Los cristianos y los derechos humanos

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LOS CRISTIANOS Y LOS DERECHOS HUMANOS.
Andrés R. M. Motto
Introducción.1
Ciertamente que la temática acerca de los DH2 es una cuestión que nos llega muy
profundamente a quienes sentimos que la dignidad humana es un valor no negociable. Ellos se han
convertido en un desafío y en un clamor para todos los hombres que aspiran a vivir en un mundo
digno del hombre. Por una parte, llena de esperanza el ver cómo la humanidad ha crecido en torno a
los DH. En muchos países hay una frondosa legislación que impide la tortura, el suplicio, la
mutilación y toda otra actividad que vaya contra dichos derechos. No sólo se prohíbe actuar contra
ellos, sino que se busca fomentarlos. Por todo ello, tenemos una bibliografía abundante en torno a
ellos; surgen instancias a favor de los DH a nivel nacional e internacional; ella ocupa un lugar
destacado en la educación y en los medios de comunicación social.
Por otra parte, contemplamos realidades que nos lastiman: 1) La persistente violación de los
DH en muchas regiones del planeta, a pesar de pactos, declaraciones, acuerdos, doctrinas y acciones
de diversos grupos por defenderlos. Constatamos como, en situaciones críticas, los gobiernos tienen
una gran tendencia a violar los DH. 2) Se politizan los DH, esgrimiéndolos para cualquier
reivindicación; o frente a cualquier tipo de límite que la autoridad quiera expresar. De manera que
terminan siendo parte de un “juego de poder” para destituir a tal o cual persona, o para crear “héroes o
paladines”. 3) Una vanalización y trivialización del tema. Preocupa la ligereza con que algunos medios
abordan el tema. Este uso indebido y exagerado puede llevar a una cierta saturación del tema. 4)
Algunas naciones poderosas no admiten “de hecho” la universalidad de los DH. 3 5) Podemos agregar a
esta cuestión, que muchas veces los MCS generan denuncias muy dispares acerca de las violaciones a
los DH.4
Más allá de estas trabas, entendemos que los DH son centrales para la efectiva humanización
del hombre. De este modo, los DH deben ser la expresión de los esfuerzos por la justicia y
dignificación en las relaciones humanas. Por nuestra parte, como cristianos, entendemos que la lucha a
favor de los DH concretiza el mandato del amor al prójimo. Por tanto, esta no es una temática
secundaria, sino que aparece como un punto central del mensaje evangélico. Además, esta cuestión,
por ser común a todos los hombres de buena voluntad, nos permite trabajar mancomunadamente con
diversos sectores de la sociedad. Para las Iglesias cristianas, el trabajo a favor de los DH es un signo
de los tiempos donde se juega la fidelidad a Dios y a la humanidad. Es un kairós, es decir, un tiempo
crucial. Desentenderse de esta realidad, implicaría una infidelidad al Dios de Jesucristo que exige de
sus discípulos un impostergable profetismo.
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Cf. PONTIFICIAL COUNSIL FOR JUSTICE AND PEACE (2004): Compendium of the social doctrine of
the Church. Città del Vaticano. Librería Editrice Vaticana. N° 84-90. MOLTMANN, J. (1978): “Théologie et
droits de’homme”, Revue des sciences religieuses 52, págs. 299-314.
Vamos a abreviar Derechos Humanos con las siglas DH.
V. gr. hay naciones que exigen que sean juzgados los miembros de países subdesarrollados que han violado
los DH, pero no juzgan a sus ciudadanos que han ejercido prácticas aberrantes tanto en sus países como en
otros. Hay países de los más influyentes que no aceptan que sus soldados sean juzgados por el flamante
Tribunal Internacional que juzga crímenes contra los DH. Es decir, el conflicto es que algunos Estados tratan
la temática de los DH como algo que se circunscribe sólo a su soberanía, sin captar que su juzgamiento es
hoy una temática internacional.
P. ej. dan mucho espacio al homicidio de un periodista, y prácticamente no difunden noticias cuando
multitudes de cristianos son brutalmente asesinados o torturados por grupos fanáticos islámicos. Es decir,
buscando posturas corporativas o que le reditúen económicamente, discriminan la información.
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Definición.
Ante todo debemos reconocer que encontramos una gran diversidad de definiciones acerca de
los DH. Lo común a todas ellas es afirmar que estos derechos son una exigencia de y para toda la
humanidad. Por nuestra parte, definimos a los DH como aquellas atribuciones que posee toda persona
por el solo hecho de ser persona, y que deben ser respetados en todo tiempo.
Reconocemos que los DH son ante todo una exigencia moral, que necesita una concreción
jurídica y que debe tener en cuenta la necesaria dimensión pluricultural. Vayamos por partes. Los DH
deben entenderse como una exigencia moral. Ellos surgen como resultado de la indignación ética
frente a los atropellos a los que se ven sometidos los individuos y los pueblos. Ese es su origen.5 La
instancia moral es promover la dignidad de la persona humana frente al poder omnímodo de los
Estados. La ética nos recuerda que los DH son previos al reconocimiento del Estado, y él los debe
tutelar.
Desde esta base ética, los DH se han de ir concretizando en un planteamiento jurídico. Es
decir, la ética los fundamenta y la jurisprudencia los implementa. 6 La ley debe permitir que los DH
sean unas atribuciones jurídicas a las que se asigna la función de actuar como mecanismos de defensa
de la persona ante cualquier posible atropello de la autoridad. Se establecen como condiciones
jurídicas inalienables de la persona humana.7 Estos derechos han de ser reconocidos y resguardados
tanto por la jurisprudencia nacional como internacional.
Completemos la conceptualización de los DH, señalando que en su formulación se ha de tener
presente el diálogo pluricultural. Los hombres se realizan dentro de una cultura y estas culturas pueden
dialogar buscando valores básicos. Toda persona está dotada de una “competencia comunicativa” que
debe efectivizar en la explicitación de aquellos valores con los cuales se crea un mundo digno del
hombre. Esta dimensión conlleva la dificultad de que existen numerosas culturas y subculturas, las
cuales conllevan sistemas de creencias y códigos sociales, que no siempre son posibles compatibilizar.
Evidentemente, los DH se han ido enunciando a través de un largo diálogo de la humanidad, la
cual fue lentamente descubriendo derechos universales. La forma actual más vigente de la
proclamación de estos derechos la produjo la ONU en 1948 elaborando la Declaración Universal de
los Derechos Humanos.
Fuentes.
Debemos reconocer que en la conformación de los DH encontramos una pluralidad de fuentes,
las cuales siempre están unidas al concepto "hombre". Vamos a intentar señalar las fuentes más
significativas:
1) El pensamiento greco-romano. En especial ciertos sofistas, como Hipias que enseñaban la
universalidad de la libertad para los hombres, y que la esclavitud era tan sólo un invento humano.
También está el aporte del derecho natural.
2) El pensamiento judeo-cristiano. Éste proclama la igualdad y dignidad de todos los hombres
por ser imagen de Dios. En particular, el catolicismo extendió y perfeccionó el concepto clásico de
derecho natural, como fundamento objetivo para señalar la igualdad de todos los hombres. Mención
particular merecen los teólogos Hugo Groot, Francisco Suárez y Francisco de Vitoria.
3) El aporte del pensamiento ilustrado. Proclaman la libertad de conciencia y de expresión. Así
como la tolerancia.
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Cf. FERNÁNDEZ, E. (1974): Teoría de la Justicia y los Derechos Humanos. Madrid. Teoría.
Es por eso que la aceptación del habeas corpus implica en la modernidad la base jurídica de los DH.
Cf. HUBERT, W.(1979): “Derechos humanos: Historia de un concepto”, Concilum 15, págs. 10-21.
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4) Las corrientes revolucionarias que se opusieron al absolutismo. Las cuales tuvieron una
significativa presencia en los siglos XVIII-XIX en la Revolución Francesa y en las guerras de la
Independencia, tanto de EE. UU. como de las diversas naciones latinoamericanas. En ellas se
proclamaron varios de los derechos del hombre.
5) El liberalismo aportó su defensa de la libertad, y la promoción de la democracia.
6) El socialismo contribuyó con la búsqueda de la igualdad, y con la lucha a favor de que los
bienes elementales sean para todos.
Hagamos dos aclaraciones: A) No negamos que cada una de estas seis corrientes hayan tenido
sus errores, y que ciertamente muchas veces actuaron contra los DH; pero, en este juego de
contradicciones que es la vida, queremos resaltar en este apartado, su aporte positivo. B) En su
expresión moderna, los DH son un fenómeno secular, pero que hunde sus raíces en visiones creyentes.
En perspectiva de futuro: la profundización de los DH se debe enriquecer con el aporte de las
culturas indígenas latinoamericanos, así como la riqueza cultural asiática y africana.8 Súmenos a estos
aportes, el diálogo interreligioso.
Función y características de los DH.9
La práctica de los DH tiene una serie de fecundas funciones para la humanidad: 1) En este
mundo globalizado, los DH dan criterios y pautas sobre los que estructurar las relaciones humanas. 2)
Posibilita la defensa individual y grupal frente a los atropellos ejercidos por los Estados. 3)
Salvaguarda a los más débiles.
Las características de los DH consiste en ser conformes a la ética: universales, absolutos,
innegociables, inalienables. Cada ser humano puede y debe vivirlo y exigirlo. Otra característica de los
DH es que ellos no están (o no debieran estar) sometidos al regateo político, ni a la demagogia
gubernamental. Su ejercicio no puede estar limitado por otros derechos, ni postergados por la urgencia
del momento. Ellos no quedan momentáneamente suspendidos en tiempo de guerra.
Estructuración de los D. H.
Para una mejor aplicación de los DH se tiende a estructurarlos en “familias” de derechos. Hay
varias clasificaciones, nosotros optamos por la siguiente: 1) Derechos vinculados con la vida, la
integridad y con los medios necesarios para que ella sea digna y plena (libertad, alimentación,
seguridad, etc.). Es decir, éstos son los derechos fundamentales. Luego vienen los derechos
importantes. 2) Derechos referentes a los valores morales, culturales y religiosos. 3) Derechos civiles y
políticos. 4) Derechos sociales y económicos.10 Todos deben ser promovidos, pero en el caso de que
entren en conflicto, se debe comenzar por la defensa de los fundamentales. También debe quedar claro
que no se puede defender los derechos de uno a costa de los derechos de los otros.
Derechos y Deberes.
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Encontramos un valioso tesoro a favor de una cultura que respete los DH, p. ej. ciertas normas penales de los
indígenas ecuatorianos, que más que el castigo del culpable, buscan el bien de los afectados y la educación
del trasgresor.
Cf. CLAIR, A.(1992): “Les droits de l'homme: une notion en débat”, Ethique 3, págs. 10-24.
Esta enumeración de derechos para que sean plenamente válidos deben vivirse simultáneamente a nivel
individual y social. También debe reconocerse que así como la humanidad tiene derechos, el planeta tiene
“derechos”, es decir debe evitarse todo tipo de explotación de la naturaleza. Además, en la medida que la
sociedad va adquiriendo los derechos más elementales, postula derechos más sutiles, p. ej. derecho a la
privacidad o intimidad.
3
Es claro que los DH también se fundamentan en la comprensión de que todo ser humano, por
el hecho de ser inteligente y libre está sometido a derechos y deberes. Durante muchos siglos se
elaboraron extensamente las obligaciones a las que el hombre estaba sometido. En un movimiento
pendular, dentro de las últimas décadas se ha insistido mayoritariamente en los derechos. El problema
radica en que, en una sociedad individualista, existe una asimetría entre derechos y deberes; es decir,
se exacerba el tema de los derechos y se minimiza el tema de los deberes. Una educación facilista y
demagógica va por la misma línea.
Hablar de que el hombre también tiene deberes se ha convertido en un tema cercano al tabú.11
Evidentemente, afirmar sólo los derechos o sólo los deberes es catastrófico. Deberes y derechos deben
ser entendidos y ejercidos desde la reciprocidad y la indivisibilidad.
La unidad entre derechos y deberes se puede fundamentar desde cuatro vertientes: 1) La ética
filosófica. Gracias a la unión de los derechos y los deberes se van organizando las virtudes públicas y
las actitudes ciudadanas como la socialización, la solidaridad, la fraternidad, la responsabilidad, etc. 2)
Lo religioso espiritual. En todas las grandes religiones hay un nítido nexo entre derechos y deberes. 3)
Lo Político. La construcción de la comunidad política se sustenta en una convivencia armónica de
derechos y deberes. En cuanto, algunos miembros sólo tengan derechos y otros sólo deberes, se crea
una sociedad desigual. 4) Jurídica: el orden nacional e internacional se construye sobre la admisión de
que cada parte está sometida a derechos y deberes.
El individuo debe ser protegido relacionalmente. Es decir, los DH. no pueden servir para
avalar posturas individualistas o egoístas. Por tanto, los DH. se sostienen dentro de una postura de
reciprocidad.
Fundamentación.12
Ciertamente que no es fácil encontrar una fundamentación básica que satisfaga a todos los
defensores de los DH. Más bien, lo que se expresa es que los DH son una realidad a favor del hombre
que se debe defender. Algunos autores sostienen que la empresa de fundamentar los DH es sublime...
pero imposible. Por tanto, invitan a no perder el tiempo buscando una fundamentación sino
simplemente a protegerlos.13
Aún así, es necesario intentar una fundamentación de los DH ya que defender algo que no se
puede fundamentar sólidamente termina siendo una tarea vidriosa. Es evidente que ellos surgen a
partir de una antropología filosófica que encuentra que el hombre conlleva una serie de derechos
inalienables. La humanidad, al reflexionar sobre sí misma, descubre lentamente que el hombre posee
un valor supremo. También progresivamente la humanidad fue aceptando que todos los hombres
poseen derechos, fue asumiendo la igualdad humana. Por tanto, como explicitación del valor de la
persona humana, y que ella es el valor límite de la organización social, surge la proclamación de los
DH. Es decir, actúan como un elemento de legitimación del valor del hombre.
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Algunos señalan que junto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, tendría que
haberse elaborado más la declaración de los deberes (los cuales están sucintamente descriptos en los art. 1 y
29). Pero se debe recordar la circunstancia histórica de 1948, donde la humanidad salía de los grandes abusos
cometidos por los regímenes totalitarios. Se buscaba que no se repitan las atrocidades de la 2ª Guerra
Mundial y que se valoren la libertad y la dignidad del individuo frente a los Estados. Por tanto, en esa época
lo que se buscaba era resguardar al ser humano, proclamando sus derechos.
MUGUERZA, J. (1989): El fundamento de los derechos humanos, Madrid.
Mac Intyre en un momento de su vida radicalizó este planteo: creer en la existencia de los DH es como creer
en brujas y unicornios. En ningún caso podemos probar su existencia; simplemente debemos protegerlos Cf.
Tras la virtud. Barcelona. 1987.
4
En la búsqueda de fundamentación es clásica la puja entre iusnaturalistas e iuspositivistas. Los
iusnaturalistas señalan que los DH son aquellos que nos corresponden en virtud del derecho natural y
son anteriores a toda norma. Están inscriptos en nuestra naturaleza, previo a toda normativa externa
que los legitime.14 Por su parte, los iuspositivistas señalan que los DH existen cuando son
proclamados e incluidos en una norma jurídica, en un código.15
Creemos que si iusnaturalistas e iuspositivistas se mantienen en una actitud intransigente es
difícil hallar la verdad. En vez, un coloquio respetuoso puede llevar a una postura de síntesis: aceptar
que si el hombre realiza una seria introspección encuentra el “eco” de una ley que le hace vivir de
acuerdo a su naturaleza racional. Digo “eco” porque esta normativa no aparece “clara y distinta”; por
tanto, esta “ley” sólo se hace nítida mediada un diálogo sostenido a través de la historia y las
culturas.16
La humanidad ha tenido que hacer una doble tarea, descubrir estos derechos, y luego
fundamentarlos. En ambas tareas, al comienzo no hubo consenso mayoritario, ya que nacieron de
pequeños grupos que lucharon para que estos valores fueran aceptados por todos. Como vemos, esta
temática nunca está del todo aclarada y adquirida. Siempre pueden expresarse y custodiarse mejor los
DH.
No hay duda que en la búsqueda de la fundamentación de los D. H. se ha de trabajar
insistentemente en el concepto de dignidad. Una dignidad básica que es previa a cualquier mérito y
que no se pierde más allá de cualquier descalabro o aberración ética.
Es cierto que para que funcionen de hecho los DH hace falta una sociedad pluralista y
democrática. Ya que, ellos están para frenar los posibles atropellos que los particulares ejerzan sobre
algunos miembros; al mismo tiempo necesita de un Estado con capacidad de autocrítica, capaz de
castigar sus propios excesos.
En la búsqueda de la fundamentación de los DH deben agregarse los valores morales que los
justifican. La moral, a lo largo de la historia, ha ido dando respuesta a las necesidades humanas más
importantes. Posteriormente, el derecho actúa para reconocerlos y garantizarlos.
De hecho, han sido sucesivos consensos los que han dado lugar a las declaraciones en favor de
los DH. Lo cual no implica dar por bueno cualquier consenso. La ética comunicativa dará pautas para
reglamentar dicho consenso. Tarea que está a cargo de todos los sujetos, ya que todos poseen
"competencia comunicativa". En dicha “mesa de diálogo” se puede encontrar argumentaciones para
llegar a acuerdos morales fundamentados, aspirando a llegar a afirmaciones básicas reconocidas por
todos. Esto es válido, aceptando que este diálogo cultural siempre puede ser enriquecido. La ética
comunicativa postula la posibilidad de una aceptación universal de los argumentos en favor de los DH
por más que no plantee ella misma los fundamentos objetivos. Ella postula un procedimiento o método
que haga válido el consenso.
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Las ideas iusnaturalistas llevaron a la práctica la independencia de EE.UU. y la revolución francesa. Esta
inspiración se constata en la Declaración de Virginia de 1776, y en la de París de 1789.
Se puede encontrar una sólida defensa del iuspositivismo en PECES-BARBA, G. Derechos fundamentales.
Madrid. 1976; Escritos sobre derechos fundamentales. Madrid. 1988.
De hecho, algunos autores sostuvieron que eran de derecho natural prácticas que hoy consideramos
aberrantes, p. ej. la esclavitud. También, afirmando conocer la naturaleza humana se hicieron afirmaciones
contrapuestas: el hombre es naturalmente amistoso, al menos con los que comparte ciertos valores e intereses
como el ser griego (Aristóteles); puestos a apetecer las mismas cosas el hombre es naturalmente lobo para el
hombre (Hobbes). Además, los diversos modelos sociales acerca de cómo se debe convivir no se dieron “sin
errores y sin horrores”.
5
Mientras se realiza la tarea necesaria de una fundamentación que sea aceptada por todos, es
importante que en la práctica los DH sean protegidos. Esta postura ya la sostuvo Maritain ante las
divergencias en torno a la Declaración de los DH de 1948.17
Derechos Humanos y Cristianismo.
Podemos afirmar que la definición bíblica del hombre como "imagen de Dios" es un valioso
fundamento teológico para afirmar los DH. Ya que imagen de Dios es todo hombre.
Si bien no se puede hablar explícitamente de DH en el Antiguo Testamento18, sí se puede
encontrar la proclamación de derechos comunes a todo el pueblo. Además, se señalan algunas
exigencias fundamentales: ciertas libertades, una exigencia de humanidad y justicia, así como la
defensa de los desvalidos, aunque no sean del pueblo elegido.
También se encuentran en el AT textos muy opuestos a lo que hoy llamamos DH. Sin embargo,
se percibe que no son textos centrales. Además, a lo largo del AT se va dando una progresiva
asimilación de contenidos que hacen acrecentar el sentido de humanidad.
En cuanto a los derechos proclamados en el AT encontramos el 1) Derecho a la vida. La vida
tiene un valor tan alto que no se admite bajo ningún punto la muerte del inocente. Incluso, sus castigos
son más suaves que otras legislaciones contemporáneas. Sin embargo se admite la pena de muerte. 2)
Derecho a la igualdad. Todos los hombres son iguales ante la ley, incluso el rey.19 3) Fuertes intentos
para evitar la desigualdad social. Los profetas claman a favor de los pobres, buscando provocar
disposiciones favorables a los excluidos. Asimismo, es interesante el llamado a proteger a todos los
marginados: huérfanos, viudas, pobres. Condenando religiosamente a quienes no los protegen y se
afirma que Dios es su protector. En relación a los extranjeros si bien se les dificulta la compra de
tierras; se les ha de pagar un salario digno y tratar con respeto, recordándoseles que ellos mismos
fueron extranjeros en Egipto. Es así que, la llamada a la justicia es una de las afirmaciones bíblicas
mejor conocidas sobre lo que hoy llamamos derechos humanos.
En el Nuevo Testamento20 constantemente encontramos actitudes de Jesús a favor de la persona
que se pueden tomar como un aval a la temática moderna de los DH. La dignidad humana
neotestamentaria se fundamenta en cuatro ideas básicas: el hombre es creado por Dios; el hombre es
imagen de Dios; el hombre es redimido por la sangre de Jesucristo; el hombre es llamado a la amistad
con Dios. Estas cuatro afirmaciones se derraman sobre todos los hombres.
En el N. T. se proclama el respeto por el hombre y la afirmación de su inalienable dignidad.
En ese contexto, el "Reino de Dios" presentado por Jesucristo, muestra a Dios tomando partido por el
hombre. A partir de Jesús la comunidad debe asumir estos derechos y exigir su cumplimiento.
Dicha tarea trajo dificultades, primero hacia la misma comunidad cristiana, porque los
primeros creyentes aceptaron el martirio sin interponer el derecho a la legítima defensa. Aunque es
cierto que producen Apologías de tipo exhortativas para que las autoridades dejen de perseguir a los
cristianos.
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Lo angustiante es ver cómo a lo largo de la historia el consenso a favor de los DH va creciendo o
decreciendo de acuerdo a los intereses de países o grupos que buscan más poder, p. ej. en EE. UU. bajo el
gobierno de George W. Busch ha retrocedido la justificación y práctica de los DH.
Cf. LIMBURG, J (1979): “Los derechos humanos en el Antiguo Testamento” Concilium 15, págs. 33-40.
Salvo algunas excepciones: A) privilegio del hombre sobre la mujer. B) Se admite la esclavitud. Aunque, es
reconocido que los esclavos israelitas vivían en mejores condiciones que en otros pueblos.
Cf. BLANK, J. (1979): “Los derechos humanos en el Nuevo Testamento”, Concilium, 15 págs. 40-52.
6
Con respecto a la esclavitud, si examinamos la Carta a Filemón vemos que en el siglo I había
una sensibilidad diferente de la nuestra con respecto a dicho tema. No hay duda que también es
diferente el concepto de justicia. Es decir, si bien la caridad tiende a dignificar todos los vínculos, no
se puede entender al Evangelio como un "programa reivindicativo". De modo que la llegada del
cristianismo no supone el fin de la esclavitud.
Con respecto a la Iglesia21 no hay duda que en los primeros siglos se dio una fuerte
asimilación de los principios evangélicos a la vida concreta. Había un gran sentido de distribución de
bienes. No se condena la riqueza, sino el haberla obtenido de modo injusto, o el no compartir. También
hay un fuerte primado del hombre. “El mundo se hizo para el hombre” (Lactancio). Asimismo, no se
obligaba a nadie a profesar la fe cristiana. Se verá como un acto de irreligiosidad obligar a un hombre
a adorar a alguien en quien no cree. Además, se afirma la libertad con respecto al futuro. Se oponen al
determinismo de algunas escuelas filosóficas como los estoicos. Afirman la libertad del hombre y su
capacidad para hacer la historia. Con la victoria de Constantino se dignifica más la vida de los
esclavos, se prohíben los juegos mortales de gladiadores, etc.
A partir del siglo VI se pone gran énfasis en la defensa de la sociedad familiar. También con
respecto al derecho a la vida; se enseña la obligación del trabajar, y la limitación a la propiedad. Hay
sensibilidad con respecto al pobre. Se calcula que el 50% de los ingresos fijos de las iglesias eran
invertidos en asistencia a los pobres.
Como hechos negativos, se van dando cada vez más respuestas intolerantes con respecto a la
diversidad religiosa. Además, la Iglesia pierde cada vez más libertad para denunciar las situaciones de
injusticia producidas por la autoridad civil.
A partir del siglo VIII aparecen posturas teológicas variadas al analizar problemáticas morales,
dándose posturas de máxima y de mínima; pero todas ellas con un intento serio de fundamentación
racional.22 Los medievales defienden la libertad a contraer justas nupcias, y proclaman un respeto
parcial de la persona. Se justifica la propiedad privada, sabiendo compartir los bienes. En definitiva,
tratan de crear una moral “posible”.
Santo Tomás aparece como uno de los más geniales expositores de la moral cristiana católica.
En sus escritos se perfila una antropología en la que se detectan exigencias fundamentales del hombre
y así habla de preceptos e inclinaciones naturales. Si se escrutan las inclinaciones de la naturaleza
humana, se puede extraer una serie de normas (preceptos) que constituyen los fundamentos de los
derechos humanos. Se distinguen aspectos que dicen la relación a la existencia individual, a la vida
fraterna y a la social. En esta tarea se recalca que la razón humana es capaz de descubrir los principios
que sustentan este tipo de sociedad.
Santo Tomás recalca que todo hombre tiene un valor extraordinario por ser creación de Dios.
La filiación a la que está llamado por Dios (S. th I, q. 33, a. 3; q. 93, a. 4-5); además de darle dignidad,
le llama a valorar la vida en sociedad. Ya que la socialidad es un don no una desgracia.
21
22
Cf. HAMEL (1984): “L’Eglise et les droits de l’homme. Jalons d’histoire”, Gregorianum 65, págs.271-279.
QUELQUEJEU, B (1989): “Adhesión a los derechos del hombre, desconocimiento de los derechos
cristianos: la incoherencia romana”, Concilium 221, págs. 145-159.
V. gr. si tomamos el tema de la esclavitud veremos que Alcuino de York dirá que sólo la guerra justifica la
esclavitud. En vez, Rábano Mauro e Incmaro de Reims vuelven sobre la igualdad originaria de todos los
hombres. Se reacciona contra la esclavitud, citando a Graciano, quien señalaba que el derecho natural se
funda sobre dos reglas fundamentales: hacer a otro lo que deseas para ti y no hacer lo que no deseas que te
hagan.
7
Lamentablemente, frente a algunas herejías como las cátaras y albigenses, se irán gestando
sistemas de control reñidos con la libertad de pensamiento, v. gr. la Inquisición. La cual, a su vez,
recurre en algunos casos a la tortura, el suplicio y la muerte. Instrumento represivo, que
desdichadamente copiarían posteriormente las Iglesias Reformadas.
A partir del siglo XIV se recrudecen las disputas entre el poder imperial y papal. Las
reflexiones de Guillermo de Ockham dan pié a los inicios del positivismo jurídico. Con el renacentista
Marsilio Fiscino se afirma el positivismo jurídico sobre bases teológicas. El renacimiento es una época
ambivalente en cuanto a tolerancia se refiere. Algunos autores propugnan la libertad religiosa y de
expresión (v. gr. Erasmo de Rotterdam), siendo la jerarquía más bien reacia a admitirla.
Al llegar la crisis de la Reforma, deplorablemente ambos grupos caen en fanatismos.
Llegándose a todo tipo de vejaciones. En esa guerra religiosa confesable, se dieron otros motivos
menos confesables: luchas por el poder, y/o por prebendas económicas.
Con respecto a la Universidad de Salamanca ella va a generar a partir del siglo XVI grandes
teólogos que ponen las bases de la digna convivencia entre los hombres. Se denuncian los atropellos
de la Conquista desde argumentos basados en el derecho natural. Hay en este grupo de eminentes
dominicos, una clara influencia de Santo Tomás de Aquino. Vitoria 23 aporta la idea de comunidad
internacional que posee derechos no apoyados en la fe común, sino por el solo hecho de ser hombres.
Las obras de Vitoria ofrecen tres grandes conjuntos para el desarrollo posterior de los DH.: derechos
del hombre en sí mismo; del hombre en relación con los semejantes, de las naciones entre sí. De estas
afirmaciones, posteriormente se irá determinando el derecho a la libre circulación de las personas, de
comercio y a cierta libertad de conciencia.
Es cierto que a partir del siglo XIX hay una oposición entre Iglesia y democracia así como
entre Iglesia y república. Esta afirmación tiene numerosas excepciones de mucho clero y laicado que
se alistó ferviente en estas realidades, a las cuales no ven reñidas con el evangelio.
El origen de esta desconfianza eclesial provenía de que estos grupos señalaban valores que no
tenían una referencia religiosa directa. También es cierto que buena parte de ellos afirmaron sus
convicciones en un ataque directo a la Iglesia, a quien ven unida a un pasado de opresión. Ese matiz
anticristiano alejó a muchos creyentes de optar a favor de la república y la democracia, con quien el
cristianismo tiene una profunda afinidad. En el caso de la Revolución francesa, la Iglesia ve hundirse
su visión agustiniana del mundo, y su lugar de mando en él. Al caer el Antiguo Régimen, también caía
el beneficio que de ella obtenía, especialmente el alto clero.
La reconciliación con los valores positivos del mundo se esbozó con León XIII y llegó a su
realización con Juan XXIII. Es decir, a lo largo del siglo XX se produce un proceso de aceptación de
los movimientos seculares a favor de los DH, así como un reconocimiento de las raíces cristianas de
los mismos.
León XIII en la Rerum novarum proclama la dignidad de la persona humana y defiende los
derechos sociales y políticos de los trabajadores. Pío XII en el radiomensaje de Navidad de 1942
plantea la defensa de la dignidad y los derechos de la persona humana. 24 Con Juan XXIII los DH.
adquieren carta de ciudadanía en la Iglesia. El texto fundamental es la "Pacem in terris" (9-27). Pablo
VI y Juan Pablo II han profundizado esta postura a favor de los DH.
23
24
Cf. HERNÁNDEZ, R. (1982): “Pautas sobre los derechos humanos en Francisco de Vitoria”, Revista
española de Teología 43, págs. 45-62.
Ante esto se puede preguntar ¿Por qué la reticencia ante la Declaración de la ONU de 1948? Creo que fue
porque hasta Juan XXIII la Iglesia, en general, no aceptaba todavía la separación de Iglesia-Estado.
8
Como tarea pendiente queda mejorar ad intra de la Iglesia, los valores que se pide se vivan ad
extra. Afirmación que ya constata el sínodo de obispos de 1971.
Por tanto, ¿Se puede considerar al cristianismo como defensor de los derechos humanos? Es
indudable que el cristianismo tiene en sí mismo muchos elementos que consolidan, fundamentan y
promueven los DH. Aunque históricamente haya sido un proceso lento y un tanto desigual entre las
diversas Iglesias. Así, los ortodoxos han vivido más al margen del tema. Los católicos tienen una
historia de malentendidos y tímidos progresos. El protestantismo ha defendido más prontamente los
derechos relativos a las libertades individuales. Ahora bien, es claro que el aporte histórico más
temprano de la Iglesia ha de verse desde el quehacer de instituciones y personas en favor de los
desfavorecidos, en muchos casos con un alto grado de heroicidad. Además, la inspiración evangélica
en muchas legislaciones, dio un alto grado de dignidad a la convivencia humana.
9
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