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El pluralismo político como valor del neoconstitucionalismo
Jaana Braz Rodrigues
Índice: Introducción. 1. Pluralismo. 1.1. Pluralismo político. 1.2. Democracia
pluralista. 2. Neoconstitucionalismo. 2.1. El constitucionalismo. 2.2. El
neoconstitucionalismo. 3. El pluralismo político en las actuales Constituciones de Chile y
Brasil. 3.1. La Constitución de la República Federativa de Brasil de 1988. 3.2. La
Constitución Política de la República de Chile de 1980. Conclusión. Bibliografía
-------------------------------------------------------------------------------Introducción
El presente trabajo, aunque de manera amplia, pretende investigar las principales
directrices del tema pluralismo en el contexto del neoconstitucionalismo.
La palabra neoconstitucionalismo ha sido utilizada para destacar las relevantes
transformaciones metodológicas, teóricas e ideológicas ocurridas en el ámbito del Derecho
Constitucional en el periodo histórico posterior al término de la segunda guerra mundial.
Dichas transformaciones tuvieron lugar en el estilo y los presupuestos metodológicos y
filosóficos asumidos por la doctrina jurídica en sus reflexiones sobre los derechos
fundamentales, la democracia y la legitimación del texto constitucional. Además,
repercutieron también sobre la dimensión histórico-positiva de varios ordenamientos
jurídicos nacionales.
En este estudio, se defenderá una versión de la teoría neoconstitucional que tome en
consideración el pluralismo existente en las sociedades y que sea compatible con una
"filosofía de alternativas" conductora de un modelo de Estado constitucional abierto al
pluralismo democrático [01].
El análisis se limitará al ámbito del pluralismo político, entendido como la
coexistencia de diversos grupos poseedores de una parcela del poder. Con eso, de pronto se
excluye la idea del pluralismo jurídico, que "implica la aceptación de que varios órdenes
jurídicos pueden convivir en un mismo espacio y tiempo, negando la exclusividad estatal en
la producción de normas jurídicas [02].
Así, el trabajo demostrará cuales son los elementos esenciales que caracterizan una
sociedad políticamente plural y la manera como dichos elementos fueron acogidos por el
nuevo modelo jurídico vigente, el neoconstitucionalismo. Más específicamente, se analizará
la eventual consagración, por las actuales Cartas Políticas de Chile y Brasil, del pluralismo
político como valor del neoconstitucionalismo, señalándose algunos de los mecanismos
esculpidos en las respectivas Constituciones de cada país para asegurar y proteger este pilar
principiológico.
-------------------------------------------------------------------------------1. Pluralismo
Según el Diccionario de la Real Academia Española, pluralismo es el "sistema por
el cual se acepta o reconoce la pluralidad de doctrinas o posiciones" [03]. Ya el diccionario
Houaiss de la lengua portuguesa propone una definición un poco más compleja:
"1- pensamiento, doctrina o conjunto de ideas según las cuales los sistemas
políticos, sociales y culturales pueden ser interpretados como el resultado de una
multiplicidad de factores o concebidos como integrados por una pluralidad de grupos
autónomos, sin embargo, interdependientes;
2- sistema que admite la existencia, en el seno de un grupo organizado, de opiniones
políticas y religiosas y de comportamientos culturales y sociales diversos;
3- la coexistencia de esas corrientes;
4- estado de una sociedad que, voluntaria o involuntariamente, admite ese sistema"
[04].
En el ámbito jurídico, la profesora Ángela Vivanco Martínez así define el
pluralismo:
"Desde el punto de vista constitucional y político, el pluralismo consiste en el
respeto a la variedad, es decir, a una multiplicidad de opiniones, ideas, formas de pensar,
comportamientos, intereses de grupo, etc. Significa sin duda un pronunciamiento efectivo a
favor de la tolerancia por las distintas ideas, opiniones, doctrinas e ideologías políticas que
las personas esgriman y una garantía de que estas podrán expresarse libremente a través de
los mecanismos institucionales establecidos por la democracia, de los cuales debemos
destacar sin duda a la libertad de comunicar a otros el pensamiento propio y de poder
asociarse en torno a las corrientes que a cada uno mejor representen" [05].
Así, se puede decir que una sociedad plural es aquella compuesta por varios sectores
de poder, donde no existe un único órgano responsable por proferir las decisiones
administrativas y políticas [06].
En el pluralismo, los diversos grupos formadores de la sociedad se fiscalizarán e
influenciarán mutuamente, de manera que las decisiones no sean tomadas unilateralmente.
Dichos grupos deben reconocer los contrastes existentes entre si y buscar, dentro de un
sistema y ambiente democrático, soluciones que lleven a la superación de conflictos y,
consecuentemente atiendan a los intereses del mayor número posible de personas. En ese
tipo de sociedad, la tolerancia a los posicionamientos de los distintos grupos es una
característica esencial.
Así, en un Estado plural no existe una única autoridad responsable por la
administración y por la política estatal. Al contrario, existe una sociedad dividida en grupos
organizados que, a pesar de estar subordinados al Estado, ejercen influencia sobre las
decisiones del ente político y, además, fiscalizan los demás grupos, de manera que ninguno
de los sectores sociales, aisladamente, tenga la capacidad de controlar la toma de decisiones
inherentes a los rumbos que serán seguidos por determinada Nación.
Obviamente, dicho sistema puede engendrar distorsiones como la "Paradoja de la
Tolerancia" descrita por Karl Popper,
"en la cual se considera que dentro de una sociedad pluralista, sin limitaciones,
existe una minoría intolerante que exige de la mayoría tolerante el respeto de sus ideas,
según los principios que esa propia mayoría sustenta. En tal posición, hace uso a su
beneficio de las libertades y derechos que el pluralismo le ofrece." [07]
En vista de esa posibilidad, se puede decir que el pluralismo, en cuanto respeto a la
diversidad, significa, en última instancia, respetar al que no cree en el modelo ni lo
comparte.
1.1. Pluralismo político
Del propio concepto de Pluralismo surge el Pluralismo Político, en el cual coexisten
diversos grupos detentores de una parcela determinada de poder, con el objetivo de evitar
que un único sector adquiera influencia desproporcionada y consecuentemente controle a
los otros. A pesar de la posibilidad de que haya un grupo social más fuerte que otro, éste
tendrá que convivir con el pensamiento e intereses de otros grupos sociales más débiles, el
que evita la tiranía de la mayoría a parte de asegurar el respeto a los posicionamientos y
derechos de los sectores minoritarios.
La existencia de diversos grupos relativamente soberanos evitará una centralización
excesiva de poder, garantizándose la supervivencia del propio pluralismo y además, una
mayor legitimidad de las decisiones, que tendrán su origen en un relativo censo común.
Es importante subrayar que pluralismo político no se confunde con pluralidad
partidaria, una vez que los grupos de poder no están necesariamente ligados a los partidos
políticos nacionales. Dichos grupos de intereses utilizan también otras formas para exprimir
sus intenciones y controlar determinada parcela de poder, por ejemplo, los sindicatos, las
asociaciones, juntas de vecinos, organizaciones no gubernamentales, entre otros [08].
1.2. Democracia pluralista
Conforme nos enseña Peter Haberle, "el Estado constitucional hace alusión a la
comunidad política que asienta su premisa antropológico cultural en la dignidad humana _
en el sentido de I. Kant _ y goza de un resultado organizacional que se manifiesta en la
democracia pluralista" [09].
En esa misma línea de pensamiento, Ángela Vivanco señala que el pluralismo se
asocia inextricablemente al modelo democrático, una vez que reconoce "a cada individuo
como un ser independiente, capaz de hacer elaboraciones mentales propias sobre diversas
materias, las que pueden resultar diferentes o iguales a las de los demás y no son por ello
menos merecedoras de respeto" [10]. La profesora subraya que:
"Sin duda, el empleo del pluralismo como fundamento de un régimen de gobierno
refleja una madurez social necesaria para que esta se sostenga en virtud del consenso y no
de la fuerza, y su adopción por el grupo social es un reconocimiento a la cooperación mutua
para alcanzar las metas propuestas, entre las que sin duda se encuentran las que material y
espiritualmente constituyen el bien común" [11].
Según la teoría democrática de los derechos fundamentales, "el principio
democrático experimenta un efecto de irradiación sobre todos los derechos fundamentales"
[12] y, por eso, "junto a los derechos fundamentales propiamente dichos, aparecen los
derechos de libertad y de prestación, que están dotados de una dimensión democrática"
[13]. Estos derechos tienen la misma jerarquía y se deben equilibrar entre sí, una vez que
"exceden del ámbito personal por su dimensión institucional y porque significan el
reconocimiento y la garantía de la opinión pública y libre y, por tanto, del pluralismo
político…" [14]
Así, la democracia parece ser el modelo que concede más espacio – por medio de la
tolerancia – a las diversas manifestaciones de pluralismo contenidas en una sociedad. Por
otro lado, una vez que en la democracia imperan los principios de división de poderes y de
Estado de derecho (que cuenta con mecanismos de protección a favor de la oposición, de
las minorías, de la esfera privada) es considerada la forma de Estado menos peor. Haberle
justifica tal afirmativa de la siguiente forma:
"(…) por una parte, porque ella representa la constitución de la libertad y de la
igualdad de los seres humanos; por otra parte, por cuanto es ella en primera instancia la que
dispone de la capacidad de elaborar las transformaciones de la sociedad, de añadir el factor
tiempo por medio de instrumentos ordinarios y selectos a través de procedimientos" [15].
Esta sociedad abierta, regida por la democracia pluralista y por la "Constitución del
pluralismo" es registrada justamente por el Estado constitucional, sobretodo en su énfasis
neoconstitucionalista.
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2. Neoconstitucionalismo
2.1. El constitucionalismo
El constitucionalismo es un proceso que viene desarrollándose desde el siglo XVIII,
y cuya expresión por excelencia es la Constitución Política.
El término constitucionalismo – así como el término neoconstitucionalismo, a
seguir estudiado – es utilizado para designar un método de análisis del derecho, o para
distinguir algunos elementos estructurales de un sistema jurídico y político. En otras
palabras, el vocablo se refiere al conjunto de mecanismos normativos e institucionales,
realizados en un sistema jurídico-político históricamente determinado, que limitan los
poderes de Estado y/o protegen los derechos fundamentales [16].
Según definición de Paolo Comanducci, "el constitucionalismo en sentido amplio es
la ideología que requiere la creación de una – cualquiera – constitución, a fin de limitar el
poder y prevenir el despotismo. El constitucionalismo en sentido restringido es la ideología
que requiere la creación de un específico tipo de constitución a fin de limitar el poder, y de
prevenir el despotismo" [17].
Los postulados principales del constitucionalismo son: el control del poder; la
necesidad de asegurar el catálogo mínimo de derechos que garanticen la participación y el
libre desenvolvimiento de los miembros de la sociedad; el pacto social (según el cual las
personas son a la vez soberanos y súbditos); el compromiso convenido por la sociedad en
torno a su propia configuración; la auto vinculación (positiva y negativa); y, finalmente, la
autolegitimación como fuente de poder y de derecho.
Uno de los principales efectos del constitucionalismo en cuanto proceso fue la
consubstanciación, en las Cartas Políticas de los Estados Modernos, de las bases
fundamentales de la organización del Estado y la garantía de los derechos y libertades de
personas y grupos. Asimismo, las Constituciones pasan a ser entendidas como ordenes de
valores con vinculación directa.
En ese sentido, se habla del proceso de normativización de la Constitución, que deja
de ser considerada un diploma normativo con un valor meramente pragmático o como un
conjunto de recomendaciones u orientaciones al legislador, para operar como una norma
jurídica con eficacia directa e inmediata.
La Constitución deja de ser concebida como simple manifestación política para ser
comprendida como un diploma compuesto de normas jurídicas fundamentales y supremas.
Todo el ordenamiento jurídico deberá adecuarse a estas normas en lo que dice respeto a la
forma de elaboración y a la materia de fondo. La supremacía constitucional se vuelve una
exigencia democrática, sintetizando los valores y expectativas del pueblo, considerado el
titular absoluto del poder constituyente, fuente máxima de producción de la totalidad del
derecho y último fundamento de validad de las normas jurídicas.
2.2. El neoconstitucionalismo
En la postmodernidad, se empieza a cuestionar la idea de un progreso lineal de la
humanidad, basado en la razón. Predominan la duda, la carencia de certezas e
incertidumbres [18]. La sociedad pasa a secularizarse, al mismo tiempo en que valora la
heterogeneidad, el pluralismo y la diversidad, por sobre la unidad.
En el campo jurídico, surge el término neoconstitucionalismo
Asimismo, el neoconstitucionalismo es mencionado por la doctrina jurídica con
distintos sentidos; puede referirse a una nueva concepción sobre el Estado de Derecho, una
propuesta de reformulación de la teoría jurídica, una ideología o filosofía política aplicada
al Derecho o, en un sentido amplio, una filosofía jurídica que estudia cuestiones
conceptuales y metodológicas sobre la definición del Derecho, el estatuto del conocimiento
y la función del jurista [19].
Claramente, se trata de un nuevo paradigma, un modelo jurídico que representa el
Estado constitucional de Derecho en el mundo contemporáneo, con reflejos directos en la
práctica constitucional de los aplicadores del derecho, en el modo de interpretar y aplicar
una Constitución.
Este nuevo modelo se revela en algunas Constituciones surgidas después de la
segunda guerra mundial, cuyas funciones se contraponen al papel que desarrollaban las
Constituciones en el paradigma del constitucionalismo moderno, una vez que representan
una propuesta de recomponer el gran abismo existente entre la democracia y el
constitucionalismo [20].
En ese sentido, los valores que esas Constituciones protegen son amplísimos, por
cuanto deben dar cabida al pluralismo de las sociedades postmodernas. Todos los valores
tienen la misma jerarquía y no son necesariamente neutros, una vez que representan un
orden ideológico-político.
La postmodernidad se traduce en un neoconstitucionalismo pluralista, no basado en
verdades absolutas, sino fruto del consenso social. Por eso, el juez adquiere el papel de
desentrañar cual es el consenso social vigente en la sociedad en el momento de aplicar la
norma (y no aquel consenso impuesto por el texto expreso de la Constitución Política).
Así, las Constituciones actuales presentan dos características básicas: la vinculación
de la noción de poder constituyente a la idea de una legalidad superior de base
constitucional; y la concepción de que una Carta Política tiene una doble función de marco
normativo para el juego democrático y de referencia directiva para el futuro, una vez que
establece los principios que deben regir la comunidad. De ahí surgen importantes
repercusiones en el neoconstitucionalismo [21].
Conforme señala Comanducci [22], en el ámbito teórico, la Constitución es
entendida como un valor en sí misma y a partir de ella se realiza la interpretación jurídica.
En el ámbito ideológico, el objetivo de limitar el poder cede frente al de proteger los
derechos fundamentales. Y finalmente, en el campo metodológico, los principios
constitucionales y los derechos fundamentales son entendidos como un puente entre
derecho y moral.
2.2.1. El juez neoconstitucional
Como consecuencia del proceso neoconstitucionalista, el juez pasa a ser el gran
protagonista del sistema de justicia [23], una vez que debe aplicar el derecho y llenar los
vacíos normativos del ordenamiento conforme a los valores de la Constitución. Por otro
lado, como no hay una moral objetiva, única, la labor de los jueces es altamente subjetiva.
En ese nuevo modelo, no hay una jerarquía de valores, destacándose la importancia de la
ponderación de los derechos fundamentales caso a caso. Y finalmente, se registra un cierto
impacto en la certeza jurídica, una vez que, en virtud de la ausencia de una jerarquía clara
de principios constitucionales, en muchos casos prevalece la discrecionalidad del juez.
En ese contexto, el límite que tiene el juez al buscar el consenso social – que refleja
el pluralismo – en tiempos de neoconstitucionalismo es, en primer lugar, el deber de
fundamentación/justificación de todas sus decisiones, aunque de manera breve, concisa y
precisa.
Sobretodo en el ámbito de los derechos fundamentales, el deber de fundamentación
se sigue de las exigencias del principios democrático, el cual impone que las medidas de
intervención en esos derechos, aprobadas por la mayoría parlamentaria, no sean declaradas
inconstitucionales sino cuando sea posible evidenciar, mediante una fundamentación
acertada, que tales medidas transgreden el contenido de los derechos en los cuales
intervienen [24]. La fundamentación debe ser considerada correcta cuando "se estructura
mediante un razonamiento jurídico riguroso, que respeta las reglas de la lógica, está
provisto de un elevado grado de racionalidad y se asienta en la menor medida posible en
argumentos de oportunidad política" [25].
Asimismo, el juez debe tener en cuenta los valores propugnados en la Constitución
por medio de reglas y principios que forman un conjunto univoco e inseparable. En ese
sentido, le incumbe velar por el respeto al contenido esencial o núcleo indisponible de los
principios o enunciados constitucionales [26]. Dicho contenido debe ser determinado por el
Tribunal Constitucional y caracteriza pretensiones subjetivas jurídicamente reconocibles
con independencia de la mayoría política.
Así, el juez neoconstitucional debe actuar con extraordinaria cautela en la búsqueda
del consenso social vigente y su principal herramienta de trabajo será el principio de
proporcionalidad [27].
-------------------------------------------------------------------------------3. El pluralismo político en las actuales Constituciones de Chile y Brasil
3.1. La Constitución de la República Federativa de Brasil de 1988
Para comprender el pluralismo político como fundamento de la República de Brasil,
consagrado en su actual Constitución Federal, es necesario un análisis no solamente
jurídico, sino que también antropológico y sociológico. Eso porque uno de los principales
objetivos de la Carta de 1988 fue redemocratizar el país que, hasta entonces, estaba hundido
en una dictadura militar que, inclusive, admitía normas con status superior a la
Constitución: los llamados Actos Institucionales (durante el periodo dictatorial fueron
editados un total de 17 de esos Actos).
En ese contexto, la Constitución brasileña fue elaborada por una asamblea
compuesta de representantes del pueblo, dividida en varias comisiones y subcomisiones,
con la contribución de diversos sectores de la sociedad civil, conservadores tanto como
progresistas. 122 enmiendas fueron propuestas por la iniciativa popular, de las cuales 83
fueron aceptadas.
Desde el comienzo de sus trabajos, dicha asamblea tuvo la casi obsesiva
preocupación por dotar a la nueva Carta de instrumentos que viabilizaran la democracia
participativa en el país. Entre ellos surge, con destaque, el pluralismo político, entendido
como "la amplia y libre participación popular en los destinos políticos del país,
garantizándose la libertad de convicción filosófica y política y, también, la posibilidad de
organización y participación en partidos políticos [28].
El pluralismo político inaugura en el sistema constitucional brasileño una
bilateralidad jamás vista, promoviendo, como requisito de convalidación de cualquier acto
político-administrativo, una convergencia necesaria entre aquellos que legalmente
administran, porque para ello fueron elegidos, con aquellos que son legítimamente
administrados.
Ya en el preámbulo constitucional, se afirma que la asamblea constituyente busca
"instituir un Estado Democrático, destinado a asegurar el ejercicio de los derechos sociales
e individuales, la libertad, la seguridad, el bien-estar, el desarrollo, la igualdad y la justicia
como valores supremos de una sociedad fraterna, pluralista y sin perjuicios" (grifo mío).
En su primer artículo la Constitución de 1988 dispone:
Artículo 1°. La República Federativa de Brasil, formada por la unión indisoluble de
los Estados y Municipios y del Distrito Federal, se constituye como Estado Democrático de
Derecho y tiene como fundamentos:
(…)
V- el pluralismo político.
De la misma forma, a lo largo de todo el texto constitucional se incluyeron
instrumentos que buscan proteger la concepción pluralista, tales como: artículo 5°, inciso
IV (libertad de pensamiento); artículo 8° (libertad de asociación profesional o sindical);
artículo 17 (libertad de creación, fusión, incorporación y extinción de partidos políticos);
artículo 45 (proporcionalidad en la composición de la Cámara de Diputados); artículo 206,
inciso III (pluralismo de ideas y concepciones pedagógicas); etc.
Además, son aseguradas expresamente la pluralidad de partidos y la posibilidad de
que las agremiaciones, asociaciones, sindicatos y similares se reúnan y defiendan todas y
cualesquiera ideas – desde que lo hagan de manera pacífica, sin armas, con respeto a la ley,
a la soberanía nacional y los derechos humanos.
3.2. La Constitución Política de la República de Chile de 1980
En virtud del contexto socio-político del constituyente de 1980, se entendió que la
nueva Constitución debería restringir el pluralismo político, ampliamente consagrado en la
Constitución de 1925, con el objetivo de proteger la sociedad chilena de una minoría
intolerante que, en ese momento, se había servido de un "pluralismo mal entendido" [29]
para imponer su ideología.
En ese sentido, la versión original del artículo 8° de la Constitución de 1980
contenía la siguiente disposición:
"Todo acto de persona o grupo destinado a propagar doctrinas que atenten contra la
familia, propugnen la violencia o una concepción de la sociedad, del Estado o del orden
jurídico, de carácter totalitario o fundada en la lucha de clases, es ilícito y contrario al
ordenamiento institucional de la República. Las organizaciones y los movimientos o
partidos políticos que por sus fines o por la actividad de sus adherentes tiendan a esos
objetivos, son inconstitucionales".
El modelo creado por dicho artículo y su ley complementaria – la Ley N° 18.662 de
1987, que vino a agravar las sanciones previstas y crear nuevas figuras punibles – generó
un profundo debate jurídico y una serie de dudas interpretativas con respeto a temas como
el alcance del verbo "propagar", la inclusión de conceptos amplios o indeterminados en la
conducta sancionada, la extensión y dureza de las sanciones, la eventual retroactividad del
precepto, entre otros [30].
La Reforma Constitucional operada por la Ley N° 18.825 de 1989 derogó el antiguo
artículo 8° de la Carta Política para agregar al artículo 19 N° 15 sus actuales incisos 6°, 7° y
8°. Con eso, se (re)estableció el pluralismo político, aunque con restricciones [31]. Se
reconoce que todos tienen derecho a exponer sus ideas, publicarlas, difundirlas, informarse,
en suma, ejercer todas las facultades que el ordenamiento jurídico les confiere para influir
en la orientación y conducción del Estado, pero con limitaciones en lo referente a la
voluntad de propugnar la violencia como método de acción política o a la realización de
actos en contravención a los principios del régimen democrático constitucional de gobierno
[32].
-------------------------------------------------------------------------------Conclusión
El objetivo principal de la concepción pluralista es, en el fondo, promover el respeto
por el otro y por todo lo le es inherente en cuanto ciudadano, individuo integrante de una
sociedad, ser pensante: su opinión, sus convicciones morales, filosóficas, religiosas,
políticas.
En consecuencia, en una sociedad pluralista no debería existir la concentración del
poder decisorio en un único sector. O sea, aunque en determinada época un determinado
grupo esté en el control de la máquina estatal, los otros grupos tendrán la debida
representación de manera que ninguna decisión sea tomada sin su influencia o sin algún
tipo de negociación.
En ese sentido, la contribución del neoconstitucionalismo fue generar Cartas
Políticas que contemplaran instrumentos para que los diversos grupos sociales puedan
defender sus ideas y concepciones sociales.
En Brasil, la actual Constitución, en virtud del contexto socio-político en que fue
engendrada, cuidó de asegurar, desde el principio, el pluralismo político más amplio
posible, cuyo límite es básicamente los principios constitucionales y la legalidad.
En Chile, el pluralismo político está garantizado por una Constitución cuyo
nacimiento revistió claros rasgos de militancia en cuanto a principios y de defensa
irrestricta de ellos, casi hasta llegar al exceso.
Sin embargo, ambos países comparten el hecho de que las respectivas sociedades
actuales se han enfrentado a nuevos tipos de cuestionamientos, sobre temas como la
influencia religiosa en la legislación sobre matrimonio y educación, la efectiva garantía del
derecho de igualdad y libertad de pensamiento y decisión, la bioética, en fin. Conforme
describe la profesora Ángela Vivanco,
"El dilema del actual pluralismo chileno ha dejado ya de ser, desde hace mucho
tiempo, el de cómo reprimir ideas políticas antidemocráticas y se ha transformado en la
gran duda acerca del título posible ya no para reprimir – nadie se atrevería a semejante cosa
– sino humildemente encauzar el marco de acción de las personas que se conduce en
oposición valórica al sistema" [33].
En Chile, ese dilema se refleja claramente en los fallos del Tribunal Constitucional
conocidos como "Píldora I" y "Píldora II", del 2007 y 2008, respectivamente, donde se
discute un tema tan polémico como la distribución de métodos de anticoncepción hormonal
de emergencia.
En Brasil, en mayo de 2008, el Supremo Tribunal Federal decidió pela
constitucionalidad de la utilización de células madre embrionarias en investigaciones
científicas, según prevé la Ley de Bioseguridad [34].
Otro hecho importante sería la tramitación ante el Supremo Tribunal Federal desde
2004 de la ADPF nº 54, acción constitucional propuesta por la Confederación Nacional de
Trabajadores de la Salud, en la cual se discute la posibilidad de no considerarse crimen la
anticipación del parto en casos de fetos anencéfalos. El aborto en Brasil es un crimen, pero
no es punible si practicado por médico en casos de riesgo para la vida de la mujer o en
casos de embarazo resultante de estupro [35]. La cuestión ha sido objeto de polémica en
varios sectores de la sociedad y el Supremo Tribunal Federal ha promovido audiencias
públicas para colectar informaciones sobre la materia – el que demuestra el esfuerzo del
juez en el sentido de encontrar el consenso social vigente en la sociedad brasileña en el
momento de aplicar la norma.
En resumen, el pluralismo político como valor del neoconstitucionalismo ha sido
reconocido y registrado, aunque con distintas formulas, en las Constituciones de Chile y
Brasil, por medio de mecanismos e instrumentos que objetivan garantizar el respeto a los
diversos grupos sociales y sus respectivas expresiones y opiniones. Y actualmente, en
discusiones aun consideradas polémicas, ese valor es invocado y utilizado para justificar la
necesidad de considerar las posiciones de los distintos conjuntos existentes.
-------------------------------------------------------------------------------Bibliografía
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un
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HABERLE, Peter. Constitución como cultura. Instituto de Estudios
Constitucionales Carlos Restrepo Piedrahita. P. 46-47.
COMANDUCCI, Paolo. Formas de (neo)constitucionalismo: un análisis
metateórico. Revista Isonomía (16): 89-112. Abril 2002.
Ídem.
Ver GIDDENS, Anthony. Un mundo desbocado. Ed. Taurus.
SANCHÍS, Luis Prieto. Justicia constitucional y derechos fundamentales. Madrid:
Editorial Trotta, 2003, p. 101-102, consultado en SILVA, Alexandre G. "Pós-positivismo e
democracia: em defesa de um neoconstitucionalismo aberto ao pluralismo" [en línea]:
Conselho Nacional de Pesquisa e Pós-Graduacao em Direito [fecha de consulta:
20/06/2009].
Disponible
en
http://conpedi.org/manaus/arquivos/anais/bh/alexandre_garrido_da_silva.pdf
Ob. Cit.
Sobre la doble función de las Constituciones, ver: SILVA, José Afonso da.
Aplicabilidade das normas constitucionais. 7ª ed. Sao Paulo, Malheiros, 2009.
COMANDUCCI, Paolo. Formas de (neo)constitucionalismo: un análisis
metateórico. Revista Isonomía (16): 89-112. Abril 2002.
En el Estado Social, el Administrador público era el gran protagonista.
PULIDO, Carlos Bernal. El principio de proporcionalidad y los derechos
fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2003. p. 61.
PULIDO, Carlos Bernal. El principio de proporcionalidad y los derechos
fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2003. p. 59-60.
La idea de contenido esencial aquí adoptada sigue la teoría de Luis Prieto Sanchís,
según el cual, lo que se pretende indicar no es la fragmentación del derecho en "partes" o
un modelo geográfico de los derechos, sino simplemente que en los principios rectores de
los derechos fundamentales existe un contenido constitucional que obliga al legislador y
que puede ser usado como base de un juicio de ponderación, vid. SANCHÍS, Luis Prieto. El
Constitucionalismo de los Derechos. En: CARBONELL, Miguel. Teoría del
neocontitucionalismo. Madrid, Trotta, 2007. p. 223.
Vid. PULIDO, Carlos Bernal. El principio de proporcionalidad y los derechos
fundamentales. Madrid, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, 2003.
MORAES, Alexandre de. Direito Constitucional. Sao Paulo: Atlas, 2003. p. 50
Acuerdo adoptado por la Cámara de Diputados el 23 de agosto de 1973, dirigido al
Presidente de la República, cuya íntegra consta en PFEFFER, Emilio U. Manual de
Derecho Constitucional. Santiago, Ediar – ConoSur Ltda. [1985] p. 143.
VIVANCO, Ángela M. El pluralismo en la Constitución de 1980. Revista Chilena
de Derecho. Vol. 27 N° 2, pp. 297-413 [2000]. Sección Estudios.
Estudio realizado por investigadores de la Universidad de Chile, intitulado "Las
reformas constitucionales a la Carta Fundamental de 1980", disponible en
http://www.justicia.cl/proyecto_1/marco7.html
VIVANCO, Ángela M. El pluralismo en la Constitución de 1980. Revista Chilena
de Derecho. Vol. 27 N° 2, pp. 297-413 [2000]. Sección Estudios.
VIVANCO, Ángela M. El pluralismo en la Constitución de 1980. Revista Chilena
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Acción Directa de Inconstitucionalidad nº 3510. Disponible en www.stf.jus.br
Artículo 128 del Código Penal Brasileño.
Disponível em: http://jus2.uol.com.br/doutrina/texto.asp?id=13342
Acesso: 17. agosto. 2009.
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