www.derecho.unam.mx LAS INJURIAS COMO CAUSA DE DIVORCIO Por el I.ic. Luir DORANTES Td4AtAY0. 1'RlhlEI:A PARTE Entre las diversas irricciones dcl articulo 267 del Código Civi! vigente en el Ilistrito Federal, que señala las causales de divorcio, se encucntra una, la X I , que establece como motivos para pedir la disolucióii dcl vínculo matrin~onial"La scvicia, las amenazas o las injurias graves de un cbnyuge para el otro". E! Dicciot~ario Karotiadu dc Legislación y Jzarispr~~denciade don JoaqGn Escriche, define In sevicia corno "1.a excesiva crueldad; y particularinenie los ultrajcs y malos ti-atainirnios de que alguno usa contra una peisoria sobi-c qiiicn tiene algiiria potestad o autoridad. 1.a sericia del padre para con el hijo cs suficiente para que éste pida la emancipación; y la dcl marido para con la mujer da igualmente motivo al divorcio o separación'quad torum', esto es, en cuanto a la cohabitación . . ." Ahora el problema qu<:sr nos prcsenta cs saber si la sevicia, los malos tratnrcicntos y los golpes, purdcn ser considerados como injurias y, por tanto, ser una causal de divorcio iinplícita, sobreentendida en éstas, o bien deben formar un motivo aparte como aparece Cn nuestro Código Civil, según pucde desprenderse <lela redacciiin del inciso xr ya transcrito. Ante todo, lo primero que d e b m ~ o ssaber es qué son las injurias o qué se entiendr por injurias. E1 mismo diccionario de Escriche define a éstas cn un sentido lato que por ahora no nos interesa, y en un sentido estricto. E n este último sentido nos dice que: ". . . no se entiende por injuria sino lo que u110 dice, hace o escribe con intencibn de deshonrar, afrentar, envilecer, desacreditar, hacer odioa, despreciable o sospechosa, o niofar o poner en ridículo a otra persona.. ." E n una ejecutoria de 48 LUIS DORANTES TAMAYO la Suprema Corte de Justicia (tomo LXI. Zugarramurdi, Marce1ino.Pág. 3542 del Semanario Judicial de la Iiedcración) se acepta casi textualmente este concepto. De acuerdo con esta definición y parafraseándola, podemos decir que los golpes, los malos tratamietitos y la sevicia en general, pueden ser coiisideradas como injurias en determinadas circunstancias; por ejemplo, cuando los golpes se asietitcii en público con la intención de afrentar o causar el ridículo a tina persona. Mas cuando esos mismos go!pes se infligen en privado, ocultos a la vista de la gente, y a cotisecueiicia de una ira ciega o de un furor irrefrenable, no con la inteiición de provocar un sentimiento de \,ergüeiizn en el ofendido, malamenie podemos decir que al mismo se ha injuriado. E n todo caso diremos que se le ha golpeado, pero no que se le ha denostado. De tal modo qw es justificable que la sevicia sea puesta coino causa aparte para la procedencia del divorcio. Sin embargo, para que la sevicia pudiera ser invocada coino causal de divorcio, debería exigirse, a mi parecer, que aquélla se repitiera con frecuencia y no permitir que por dos O tres golpes dados por primera vez en un momento de ira exacerbada, sin I!egar a la crueldad, se pretendiera romper el frigil lazo del matrimonio, mixiine cuando hay hijos de por niedio. Así lo ha reconocido también la Suprema Corte en alguna de sus ejecutorias. (Tomo xcrv.-Flores de Torres, Margarita.-Pág. 500 del S. J. de la F.) E n cuanto a las amenazas, no hay manera de equivocarlas o confundirlas con las injurias. La distinción es muy clara: con las amenazas se pretende infundir temor, miedo, pinico a una persona, por medio de la advertencia de un daño futuro para ella o sus seres más queridos, ya sea como venganza o como coacción para lograr un fin determinado. E n tanto que las injurias tienen como tnira esencial la de denigrar, deshonrar, avergoiizar. E n este caso, como en el de las injurias que después veremos, aunque el Código no lo preceptúe deberíase exigir también que las amenazas que dieran origen al divorcio, fueran de una gravedad tal, que peligrara la vida, la salud, la honra o cualquier otro bien bastante va!ioso del cónyuge amenazado, y no que por utia siinple amenaza sin importancia alguna se solicitara inmediatamente el divorcio; por ejemplo, si se amenazara diciendo: "Si no haces tal o cual cosa, no te llevo a pasear el domingo", seria esta una amenaza tan completamente risible y poco seria que, a mi entender, y quizás a entender de cualcuiera, no daría motivo suficiente para pedir la disolución del matrimonio. L.4S I.VIVRIAS CO.liO C A U S A DE DI!/ORCIO 49 Por ultirtio, en cl caso de las injurias si exige nu-stro Código, expresatnznte, que éstas scan gralres. Pero jcJmo sabiinios a i n d o unas injurias son graves o n o ? ;Qui. regla o qué criterio debemos scguir para coiiocer la grnvrdzd o no gravedad dc ellasi 2 0 es rluc todas las injurias son gravcs cn sí? ;I<ntocccs, si cslo últiiiio fuera cicito, por qiié sgbraya nuestro Cwdigo que las injiirias, para quc sean causa de divorcio, l?an dc scr graves? Lrn critcrio fijo y exacto para coilocer la gravedad o no gravedad de las injui-ias, no rxiste ni creo quc pueda existir. Do11 Ji7aquin Escriclic, en su Diccionario ya citado, sfiala ciertos &tos con los que se puede distingttir cuindo son gra\:es las injurias en gcneral. A tiosotros nada inis nos iiiteres.!~ por ahora aqueIlos que pue:lcti comtituir causa apropiada para pedir el rompimiento del vinculo coliyugal. Ir tenemos, vrrhigracia. 1- injuria qiie se it~fieredando de bofetadas a niia persona cn presencia de la centc; rasgándole stis vrsticlos eii pre2,-iicin piibiica tanibiéii; cscupiéndolc la cara en las misnias condiciones: c::ccirindola cn un cuarto o en su casa; o, en fiii, profiriérir:ole palabras ol;scenas, rnalsona~tcso deshonrosas a las qur no esiuvicre ricostuinbrada. I'or lo demás, la calificaci6n dc la gravcdad dc las injurias se deja a! arbitrio del juzgador. Hay sobre este particu!ar jurisprude~icia definida de la Supretna Corte (ikase la pig. 717 de la Iz~ris$ri:iZenMirDc[inida de lis Sz6,hre~naCortr de Justicia, Xftxico, Antigua Imprenta de Murguía, 1949, tcsis 385, apbndice al toi!lo XCVII rlcl S. J. de la F.). N a s para qi?e las injurias graves sean motivo para el divorcio. drbrría rcquerirse también, a 11ii tnodo de ver, que aquéllas se repctieran con frecuencia y no tuvieran otro fin quc el de causar un dano moral a la prrsona del iiijuriado. E n cuanto a las palabras disonantes o ma?sonantcs y froselas, las costumbres del luzar y de la época cn que se profieren, van marcanCo los casos cn que se deben tener por injuriosas, y aquellos en que no se dcben tener coino tales. Una palabra que en un detern~inadopueblo o lugar y en un determinado tiempo es tomada como denuesto, puede, en carnbo, no serio en otra regi6n o en otro tiempo. Y para juzgar si las iiijurias invocadas en u11 juicio conio causa de divorcio son graves o no, será neccsario hacerlas constar rxpresaniente en la demanda. Así lo ha dejado sentado tarnbi(.n nuestro más Alto Tribunal en ejecutoria publicada en el tomo LXXIII. López Portilla de Lazcano, Felisa.-Pig. 3609 del S. J. de la F.: "La institucibn del matrimotiio es de orden público, por lo que la sociedad está interesada en su mantenimiento, y sólo por exrepci6n la ley permite que se rompa cl vinculo matrimonial. Por tanto, 50 LUIS D O R A N T E S T A M A Y O en los divorcios necesarios, es preciso que la causal que se invoque, quede perfectamente comprobada, para que puedan producirse las consecuencias que la disolución del vinculo trae para el cónyuge culpable. De acuerdo con estas ideas, la Terccra Sala de !a Suprema Corte ha sostenido que la gravedad de las injurias, como causal de divorcio, prevista en la fracción XI del articulo 1267 del Código Civil del Distrito Federal, debe ser calificada por el juzgador, porque si quedara a la apreciacióii de las partes, se contrariarían los más elementales principios de la técnica jurídica. Por tanto, si el actor se limitó a expresar en su demanda, que su cónyuge lo había injuriado gravemente, sin señalar en qué consistieron las injurias, para que el juzgador pudiera, por una partr, apreciar si efectivamente había habido injurias, y por la otra, si eran o no graves, no puede admitirse en el caso la coinprobacióii dc la existencia de la causal de que se ti-ata, aunque la parte demandada hubiera manifestado, al contestar la demanda, que era cierto el punto de la misiria, a que se acaba de hacer alusiijn". Y no sólo, sino que, tratándose de testigos, también se exige que éstos declaren textunlinente las palabras que hayan oído y que fueron aducidas como injurias en el juicio. (Jz~risp~udencia Definida de la Sz~pvcntcCorte de Justicia, pigs. 713 y 714, apéndice al tomo xcvii del S. J. de la F.) Las injurias, coino ya se vió, no sólo pueden scr (le palabra, siiio también de hcclios. Por ejemplo, en el caso ya citadc de una persona que le da de bofetadas a otra de!ante del público, o bien le rasga los vestidos delante de la gente para su hurnillacióii y vergüenza. .4simisi?io es injuria grave de hecho (véase la ejecutoria de la Corte, publicada en la pág. 1493 del tomo SL drl S. J. de la F.), la negativa de a l s ~ n ode los cónyuges a cumplir su "deber coiiyugal" (sexual, direnios más claramente nosotros), sin motivo fundado para e!lo. Llegado a este punto, una pregunta se nos antoja forniular : i l a presunción debidamente fundada de adulterio en la mujer puede ser invocada como injuria grave de hecho para dar ocasión al divorcio? SEGUNDA PARTE Antes de abordar el tema planteado, debo hacer la aclaración de que el mismo sólo será tratado desde un punto de vista meramente civil, y no desde uno penal. L A S I X l U R I A S CO.IfO CAUSA D E D I V O R C I O 51 Dicho lo atiterior, la primera cuestión que se nos plantea, es la de saber qué es ci adulterio. Don Joaquín Escrichc, cn su ya coriocido Diccioizario de I-cgislación y Jurisprudetzcia, nos lo define corno: "El acto de una persona casada que violando la fidelidad conyugal concede sus favores a otra persona; o cl acceso carnal que un hombre casado tiene con otra que no sea su mujer legitima, o una casada con otro hombre que no sea su marido.. ." Este concepto, sin enibargo, iinicaiiicnte puede ser aceptado en el Derecho Civil, ya que eti nuestro Derecho I'etial se requiere para que rxista el delito (le adulterio, adciri:.s <Ir los clcnicntos contcniclos cn la dcfinici6n espursta. qiie éste si. coiiicta "en el (Ioinicilio conyugal o con escánda!~" (artículo 273 del Código Penal vigente r n el Distrito y Territorios Federales). Cuando no se cornctc cn e1 domicilio conyu!ral ni se suscita ningún cscánclalo con iiioiivo <le sil rc~lizacióii. rio p u d e perscguirsc pcrialinente a los culpables. I'odri, sí, ser causa (le divorcio, de acuerdo con lo que dispone cl artículo 267, fracción I, del Cócligo Ci\il 1-iiciite en el Distrito, cuando qiieda debii!a:i~ctitr coniprobado. Pero la dificultad se prrscnta cuando llega el iiloniciito de la prueba. 2CCi~iose va a probar e1 adulterio? ¿ D e 11ué criterio se serviri c1 juzgador para fallar Ir1 existencia o no existeiicia, y, por tanto, la procedencia o no procedencia del divorcio? iBa>taráti sinip!es datos que lo hagan presumir, o se requiere una prueba contundente? Si se exige una prucba irrebatible, que no deje lugar a (ludas, Iinsta el gi-ndo de exigir que los adúltcros liayzin sido sorprcndi(los in Irayunti, inuy ~lifícilmente podría solicitarse el dirorcio por esta causa, 17a que. e1 adulterio es un acto que se comete con toda clase de sigilo, de <liscrcciÚii, de cautcla. Y aún cii este caso, la Única prueba que podría ofricersc seria !a dc testi!:os, y &te no es, ni con mucho, irrebatible. E n todos los deniás casos, sólo poclrA aportarse una prucba prrsuncional dcl adulterio: coniprobaii<lo ciertos Iicchos, deducir dc ellos su existencia, coiiio cu:iriclo dos prrsoiias, sictido una de ellas o las dos casadas, y no siendo la otra su corrcspondientc cónyuge, se introducen a un lugar impropio para su calidad de cotisortc, pero propio para el acto sexual. Comprobados eEtos hechos, debería conniás cederse el divorcio. Si en niateria de Derecho I'ctial, cjce cs tii~~clio iielicada que la Civil, basta la simple presunciOn de adultcrio para que se configure el delito (véase la Jurisprztdcncia L)cfi$zi(la de la Corte, pág. 132, tesis 56, del Apéndice al tomo x c v i ~de del S. J. de la I'.), tratán<lose de esta última, ¿ n o bastari igualmente la prueba prrsuticional para que 52 L U I S DORANTES TAMAYO se acredite el adulterio como causal de divorcio? (Tomo xxxv.-Rubio de Pcreyra Ocejo Lidia.-Pág. 1252.) Los datos presuncionales a este respecto podríamos clasificar!os en gruces, leves y levisiiiios. Los graves serían aquéllos que una vez coinrirobados muy Foca duda dcjarian acerca de lo que se quiere ac!arar, o sea el adulterio, coino en cl ejemplo ya expuesto de dos personas qiie penetran a un lugar predispuesto para el acto sexual, estando una de ellas, o las dos, casada con otra, o bien cuando uiia mujer abandona a su marido y se va a vivir con otro hombre. El1 cste último caso, hay ejecutoria cn e! sentido de que ésta sola circunstancia es suficiente pura constituir el cscindalo que exige nuestro Código Penal para la existencia del delito de adulterio (tonio XL~II.-Mendoza de Garcia y coag.-Pág. 3712). 1.0s leves serían aqu6llos que dejaran liigar a dudas, coiao cuando dos personas se pasean juntas a altas horas de la noche, siendo una de ellas, o las dos, consorte de uiia tercera, y sin que exista el consentimiento de ésta. Y los levisimos serían aquí.llos que provocaran muy poca sospecha, coino eii el caso de que esas dos niismas personas fueran encoiitradas caminando juntas en el día. Pero lo m i s lamen!ahlc es que escasean, en proporci6n, las presunciones graves, y, a la inversa, abundan las presuricioi~esleves en que bajo una aparente sincera amistad, se cobija una secreta y aleve historia dc amor. Esta es la triste situación cn que se halla el marido engañado que no puede ni siquiera solicitar el divorcio, porque los hechos que alegaría seiían de muy poca fuerza o gravedad, como en el caso de quc su mujer cu!tivara una estrecha y sospechosa amistad con otra persona del sexo masculino. Por eso seria yo de opinión que cuando existan datos o hechos que hagan presumir fundadamente la existencia de adulterio, puedan ser invocados éstos como injuria grave de hecho para conceder el divorcio. ¿Pero por qué la presuiición leve de adulterio ha de tomarse como injuria grave de hecho? Porque se hiere la dignidad del cónyuge ofendido; no su honra, porque si hemos de aceptar la opinión vertida en Derecho Penal por a!gunos tratadistas, los actos de una persona no pueden empañar o manchar !a honra de otra, pues el honor se crea o se destruye por los actos del propio individuo. Pero sí a la dignidad, porque ninguno de los c6nyuges merece, es digno, que se le trate con menosprecio, y se le muestren mayores atenciones a otra persona extraña, cuando estas atenciones hacen sospechar una oculta alevosia sexual, y ya corre de boca en boca la sonrisa sarcástica o la palabra hiriente proferida a espaldas del LAS INILrRIAS C0.110 CAl.SA DE I I I V O K C I O 53 cngañado. Hemos puesto el ejemplo de dos persorias de distinto sexo que, siendo casada alguna de ellas, o !as dos, en distinto inatrimonio, se pasean con frecuencia a deshoras de la noche, por lugares impropios o solitarios, sin el consentiiiiiento del otro consorte. I'ero para que la presuncibn de ac!u!tcrio piieda ser inotivo de divorcio, ha de ser sólida y debidamente fundada; iio deber5 reclucirse a meras (!esconíir~~izasy absurdos celos. Y tanibién 1x1 de ser inás fuerte y más gravc en e1 caso di: la niujcr, porqu: se prc:ta a mayores suspicacias y runiorcs, provocando un inayor daño nioral al r?!?.rido y ponitiidolo en vcrgüeiiza aiite la opinióii pGblica. P o r to<i:ls P S ~ J S razoiics: y, sobrc todo, por ! s inii~cnsaclificiiltnd que e-xiste para piohar plcnaii~ciiteel adulterio (ya que los cóiiyuges no lian de desempeñar sicinpi-e el triqtc iidiculo papel de espías o vigilantes), es por lo qiie consiilcro que dcl~rríatoin:irse como iiijiiria grave de hecho la presunción leve, aunque dcvi11ai-ic:it: fuiidai!a y coii~probacla,di: ailc!terio, y, por :o iilisino, scr cxiisa :!I divorcio.