Financiarización y rentabilidad financiera Hace un tiempo escribí una crítica, bastante extensa, a la tesis llamada de la financiarización (está en mi página, “Crítica de la tesis de la financiarización”). Esta tesis es muy popular en la izquierda, incluida la marxista. El motivo de esta nota es actualizar los argumentos que presenté en ese trabajo, a la luz de datos que aporta el Informe Anual del BIS 2010; también agregar un gráfico, elaborado en base a las estadísticas del Bureau of Economic Analysis de EUA; y ampliar el argumento sobre tasa de rentabilidad financiera y la idea de “punción de plusvalía”, que sostiene la financiarización. La tesis de la financiarización En trazos gruesos, la tesis de la financiarización sostiene que las finanzas impusieron su hegemonía sobre el capital productivo a finales de la década de 1970. Por aquellos años se habría producido un “golpe de estado” de las finanzas. En EUA y Gran Bretaña subieron fuertemente las tasas de interés, y desde entonces, los sectores financieros habrían hecho prevalecer el imperativo de la rentabilidad financiera, por encima de cualquier interés productivo. Como resultado de su dominio, la mejora de las ganancias empresarias, que se registró en muchos países adelantados a partir de la década de 1980, benefició solo al sector financiero. Según esta tesis, las finanzas realizan una punción de plusvalía permanente sobre el capital industrial, agrario o comercial, generando una caída de largo plazo en la acumulación del capital productivo. Una de las consecuencias del planteo es que el capitalismo está metido en una tendencia de largo plazo de estancamiento; otra consecuencia es que la contradicción dominante en la sociedad es entre las finanzas y los pueblos; o entre las finanzas y el sector productivo. Además, la crisis de 2007-¿? habría sido a causa del dominio de las finanzas. Los datos del Informe anual del BIS 2010 La idea de que el sector financiero obtiene una tasa de rentabilidad sistemáticamente más alta que el promedio de la economía es entonces vital para la tesis de la financiarización. Pues bien, en mi crítica a la tesis planteé que no encontraba evidencia de que el capital financiero hubiera obtenido, a partir de 1980, una tasa de ganancia sistemáticamente más alta que el capital no financiero. Aunque sí era claro que las instituciones financieras, en especial las de EUA, habían estado entre los sectores que habían gozado de tasas de rentabilidad más altas en los últimos años. Es que la rentabilidad sobre activos (ROE) de los bancos comerciales y de inversión de EUA (también de Gran Bretaña y algún otro país adelantado) alcanzó niveles muy altos en los años 2000, previos a la crisis. Pero otros sectores productivos también tuvieron períodos de alta rentabilidad –informática y servicios de salud en los noventa; petróleo o construcción de viviendas, en los 2000, para mencionar casos paradigmáticos–, y no por esto se habló de un régimen de “dominancia informática” o “petrolera”. Más en general, argumenté que constantemente en el modo de producción capitalista hay sectores que están creciendo a tasas más altas que el promedio; en esos sectores aparecen oportunidades de altas ganancias, que atraen nuevos capitales hacia los mismos, alimentando nuevas inversiones, y más expansión. Lo cual termina dando lugar a la sobreinversión, la especulación y el crack; a partir del cual ocurren las desvalorizaciones masivas de los capitales, y el hundimiento de las rentabilidades. Es a través de este proceso convulso que se impone una tasa media de ganancia en la economía, en el mediano plazo. Esto es, no hay forma de que permanezca una tasa de ganancia más alta en algún sector particular, durante décadas. No existe razón para pensar que los capitales industriales o comerciales –como Microsoft, Repsol, Toyota o Wall Mart– se resignen a una tasa de ganancia menor que los capitales del sector de las finanzas, por tiempo indefinido. El Informe Anual del BIS 2010 confirma esta idea, en lo esencial. La rentabilidad sobre los activos de las corporaciones bancarias y financieras no bancarias, de los países adelantados, en los últimos 15 años, no fue más alta, en promedio, que la rentabilidad del sector no financiero; salvo durante el período 1995-2000. Rentabilidad sobre activos 1995-09 1995-00 Bancos 12,2 13,3 Finan no banc 11,2 12,3 No financieras 11,7 10,9 2001-07 12,8 11,4 12,8 2008-09 3,2 5,4 9,8 De hecho, el sector financiero no bancario tuvo una tasa de rentabilidad algo menor entre 2001 y 2007. En cambio sí se observa que las rentabilidades de los bancos e instituciones financieras no bancarias son más volátiles que la rentabilidad de las empresas no financieras. Aumentan más durante las expansiones, y disminuyen más en las contracciones. Lo cual es muy distinto a sostener que el sector financiero ha obtenido una tasa de rentabilidad sistemáticamente más alta que el sector productivo. Estos datos debilitan, por lo tanto, un pilar de la tesis de la financiarización, y son coincidentes con los que ofrecí en mi trabajo anterior. También son coincidentes con lo que nos indica un análisis de la lógica de valorización y competencia entre los capitales. Aumento de la participación del sector financiero También en mi crítica a la financiarización planteaba que esta tesis refleja una realidad del capitalismo, a saber, que con el progreso de la acumulación del capital, se expande el sistema de crédito, y su participación en la economía. Es que el crédito es una forma inmanente al modo de producción capitalista –no se puede concebir al capitalismo sin crédito– y también una fuente impulsora de su desarrollo (utilizo las palabras de Marx). Por eso, con la globalización, y la profundización de los mercados (privatizaciones; financiamiento de déficits públicos mediante deudas; mundialización de los flujos de capitales; etc.,) el crédito debe expandirse. Los datos del Informe del BIS avalan esta idea. La participación del sector financiero en el valor agregado casi se duplicó, desde 1980 a 2009, en EUA, Canadá y Australia, alcanzando el 8%. En Europa y Japón el crecimiento fue algo menor, y llega al 6% (aclaremos que en sentido estricto, y según la teoría marxista, el sector financiero no agrega valor). Como complemento de lo anterior, presento el siguiente cuadro, que elaboré con datos del BEA, para ver la perspectiva en el largo plazo en EUA. Participación del sector financiero en el PNB de EUA entre 1948 y 2008 Valor agregado en %. Participación sector financiero en el PNB de EUA 1948-2008 10 9 8 7 % en PNB 6 5 4 3 2 1 19 48 19 50 19 52 19 54 19 56 19 58 19 60 19 62 19 64 19 66 19 68 19 70 19 72 19 74 19 76 19 78 19 80 19 82 19 84 19 86 19 88 19 90 19 92 19 94 19 96 19 98 20 00 20 02 20 04 20 06 20 08 0 Años Participación sector financiero en PNB 1948-2008 Lineal (Participación sector financiero en PNB 1948-2008) El sector financiero comprende bancos de la Reserva Federal; intermediación de crédito; instituciones que operan con títulos, contratos en commodities e inversiones; compañías de seguros; fondos, trusts y otros vehículos financieros. Puede observarse una tendencia casi constante al aumento de la participación del sector financiero en el PNB desde 1948. Contra lo que dice la tesis de la financiarización, el crecimiento de la participación en la década de 1980 no está por encima de la línea de tendencia. Pero sí es significativo que el crecimiento supera la línea de tendencia en 1997, y la diferencia es marcada en los años 2000 (aquí tiene su parte de verdad la tesis de la financiarización). Con la crisis revierte bruscamente hacia debajo de la línea de tendencia. El haberse establecido por encima de la línea de tendencia puede relacionarse con la plétora de capital, y la baja de la inversión, especialmente desde 2000, que hemos discutido en otros trabajos. Un fenómeno más bien típico de la dinámica capitalista, que no marca necesariamente un “cambio de época”, como creen los defensores de la idea de la financiarización. Apalancamiento y generación de plusvalía La relación entre apalancamiento y crecimiento de la rentabilidad durante las expansiones exige un análisis más detenido del que presenté en mi escrito anterior. La cuestión tiene relación con el argumento de la “punción de plusvalía” (o sea, la idea de que el sector productivo no crece porque las finanzas le quitan plusvalía), otro pilar de la tesis de la financiarización. En primer lugar, recordemos que la ganancia del sector financiero –también del comercial; ambos conforman lo que Marx llamaba el “capital mercantil”– está constituida por plusvalía generada en el sector productivo (industrias, agro, transporte, servicios varios, etc.). El sector productivo debe ceder una parte de la plusvalía al capital mercantil; éste cumple funciones que son necesarias para el sistema capitalista. En este respecto, puede pensarse que existe una relación inversa entre la ganancia del sector mercantil, y el sector productivo. Si el sector mercantil aumenta sus ganancias, necesariamente “debería” disminuir la plusvalía del sector productivo. Los defensores de la tesis la financiarización aceptan esta idea a ojos cerrados. A pesar de que la formulación parece sencilla y atractiva, un análisis más detallado de los mecanismos financieros nos habilita a ver el asunto desde otro aspecto. Es que al aumentar el apalancamiento, si todas las demás condiciones permanecen iguales, aumenta la rentabilidad sobre los activos, sin que necesariamente disminuya la plusvalía del sector productivo. Lo explicamos a partir del caso de un banco (puede verse también la nota “Parches en Wall Street…” en este blog). El apalancamiento del banco es igual a la razón activos/capital propio del banco. Recordemos que los activos son básicamente los préstamos y títulos en que el banco ha invertido los fondos, propios y tomados a préstamo, o de los depositantes. Por otra parte, el rendimiento sobre los activos (ROA) es igual a los beneficios netos (que provienen de los diferenciales de tasas de interés activas y pasivas, más comisiones por operaciones varias), dividido por los activos. De manera que el rendimiento sobre capital (ROE), será igual al rendimiento sobre los activos, por el apalancamiento. En otros términos: ROA = Beneficio neto/activos Apalancamiento = activos/capital propio ROE = ROA x Apalancamiento Se advierte fácilmente que si aumenta el apalancamiento, aumenta la rentabilidad sobre el capital. Al mismo tiempo, los negocios del banco se hacen más peligrosos. Por esta razón, una caída de los valores de los activos afectará más pronunciadamente la tasa de ganancia del banco, en la medida en que mayor sea el apalancamiento (que es lo que constata el informe del BIS). Volvamos entonces a la relación de todo esto con la generación de plusvalía. Si el banco aumenta su apalancamiento, significa que está utilizando la misma cantidad de fondos para aumentar sus préstamos al capital productivo, por ejemplo. Si los préstamos aumentan en volumen un 20%, y se utilizan para generar plusvalía, el banco obtendrá más beneficios, pero no porque haya disminuido la plusvalía que es apropiada por el capital industrial, sino porque aumentó la generación de plusvalía. En consecuencia se apropian de más plusvalía ambos, el capital productivo, y el capital bancario. Esto puede traducirse, lógicamente, en una mayor tasa de rentabilidad para el capital bancario, ya que se apoya en un mayor apalancamiento que el capital productivo. Pero este último también puede haber incrementado la masa y la tasa de ganancia. Si luego se produce una crisis de acumulación, el mayor apalancamiento se traducirá en una caída más pronunciada de la rentabilidad del sector financiero. Se evidencia así que hay una comunidad de intereses básica entre ambas formas de capital; esta comunidad de intereses tiende a borrarse en el enfoque de la financiarización. Las relaciones “hermandad-enfrentamientos” entre el sector financiero y productivo los discuto más extensamente en el trabajo de crítica a la tesis de la financiarización. De nuevo la interpretación sobre el neoliberalismo En mi trabajo anterior terminaba mostrando que en esta discusión se encierran diferencias en torno al significado del neoliberalismo. Lo central es que discrepo con la caracterización del ascenso del neoliberalismo como un asalto del sector financiero a los puestos de mando del capital. Lo que se llamó la política neoliberal fue mucho más que eso. Fue el ascenso de la reacción de toda la clase capitalista, apoyada en amplios sectores de las clases medias, contra los trabajadores y las capas populares más empobrecidas de los pueblos –por ejemplo los campesinos pobres– para restablecer la rentabilidad y fortalecer las posiciones del capital frente a los explotados. Los ataques a los derechos sindicales; las políticas “de ajustes” que implicaban bajas de salarios; las legislaciones para la flexibilización laboral; la caída de derechos laborales de larga data; la caída o supresión de subvenciones a desocupados; el empobrecimiento de los pensionados y jubilados; las ofensivas contra los inmigrantes, entre otras medidas que se tomaron en prácticamente todo el mundo, beneficiaron a la burguesía de conjunto. También otras medidas que apuntaron a mejorar las ganancias fueron apoyadas por toda la burguesía. Por ejemplo las privatizaciones de empresas estatales, incluidas las de los regímenes stalinistas, significaron someter de manera más plena a la ley del valor a fuerzas productivas más amplias. En ellas participaron capitales industriales y comerciales de todo tipo; no encontramos elementos para decir que favorecieron sólo, ni principalmente, al sector financiero. De la misma manera la ofensiva por reducir impuestos y desfinanciar al “Estado keynesiano de bienestar” fue apoyada por toda la burguesía, y fue llevada adelante en beneficio del capital de conjunto. Se trató de algo mucho más profundo que el mero asalto de las finanzas y la imposición de tipos de interés altos durante algunos años, a principios de los ochenta. El capital industrial o comercial no fue “sojuzgado” por el capital financiero desde fines de la década de los setenta. El trabajo, de conjunto, sí fue subsumido de forma más completa al capital, sin distinciones de fracciones dentro de éste. El neoliberalismo ha sido la expresión política e ideológica de la orientación de fondo que ha tomado la clase capitalista a nivel mundial.