Documento completo Descargar archivo

Anuncio
EL
COMERCIO
DE
M E D I D A S P A l í A SI
Pon k l A c a d é m ic o
D o c to r
CARNES
DEFENSA
D A N IE L
IN C H A U S T I
El d iario La N a ción , en un artículo, en viad o de Londres, firmado por
e l señor Leon ard W . M atters, quien dem uestra estar bien in terio riza d o
jil respecto, com entando las posib ilidades de A u s tra lia para com petir
•cou nuestro país en la provisión de carne de ganado b ovin o al R ein o
Unido de G ran Bretaña, d ice : « aunque A u s tra lia cuente con ganado de
calid ad adecuada, no se lia dem ostrado to d avía que pueda en via r a este
m ercado (se refiere al in glés) carne chilled. El proceso del enfriam ien to
pierde toda garan tía de eficiencia al cabo de los treinta «lías de e fe c ­
tuado, y el punto más cercano de A u stra lia , p a ra lo s em barques a In g la ­
terra, se encuentra a treinta y dos días de distancia, m ientras que de la
A m érica del Sur esta distancia se reduce a 18 ó 24. L a p osib ilid a d de
am pliar las condiciones efectiva s del proceso del enfriam ien to, de tal
suerte que cubra el largo trayecto que hay de A u stra lia hasta aquí, es
tem a sobre el que habrán de pronunciarse los técnicos. E n mi calidad
d e australiano, yo me lim ito a d ecir que A u s tra lia se encuentra tod avía
■en retraso de cincuenta años con relación a la A rg en tin a , como país
productor de carnes » .
M ás adelante, en su ju g osa correspondencia que d eb iera tran scrib ir
íntegra, por la verdad que encierra, dice el mismo escritor : « en la
A rg en tin a , los ganaderos poseen la flor de los campos de pastoreo. E l
estanciero australiano, en cambio, ha sido em pujado cientos y cientos
d e kilóm etros hacia el in terior del continente. En la A rg e n tin a la m ayor
parte de los mejores n o villo s destinados a chilled para el m ercado b ritá ­
nico, suele rara vez tener que via ja r más de 200 kilóm etros por fe rro ­
c a rril; son seleccionados, en su m ayoría, en los excelen tes pastizales
( ' ) Con fere ncia p ro nun cia da el 11 de octubre, de 1932 en el aula, W e n c e s la o E s c a ­
lante de la Faculta d de A gro n o m ía y V ete rin aria de Buen os Aires .
—
32 —
y campos de alfalfa emplazados en el radio mismo de los frigoríficos.
En Au stralia, los principales centros ganaderos se hallan a distancias
inmensas de los frigoríficos; liay ganado, especialm ente el que procede
de Queensland. A u stra lia m eridional y Au stralia occidental, que llega
cansado a los puertos; tiene que recorrer secas y calurosas regiones del
país y que viajar luego 500 a 600 kilóm etros por ferrocarril. E l estado
de esos animales a su arribo al frigorífico, no puede en modo alguno
compararse con el de los novillos argentinos; pierden peso y la carne
está cansada. Todos los carniceros saben bien lo que esto significa.
A s is tí en Londres a un almuerzo en que fue servida a un grupo de
técnicos del mercado de Sm ithfield, carne de ganado escocés, recién
muerto, y carne argentina chilled ; no hubo quien pudiera establecer la
diferencia entre una y otra. Sería im posible som eter a la carne con ge­
lada australiana a una prueba semejante. »
Un poco larga 1a. cita; pero no he podido resistir a ia tentación de
hacerla, pues coincide exactam ente con las ideas que de diez años atrás
expongo en mi cátedra. La víspera de la publicación del artículo de
referencia, decía las mismas cosas, con diferentes palabras, en una con­
ferencia dada por radiotelefonía, del ciclo organizado por el seminario
de economía de la Facultad.
Es que la realidad no puede ser desconocida : ningún país en el mun­
do presenta un conjunto de condiciones favorables al desarrollo de la
explotación ganadera exten siva como el nuestro. Sus ricos pastoreos,
la benignidad del clim a que perm ite a la hacienda v iv ir todo el año al
aire libre, la baratura de la mano de obra, son otras tantas caracterís­
ticas que perm iten producir ganado de la m ejor calidad y a bajo costo,
lo que perm ite la com petencia, en los mercados consumidores, con el de
cualquier otra procedencia.
A g rég u e se a todo esto que nuestros hacendados han hecho toda clase
de sacrificios pecuniarios, para im portar los m ejores reproductores. E ra
axiom ático, hasta hace pocos años, que los campeones de las reales
exposiciones inglesas eran siempre adquiridos para cabañas argentinas.
M e particu larizo con Au stralia, porque es el país que se nos presenta
siem pre como com petidor, cuando se trata de dilucidar el porven ir de la
industria argentina de producción de carnes. Si aquel país no puede ser
com petidor nuestro, por muchos años, dando como dudoso que alguna
vez llegu e a serlo, desde que las condiciones clim atológicas no podrán
ser modificadas, menos probabilidades pueden tener, a este efecto SudA fr ic a o Brasil, donde los inconvenientes de producción son m ayores
aun que los de Au stralia.
Queda sentado entonces, que la explotación ganadera está, en el país,,
perfectam ente organizada; los más modernos procedim ientos de produc­
ción son conocidos por los hacendados argentinos; las mejores haciendas
pastorean en sus campos. P e ro toda la técnica de la producción es in efi­
caz, ante la. d esorgan ización del p rodu ctor y del descuido d el E stado, en
lo referen te a la com ercialización d el producto. D e nada v a le produ cir
la m ejor carne d e ganado b ovin o , la única aceptada de buen gra d o en
un m ercado e x ig e n te como el de G ran B retaña, si el p rodu ctor no obtien e
un p recio suficiente, que com pense su trab ajo y produzca un razon able
in terés, a los valiosos cap itales com prom etidos en la exp lotación .
En otras épocas, cuando la capacidad a d qu isitiva del consum idor
europeo era. superior a la actu al, aun cuando los in term ed ia rios o b tu ­
viera n eleva d o s beneficios, siem pre qu edaba un m argen suficiente para
que el p rodu ctor o b tu v iera un p recio rem unerador por sus n o villo s. N o
era segu ram ente un p recio ju s to , desde que más ganaba el industrializador en una operación de 60 días, que el produ ctor con tres años de tra ­
bajo, pero los hacendados quedaban conform es con el ben eficio obtenido.
H o y d ía las circunstancias lian cam biado : la capacidad de adqu isición
lia dism in u ido en Europa, como consecuencia de la crisis económ ica m un­
d ial. Las em presas in d u strial¡zad oras no se conform an con aju sfar sus
beneficios a la realid ad del m om ento; no pudiendo ven d er tan can» como
en otras épocas, com pran excesiva m en te barato, a fin de m antener su
m argen de utilidades. E l resu ltado lo conocen p erfectam en te los h acen ­
dados, porque lo sufren en propias carnes; están ven d ien d o sus m ejores
n o villo s de tip o chilled a precios in ferio res a su coste de producción,
para que los frig o rífic o s sigan dando elevad os d ivid en d os.
Si estas ven ta s a bajo p recio se h icieran en m ercado lib re, o si los f r i­
go rífico s pudieran dem ostrar que no pagan m ayores precios poi que no
pueden hacerlo, nada habría que objetar. P e ro ninguno de los dos ex tre
mos puede ser p rob a d o; el com prador es uno. pues aunque se o frezca la
hacienda a d istin tos in teresados aparentes, el p recio es único; lo mismo
da que v a y a el apartador a la estancia o que se m ande la hacienda, al
m ercado de L in iers. E n cuanto a la segu nda objección, basta com probar
qu e entre el p recio de com pra de la h acien d a en pie y el de v e n ta de su
carne enfriada, en S m ith field , hay una enorm e d iferen cia, la que no puede
ser ju stifica d a p or el coste de faena, in du strialización , flete, seguro,
etc. U n rápido exam en de la cuestión dem uestra acabadam ente lo dicho.
Los frig o rífic o s pagan por los m ejores n o villo s un p recio que oscila
a lred ed or de 20 cen tavos el k ilo v iv o , e q u iva len te a 33 cen tavos el k ilo
de carne; un poco menos, si el ren dim ien to del ganado pasa de 60 por
cien to sobre el peso v iv o , cosa muy común en hacienda de gran calidad
com o es la que se faena.
Se calcula que todos los gastos de in d u strialización y com ercialización
no pasan de 15 cen tavos el kilo, con lo que la carne colocada en el m er­
cado de S m ith field costaría 48 centavos, en el peor de los casos.
E l p recio de ven ta actual, con cotizacion es m uy in feriores a las de los
-
34 —
últimos años, es de 51 centavos el kilo, haciendo las reducciones de che­
lines y peniques a moneda nacional y el stone de 8 libras a kilos.
Quiere decir que los frigoríficos ganan 3 centavos por kilo de carne,
pesos 9,60 por n o villo de 520 kilos v iv o además del valor de los subpro­
ductos que es aproxim adam ente de 30 pesos por cabeza en la actualidad.
En números redondos : los frigoríficos ganan 40 pesos por cada n o vi­
llo que faenan, en una época en que los productores tienen que vender
por debajo del costo de producción.
H e hecho mis cálculos con'cifras que no son antojadizas, pues han
sido tomadas de inform es oficiales del M inisterio de A g ricu ltu ra y de la
Embajada A rgen tin a en W ash in gton ; estos inform es han sido publica­
dos y jam ás objetados por los frigoríficos, quienes nunca han dado datos
de esta índole; por el contrario, se lian negado hasta el presente a per­
m itir la fiscalización de sus libros, a pesar de que el estado tiene atribu­
ciones, acordadas por la ley 1122(1, para hacerlo.
Los mismos cálculos lian sido establecidos sobre largos períodos de
tiempo y no sobre una cifra semanal cualquiera. H ago esta aclaración,
porque las empresas frigoríficas, en una publicación efectuada hace p o ­
cos días, arguyen que « se citan, para los cálculos, cifras aisladas de tal
o cual día, lo que solo induce a errores ».
Dicen también las empresas, que en alguna oportunidad « llegaron a
pagar hasta 35 centavos el k ilo v iv o de n ovillo tipo exportación, cuando
pudieron haber adquirido todas sus necesidades a menos de 30 centa­
vos » . P ero lo que olvidan agregar es : que en la época a que se refieren,
la carne se vendía en Londres a pesos 1,30 el kilo. Una simple demos­
tración, hecha también a base de cifras oficiales, lo demuestra.
En 1913, cuando la carne argentina se vendía en Londres a 40 cen­
tavos el kilo, los n ovillos se cotizaban en Lin iers a pesos 170, término
medio.
En 1932, la carne se vende en Londres a 51 centavos, 11 centavos
más que en 1913; pero los novillos se pagan en el país a 100 pesos, o sea
70 pesos menos que entonces.
Las condiciones respecto a costos de industrialización y fletes no han
variado apreciablem ente en los últimos años: de manera que, con la coti­
zación actual de las carnes argentinas en el R ein o Unido, los frigoríficos
debieran pagar los novillos tipos chilled be-ef, entre 140 y 150 pesos, equi­
valente a 28 centavos el kilo v iv o (').
Cuando se trata de asuntos de esta índole, el exceso de cifras puede
ser m olesto para el auditorio; pero es de m ayor conveniencia, para la
demostración que se persigue, que el prodigar las frases.
En el L ib ro azul, publicado por el M inisterio de A gricu ltu ra, páginas
( ' ) Precio actual, 193-í-1 i>35.
—
35 -
68 y 69, hay datos tom ados de balances de la compañía, « S w ift » de L a
Plata, que con vien e analizar.
En n ueve años, desde 1913 hasta 1921, la com pañía com pró y faenó
3.421.490 vacunos y 4.400.530 lanares, pagando un p recio m edio de 177
pesos por cada vacuno y 14,75 pesos por cada lanar.
L o s beneficios de la em presa en los mismos n ueve años, alcanzaron a
79.226.597 pesos, con un cap ital m edio anual de 30.000.000 pesos. Estos
últim os datos no figuran en el L ib r o azul en las páginas que he indicado
anteriorm ente, pero los he tom ado de la misma publicación, páginas 64
y 65, correspondiendo a datos de un « frig o rífic o X » , que sin mucha
perspicacia puede ser iden tificado como el citado an teriorm en te.
P u es bien : dado que el frig o rífic o « S w i f t » no h izo en esos tiem pos
otro n egocio que el de faena, elaboración y exp ortación de ganado b o v i­
no y o vin o : si distribu im os a prorrateo los beneficios obtenidos, entre
el ganado faenado, llegam os a las sigu ien tes cifras :
Tesos
P recio medio
p agad o p or b o v i n o .............
177,00
Pr ecio medio
total o b t e n i d o ......................
385,00
Ganancia obtenida p o r b o v in o ...............
208,00
Precio medio
p agado por l a n a r ................
14 ,75
Precio medio
total o b t e n i d o ......................
35.85
d em and a obtenida p o r l a n a r .................
20.80
A s í se exp lican algunos d ividen dos, que podem os calificar de fa b u lo ­
sos y que alcanzaron hasta 37 */a por cien to del capital y otro tanto en
acciones liberadas, en un solo año. E n total 75 por cien to (L ib r o a zu l.
pág. 59).
E s así tam bién cómo puede exp licarse que un frig o rífic o como el A n glo, arriende el de « Las Palm as » en 100.000 libras para ten erlo cerrado,
recargando su costo de faena y que la misma em presa ten ga tam bién ce­
rrado su establecim iento de Z á ra te; quien paga los gastos es el p rodu c­
to r de n ovillos, por la baja cotización que éstos obtienen.
Estas cosas no las dicen las em presas en su últim o aviso pu b licado
en todos los diarios entre el 22 y 23 de sep tiem b re; aviso que trata de
distraer la opinión de los interesados, pero que no entra a fondo en los
asuntos de verd ad ero interés para el hacendado, a quien in teresaría que
las empresas explicaran claram ente, por qué no pagan m ejores precios
que los actuales, y qué factores influyen en ello.
P ero, a qué segu ir con cifras de esta índole, si el mismo M in istro de
A g ric u ltu ra reconoce, en el discurso pronunciado con m otivo de la inau­
guración de la últim a exposición rural en P alerm o, que : « los p rodu c­
tores se quejan de los precios que reciben por sus ganados, desde c o ­
mienzos de 1930 hasta la actualidad » . Y más adelante, después de una
—
36 —
larga enumeración de precios de compra de n ovillos y ven ta de carnes
en S m itM e ld , agrega : « del examen resulta evidente que los producto­
res argentinos no carecen de razón, sobre todo si se tiene en cuenta la
depreciación de nuestro signo monetario. »
D eseo todavía reproducir un párrafo más, que es sugestivo, del dis­
curso a que me refiero. « Aducen los frigoríficos que los precios de venta
en Sm ithfield que he señalado, no han sido constantes y que ellos nece­
sitan resarcirse durante algunas semanas de las pérdidas que exp eri­
mentan en otras. Y o sólo puedo contestar que ignoramos la contabilidad
de esos establecim ientos, pero que, de los balances publicados, resulta
que alguno de los más im portantes ha confesado ganancias, en relación
al capital realizado, de 23,18 por ciento, y han repartido a sus accionistas
un d ividen do de 20 por ciento. Esa ganancia está muy lejos de ser la
que han alcanzado, en 1931, nuestros chacareros y nuestros productores
de carnes. »
H asta aquí el señor M inistro de A gricu ltu ra. Y o me perm ito agregar
todavía, que si bien no se conoce la contabilidad de las empresas por
haberse ellas negado a la intervención del Estado, a pesar de la ley 11220
que las obliga, hay declaraciones sugestivas de las mismas interesadas,
que las comprometen, y que demuestran el exceso de lucro que obtienen.
En 1913, con m otivo de la disolución del p ool de frigoríficos que
acaparaban la producción argentina, disolución que fué ocasionada pol­
la pretensión de las empresas estadounidenses, que deseaban mayores
cuotas de exportación que sus similares inglesas, se in ició una lucha
com ercial por el predom inio del mercado. Las empresas norteamericanas,
representadas entonces por los frigoríficos « S w ift » de L a P la ta y « La
Blanca » , pagaban los mayores precios a los hacendados por sus novillos,
y vendían la carne en Sm ithfield a menor precio que sus competidores.
N o pudiendo seguir esta lucha, las compañías inglesas se presentaron
al gobierno nacional, en ju n io de 1913, pidiendo « la intervención del
gobierno para p revenir exportaciones excesivas de carne, por dos firmas
relacionadas con T h e A m erican B e e f Trust » (véase como ellos mismos
se acusan de estar trustificados, cuando conviene a sus negocios).
A l hacerse la in vestigación correspondiente, las compañías acusadas,
o sea los frigoríficos de capital estadounidense, declaran textualm ente :
« que ellas serían -capaces de ven der carnes en Londres a un precio anual
(m edio) de 3 '/, peniques por libra (equ ivale a 30 centavos el kilo), m ien­
tras pagaran de 13 a 14 libras por cabeza de ganado, con 770 libras de
rendim iento en carne />.
Pues bien : han pasado los años, pero las situaciones se mantienen
idén ticas; no así los números que hablan en contra de los intereses
argentinos. Los frigoríficos están pagando 7 libras esterlinas por los
novillos mejores, del tip o que ellas indicaron como cotizables a 13 ó 14
—
37 —
libras, con el a g ra va n te para nosotros, que el cam bio está en contra
nuestra, y con la circunstancia favorab le, para ellos, que ven d en la carne
a un p recio casi duplicado que en aqu ella época.
O tra enseñanza in teresan te que sacamos de esta presentación, es la
sigu ien te : las em presas reclam antes piden al gobiern o nacional la ad op ­
ción de m edidas « para p rev e n ir exp ortacion es excesivas de carne ».
E sto que les p arecía ju sto cuando se trataba de re p rim irla s activid ad es
de sus com petidores, no lo consideran en igu al form a en la actualidad,
arguyendo los tan manoseados p rin cip ios de la lib erta d de com ercio,
siem pre recordados por quien menos los cumplen.
E n el mismo discurso d el M in istro de A g ric u ltu ra se estab lece : « el
gru po n orteam ericano de cuatro frigo rífic o s con troló la exp o rta ció n del
54,85 p or cien to de chilled beef, y el gru po in glés de tres frigo rífico s
exp o rtó el 36,12 p or ciento del mismo tip o de carne » ; a gregan d o : « dos
frigoríficos, el « S w i f t » y el « A n g l o » , controlan por sí solos el 50 p or
cien to de las exportaciones, lo cual sign ifica que ellos solos, aun en el caso
de no tener enten dim iento con otros del mismo grupo, habrían podido
con trolar todos los aspectos d el proceso que va, desde la compra en las
estancias y en los mercados, hasta la ven ta en los sitios ex terio res de
consumo.
H a y algo, más im portante todavía, en este aspecto de la trustificacíón .
Las empresas controlan la produ cción argen tin a son filiales de otras,
que tienen cap itales colocados en producción análoga, en todas partes
del mando. D e manera que lo que para nosotros es cuestión fundam ental,
es para ellas secundario. E s así que en los últim os años, se dism in u ye
la producción argen tin a de carne congelada y se aum enta en igu al p r o ­
porción la producción de carnes uruguayas o brasileñas, países donde
las empresas tienen tam bién instalados sus establecim ientos. E l m ercado
italian o que consumía carnes argentinas, ha substituido éstas p or las de
la procedencia indicada, de peor calidad, pero cuya v en ta con vien e a los
intereses de los frigoríficos. « A rm o u r » , « S w ift » , « M orris » , « Sulzberger » , Y e s te y » , prin cipales potentados de la in du stria del frío, tienen
grandes fábricas y cuantiosos in tereses colocados en Estados U nidos,
Canadá, B rasil, U ruguay, P ara gu a y, V en ezu ela, Colom bia, A u s tra lia
y N u eva Zelandia. Com anditan además com pañías europeas d istrib u í’
doras, en In gla te rra . Francia, Ita lia , A lem a n ia , D inam arca (L . R. 40-54).
Se trata, entonces, de un pulpo con infinidad de tentáculos, para
qu ien los intereses argentinos tienen una im portancia mucho m enor que
la generalm ente adjudicada.
L a C on feren cia de O ttawa, cuyos resultados sospechamos, sin con ocer­
los aun concretam ente, podrán ten er una gran influencia sobre el p o rv e ­
nir de la producción argentina de carnes, pero ninguna sobre los b en e­
ficios que obtienen los frigoríficos. L o que dejen de ganar en nuestro
A N . AC. N A C . A G H . Y V E T . —
X. I
—
38 —
país, por fijación de cuotas de im portación en el R eino Unido, será cu­
bierto por beneficios de otros países; pero el productor nacional, que La
sido llevado a esta situación por la política económica de las empresasT
no tendrá defensa alguna y pagará, como siempre, los platos rotos.
Señores : pienso que queda suficientemente demostrado que el pro­
ductor no está retribuido por su trabajo, en la ju sta medida. P ero para
determ inar con exactitu d cuál es la retribución que le corresponde, es
necesario establecer a ciencia cierta el coste de la producción.
L a determ inación del coste de la producción es algo que debe existir,
para todos los p ro d u ctos; sin embargo, estos estudios están com pleta­
mente descuidados en nuestro país. Si alguna vez se hizo algo, carece
de actualidad y, por consiguiente, de aplicación.
En el Quinto Congreso U n iversitario, celebi-ado en Tucumán en ju lio
de 1927, fue em itido, a mi in iciativa, el siguiente voto : « E l Quinto Con­
greso U n iversita rio An u al, resu elve: Es conveniente que el Estado estu­
die y determ ine con sus propios elementos el coste de producción de las
substancias alim enticias y materias primas, provenientes de la exp lota­
ción agropecuaria, antes de tomar medidas respecto a la situación de
las industrias del país. »
M i in icia tiva fué excesivam ente o p tim is ta ; ni se hizo el estudio de
costes de producción, ni se tomaron medidas en fa vor de las industrias
a que se refería.
Es que el Estado difícilm en te escucha las solicitaciones de entidades
deliberativas, donde se reúnen hombres especializados. D a más im por­
tancia a la opinión de un funcionario, a veces caracterizado, a veces sin
una clara comprensión del asunto que inform a y sus alcances.
En aquella misma oportunidad, en el discurso de apertura que me co­
rrespondió pronunciar en nombre de la U niversidad de Buenos A ires ,
decía : « el país no ha recibido todavía de la U niversidad los beneficios
a que es acreedor, aunque no es esta institución la responsable de tal
estado de cosas. Los v ein te m illones de pesos que se gastan anualmente
en sostener la instrucción superior, nos obligan al cumplimiento de
ciertos deberes y nos dan el derecho de in terven ir en la v id a nacional,
tratando de ser útiles, al coadyuvar en la obra del perfeccionam iento
moral y m aterial de sus ciu d ad an os». Y más adelante : « l a situación
actual es paradoja! : la U n iversid ad in tervien e poco o nada en el gobier
no del país, aunque quienes gobiernan a éste son universitarios; la inne­
gable. acción de la U niversidad es, entonces, indirecta. P ero la m ayor
parte de esta obra no debe ser estéril; el resultado de los estudios, obser­
vaciones y trabajos de sus componentes, deben ser aprovechados m e­
diante su paso por el tam iz de la prueba, para su perfeccionam iento o
modificación, si ello fuera n ecesa rio .»
P resen té este mismo voto, referente a coste de la producción en la
—
39 —
Cuarta C onferencia Económ ica N acion al, efectuada en agosto del año
pasado, donde me tocó actuar como re la to r de la sección « Produ cción
P e c u a r ia », siendo aprobado.
Ig u a l suerte favorab le, tu vo en la P rim e ra Conferencia N acion al de
Com ercio celebrada por la Cámara A r g e n tin a de Com ercio en el co­
rrien te año, donde me correspondió presidir la sección com ercio a g ro ­
pecuario.
P e ro con toda la aprobación de prestigiosas in stitu cion es como las
que acabo de citar, la in ic ia tiv a 110 lia salido de tal, lo que sería visto
con sorpresa en cualquier otro país, donde no se com prendería cómo se
regula el com ercio de productos pecuarios entre nosotros si no conoce­
mos el coste de lo que producimos. En m ateria ganadera, la técnica de
la exp lotación ha llega d o en nuestro p a is a un elevad o p erfeccio n a m ien ­
t o : la com ercialización de los productos está to d a vía en los tiem pos
prim itivos.
E l conocim iento del coste es absolutam ente necesario, si querem os
tom ar cualquier medirla en defensa de la producción. N o com prendem os
como hubiera podido establecer el gob iern o estadounidense sus tarifas
proteccionistas, la « F ord n ey-M ac C om ber » prim ero, la « H a w le y Smoot »
más tarde, si no se hubiera hecho p reviam en te la determ inación de costes.
110 sólo para la producción interna sino tam bién para la de los países
considerados com petidores. Es así que Estados Unidos establece el coste
de la caseína o el lino argen tino y nuestro país no lo ha determ inado
oficialm ente.
Tam poco podrem os n egociar tratados de com ercio en condiciones v e n ­
tajosas, ni podremos gra va r en form a eq u ita tiva productos agropecu arios
extranjeros, sin conocer lo que cuestan los nuestros.
E l estudio de la producción y el reaju ste de sus d iferen tes factores,
quedaría fa cilita d o con una in vestiga ció n de la ín dole que indico. E x is ­
te, por fin, para mí, el argum ento m áxim o en fa v o r de la determ inación
del coste y es la fijación de precios m ínim os de ven ta, cuando ello sea
posible, procedim iento que no es viab le si no tenem os una cifra inicial
concreta.
E l único antecedente oficial que conozco, respecto a coste de produc­
ción de carnes, se remonta a 1922, en que la D irección de Ganadería,
por interm edio de la sección «F o m e n to G a n a d e ro », preparó un cálculo
básico de coste, el que fué enviado para inform e de la « Sociedad R u ral
A r g e n t in a » , « Sociedad R ural de R o s a r io » y «A s o c ia c ió n A r g e n tin a
Criadores de Shorthorn » . D e las contestaciones recibidas, agregadas a
las de las sociedades rurales de Concordia y M ercedes (C orrientes), qu ie­
nes efectuaron un interesante estudio regional, se obtu vieron elem entos
de ju icio, para cuyo estudio y dictam en fui designado. M i inform e p u b li­
cado en el L ib ro
A z u l del
M in isterio de A g ric u ltu ra
(págs. 178 y
—
40 —
sigs.), llegó a la conclusión de que el coste de producción era, en aquella
época, de 18 centavos la lib ra de carne, equivalente a 24 centavos el
k ilo de ganado vivo.
Bu cuanto a la distribución de este precio, correspondería 10,66 cen­
tavos por kilo a todos los gastos, menos el arrendam iento y 13,34 cen­
tavos por este últim o concepto. Es aquí donde se comprueba la im por­
tancia preponderante que tiene el valor del campo en la cría y engorde
del ganado bovino, desde que el solo renglón arrendamiento significa
más que todas las otras erogaciones que origina la explotación, reunidas.
Sería el caso, entonces, de encarar la posibilidad de reducir arrenda­
mientos o acomodar la explotación en forma tal, que pueda hacerse en
campos más baratos.
D esde 1922 a la fecha la economía de la explotación ganadera no ha
variado m ayormente, pero es menester que se efectúen investigaciones
oficiales para que las cifras indicadas sean actualizadas.
V eam os ahora qué puede hacerse para m ejorar el actual estado de
C O S ílS .
Las medidas aconsejadas hasta el presente pueden divid irse en dos
grupos : las que atañen directam ente al productor, que podríamos lla ­
mar medidas de fomento, y las atingentes de los industrializadores y
com erciantes de productos pecuarios, lín general, todos los que lian
estudiado el problema, se particularizan con el productor, tratando que
la explotación ganadera sea facilitada y que se disminuyan los costos a
fin de colocar los productos a menor precio en los mercados consumido­
res. P ero es conveniente no o lvid ar la otra faz del problema, la referente
al indu strializador y comerciante, estableciéndole obligaciones, desde
que en la actualidad, y está sobradamente comprobado, es el único que
obtiene beneficios en el negocio. Sería inútil extrem ar las cosas para
obtener un coste menor en dos centavos, por k ilo de ganado v iv o p ro ­
ducido, si luego las empresas industrializadoras, por maniobras comer­
ciales fáciles para ellas, se apoderaran de esta diferencia. A n te lo que
hemos visto, no es mucha suspicacia el sospecharlo. H ay que estabilizar
la situación, ante todo, para que esto no pueda p ro d u cirse; que el hacen­
dado tenga la seguridad de que la economía obtenida en la explotación
será para él y no para el comerciante.
X o v o y a extenderm e, por consiguiente, en las ventajas del crédito
largo, rebaja de fletes y disminución de arrendamientos. Son puntos so­
bre los que me lia tocado inform ar en distintas oportu n idades; lo lie
hecho detenidam ente y no quisiera repetirm e. A g re g a ré solamente, res­
pecto a-1 crédito, que es sensible que el Senado no haya despachado
tod avía el proyecto de « crédito agrario » ya aprobado por la Cámara de
Diputados, proyecto cuyo mecanismo aporta, sin duda alguna, ventajas,
—
41 —
in existen tes eu la actu alidad, para quienes se dedican a la e x p lo ta ció n
agropecuaria. H a y que in sistir en que la v en ta ja fundam ental del p ro ­
yecto está en el créd ito largo y 110 en el créd ito m is m o : y d igo esto p o r­
que es bastante común la creencia de que la le y m antendrá los mismos
préstamos actuales cam biando solam ente la sección del Banco de la N a ­
ción donde se hace la operación, sin ten er en cuenta que los créd itos
actuales son de plazo corto e inadecuados, por con siguien te, para las n e­
cesidades de agricu ltores y ganaderos.
V o y a particu larizarm e en la organización, reglam en tación y v ig ila n ­
cia del com ercio e in du strialización de productos pecuarios, punto v ita l
a mi ju icio , desde que de él depende su futuro éxito.
El P o d e r E jecu tivo ha en viad o al Congreso un p royecto de ley, crean­
do la Junta N acion al de Carnes, in stitu ción que se encargaría, entre
otras cosas, « d e establecer normas de clasificación de ganado y carnes
para consumo interno y exportación , fiscalización de bodegas y regu la ­
ción de embarques, organización de la propaganda com ercial en el e x te ­
rior, v ig ila n c ia en el cum plim iento de la ley anti-trust (11 .¡¿10), creación
de mecanismos industriales y com erciales que sean necesarios para la
defensa de la ganadería » . Y
por si hubiera alguna duda respecto al
últim o punto, o sea el referen te a creación de mecanismos industriales
necesarios para la defensa de la ganadería, en vía el P o d e r E jecu tivo
otro p royecto, creando el frig o rífic o nacional de la Capital F ed era l,
tom ando corno base el actual m atadero y frig o rífic o m unicipal.
Considero muy titiles todas las atribuciones que acuerda el P o d e r
E jecu tivo, por el p royecto de referencia, a la Junta N acional a crearse,
en lo que atañe a fiscalización y propaganda ; pero se com ete un g ra v e
error cuando se piensa crear un organism o de com petencia de los fr ig o ­
ríficos, a base de un establecim iento mal ubicado, pues 110 fué instalado
para tal fin.
El frigo rífico y matadero m unicipal actual fué creado a fin de que la
faena del ganado destinado al consumo de la población de la C apital,
fuera hecha más h igién ica y económ icam ente, cosa im posible de obtener
con el antiguo matadero. Su ubicación, apropiada para este fin, es in a­
decuada para la producción de carnes de exportación, desde que se re ­
qu eriría d ifíc il y cara tarea para el tran sporte de los productos desde el
lu gar de industrialización hasta las cámaras frigo rífica s a bordo. U 11 f r i­
gorífico de exportación debe estar situado ju n to a aguas hondas, lo que
perm ite trasladar directam ente desde el lu gar de faena hasta el barco
que conducirá a destino, sin recargo de gastos.
E ste sim ple hecho de la ubicación haría d ifíc il la com petencia con las
empresas actuales; pero hay otros m otivos im portantes que me inducen
a no aceptar la m edida proyectada.
En prim er lugar se piensa establecer, por in term edio de la Junta de
—
42 —
carnes, una com petencia directa contra las actuales empresas de faena y
exportación. Con un capital nominal a realizarse, subscripto a largos
plazos, desde que provendrá de un nuevo impuesto que se establecerá a
la faena, quiere com petirse con empresas que tienen 400.000.000 de p e­
sos y que estarán dispuestas, fácil es el pronóstico, a luchar con todos
sus elementos para hacer fracasar la iniciativa. Los que seguimos de
cerca estas luchas por el predom inio de los mercados de consumo, in i­
ciadas hace 20 años por los frigoríficos norteamericanos, en cuanto se
instalaron en el país, no podemos hacernos ilusiones al respecto. R ec o r­
demos la suerte que cupo al frigorífico « La Blanca » , creado con capita­
les argentinos, absorbido por los americanos: igual suerte corrió más
tarde el frigo rífico « A r g e n t i n o » , después « W ilson » y por fin, como
com plemento, la situación actual del frigorífico « L a N e g r a » o Sansinena, a consecuencia de la misma lucha comercial.
Im agín ese lo que significaría para la moral de los productores y para
el porven ir de la producción ganadera del país, el fracaso de una em pre­
sa en que se ponen las últimas esperanzas. Nada habría que decir, enton­
ces, contra la acción de los frigoríficos, si el listado y las entidades ga
naderas dejaran sentado que no fueron capaces, por sus propios medios,
de resolver una situación y un negocio, que da tantos beneficios a quie
nes lo explotan actualmente.
H a y otra cuestión económica que 110 debe olvid arse : el gobierno in ­
glés ha de fijar, según lo resuelto en Ottawa. y por lo que se sabe apro­
xim adam ente, una cuota de im portación de carnes, cuota que no se podrásobrepasar y que será anual.
A l establecerse el nuevo frigo rífico de exportación, proyectado por el
Estado, se aumenta el capital de explotación de la industria, no pudiendo hacer igual con la cantidad de ganado faenado y a exportar, que es­
tará som etido a la cuota restrictiva a que nos hemos referido. A mayor
capital e igual producción, vendría un recargo en el coste de industria­
lización, recargo que pagaría el productor, por disminución del precio
de venta de su ganado en pie. Sería, el procedim iento, como construir
una línea férrea'en la zona de influencia de otra, para obtener una dis­
minución de tarifas; sufrirían los capitales y a la larga pagaría el trans­
portador.
Se habla en el proyecto del P od er E jecu tivo, respecto a nacionaliza­
ción del m atadero municipal, de una capacidad teórica de faena de 4000
cabezas por jorn ada de ocho horas; esta cifra, para quienes conocen el
mecanismo del
establecim iento, sigue siendo teórica. E l día que el
matadero municipal tenga que encargarse de la totalidad de la provisión
de carne a la Capital Federal, ya tendrá suficientes dificultades, sin
procurarse otras nuevas tratando de faenar ganado para exportación.
N o hay que o lvid a r que actualm ente los frigoríficos introducen d iaria­
—
43 —
mente 1500 reses, para consumo de la población, de cuya faena se libra
e l m atadero municipal.
Si al nacionalizarse el m atadero m unicipal, transform ándolo en fr ig o ­
rífico para exportación, se m antuviera la actual situación, nos encon tra­
ríamos con un evid en te con trasen tido : el E stad o in stalaría un e s ta b lec i­
m iento para exp orta r 200.000 cabezas al año, como m áxim o, desde que
no podría establecérsele una cuota m ayor sin gran desm edro para los
demás, exportación que estaría lib rad a a todos los p eligros de una com ­
petencia, seguram ente d esfa vora b le para él. En cam bio, se dejaría a los
frigo rífico s particulares, que faenaran 500.000 cabezas al año, para pro
veer a la C apital F ed era l, cuando la M u n icip alid ad puede y debe hacerlo
en su establecim iento, que para eso ha sido creado, sin com peten cia y
con beneficio para produ ctor y consum idor (').
L o m ejor y más práctico, en este caso, es que cada entidad atien da lo
que le concierne directam ente, sin inm iscuirse en el n egocio ajeno. Que
los frigoríficos se dediquen a la faena para exp ortación , pues fueron
creados para eso; que la M u n icip alid ad provea el total del consumo de
su población, pues para eso in staló tam bién su m atadero m odelo.
Con la exp ropiación que p ro yecta el P o d e r E je c u tiv o en su proyecto,
la M u n icipalidad haría un desastroso negocio. R ecib iría , en com pensa­
ción del dinero in v e rtid o en la construcción e instalación del m atadero
modelo, producto de un em préstito y que d even ga pesados intereses, un
bono por 10 m illones de pesos, que le daría derecho a un porcentaje p ro­
porcional de los beneficios que se obtu vieran . P ien s o que en la empresa
(le com petencia en que se em barcaría la Junta de carnes, no daría ben e­
ficios y sí, posiblem ente, fuertes pérdidas. L a M un icipalidad perdería un
fu erte capital cuyo servicio y am ortización tendría que segu ir haciendo
<le rentas generales, por muchos años. T od o esto, salvo el caso, y me an ­
ticip o a la réplica porque he oído el argum ento, de que se dedicaran las
m ayores activid ad es del establecim iento a la faena de ganado para la
O a p ita l; pero si esto sucediera, será m ejor dejar las cosas como están
actualm ente, porque se trata en el presente m om ento de m ejorar la s i­
tuación de los productores de ganado, tip o exportación, que es desas­
trosa.
En cuanto a la realización del cap ital n ecesario para el fun cion a­
miento del frig o rífic o nacional, no podrá ser obten ido hasta dentro de
dos años como mínimo, siem pre que la le y correspon dien te sea sancio­
nada en el presente año, lo que se presenta d ifíc il; la m odificación d é la s
instalaciones, construcción de cámaras frigoríficas y otros detalles, lle ­
varían tam bién mucho tiem po. T od o se haría, según el p ro yecto despa­
chado por la com isión resp ectiva de la Cámara de D iputados, con un
( ' ) E l tratado Roca-Runcinian, acordó, más ta rde, esa cifr a ap ro xim ada.
—
44 —
impuesto al ganado, de larga y d ifíc il recaudación. Pieu so que cuando
este asunto sea viable, muchos hacendados habrán llegado al agota­
m iento y otros habrán muerto de consunción.
N ecesitam os medidas más inm ediatas y más eficaces. D ebe comen­
zarse por el monopolio de la matanza para consumo de la C apital; la
M unicipalidad tiene atribuciones para establecerlo y es inconcebible
que teniendo un establecim iento, creado para tal fin, perm ita la in tro­
ducción de carne, de ganado que se faena, fuera de su jurisdicción, en los
frigoríficos.
E n 1931 el m atadero municipal contribuye a la provisión d é la pobla­
ción con el 54 por ciento de carne de bovino, introduciéndose a la Capi­
tal el 40 por cien to; las cifras correspondientes a ovinos son 61 y 39 por
ciento respectivam ente. Los porcentajes introducidos por frigoríficosr
representan 500.000 vacunos y 500.000 lanares, substraídos a la acción
reguladora del establecim iento
E l m onopolio de la provisión de carne a la Capital, daría a la institu­
ción que lo tuviera, el control de compra sobre 1.000.000 de vacunos y
1.500.000 lanares por año, con cuya cifra se podría influir en el mercado
y rom per el entendim iento de los frigoríficos, obligándolos a pagar
mayores precios que los actuales, com pitiendo en la compi’a.
Esta m edida obligaría tam bién a los frigoríficos a dedicar m ayor aten­
ción al mercado exterior, pues por a llí tendrían que dar salida al ganado
<pie dejaran de faenar para la Capital. T a l vez entonces rem itieran a
Ita lia y otros países de Europa, carne de tip o continental argentino, en
lugar de en viar carne uruguaya o brasileña, como hacen ahora.
El matadero frigorífico municipal puede prestar servicio eficaz en la
producción de carne para exportación, en un solo caso : cuando las
empresas, considerándose afectadas en sus p rivilegio s, resolvieran cerrar
sus establecim ientos, anulando por consiguiente las compras de ganado.
Entonces sí, este m atadero sería la vá lvu la de escape para que los
hacendados pudieran vender sus novillos, mientras se arbitraran otras
medidas que resolvieran la situación.
H a y quien piensa que al tener la Junta N acional de Carnes el control
de los embarques, podría resolver la situación del establecim iento muni­
cipal, m ediante la fijación, para él, de una cuota de exportación. P ero
esta cuota, que debe ser restada de la que la Conferencia actual fija a
cada frigorífico, nunca podría ser m ayor que el 10 por ciento del total
de la exportación, o sea menos que 200.000 vacunos anuales, cuya faena
y elaboración sería afrontada con todos los riesgos inherentes al negocio
y a los cuales ya nos hemos referido. En cambio, he m anifestado hace un
momento, que el m onopolio de la provisión de carne a la Capital, medida
parfectam entc legal, daría a la Junta el control de más de 500.000 vacu ­
nos sin riesgos de ninguna especie y con beneficios evidentes para la
—
45 —
población consum idora y el productor, pues se estab lecería un p recio
m ínim o de com pra de n o villo s y un p recio m áxim o de v en ta de su carne
en las carnicerías, tal como lo establece la le y 11.227, b oycotead a en
mala hora, y cuya aplicación es de urgencia. L o s únicos p erju dicados
por este mecanismo serían los in term ed ia rios; pero un p erju icio re la tiv o ,
dado los elevados beneficios que perciben actualm ente.
Cuando se hicieron los estudios para p ro yecta r la le y 11.227, la D ir e c ­
ción de G anadería preparó una serie de planillas, en cuya elaboración
me tocó una parte im portante y en que se dem ostraba que el p rodu ctor
podía re cib ir un p recio rem unerador por su ganado, el consum idor podía
com prar a un p recio m enor que el de actu alidad en aquel entonces, qu e­
dando to d a v ía un beneficio e q u ita tivo para el in term ediario. P oseo copias
de aquellas planillas, las que agregaré a este estudio.
Señores : he dicho que la creación de la Junta de carnes lleva la
solución del problem a a un largo plazo, porque los procedim ien tos que
se aconsejan son d ilatorios, p or m uy buena volu n tad que se ponga en
lleva rlos a la práctica. H a y que buscar algo más rá p id o ; algo de in m e­
diata aplicación, que am plíe el h orizon te del produ ctor y le lle v e en
seguida el a liv io de que está tan necesitado.
E l estado tien e el rem edio en sus manos, requ iriéndose solam ente una
cierta dosis de energía para aplicarlo. C onsiste en poner en v ig o r la ley
11.227, actualm ente en desuso, pero que no ha sido derogada.
L a historia de esta le y es muy conocida, pero con vien e recordarla.
Fu é sancionada el 3 de octubre de 1923, en una época en que las circu n s­
tancias eran parecidas a las presentes; ella establecía en su artícu lo p r i­
mero : « facúltase al P o d e r E jec u tivo para fijar periód icam en te : a) los
precios mínimos de com pra para la carne b ovin a y los anim ales que la
produzcan, con destino a la exportación, el que no prodrá ser in fe rio r al
precio m edio de costo calculado, b) en la capital de la repú blica y te r r i­
torios nacionales, el precio m áxim o de v en ta al público de las carnes
destinadas al consumo interno » .
H e aquí todo el problem a en pocas palabras : el in term ediario debe
pagar al productor, para la carne de exportación, un precio que no podrá
ser m enor que su costo de produ cción; el com erciante, a su vez, no
podrá cobrar por la carne de consumo en el país, un p recio m ayor que
el m áxim o establecido en la reglam entación de la ley.
A l ser puesta la le y en v ig o r, las empresas de frigo rífico s se abstienen
de comprar ganado, provocando una situación d ifíc il a los hacendados,
quienes encontrándose al poco tiem po con los campos abarrotados de
hacienda, piden y obtienen la suspensión de sus efectos, suspensión que
dura hasta el presente.
¿ Fracasó la le y ? A
mi ju ic io no, desde que no fué p osible apreciar
—
46 —
sus efectos, por falta de aplicación. ¿E ra mala? Tampoco, desde que
correspondía a un principio de equidad : dar a cada uno lo que le co­
rresponde.
E l error de principio consistió, en aquel entonces, en poner la ley en
v ig o r sin seguridad de poder aplicarla. Se establecía para los frig o rí­
ficos la obligación de comprar a determ inado precio si es que compraban,
pero no había, como no podrá haberlo, un instrumento que pudiera o b li­
ga r a las empresas a comprar. Todo era im provisado, de modo que los
productores tuvieron que pasar por las horcas caudinas y v o lv e r a la
situación anterior a la ley.
A n tes de poner de nuevo eu vigen cia la ley de precio mínimo, hay
que contar con la reserva de uno o más frigoríficos, por si las empresas
se rehúsan a comprar ganado, evitándose así la repetición de la situa­
ción creada en 192o; es a este efecto que considero útil la acción del
matadero frigorífico municipal.
Convendría com pletar la ley 11.227, con un artículo adicional que es­
tableciera : « la faena e industrialización del ganado con destino a e x ­
portación es servicio público » . Esto daría derecho al Estado a in te rv e ­
nir cualquier frigorífico en cuanto deje de funcionar o en cuanto lo haga
en una medida muy in ferior a su capacidad de producción, la cual se
determ inaría en la reglam entación correspondiente.
E stablecidas estas condiciones, las empresas se cuidarían de presio­
nar a los productores mediante la suspensión de compras, pues el Estado
acudiría a substituirlas en sus propios establecim ientos.
Au nqu e no pueda asegurarse lo que sucedería, entiendo que no v o l­
vería a producirse la situación de 1923; bastaría la declaratoria de ser­
vicio público, para que las empresas volvieran a la legalidad.
En cuanto a la atribución del Estado para in terven ir en los negocios
de los frigoríficos, desconocida por las empresas pretextando derechos
que la Constitución les acuerda, no olvidem os, como lo he dicho ante­
riorm ente, que en 1913 las empresas inglesas pedían au xilio al gobierno
nacional, contra la acción de las empresas norteamericanas, reconocién­
dole, con esto, la facultad de intervenir.
Insistam os un poco más en este argumento, porque su seriedad lo
impone. Supongamos que por un m otivo cualquiera, las distintas em ­
presas resolvieran suspender la faena en el país; ¿quedaría el gobierno
cruzado de brazos ? M e im agino que tendría que in terven ir de inmediato
cualesquiera que pudieran ser las condiciones constitucionales que se
invocaran. Piénsese que cuando fue sancionada la Constitución de 1853,
no existían frigoríficos, trust y otras cosas parecidas, que han hecho tan
d ifíc il la vida al común de los humanos modernos.
N o se piense que esta presunción de cierre total de frigoríficos sea
utópica. Las empresas existentes en el país son de absoluta necesidad
—
47 —
para nosotros, pues qne sin ellas no podríam os e x p o rta r la m ayoría de
los productos pecuarios; el caso in verso no responde al mismo postula
do : las empresas establecidas aquí tienen establecim ientos en muchos
otros países del mundo podrían
pasarse sin nosotros, de momento.
H a y que estar preparados p or si la situación se p rodu jera; en caso con ­
trario no hay fórm ula constitucional que nos salve.
En cuanto al mecanismo de la aplicación del p recio mínimo, es im ­
portante, aunque accesorio de la disposición misma.
E l precio mínim o a establecerse puede ser directo, es decir, m ediante
la fijación de una cifra, ten ien do en cuenta el coste de producción. Se
contem plaría la situación de las em presas indu strializadoras, al ten er
en cuenta, para la fijación an terior, todos los gastos de in du strialización
y com ercialización que tienen las carnes, desde que sale el n o v illo de
poder del ven dedor hasta que el producto lle g a al consumidor. E l precio
mínimo de com pra del ganado en pie sería estab lecido rnensualmente
por la Junta de carnes, o cualquier otra entidad análoga que se estab le­
ciera para tal e fe c to : sería va ria b le, según la resu ltante de los d ife re n ­
tes factores a que me acabo de referir.
O tra manera de aplicar el precio mínimo, que e v ita ría qu alqu ier taclia
de iuconstitucionalidad que quiera aplicarse al procedim iento, consistiría
en establecer un im puesto de exp orta ción a las carnes, im puesto elástico
y tanto m ayor cuanto menor fuera el p recio pagado por el ganado en pie.
por las empresas indu strializadoras y anulable cuando la cotización del
ganado v iv o lle ga ra a la mínima establecida por la Junta de carnes. Soy
partidario del prim er procedim iento, que es más sencillo, y no de este
últim o, pues para mí no h ay dudas respecto a la aplicación de una m e­
dida que ya tien e fuerza de ley.
En Estados Unidos, durante la guerra europea, no se tu vieron m a­
yorm en te en cuenta los escrúpulos seudoconstitucionales que atacan a
las empresas de frigoríficos, cuando se les toca en sus beneficios, pero
que olvidan inm ediatam ente al establecer el sistema del com prador ú n i­
co, las cuotas de exportación, la. clasificación caprichosa y m aliciosa del
ganado, en detrim ento del vendedor, y otros procedim ientos análogos.
Se fijó allá, lisa y llanam ente, un beneficio m áxim o para los frigoríficos
equ ivalen te al 9 por ciento del capital in vertid o en la empresa. Las ap e­
laciones no progresaron y la lim itación fué declarada legal.
N o convendría ap licar el p recio mínimo, por el momento, sino a la
carne enfriada, que en realidad no puede tener com petencia. Sabemos
que no es conveniente su fijación para las carnes congeladas, las de o v i­
no, o las lanas porque sería favorecer con ello a A u stra lia , nuestro com ­
petidor; pero en cuanto al chilled beef somos el p roveed or del Ile in o
Unido, en su casi totalidad, por obra de las circunstancias que lie enun­
ciado al in iciar esta conferencia.
—
48 —
P o r lo clemás es natural que al valorizar el chilled beef, subieran de
precio, por reacción natural, las demás carnes bovinas del país.
Cada centavo que sé abona de menos por kilo de carne de ganado
para exportación, significa para los productores una pérdida anual de
10 millones de pesos; si agregam os el ganado para consumo interno,
cuya cotización es arrastrada por la del tipo superior, esta diferencia
alcauza a 25 m illones de pesos, por cada centavo-kilovivo. Piénsese se­
ñores, que de seis meses a hoy las cotizaciones d « la carne han bajado
cinco centavos por k ilo en el país, para el vendedor del n ovillo ; mien­
tras que el precio de venta de los frigoríficos, en Sm ithfield, perma­
nece estacionario, no habiendo variado tampoco en este lapso de tiem po
los costos de industrialización y com ercialización.
Señores, la declaración, por ley, que la industria frigorífica es de
servicio p ú b lic o ; el establecim iento del precio mínimo para el ganado
tipo chilled de exportación ; el monopolio de la provisión de carne a la
Capital por el matadero frigorífico municipal, son medidas perentorias.
M ientras no se apliquen, nada se conseguirá; mellaremos las armas y
las empresas seguirán imponiendo su voluntad, dominando como hasta
el presente.
N o sabemos de seguro la suerte que se ha fijado en O taw a a nuestras
carnes; pero si, como parece, tenemos una cuota fija de exportación para
el futuro, será conveniente que los productores vayan encarando la con­
veniencia de presentar n ovillos jóven es, de 18 a 24 meses como m áxi­
mo, al estilo del baby beef de los norteamericanos. E l ganado livian o se
cotiza mejor porque su carne tiene más fácil venta y además su exp or­
tación contribuiría a mejorar artificialm ente nuestra cuota. En lugar de
en viar anualmente a Sm ithfield 6.000.000 de cuartos de 78 kilos, en via­
ríamos 6.500.000 de 72 kilos, o, mejor todavía, 7.000.000 de cuar­
tos de 66 kilos, los que corresponderían a n o villito s de 440 kilos en pie.
N u estra exportación aumentaría así, con la misma cuota, entre 125.000
y 250.000 cabezas, más que en la actualidad. Eu lugar de un millón
y medio de reses se enviarían a Gran Bretaña hasta 1.750.000 reses,
aumento respetable para esta época y que contribuiría a entonar el m er­
cado.
Y , aunque el consejo parezca im posible de practicaren este momento,
no descuidar el mercado norteamericano. P o r una acción serena y en érgi­
ca, pienso que podemos obtener allí algunas ventajas para nuestros p ro ­
ductos pecuarios, que han sido desalojados con derechos de aduana que
podemos calificar como prohibitivos. N uestro balance com ercial, dem a­
siado favorab le para Estados Unidos, me da derecho a opinar de esta
manera.
E l ingeniero Duhau, ex presidente de la Sociedad Rural A rgen tin a ,
—
49 —
estudió este asunto a fondo y fue a d ecir las verdades al p ropio terreno
de los hechos, m anifestando en el Congreso panam ericano de W a s h in g ­
ton, en m ayo de 1927, que si E stados U n idos comprara a la R ep ú b lica A r
gen tin a el 5 p or cien to de la carne b ovin a que los norteam ericanos con­
sumen, no se p erju dicaría el produ ctor Y a n k ee, pues cantidad tan ínfima
proporcionalm ente, no p od ría considerarse suficiente para influ ir en las
cotizacion es de los mercados. Y , sin em bargo, este 5 por cien to re p re ­
sentaría para nuestro país una exportación de 350.000.000 de libras de
carne, o sean 530.000 n o villo s de 500 kilos peso v iv o . Im a gín ese lo que
sign ificaría para el país un aum ento sem ejante en su cuota de exporta
ción anual.
V o y a term in ar esta disertación, que tal v e z se ha hecho pesada, pues
el tema no se presta mucho a la am enidad. P o d rá parecer tam bién que
h e dicho las cosas un poco crudam ente, pero no lie podido hacerlo de
otra m anera: la verd ad es una sola y hay que decirla aunque parezca
dura, cuando no hay otro rem edio. P o n g o en casos como éste, la v e h e ­
m encia natural de quien está encariñado con los asuntos que estudia,
sin más interés que el del ciudadano que desea aportar algo a la p ros­
peridad de su país y que cree cum plir con una obligación tam bién hacia
la U n iversid ad , al trata r estos asuntos desde la cátedra.
P od rá parecer tam bién que soy excesivam en te optim ista respecto a
nuestra producción de carnes y quiero recordar entonces, porque me
agrad a estar en buena compañía, la opinión del d octor D u n lop You n g.
d elegad o In g lé s al C ongreso del frío, recien tem ente realizado, quien se
ha expresado así : « D uran te más de 30 años lie estado al servicio de la
M u n icip alid ad de Lon dres y rea liza d o inspecciones de haciendas de in ­
finidad de países. Conozco casi todo el mundo y mi crite rio es in flexib le
en lo que se refiere a la calidad y a los beneficios de continuar compran
do carne argentina. N i N u ev a Zelan dia, ni A u stra lia , Francia, Suiza.
B élgica , H olanda, Canadá, Estados U n id os de A m érica , en una palabra,
ningún país, tien e la calidad de carne que ofrece la R ep ú b lica A r g e n t i­
na. D urante años y años he exam inado y estudiado la carne argentina
com o je fe de la inspección v eterin a ria de S in itlifield y tam bién opino
que ninguna otra la podrá substituir. »
Es un v ie jo profesion al inglés, sabio, frío y desapasionado, quien dice
esto.
S e ñ o re s : las soluciones que aconsejo, a mi ju ic io las m ejores en las
presentes circunstancias, no son absolutas ni im p e r a tiv a s ; es necesario
su estudio, discusión y aun m odificaciones, si ello se ofrece. Se trata de
un conjunto de medidas, que pueden aplicarse coordinada o separada­
mente, que ofrezco como contribución a la solución del problem a.
Sin ser fatalista, pienso que el determ inism o h istórico o económ ico no
—
50
-
es vana frase. Cada cosa vien e cuando debe ven ir y no conviene forzar
los acontecimientos.
Estas mismas medidas tal vez hubieran sido juzgadas en otra forma,
tiem po atrás; pero los hechos se han precipitado y las hacen necesarias;
el am biente está también maduro para ellas.
A p licad as con ju sticia, sin pasión, con criterio exacto de los derechos
y obligaciones de todos, no son tiránicas. N o atacan ninguna libertad,
salvo la de aquellos que con concepto tan magnánimo, tratan de encu­
b rir propósitos perjudiciales para el país y sus habitantes.
A P E N D IC E
CUADRO I
Costo de producción de la c a rn e
(Cálculo basado en una producción de 430.000 Ulnas de, carne i>or legua)
A rrendam iento
«le] campo
por hectárea
en $ ni/n
-
Costo por libra
i;ll concepto
de arrendamiento
en $ iii/ii
Costo por libra
Costo total
por personal
y otros gastos
en $ ín/n
(le producción
por libra
0,10762
en
m/n
O
0 ,02906
0 ,07 8 5 6
6
0 ,03488
0 ,07 8 5 6
0,11344
7
0 ,0407
0 ,07 8 5 6
0 ,11926
8
0,04651
0,07856
0 ,12507
9
0 ,05232
0 ,07856
0,13088
10
0 ,05813
0 ,07856
0,13669
11
0,06394
0,07856
0,14 2 5 0
12
0,06975
0 ,07856
0,14831
13
0,07556
0 .07856
0,15412
14
0,08137
0 ,07856
0 ,15993
15
0,08721
0,07856
0,16577
16
0,09302
0,07856
0 ,17158
17
0 ,09883
0 ,07856
0 ,17 7 3 9
18
0 ,10465
0 ,07856
0,18321
19
0 ,11046
0 ,07856
0,18902
20
0 ,11627
0 ,07856
0,19483
21
0 ,12208
0 ,07 8 5 6
0 ,20 0 6 4
22
0 ,12 7 9 0
0 ,0 7 8 5 6
0,20646
23
0,13371
0 .07 8 5 6
0,21227
24
0 ,13952
0 ,07856
0 ,21808
25
0 ,14534
0 ,07856
0,22390
51 —
O IC t—
CO
»O
0
©
10
CO
N
al abastecedor y al c a rn ic e ro
IO
—
CO
-H
X
co
CO
01
»0
0
~0 •'
0
í~
X
o
©
GC
oo
OI
CO
t-
permitido
© 1-1 o*
y;
o t- io
iO ©
-r
00
(M
h
0
i0
r—
L
í -O
CI
M
© -*
t- i-H n
Ol
ifi co
Ol
t-H
©
N
©
co
©
■—>
-T
co
-r
_f
©
r*—!
^-1
OI
OI
cO
X
CO
1C
©
©
OI
co
co
©
©
©
Ol
co
co
oí
có
O)
T1
CO
l—
l—
©
—
©
©
X
J-0
X
X
L—
Ol
OI
co
©
X
L'*—< Ol
©
co
©
CO
Ol
X
OI
iOl
1—■ OI
©
OI
TI
©
L'"
S
0
>0 m OI
CO
OI
OI
L—
X
_r;
£
©
Ol
—
© 1— 01
lO
OI
-J*
0
©
©
o
©
co
0
o
© 01 co
de venta
máximo
0
X
CO
iO
CO
Ol
©
CO
©
©
©
OI
OI
CO
X
•“
TI
l—
1— 1
©
1—
x
00
0
—
0
01
i-l -H
-#
0
OI
0
CO
i ..
©
O
1-H
—
1
aplicar
la Ley 11227. Precio
Oí
Ol
»O OI
i-H Ol
*—<
#
o w w
OI
co
■^r
W
CM M M
<M
co
10
0
CO M W
1(5
l '-
Ol
O
CO
co oí co
©
co
©
-n
20
N
35 *► ©
Tablas
para
%°
© «5
®
r-j
►
S,
o —
O
eS
£-
c w
¿
O^
& w s
O
O .2
J o
c
x (A -4
tn
«
o c o |
O O O
O O O Z*
5
<D D
r^¡ r—
O
O
o
«
=
^ s
>
P
c
>
¿
<U +2
u
í- ©
c c -
® *
í
©
O
C
iH
O
X1
X
ce
C O CO
O ’-I 0-1
ce
ir: oo ce
TT r-H <m
oo
o ce o
-* i-H cq
-*
(M
i-H 05
C<l
co
CO
O
H C
cO
’T N
s^t
II
o-onri,
o co o
C
C 1-1 ce
C U A DR O
O O Ci
n
m
cq
O
CM
CC
r-C
^
iM
>n
co
O1
C
C
>
ct'
o
cS
>
c"
o
o
o
o
-4-»
2
*3
o
c
>
=e
^
03
rs
y:
O
o
a> p4 o
&
07
rS ^
o
>
3 3
e3
^
u
O
O
Ph P<
a>
&: 9i
O
o
O
o
*
fl
©
•u
•P-
o
f-
s
a)
c
o
S 5
o .t:
a
^ _
C® u
° ®
total del animal. Deduciendo
«c
p<
o
M
u
ffi ^ fe
e5
O
>
&
S
o
C.
t©
Z3
o
Ph
si—
v
W
S
O
o
o
u
O O a Ph
*
neto). Se agrega a
el costo líquido
total, el importe
«lO 0h0 ec
el m atarife.
O
»fí <M <N
de la venta
iC
para
«
M
beneficio
«
O
como
O
C£
ciento
o
>>
cí
20 por
t»
líquido, un
o
o cq -*
precio
o
este
Cfi ce
W«
(peso
o
en kilogramos
O
de los subproductos, se obtiene
O
»fí
t(C
N
«t
n
de la res, por su peso
m
»C t- ^
co w ifi
líquido
o
co
el costo
© •<*
W
costo
N
dividiendo
t-
»O
de este
10 >o o:
<M
se obtiene
l—
o
o
«
o ffi ifi
de carne
»c
kilogramo
o
por
(M
El precio
O
® w ^
de la res.
O
52 —
la carnicería, da el costo
—
-
53 —
CUA DR O III
D e ta lle de precio de costo y de v e n ta p e rm itido p a r a el ganad o bovino (')
No villos
y CODSUDIO
$
Costo por kilo en p i e ...................
m/n
0,16
V a c a s gordas
y
c on su m o
V aqu illon as
$
$ m/n
m/u
0, 192
0, 133
50
Ternero«
.? m/n
0,227
Costo de la res en p i e .................
80
60
Gastos de faenas y t r a n s p o r t e s . .
8
8
8
6, 50
88
68
58
56,50
P o r venta de subproductos. . .
23 ,6 5
23, 87
13,15
7, 25
Costo de la carne ca da res . . .
64 ,35
44, 13
44,85
4Í) ,25
Costo t o t a l ......................................
50
A deducir :
Costo re al p o r kilo de carne :
A l m a t a rife .................................
0,2340
o, 1786
0.3136
20 p or ciento de r e c a r g o ........
0,2808
o, 2143
0,3763
0.4884
30 p or ciento de r e c a r g o ........
0,3042
o, 2322
0,4077
0 . 5 2 ‘U
(*) L o s rendimien tos en carne se han calcula do eu la fo rm a
0,407
siguiente : novillos.
275 k i lo g r a m o s ; vacas, 247 k i l o g r a m o s ; vaq uill o n as , 143 k i l o g r a m o s ; terneros, 121
kilo gram o s.
A N . AC. NAC. A G R . T
VET. —
T. I
Descargar