LA HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL

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LA HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL:
CONCEPTO Y DIMENSIONES
Armando Di Fíííppo y Santiago Jadue
I.
INTRODUCCIóN
^
La génesis del concepto^
La heterogeneidad estructuraP puede ser entendida en sentido amplio
como una cristalización de formas productivas, relaciones sociales y mecanismos de dominación correspondientes a diferentes fases y modalidades del desarrollo periférico pero coexistentes en el tiempo e interdependientes en su dinámica dentro de sociedades nacionales políticamente unificadas.
Para rastrear sus orígenes y comprender el marco conceptual en que
esta noción se desarrolló habría que remontarse al comienzo de los años
cincuenta, cuando la CEPAL publicó su primer estudio económico regional, de perdurable gravitación posterior.*
La vinculación entre las tesis fundamentales contenidas en dicho documento y el concepto que nos ocupa podría resumirse de la siguiente
manera:^ en primer lugar, la Revolución Industrial, que, bajo modalida^ El contenido de este trabajo es de la completa responsabilidad de los autores, y no compromete a las instituciones en que prestan sus servicios.
2 Este trabajo se vio favorecido con las amables críticas y sugerencias de Aníbal Pinto.
3 El Estudio Económico de América Latina, 1973 define la heterogeneidad estructural como
una situación "en que hay grandes diferencias de productividad y 'modernidad' entre los sectores
de actividad económica, y dentro de ellos, pero a la vez existen complejas vinculaciones de intercambio, dominio y dependencia dentro de una 'estructura' socioeconómica nacional, en contraposición a supuestas situaciones 'dualistas en las que coexisten en el territorio nacional dos
estructuras socioeconómicas —una 'moderna' y otra 'tradicional' o 'primitiva'—, con escaso intercambio entre ellas y poca influencia mutua".
■* Para profundizar en la génesis y desarrollo de este concepto véase: Estudio Económico de
América Latina, 1949, CEPAL, ONU, E/CN.12/164/Rev.l, Nueva York, 1951; Raúl Prebisch, "Problemas teóricos y prácticos del crecimiento económico", CEPAL, ONU, E/CN.12/221, año 1952.
También en América Latina, Ensayos de interpretación económica. Editorial Universitaria, Santiago, 1969; Aníbal Pinto, "Concentración del progreso técnico y de sus frutos en el desarrollo
latinoamericano". EL TRIMESTRE ECONóMICO, núm. 125, enero-marzo de 1965, México, pp. 3-69.
También en América Latina, ... op. cit.; Aníbal Pinto, "Naturaleza e implicaciones de la lieterogeneidad estructural de América Latina", EL TRIMESTRE ECONóMICO, núm. 145, Fondo de
Cultura Económica, México. Taml)ién en Inflación, raíces estructurales. Ensayos de Aníbal Pinto, Fondo de Cultura Económica, México, 1973; Estudio Económ.ico de América Latina, 1968,
CEPAL, ONU.
^ Para una visión más amplia del marco conceptual en que se inscribe esta noción cabría
consultar: Celso Furtado, La economía latinoamericana desde la conquista ibérica hasta la Revolución Cabana, Editorial Universitaria, Chile, 1972; Osvaldo Sunkel y Pedro Paz, El subdesarro167
168
.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
des capitalistas de desarrollo, nace en Inglaterra y se expande posteriormente a otros países de Europa Occidental, llegando a los Estados Unidos
y al Japón, se funda en un sistema de división internacional del trabajo que
implica la especialización de vastas regiones no industrializadas del planeta, en la elaboración de productos primarios requeridos para la expansión de las economías en proceso de diversificación. En segundo lugar, y
como consecuencia de esta división del trabajo, el progreso técnico que
acompaña la expansión de los países capitalistas industrializados, sólo se
difunde a las regiones no industrializadas en el grado y forma requeridos
para concretar la explotación de los productos primarios que los primeros
están requiriendo. Esta difusión restringida y selectiva puede ser controlada gracias al poder monopólico de los países industriales sobre las fuentes generadoras de ese progreso técnico. Los mecanismos inherentes a ese
control monopólico sólo podrían develarse atendiendo a las modalidades
de acumulación inherentes a los regímenes capitalistas de producción y
las tendencias concentradoras y centralizadoras de capital que de allí derivan.^
En tercer lugar, la especialización de las economías enroladas en ese
sistema de división internacional del trabajo determina dos grandes grupos de estructuraciones económicas internas, netamente diferenciadas. De
un lado se ubican las economías industriales capaces de generar una oferta
que se diversifica de manera creciente, tanto en función de la demanda
interna como de la internacional, a medida que el ingreso se eleva. Para
ponerlo en términos algo paradójicos pero elocuentes ellas "se especializan en la diversificación productiva". Consecuentemente, el crecimiento
de su ingreso va acompañado por una permanente compatibilízación de
sus estructuras internas de oferta y demanda y una permanente captación
de nuevos mercados externos.
lio latinoamericano y la teoría del desarrollo. Parte Cuarta, Texto del ILPES, Editorial Siglo XXI,
México, 1970; Aníbal Pinto, "Notas sobre desarrollo, subdesarrollo y dependencia". EL TRIMESTRE ECONóMICO, núm. 154, abril-junio de 1972, pp. 243-264; Antonio Barros de Castro, "Una
tentativa de interpretación del modelo histórico latinoamericano", América Latina ... op. cit.;
ILPES, Dos polémicas sobre el desarrollo de América Latina, Editorial Universitaria, Santiago de
Chile, 1970; Tavares, María Conceigao, El proceso de sustitución de im.portaciones como modelo
de desarrollo reciente en América Latina, América Latina ... op. cit.; Andrés Bianchi, "Notas
sobre la toría del desarrollo económico latinoamericano", América Latina ... op. cit.
^ Esta afirmación no significa negar que la heterogeneidad estructural exista en las economías de planificación centralizada. De hecho, esta heterogeneidad, tal como aquí se conceptualizará también existe en ellas, pero su existencia deberá explicarse en el marco de los contextos
institucionales que le corresponden. Véase, de F. Kozma, Some theoretical problems regarding
socialist integration and the levelUng of economic development, Hungarian Scientific Council for
World Economy, Budapest, 1971.
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Por otro lado, las economías exportadoras de productos primarios
generan una oferta dominada por el bien primario que es objeto de demanda internacional. Al especializarse en sentido estricto ellas se convierten
en monoexportadoras. Esto implica una completa dependencia de sus importaciones para diversificar su consumo a medida que el ingreso se eleva'^
y, lo que más nos interesa aquí, una heterogeneidad de sus estructuras
productivas fundada en una sesgada asignación del progreso técnico hacia
las actividades del complejo exportador. Se ha convenido en otorgar la
denominación de centrales al primer grupo de economías y de periféricas
al segundo. Del análisis expuesto emana una subordinación de las economías periféricas a las centrales que expresa, en última instancia, ese "monopolio central" de las fuentes del progreso técnico que, obviamente, repercute sobre la distribución internacional de sus frutos.
En conclusión, la heterogeneidad estructural, en su estricto sentido
económico, es una consecuencia de la sesgada distribución del progreso
técnico que acompaña el desarrollo de las economías capitalistas periféricas,^ y se funda en el monopolio de las fuentes generadoras de ese progreso técnico por parte de las economías capitalistas centrales. Partiendo
de este núcleo explicativo central la heterogeneidad estructural puede ser
concebida en sentido amplio como se indica al comienzo de esta introducción. Dicha formulación surge naturalmente, como veremos, al desarrollar las implicaciones sociales contenidas en tal heterogeneidad. Ahora
bien, la heterogeneidad estructural en su expresión contemporánea recoge
y sintetiza el funcionamiento de al menos tres fases por las que atravesó
el sistema centro-periferia de relaciones internacionales. En cada una de
estas fases, el fenómeno esencial del monopolio de las fuentes del progreso
técnico se ha manifestado de manera diferente.
La primera fase corresponde a un proceso de división internacional
del trabajo en que el progreso técnico sólo penetra para la dinamización
de los complejos exportadores que, por esta vía, adquieren una diferencia
estructural con relación al resto del sistema económico. Existen calificados
^ El fenómeno del deterioro de los términos del intercambio, al fundarse esencialmente en
la diferente elasticidad-ingreso de la demanda para los productos primarios e industriales, no
hace más que expresar las ventajas de "especializarse en la diversificación" para poder crecer
pari passu con la expansión de los mercados.
^ En rigor, esta modalidad concentrada del progreso técnico se remonta a la época de la
conquista y colonización de las sociedades precolombinas por civilizaciones europeas técnicamente más capacitadas. Sin embargo, el fenómeno del progreso técnico sólo adquiere una influencia
decisitia a nivel mundial a partir de la Revolución Industrial, Las explicaciones anteriores, consecuentemente, sólo asumen plena validez y generalidad a partir de la existencia de sociedades
capitalistas industrializadas.
170
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
estudios que han ido desarrollando una tipología, bien conocida, de economías exportadoras, fundada en la naturaleza del producto exportable,
en las modalidades de absorción del progreso técnico que le corresponde
y los alcances sectoriales espaciales y sociales en la difusión de sus frutos.
La presencia de este polo exportador tecnológicamente modernizado sienta
las bases del fenómeno de la heterogeneidad estructural en su sentido estrictamente económico.
La segunda fase, que abarca desde comienzos de la primera Guerra
Mundial hasta fines de la segunda, permite el desarrollo precario y limitado de la industrialización latinoamericana. La relación central-periférica se modifica ligeramente, y de manera no muy esencial para los países
centrales, cuando las economías periféricas empiezan a elaborar internamente parte de los bienes industrializados que antes importaban. De todos
modos el poder monopólico de los centros sobre las fuentes generadoras
del progreso técnico sigue cristalizando en la dependencia que esta industrialización periférica exhibe con respecto a los insumes y bienes de capital importados. Si bien cambia la dinámica de la relación no se modifican las causas esenciales de la subordinación periférica. De todos modos, este proceso de industrialización sustitutiva, concentrado en la principal metrópoli de cada país, da lugar a una versión más compleja de
heterogeneidad estructural fundada en la vigencia de dos polos tecnológicamente progresivos que en buena medida se enlazan y refuerzan entre
sí. Esta nueva situación ha permitido el desarrollo de planteamientos que
postulan la proposición básica de que la relación central-periférica se reproduce en el interior de cada país entre los polos técnicamente modernizados y la periferia preindustrial.
Finalmente, en la tercera fase contemporánea, las actividades industriales de gran escala tecnológica relativamente compleja, se establecen en
la periferia para abastecer sus principales mercados mediante la elaboración de bienes de consumo y capital. Este proceso tiene lugar, en parte,
con la intervención de las grandes corporaciones multinacionales que suelen constituir el prototipo actualizado del sector moderno en las economías
periféricas.^ Además, este sector engloba las actividades más estratégicas
para el desarrollo y la defensa nacional que suelen quedar total o parcialmente controladas por el Estado.
Llegamos así a la versión más compleja de esta heterogeneidad estructural, que en su expresión económica más estricta cristaliza en una
® Puede aceptarse como afirmación general que las fuentes generadoras del progreso técnico
siguen, de todos modos, bajo el estricto control de estas corporaciones.
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estructura productiva con, por lo menos, tres estratos superpuestos, entre
los que existen claros "quiebres" o discontinuidades en cuanto a la productividad laboral que les corresponde: el estrato "moderno" ligado fundamentalmente, pero no exclusivamente, a la radicación de las corporaciones multinacionales extranjeras. El estrato "intermedio", formado por
una diversa gama de técnicas productivas ya obsoletas en los países centrales; y el "primitivo", fundamentalmente integrado por técnicas artesanales de carácter preindustrial.
El objeto de este trabajo es bosquejar más detalladamente la génesis
de este fenómeno, conceptualizar tentativamente su naturaleza y alcances
sociales y, finalmente, arriesgar algunas hipótesis sobre las alternativas
de su evolución futura.
II.
CONCEPTO Y DIMENSIONES
2.1 Caracterización global y comparación con otros enfogues
Esta sección intenta resumir los rasgos esenciales del fenómeno de la
heterogeneidad estructural entendido como una modalidad definitoria del
subdesarrollo latinoamericano en su fase contemporánea.
El análisis de los procesos sociales que caracterizan los actuales estilos o modalidades de desarrollo en la América Latina revela la coexistencia interdependiente de procesos técnicos y relaciones sociales correspondientes a diferentes etapas históricas del desarrollo latinoamericano.
La configuración de estos múltiples complejos estructurales interrelacionados se proyecta también a nivel de la conciencia social bajo la forma
de valores, actitudes y motivaciones igualmente contrastantes. Este cuadro
contemporáneo constituye, desde luego, un producto histórico originado
en modalidades del desarrollo regional que se remontan al momento mismo de la conquista y la colonización. Las líneas fundamentales de esta
génesis serán bosquejadas en una sección posterior.
Es en los procesos técnicos empleados en la producción donde se evidencia más claramente el contraste material básico sobre el que arraigan
las relaciones sociales, de naturaleza igualmente contrastante, y donde resalta la sobrevivencia de procesos correspondientes a etapas definitivamente superadas en el desarrollo de los países centrales.
Nótese bien que no es la diversidad de procesos técnicos en sí misma
lo que pretende destacarse, pues ella constituye un rasgo característico de
la multiplicación de funciones sociales y de la división del trabajo inhe-
in
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
rente a las sociedades más desarrolladas. Al contrario, en la esfera tecnológica la heterogeneidad se expresa por la coexistencia de procesos que
para el cumplimiento de una misma función o actividad evidencian impresionantes contrastes en materia de eficacia y productividad física. Aun a
este nivel exclusivamente tecnológico la visión que estamos esbozando se
aparta claramente del dualismo en donde la "modernidad" y el "atraso"
forman dos polos internamente homogéneos con escasas o nulas interdependencias recíprocas.
Por el contrario, es frecuente observar que estos contrastantes procesos
tecnológicos generan una producción que, de un modo u otro, participa
en los circuitos nacionales e internacionales de intercambio.
La naturaleza de las relaciones sociales que vinculan a los agentes
ubicados en los distintos estratos tecnológicos, supone variadas formas de
complementación funcional y cooperación en la esfera productiva, pero
de subordinación y dominio en la esfera distributiva donde interactúan
contradictoriamente las fuerzas sociales en un múltiple juego de poder.
Por último, y antes de abordar el tema, se impone una aclaración
adicional. Partiendo de la noción de desarrollo desigual y combinado,
numerosos autores han conceptualizado el fenómeno que aquí se describe
como la coexistencia de diversos modos de producción en el interior de
una formación social históricamente determinada. Este abordaje, ubicado
dentro de una sólida vertiente teórica cuya capacidad explicativa es innegable, merece, sin embargo, ciertas calificaciones en cuanto al modo y
oportunidad de su utilización.
En primer lugar, el uso mismo de la categoría "modo de producción"
exige una gran cantidad de especificaciones sobre la medida, no siempre
obvia, en que se aceptan o no los restantes aspectos del aparato teórico
que la sustenta y de las eventuales proyecciones de política que de allí
se derivan (lucha de clases, papel del estado, etcétera).
En segundo lugar, el uso riguroso de esta noción obligaría a repasar
las diferentes y contradictorias interpretaciones que en torno a ella han
presentado autores como Lange, Godelier, Althuser, etcétera, lo que nos
llevaría a un análisis teórico comparativo y a una inevitable exégesis de
ciertos textos clásicos del marxismo. Todo esto nos introduciría en disquisiciones epistemológicas y teóricas que exceden nuestra modesta intención
diagnóstica de una realidad concreta.
En tercer lugar, cualquiera sea la tipología de modos de producción
que adoptemos, siempre estaremos en presencia de tipos puros, que son
instrumentos conceptuales com,plejos donde debe **encajarse" total o par-
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
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cialmente esa realidad objetiva, exterior al observador, que denominamos
formación social. Sin embargo, la especificidad histórica de la América
Latina ha determinado que los tipos puros definidos para el desarrollo
europeo pierdan parte de su capacidad heurística cuando se aplican a
una realidad diferente, donde frecuentemente no se cumplen las correspondencias "necesarias" entre sus niveles constitutivos. Ello obliga a definir nuevos y diferentes "modos de producción" o combinaciones complejas de ellos en un esfuerzo tipológico, que dado el grado de generalidad en que se plantea este ensayo no parece aún redituable.
Como alternativa, se utilizan aquí algunas dimensiones básicas de análisis capaces de cumplir una función descriptiva más modesta que no prejuzgue en cuanto al carácter necesario de ciertas correspondencias pero que
al mismo tiempo abra paso a la aprehensión de situaciones históricas específicas. En el fondo esta visión intenta descomponer aquella categoría
compleja en sus componentes más simples con la esperanza de lograr su
rearticulación en instancias posteriores que deberán ser el resultado de
muchas investigaciones sistemáticas y bien documentadas.
Existe, por último, una tesis fundamental orientadora de las páginas
siguientes que podría resumirse diciendo que es en las modalidades de
introducción del progreso técnico, y en la naturaleza de las fuerzas y grupos sociales que controlan dicha introducción, donde radican la configuración estructural del desarrollo latinoamericano y las orientaciones básicas de sus futuras transformaciones.
2.2 Dimensiones del fenómeno. Aspectos
estructurales en sentido estricto
La primera dimensión expresa una acentuada heterogeneidad tecnológica
que responde a las formas restringidas y selectivas que asumió la introducción del progreso técnico en la región, de acuerdo con circunstancias
históricas que se analizan más adelante. La coexistencia de formas productivas muy disímiles en el interior de cada uno de los distintos sectores
y subsectores de actividad económica constituye la base material sobre
la que se asientan las otras dimensiones a considerar.
Los tres rasgos tecnológicos básicos, cuya incidencia en las restantes
dimensiones sociales resulta más clara, son: los diferentes niveles en la
capacidad productiva del trabajo, los distintos grados de división técnica
del trabajo al interior de cada unidad productiva (de bienes o servicios)
y las escalas operativas.
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Los tres aspectos constituyen expresiones del progreso técnico que influyen sobre las modalidades asumidas por las relaciones sociales que se
estructuran en cada caso. En efecto, la disparidad tecnológica no tiene un
significado intrínseco susceptible de ser detectado a ese nivel y solamente
adquiere significación por su influencia sobre determinadas relaciones
sociales con profundo contenido "estructurante".
La segunda dimensión está referida precisamente a las relaciones sociales de mercado, de propiedad y trabajo y a su diferente estructuración
atendiendo a las disparidades en materia de escalas operativas, especialización de funciones productivas y productividad del trabajo. Es innecesario observar que la naturaleza de las relaciones sociales que procedemos
a considerar no está unívocamente determinada por los procesos técnicos a
los cuales se vinculan. Deben también considerarse poderosas influencias
socioculturales y políticas que gravitan sobre el asunto. No obstante ello,
estos factores técnicos constituyen un sólido fundamento estructural para
la comprensión de estos otros aspectos más sutiles e inaprehensibles.
Son varias las razones en virtud de las cuales los factores técnicos
subrayados arriba (capacidad productiva del trabajo, diferenciación de
funciones y escala operativa) influyen decididamente sobre las mencionadas relaciones sociales.
En primer lugar, la gran escala de operaciones que con frecuencia
(aunque no necesariamente) acompaña la "modernización" tecnológica,
en especial la derivada de la inversión directa extranjera, suele influir
sobre la estructuración de las relaciones mercantiles dando lugar a posiciones oligopólicas que, ante la pequenez de algunos mercados latinoamericanos permite la apropiación cerrada de los frutos de dicho proceso fundada en la inflexibilidad a la baja de los precios de venta. Este fenómeno
técnico es solamente una de las causas de la retención de los frutos de la
alta productividad pero no la menos importante. Otros factores (que
históricamente han operado en la América Latina) fundados en facilidades específicas de los poderes públicos, serán analizados más adelante.
Desde un punto de vista distributivo todos los grupos sociales vinculados
a estas actividades productivas se ven potencialmente favorecidos por el
fenómeno.
En lo que atañe a la fuerza laboral allí ocupada, esta productividad
se traduce, generalmente, en efectivas mejoras de su poder negociador. En
efecto, la mayor escala operativa favorece la concentración de importantes
contingentes laborales, mejorando sus posibilidades organizativas y su capacidad de presión para la defensa de intereses comunes.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
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Recíprocamente, las empresas pequeñas deben adecuar sus precios de
venta a las condiciones impuestas en el mercado por las empresas de gran
escala operativa y poder monopolice, restringiendo así (dados sus bajos
niveles de productividad) la magnitud del valor agregado que es distribuida entre todos los que de una u otra manera concurren a la consecución del proceso productivo. Dadas sus posibilidades técnicas y su poder
negociador, y puesto que las magnitudes absolutas a distribuir por hombre
ocupado en estas empresas son menores, resulta normal observar que en
las unidades más pequeñas, a pesar de que la cuota del valor agregado
que remunera al trabajo es más alta, los niveles salariales absolutos resultan más bajos. Dada la dimensión de estas unidades, ni los trabajadores
poseen capacidad negociadora, ni las empresas tienen en muchos casos
posibilidad objetiva de equiparar sus niveles de vida a los de los trabajadores del sector "moderno".
Naturalmente, cuanto más intensos sean los contrastes en esta materia, más agudamente se manifestarán en la esfera distributiva. Los polos
extremos corresponden a la gran corporación "moderna" por un lado y
a la pequeña empresa con técnicas semiartesanales por el otro. La gravitación social de estos contrastes dependerá de la magnitud de población
ocupada que absorben los diferentes grupos.
Independientemente de la escala de las empresas, la existencia en las
unidades tecnológicamente "modernas" de un alto valor agregado por
hombre ocupado, posibilita la satisfacción conjunta de los distintos interesados. En particular la "antítesis" capital-trabajo encuentra en el progreso tecnológico una "síntesis" superadora que, aun manteniendo la contradicción básica, la plantea a un nivel nuevo y más apto para disminuir
las tensiones inherentes a la relación laboral, como consecuencia de las
sustanciales mejoras absolutas registradas en el nivel medio de vida de
los trabajadores allí ocupados.
Precisamente, la heterogeneidad de situaciones en esta materia genera
diferencias casi cualitativas entre grupos sociales que, por su posición
frente a la propiedad de los medios de producción, "deberían" pertenecer
a una misma clase.
Otro elemento que complica extraordinariamente la estructura de
clases en los países subdesarrollados está dado por los contrastes que en
materia de división técnica del trabajo presentan las actividades ubicadas
en los distintos estratos tecnológicos. Así, en los estratos tecnológicamente
"modernos", se genera una diferenciación creciente de funciones productivas que implica una demanda diferenciada y selectiva de fuerza de tra-
Vm
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bajo con calificaciones específicas, determinando una diferenciación paralela de los incentivos salariales requeridos para obtener el personal
idóneo.
La contrapartida de este hecho es la estratificación de la oferta de
fuerza de trabajo de acuerdo con sus niveles educativos, lo que favorece
así el surgimiento de capas medias con "peso creciente" en los perfiles
distributivos.
Contrastando con esta situación, y a medida que se desciende a estratos tecnológicos inferiores, tiende a simplificarse la diferenciación de funciones y los requerimientos en materia de calificación laboral. En este
caso la estructura de clases, al *'desburocratizarse" se polariza más nítidamente.
En conclusión, los "quiebres" sociales tenderán a acentuarse a medida
que se acentúan las desigualdades entre los estratos tecnológicos y es más
alta la proporción de población activa retenida en los polos más rezagados.
Recíprocamente, a medida que aumenta la gravitación de los estratos modernos en la provisión de empleos, tienden a mejorar los niveles medios
de vida de todos los grupos incorporados al mismo y a incrementarse la
faja de estratos medios, constitutiva del perfil de estratificación global.
También el régimen de propiedad en materia de activos productivos
establece diferentes posiciones de poder económico que están claramente
asociadas al grado de progreso técnico inherente a los medios materiales
involucrados. Cabe recordar en este caso la diferencia conceptual importante entre empresas y establecimienos, y postular una estrecha correspondencia entre el poder económico de las empresas y la escala y modernidad tecnológica de los establecimientos que constituyen su expresión tecnológica. En las empresas industriales y de servicios, esta correspondencia
es probablemente mayor que en las agrarias, aunque tampoco deja de
manifestarse en estas últimas.
Si esta hipótesis es correcta, en el estrato superior en materia de progreso técnico y escala operativa, se ubican las más grandes empresas públicas o privadas, frecuentemente extranjeras, capaces de captar a pesar
de su exigüidad numérica, una proporción mayoritaria del capital invertido en su rama productiva.
Las empresas ubicadas en los estratos inmediatamente inferiores, están compuestas por estalilecimientos cuyos procesos técnicos sólo les permiten alcanzar estratos "intermedios" (concepto obviamente relativo para
cada momento y lugar) en materia de productividad laboral dentro de
sus respectivas ramas de actividad. Por sus técnicas operativas y organi-
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177
zación interna, los establecimientos vinculados a estas empresas presentan
un "quiebre" tecnológico insalvable con respecto a los que componen las
empresas de la "cúpula". Desde el ángulo de la propiedad, este estrato
engloba una cuota importante del capital total, que sin embargo se fragmenta entre una gran cantidad de empresas medianas, cuyas posibilidades
de lucro y capitalización no les permiten trascender un ámbito reducido de
operaciones.
Por último, en la base de la pirámide distributiva del capital se ubican
pequeñas empresas unijiersonales o familiares, compuestas por reducidos
establecimientos dotados con equipos técnicamente obsoletos de carácter
preindustrial y muy baja productividad laboral. Buena parte de estos instrumentos no constituyen, en rigor, capital, y deberían clasificarse como
medios que sólo permiten la subsistencia pero no el lucro y la acumulación. La base numérica de este estrato es la más abundante, especialmente en los países donde los niveles de industrialización y urbanización
son más bajos. Es precisamente en estos países donde más claramente se
constatan las múltiples y "simbióticas" combinaciones que en la actividad
agraria establecen las grandes haciendas con los predios minúsculos.
Las grandes empresas agrarias destinadas a la exportación configuran,
seguramente, la cúpula de esta estratificación y participan de una intrincada relación económica con las unidades de subsistencia que no es del
caso detallar aquí.
Sólo cabe advertir que, en este caso, el factor tecnológico es sólo uno
de los aspectos a considerar junto con la fertilidad natural de los predios
involucrados. Sin embargo, esta fertilidad puede ser intensamente modificada mediante la introducción de progreso técnico (riego, fertilizantes).
Asimismo, la localización de los medios y su cercanía con respecto a los
centros de comercialización y consumo es otro factor que influye sobre
el valor de dichos predios y que también depende en alto grado del progreso técnico en materia de transporte y comunicaciones en general.
De manera general cabe advertir que es en la actividad agraria, y muy
especialmente en los minifundios y economías de subsistencia, donde se
"atrincheran" las formas más retrógradas y persistentes del atraso tecnológico en la región.
Este breve esbozo debe bastar para comprender que el análisis de la
estructura de la propiedad de activos productivos pierde gran parte de
su significación si no incluye claras referencias sobre la intensidad y
modalidades del progreso técnico de los recursos involucrados, del cual
depende buena parte del poder económico asignable a cada estrato.
178
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
Proyecciones socio políticas
El tercer aspecto tiene relación con la estructura de poder y se manifiesta a nivel político. En esencia, alude a la dispar capacidad que evidencian los grupos sociales para influir tanto en las estrategias generales
como en las políticas específicas de los poderes públicos.
En los restantes aspectos de nuestro diagnóstico esta dispar capacidad
parece fundada en la posición ocupada por los segmentos sociales. Estas
diferentes posiciones se expresan políticamente no tanto a través de los
mecanismos formales del juego político convencional, sino mediante la
capacidad de organización y de presión que se manifiesta en torno a las
múltiples formas del juego de poder.^°
El resultado debe rastrearse a nivel de las diferentes políticas que
efectivamente se implementan en materia de asignación de recursos para
educación, salud, vivienda, seguridad social; y otras más específicamente
económicas como remuneraciones, créditos y subvenciones empresariales,
política fiscal, etcétera.
Lo dicho no implica desconocer que, en coyunturas políticas específicas, el grado de autonomía relativa para implementar políticas contrarrestantes por parte de los poderes públicos puede ser muy alto. No obstante
ello, y como regla general, se destaca aquí el condicionamiento estructural de las posiciones de poder y, consecuentemente, la proyección a este
nivel de la heterogeneidad estructural.
III,
LA RAíZ GENéTICA DEL FENóMENO
3.7 La mayor homogeneidad en el desarrollo de los centros
La Revolución Industrial operada en Inglaterra constituye la coronación
de un largo proceso de transformaciones sociales que confluyeron para
generar las grandes transformaciones tecnológicas que la caracterizan. Este
fenómeno histórico se ubica temporalmente en la centuria comprendida
10 Como se señala en un reciente ensayo: "El ordenamiento institucional que consagra y
garantiza las modalidades y el funcionamiento del sistema de poder ha favorecido al segmento
de los propietarios, profesionales y burócratas (ligados por formación e intereses al sector propietario) y a los grupos organizados del mundo del trabajo. Por oposición, quienes quedan generalmente fuera del juego político y pesan menos en el aparato y las orientaciones del Estado
Bon precisamente los segmentos de menor productividad y organización, entre los que, cabe incluir buena parte de los campesinos y de la 'periferia' urbana". A. Pinto y A. Di Filippo, Notas
sobre la estrategia de la distribución y la redistribución del ingreso en América Latina, EL TRIMESTRE ECONóMICO, núm. 162.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
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entre las segundas mitades de los siglos xviii y xix y constituye el desenlace de un proceso cuyos primeros impulsos pueden rastrearse ya en el
siglo XVI.
En el plano técnico, el hecho relevante a señalarse radica en el largo
periodo de maduración que, partiendo de las antiguas y "empíricas" técnicas artesanales de las corporaciones medievales, evoluciona a través de
formas productivas transicionales y de una prolongada fase manufacturera para desencadenar finalmente la irrupción de la gran industria fabril, operada en base al sistema de maquinarias y vinculada a una creciente racionalización de los procesos productivos. La Revolución Industrial permitió así sustentar el desarrollo capitalista sobre nuevas y sólidas
bases técnicas.
Sin embargo, una recapitulación del trasfondo que enmarcó dicho
proceso permite trascender ampliamente la esfera de los hechos meramente tecnológicos y restituir al fenómeno comentado su carácter fundamentalmente social.
En Inglaterra, la Revolución Industrial fue precedida por un prolongado periodo de concentración de la propiedad territorial (conocido con
el nombre de los cercamientos) ; por la consecuente separación con respecto a sus tierras de labor de importantes contingentes campesinos (que, en
medida no despreciable, pasaron a engrosar el "ejército de reserva industrial'*) ; y, finalmente, por un mejoramiento sustancial en los medios de
comunicación interna, además de que las flotas mercantes facilitaron también el tráfico (nacional e internacional) de mercancías y recursos productivos.
Junto a estas transformaciones en las relaciones de propiedad, trabajo
e intercambio, sería necesario considerar otras, que expresadas a nivel de
la conciencia social configuraron los estímulos que otorgaron su racionalidad al proceso. En particular, merece citarse la gravitación del positivismo en el terreno de la indagación científica y la prevalencia del "espíritu capitalista" por parte de los grupos sociales que detentaban el poder
económico.
Los cambios socioeconómicos operados en la actividad agropecuaria
dieron lugar a transformaciones técnicas y mejoramientos en la productividad del trabajo que simultáneamente permitieron expulsar mano de obra
e incrementar el excedente agropecuario disponible. Además la agricultura evolucionó en íntima conexión con la expansión industrial, especializándose en la provisión de insumos textiles y requiriendo de la actividad
industrial cantidades crecientes de instrumentos metálicos de labor. Para-
180
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
lelamente la periferia ultramarina tomaba a su cargo la provisión de una
parte creciente de los alimentos requeridos.^^
Los países que se incorporaron primero a dichas transformaciones encontraron el desarrollo tecnológico inglés en una fase donde aún era posible asimilarlo de manera integral. Las paralelas transformaciones sociales
operadas en estos países^^ y las condiciones aún incipientes del desarrollo
tecnológico facilitaron la incorporación de los nuevos procesos gestados
en Inglaterra, logrando incorporarlos de modo permanente en la trama de
sus propias relaciones sociales y técnicas.^' De este modo, la diversificación productiva posterior se fue generando en una secuencia continua e
integrada.
También en estos países que iniciaron su industrialización durante el
siglo XIX (Francia, Alemania, Bélgica, los Estados Unidos, etcétera) se ve^1 Refiriéndose al caso inglés observa Paul Bairoch: "En la segunda mitad del siglo xvii I03
rendimientos de trigo aumentaron a un ritmo cerca de tres veces superior al de los siglos anteriores. Los primeros años del siglo xviii son el comienzo de la introducción de técnicas más
avanzadas y los excedentes del comercio exterior de granos, ya muy significativos en el primer
decenio del siglo xviii, aumentan constantemente hasta llegar, hacia 1750, al 15% aproximadamente de las necesidades totales anuales de Inglaterra expresadas en calorías. A partir de
1760, estimulada por el aumento de la población que, por lo demás, había sido posible gracias
el aumento de las disponibilidades alimenticias, la agricultura acelera aún más su transformación por los trastornos que los cercamientos producen en su estructura de explotación. En la
industria textil empieza hacia los años 1750 ese periodo señalado por tasas de aumento constantemente más elevadas que caracterizan, de hecho, la Revolución Industrial. Revolución industrial en la que los tejidos y el algodón en particular, tuvieron un lugar preponderante. La
demanda de hierro empezó a progresar desde 1720; no obstante, la producción local siguió prácticamente estable hasta 1760, cubriéndose las necesidades con el aumento de las importaciones.
A este respecto, mostramos en el anexo que es muy probable que el origen de ese aumento del
consumo de hierro resida en la demanda de instrumentos agrícolas." Paul Bairoch, Revolución
industrial y subdcaarroUo. Siglo XXT Editores, 1967, p. 80.
^2 En el caso de Francia, huelga señalar la importancia de la Revolución de 1789 fo, más
simplemente, la "Revolución Francesa"), cuyos postulados y principios tuvieron difusión universal y crearon, en lo político, el ámbito ordenador en que discurren muchas sociedades capitalistas modernas.
13 "Y quizá es más importante aún el hecho de que esa pequeña separación entre las destrezas tradicionales y la técnica nueva hacía posible la limitación. Las dos locomotoras importadas en Francia de Inglaterra por Marc Seguin en 1828 no fueron puestas en servicio, sino que
sirvieron únicamente de modelos de las doce primeras locomotoras que construyó Seguin . ,.
"Del mismo modo, el desarrollo de la hilatura mecánica del lino se efectuó en Francia sobre máquinas construidas a partir de un modelo que sacó fraudulentamente de Inglaterra, hacia 1832-1835, un industrial del Norte, y sobre todo a partir de dibujos hechos (en 1833 y
1838) por Decoster en las fábricas inglesas. Decoster empleó más de 450 obreros para la construcción de las máquinas.
"En general, prácticamente todas las máquinas importadas en Francia, ya legalmente, ya con
fraude, sirvieron de modelos en la industria de construcción de máquinas. En eso no constituía
Francia una excepción, porque, como ya hemos indicado, el conjunto de los países que iniciaron
su desarrollo durante el siglo xix basaron el equipo de su industria sobre instrumentos producidos localmente; y en todas partes fueron máquinas inglesas las que se copiaron en las primeras fases." Bairoch, op. cit., pp. 179-180.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
181
rificó la precedencia temporal de las transformaciones agropecuarias en
la esfera del progreso técnico, de los niveles de productividad^* y de las
relaciones sociales económicamente significativas.
Por otro lado, dicha expansión industrial generó, en el terreno de las
relaciones sociales, una neta división clasista en donde resaltaba la homogeneidad de las posiciones objetivas de la fuerza laboral en el proceso
productivo. En particular, la escasa capacidad negociadora de esta fuerza
laboral determinó una exigua participación en los frutos del progreso técnico que en respuesta al carácter competitivo de los mercados tendieron
a apropiarse de manera "abierta" por la vía de una baja en los precios
de venta. En el caso de Inglaterra estas disminuciones de precios fueron
particularmente intensas dentro de la industria textil.^^
En consecuencia, tanto por los niveles de complejidad técnica y la
escala de operaciones, como por el tipo de relaciones de trabajo e intercambio que se suscitaron, el proceso evidenció cierta tendencia hacia la
homogeneidad estructural, caracterizada básicamente por la inexistencia
de bruscos desniveles en la productividad del trabajo al interior de cada
sector de actividad económica y por un perfil distributivo relativamente
polarizado, con una exigua pero creciente proporción de capas medias y
muy bajos niveles de vida para los estratos inferiores.
Este cuadro evidenció una drástica modificación a fines del siglo xix
y comienzos del siglo xx, particularmente por los progresos introducidos a
consecuencia de la utilización de nuevas fuentes energéticas que impulsaron extraordinariamente el desarrollo técnico. A partir de este punto
aquellos países que no habían logrado "embarcarse" en el proceso, comenzaron velozmente a perder posiciones ante la creciente complejidad
de las nuevas técnicas. Durante este periodo (en donde se afianza la nueva
división internacional del trabajo) los países centrales aceleran extraordinariamente su progreso técnico produciendo un "irreparable" distanciamiento con respecto a los países periféricos que, al menos en esta dimensión, pasan a ubicarse en la "clase" de los subdesarrollados.
En estas economías de temprana industrialización los albores del siglo XX presencian un incremento notable en la escala técnica^^ de las em1* Para información más detallada cabe consultar Bairoch, op. cit., pp. 88 S5.
15 Los incrementos en la productividad de la industria textil inglesa redundaron por una parte en grandes aumentos del volumen total afectado y, por otra, en sustanciales disminuciones de
precios, ambos efectos se fundan no sólo en el crecimiento de la demanda interna, sino, fundamentalmente, en la expansión de los mercados ultramarinos, cuya conquista requería producción abundante y precios bajos.
1* Por escala técnica entendemos el tamaño mínimo de la unidad productiva dictado por
los requerimientos objetivos de la tecnología aplicada.
182
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
presas, y una consecuente complicación en la división técnica del trabajo
industrial, y en la división interna de funciones en las tareas administrativas, comerciales y de servicios.
En el plano económico estos procesos van acompañados por una concentración y centralización de las operaciones que oligopolizan los mercados (generando una apropiación cerrada de los beneficios de la productividad) y por una creciente estratificación de ingresos del trabajo que
acompaña la antedicha complicación de los procesos productivos de bienes y servicios.
En la esfera distributiva se verifica un notable ascenso en los niveles
medios de vida de todas las clases sociales y un sensible incremento en la
proporción de capas medias, lo que en conjunto propende a una disminución de la extrema polarización que había caracterizado los inicios del
proceso. No obstante ello, se produce un crecimiento absoluto y relativo
de las desigualdades entre los perceptores de la cúpula y la base de la
pirámide distributiva.
3,2 La heterogeneidad estructural en la periferia latinoamericana
Bien distintas fueron las modalidades de estructuración económica y social
en la América Latina. En primer lugar la región incorporó las formas
productivas "modernas" y perfeccionadas en los países de temprana industrialización en una fase del avance técnico que dificultaba^'^ su asimilación integral y su posterior desenvolvimiento autónomo. En segundo
lugar, las formas de organización propias del régimen capitalista de prO'
ducción y las relaciones sociales que les corresponden permanecieron circunscritas a ciertas ramas específicas de la actividad productiva en cada
sector de actividad económica. En el resto del cuerpo económico sobrevivieron, adaptándose o subordinándose al nuevo ordenamiento, formas productivas y relaciones sociales propias de las diferentes fases históricas por
las que atravesó el desarrollo de la sociedad latinoamericana.^®
^'' "Por lo tanto, a medida que se avanza hacia el fin del siglo xix, primero, y en el interior del siglo XX, después, se asiste a una evolución de la técnica que se caracteriza por una
complejidad creciente, cosa que no había ocurrido hasta entonces. Esa complejidad creciente
conducirá progresivamente a una ruptura con la técnica tradicional, que llefiará a ser verdaderamente total en los primeros años del siglo XX con la introducción generalizada de la electricidad y del motor de explosión principalmente. Esa ruptura condujo, se concibe fácilmente, a
modificar totalmente el papel, las posibilidades y limitaciones de la técnica en el desarrollo. No
hay ninguna relación entre las posibilidades de la técnica en el transcurso de la Revolución Industrial y las exigencias de la técnica moderna en el marco del desarrollo de loa países del tercer mundo." Bairoch, op. cit., pp. 178-179.
^ Este rasgo esencial fue certeramente captado ya en los primeros análisis de la CEPAL:
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
183
En todos los casos, además, las modalidades de introducción del progreso técnico fueron (directa o indirectamente) inducidas de manera "exógena" por la expansión y fluctuaciones del capitalismo a escala mundial.
Durante el periodo comprendido entre la segunda mitad del siglo xix
y la primera Guerra Mundial, dicha expansión capitalista, cuya hegemonía corría a cargo de la Gran Bretaña, adquirió su forma más pura y
fluida. Durante ese lapso florecieron y se fortalecieron las economías
primarioexportadoras de las áreas periféricas en general y de la América
Latina en particular.
A partir de dicha fase, cada país latinoamericano absorbió el tipo y
la *'cuota" de progreso técnico requeridos para la conformación de sus
respectivos complejos exportadores, entendidos como un conjunto de actividades económicas de carácter multisectorial, directamente vinculadas
al tráfico internacional de los principales productos de exportación.
Dado que estos complejos exportadores incluían actividades primarias
(mineras, extractivas, agropecuarias), secundarias (procesamiento de productos minerales y agropecuarios) y terciarias (transporte, comercialización, financiamiento, etcétera), cada uno de los sectores de la economía
nacional resultó ''infiltrado" por unidades productivas más avanzadas en
su organización que se circunscribieron al ámbito señalado. No cabe extenderse aquí sobre los alcances y capacidad difusora de estos procesos,
aspectos que ya han sido considerados en otros trabajos estrechamente
vinculados con éste.^^ Interesa recalcar que estos contrastes tuvieron expresión cuantitativa en los diferentes niveles de productividad del trabajo, cuyos estratos más altos se ubicaron en las actividades del complejo
exportador, y se manifestaron cualitativamente en la naturaleza de las
relaciones sociales que preponderaron en cada caso.^*' Estas modalidades
constituyeron un anticipo de las formas más complejas de heterogeneidad
que acompañarían el proceso de industrialización latinoamericano.
Como hemos observado, en las experiencias "clásicas" de las economías capitalistas modernas, la Revolución Industrial constituyó ante todo
una revolución social y consecuentemente dio lugar a la formación de
"Dentro de esta periferia, el progreso técnico sólo prende en exiguos sectores de su ingente
población, pues generalmente no penetra sino allí en donde se hace necesario para producir alimentos y materias primas a bajo costo con destino a aquellos grandes centros industriales."
CEPAL, Estudio Económico de América Latina, 1949, p. 3.
^^ Ver, de Armando Di Filippo, "Raíces históricas de las estructuras distributivas en América Latina", CEPAL. ECLA/iDE/DRAFT/62/Rev.l.
-*• Para una apreciación detenida de los procesos descritos cabe consultar, de Aníbal Pinto,
"Concentración del progreso técnico y de sus frutos en el desarrollo latinoamericano", EL TRIMESTRE ECONóMICO, núm. 125.
184
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
sociedades radicalmente diferentes a las formaciones históricas que las
precedieron. En consecuencia, fueron dichas transformaciones sociales el
antecedente previo que posibilitó el surgimiento generalizado (es decir, a
nivel de todos los sectores y prácticamente todas las regiones) de las
formas industriales y capitalistas de organización y relacionamiento. Obviamente el caso inglés representa el arquetipo de las modalidades aludidas.
No debe, por lo tanto, identificarse el surgimiento de la sociedad capitalista industrial —fenómeno social de carácter integral— con el proceso
de industrialización sustitutiva, estimulado por factores predominantemente externos, que no siempre fueron previamente condicionados por transformaciones profundas y difundidas de la relación social y del ordenamiento político. En la mayoría de los casos, la industrialización latinoamericana coexistió con vastas áreas rurales de subsistencia sujetas a
relaciones sociales de carácter precapitalista. El hinterland rural redujo así
su importancia como demandante de productos industriales y como oferente de insumos requeridos por la expansión industrial. En prácticamente todos los casos el proceso de industrialización asumió el carácter de
un foco diversificador con limitada irradiación a escala nacional, pues
quedaba circunscrito a uno o dos centros urbanos importantes.
Desde un ángulo económico más restringido, las modalidades descritas
suponen una escasa integración interna tanto en el interior de la industria manufacturera como en relación al resto del aparato productivo. Esta
característica contribuye a explicar los denominados **cuellos de botella'' y los numerosos "vacíos" en la trama de flujos intersectoriales que
deben ser solucionados mediante la importación de insumos y equipos de
capital. Esta falta de integración constituye, así, una manifestación interna de carácter estructural de la fuerte supeditación que en materia de
abastecimientos externos presentó esta modalidad industrializadora.
Sin embargo, este proceso basado en la sustitución de importaciones
generó impulsos transformadores de naturaleza y alcances muy diferentes
en función de las condiciones históricas concretas de cada caso particular.
Éstas se derivaron a su vez de dos factores básicos. El primero dice relación
con el tipo de economías exportadoras que florecieron en cada país en lo
que atañe a su capacidad transformadora en materia de procesos técnicos
y relaciones sociales básicas. Estos factores crearon diferentes contextos
socioeconómicos susceptibles de estimular o inhibir el desarrollo del proceso de industrialización sustitutiva, otorgándole a cada caso su fisonomía
particular. El segundo tiene relación con la particular fase de desenvolví-
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
185
miento del sistema económico internacional que corresponde al inicio de
la etapa industrializadora de cada país: primera Guerra Mundial, crisis
de 1930, segunda Guerra Mundial, fluctuaciones internacionales posteriores, etcétera.
Ambos factores están íntimamente ligados, ya que aquellas economías latinoamericanas que más tempranamente iniciaron su fase industrializadora (la Argentina, el Brasil, Chile, etcétera) lo hicieron gracias
a las condiciones tecnológicas y sociales más favorables que sus respectivos
contextos primarioexportadores les habían legado para iniciar la experiencia.
Cabe analizar por separado los dos órdenes de factores señalados anteriormente.
El condicionamiento interno de la industrialización
Las condiciones preexistentes, derivadas de la fase primarioexportadora, que más parecen haber influido sobre la forma y oportunidad de la
industrialización sustitutiva estuvieron asociadas a: la naturaleza de los
principales productos exportables con sus respectivas formas de organización productiva; el grado de reestructuración de las relaciones de trabajo
directa o indirectamente derivadas de la expansión exportadora; y, finalmente, la gravitación del Estado en la redistribución interna de los ingresos generados por dicha actividad.^^
En primer lugar, la naturaleza del producto exportable y las formas de
su organización productiva contribuyeron a determinar la gravitación
de las actividades del complejo exportador en la creación de obras infraestructurales básicas, la provisión de oportunidades de empleo y la reestructuración del aparato productivo global. En particular merecen considerarse las posibilidades de utilización interna del producto exportado
como bien final, o como insumo de otras industrias. En cada experiencia
^1 Se recogen aquí, de manera más circunscrita los criterios de diferenciación señalados por
Aníbal Pinto en "La heterogeneidad estructural: Aspecto fundamental del desarrollo latinoamericano", en donde se observa: "Las diferencias podrían atribuirse a tres tipos de factores principales. Por un lado, a la naturaleza de los recursos-base de la exportación. Allí donde éstos eran
en alto grado 'especializados' para el mercado externo (tipo plantaciones y productos mineros), el divorcio tendía a ser mayor que en el caso de producciones más compartidas entre mercado interno y exterior (caso de los productores de alimentos básicos del Río de la Plata). Por
otro lado, sobresale el elemento politicoinstitucional. Allí donde se plasmó un 'estado nacional'
más o menos independiente hubo mayores posibilidades de transferir hacia las demás actividades
y regiones parte del dinamismo del complejo exportador. Finalmente, está el hecho de la mayor
o menor significación e impermeabilidad de la sociedad o economía 'tradicionales', como en
el caso de los países del imperio incaico."
186
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
histórica, los factores mencionados incidieron de modo diferente en la
formación de los prerrequisitos técnicos susceptibles de estimular el desarrollo industrial manufacturero.
En segundo lugar cabe analizar las relaciones de trabajo que se reestructuraron en virtud de esta expansión. Por un lado, interesa determinar
la medida en que las formas específicas de reclutamiento laboral utilizadas transformaron las relaciones preexistentes, incrementando la movilidad social y espacial de la fuerza de trabajo (especialmente la rural)
y, por otro, la magnitud de los ingresos así percibidos.
La expansión urbana y la formación de un mercado interno (prerrequisitos básicos para estimular la industrialización por el lado de la demanda) dependieron en manera determinante del factor aquí analizado.
En tercer lugar el estado pudo haber jugado un papel importante en
la provisión de servicios infraestructurales básicos (energía, transportes y
comunicaciones, etcétera) y en la creación de empleos públicos, en la medida en que su participación en los ingresos generados por la actividad
exportadora así lo permitiera.^
Dichas inversiones públicas constituyen un fundamento técnicamente
imprescindible para cualquier expansión industrial significativa y, por
otro lado, el crecimiento del empleo público puede significar un importante impulso a la demanda urbana.
El estímulo externo como factor desencadenante de la industrialización
Como sabemos, las perturbaciones experimentadas por la relación económica internacional a partir de la guerra de 1914, constituyeron el preludio de una profunda reorganización a escala mundial que terminó por
afectar, de manera permanente, la estabilidad que enmarcaba el funcionamiento de las economías exportadoras latinoamericanas. Numerosos estudios han delimitado los efectos proteccionistas no deliberados que estos
cambios ejercieron sobre la actividad manufacturera interna de los países
latinoamericanos. Sin embargo, como se sabe, no todos los países estaban
en condiciones de aprovechar la coyuntura internacional para expandir la
actividad industrial interna. Dichas condiciones, que fueron enumeradas
sucintamente más arriba, determinaron en gran medida las modalidades
y la oportunidad de dicha industrialización.
Así, aquellas economías que, por la naturaleza de sus contextos pri22 No debe olvidarse que durante la etapa primarioexportadora, dicha fuente de ingresos
constituyó el soporte básico del erario fiscal.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
X87
marios de la exportación habían asimilado de manera más homogénea
y extendida la difusión del progreso técnico, transformaron su estructura social en el sentido de facilitar la capacidad negociadora y la movilidad de su fuerza de trabajo, impulsando por esta vía la formación de
mercados internos urbanos. Además, disponían de un poder central lo
suficientemente fuerte como para redistribuir internamente una cuota significativa de los ingresos de exportación, y así pudieron reaccionar ante
la constricción externa expandiendo tempranamente sus actividades manufactureras. En algunos de los países mencionados el proceso sustitutivo
se inició antes de los años treinta y desde entonces adquirió decisivo impulso. El proceso industrializador se fundó en la sustitución por producción
interna de aquellos bienes de consumo cuya producción podía encararse
con los recursos humanos y materiales preexistentes sin grandes transformaciones en materia de equipos y técnicas productivas. El componente "nacional" de los capitales y el talento empresarial requeridos^^ fue muy alto,
y el proceso evidenció capacidad incorporadora de fuerza de trabajo.
La constricción externa referida cumplió aquí un papel meramente
desencadenante de fuerzas productivas preexistentes en el seno de la organización económica y que habían madurado paralelamente a (y como
una consecuencia indirecta de) la consolidación de los complejos exportadores.
La expansión de la industria manufacturera encuentra así, en estos
casos, un punto de partida caracterizado por la simplicidad relativa de los
procesos técnicos y la pequeña escala de las unidades productivas. Estas
condiciones se lograron por la naturaleza de los bienes de consumo cuya
importación se sustituía por producción interna.
En consecuencia, en los pocos países latinoamericanos de industrialización temprana (que estuvieron en condiciones de aprovechar las coyunturas proteccionistas de la primera Gran Guerra y la crisis del año treinta) el proceso evidenció, en sus primeras etapas^ una mayor homogeneidad interna. No obstante ello, quedó circunscrito a una o dos metrópolis
importantes, con limitada irradiación en el plano espacial y sectorial.
^3 Esta afirmación no se contradice con la nacionalidad predominantemente extranjera de
los empresarios industriales que se registró en la Argentina, el Brasil y Chile, Lo que importa
es que dichos empresarios industriales en una proporción mayoritaria dirigían sus empresas de
manera autónoma, independientemente de las corrientes internacionales de capital (cuyos intereses industriales en las economías latinoamericanas eran subsidiarios y complementarios de la
actividad exportadora fundamental). Esta existencia de un empresario nacional resulta innegable en el caso de las economías precedentemente señaladas. En la experiencia mexicana, sin
embargo, la gravitación del capital foráneo sobre su desarrollo industrial alcanzó mayor intensidad desde épocas muy tempranas.
188
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
En la segunda posguerra, y en especial a partir de los años cincuenta,
se genera una segunda oleada industrializadora bajo condiciones muy diferentes. La complejidad tecnológica inherente a la naturaleza misma de
los productos implicados requiere necesariamente equipos importados y
asesoramiento externo que, en medida determinante, asumen la forma de
inversiones directas extranjeras. La discontinuidad tecnológica resulta,
aquí, más intensa y evidente. En estos casos el impulso exterior no se limita a crear las condiciones de un proteccionismo no buscado, sino que
da lugar al "trasplante" de empresas con una productividad notablemente
más alta al de la actividad manufacturera preexistente y, con más razón
aún, al de las actividades artesanales del sector secundario. En este caso
resulta aún más obvio que las nuevas formas productivas están lejos de
haberse gestado en el seno del cuerpo productivo que las acoge; por el
contrario, constituyen opciones deliberadamente asumidas, constitutivas
de políticas concretas.
En consecuencia, desde el ángulo de la heterogeneidad de sus estructuras productivas cabría sustentar la hipótesis de que aquellos países "medianos" y "pequeííos", de una "tardía" industrialización, deben presentar
en su sector manufacturero contrastes y polarizaciones más acentuadas
que las discernibles en los países de industrialización "temprana".
En efecto, la industrialización tardía de estos países es la mejor prueba de la carencia de las condiciones técnicas y sociales que, derivadas de
la fase primarioexportadora, les hubieran permitido aprovechar la coyuntura de la crisis del treinta y de otras restricciones externas. Además el
carácter deliberadamente inducido de la industrialización que se ensaya
está dirigido fundamentalmente a captar la demanda de los estratos ubicados en la cúpula de la escala distributiva. Desde su mismo nacÍTuiento, este tipo de industrialización se funda en tecnologías complejas, gran
escala operativa, considerable diferenciación de funciones técnicas y administrativas, etcétera. La superposición tecnológica genera agudos contrastes entre la productividad del trabajo de este sector moderno y la correspondiente a las manufacturas preexistentes de corte predominantemente artesanal. Este contraste resulta más notable cuanto más escasa es la
proporción de población activa absorbida por las actividades modernizadas.
Resulta razonable suponer entonces que, en cuanto a desniveles y polarizaciones, los países más ''pequeños" y de industrialización tardía deben presentar un cuadro más agudo.
Los países de industrialización temprana también están participando
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
189
intensamente de este crecimiento industrial fundado en la inversión directa extranjera, especialmente bajo la forma de corporaciones multinacionales orientadas al abastecimiento de los mercados internos.^*
En todos los casos el carácter exógeno de las fuentes del progreso técnico y la limitación de divisas para adquirirlo determinan que las pautas
de su distribución respondan ineludiblemente a medidas de política, deliberadas o no, de los poderes centrales que administran dichos recursos
internacionales.
En consecuencia, a lo largo de toda su historia, y particularmente hoy
más que nunca, la concentrada distribución del progreso técnico en la América Latina está estrechamente vinculada a las modalidades de inserción
regional en el sistema de relaciones económicas internacionales.
IV.
SITUACIóN ACTUAL Y TENDENCIAS DEL DECENIO
4.1 La heterogeneidad estructural en torno a los años setenta
Al comparar las estructuras de la ocupación y del producto por sectores
(cuadro 1) surge una apreciable discordancia capaz de generar disparidades de gran magnitud entre los respectivos índices de productividad laboral.
Si se considera la región en su conjunto se puede apreciar que las
actividades agropecuarias mantienen una productividad apenas superior
al 40 % del promedio global y absorben casi la mitad del empleo total,
mientras que las industriales y de servicios básicos absorben alrededor de
un cuarto de la población ocupada y registran una productividad 62 %
más alta que el promedio. En particular, la industria manufacturera registra una productividad 83 % más alta que el promedio global y retiene
menos del 15 % de la ocupación total. Esta relación de uno a más de
tres entre las productividades agrícolas e industriales es claramente más
alta que la verificada en los países capitalistas "superdesarrollados".^''
De los antecedentes expuestos se desprenden, sin embargo, situaciones
nacionales claramente diferentes. En un extremo, la Argentina presenta
disparidades, comparables a las de los países centrales en su relación
industrial agrícola de productividades, con la más exigua proporción de
^* También el sector público suele controlar parte de estas actividades modernizadas, especialmente en áreas de interés estratégico para el desarrollo y la defensa nacional,
25 El cociente en 1965-1967 entre las productividades industriales y agropecuarias fue el
siguiente para los países que se indican: Bélgica, 0.9; Dinamarca, 1.4; Francia, 2.0; Reino Unido, 0.9; Japón, 2.8; Estados Unidos, 1.8.
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194
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
ocupados en el sector agrario y la más alta en la rama manufacturera; en
el otro extremo. Honduras presenta el perfil más contrastante con la mayor proporción de empleados en la agricultura y la menor en la industria
manufacturera.
Si bien las situaciones del Brasil, México y Venezuela asumen posiciones intermedias entre los polos mencionados, existe consenso de que la
visión sectorial del problema es sólo un pálido reflejo de los contrastes
que pretenden ilustrarse. Como reiteradamente se ha señalado,^^ las cifras
agregadas a nivel de grandes sectores económicos esconden disparidades
mucho más profundas en el plano intrasectorial.
Una primera aproximación se registra en el cuadro 2. Al separar el
sector fabril del artesanal se observa que este último retiene una importante cuota del empleo manufacturero, en tanto que su contribución al
producto representa magnitudes insignificantes. Los desniveles resultantes
de productividad son, de este modo, mucho mayores que los expuestos
desde una perspectiva intersectorial. La Argentina ejemplifica claramente
este aserto, pues, a pesar de su "equilibrado" perfil de productividades
intersectoriales, registra desniveles entre el sector fabril y el artesanal
que van de 24 a 28 % de la productividad media del país.
Desgraciadamente la carencia de estudios sistemáticos y connpletos a
nivel de las economías globales exige recurrir a índices estimativos. Con
el objeto de apreciar la intensidad de los contrastes de productividad y
su trascendencia social se han practicado categorizaciones aproximativas
que disciernen tres estratos de productividad: el moderno, el intermedio
y el primitivo.^^ Bajo esta óptica se agrupan todas las actividades productivas que se encuentren dentro de ciertos rangos de productividad, independientemente del sector en que se inscriban o el espacio donde se localicen. No obstante su carácter estimativo, estos órdenes de magnitud
2« Ver Estudio Económico para América Latina, 1968. CEPAL.
-" 5e consideraron "modernas", en general, aquellas actividades que operan con formas relativamente eficientes de organización, en las que la dotación de capital por persona ocupada y
la consecuente productividad son comparables o se aproximan a las sim^ilares de economías inditstrializadas. Se encuentran actividades de esta índole en los distintos sectores económicos definidos en su acepción tradicional. Así, por ejemplo, en este sentido es "moderna" buena parle
de la agricultura de exportación, la industria organizada en forma de unidades de cierta magnitud, algunos establecimientos e instituciones financieras, etcétera. En el otro extremo, en el
estrato "primitivo", están comprendidas típicamente la agricultura de subsii=tencia y numerosas
actividades urbanas de provisión de bienes y servicios de bajísima productividad, donde se trabaja sin uso de mecanización y con un capital fijo insignificante. Entre ambos extremos se sitúa
un estrato con grado nrediano de adelantos técnicos y de productividad, que es propiamente
"intermedio" dentro de las distintas actividades. Véase, CEP.^L. Naturaleza de las estimaciones sobre la distribución de la fuerza de trabajo, según estratos de productividad, Santiago, noviembre
de 1970, pp. 3 y 7.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
195
permiten ilustrar claramente las proporciones del fenómeno y su probable incidencia distributiva. El cuadro 3 indica que las disparidades de
productividad, según estratos, se agigantan con respecto a los contrastes
sectoriales. Para la región en su conjunto, el sector moderno emplea aproximadamente el 12 % de la fuerza de trabajo y genera más de la mitad
del producto total; el intermedio retiene casi la mitad de la mano de obra
y contribuye con el 40 % del producto; el estrato "primitivo" o de subsistencia absorbe alrededor del 35 % del empleo y participa con apenas el
5 % del producto. La agudeza de los contrastes es mucho más clara en
este caso.
Atendiendo a los niveles absolutos de productividad, el aspecto de
mayor trascendencia social atañe a la magnitud del empleo en el estrato
primitivo, ya que allí radica la población inmersa en situaciones de extrema pobreza. En los países donde predomina la población ocupada en
los estratos tecnológicamente primitivos (ver cuadro 3) abunda la población rural asociada a las economías minifundistas de subsistencia o a las
"simbiosis" entre ellas y las haciendas más tradicionales en materia de
relaciones de propiedad y trabajo, A medida que dichas actividades agropecuarias reducen su gravitación, también se debilitan las formas más
drásticas de la pobreza extrema y la marginación social. Incluso a un
nivel puramente intuitivo cabría admitir que las actividades primitivas
de áreas urbanas, y especialmente de las metrópolis más importantes, presenta ya un carácter diferente al encontrarse inmersas en un medio social
cuyo mayor dinamismo genera, inevitablemente, múltiples influencias
transformadoras tanto sobre las actividades en sí, como sobre la fuerza
laboral allí localizada. Los casos de la Argentina y Centroamérica^^ ofrecen suficiente contraste como para ilustrar estas especificidades nacionales.
Las alusiones precedentes al contraste rural urbano y su influencia
sobre la magnitud y el carácter de las actividades primitivas merecen alguna ilustración adicional.
El cuadro 4 muestra los ingresos rurales por habitante en algunos
países latinoamericanos; dichos ingresos se acercan a la mitad del promedio nacional y fluctúan entre algo más de un tercio y un quinto (Honduras) de los respectivos ingresos urbanos. Interesa recalcar que estos
desniveles son más pronunciados en la medida que se acreciente el por2^ Estos contrastes también se verifican en el interior de los países centroamericanos en donde
Costa Rica y Panamá presentan índices socioeconómicos mucho más favorables que los restantes
componentes del grupo.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
196
3. Conjetura sobre la composición de la ocupación y del producto
en la América Latina por estratos tecnológicos hacia los años sesenta
CUADRO
(Porcentajes e índices de productividad)
ESTRATOS TECNOLóGICOS
América Latina
Moderno
Producto total ^
empleo
producto
12.4
53.3
Intermedio
Primitivo
Total:
47.7
41.6
34.3
100
100
87
15
100
27.7
33.2
65.5
19.3
100
100
30
100
17.6
1.5
100
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8.7
100
34.2
27.8
7.5
1.0
100
100
3.8
100
5.1
índice de productividad
(promedio sector
100)
Agricultura
empleo
producto
431
6.8
47.5
índice de productividad
(promedio sector =z 100)
Manufacturas
empleo
producto
696
17.5
62.5
120
64.9
36.0
índice de productividad
(promedio sector = 100)
Minería
empleo
producto
357
38.0
91.5
56
índice de productividad
(promedio sector :=: 100)
240
22
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
CUADRO
197
3 [Continuación]
(Porcentajes e índices de productividad)
ESTRATOS TECNOLóGICOS
Centroamérica
Producto total ^
empleo
producto
Moderno
Intermedio
Primitivo
Total
8.1
33.6
48.0
55.0
100
100
42.6
9.4
índice de productividad
(promedio sector — 100)
Agricultura
empleo
producto
530
5.0
43.9
17
100
80.0
25.5
100
100
32
100
57.4
30.4
28.6
100
100
53
11
100
60.0
40.0
20.0
100
100
67
13
143
15.0
30.6
índice de productividad
(promedio sector
100)
Manufacturas
empleo
producto
879
14.0
63.6
203
3.3
índice de productividad
(promedio sector
100)
Minería
empleo
producto
474
20.0
57.2
2.8
índice de productividad
(promedio sector — 100)
286
100
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
198
CUADRO
3 [Conclusión^
(Porcentajes e índices de productividad)
ESTRATOS TECNOLóGICOS
Argentina
Producto total ^
empleo
producto
Aloderno
Intermedio
21.3
58.6
65.8
40.5
Primitivo
5.3
0.9
Total
100
100
índice de productividad
(promedio sector
100)
Agricultura
empleo
producto
272
25.0
65.1
62
17
100
57.0
32.3
18.0
100
100
57
15
2.6
índice de productividad
(promedio sector
100)
Manufacturas
empleo
producto
260
25.6
62.1
70.6
37.5
3.8
0.4
100
100
100
índice de productividad
(promedio sector
100)
Minería
empleo
producto
242
50.0
77.8
53
10
100
40.0
21.6
10.0
0.6
100
100
6.0
100
índice de productividad
(promedio sector
100)
155
54
FUENTE: CEPAL, "La mano de obra y el desarrollo económico de América Latina en los últimos años." E/CN.12/L.1
^ Los porcentajes de población no suman 100, por cuanto no se incluye la mano de obra en
actividades no definidas.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
199
centaje de población rural de cada país, lo que resulta coherente con la
mayor abundancia de estratos primitivos (sumergidos en los niveles más
críticos de la extrema pobreza) que es propia de los países menos urbanizados.
Los contrastes regionales expresados en el cuadro 5 ofrecen promedios
de las situaciones rurales y urbanas en el interior de cada región, que
disimulan los contrastes mucho más intensos en el producto por habitante
de las principales ciudades de cada región y sus periferias rurales. Un
estudio reciente^" ha encontrado indicios de una mayor disparidad entre
cada ciudad y su hinterland regional que entre las regiones como un todo
entre sí. Asimismo, los antecedentes para Honduras ilustran sobre la magnitud de estos contrastes al incluir el producto por habitante del distrito
central, tres veces superior al promedio nacional y seis veces mayor que
el de áreas rurales.
El peso de las metrópolis principales en esta materia es una consecuencia más o menos obvia de la concentración del progreso técnico dentro de ellas.
4.2 Las tendencias de la pasada década
El análisis de las tendencias intersectoriales expresa dos rasgos distintivos: un sistemático acrecentamiento de la relación industrial-agrícola^"
de productividades, y una sistemática disminución en la productividad
relativa (con respecto al promedio nacional) de las actividades de servicios. El primer aspecto se vinculará más adelante con las modalidades
asumidas por el crecimiento de la demanda agregada de bienes de consumo, particularmente alimentos, de acuerdo con las "canastas" de los respectivos estratos de ingreso. El segundo aspecto constituye una tendencia,
más o menos general, que acompaña el surgimiento de estratos de ingresos
medios y bajos en las actividades de servicios a medida que avanza el
proceso de urbanización. Dado su nivel de agregación, no es posible inferir mayor información de estos guarismos.
De la observación del cuadro 2 se puede apreciar una tendencia predominante a la acentuación de la heterogeneidad interna en la industria
manufacturera. Así, en la economía argentina la productividad del estrato
fabril era, en 1960, 6.3 veces mayor que la del artesanal, y en 1970 esta
2** Véase "La distribución comparada del ingreso en algunas grandes ciudades de la América Latina y en los países respectivos a comienzos de la década del sesenta". Estudio Económico
de América Latina, 1971. Estudios especiales.
^'^ Debe recordarse que el sector industrial incluye también los servicios básicos.
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
200
CUADRO
4, Disparidades urbano-rurales
Porcentaje
de pobla-
Brasil
México
Colombia
Honduras
FUENTE:
(1970)
Urbano
Rural
Total país
42.6
40.3
38.5
70.9
130
130
128
235
45
56
55
45
100
100
100
100
Encuestas nacionales.
CUADRO
Brasil 1970
Norte
Noreste
Sureste
Sur
Centro oeste
Total país
Colombia 1970
Región Atlántica
Región Oriental
Región de Bogotá
Región Central
Región Pacífico
Total país
Honduras 1968
Distrito Central
San Pedro Sula
Resto urbano
Resto rural
Total país
FUENTE:
índice de ingresos medios
(país = 100)
Encuestas nacionales.
5. Disparidades regionales
índice de
ingreso
ni cdio
(país = 100)
Porcentajes de
población
66
47
145
94
71
3.2
26.9
47.9
16.8
5.2
100
100.0
102
77
159
92
83
20.2
23.2
14.1
30.9
11.6
100
100.0
300
215
200
45
9.5
5.5
14.1
70.9
100
100.0
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
201
relación llega a 8.6 veces, con el agravante de que la cuota de ocupación
retenida en el estrato artesanal se incrementa ligeramente.
Las aotividads tecnológicamente modernizadas son incapaces de absorber la fuerza de trabajo que se incorpora a la economía, lo que incrementa en términos absolutos el empleo en estratos de baja productividad.
Para estimar órdenes de magnitud en torno a estas tendencias, supongamos una situación límite en que todo el incremento de la fuerza de
trabajo lo absorbe el estrato moderno en un país hipotético donde éste
retiene el 10 % de la ocupación y genera el 50 % del producto. Si la
ocupación crece a un 2.6 % anual, ese porcentaje representará un incremento de 26 % en la ocupación del estrato moderno. Si suponemos que
dicho estrato mantiene sus niveles de productividad, su producto crecerá
también el 26 %, pero como el producto generado por este estrato representa el 50 % del producto total, la economía deberá crecer el 13 %.
Recordemos sin embargo, que la tasa de crecimiento del producto bruto regional ha sido cercana al 5 %, aceptemos dicha tasa y repitamos nuestro ejercicio suponiendo nuevamente que todo el incremento del producto
sea generado por el estrato moderno. Entonces, el producto de este estrato
crecerá el 10 % y si las productividades se mantienen, su ocupación también se incrementará en el 10 %. Ahora bien, como este estrato sólo absorbe el 10 % de la ocupación total, ese incremento representará sólo el
1 % en relación al total de la población ocupada, siempre que el empleo
se incremente en 2.6 al año, como efectivamente sucedió en la pasada
década. En tal caso, el estrato moderno retendrá menos del 40 % en el
incremento total del empleo.
La carencia de guarismos por estratos nos obliga a recurrir a la perspectiva Ínter sectorial donde se observa (ver cuadro 6) que el sector industrial y de servicios básicos ha absorbido el 35 % del incremento generado, la agricultura sólo 13.8 % y los servicios más del 50 %. Algunos antecedentes recientes^^ permiten suponer que en las actividades de
servicios el crecimiento de estratos intermedios de ingresos ha estado por
encima de las expectativas, lo que se debe fundamentalmente a la creación
de nuevos empleos en los organismos estatales. Estas constataciones preliminares no hacen más que evidenciar el mayor dinamismo de las situaciones urbanas, en donde el crecimiento de los sectores marginados ha
logrado mantenerse dentro de límites manejables gracias a una integración
social más alta que la esperada.
31 Véase Estudio Económico de América Latina, 1973, Tercera Parte, "El cambio social en
América Latina a comienzos de los años setenta", E/Cn.l2/974/Add.3.
202
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
Este presunto crecimiento de los estratos de ingresos medios de áreas
urbanas no parece haber influido considerablemente en la reorientación
de la oferta agregada. El cuadro 7 evidencia que en promedio para la
América Latina, los rubros predominantes en el consumo de los estratos
de bajo ingreso dentro de la industria manufacturera (alimentos, bebidas,
tabaco, textiles) han crecido menos que el promedio, mientras que los
"durables" (en particular la industria automotriz) han registrado un dinamismo muy superior al promedio.
V.
PERSPECTIVAS Y OPCIONES FUTURAS
En un reciente estudio de CEPAL se plantean dos alternativas o estilos de
desarrollo que toman como criterios básicos el grado de homogeneización
estructural que resulta de ambos cursos de acción.^^
Resulta ocioso reiterar que estos ejercicios numéricos son proyecciones
cuyos resultados dependen enteramente de las premisas de las cuales se
parte y, consecuentemente, no se espera de ellas ningún poder predictivo.
Por otro lado, la precariedad de la información disponible en la América
Latina obliga a presentar formulaciones simplificadas incapaces de reproducir la rica trama de lo real. A pesar de esas limitaciones, que son
ampliamente admitidas y conocidas, estos modelos permiten ilustrar ciertos órdenes de magnitud, en variables estratégicas —empleo y productividad, por ejemplo— que siguen un curso diferente según el rumbo que se
suponga en otras —inversión y crecimiento uel producto, por ejemplo.
En el citado trabajo se plantean dos estrategias alternativas de desarrollo. La primera apunta a ''concentrarse en la producción moderna, con la
expectativa de que el crecimiento rápido y sostenido permita absorber
gradualmente el resto de la fuerza laboral hasta que toda la economía
esté plenamente integrada al sector moderno" y más adelante se concreta;
"La estrategia general de desarrollo y el núcleo de la política económica
consiste en mantener las posibilidades de competencia del sector moderno
y ampliar su tamaño lo más rápidamente posible".^^
En este caso resulta claro que cuanto más rápido sea el crecimiento
global de la economía, más posibilidades habrá de incrementar la cuota
de empleo en el sector moderno. Poniéndose en la coyuntura más optimis^^ Véase Progreso técnico y desarrollo socioeconómico en América Latina: análisis general
y recomendaciones para una política tecnológica, CEPAL, documento presentado a la Reunión sobre Ciencia, Tecnología y Desarrollo en América Latina. ST/cEPAL/Conf. 53/L.2, 8 de noviembre de 1974.
3s Op. cit., p. 100.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
CUADRO
6. Porcentaje del incremento total de mano de obra entre
1960 y 1970 absorbido por los distintos sectores
Sector
agropecuario
Argentina
Brasil
México
Venezuela
América Latina
FUENTE: CEPAL,
203
Industrial
y servicios
básicox
Comercio
y otros
servicios
Total
31.2
35.8
32.5
57.6
35.1
78.8
51.0
46.6
57.5
51.1
100
100
100
100
100
— 10.0
13.2
20.9
15.1
13.8
a base de informaciones oficiales.
ta y, por lo mismo, difícilmente alcanzable de que la economía crezca
7 %> al año en términos agregados, y la productividad media de la fuerza
laboral al 4.2 %, los expositores obtienen las siguientes conclusiones:
El sector moderno podría avanzar muclio en estas condiciones. No sólo se
duplicarían (en el periodo 1970-2000) con creces los niveles de productividad dentro del sector, sino que la producción de la fuerza laboral total
ocupada en el sector aumentaría de 20 % a alrededor del 45 % a fines de
siglo. Aun así, luia proporción muy superior a la mitad de la fuerza laboral
j)ermanecería marginada del sector moderno después de transcurridos 30
años, y una proporción importante permanecería en el sector de subsistencia. Esta mayoría de la fuerza de trabajo continuaría desarrollando actividades cuya productividad sería muy inferior a la del sector moderno, de
suerte que las disparidades en los niveles de ingresos casi con toda certeza
continuarían siendo muy marcadas.^*
Desde luego, si el crecimiento fuera menor la capacidad de absorber
empleo del sector moderno disminuiría rápidamente y el panorama sería
bastante más negativo.
La segunda alternativa estratégica supone un crecimiento más moderado y selectivo del sector moderno y un objetivo esencial de que el sector de subsistencia quede totalmente absorbido por el sector "intermedio",
el que, por otro lado, intentará aumentar, en la medida de sus posibilidades, los niveles de productividad que le corresponden.
En esta segunda alternativa (ver cuadros 8a y 8b) se suponen tres
posibles ritmos de crecimiento global, y para cada uno de estos ritmos se
S4 Op. cü„ p. 101.
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HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
205
plantea el interrogante sobre los niveles de productividad, a los cuales
será posible que el sector intermedio absorba totalmente al de subsistencia
en términos de empleo. Las conclusiones en materia de empleo, productividad y heterogeneidad estructural son las siguientes:
Si fuera posible alcanzar nna tasa de crecimiento total del 7 %, podría elevarse la productividad del sector intermedio a un nivel muy similar al que
predomina en el sector moderno: es decir, a fines del siglo la economía podría acercarse a la homogeneidad total. Si las tasas de crecimiento son
inferiores, el progreso del sector intermedio es menor, pero incluso si se
CUADRO 8<Z.
Concentración de la inversión y la tecnología en el sector
moderno
Producción por miembro de la fuerza laboral
(dólares de 1970)
País desarrollado
América Latina
Sector moderno
Sector intermedio
Sector de subsistencia
CUADRO
Porcentaje de la fuerza laboral total
empleada
1970
2000
1970
2000
6 920
1735
5 200
1240
250
14 510
5 960
10 900
2 600
525
100=^
100
20
50
30
100
100
45
35
20
86. Crecimiento orientado hacia los sectores no modernos
Porcentaje de la
fuerza laboral
ocupada
1970
Economía total
Sector moderno
Sector intermedio
Sector de subsistencia
100^
20
50
30
Productividad
en 1970
2000
100
25
75
O
1735
5 200
1240
250
Productividad en el
año 2000, especificándose los incrementos
anuales entre 1970 y
2000
42<7c
3.2%
2.5%
5 960
6 500
5 780
4 460
6 500
3 780
3 640
6 500
2 690
Progreso técnico y desarrollo socioeconómico en América Latina, op. cit.
* Los porcentajes estimados de empleo en estos cuadros no coinciden con los del cuadro 3,
porque corresponden a dos estimaciones referidas a momentos distintos en el tiempo.
FUENTE:
206
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
considera la menos favorable de las tres posibilidades examinadas, la productividad del sector intermedio aumenta hasta representar más del 40 %
de la correspondiente al sector moderno a fines del siglo. Compárense estas
cifras con la situación inicial en 1970, cuando la productividad del sector
intermedio era inferior a la cuarta parte de la del sector moderno, además
existía un enorme sector de subsistencia que tenía una productividad inferior a la vigésima parte de la del sector modemo.^^
Consecuentemente, tanto desde el ángulo de las discrepancias entre
estratos de productividad como atendiendo a los porcentajes de empleo
absorbidos en cada estrato, es obvio que la segunda estrategia planteada
resulta preferible.
Las cifras de esta experimentación numérica no hacen más que reiterar lo que intuitivamente cabría esperar de estas diferentes estrategias
en materia de asignación de recursos. Sin embargo, la inevitable simplificación del planteo, necesaria para poder concretar el ejercicio, puede
quitar a la estrategia propuesta buena parte de su contenido si no se establecen, ya "fuera" de la ejercitación, las necesarias especificaciones conceptuales."
5.1 El papel del sector *^moderno'^ en una estrategia
de desarrollo "homogeneizador'*
Para una más completa consideración de las posibles estrategias basadas
en un desarrollo homogeneizante a través de una adecuada distribución
sectorial, social y espacial del progreso técnico se hace necesario distinguir entre: i) el grado de progreso técnico asimilado por cada actividad
y mensurado por los cambios concomitantes en la capacidad produciva del
trabajo de dicha actividad; iiJ el grado de urgencia y significación social de los bienes cuya producción se moderniza y el grado de masividad
de la producción modernizada.
Si distinguimos entre estos dos factores un desarrollo centrado en una
expansión concentrada en el sector moderno puede querer significar: a)
una capitalización aún mayor de las actividades que actualmente cuentan
con los más altos niveles de capacidad productiva del trabajo, sin entrar
a considerar la composición de la oferta derivada de ese sector; b) una
modernización de las actividades de consumo esencial y masivo, medíante
la utilización de las técnicas con más alta productividad laboral.
35 Op. cit., p. 110.
^* Esta última observación no constituye una crítica al documento citado que dedica varios
capítulos a dicho análisis.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
207
En el primer caso la capacidad productiva preexistente en las actividades de más alta productividad (sector "moderno") genera recursos
destinados a acrecentar aún más la productividad de esas mismas actividades, tal vez con un mejoramiento aún mayor de la calidad, refinamiento
y sofisticación de los bienes producidos. Este caso supone un crecimiento
altamente heterogeneizante de la estructura productiva global, sobre todo
si implica una incorporación escasa, nula o incluso negativa, de fuerza de
trabajo adicional a esos altos niveles de productividad. Además, esta estrategia genera una oferta agregada que implica un desarrollo muy concentrado de la estructura distributiva, puesto que el objeto del progreso técnico asimilado no es disminuir precios para incrementar ventas, sino al
contrario, captar la máxima cuota posible de los estratos de alto ingreso.
En este caso, el mercado se expande por incrementos aún mayores en la
capacidad adquisitiva por unidad de perceptor y no por un incremento en
la base numérica del total de perceptores.
Cuando distinguimos entre la progresividad tecnológica de la actividad y la naturaleza del bien cuya producción se moderniza, homogeneizar el desarrollo no significa congelar el crecimiento de las actividades
de más alta productividad, sino reorientar la oferta agregada que surge de
esas actividades. Esto puede hacerse en parte ''reconvirtiendo" actividades
modernas (incluso mediante incrementos aún mayores en su productividad) hacia la producción de bienes de consumo masivo y esencial, o hacia
la producción de los bienes de capital que facilitan aquella producción. En
parte esto también puede hacerse modernizando, drástica y velozmente,
aquellas actividades destinadas a la producción de bienes de consumo
esencial y masivo que actualmente se desenvuelven a niveles de muy baja
productividad. Ambas posibilidades son técnicamente factibles en áreas
dinámicas como las de energía, transportes e industrias metal-mecánicas
y, en otras, de consumo masivo y esencial como la industria alimentaria.
En este caso tenemos una estrategia de desarrollo homogeneizante:
i) Basada en una intensiva utilización de la capacidad productiva del
sector moderno, tratando de reconvertir su producción hacia las líneas socialmente prioritarias. Como se ve, no hay intento alguno
de congelación tecnológica, sino, al contrario, cualquier "modernización*' adicional en la línea propuesta sería bienvenida.
ii) Orientada a la eliminación de las técnicas primitivas en la medida
que ellas son remplazadas por la difusión tecnológica que emana
del sector "moderno".
208
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
Existe en estas proposiciones un punto de vital importancia vinculado
a la idea de reconversión de capacidad productiva preexistente. En efecto,
la "reconversión" puede ser tanto o más importante que la cuota de inversiones, entendida como el incremento anual a la capacidad productiva
preexistente. Así la discusión queda ubicada en un contexto diferente al
generalmente planteado de saber cuál es la capacidad de ahorro destinable a la inversión, pues adicionalmente a esta pregunta que continúa siendo válida debe agregarse esta otra: ¿Cuál es la capacidad técnica de reconversión de la capacidad productiva preexistente para los fines previamente enunciados?
En la medida que una fábrica de automóviles pueda ser "reconvertida" para la producción de camiones, tractores o automóviles económicos,
el coeficiente de inversiones adicionales requerido para lograr esta reconversión deberá ser inferior al necesario para reconstruir *'desde cero" una
fábrica nueva. Igualmente, la energía generada por una central hidroeléctrica sería reorientada (mediante tarifas diferenciales o racionamiento) a fines socialmente prioritarios. Ello resultará más barato que construir una nueva central, etcétera.
También para la producción de bienes de consumo hay márgenes técnicos de factibilidad para introducir esta idea de la "reconversión" del
sector moderno. Éste será el caso de una fábrica de hilados, telas o alimentos que utilice sus instalaciones preexistentes para producir bienes que
por su naturaleza y precio satisfagan requerimientos esenciales y masivos
de la sociedad. Sin pretender profundizar en tema tan vasto y complejo,
pueden postularse aquí ciertas directivas generales de alguna significación.
En primer lugar, destaca la influencia que ejercen las variaciones en
el precio relativo de los alimentos sobre la composición del gasto en los
estratos más bajos de ingreso. A esta característica debe agregarse que la
elasticidad-precio de la demanda alimentaria es relativamente baja. Ambos
factores confluyen a determinar que una fuerte disminución en el precio
de los alimentos dejaría un amplio margen de ingreso reasignable a una
diversificación del consumo.
Además, la disminución en el precio de los alimentos es una medida
redistributiva con efectos claramente progresivos porque incrementa más
que proporcionalmente la capacidad adquisitiva de los grupos de bajo
ingreso que, como hemos visto, asigna la mayor parte de su gasto total
a satisfacer este rubro.
En general, la elasticidad-precio de la demanda de los productos ma-
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
209
nufacturados presenta un comportamiento diferente según sea el artículo
de que se trate. En el caso de los durables, la disminución en el precio de
algunos artículos debería ser particularmente intensa para ejercer un
efecto redistributivo de cierta significación. Esta afirmación resulta, en
forma particular, cierta en aquellos países donde el precio de los durables
es relativamente más elevado. Tal situación corresponde precisamente
a aquellos países con niveles de industrialización más altos, donde la importación de los productos mencionados ha sido sustituida con producción
interna.
En general, la sensibilidad de la demanda a disminuciones en el precio solamente se intensificaría al pasar ciertos "umbrales" que permitan
un crecimiento apreciable de la cantidad de demandantes. Para ciertos productos esta disminución del precio debería ser tan intensa que resulta a
todas luces incompatible con los procesos técnicos y el tipo de productos
propios de las presentes modalidades del desarrollo industrial.
Desde este ángulo, para que la disminución de precios de este tipo
de productos ejerza un efecto incorporador de carácter significativo, debería estar fundada en la adopción de técnicas diferentes, susceptibles
de provocar disminuciones sustanciales en el costo unitario de dichos productos.^^ Por lo tanto, se abre aquí otro frente analítico de importancia
que tiene relación con la función social del progreso técnico y repercute
claramente sobre la estructura de precios relativos de los bienes de consumo.
En efecto, las modalidades asumidas por el progreso técnico convencionalmente tienden a evaluarse en términos de productividad del trabajo,
dotación relativa de factores, etcétera. A estas perspectivas sería necesario
agregar la que tiene relación con los tipos o modelos de productos que
satisfacen cierto tipo de necesidades. Esta función social de la tecnología
consistiría en generar diseños o modelos de corte popular, cuyo precio
^"^ En relación con este punto observa RolÜns: "La producción automotriz de la región ilustra claramente algunos de los problemas señalados. Los automóviles que se producen o arman
en la región son modelos diseñados para uso y venta en países industriales avanzados. Durante
muchos años se han ido acrecentando los elementos suntuarios de ecos modelos (más potencia,
comodidad y belleza), que los hacen poco apropiados para el nivel de ingresos del país latinoamericano 'típico'. Además algunas de estas características repercuten en la economía, ya que,
por ejemplo, los motores muy potentes necesitan gasolina muy refinada y complicados equipos
para reajustarlos y repararlos; la suspensión baja exige buenas carreteras, y muchos de los
detalles estéticos exigen técnicas de producción relativamente nuevas y complejas. Quien
conozca la mecánica de los modelos actuales podrá enumerar sin dificultad un gran número de
factores de esta índole." En conformidad con el enfoque planteado, la actividad tecnológica
debería tender a diseñar un vehículo más apropiado para las necesidades de la región. "El
papel de la tecnología en el empleo y el crecimiento", ECLA/IDE/DRAFT/19.
210
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
relativo experimenta un descenso lo suficientemente significativo como
para "democratizar" su consumo/^
Vemos entonces que las tendencias hacia una mayor *'homogeneización estructural" basadas en una distribución socialmente más racional
del progreso técnico implican ciertas prioridades y condiciones.
En materia de prioridades se trata de "modernizar" los rubros de
mayor incidencia directa o indirecta en el consumo popular. En materia
de condiciones se trata de crear las posibilidades de una apropiación
abierta (por la vía de una baja de precios) y una participación masiva
(por la vía de incrementos en la oferta) con respecto a los frutos de esta
productividad incrementada.
5.2 Algunas objeciones previsibles
La objeción a estas proposiciones es obvia e inmediata: La asignación de
recursos que corresponde a una economía de mercado altamente monopólica y heterogénea por el lado de la oferta (y altamente concentrada
por el lado de la demanda) tiende a ser precisamente la opuesta a la
planteada en esta estrategia. Ella, por el contrario, se corresponde netamente con el caso a) planteado más arriba.
En efecto, la concentrada distribución del ingreso, inicialmente postulada como una característica del "modelo", generaría una estructura
de demanda que orientaría la asignación de los recursos productivos y el
progreso técnico hacia la producción de bienes refinados y de consumo
restringido.
Contemplando estas tendencias desde el ángulo de las fuerzas económicas que las generan, es necesario atender a las diferentes situaciones
y tendencias nacionales en materia distributiva. En particular, los cambios
en la elasticidad-ingreso de la demanda por manufacturas obviamente
dependen tanto del crecimiento de los niveles medios de ingreso como de
los cambios que se van introduciendo en su distribución. Cuando la distribución del ingreso es muy concentrada y permite altos niveles absolutos en la "cúpula", puede favorecer el desarrollo en las actividades de
avanzada tecnología destinadas a satisfacer la estructura de demanda de
dichos grupos, cuya gravitación es decisiva en la orientación que asume el
crecimiento de la demanda agregada. El cuadro 9 presenta una pequeña
ejercitación numérica que nos permite apreciar algunos órdenes de mag38 Al respecto cabe consultar Charles Rollins, op. cit., en donde se plantea originalmente
esta sugerencia.
HETEROGENEIDAD ESTRUCTURAL
211
nitud bastante significativa. El ejercicio consiste en cuantificar el crecimiento generado en la demanda de algunos bienes, que pueden considerarse representativos de las actividades manufactureras con la incorporación de avanzadas tecnologías, y provocado por el crecimiento de ingresos dada una determinada estructura distributiva de ellos.
En primer lugar, se presenta la estructura de la distribución de ingresos en América Latina en el año 1970, separando la población en dos
grandes estratos: el 70 % con ingresos más bajos y el 30 % con ingresos
más altos. Se verifica que el primer 70 % de la población sólo retiene
el 28 % de los ingresos totales; en tanto que el 30 % más rico percibe el 72 %.
CUADRO
9. América Latina. La distribución del ingreso y el consumo
de bienes duraderos
Ingresos per capita en 1970 (EU$ de
1960)
Participación selectiva en los ingresos
totales (porcentajes)
Ingresos totales por cada 100 habitantes (EUS de 1960)
Porcentaje del ingreso total gastado en
bienes duraderos en 1970
Ingreso gastado en bienes duraderos
por cada 100 habitantes (1970)
Increnientos per capita en 1980
Incremento total por cada 100 habitantes
Porcentaje de los incrementos de ingreso gastado en bienes duraderos
Incremento gastado en bienes duraderos por cada 100 habitantes
Total
70% más
pobre
30% más
rico
440
175
1050
100
28
72
44 000
12 250
31750
15.2
5.5
19.0
6 650
150
670
60
5 980
361
15 000
4 200
10 800
7
30
290
3 235
23,5
3 525
En seguida se determinan los ingresos absolutos por cada 100 habitantes, si el per capita para la región es de 440 dólares (a precios de
1960) el ingreso total para 100 habitantes será 44 000 dólares, de los
cuales 12 250 corresponderán al estrato más pobre y 31 750 al más rico.
Diversas encuestas de consumo para los distintos países de la región
212
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
nos permiten estimar la representación de los bienes de consumo duradero
en el consumo total por estratos (15.2 ^o en la canasta media de consumo,
desglosado en 5.5 para el primer estrato y 19 %» para el estrato más
alto). Con estos datos se determinan los montos absolutos gastados en bienes duraderos por cada 100 habitantes en 1970. Pero lo que en realidad
nos interesa es conocer cómo aumenta la demanda de este tipo de bienes
cuando se incrementan los ingresos. Para ello se hace una proyección de
los ingresos per capita para 1980 suponiendo que éstos se incrementan al
3 % anual y que se mantiene la estructura distributiva, es decir, los ingresos aumentan a la misma tasa en los diferentes estratos de población.
Bajo estos supuestos se determinan los incrementos de ingreso por cada
100 habitantes y la participación que en ellos le corresponde a cada estrato. Luego se hace una estimación de la estructura del gasto en los
incrementos de ingresos^® con el siguiente resultado: el 7 ^ de los incrementos totales en el primer estrato se gastan en bienes duraderos; en tanto
que en el estrato más rico el 30 % de sus incrementos de ingresos =^on
gastados en este tipo de bienes.
Después tenemos: si el ingreso aumenta en 3 % anual, los ingresos
totales por 100 habitantes se incrementarán en términos absolutos para
el año 1980 en 15 000 dólares, de los cuales 4 200 corresponderán al
estrato más pobre y 10 800 al estrato superior. En consecuencia, el gasto
de bienes duraderos por cada 100 habitantes se incrementará en 3 525
dólares, de los cuales sólo 290 corresponden al primer estrato y 3 235 al
30 % de la población con ingresos más altos.
El resultado del ejercicio se puede concluir en el siguiente cuadro:
Ingresos totales por cada 100
habitantes (dólares de 1960)
Total gastado en bienes duraderos por cada 100 habitantes (dólares de 1960)
1970
1980
Aumento
porcentual
44 000
59 000
34
6 650
10175
53
Se verifica que mientras los ingresos aumentan en 34 %, en 1980 la
demanda de bienes duraderos se incrementará en 53 %.
^^ Estimación basada en la propensión marginal al consumo de bienes duraderos en los
distintos tramos de ingreso.
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214
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
Si se atiende a las tendencias en materia de distribución de ingresos
registradas en la última década (véase el cuadro 10), se verificará que
a nivel promedio de la región la estructura distributiva agregada a nivel
de estos dos grandes estratos se mantiene con pequeñas variaciones; la
participación relativa del primer 70 % sube de 27.5 en 1960 a 27.8 en
1970 y la participación de este estrato en los incrementos totales no alcanza el 30 %.
En el caso de Brasil, las cifras nos muestran una clara tendencia a
la concentración de los ingresos en el 30 % superior de la población; la
participación de este estrato sube de 71.3 % en 1960, a 72.8 % en 1970.
Y en lo que se refiere al incremento total de ingresos en la década este
grupo capta más del 77 %. Tendencias similares se registran en el caso
de México.
A la luz de estas objeciones la estrategia propuesta puede hacer recordar el relato humorístico de aquel economista que, para solucionar
el problema del transporte de un elefante, construyó un modelo que empezaba haciendo abstracción del peso del animal.
Para no caer en la misma ingenuidad se hará necesario reintroducir
el peso del "elefante'*, representado en este caso, primero, por el comportamiento de los intereses privados ante una composición de la demanda
agregada que responde a las específicas estructuraciones distributivas; y
segundo, por las vicisitudes coyunturales que experimenta la estructura
de poder de cada sociedad particular.
Sin embargo, la apertura efectiva de posibilidades de cambios depende también de una orientación adecuada en cuanto al '*qué'* y "porqué" de la acción. Es en este terreno circunscrito donde estas reflexiones
pueden ser de alguna utilidad.
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