En oposición a las yemas foliares, de las que sólo brotan hojas, se conocen las ye­ mas florales, que sólo dan flores. Así como las yemas de los países fríos y templados llevan una cubierta protectora de escamas que defiende los tejidos tiernos y jóvenes de las heladas inoportunas o de la desecación, así en el país intertropical tales defensas resultan superfluas, y lo común es hallar yemas desnudas. • Sin embargo, las yemas del palomero (Musanga Smithii) y de algunos Ficus se hallan protegidas, cuando jóvenes, por una gran escama foliar, que se ve con fre­ cuencia sobre el suelo en el momento de brotar la planta y que parece un trozo de piel con pelos, de color' violeta rojizo. Todos los coloniales conocen esta pieza del pa­ lomero. La corteza o cubierta del tronco de los árboles tiene un gran interés, tanto por los productos que se obtienen de la misma como por las peculiaridades específicas que permiten, en muchos casos, identificar el árbol sin necesidad de más recurso. Recuerdo a este propósito las características cortezas del adjap, del ecuc (lechosa), del palo rojo, del dum, del tom y de mil especies más que el pámue conoce tan bien. En ciertos casos su condición fibrosa permite obtener hilachas textiles, como sucede con las Triumfetta, de las cuales los indígenas sacan cuerdas para hacer redes. Con las del Antiaris africana se hacen excelentes clothes, y de otras muchas. La parte externa de la corteza o capa suberosa está acorchada (suberificada) y difiere grandemente según los diversos árboles. Con frecuencia suele contener gran cantidad de tanino, como sucede en el mangle, que en algunos sitios es explotado para beneficiar dicha sustancia. Otras veces contiene principios venenosos, del que es ejemplo el Erythrophloeum guienense, leguminosa cuya corteza, en cocimiento, pro­ porcionaba un líquido tóxico que se hacía injerir a la persona considerada como cul­ pable de determinados delitos, según la creencia de estos salvajes, y que moría si efectivamente había incurrido en falta, o bien continuaba viviendo, a pesar de la droga, si era inocente, lo cual, naturalmente no sucedía nunca. Son m u y característicos de la corteza de ciertos árboles los pinchos de corcho que la cubren, como sucede con la Hura crepitans, diversas especies de Fagara, Ceiba pentandra, Bombax spp. Otras veces, tales pinchos desaparecen con la edad, y de esto es ejemplo el magnífico y gigantesco edum (Cylicodiscus gabunensis). Entre algunas curiosas adaptaciones de tallos, merecen citarse los tallos carnosos parecidos a los cactus, de algunas Euphorbia, tal la E. kamerunica, E. garuana, E. Hermentiana. Otras veces los tallos se tornan prismático-cuadrangulares, como se ve en el Cissus quadrangularis, etc. LAS HOJAS Ordinariamente, la hoja es un órgano aéreo, plano y verde, que lleva yemas en su axila. Su forma se explica por su función, destinada a captar el máximum de luz. La hoja típica está formada del pecíolo o cabillo y del limbo o lámina. Ocasionalmente, como sucede en los Citrus, el pecíolo tiene unas expansiones laterales laminares en for­ ma de aletas. Otras veces, el pecíolo es laminar y rodea totalmente el tallo, c o m o