y, por ende,
la misma sería objeto del proceso de verificación.
Así las cosas, la propuesta fundamental de la Comisión de Seguimiento en esta
materia consiste en que, dentro del proceso de verificación al cumplimiento de la
Sentencia T-025 de 2004, la Honorable Corte Constitucional fije unos parámetros
mínimos y exigibles al Gobierno nacional en relación con el diseño y la implementación de una política pública de restitución de bienes. Para la Comisión de
Seguimiento, tales parámetros deben buscar que ésta se ajuste a los estándares internacionales y constitucionales en materia del derecho a la restitución, y propenda
simultáneamente por el goce efectivo del derecho a la reparación integral de los
desplazados, por contribuir a la superación del estado de cosas inconstitucional, y
por garantizar la no repetición del desplazamiento forzado de personas en el país.
Para lograr esos objetivos generales, una política pública de restitución de bienes
debería incluir como objetivo primario medidas destinadas al logro de la restitución efectiva, pronta y segura de los bienes abandonados o despojados en el marco
del conflicto armado; pero también medidas orientadas al cumplimiento goce pleno de los derechos violados por los abandonos y despojos. Igualmente, la garantía
de que los mismos no serán vulnerados en el futuro ni a las víctimas actuales ni a
ninguna otra persona
Por consiguiente, para la Comisión de Seguimiento, una política pública de esa
naturaleza debería tener dos componentes o ejes fundamentales. De un lado, un
programa de restitución de bienes tendiente a esclarecer la verdad sobre los abandonos y despojos de tierras, viviendas y patrimonio en el marco del conflicto ar
Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
mado en Colombia, con el fin de lograr una restitución de esos bienes en el corto
plazo, que permita el ejercicio de los derechos violados en condiciones de seguridad y evite que los mismos vuelvan a ser vulnerados en el futuro. De otro lado, una
serie de reformas normativas e institucionales orientadas tanto a hacer posibles los
objetivos del programa de restitución de bienes, como a garantizar la no repetición
del desplazamiento forzado y de los abandonos y despojos a él asociados.
A continuación se formulan unas propuestas concretas sobre los parámetros
mínimos que, en concepto de la Comisión de Seguimiento, deberían cumplir estos
dos componentes de la política pública de restitución de bienes para las víctimas de
desplazamiento forzado en Colombia.
Programa nacional de restitución de bienes
Para conformarse a los estándares internacionales y constitucionales en materia
del derecho fundamental a la restitución, como componente preferente del derecho
a la reparación de las víctimas de desplazamiento forzado que han perdido bienes,
y para contribuir a la superación del estado de cosas inconstitucional y a la garantía
de no repetición del desplazamiento forzado, un programa nacional de restitución
de bienes debería tener el objetivo primordial de garantizar la restitución como una
opción privilegiada y real para las víctimas de desplazamiento forzado162, en la medida en que se configuren las condiciones que en cada caso la permitan y la hagan
deseable, y en tanto se constate que la reparación de los derechos a través de dicho
medio representa una solución duradera que atiende al desarrollo de principios
democráticos y de garantías de no repetición.
La Comisión de Seguimiento considera que la materialización de este objetivo
requiere que se cumplan dos condiciones sustantivas mínimas. De un lado, que
la restitución de los bienes perdidos por la población desplazada constituya una
“solución durable”163 a su situación de desplazamiento, y de otro que las opciones
de reparación de las víctimas de desplazamiento forzado privilegien la restitución
como mecanismo primordial y, en su defecto, ofrezcan mecanismos de reparación
que garanticen el acceso a tierras de estas víctimas.
162
Las ideas que siguen se basan en Saffon y Uprimny, El potencial transformador de las reparaciones…, op. cit.
163
Este término fue extraído de Williams, op. cit.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En cuanto a lo primero, el carácter de “solución durable” de la restitución de
bienes a la población desplazada exige que la misma se acompañe de garantías de
seguridad jurídica, fáctica y económica, tendientes a evitar nuevos despojos, a lograr la inclusión social y la dignificación de las víctimas, y a garantizar que quienes
deseen retornar a los bienes restituidos puedan hacerlo.
Las garantías de seguridad jurídica consisten en los derechos que deberían adquirir las víctimas sobre los bienes restituidos, a fin de lograr el ejercicio pleno de
los derechos violados e impedir el riesgo de nuevos desalojos. Tales derechos deberían ser ciertos y no disputados, y contar con todos los recursos necesarios de protección en la legislación nacional, lo cual puede implicar en ciertos casos el acceso
a la propiedad sobre bienes que antes eran objeto de posesión, ocupación, tenencia,
uso, etc.
Por su parte, las garantías fácticas y económicas se relacionan con la importancia que tiene que las víctimas que accedan a la restitución puedan retornar a
los bienes restituidos si así lo desean y, en caso de hacerlo, sean protegidas contra
violaciones a sus derechos que deriven en nuevos desplazamientos y despojos. Así,
las garantías fácticas consisten en la implementación de medidas adecuadas para
que existan condiciones de seguridad en los territorios de retorno, tales que las
víctimas decidan libremente si quieren regresar o no164, y que, en el evento de volver, se ofrezcan medidas específicas de protección contra nuevas violaciones a sus
derechos. De otro lado, las garantías económicas consisten en la implementación
de medidas tendientes a permitir que al retorno sea efectivo el uso de la tierra restituida como medio de supervivencia, y el acceso especial a los servicios sociales
suministrados por el Estado.
En cuanto a lo segundo, para que la restitución se plantee como el mecanismo primordial de reparación de la pérdida de bienes por abandono o despojo, es
preciso que no esté condicionada al retorno inmediato o incluso futuro de las víctimas a los bienes restituidos, sino que les permita disponer de éstos en igualdad
de condiciones en el mercado de tierras. Este requisito se deriva de los estándares
internacionales y constitucionales sobre la materia, que identifican el derecho a la
restitución como un derecho fundamental autónomo del retorno. Pero además, en
164
Como lo muestra la ENV-2007, en la actualidad solo un 3,1% de los grupos familiares desplazados
registrados en el RUPD desea retornar a su lugar de origen. Sin embargo, es necesario analizar este
dato con cautela, pues la bajísima intención de retorno puede obedecer, en muchos casos, justamente a la inexistencia de condiciones de seguridad básicas para que las víctimas consideren que
pueden regresar sin sufrir nuevas violaciones, y en particular nuevos desplazamientos. Esto especialmente si se tiene en cuenta que, como también lo indica la ENV-2007, el 9,4% de los grupos
familiares desplazados ha sufrido dos desplazamientos forzados, y el 1,2% más de dos.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
los eventos en los cuales las víctimas no quieran que los bienes perdidos les sean
restituidos, es necesario que las medidas de reparación alternativas que se ofrezcan
privilegien en todo caso el acceso a las tierras, a través de mecanismos como la
permuta de los bienes perdidos por otros de naturaleza semejante en otros lugares,
si desean la reubicación, o en los lugares en donde actualmente se encuentran, si
desean permanecer allí.
Ahora bien, para que las anteriores condiciones mínimas puedan realizarse a
través de un programa de restitución de bienes, es preciso que éste busque explícitamente enfrentar y superar los obstáculos derivados de la falta de información
sobre la titularidad de las tierras y de la precariedad y desprotección de derechos
sobre los bienes perdidos por la población desplazada, reseñados en la segunda sección de este informe. Para ello, la Comisión de Seguimiento propone el desarrollo
de un diseño institucional que incorpore, por una parte, la creación y funcionamiento de una Comisión de la Verdad, de carácter extrajudicial, que tenga entre
sus principales propósitos el esclarecimiento de la verdad en materia de despojo
de tierras y bienes, y de las causas del desplazamiento forzado. Y, por otra parte, el
establecimiento de una instancia de carácter judicial que funja como principal ejecutora de los procesos de restitución de bienes165. La Comisión de la Verdad tendrá
dentro de sus funciones la de proveer elementos de juicio básicos a partir de los insumos que constituya, para la toma de decisiones en la instancia judicial; insumos
a los cuales deberá otorgárseles el carácter de prueba sumaria. El propósito es el de
articular el objetivo de la restitución de bienes con el esclarecimiento de la verdad
sobre los abandonos y despojos de tierras, de manera que pueda garantizarse que la
restitución de bienes sea realizable en el corto plazo.
En efecto, la conexión del objetivo de la restitución de tierras con el esclarecimiento de la verdad permitiría superar los obstáculos de información que en la
actualidad enfrenta el proceso. De este modo, se incorporaría, como mecanismo
necesario para el cumplimiento de sus objetivos, un ejercicio de esclarecimiento de
la verdad de los abandonos y los despojos de tierras sufridos por las víctimas del
conflicto armado en Colombia.
165
La propuesta de diseño institucional que ahora se presenta constituye una versión reformulada en
el contenido y definiciones inicialmente presentadas por la Comisión de Seguimiento en el Sexto
Informe a la Corte Constitucional en junio de 2008. Esta reformulación se explica no sólo en la
naturaleza de los temas que se abordan, sino también, y muy especialmente, en la dinámica sui
generis y de constante aprendizaje y debate en la que procede el advenimiento del marco de justicia
de transición en un país como Colombia y en las circunstancias particulares generadas por el
conflicto armado. De tal manera que la propuesta aquí contenida es producto del debate y el enriquecimiento mutuo en los distintos escenarios dispuestos social y políticamente para ello.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
La estructura o diseño institucional propuesto estaría dirigido a desarrollar una
doble función. Por una parte, esclarecer la verdad de la magnitud, las modalidades
y efectos de los abandonos y despojos de tierras ocurridos en el marco del conflicto
armado. Poe otra, recibir, tramitar y resolver las reclamaciones de restitución de
tierras de las víctimas de abandonos o despojos. De esa manera, ambas funciones
se retroalimentarían, pues la función de esclarecimiento contribuiría a suministrar
las bases probatorias de las reclamaciones de restitución, a la vez que las declaraciones de las víctimas solicitantes complementarían los hallazgos de dicho ejercicio.
Igualmente, definir como una función específica de la Comisión de la Verdad,
el examen y esclarecimiento de los patrones y causas del despojo violento y del
desplazamiento permitiría que la restitución fuese emprendida como una tarea
prioritaria y ejecutable en el corto plazo, en la medida en que se llevaría a cabo de
manera autónoma –aunque articulada y complementaria– de los demás esfuerzos
dedicados a la satisfacción de los derechos de las víctimas. Además, su implementación estaría a cargo de una institución distinta de aquellas encargadas de ejecutar
estos programas.
Así, por una parte, se garantizaría que el programa de restitución de bienes no
se diluya en, confunda con o sea reemplazado por los demás programas de reparación de las víctimas de crímenes atroces –como, por ejemplo, en un programa de
reparaciones administrativas. Por otra parte, se evitaría que la ejecución del programa de restitución de bienes dependiera de los resultados logrados por otros esfuerzos de satisfacción de los derechos de las víctimas, como las decisiones judiciales
de condena penal a los victimarios. Finalmente, se impediría que la difícil tarea de
esclarecimiento y restitución de las tierras recayera en una institución que, como
aquellas encargadas de la implementación de las políticas de satisfacción de los derechos de las víctimas, ya se encuentran sobrecargadas de labores, y no podrían por
tanto dedicarse exclusivamente a esa labor.
Los anteriores objetivos resultan importantes para la satisfacción de los estándares internacionales y constitucionales en materia del derecho a la restitución y
de los derechos de las víctimas de crímenes atroces en general, por varias razones.
Una, que la restitución de bienes sea garantizada de manera prioritaria y en el corto
plazo, atendiendo al carácter de derecho de aplicación inmediata del derecho a la
reparación integral, y al estrecho vínculo que existe entre la satisfacción del mismo y la superación del estado de cosas inconstitucional. Otra, que la restitución
de bienes se lleve a cabo a través de un programa específico y de una institución
exclusivamente dedicada a su implementación, respondiendo al carácter autónomo
de la restitución como derecho fundamental. Finalmente, que la restitución de bienes incorpore como estrategia el esclarecimiento de la verdad sobre los abandonos

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
y despojos en el programa de restitución de bienes contribuyendo a otros objetivos esenciales de la protección de los derechos de las víctimas de desplazamiento,
tales como: el esclarecimiento de la verdad de lo ocurrido; el reconocimiento de
las violaciones y daños sufridos por las víctimas, como parte del componente de
satisfacción o reparación simbólica de la reparación integral; la contribución a la
estigmatización de los despojos de tierras, al desmonte de las estructuras de poder
económico creadas a través de la apropiación ilegal de tierras y a la superación de la
situación de vulnerabilidad y marginalidad de las víctimas, todas ellas importantes
para garantizar la no repetición.
Ahora bien, para que una estructura como la propuesta pueda cumplir con esos
cometidos, así como con las condiciones sustantivas mínimas previamente referidas, existen algunas condiciones procedimentales básicas que deberían ser satisfechas. Éstas se refieren a su composición ejecutiva, a la definición de los beneficiarios
del programa de restitución de bienes, a los estándares probatorios aplicables para
lograr la restitución, al tipo de decisiones relacionadas con este proceso que podrían adoptarse, y a otras cuestiones tendientes a garantizar la independencia de
funciones y el adecuado funcionamiento.
En cuanto hace referencia a la Comisión de la Verdad, es necesario que sea
plural y garantice la representación efectiva de los diversos grupos de víctimas, implementando mecanismos que aseguren la representación de los sectores particularmente marginados. Este requisito se justifica porque tradicionalmente la voz de
las víctimas ha sido ignorada o excluida en la toma de decisiones sobre asuntos que
las afectan, por lo cual asegurar su representación efectiva constituye un mecanismo importante de reconocimiento del valor de sus puntos de vista y de ejercicio de
su ciudadanía. Como tal, es a la vez una forma de reparación simbólica y de garantía de no repetición a través de la transformación democrática.
Respecto a los beneficiarios del programa de restitución, es preciso que apunte
a garantizar el acceso de las víctimas que ostentaban diversos derechos sobre los
bienes perdidos, y no sólo el derecho a la propiedad, entre los cuales se incluyen la
posesión, la ocupación, la mera tenencia, el arrendamiento y el uso. Esto se justifica
si se tiene en cuenta que, en todos los casos, el abandono o despojo de las tierras ha
afectado el derecho a la vivienda digna de las víctimas, así como otros derechos que
se derivan de la violación de éste, y, por ende, se justifica que todas resulten cubiertas por este mecanismo de reparación, sin discriminación. Pero además, de conformidad con lo desarrollado en el cuarto capítulo de este informe, es posible afirmar
que la falta de protección adecuada de los derechos distintos de la propiedad sobre
las tierras ha puesto a las víctimas en una situación de vulnerabilidad que ha permitido o facilitado su victimización, por lo cual el reconocimiento de estos derechos

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
como susceptibles de protección contribuye a la garantía del ejercicio pleno de los
derechos conculcados y a la transformación democrática.
En cuanto a los estándares probatorios necesarios para decidir sobre las reclamaciones de restitución, es necesario que sean especiales y distintos de los estándares civiles que aplican ordinariamente para la prueba de derechos sobre bienes.
La particularidad de estos estándares se justifica, de un lado, porque, como se mostró en el cuarto capítulo,, la falta de información y pruebas sobre la titularidad de
la tierra ha facilitado los despojos e incluso ha permitido su legalización, por lo
cual acudir a los estándares probatorios ordinarios terminaría contribuyendo a reproducir legalmente esta situación. De otro lado, la especificidad de los estándares probatorios se justifica por el carácter masivo y sistemático de las violaciones a
los derechos humanos sufridos por las víctimas y por la existencia de patrones de
despojo de bienes, que indican que aquéllas y éste han constituido la regla y no la
excepción en el conflicto armado, y que permiten, por ende, presumir la condición
de víctimas de los reclamantes.
La especificidad de los estándares probatorios debería consistir, entonces, en
una inversión de la carga de la prueba en favor de las víctimas, que permita presumir su condición de tales con la mera declaración del abandono o despojo de bienes, y acudir a pruebas como los testimonios y los informes oficiales y no oficiales
sobre patrones de despojo para cuestionar las pruebas documentales que acreditan
derechos de terceros sobre los bienes reclamados, garantizando no obstante el derecho al debido proceso de éstos. Para tener una base clara y evitar arbitrariedades,
esta inversión de la carga de la prueba debería fundarse en un régimen civil especial
excepcional, creado para hacer posible la restitución. La creación de dicho régimen
será propuesta en el siguiente acápite.
En cuanto a las decisiones relativas a la restitución de tierras que podrían adoptarse, de conformidad con la condición sustantiva mínima de la existencia de garantías de seguridad jurídica antes mencionada, deberían propender por otorgar a las
víctimas derechos ciertos y no disputados sobre los bienes restituidos. Esto implica
que se pueda otorgar a las víctimas derechos distintos y menos precarios de aquellos
que ostentaban con anterioridad al abandono y el despojo, así como sanear los títulos
de propiedad de esos bienes para garantizar alcanzar su seguridad jurídica. Tales decisiones contribuirían a que la restitución de bienes se asuma como un proyecto que
dé soluciones durables a las víctimas de abandonos y despojos, las cuales aporten a la
superación del estado de cosas inconstitucional y a la transformación democrática de
las condiciones de vulnerabilidad que permitieron la victimización.
En todo caso, se trataría de resolver reclamaciones de restitución de bienes a
través de un proceso expedito que culminaría en decisiones vinculantes sobre el

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
tipo de derecho de la víctima reclamante, cuyo derecho a la restitución fuese reconocido, así como sobre la suerte de los derechos ostentados sobre el bien restituido
por parte de terceros. Estas determinaciones serían independientes de los procesos judiciales tendientes a establecer la responsabilidad penal de los victimarios de
desplazamientos forzados y despojos arbitrarios de bienes, aunque podrían ayudar
a utilizar los hallazgos de tales procesos judiciales. Esto posibilitaría que el procedimiento de restitución de bienes complementara esos procesos, contribuyendo a
la superación de los obstáculos que en la actualidad enfrentan las víctimas de abandonos y despojos para recuperar sus bienes, consistentes, entre otros, en las dificultades para acceder y participar en los procesos judiciales, así como para probar la
responsabilidad de sus victimarios.
Procedimientos de este tipo se justifican por la importancia de que la restitución se realice a través de un programa especial que la haga posible en el corto
plazo y que atienda a los obstáculos existentes para lograrla, derivada del carácter
de derecho fundamental de la restitución y por la importancia que tiene para la superación del estado de cosas inconstitucional y la garantía de no repetición. Ahora
bien, la estructura misma, su tiempo y su funcionamiento son de carácter transitorio y tienen sustento en un marco excepcional, por lo cual es necesario que se fije
un término definido a su mandato.
La Comisión de la Verdad aquí propuesta debería producir, entre otros, un informe sobre la verdad de los abandonos y despojos de tierras en el marco del conflicto armado colombiano. Este informe tendría como fuentes las declaraciones de
las víctimas reclamantes, los testimonios y otras pruebas utilizadas para reconocer
sus derechos, así como documentos oficiales y no oficiales sobre la apropiación ilegal de tierras.
El uso de informes no oficiales y de declaraciones y testimonios de las víctimas
como fuente del esclarecimiento de la verdad es de fundamental importancia, no
sólo para llenar los vacíos dejados por la falta de información oficial, sino también
por la contribución a la transformación democrática que implica el que sean reconocidas y valoradas las versiones de los hechos tradicionalmente excluidas. En
este punto es muy importante acudir a procesos de esclarecimiento de la verdad
llevados a cabo por la sociedad civil, tales como el proyecto de Catastro Alternativo
liderado por el Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado.
Si bien es muy posible que el ejercicio de elucidación histórica de la verdad en
esta materia tome más tiempo que la resolución de las reclamaciones de restitución, es importante que estos dos procesos se lleven a cabo de manera paralela y
coordinada. De tal forma, los hallazgos en materia de la verdad pueden alimentar el
proceso de decisión en materia de restitución.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Por último, existen otras cuestiones que deberían ser tomadas en cuenta a la
hora de fijar los parámetros mínimos de funcionamiento de una comisión como la
propuesta, tendientes a garantizar su independencia y adecuado funcionamiento.
Es el caso de la importancia de asignar recursos suficientes para el desarrollo de
su mandato, de proveerla de autonomía presupuestal para su independencia, y de
prever mecanismos de control y vigilancia de su labor que hagan posible la participación activa de la sociedad civil y de las organizaciones de víctimas, así como el
acompañamiento de la comunidad internacional, entre otros.
Reformas institucionales y normativas
Para que un programa de restitución de bienes como el previamente propuesto pueda cumplir sus objetivos, es preciso que, además de las consideraciones antes mencionadas, se desarrollen reformas tanto institucionales como normativas
orientadas a superar los obstáculos que actualmente enfrenta la restitución, y a
hacer de ésta un proyecto efectivamente realizable y que ofrezca soluciones reales
y duraderas para sus víctimas. Como es evidente, el logro de estos dos propósitos resulta indispensable para el cumplimiento de los estándares internacionales y
constitucionales que consagran la restitución como derecho fundamental y como
mecanismo preferente de reparación para las víctimas de desplazamiento forzado
de personas, así como para que la restitución contribuya a la superación del estado
de cosas inconstitucional que presenta el fenómeno de desplazamiento forzado de
personas. Por ello, las reformas institucionales y normativas destinadas a cumplirlos deberían llevarse a cabo con independencia de cuál sea el diseño institucional
concreto adoptado para efectuar la restitución, esto es, incluso si fuese distinto del
diseño institucional propuesto en el acápite anterior.
Ahora bien, por las razones esgrimidas al comienzo de esta sección, los mecanismos de reforma institucional y normativa relacionados con el tema de las tierras
no deberían limitarse a hacer de la restitución una posibilidad real y una solución
duradera para sus víctimas, sino también a garantizar la no repetición de las violaciones a los derechos humanos cuya reparación se busca a través de la restitución.
En esa medida, las reformas institucionales y normativas en esta materia deberían
apuntar tanto al pasado como al futuro, posibilitando la restitución de los bienes
abandonados o despojados y erradicando los factores que permitieron o facilitaron
que tales abandonos y despojos tuvieran lugar.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
A continuación se formulan algunas propuestas sobre la orientación y los parámetros mínimos que deberían cumplir las reformas en cuestión a fin de lograr
esos cometidos, para lo cual se considerarán primero las reformas institucionales y
luego las normativas.
Reformas institucionales
Para la Comisión de Seguimiento, las reformas institucionales tendientes a superar los obstáculos que actualmente impiden la restitución de las tierras abandonadas o despojadas en el marco del conflicto armado, y a garantizar que dichos
abandonos y despojos no se repitan, deberían enfrentar y superar dos problemas
fundamentales. Uno, la debilidad del sistema de información sobre la titularidad de
las tierras del país, que ha permitido que en la actualidad no exista una información clara, completa y actualizada sobre el mapa de distribución de la tierra, y sobre
los diversos derechos afectados por los abandonos y despojos de tierras acaecidos
en el marco del conflicto armado. Otro, los obstáculos de acceso a los mecanismos
de reconocimiento y protección de los derechos ostentados sobre las tierras, que
impiden que las personas que han sufrido abandonos y despojos puedan probar y
hacer valer sus derechos.
Para lograr la superación del primero de estos problemas, se requiere como mínimo el fortalecimiento del sistema de catastro para completar, actualizar y unificar
dicha información, con miras a hacer posible la restitución de tierras a las víctimas de
abandonos y despojos. Así mismo, para impedir que los problemas de información
incompleta, desactualizada y contradictoria permitan abandonos y despojos futuros.
Así, el fortalecimiento del sistema de catastro en materia de tierras es una medida prioritaria y no postergable para garantizar la eficacia de un programa de
restitución de tierras en el país, pues dicho sistema constituye una fuente esencial
para el esclarecimiento del pasado de abandonos y despojos de tierras. Dicho fortalecimiento implica la toma de medidas inmediatas destinadas a lograr al menos
tres objetivos: (i) actualizar la información que tradicionalmente ha manejado el
sistema de catastro en relación con la titularidad de las tierras; (ii) unificar dicha
información con aquella que tienen las demás instituciones estatales, y (iii) complementar dicha información para que, además de la concerniente a los derechos
de propiedad ostentados, incluya también información relativa a los otros tipos de
derechos ejercidos sobre las tierras, tales como la posesión, la ocupación, la tenencia, el arrendamiento, el uso, etc.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En cuanto al último punto, la inclusión de información sobre derechos distintos al de propiedad resulta fundamental, ya que esos derechos han sido severamente afectados por los abandonos y despojos, y su exclusión tradicional de los
sistemas de información oficial ha facilitado las estrategias de apropiación ilegal de
las tierras. Para incluir este tipo de información en el sistema de catastro, es necesario acudir a mecanismos oficiales que hasta la fecha no se han utilizado para ese
propósito, pero que constituyen una fuente valiosa de información.
Así, por ejemplo, el Registro Único de Población Desplazada debería fortalecer
su información sobre los bienes abandonados o despojados a los desplazados y hacerla pública. O, como lo señaló la Corte Constitucional en la reciente Sentencia T821 de 2007, debería estudiarse “la viabilidad de establecer un registro especial para
población desplazada que abandonó bienes inmuebles rurales y urbanos”. Igualmente, los formatos de denuncia penal que diligencian las víctimas en el marco de
la Ley 975 de 2005 tendrían que preguntar explícitamente por los bienes de esas
víctimas que fueron objeto de abandono o despojo.
Además, para incluir en el catastro información sobre derechos distintos a
los de propiedad afectados por la apropiación ilegal de tierras, es esencial acudir
también a fuentes no oficiales que sean relevantes para esos efectos. Tal es el caso,
por ejemplo, de los informes sobre violaciones a los derechos humanos realizados
por diversas organizaciones no gubernamentales e internacionales, así como de
iniciativas como el Catastro Alternativo liderado por el Movimiento de Víctimas
de Crímenes de Estado, mencionada ya en el punto anterior. Además de contener
información supremamente valiosa, como testimonios directos de las víctimas, el
reconocimiento y uso de estas fuentes no oficiales es muy importante para dar voz
y credibilidad a las versiones de las víctimas y de la sociedad civil sobre los despojos sufridos, que tradicionalmente han sido excluidas de la información oficial en
materia de tierras, y cuya inclusión resulta esencial para impedir nuevas formas de
victimización y para promover la transformación democrática.
Pero el propósito de las medidas encaminadas a lograr el fortalecimiento del
sistema de información oficial sobre las tierras no debería restringirse a facilitar la
restitución de las tierras abandonadas o despojadas en el pasado, sino que tendría
que evitar abandonos y despojos en el futuro. Para ello resulta necesario implementar reformas de fondo del sistema de información, a fin de que sea unificado y moderno, y asegure la permanente actualización de la información sobre la materia, la
coordinación de las diversas fuentes oficiales de información relevantes, el uso de
mecanismos que permitan acudir a fuentes no oficiales de información, y la inclusión de información, no sólo acerca de los derechos de propiedad, sino también en
lo concerniente a los demás derechos ostentados sobre las tierras.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
De otra parte, para lograr la superación del problema relativo a los obstáculos
de acceso a los mecanismos de reconocimiento y protección de los derechos ostentados sobre las tierras, es necesario que, como mínimo, se reformen las condiciones
de acceso a instituciones como las notarías, las oficinas de registro de instrumentos
públicos y los juzgados encargados de resolver conflictos relativos a la tierra.
Estas reformas tendrían que encaminarse, en primer lugar, a hacer posible que
la restitución de bienes abandonados o despojados a las víctimas se garantice en
condiciones de seguridad jurídica. Para ello, es necesario diseñar e implementar
mecanismos especiales para permitir el fácil y rápido registro oficial de los derechos de las víctimas que resulten beneficiarias de la restitución de bienes. Algunos
mecanismos especiales que podrían cumplir con ese cometido son, por ejemplo, la
titulación e inscripción de oficio de los derechos de propiedad adquiridos por las
víctimas como resultado de procesos judiciales o administrativos de restitución, la
exoneración de las víctimas beneficiarias del pago de los costos derivados de escrituras y registros de títulos, o la unificación de los trámites de titulación e inscripción de los títulos, entre otros.
Además, para asegurar la no repetición de los abandonos y despojos de tierras en el futuro, habría que desarrollar reformas más estructurales para lograr que
las instituciones mencionadas sean fácilmente accesibles para los ciudadanos y no
impongan requisitos que, por su costo o complejidad, dificulten o desincentiven
el acceso a los mismos. En concreto, estas reformas garantizarían, entre otras cosas, la presencia de notarías, oficinas de registro de instrumentos públicos y jueces
agrarios en todos los municipios del país, el desarrollo de estrategias de difusión
destinadas a que todos los ciudadanos conozcan las funciones cumplidas por estas
instituciones, la reducción de los costos de titulación y de inscripción de los bienes
inmuebles, la flexibilización de los trámites necesarios para lograr estos fines, etc.
Reformas normativas
La reflexión sobre las reformas normativas necesarias para hacer frente al problema de tierras analizado en este informe resulta necesaria porque, como se mostró en la segunda sección, algunos componentes de la normatividad colombiana,
y en especial de la normatividad civil, han permitido o facilitado los abandonos y
despojos de tierras acaecidos en el marco del conflicto armado, bien porque han
sido utilizadas como instrumentos para legalizar la apropiación ilegal de dichas tierras, o bien porque no han ofrecido mecanismos suficientes de protección contra
tales abandonos o despojos.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
En esa medida, es preciso enfrentar los problemas generados por esas normas
para impedir que continúen planteando obstáculos a la efectiva restitución de las
tierras abandonadas o despojadas, y para que no vuelvan a contribuir a que tales
abandonos y despojos tengan lugar. Para ello, la Comisión de Seguimiento considera que deberían emprenderse al menos dos estrategias de carácter normativo: la
puesta en práctica de un régimen civil especial dirigido a hacer posible la restitución y una evaluación profunda de las normas civiles y agrarias que conduzca a la
formulación de propuestas de reforma y de desarrollo normativo, encaminadas a
garantizar la no repetición. Además, estas estrategias serían complementadas con
desarrollos normativos orientados a lograr la reparación integral de las víctimas de
crímenes atroces por otras vías, así como la transformación democrática en sentido
amplio.
La primera estrategia consiste en lo que algunos han llamado la justicia transicional en materia civil166, expresión que hace referencia a la importancia de que los
mecanismos diseñados con el objetivo de enfrentar las atrocidades cometidas en
el marco del conflicto armado y de proteger los derechos de las víctimas, incluyan
medidas especiales orientadas a adecuar la normatividad civil a dichos objetivos.
Ello teniendo en cuenta que la normatividad civil ordinaria no ofrece los mecanismos necesarios para cumplir tales objetivos, e incluso puede obstaculizar su cumplimiento.
En lo esencial, esta estrategia debería consistir, de un lado, en evitar la aplicación de las normas civiles que han sido utilizadas para legalizar la apropiación
ilegal de bienes en el marco del conflicto armado, y, de otro, a desarrollar normas
tendientes a proteger de manera especial a las víctimas de abandonos y despojos de
tierras.
En el primer caso, se trata de normas que, en condiciones de normalidad, podrían cumplir objetivos constitucionalmente importantes, pero que en medio del
conflicto armado han sido utilizadas para obtener derechos sobre los bienes apropiados ilegalmente y que, por ende, impiden su restitución a las víctimas que los
han abandonado o que han sido despojadas de ellos, tales como la prescripción adquisitiva de dominio, la simulación, la posesión inscrita, el pacto de retroventa y el
saneamiento de la falsa tradición. Como tal, en el marco de un programa de restitución de bienes, este tipo de normas deberían ser inaplicadas cuando se compruebe
que en efecto han sido utilizadas para legalizar la apropiación ilegal de bienes y que
su aplicación impide la restitución a las víctimas de abandonos o despojos.
166
Ver, por ejemplo, Salinas, op. cit.

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
Esta inaplicación podría lograrse a través de figuras como la excepción de inconstitucionalidad que, de conformidad con la jurisprudencia constitucional, puede
y debe ser utilizada por cualquier autoridad pública cuando se compruebe que la aplicación de una norma vulnera derechos constitucionales167. Aunque en principio la
procedencia de esta figura debe ser analizada caso por caso, sería interesante estudiar
la posibilidad de que la misma se utilice para solucionar todos los casos de restitución
de bienes frente a aquellas normas con respecto a las cuales se compruebe que han
sido sistemáticamente utilizadas para legalizar apropiaciones ilegales de tierras.
Además de la anterior estrategia, sería conveniente que la sociedad civil emprendiera un análisis a fondo de las normas en cuestión para determinar si las
mismas vulneran la Constitución, y proceder a presentar contra ellas acciones de
inconstitucionalidad, lo cual garantizaría de manera definitiva su inaplicación. La
Comisión de Seguimiento se propone realizar un ejercicio de esta naturaleza en
relación con la Ley 1182 de 2008, que permite el saneamiento de la falsa tradición
de inmuebles y que, como se señaló en la segunda sección de este informe, puede
conducir a serias afectaciones de los derechos de las víctimas que han sufrido despojos de sus bienes.
En el segundo caso, la estrategia de implementación de un régimen civil especial que haga posible la restitución debe consistir en el desarrollo de normas que
permitan la protección especial de los derechos que las víctimas de abandonos y
despojos ostentaban sobre sus tierras, en especial cuando la protección de esos derechos no pueda ser garantizada a través de la aplicación de la normatividad civil
ordinaria de carácter tanto sustantivo como procesal. Tal es el caso de derechos
que, como la posesión, la tenencia, el arrendamiento, el uso, etc., no pueden ser
protegidos adecuadamente a través de la normatividad vigente, bien porque las víctimas no tienen pruebas documentales que demuestren su calidad de titulares de
los mismos, o bien porque, con posterioridad a los abandonos o despojos, terceras
personas han obtenido derechos menos precarios sobre los mismos.
Como se planteó en el acápite relativo al programa de restitución de bienes, es
preciso que el acceso a la restitución de las víctimas que se encuentran en esos casos
se facilite a través de una inversión de la carga de la prueba en su favor, que permita
presumir su condición de víctimas, así como cuestionar el valor de las pruebas documentales que acreditan derechos de terceros sobre los bienes reclamados, a través de testimonios e informes de derechos humanos. Así pues, resulta fundamental
que se creen normas que otorguen una base sólida a esta estrategia, y que, por ende,
establezcan un régimen probatorio especial para la restitución de bienes.
167
Ver, entre muchas otras, Corte Constitucional, sentencias T-049 de 2002 y T-357 de 2002.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
Igualmente, es necesario que se creen normas específicas para solucionar los
conflictos que pueden presentarse entre personas que reclamen derechos sobre un
mismo bien. Para garantizar efectivamente la restitución de los bienes a las víctimas
de abandonos y despojos en el marco del conflicto armado, estas normas podrían
admitir, en ciertos casos y bajo ciertas condiciones, que, a diferencia de lo que sucede en el régimen ordinario, los derechos ostentados por las víctimas primen sobre
los derechos ostentados por terceros, incluso cuando aquéllos sean más precarios
que éstos.
La segunda estrategia de carácter normativo propuesta por la Comisión de Seguimiento consiste en llevar a cabo un análisis cabal de la normatividad civil y agraria, que culmine en la formulación de propuestas sobre las normas que deberían ser
derogadas, reformadas o expedidas con el fin de evitar que tal normatividad vuelva
a facilitar abandonos y despojos de tierras en el futuro.
Así, por ejemplo, el análisis exhaustivo propuesto debería determinar si las normas civiles que han sido utilizadas para legalizar la apropiación ilegal de tierras
deben ser derogadas o reformadas con miras a impedir los abusos de las mismas.
Igualmente, tendría que proponer desarrollos normativos destinados a ofrecer mecanismos de protección tanto sustantivos como procesales a los derechos distintos
de la propiedad que se ejercen sobre las tierras.
Es evidente que todas las propuestas contenidas en el presente documento son
insuficientes para garantizar, por sí solas, la reparación de las víctimas de desplazamiento forzado y la transformación democrática de las condiciones de exclusión
que permitieron o facilitaron su victimización. Por ello, en adición a lo dicho previamente, es preciso que se desarrollen normas dirigidas a garantizar la satisfacción
de los demás componentes del derecho a la reparación integral distintos del derecho a la restitución de las víctimas de desplazamiento forzado, y que tales normas
se conciban como complementarias y no como sustitutas de este derecho.
Así debe suceder, por ejemplo, con los mecanismos de reparación judicial consagrados en la Ley 975 de 2005, que tienen que considerarse como complementarios del programa nacional de restitución de bienes a ser implementado. En general
se advierte una colisión, que debe subsanarse, entre aquellas acciones y desarrollos
de la política de reparación que se derivan fundamentalmente de la Ley 975 de
2005, y aquellas que se pretenden dentro de un marco jurídico y conceptual más
amplio como el que concibe el proyecto de Ley de Víctimas. En cualquier caso,
la integración conceptual debe proponerse desde una perspectiva pro homine en
sacrificio de cualquier otro principio o requerimiento de orden administrativo o
económico.

Además, es necesario que los esfuerzos por garantizar la restitución de tierras y
la no repetición de los abandonos y despojos de las mismas sean complementados
por estrategias más amplias de transformación democrática, que propendan, entre
otras cosas, por asegurar el acceso a la tierra de los sectores sociales vulnerables, y
la seguridad fáctica, jurídica y económica de sus beneficiarios. Sin embargo, también en este caso es preciso que estas medidas no se confundan con las de restitución, pues unas y otras cumplen propósitos diferentes y se fundan en obligaciones
estatales distintas.

CONCLUSIONES
Y RECOMENDACIONES
1. Los estudios realizados y los resultados de las dos encuestas nacionales de verificación realizadas por la Comisión de Seguimiento permiten constatar la existencia de una relación directa entre el conflicto y el desplazamiento.
2. El desplazamiento suscitó un proceso de pauperización masiva de una parte
sustancial de la población colombiana. Se pasó de un escenario en el cual el
51% de las familias desplazadas eran pobres y el 30,5% indigentes, a uno en el
que el 96,6% de estas familias son pobres y el 80,7% indigentes. Este cambio se
explica por la variación sustancial en la composición de su remuneración anteriormente soportada, en una alta proporción, en actividades agropecuarias y
extractivas que generaban ingresos considerablemente más elevados a los que
perciben actualmente los desplazados en el medio urbano.
En efecto, era extremadamente importante antes del desplazamiento (bajo diversas formas de tenencia) la contribución al ingreso total de los grupos familiares de las actividades relacionadas con la agricultura, la ganadería o la
extracción de recursos naturales (por ejemplo, la madera) en sus propias explotaciones. Los ingresos agropecuarios, junto con los derivados de las actividades
extractivas, aportaban el 68% de las ganancias de los grupos familiares antes del
desplazamiento. La contribución de las actividades agropecuarias era bastante
más elevada (59%) que la derivada de la extracción de recursos naturales que
constituía, en promedio, el 9% del ingreso total de las familias.
Pero lo más trascendental es el hecho de que los grupos familiares que percibían
ingresos agropecuarios registraban un ingreso familiar promedio superior en
un 49% a la línea de pobreza. En contraste, aquellos grupos que no disponían
de este tipo de recursos contaban con un ingreso familiar promedio inferior en
un 54% a la línea de pobreza, y se encontraban también por debajo de la línea
de indigencia.

EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
3. Con el desplazamiento se produjo una pérdida masiva de tierras, animales y
otros bienes que constituían activos productivos de los grupos familiares desplazados, circunstancia que implicó un deterioro sustancial de su situación
económica, al mismo tiempo que se inhabilitaron sus capacidades de generación de ingresos. En efecto, sus experticias estaban centradas en la producción
agropecuaria y extractiva, de manera que la mayor parte de los desplazados
pasaron de ser de agricultores expertos a habitantes urbanos marginalizados. Al
abandonar sus cultivos y animales, así como al perder la posibilidad de acceder
directamente a ciertos recursos naturales, las familias desplazadas perdieron
sus posibilidades de proveerse directamente de parte de sus alimentos y se deterioró sensiblemente su seguridad alimentaria.
Hay ciertos indicios que tienden a mostrar que antes del desplazamiento los
grupos familiares de la región de la Costa Atlántica tenían restricciones socioeconómicas superiores a las de las otras regiones.
El total de hectáreas despojadas o forzadas a dejar en abandono sería del orden
de 5,5 millones de hectáreas, que equivalen al 10,8% de la superficie agropecuaria del país. De esta manera, si el abandono de tierras fue masivo por la enorme
cantidad de familias que involucró –cerca de 385.000, y su magnitud en términos de la superficie también alcanzó una proporción sensiblemente elevada. La
mayor proporción de la tierra abandonada se encuentra en la región de la Costa
Atlántica (38,2%), seguida por la compuesta por la Amazonia, la Orinoquía y el
Chocó (34,5%) y finalmente por la Andina (27,3%).
Infortunadamente, el elevado porcentaje de registros oficiales no disponibles
con respecto a la autoría del desplazamiento, sumado al de aquellos en los cuales la persona o el grupo familiar declarante manifestaron no identificar a sus
agresores, dificulta sobremanera el proceso de restitución de las tierras a los
desplazados por parte de sus victimarios.
4. El área total dejada de cultivar por la población desplazada ascendería a
1.118.401 hectáreas a lo largo de los once años de desplazamiento contemplados
en este estudio, que representaría cerca de un 25% del área cultivada del país.
En la medida en que estas áreas dejadas de cultivar por la población desplazada
no estén siendo aprovechadas eficientemente o se hayan destinado a ganadería
extensiva, se habría producido una disminución de la producción agrícola del

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
país, lo cual podría constituirse en uno de los factores que explican el menor
dinamismo del producto interno bruto del sector en los últimos años.
La población desplazada de la región de la Costa Atlántica, que se caracterizaba
por tener el menor acceso a la tierra, fue la que se vio forzada a abandonar un
área mayor de cultivos, al punto de ascender hasta las 425.031 hectáreas, que
representaron el 38% del área total de cultivos usurpados o abandonados.
La yuca, el plátano y el maíz resultaron ser, en todas las regiones, los productos que
con mayor frecuencia cultivaban los grupos familiares desplazados (con la excepción del ñame que en la Costa Atlántica ocupó el tercer puesto, y que era cultivado por el 32,2% de los grupos familiares). Estos cultivos constituyen a la vez una
fuente de autoconsumo alimentario y de ingresos monetarios, y son, por lo tanto,
neurálgicos en la dinámica económica propia de la economía familiar rural.
5. El valor total del daño emergente representado por los bienes perdidos se estima en alrededor de $2,5 billones (del año 2008) para la tierra abandonada
(o usurpada) y en $8,4 billones, considerando todos los bienes que los grupos
familiares se vieron obligados a abandonar, cifra que equivale al 1,96% del producto interno bruto a precios corrientes del 2007.
Vale poner de presente la precaria indemnización que se pretendería otorgar a la
población desplazada de aprobarse el proyecto de ley de víctimas, dado que sólo
contempla la indemnización por concepto de tierras y otros bienes raíces. De
este modo, deja de lado aquella relativa a los bienes muebles y a los animales que
en conjunto representan cerca del 55% de la pérdida patrimonial de la población
desplazada.
6. El lucro cesante para la tierra alcanzaría la suma de $42,3 billones y el lucro
cesante, considerando además los otros bienes raíces abandonados, llegaría a
unos $44,6 billones (del año 2008). Ajustada esta cifra por el rendimiento de los
depósitos a término para contabilizar el costo de oportunidad de los ingresos
dejados de percibir, el lucro cesante de las familias desplazadas se estimaría en
cerca de $49,7 billones (en pesos del 2008), cifra equivalente al 11,6% del producto interno bruto a precios corrientes del 2007.
7. Ibáñez y Querubín, con base en las cifras del RUT, realizaron unas estimaciones de carácter econométrico tendientes a determinar las causas del desplaza
EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
miento por municipio, utilizando como una de las variables independientes la
concentración de la tierra. Aunque en las conclusiones del estudio no señalan la
existencia de una relación de causalidad entre estas dos variables, sí indican que
las estimaciones confirmaron la existencia de un vínculo muy estrecho entre las
mismas. La conexión existente entre la concentración de la tierra y el desplazamiento forzado tiene implicaciones importantes en el proceso de restitución
de tierras para la población que desee retornar, o de entrega de tierras en otras
zonas para quienes deseen reubicarse, pues sólo en la medida en que se aceleren
los programas de extinción de dominio podrán manejarse estos procesos dentro de costos razonables.
8. Frente a este estado de cosas, la política pública de protección, si bien ha logrado resultados importantes en materia de prevención del despojo y frente al
desplazamiento, aún no ha alcanzado niveles de cobertura significativos en lo
que hace al ámbito de la protección posterior al hecho del desplazamiento. De
igual forma, si bien se han realizado esfuerzos significativos en la titulación de
tierras a la población desplazada, ellos son eminentemente marginales frente a
la magnitud de la problemática.
9. Existen diversos obstáculos de orden fáctico, normativo e institucional que es
preciso superar para avanzar en el proceso de restitución de tierras a la población desplazada. Entre los primeros se encuentran la ausencia de condiciones
de seguridad para los desplazados en los lugares de expulsión en donde se encuentran ubicadas las propiedades objeto de despojo o abandono, y los diferentes conflictos sobre la propiedad que pueden generarse entre las víctimas y otras
víctimas, o entre las víctimas y terceros poseedores, como resultado de la falta
de seguridad jurídica y de protección de los derechos ejercidos sobre las tierras.
Entre los segundos, la vigencia de normas y disposiciones cuya aplicación sería
comprensible y aceptable bajo condiciones normales de mercado y seguridad,
pero que en un contexto de conflicto de larga duración genera vulneraciones
y propicia escenarios de impunidad frente al despojo y la usurpación. Y, entre
los terceros la ausencia de información suficiente, actualizada, y homologable
en relación con el sistema de administración de tierras en el país, y la falta de
coordinación interinstitucional de las entidades afines al mismo sistema.
10. Finalmente, hay que señalar que no es uno de los propósitos de la política pública vigente –o por lo menos eso se evidencia en los hechos y resultados hasta
ahora causados– el adelantar procesos restitutivos. Esto se torna fundamental

Reparar de manera integral el despojo de tierras y bienes
en la medida en que un proceso de restituciones integralmente concebido disminuiría ostensiblemente el monto de los recursos que debieran destinarse a la
provisión de tierras para población desplazada, y aquellos que deban orientarse
al pago del daño emergente.
11. Ante estas circunstancias vale la pena resaltar la imperiosa necesidad de impulsar el diseño e implementación de políticas públicas dirigidas al desarrollo de
procesos de reparación integral, siendo la restitución una de las medidas preferentes de reparación. Políticas públicas de esta naturaleza deben incorporar
disposiciones destinadas a asegurar el goce pleno de los derechos que fueron
vulnerados con ocasión del despojo o el abandono forzado. Igualmente, garantizar que estas afectaciones no se repetirán, ni para las víctimas ni para ninguna
otra persona. En tal sentido, dicha política debería contemplar, mínimamente:
i. Un programa de reparación integral tendiente a esclarecer la verdad sobre
los abandonos y despojos de tierras, viviendas y patrimonio en el marco
del conflicto armado en Colombia. En su contenido habría que incorporar:
• Un desarrollo institucional que incorpore, por una parte, la creación y
funcionamiento de una Comisión de la Verdad, de carácter extrajudicial,
que tenga entre sus principales propósitos el esclarecimiento de la
verdad en materia de despojo de tierras y bienes, y de las causas del
desplazamiento forzado, así como el establecimiento de una instancia
de carácter judicial, principal ejecutora de los procesos de restitución
de bienes. De esta estructura se beneficiarían todas las víctimas,
incluyendo aquellas cuya relación jurídica con los bienes perdidos es
de posesión, ocupación, mera tenencia, arrendamiento o uso.
• La aplicación de estándares probatorios especiales y distintos de los
estándares civiles que se aplican ordinariamente para la prueba de
derechos sobre bienes.
• El otorgamiento a las víctimas de derechos ciertos y no disputados
sobre los bienes restituidos. Derechos menos precarios que aquellos
que ostentaban con anterioridad al abandono y el despojo, así como el
saneamiento de los títulos de propiedad de esos bienes.
ii. Una serie de reformas normativas e institucionales que hagan posibles los
objetivos del programa de restitución de bienes, y garanticen la no repeti
EL RETO ante la tragedia humanitaria del desplazamiento forzado
ción del desplazamiento forzado y de los abandonos y despojos a él asociados. Éste debería incluir:
• El fortalecimiento del sistema de catastro y de los demás sistemas de
información, de manera que ésta sea completa, actualizada y unificada.
• Reformas a las condiciones de acceso a instituciones como las notarías,
las ORIP y los juzgados encargados de resolver conflictos relacionados
con la tierra.
• La puesta en práctica de un régimen civil especial que haga posible la
restitución y adelante una evaluación profunda de las normas civiles y
agrarias que conduzca a la formulación de propuestas de reforma y de
desarrollo normativo, encaminadas a garantizar la no repetición.
• Desarrollos normativos con miras a lograr la reparación integral de las
víctimas de crímenes atroces por otras vías, así como su transformación
democrática en sentido amplio.
Con todo, la política pública que se suscriba deberá propender por la restitución de bienes como opción preferente para la reparación, en la medida en que se
configuren las condiciones que la hagan factible y deseable, y en tanto se constate
que la reparación de los derechos a través de dicho medio represente una solución
duradera que atienda al desarrollo de principios democráticos y al marco de garantías de no repetición. Con fundamento en ellos, se debe asegurar, entre otros, y de
manera particular, la realización de los derechos a la igualdad, a la igualdad en la
diferencia, y a la protección contra discriminaciones basadas en criterios, razones o
valoraciones social y éticamente reprochables, o de mera conveniencia política o
económica. En cualquier caso, de no constituirse en factible y deseable la opción de
la restitución, la solución que alternativamente se adopte, deberá responder sin
restricciones a los mismos principios y garantías.

EL RETO ANTE LA TRAGEDIA HUMANITARIA
DEL DESPLAZAMIENTO FORZADO:
REPARAR DE MANERA INTEGRAL
EL DESPOJO DE TIERRAS Y BIENES
Se terminó de imprimir en los talleres editoriales de
Industrias Gráficas Darbel con la producción de Torre
Gráfica en el mes de abril de 2009. Bogotá, D.C.
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