TERCERA SEMANA TEMA: PRINCIPIOS Y DERECHOS DE LA FUNCIÓN JURISDICCIONAL CONSAGRADOS EN LA CONSTITUCIÓN (III). PRESENTACIÓN En esta semana, se abordarán los principios o derechos.de la función jurisdiccional referidos la motivación escrita de las sentencias, la gratuidad de la administración de justicia y la independencia del juez. 99 SUB-TEMA 1: LA MOTIVACIÓN ESCRITA DE LAS SENTENCIAS. PRESENTACIÓN Otro de los principios de la función jurisdiccional consagrado en la Constitución es el de la motivación escrita de las sentencias (art. 139, inc. 5), que configura una exigencia al magistrado basada en la necesidad de emitir pronunciamientos objetivos y sustentados sólidamente en razones jurídicas al resolver los conflictos. Vinculados con este principio, surgen de inmediato dos aspectos: el defecto y la deficiencia normativas, que alude a la existencia de normas dudosas que requieren ser interpretadas y de lagunas jurídicas que requieren ser integradas, en el contexto de la obligación ineludible del juez de emitir un pronunciamiento final; y, el principio "iura novit curia", que supone que el juez conoce el ordenamiento jurídico y aplica la norma adecuada para resolver los conflictos con arreglo a Derecho. PREGUNTAS-GUÍA: ¿Toda resolución judicial en cualquier instancia debe ser motivada? ¿En qué consisten el defecto y la deficiencia normativas? c) ¿Qué tipo de acción debe adoptar el magistrado ante el defecto y la deficiencia normativas? d) ¿Qué es el principio lora novit curia? 100 1.5.- LA MOTIVACIÓN ESCRITA DE LAS SENTENCIAS. El artículo 139, numeral 5 de la Constitución dispone textualmente lo siguiente: "Son principios y derechos de la función jurisdiccional... La motivación escrita de las resoluciones judiciales en todas las instancias, excepto los decretos de mero trámite, con mención expresa de la ley aplicable y de los fundamentos de hecho en que se sustentan". Este postulado de la función jurisdiccional es consecuencia de otro principio también de rango constitucional, previsto en el artículo 139, numeral 4•de la Carta Magna en los siguientes términos: "Son principios y derechos de la función jurisdiccional... La publicidad en los procesos, salvo disposición contraria de la ley. Los procesos judiciales por responsabilidad de funcionarios públicos, y por los delitos cometidos por medio de la prensa y los que se refieren a derechos fundamentales garantizados por la Constitución, son siempre públicos". La publicidad, en los procesos judiciales es, a su vez, derivación de pautas de la teoría general del proceso como los principios de oralidad e inmediación. Las partes deben estar en contacto directo con el juez a través de actos procesales preferentemente realizados con la presencia de aquéllas. La publicidad en los procesos judiciales viabiliza el control social de los mismos, mediante la cobertura de la actividad jurisdiccional realizada por los medios de comunicación (QUIROGA LEÓN, 1989: p. 313). El artículo 10 de la Ley Orgánica del Poder Judicial también consagra el principio de publicidad al establecer que: "Toda actuación judicial es pública, con las excepciones que la Constitución y las leyes autorizan.. Tienen el mismo carácter los 101 registros, archivos y copias' de los actuados judiciales fenecidos que se conserven, de acuerdo a ley. Toda persona debidamente identificada puede acceder a los mismos para solicitar su estudio o copia certificada, con las restricciones que establece la ley. Cualquier decisión judicial, recaída en un proceso fenecido, puede ser objeto de análisis y crítica, con las limitaciones que expresamente la ley señala". Pues bien, la publicidad en los procesos judiciales permite que sus principales consecuencias, las sentencias, puedan ser materia de análisis y crítica. Esta libertad para evaluar el contenido de los fallos tiene inclusive consagración a nivel constitucional. El artículo 139, numeral 20 de la Carta Magna señala que: "Son principios y derechos de la función jurisdiccional... El principio del derecho de toda persona de formular análisis y críticas de las resoluciones y sentencias judiciales, con las limitaciones de ley". Al ser pasibles las sentencias de análisis y crítica públicas, indudablemente deben tener un contenido justificado jurídicamente de manera impecable. Por ello, la Ley de Leyes dispone la necesidad de su motivación. Pero, no sólamente se exige esta garantía en función a la necesidad de preservar el prestigio de la judicatura, sino también con el objeto de desarrollar un rol pedagógico, pues las sentencias deben ser accesibles a las grandes mayorías por -su claridad y simplicidad. Al aplicar el Derecho cotidianamente, los jueces deben enseñar a la población cuáles son sus derechos y obligaciones (RUBIO CORREA Y BERNALES BALLESTEROS, 1985: pp. 417-418). Para ello se apela al principio de la justicia profesional, en virtud del cual los jueces son iusperitos que estan en capacidad de aplicar adecuadamente el Derecho, demostrando una alta especialización (QUIROGA LEÓN, 1989: p. 315). Además, es posible contextuar al principio de publicidad dentro del debido procesó legal (Ibid.), pues resulta indispensable que el juez 102 precise con nitidez los motivos por los cuales acogió la pretensión procesal de una de las partes y desestimó los argumentos de la otra. Sin embargo, el artículo 12 de la Ley Orgánica del Poder Judicial establece lo siguiente: `Todas las resoluciones, con exclusión de las de mero trámite, son motivadas, bajo responsabilidad, con expresión de los fundamentos en que se sustentan, pudiendo éstos reproducirse en todo o en parte sólo en segunda instancia, al absolver el grado". Esta norma exonera al magistrado de la obligación de fundamentar debidamente las razones de la confirmatoria. Por decir lo menos, esta norma resulta polémica frente al mandato constitucional de la motivación de las resoluciones judiciales en todas las instancias, salvo los decretos de mero trámite. Además, podría cuestionar también el principio de la pluralidad de la instancia (Const., art. 139, num. 6) y el derecho de defensa (Const., art. 139, num. 14). Cuando un litigante apela de una sentencia debe fundamentar las razones que determinan su disconformidad con el pronunciamiento del juez. Ello compromete a la instancia superior a evaluar tales razones y, si opta por confirmar el fallo inicial, detallar en la resolución respectiva cómo ha descartado las razones invocadas por el apelante. Si no se obra de esta forma, el litigante no cuenta con las explicaciones jurídicas suficientes del porqué carece su pretensión procesal de asidero total o parcialmente, legítima expectativa que está en el sustrato del principio de la doble instancia y el derecho de defensa. En tanto el principio de la motivación escrita de las sentencias propugna un adecuado razonamiento jurídico y la coherencia interna en los resultados del trabajo del juez, asoman dos temas estrechamente vinculados con tal objetivo: el defecto y la deficiencia normativas, que aluden a la existencia de normas dudosas que requieren ser interpretadas y, de lagunas jurídicas que requieren ser 103 integradas, respectivamente, en el contexto de la obligación ineludible del juez de emitir un pronunciamiento final; y, el principio jura novit curia, que supone que el juez conoce el ordenamiento jurídico y aplica la norma adecuada para resolver los conflictos con arreglo a Derecho. Abordar estos contenidos temáticos permitirá contar con una visión integral de los pilares básicos que sustentan una adecuada motivación de las sentencias. 1.5.1.- El defecto y la deficiencia normativas frente a la obligación de administrar justicia.Hay quienes consideran que la norma jurídica es toda regla de conducta cuyo fin es el cumplimiento de un precepto legal (CABANELLAS, 1979: p. 566). El enunciado "precepto legal" nos conduce a pensar en la ley que, aún en su sentido material, nos circunscribe a toda norma emanada de un órgano estatal. Así, dejaríamos de lado a las normas jurídicas positivizadas atípicamente, como el convenio colectivo, el reglamento interno de trabajo o la norma consuetudinaria. De manera que, sería más apropiado enunciar genéricamente que toda norma jurídica, es una regla de conducta de acatamiento obligatorio, haya sido originada autónoma (emitida por órgano estatal) o heterónomamente (emitida por sujetos particulares, como las mencionadas al final del párrafo anterior). En esa medida, cuando hablamos de una regla de conducta de acatamiento obligatorio, nos referimos a una pauta que cumple con las siguientes características: abstracción, generalidad, impersonalidad y permanente fuerza vinculante (ENTRENA CUESTA, 1986: p. 136). La abstracción supone una valoración hipotética de conductas (DE LA VILLA, 1983: p. 10). Es decir, la norma jurídica tiene una 104 construcción lógica ideal fundada en que, si ocurre el supuesto de conducta, deviene inexorablemente la aplicación de la consecuencia o mandato, en virtud a la obligatoriedad de toda regla de derecho. Inmediatamente después desarrollaremos lo concerniente a la estructura lógica de la norma jurídica. La generalidad supone una pluralidad indeterminada de destinatarios (Ibid.) o, en todo caso un colectivo o grupo social determinado. La impersonalidad alude a que las normas jurídicas son mandatos sobre conductas (Ibid.) y no sobre sujetos concretos. Finalmente, la permanente fuerza vinculante, alude al acatamiento de la norma en más de una oportunidad. Esta característica es útil para distinguir la norma jurídica de determinados actos administrativos que, a pesar de ser generales, abstractos e impersonales, no llegan a ser normas. Tal es el caso, por ejemplo, de la convocatoria para un concurso público que, una vez realizado, pierde eficacia jurídica. En cambio, toda norma jurídica conserva dicha eficacia hasta su derogatoria, así los fines para los cuales fue creada hayan desaparecido (ENTRENA CUESTA, 1986: p. 137). Ahora bien, las características enunciadas, inherentes a toda norma jurídica, determinan que ésta presente una estructura que permita identificar y poner en práctica aquéllas: la construcción lógica ideal de la norma jurídica. Así, la norma jurídica es un mandato de que a cierto supuesto debe seguir lógico jurídicamente una consecuencia, estando tal mandato respaldado por la fuerza del Estado para su eventual incumplimiento (RUBIO CORREA, 1985: p. 77). Entonces, la norma jurídica sigue la estructura de una proposición implicativa "supuesto-consecuencia". Es decir, si se configura el supuesto en la realidad, debemos aplicar la consecuencia. El supuesto es la conducta o fenómeno fáctico que ocurre en la realidad y, la consecuencia es la calificación jurídica de aquélla en virtud a las implicancias que el Derecho le reserva. 105 Pero, justamente el carácter abstracto de la norma jurídica, que determina la construcción lógica ideal apuntada, trae a veces problemas concretos de aplicación. Evidentemente, la riqueza factual de la vorágine de la realidad, que produce hechos por demás distintos y variados, no permite ser aprehendida en su totalidad por la perspectiva previsora del creador normativo. De manera que, hay hechos que pueden desbordar a la norma jurídica, no estando previstos en ella o estándolo de un modo oscuro y confuso. Es en estas dificultades, que desmienten una aplicación mecánica inefable del Derecho, que vamos a centrar nuestra atención. Tales situaciones configuran hipótesis de incapacidad de cobertura o cobertura imperfecta de la realidad por la norma jurídica, que se sistematizan en el defecto y la deficiencia normativas. Por defecto normativo se entiende la insuficiencia de las normas existentes para regular claramente los fenómenos factuales. Mientras que, la deficiencia normativa alude al vacío, ausencia o inexistencia de norma alguna para regular la realidad concreta que, se conoce como "laguna del Derecho" (Ibid., p. 141). Las soluciones que la teoría general del Derecho plantea para el defecto y la deficiencia normativas son la interpretación y. la integración jurídicas, respectivamente (Ibid., pp. 221 y ss.). Veamos si este esquema teórico tiene correlato en el ordenamiento jurídico actualmente vigente. Para ello, analizaremos la Constitución, el Código Civil, el Código Procesal Civil, la Ley Orgánica del Poder Judicial y la Ley Orgánica del Ministerio Público. El artículo 139, numeral 8 de la Carta Magna dispone textualmente lo siguiente: "Son principios y derechos de la función jurisdiccional... El principio de no dejar de administrar justicia por vacío o deficiencia de la ley. En tal caso, deben aplicarse los principios generales del derecho y el derecho consuetudinario". 106 La interrogante que surge es si la Constitución ha empleado como términos sinónimos "vacío" y "deficiencia". La respuesta asoma afirmativa, pues la redacción de la norma citada continúa con "...en tal caso...", es decir, una sola hipótesis de incapacidad de cobertura o cobertura imperfecta de la . realidad por la norma jurídica: la deficiencia, que se entiende como vacío o inexistencia de norma, más aún al preverse para su solución la aplicación de los principios generales del Derecho en perspectiva de la integración jurídica. De otro lado, el. artículo 159, numeral 7 de la Ley de Leyes precisa que: "Corresponde al Ministeilo Público... ejercer iniciativa en la formación de las leyes; y dar cuenta al Congreso, o al Presidente de la República, de los vacíos o defectos de la legislación". La pregunta que sobreviene es si la Carta Magna considera "vacíos" y "defectos" como términos sinónimos. La respuesta sería negativa en aplicación del criterio de interpretación constitucional de la "unidad y coherencia" del texto fundamental y el método clásico de interpretación sistemática de la norma. En efecto, si el artícOlo 139, numeral 8 del mismo cuerpo normativo claramente establece una sinonimia entre "vacío" y "deficiencia", debe entenderse que el artículo 159, numeral 7 asume que "vacío" y "defecto" son términos distintos. Así, el "defecto" estaría pensado como falta de claridad de la norma jurídica para regular el fenómeno fáctico que le plantea la realidad. De modo que, la Constitución confirrna el esquema teórico antes descrito. Ahora bien, el artículo VIII del Título Preliminar del Código Civil señala que: "Los jueces no pueden dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la` Én 'tales casos, deben aplicar los principios 107 111 4. 4 generales del derecho y, preferentemente, los que inspiran el derecho peruano". Corno puede apreciarse, analizando aisladamente esta norma, al hablar en plural de los "casos" de "defecto" y "deficiencia" normativas, claramente son considerados como términos distintos. Sin embargo, la solución que se plantea para tales hipótesis de incapacidad de cobertura .o cobertura imperfecta de la realidad por la norma jurídica consiste en la recurrencia a los principios generales del Derecho y los que inspiran el Derecho peruano, lo que akrcle claramente a la integración jurídica que teóricamente sólo tiene relación con la deficiencia normativa. Así, se pondría en tela de juicio la afirmación anterior en el sentido que "defecto" y "deficiencia" son términos distintos. Pero, si la Ley de Leyes entiende la integración jurídica como solución a la deficiencia normativa, por jerarquía normativa e interpretación sistemática así debe entenderse también el artículo VIII del Título Preliminar del Código Civil. De modo que, se mantiene la afirmación inicial en el sentido que "defecto" y "deficiencia" son términos distintos. Cabe mencionar que esta norma es casi una transcripción del artículo 233, numeral 6 de la Constitución de 1979 que decía literalmente lo siguiente: "Es una garantía de la administración de justicia.... la de no dejar de administrar justicia por defecto o deficiencia de la ley. En tal caso, deben aplicarse los principios generales del Derecho y, preferentemente, los que inspiran el Derecho peruano". En esta norma, se habla en singular del "caso" de "defecto" o "deficiencia" por lo que se podía haber asumido que estos términos eran sinónimos. En esa medida, el. Código Civil altera ligeramente la transcripción de está norma y alude al plural "casos" para referirse a "defecto" o "deficiencia". Si bien esta regulación no era compatible 108 con el texto fundamental, era coherente con el esquema teórico antes enunciado. Además, el artículo X del Título Preliminar del Código Civil preceptúa que: "La Corte Suprema de Justicia, el Tribunal de Garantías Constitucionales y el Fiscal de la Nación están obligados a dar cuenta al Congreso de los vacíos o defectos de la legislación. Tienen la misma obligación los jueces y fiscales respecto de sus correspondientes superiores". Individualmente vista, esta norma no nos permite dilucidar si "vacío" o "defecto" son términos sinónimos. Pero, de una interpretación sistemática de la misma teniendo en cuenta el artículo VIII del Título Preliminar del mismo cuerpo normativo, indudablemente concluiremos que son términos distintos. Así, el "vacío" alude a la "deficiencia" normativa. De modo que, finalmente el Código Civil también confirma el esquema teórico antes descrito. Por su parte, el artículo III del Título Preliminar del Código Procesal Civil establece que: "...En caso de vacío o defecto en las disposiciones de este Código, se deberá recurrir a los principios generales del derecho procesal y a la doctrina y jurisprudencia correspondientes, en atención a las circunstancias del caso". Como puede apreciarse, individualmente vista esta norma, se emplean los términos "vacío" y "defecto" como sinónimos, previéndose una solución propia de la integración jurídica: la recurrencia a los principios generales del Derecho Procesal. Esta norma, previa a la actual Carta Magna • ha devenido en inconstitucional, por lo que debe entenderse que alude sólo al "vacío" normativo. 109 En materia estrictamente judicial, el artículo 21 de la Ley Orgánica del Poder Judicial prescribe que: "La Corte Suprema tiene iniciativa legislativa en los asuntos que le son propios. Los Magistrados por intermedio del Consejo Ejecutivo del Poder Judicial, dan cuenta al Congreso de la República y al Ministerio de Justicia, de los vacíos y deficiencias legislativas que encuentren en el ejercicio de sus funciones...". Al utilizar esta norma la conjunción "y" está asumiendo que "vacíos" y "deficiencias" son términos distintos. Si fueran sinónimos, hubiera empleado la disyunción "o". De modo que, esta norma también pre-constitucional ha devenido en contraria a la Ley de Leyes, por lo que debe entenderse de manera compatible con ésta. Finalmente, el artículo 4 de la Ley Orgánica del Ministerio Público dispone textualmente lo siguiente: "En los casos de deficiencia de la legislación nacional, el Ministerio Público tendrá en consideración los principios generales del derecho y, preferentemente, los que inspiran el derecho peruano, en el ejercicio de sus atribuciones...". Esta norma se ubica únicamente en la hipótesis de la deficiencia normativa, proponiendo como solución un mecanismo propio de la integración jurídica: la aplicación de los principios generales del Derecho y, preferentemente, los que inspiran el Derecho peruano. Esta lectura de la deficiencia normativa es concordante con el esquema teórico antes descrito. De modo que, nuestro ordenamiento jurídico, a excepción del Código Procesal Civil y la Ley Orgánica del Poder Judicial que por ende requieren de urgente modificación, regula las hipótesis de incapacidad de cobertura o cobertura imperfecta de la realidad por 110 la norma jurídica de un modo integral y coherente con la teoría general del Derecho. Sin embargo, debemos detenemos brevemente en el análisis de la solución que nuestras leyes plantean para la deficiencia normativa: el empleo de los principios generales del Derecho y los que inspiran el Derecho peruano, así como el Derecho consuetudinario. Corno vimos, los artículo 139, numeral 8 de la Constitución, VIII del Título Preliminar del Código Civil, III del Título Preliminar del Código Procesal Civil y 4 de la Ley Orgánica del Ministerio Público proponen la recurrencia a los principios generales del Derecho y del Derecho peruano para cubrir las lagunas jurídicas. En norma alguna del ordenamiento jurídico se menciona a la analogía como solución a la deficiencia normativa. Sólo el artículo 139, numeral 9 de la Carta Magna establece el principio de la inaplicabilidad por analogía de la ley penal y de las normas que restrinjan derechos. Contrario sensu, es posible la aplicación analógica de normas distintas a las penales que no limiten derechos. Pero, no se menciona expresamente el rol integrador de la analogía. Menos aún su prelación aplicativa frente a los principios generales del Derecho. Los métodos de integración jurídica son dos: la analogía y la aplicación de los principios generales del Derecho. La analogía es el proceso por el que resulta factible aplicar a un caso dado, que no aparece contemplado de manera directa y especial, por ninguna norma jurídica, una norma prevista para un supuesto de hecho distinto pero con el cual el caso guarda semejanza esencial (MOLERO MANGLANO, 1987: p. 190). En esa medida, el procedimiento analógico se sustenta en tres presupuestos: la inexistencia de una norma reguladora de manera directa de un hecho concreto, la existencia de una norma reguladora de un hecho distinto y, la semejanza o similitud ésenciál'entre ambos hechos (lbid.). 111 Para algunos, los principios generales del Derecho son juicios de valor que inspiran e informan una normativa o la disciplina de una institución (DÍEZ PICAZO, 1973: p. 207). Para otros, son conceptos o proposiciones que informan la estructura, la forma de operación y el contenido mismo de las normas, pudiendo estar o no recogidos en ellas (RUBIO CORREA, 1985: p. 293). Es frecuente que no estén recogidos en las normas jurídicas, pues su lugar natural está en el sustrato del ordenamiento jurídico. Es más, cuando están contenidas en las normas jurídicas suelen no aparecer explícitamente, sino desprenderse de las ratio legis de las mismas. Por ello, su percepción supone una labor de decantación que implica una alta carga axiológica, pues la subjetividad del aplicador del Derecho suele jugar un rol importante como elemento orientador en dicha labor. En esa medida, la recurrencia a los principios generales del Derecho como mecanismo integrador debe ser restrictiva, ya que podría resultar atentatoria de la seguridad jurídica. E inclusive debería ser una recurrencia más restrictiva que a la analogía, pues ésta se basa en pautas, los supuestos y consecuencias de las normas jurídicas, que por lo menos están siempre expresamente consagradas en el ordenamiento jurídico. Efectivamente, antes de recurrir a las líneas maestras del sistema jurídico, debemos agotar la posibilidad de construir soluciones existentes en el ordenamiento. De este modo, en el momento, de integrar, la analogía debe aplicarse antes que los principios generales (DU PASQUIER, 1990: p. 165; GARCÍA MAYNEZ, 1965: p. 370; ALZAMORA VALDÉZ, 1984: p. 276). La analogía supone crear la norma jurídica que va a cubrir la laguna del ordenamiento jurídico en base al supuesto o la consecuencia de una disposición legal preexistente. Pero, dado el caso concreto, si ni.siquiera existe una norma jurídica esencialmente semejante-ala que se crearía para integrar la ausencia normativa, entonces acudimos a los pilares fundantes de nuestro sistema 112 jurídico, los principios generales del Derecho. Estos postulados, que están en el sustrato del ordenamiento jurídico, orientarán al aplicador del Derecho en la generación de la norma aplicable al caso no previsto, en base exclusivamente a las pautas que de ellos emanen. En esa medida, antes de ir a los cimientos del sistema jurídico, debemos acudir en busca de la norma aplicable al ordenamiento jurídico, al conjunto normativo expreso. Si la analogía es suficiente, ya no habrá necesidad de recurrir a los principios generales del Derecho. Por eso, ambos métodos de integración jurídica son excluyentes. Este es el criterio seguido por la legislación extranjera. El Código Civil austríaco de 1811, que trata normativamente por primera vez el terna de los principios generales del Derecho, señalaba que: "...si no se puede decidir una cuestión jurídica ni conforme a las palabras ni según el sentido natural de una ley, se tendrá en cuenta lo que se decide por la ley en los casos análogos y en los fundamentos de otras leyes semejantes. Si resultare aún dudoso el caso, se decidirá de acuerdo con las circunstancias cuidadosamente recogidas y maduramente pensadas según los principios jurídicos naturales"(RUBIO CORREA, 1986: p. 146). Por su parte, el Código Civil italiano de 1865 preceptuaba que: "...si una controversia no se puede decidir mediante una precisa disposición legal, se recurrirá a las disposiciones que regulan casos semejantes y materias análogas y, si el caso es aún dudoso, se decidirá conforme a los principios generales del Derecho" (DÍEZ PICAZO Y GULLON, 1980: p. 177). Adicionalmente, el artículo 14 de la Constitución mexicana y el artículo 19 del Código Civil mexicano establecen expresamente esa 113 prelación: primero, la analogía; después, los principios generales del Derecho (GARCÍA MAYNEZ, 1965: p. 370). Finalmente, el artículo 16 del Código Civil argentino señala que: "Si una cuestión civil no puede resolverse ni por las palabras ni por el espíritu de la ley, se atenderá a los principios de leyes análogas; y, si aún la cuestión fuera dudosa, se resolverá por los principios generales del Derecho, teniendo en consideración las circunstancias del caso" (LÓPEZ, 1983: p. 1097). A pesar de lo expuesto, nuestra legislación constitucional e infraconstitucional no mencionan expresamente a la analogía como método de integración jurídica y, menos aún como método que debe emplearse antes que los principios generales del Derecho. Sólo son mencionados éstos, lo que puede llevar a la peligrosa conclusión que deben aplicarse antes que la analogía en la cobertura de las lagunas jurídicas. Peor aún, nuestra legislación otorga carácter preferente a los principios que "inspiran" el Derecho peruano. Nos preguntamos cuáles, más allá del postulado de las 200 millas del mar territorial, son los principios que orientan particularmente la aplicación del Derecho en nuestro país. Hasta ahora, la doctrina y jurisprudencia no han encontrado consistentemente una respuesta sobre el particular. De manera que, esta referencia a postulados especiales carece de contenido y puede llamar a confusión. Tal vez por haber constatado esta imperfección, el constituyente la excluyó del texto de la actual Carta Magna frente al artículo 233, numeral 6 de la Constitución de 1979. Pero, se añadió un elemento que no figuraba en esta Ley de Leyes: la recurrencia al Derecho consuetudinario, al lado de los principios generales del Derecho, como mecanismo de integración jurídica. Ello constituye un equívoco mayor aún. La costumbre es una 114 norma jurídica que, a pesar de haber sido creada "informalmente", es decir, sin seguir los procedimientos formales regulares de generación normativa, es parte del ordenamiento jurídico. En esa medida, sólo puede ser un elemento de integración jurídica a través de la analogía. Pero, no puede complementar a los principios generales del Derecho en dicho rol. Y, consideramos que esta fue la intención del constituyente pues, de haber pensado la invocación de la costumbre como un elemento integrador vía la analogía, se hubiera mencionado al ordenamiento jurídico en términos genéricos. 1.5.2.- El principio lura novit curia.- El artículo VII del Título Preliminar del Código Civil prescribe literalmente lo siguiente: "Los jueces tienen la obligación de aplicar la norma jurídica pertinente, aunque no haya sido invocada en la demanda". Esta norma consagra el iura novit curia, postulado de la teoría general del proceso que también ha sido recogido en el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil en los siguientes términos: "El juez debe aplicar el derecho que corresponda al proceso, aunque no haya sido invocado por las partes o lo haya sido erróneamente. Sin embargo, no puede ir más allá del petitorio ni fundar su decisión en hechos diversos de los que han sido alegados por las partes". La palabra curia se deriva del latín curia o curiae que era el Tribunal donde se abordaban asuntos litigiosos. La palabra novit significa conocer. La palabra iura significa derechos. De manera que, la frase iura novit curia, surgida en la Edad Media, supone literalmente "el Tribunal conoce los derechos" (MONROY GÁLVEZ, 1987: pp. 205-206). Esto supone no sólo el Derecho objetivo sino también los derechos subjetivos esgrimidos por los litigantes (SENTÍS MELENDO 1957: p. 37). 115 Se parte de la premisa que el juez conoce el Derecho y, que las partes no están obligadas a una calificación jurídica correcta de sus pretensiones. En ese contexto, el juez tiene el deber de aplicar al proceso la norma correspondiente (MONROY GÁLVEZ, 1987: p. 214). En esa medida, los presúpuestos de aplicación del postulado en mención son dos: la falta de alegación o el error en la alegación del Derecho. En el primero, se invoca una pretensión procesal sin referencia alguna a la norma que le da sustento. Entonces, el juez debe suplir esta omisión sin alterar los hechos ni variar el objeto de la pretensión. En el segundo, se invoca una pretensión procesal con referencia incorrecta a la norma que le da sustento. En este caso, el juez debe suplir este error aplicando la norma idónea (Ibid., p. 219). Los límites de aplicación del principio en referencia son tres: no es posible alterar los hechos, ni variar el objeto de la pretensión (que es la petición concreta al juez, el efecto jurídico específico que se busca con la demanda que, a su vez, es la materialización de la pretensión procesal), ni subsanar la imprecisión en la determinación del objeto de la pretensión (Ibid., pp. 219-221). El iura novit curia tiene una íntima relación con el principio de congruencia judicial, que supone el deber del juez de emitir sentencias conformes a las peticiones de las partes. Exige al magistrado que no omita (citra petita), altere (extra petita) o exceda (ultra petita) las peticiones de las partes (Ibid., p. 222). Lbs sistemas procesales pueden ser de dos clases: el acusatorio, en el que la iniciativa del proceso está reservada a los particulares; y, el inquisitivo, en el que la iniciativa del proceso está en manos del juez. En este sistema, además, el juez tiene la conducción del proceso (ALSINA, 1956: pp. 448-449). Según algunos autores, el jura novit curia no tiene relación alguna con la problemática del impulso del proceso (RUBIO CORREA, 1986: p. 129). Sin embargo, para otros el postulado en mención tiene gran importancia en el sistema inquisltivo, pues constituye la manifestación 116 más concreta de la dirección y autoridad del juez. Cuando éste enmienda el error en la calificación jurídica cometido por la parte o suple su omisión en la referencia normativa, está prescindiendo de la opinión de los particuláres y privilegiando el objetivo final del proceso (paz social en justicia) (MONROY GÁLVEZ, 1987: p. 214). Ahora bien, para algunos autores el artículo VII del Título Preliminar sólo permite la actuación del iura novit curia en el supuesto de omisión de referencia normativa por el litigante, no en la hipótesis de una errónea cita legal (lbid, p. 233). Sin embargo, consideramos que cuando la norma en cuestión dispone que los jueces deben aplicar la ley pertinente "aunque" no haya sido invocada en la demanda, está haciendo alusión que inclusive en el supuesto extremo de omisión de sustento normativo en la demanda, debe entrar a tallar el juez supliendo aquélla. En esa medida, tácitamente se admite que el juez también podrá rectificar la norma erróneamente aplicada. Aún en el escenario que no se contemplara esta situación, por aplicación del árgurnento ab maioris ad minus (quien puede lo más puede lo menos), podría extenderse a la misma el iura novit curia. En todo caso, el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil ha subsanado esta eventual imperfección legislativa, otorgándole cobertura integral al iura novit curia sobre ambos supuestos. Además, se afirma que el artículo VII del Título Preliminar del Código Civil restringe la aplicación del principio en mención a las deficiencias configuradas en la demanda, no en la contestación o en el resto de actos procesales, Pero, por aplicación del argumento a pari(donde hay la misma razón existe el mismo derecho) es posible extender el postulado en referencia a los demás actos del proceso (RUBIO CORREA, 1986: p. 133-134). En todo caso, también el artículo VII del Título Preliminar del Código Procesal Civil ha salvado esta omisión legislativa, contemplando que el iura novit curia es aplicable respecto de todo el proceso. 117