INVESTIGACIÓN ANTUMAPU Factoresqueconducen alaclorosisférrica Los factores que conducen a la clorosis férrica son complejos y no se conocen completamente. Adicionalmente, una diversidad de reacciones químicas regulan la disponibilidad de hierro y contribuyen a la complejidad de la química del hierro en los suelos (Whiting et al., 2011). Así, muchos factores ambientales contribuyen a la deficiencia de hierro. En la mayoría de los casos, se centralizan en las condiciones de riego y suelo, las que al corregirse satisfactoriamente corregirían los problemas de clorosis férrica (Whiting et al., 2011). pH. El pH de los suelos determina la disponibilidad del hierro y de otros microelementos, afectando su solubilidad, la que decrece mil veces por cada unidad que aumenta el pH en el rango entre 4 y 9, mientras que la de manganeso, zinc y cobre decrece cien veces por cada punto de aumento de pH (Mortvedt, 2000). En suelos alcalinos (pH superior a 7,0), el hierro se fija rápidamente a través de una reacción química en formas insolubles, que no pueden ser absorbidas por las raíces (Whiting et al., 2011). El pH del agua de riego también es determinante, pues estudios realizados en palto muestran que los síntomas de clorosis férrica se comienzan a manifestar a partir de niveles de pH en agua superiores a 7,5 (Ferreyra et al., 2008). Suelos calcáreos. En el caso del hierro, la condición calcárea del suelo parece ser más gravitante que el pH en la generación de problemas de deficiencia en la planta, pues las formas de hierro presentes en los suelos de pH alcalino (Fe+3) no son aprovechables por la planta (Ferreyra et al., 2008). Muchos suelos son naturalmente ricos en cal (carbonato de calcio y otros compuestos cálcicos), llevando al pH del suelo por encima de 7,5 (Whiting et al., 2011). De los carbonatos presentes en el suelo, la cal activa (fracción del carbonato inferior a 20 micras) es la fracción que presenta una mayor relación con los síntomas de clorosis férrica presente en los árboles (Ferreyra et al., 2008). Experimentos en palto mostraron que a partir de 2 meq L-1 de HCO3 (bicarbonato de calcio), en el extracto de saturación de suelo, comienzan a aparecer síntomas en los árboles; al parecer, la razón es que la presencia de abundante HCO3 en el medio radicular produce inmovilización del hierro dentro de la planta al pasar al estado de Fe+3 (Ferreyra et al., 2008). En suelos calcáreos, la clorosis férrica es común en plantas sensibles (Whiting et al., 2011), donde los carbonatos actúan como antagonista. Este mismo efecto ocurre con el manganeso, Cu y Zn (Opazo, 1994; Mortvedt, 2000). Humedad del suelo. Suelos excesivamente húmedos o secos predisponen a las plantas a la clorosis férrica. Los síntomas de clorosis férrica se manifiestan con el exceso de riego (Whiting et al., 2011), dado que se ha demostrado que la absorción de hierro ocurre sólo por el ápice de crecimiento de las raíces, la falta de oxígeno por exceso de humedad en el suelo afecta el crecimiento radical y, por consiguiente, la absorción de hierro (Ferreyra et al., 2008). Adicionalmente, en los terrenos con alta humedad, el CO2 se acumula y se disminuye el O2, esto se traduce en aumentos del HCO3 que produce una inmovilización de hierro y, por lo tanto, en una restricción en la absorción de hierro y, en definitiva, clorosis férrica (Loue, 1988; Zude-Sasse y Schaffer, 2000). Temperatura del suelo e intensidad de luz. Suelos fríos y húmedos tienden a mantener el hierro en un estado químico que no está disponible para las plantas, conduciendo a la clorosis férrica (Barney, 1999). Según Whiting et al. (2011), las temperaturas extremas del suelo y la alta intensidad de luz pueden aumentar los problemas de clorosis férrica. Compactación del suelo. Las condiciones que limitan la aireación (como la formación de costra superficial) predisponen a las plantas a la clorosis férrica, limitando la profundidad de las raíces. Estos son los principales factores que contribuyen a la clorosis férrica en suelos arcillosos (Whiting et al., 2011). 23