Las evaluaciones externas evaluarán a alumnos

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Las evaluaciones externas
evaluarán a alumnos, profesores
y centros
En estas fechas se está intentando por parte de los representantes sindicales atenuar los
efectos de la nueva Ley educativa, pero queremos avisar a los negociadores
bienintencionados que Wert, además de original, es sumamente peligroso. Está a
punto de poner en marcha la LOMCE, que ya hemos dicho que es una Ley
conservadora, ideologizada, confesional, mercantilista, segregadora, sin fondos
suficientes y que, al final, no gustará a tirios ni troyanos… Pero cada vez que intenta
aclarar es peor, y lo vais a ver. Le hemos dedicado mucho espacio en La Chincheta. Si
quieren ver nuestras opiniones anteriores, entren en Premsa, en la parte superior de la
WEB de Fete y después piquen Xinxeta, encontrarán más de 5 artículos.
No queremos volver a entrar sobre los contenidos de la LOMCE, pero las últimas frases
de Wert levantarán ampollas, ha dicho textualmente: "Tengo confianza máxima en
los docentes y en su trabajo como evaluadores, pero las evaluaciones externas
evaluarán a alumnos, profesores y centros”. Como se le había criticado que la labor
evaluativa recayera en profesores externos, pues devaluaba la labor de los profesores, de
los equipos docentes y de los centros, ya que es una “barbaridad” organizativa,
económica y pedagógica, al hacerlo incluso con niños/as de 7-8 años, nos suelta ese
principio de frase. La afirmación de Wert tiene muchos recovecos negativos que iremos
viendo.
Si ustedes recuerdan, la LOMCE introduce varias evaluaciones o reválidas antes de
entrar en la Universidad (en 2º-3º de Primaria, 6º de Primaria, después de 4º de la ESO,
después de 2º de Bachillerato, y en las facultades si así lo disponen) que serán pasados y
calificados por profesores externos. Hay que hacer constar que en el primer borrador
decía especialistas externos y ahora figura profesores externos. ¿Cuál es la diferencia?
Es más barato enviar profesores que especialistas, pues simplemente de entrada si se
mandan profesores sin especificar pueden ser menos al no tener que contar con
especialistas de cada una de las áreas. Con esta acción de trasladar a un grupo de
profesores de otro centro durante dos días, la evaluación se convierte en un suceso no en
un proceso.
Cualquier empresa que tenga sentido común
debe hacer evaluaciones de su actividad. En
realidad, cualquier organización debe medir la
eficacia del trabajo ejecutado y realizar los
ajustes que le permitan lograr sus objetivos.
Ahora bien, si no se dispone de las herramientas
adecuadas, no se puede ser productivo, por lo
tanto es inútil ponerse a evaluar. Con esta
última afirmación queremos afirmar que el
Ministerio no debe ponerse a evaluar si no se
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dan todos los medios necesarios y adecuados a cada uno de los centros.
Wert nos da primero unas palabras de confianza (que no es tal) y luego nos remata a
volapié (se acerca Wert y procura que nos mantengamos quietos). Dice que tiene
confianza máxima (¡pues no se nota!) y luego remata y aclara (en el sentido de ¡Eh!
¡Qué no sólo hay que evaluar al alumnado!).
Existen disparidades sobre el proceso evaluativo según lo que piense la
Administración, los clientes o usuarios o el estamento académico. Y nosotros estamos
con el estamento académico que reclama una evaluación contextualizada, orientada
hacia procesos de mejora de la institución, con los medios humanos y recursos
necesarios, que deberán aportar las administraciones, y con la colaboración y
participación de las familias, y centrada sobre sistemas de revisión interna.
Cualquier decálogo que se escriba sobre la evaluación debe incluir que deberá verse
como parte del proceso docente, como una oportunidad de aprendizaje en sí misma y no
como un elemento extraño y amenazante. ¡Y no sabemos si aquí, con el borrador de la
LOMCE encima, no estamos más cerca de lo contrario!
Pero no poner medios ni programas especiales es como
evaluar cuántos accidentes hay en una curva
peligrosísima que nunca se modifica. ¡A lo mejor no
sólo quiere saber cuántos no cumplen objetivos, a lo
mejor quiere utilizar los instrumentos de evaluar
para ir derivando al alumnado a distintos itinerarios
desde su más tierna infancia! Nos decía un jubilado
que está buscando las pruebas diagnósticas para ir adiestrando a sus nietos de 5-6 años
para la evaluación que les pasarán en 2-3 de Primaria. Es una anécdota real, pero que
puede ser una expresión de las dudas que suscita la LOMCE.
Bueno, resumamos qué nos ha anticipado esa frasecita de Wert: que va pasar
evaluaciones, que no duda de la capacidad de los docentes para evaluar pero que estos
evaluadores deben ser externos, ya que va a aprovechar para evaluar a centros y
profesorado.
Pero ¿evaluar para qué? Para nada. La LOMCE no
va a poner instrumentos de mejora ni de apoyo ni
programas especiales… En el artículo 20 del borrador
de la LOMCE señala, después de hablar de la
evaluación de 2º-3º de primaria, que “de resultar
desfavorable esta evaluación, el equipo docente deberá
adoptar las medidas ordinarias y extraordinarias
adecuadas”. Pero qué se cree este Ministro que hacen
los docentes. Los docentes
toman todas las medidas ordinarias y algunas
extraordinarias (las que pueden). Pero comprobar numéricamente, y después dejar toda
la responsabilidad a los docentes, a los equipos o a los centros es una cosa realmente
vergonzosa. ¡Presupuesto cero!
Y esto de amagar y esconder la mano lo hace en cada evaluación. En el artículo 21, al
hablar de la prueba de 6º de primaria, cuando nos señala que “las Administraciones
educativas podrán establecer planes de mejora en aquellos centros cuyos resultados
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sean inferiores a los valores que, a tal objeto, hayan establecido”. Balones fuera, para la
autonomía y con un potestativo podrán en vez de pondrán. ¡Presupuesto cero!
Y así podríamos seguir. Pero nos quedamos con un nuevo programa, ahora sí, que se
denomina PMAR (Programa de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento) dirigido a
aquellos alumnos con dificultades relevantes no imputables a falta de estudio o
esfuerzo. De entrada, la explicación de los usuarios queda extraña. Pero lo peor es que
tampoco hay dinero, no hay presupuesto propio, ya que señala que saldrá de las actuales
partidas de diversificación curricular. Otra vez presupuesto cero.
Las reflexiones sobre evaluación de alumnado, profesorado y
centros no se quedan ahí. Ahora queda abierta la posibilidad
de publicar una relación entre centros educativos tales que,
para uno o varios criterios, como los resultados de las
evaluaciones propuestas, el primero de los centros presenta un
valor superior al segundo, este a su vez mayor que el tercero y
así sucesivamente, permitiéndose que dos o más elementos
diferentes puedan tener la misma posición. El orden se refleja
asignando a cada elemento un ordinal, generalmente números enteros positivos. Se dan
cuenta que lo que estamos definiendo es publicar un ranking de centros.
En la finalidad de la evaluación del sistema educativo que se explica en el borrador, se
elimina la prohibición de utilizar los resultados para establecer clasificaciones de los
centros tal como figuraba en el artículo 140.2 de la LOE.
En la LOE figuraba: “la finalidad
establecida en el apartado anterior
no podrá amparar que los
resultados de las evaluaciones del
sistema educativo, independientemente del ámbito territorial
estatal o autonómico en el que se
apliquen, puedan ser utilizados
para valoraciones individuales de
los alumnos o para establecer
clasificaciones de los centros”.
Sin embargo, la LOMCE
establece que “el Ministerio (…)
publicará los resultados de los
centros” (artículo 147.2). Fíjense en la viñeta: “Para que la evaluación sea justa…”.
Eso nos llevará a que centros educativos con más de 50 años, sin remodelar, con
alumnos procedentes de familias en paro o en peligro de exclusión social, de distintos
orígenes, y con familias de bajos niveles sociales y culturales, por no decir otras cosas,
compitan en un ranking con colegios de características opuestas. Y que además se
publiquen los resultados. ¡Injusto e incomprensible!
¡Miren si da de sí la frasecita de Wert!
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Y que sirva este ejemplo para los bienintencionados
negociadores: cuando la izquierda en la oposición negocia
con la derecha en el poder, se sabe quien gana y quien
pierde. ¡Cuidado en cualquier negociación, y más en
temas que puedan perdurar por un largo tiempo!
Nosotros
sabemos
que
son
bienintencionadas
declaraciones como ésta: "España no puede estar en
permanente reinicio" respecto a la política educativa y hay
que abogar por el "consenso de Estado" para evitar "las
reformas unilaterales de cada gobierno", pero ¡cuidado! O como la que se deduce del
último párrafo de un artículo del catedrático valenciano Vicente Sanfélix, que incluimos
a continuación por la utilización de una terminología taurina, impulsada por Wert
(recuérdese que dijo: “soy como un toro bravo, me crezco con el castigo”), y por el
carácter desengrasante, trágico y jocoso a la vez:
Cuando la corrida del señor Wert termine probablemente el
público, tan popular como su partido, le indultará por mor de su
bravura. Restañadas las heridas podrá volver a las paradisíacas
dehesas -¿en forma de empresa semipública?- y hasta ejercer de
semental (asesor) para transmitir los genes de su bravura a las
nuevas generaciones de toros bravos. Lo seguro es que en medio
de la plaza quedará agonizante la vaquilla berlanguiana,
símbolo en este caso de la educación española, pidiendo a gritos
que la política educativa se entienda en este país menos como
sangrienta lidia y más como civilizado consenso.
Chincheta de FETE, 20 de abril de 2013.
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