EFECTO POLITICO DE LA ABSTENCION Y DE LOS VOTOS NULOS Resumen gráfico del artículo • • • • Relación Izquierda con abstención,nulos,blancos (1961-1973) Relación Derecha y PDC con abstención,nulos,blancos (1961-1973) Relación Concertación con abstención,nulos,blancos (1989-1999) Relación Oposición con abstención,nulos,blancos (1989-1999) Ricardo Wilhelm P. La abstención ha sido un comportamiento ciudadano familiar en nuestra historia electoral, ha cohabitado en todos los procesos con una incidencia del orden del 25 %, medido sobre el padrón oficial de inscritos en el Registro Electoral. Pero además existe una abstención solapada, que resulta de la población con derecho a voto, mayor de 18 años, que no se inscribe en los registros electorales, que en número supera a la abstención directa. En las elecciones recientes ese 25% se redujo a un 13%, sin embargo a esta baja abstención hay que agregarles los votos nulos y blancos, integrándose así un conjunto de ciudadanos que no emiten preferencias para elegir a sus representantes, el que se eleva a un 29%. La experiencia indica que el comportamiento de este contingente, cuando emerge a expresar nuevamente su opinión, no satisface la creencia o la esperanza de una repartición proporcional a favor de los diferentes actores políticos, sino que se inclina mayoritariamente hacia posiciones políticas de centro-derecha Abstención y sus sorpresas. En las décadas del 60 y 70 la abstención registrada en las elecciones Municipales y Parlamentarias fluctuaba entre un 22% y 28%. En un escenario de tres tercios, propio del período, podía representarse como un partido más, poderoso y silencioso, con comportamientos correlacionados con hechos políticos relevantes. Lo demuestran las repercusiones que produjeron las bajas significativas al 14%, 17 % y 18% en eventos políticos trascendentes y confrontacionales, como lo fueron las elecciones Presidenciales de 1964 y 1970 y las Parlamentarias de 1973. En efecto, una parte importante de este peculiar partido abandona su comodidad hogareña, acude a las urnas, reduce en 10 puntos la abstención e incrementa la votación de los partidos de derecha o centro derecha. La comodidad habitual de los militantes de este partido silencioso fue amparada por una sistemática amnistía a las multas que estaban previstas para quienes no acudieran a las urnas. Treinta años más tarde el comportamiento se repite, esta vez por una vía similar en concomitancia con el voto nulo. La normalización de las actividades electorales llega con nuevos comportamientos ciudadanos de acuerdo a la normativa vigente y a lo restrictivo de ella. Con un padrón electoral insólito que incluía el 92% de la población con derecho a voto la abstención se reduce al 6% en una elección trascendental en 1989 y se estabiliza en el orden del 13% en eventos posteriores. Sin embargo, los votos nulos y blancos comienzan a incrementarse desde un valor razonable de 5% a un 18% en las últimas elecciones parlamentarias. Una abstención del 13.7% sobre los inscritos, en la última Parlamentaria del año 1997, ascendente a un millón cien mil votos, agregada al millón doscientos mil de nulos y blancos totalizan 2.3 millones los que en su conjunto representó el 29% de los inscritos, una cifra digna de ser evaluada frente a 5.7 millones de votos válidos emitidos Todo ello sin considerar 1.9 millones de personas con derecho a voto que se han marginado de la obligación de inscribirse y que configuran la abstención oculta. Estas cifras exaltadas y dramatizadas en su oportunidad no habrían sorprendido en las décadas pasadas, donde elecciones Municipales y Parlamentarias acusaban abstenciones habituales del 25% y adicionalmente votos nulos y blancos en el orden del 4% de los votos emitidos, totalizando en una estructuración diferente un valor equivalente al actual del 29%, cifra tradicional del período democrático citado. La reversión de este proceso depararía nuevas sorpresas. Votos nulos y blancos, una nueva expresión. El reencuentro con la democracia demuestra que la abstención no se ha estructurado en la dimensión del pasado, exhibe aún un valor razonable en el orden del 10%, en contra partida, otro sector de la ciudadanía, de importancia equivalente, cuyo incumplimiento a la obligación de votar la exponía a una penalización, tomó la opción de no integrarse a la abstención; se acercó a las urnas a anular su voto lo que afectaría a la Concertación en su conjunto y muy especialmente a su miembro mayoritario. Voto nulo es la nueva expresión que se agrega a la abstención y emerge como un nuevo fenómeno electoral. Agregado a los votos blancos, presentes en cuantía razonable, configuran un conglomerado que ha centrado la atención de la ciudadanía, de los medios de información y de los cientistas políticos. Habiéndose hecho presente este fenómeno en la elección Municipal de 1996 no se le atribuyó la importancia debida, imaginando una posible reversión en la elección parlamentaria posterior argumentando las características diferentes de ambos eventos. El estado de alerta, al menos en la Concertación, fue desechado tanto en las negociaciones previas como en la estrategia de campaña. Debuta en las elecciones Municipales de 1996 con 843 mil votos, monta a poco más de 1.2 en la parlamentaria de 1997. Afecta al 18% de los votos emitidos en esa oportunidad y se reduce drásticamente a 3% en la elección Presidencial de 1999, con consecuencias similares a las expresadas anteriormente. Del ingreso de más de 1 millón de votos no se beneficia precisamente la Concertación sino la Oposición. Con ello recupera su participación en un Universo Electoral expandido mientras la Concertación conservando su votación absoluta, disminuye obviamente su participación en ese nuevo Universo. Se demuestra que las turbulencias electorales son el fiel efecto de la abstención y los votos nulos, ambos genuinos representantes de un voto que podríamos definir como externo, para diferenciarlo de las transferencias que se producen entre votaciones partidarias. Estas fuentes externas de votos cuando varían, conducen a escenarios más inestables, sobre todo cuando se hace imprevisible la reversión en una avalancha incontrolada y de efectos catastróficos para ciertos partidos cobijados y complacidos con sus cómodos posesionamientos porcentuales. Si en el análisis de resultados electorales se incorporará el concepto de variaciones del Universo Electoral y de variaciones de la Participación Electoral de los partidos o conglomerados políticos, se tendría una ilustración clara de la progresión del fenómeno y una advertencia si están siendo beneficiados o perjudicados. El impacto en las elecciones de 1988 a 1999. Observemos lo sucedido en las recientes elecciones Presidenciales, limitándonos a evaluar sólo la participación porcentual y la votación propia de los sectores involucrados. Se constata que la Concertación disminuyó en ambas y la Oposición aumentó. Esta situación se produce en el contexto de un crecimiento importante de la participación externa y por lo tanto del Universo de los votos válidos, producto de una disminución de la abstención y de la votación nula. La elección Parlamentaria inmediatamente anterior advierte sobre esta situación cuando con el mismo criterio observamos en la Concertación un fenómeno similar en un contexto diferente, aún más grave para este conglomerado, cuando se produce una contracción del Universo Electoral, mientras que la Oposición mejora su participación porcentual con una reducida pérdida de su votación absoluta. El impacto del comportamiento del factor externo queda pues en evidencia y, cuando se produce una avalancha como la citada, alguien tiene que pagar el costo de dicho fenómeno, en los casos citados fue la Concertación, como en su oportunidad lo pagó la Oposición al producirse el primer gran éxodo en 1992, después de las Parlamentarias de 1989 cayendo de un 43 a un 33% Cuando se advierten oportunamente estas tendencias, es posible preparar las estrategias, como sería evitar un mayor deterioro de los factores cuando se evidencian nuevas avalanchas o posibles éxodos. Sería el caso de la segunda vuelta Presidencial respecto a la primera, donde existía la posibilidad de que siguiera creciendo el aporte externo, lo cual exigía "represar" un eventual éxodo de simpatizantes no satisfechos de los resultados y asegurar algunas transferencias. Los diferentes partidos, cada uno en su área de incumbencia, asumieron sus responsabilidades asegurando el triunfo a la Concertación. En la perspectiva histórica, tres son los episodios más relevantes de estos comportamientos que afectan a la concertación. 1. El crecimiento de la participación de la Concertación producto de un aumento da la abstención una vez normalizadas las tendencias después del entusiasta debut de las Parlamentarias de 1989. 2. El punto de inflexión en 1996 donde, a costa ella, sigue incrementándose la abstención y los votos nulos, lo que afecta sensiblemente su participación, cayendo 5 puntos porcentuales; en la misma oportunidad quienes no emiten preferencias aumentan en 6 puntos en su escala de referencia, alcanzando el máximo de 29%. 3. La reversión de esta situación cuando los ausentes vuelven a emitir preferencias por dicho sector, quedando reducido sólo a un 13% y la Concertación no profita de este beneficio, con lo que su participación se reduce en otros tres puntos adicionales. En contra partida la oposición, en la medida que se incrementa la abstención, comienza un descenso de su participación porcentual la que se estabiliza en el orden del 36%; cuando cae abruptamente la abstención y se reducen drásticamente los votos nulos en las Presidenciales de 1999, dicha participación se eleva al 48%. Ambos comportamientos se ilustran elocuentemente en el Cuadro1 y en el Gráfico 1.1 y el Gráfico 1.2. Efectos más dramáticos en el período 1960 a 1973. Como un antecedente histórico se ilustra lo sucedido en las elecciones previas a la pérdida de la democracia en el período 1960 a 1973. En dicho período destacan tres hitos interesantes respecto a lo explicado. 1. La Presidencial de 1964 que pasa a constituirse en un evento tremendamente confrontacional, frente a las expectativas de la coalición de partidos de izquierda, quienes habían logrado sobrepasar el 41% del electorado en la elección inmediatamente anterior. Al renunciar la derecha a sus aspiraciones, después de la famosa elección por un diputado en la circunscripción electoral de Curicó, conocida por el "Naranjazo" y frente a un incremento de los votos válidos de un 27% asociados a una disminución de abstención de sobre diez puntos porcentuales, la coalición de izquierda conocida por FRAP es derrotada, al no poder participar en forma interesante de la avalancha de votos externos como tampoco del factor interno, quedando reducida su participación en ese nuevo universo al 39%. Este escenario esta precedido de cambios importantes que se presentan en las elecciones anteriores a 1963. Se había venido produciendo un aumento sostenido de las inscripciones de un 7% interanual, que con la obligatoriedad de la inscripción se eleva violentamente en un 30%, produciendo el efecto correspondiente en la elección Municipal de 1963. Con un incrementando del 100% de los votos válidos, a pesar de la elevada abstención, profitan en forma espectacular los partidos de Izquierda y la Democracia Cristiana, no así los de Derecha, elevando su participación porcentual en más de un 50%, respecto a su participación en el evento anterior, con lo cual se abren reales posibilidades de éxito para ambos en la Presidenciales próximas, con un sistema de mayoría simple en un contexto de tres listas. 2. La Presidencial de 1970 que está precedida de una recomposición de fuerzas de la derecha y un éxodo importantes de votantes, los Universos Electorales y consecuentemente las Participaciones de los Partidos, se ven alterados. Los partidos de izquierda en las tres elecciones anteriores acusan un comportamiento inestable y la DC, después de su triunfo, un deterioro sistemático de su votación absoluta y participación porcentual. En dicho escenario se enfrenta la elección de 1970, donde en un universo reducido la coalición de izquierda bajo la sigla Unidad Popular había superado nuevamente un 40% de la votación, lo que le otorgaba grandes posibilidades, en la medida que se mantuvieran tres listas en competencia y que la avalancha externa no amagara estas expectativas. Ello permitía evaluar el grado máximo de deterioro posible para superar al contendor más próximo, que por las correlaciones de fuerza se había congregado tras la figura del representante de los partidos de derecha, dejando a la DC abandonada a su suerte. La estrategia para la Unidad Popular se definió bajo dicho supuesto y en efecto, en esta oportunidad nuevamente la abstención se redujo en más de doce puntos la que complementada de un crecimiento importante del padrón electoral, produjo las consecuencias anticipadas de deterioro, pero no suficientes para amagar el triunfo esperado. En efecto se había estimado un deterioro máximo al 36% como límite para alcanzar el triunfo, siendo el resultado final de 36.2% y el adversario más próximo logró sólo el 35.3%. 3. La parlamentarias de 1973, precedidas de un crecimiento importante del padrón electoral, incentivado por la reducción del límite de edad para votar a los dieciocho años, vuelve a reducirse el universo electoral con un incremento importante de la abstención, lo cual le permite a la Unidad Popular bordear el 50% de la votación nacional. Sin embargo sufre el embate de la avalancha del factor externo en las elecciones de Marzo de 1973, con un aporte próximo al millón de votos, cuyos resultados serían la antesala del doloroso episodio vivido por el país con pérdida de la democracia por más de 16 años. El Cuadro 2, el Gráfico 2.1 y el Gráfico 2.2 ilustran con claridad estos tres episodios donde las curvas de variación de la participación de la Izquierda acusa igual comportamiento que la de la abstención, a baja abstención baja participación y a la inversa a alta abstención alta participación. En el caso de la derecha en forma independiente o asociada a la Democracia Cristiana se observa el fenómeno inverso, a baja abstención incremento en la participación y viceversa. En este período es importante destacar además la evolución de la ciudadanía participante, la que se triplica en un período electoral de doce años, entre las Parlamentaria de1961 y de 1973, tal vez el más turbulento de nuestra historia política.