Modernidad, crueldad y exclusión del sujeto, o las contradanzas del

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Modernidad, crueldad y exclusión del sujeto,
o las contradanzas del discurso capitalista*
Jua n C a r lo s S uz u n ag a Q u i n ta n a**
Universidad Distrital Francisco José de Caldas, Bogotá, Colombia
* Este artículo es producto del trabajo de investigación en la Línea de Investigacion
Psicoanálisis y Problemas Sociales Contemporáneos, la cual pertenece al Grupo de
Investigacion: Psicoanálisis, Sujeto y Sociedad, del Departamento de Psicoanalisis, de
la Universidad de Antioquia, Colombia.
Modernidad, crueldad
y exclusión del sujeto,
o las contradanzas del
discurso capitalista
Modernité, cruauté et
exclusion du sujet ou
les contredanses du
discours capitaliste
Modernity, Cruelty
and Exclusion of the
Subject, or the Capitalist
Discourse Contra Dances
A pocos años de iniciarse el siglo
XXI, la humanidad experimenta contradicciones inéditas en su historia.
Por una parte, vivencia el dominio
de la ciencia sobre la naturaleza, así
como los avances tecnológicos y un
confort, nunca antes vistos, pero, la
crueldad y la segregación son cada
vez más frecuentes y exacerbadas.
Este texto pretende mostrar que
el par crueldad-vulnerabilidad es
inherente tanto a la constitución
del sujeto a partir del Otro, como
al vínculo social y, también, que
su aparición es posible gracias a
condiciones históricas, como es el
caso del neoliberalismo.
Peu après le début du XXIème siècle,
l’humanité éprouve des contradictions inédites dans son histoire.
D’une part, elle ressent la domination de la science sur la nature, de
même que les avancées théoriques
et un confort jamais vus auparavant,
mais la cruauté et la ségrégation
sont de plus en plus fréquentes
et exacerbées. L’article cherche
à montrer que le couple cruauté/
vulnérabilité est inséparable de
la constitution du sujet à partir
de l’Autre de même que du lien
social, et aussi que son apparition
es possible grâce à des conditions
historiques, comme dans le cas du
libéralisme.
As the twenty-first century approaches, humanity experiences
unprecedented contradictions in its
history. First, we have experienced
the domination of science over
nature, and technological advances
and comfort, never seen before,
but cruelty and segregation are
becoming more frequent and exacerbated. This paper shows that the
pair cruelty-vulnerability is inherent
to both the constitution of the
subject from the Other, and to the
social link, and, also, its appearance
is made possible due to historical
conditions, such as neoliberalism.
crueldad, modernidad, objeto, pulsión de muerte,
sujeto.
Palabras clave:
cruelty, modernity, object, death drive, subject.
Keywords:
Mots-clés : cruauté, modernité, objet, pulsion de mort, sujet.
**e-mail: [email protected]
© Ilustraciones: Lorenzo Jaramillo
artículo de investigación |
f e c h a d e r e c e p c i ó n : 3 1 / 0 3 / 2 0 13 . f e c h a d e a c e p t a c i ó n : 2 2 / 0 4 / 2 0 13 .
Desde el Jardín de Freud [n.° 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogotá] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 239-256.
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“Nuestro porvenir de mercados comunes será balanceado
por la extensión cada vez más dura de los procesos de segregación”1.
Q
P roemio
uisiera poner sobre la mesa algunas ideas acerca del fenómeno cada vez más
extendido de la crueldad. Por sus características, este implica considerar
la intersección de dos campos: el campo de la historia y el campo del
psicoanálisis. El uno, por excelencia el campo del Otro, en cuanto campo
de objetos, y el otro, el campo del sujeto, el cual incluye al inconsciente en el campo del
Otro, haciéndolo inconsistente. En la intersección pondré la crueldad como la invasión
del Otro, tanto en el sujeto como en el vínculo que establece el sujeto moderno con
el mercado capitalista.
La
crueldad es inherente al vínculo social
Dividiré el texto en tres momentos, los mismos en que está dispuesto el título. En
principio haré algunas elaboraciones teóricas relativas a la modernidad, especialmente
sobre la relación que tiene esta época con el desarrollo del neoliberalismo, y su
implicación con el desencadenamiento de la crueldad como una característica de
una nueva manera de hacer vínculo. En segundo lugar, anudaré esos elementos de
la época a fenómenos que están apareciendo como son la vulnerabilidad del sujeto,
manifiesta en la sensación de miedo, terror y pánico, y la crueldad social. Por último,
articularé estos fenómenos a lo que el psicoanálisis ha aportado sobre la crueldad
como intersección entre el campo del sujeto y el campo del Otro, siendo inherente
al vínculo social.
Jacques Lacan, “Proposición del 9 de
octubre de 1967 sobre el psicoanalista
de la Escuela”, en Momentos cruciales
de la experiencia analítica (Buenos
Aires: Manantial, 1987), 22.
1.
240
El
ca mpo del
O tro
El discurso capitalista, la máquina y la globalización
Con el neoliberalismo y la globalización se modifica el vínculo social, nos dice Antonio
di Ciaccia en su texto “La ética en la era de la globalización”, ya que la eliminación de
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
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la separación necesaria entre los individuos perturba la comunicación, pues cualquiera
puede ser prójimo2 en su sentido más profundo. A esto se le suma la instalación en la
realidad de una manera de concebir el tiempo y el espacio, exclusiva de la modernidad,
que implica la modificación radical de nuestra percepción, pues estas nociones se han
transformado a partir del cálculo científico y la cibernética.
Recordemos que la ciencia moderna3 intenta reducir el equívoco del lenguaje,
forcluyendo al sujeto para librarse del error, lo cual implica la creación de un lenguaje
que se sostiene con una axiomática, que permite el funcionamiento de esos significantes
sin que sea posible que un significante represente a un sujeto para otro significante, dado
que este sujeto (el del inconsciente) introduce la falta, es incalculable e imprevisible y
escapa, por lo tanto, a cualquier tipo de planificación.
Se podría decir que la época se ha ido constituyendo a partir de la exigencia
según la cual todo aquello que existe ha de ser pensado en relación esencial con la
ciencia moderna. Así las cosas, todo lo pensado ha de estar constituido como objeto
de conocimiento científico. Se ha hecho de la realidad una gran red de campos de
objetos cuya particularidad estriba en que se sabe de todo y, por tanto, se puede
planificar y calcular, bien a priori, bien a posteriori.
La máquina, Bentham y el bien
Es importante partir de este corto rodeo sobre la modernidad, para entender que la
realidad existe como una estructura de campos de objetos y que una tal máquina se
desprende de un imperativo que emerge de un nuevo saber de lo real. En consecuencia,
la economía, tanto como otros campos subsumidos en esa lógica4, calcula el mundo, el
universo de lo humano, como un significante, como un objeto al cual se le extrae un
bien. Es esto lo que hacen la globalización y la economía de mercado. Con esta máquina
significante funciona el mercado capitalista, calculado por expertos que no saben del
goce, menos aún del sujeto, y la han puesto a andar independiente de cualquier tipo
de subjetividad. Por tanto, funciona sola, es autorregulable y es imparable, y tiene
una dirección, cuya finalidad es la consecución de un cierto bien. Por esto mismo es
importante tener en cuenta que la noción de bien no está en Aristóteles ni en Kant,
sino en Jeremy Bentham.
Lacan plantea que el inicio del siglo XIX, es una época caracterizada por la
declinación del amo, lo cual favorece la conversión del utilitarismo surgido como efecto
de la Revolución francesa. En esto se resalta el papel que tuvo Jeremy Bentham en
relación con la ética, por cuanto, en la dialéctica entre el lenguaje y lo real, sitúa el bien
del lado de lo real, cosa que hace con la noción de fictitious. Mientras que la teoría
2.
En su doble connotación semejante y
extraño. El uno en su recubrimiento
imaginario, el otro desvestido de
ese recubrimiento y evidenciado
como lo insoportable.
3.
La ciencia moderna se constituye a partir
del ideario cartesiano como un saber
de lo real. Una teoría que representa lo
real. En términos de Martin Heidegger
es una teoría de lo real, constituyéndose
como uno de los fenómenos de la
época de la imagen del mundo.
4.
Heidegger habla de la Gestell, una
estructura de existencias que provoca
al hombre al producir energías de
todo aquello que se constituye como
objeto, extraerlas y acumularlas
hasta las últimas consecuencias.
jua n c a r lo s suz un ag a q ui n ta n a [m o d er n i da d, cruelda d y e xclusi ó n d el suj e to, o l a s co n t r a da n z a s d el d i s cur s o
Desde el Jardín de Freud [n.° 13 , Enero - Diciembre 2013 , Bogotá] issn : ( impr e s o ) 1657-3986 ( en líne a ) 2256-5477, pp. 239-256.
c a pi ta li s ta]
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freudiana ubica el placer del lado de lo ficticio, de lo simbólico, Bentham lo hace del
lado de lo real, en el sentido en que “Aunque ficticio el lenguaje no puede ser calificado
de engañoso”. Es decir, que, en palabras de Lacan, la verdad tiene estructura de ficción.
Por lo demás, es necesario recordar que para Bentham felicidad y placer están
en el mismo registro de los bienes. El hombre, tanto en Freud como en Aristóteles
busca la felicidad, pero en la dimensión de un encuentro, Lacan lo escribe como
τύχ η. Es decir que para la felicidad no hay nada preparado. El valor de las cosas es
su deseabilidad. Bentham en cambio, al situar el bien en la perspectiva de la utilidad,
introduce la dimensión del goce, de la satisfacción, es decir que no solo importa su
valor de uso, existe también su utilización de goce. Por eso Lacan sostiene que “El
bien se articula desde entonces de un modo muy diferente. El bien no está a nivel del
uso del paño. El bien está a nivel del hecho de que un sujeto pueda disponer de él”5.
La reivindicación del disponer de los bienes implica que otros son privados de ellos.
La intención de la propuesta utilitaria de Bentham es potenciar al máximo el
placer y reducir al mínimo el dolor. Una acción moral produciría mayor cantidad de
placer y la mínima cantidad de dolor. El utilitarismo centra sus postulados en el fin, más
allá de las reglas, contrario a las pretensiones de la religión católica, que fundamenta
su acción en las reglas. Por lo tanto la filosofía benthamiana orienta sus esfuerzos a
crear una acción moral más allá de la biblia, la cual se apoyaría en una moral, cuyo
objetivo es la consecución del bien, entendido como el placer máximo, la felicidad
en términos de John Stuart Mill. En ese sentido, no es necesario apelar a la revelación,
sino a la razón.
El principio de utilidad significa aquel principio que aprueba o desaprueba cada una de
las acciones según la tendencia que aparenta tener para aumentar o reducir la felicidad
de la parte cuyo interés está en cuestión; o, lo que es lo mismo en otras palabras, para
promover u oponerse a esa felicidad.6
5.
Jacques Lacan, El seminario. Libro 7.
La ética del psicoanálisis (1959-1960)
(Buenos Aires: Paidós, 1990), 276.
Jeremy Bentham, An Introduction to
the Principles of Morals and Legislation
(Canada: Batoche Books, 2000), 14.
6.
242
No sobra recordar que tanto el bien como la consecución de la felicidad,
distan de las elaboraciones de Aristóteles y Kant: lo uno es considerado como lo que
es útil, contrario a lo que plantea el estagirita, y la otra es situada más del lado de la
homeostasis de la biología moderna que del bien soberano.
Allí, dentro de esta dialéctica del lenguaje y lo real, funciona la máquina de la
economía de mercado. Es decir, que lo ficticio es el significante en relación con lo real.
La dimensión ética del mercado funciona con este bien que, si se quiere, se puede
definir como la satisfacción en la perspectiva de la biología, en cuanto consecución
de la homeostasis.
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
La globalización y el neoliberalismo. La desaparición del hombre
como sujeto
En la ética de la economía del mercado se considera que lo real es la producción y la
acumulación de plusvalía, la cual se extrae cuando se hace circular el producto en el
mercado, en el Otro. En el paso al mercado, el valor de uso se convierte en valor de
cambio y, así, despojado de cualquier valor de uso, dejando atrás cualquier huella del
trabajo humano, ya que entra en la lógica de esa máquina significante, pues es mero
valor de cambio; y cuanto más se valoriza la mercancía, el objeto, más disminuye el valor
del hombre, como sujeto. Todo se reduce a la cuadratura del Otro sin tachadura. Sin
sujeto, ni objeto de goce. Sin embargo, el funcionamiento de la máquina del mercado
es consustancial a la pulsión de muerte, lo cual implica una deriva hacia el goce de
manera desmedida, como una locomotora.
Lo que nos muestran la crisis del capitalismo es la ausencia de límites que hagan
barrera al capital financiero. Después de la caída del Muro de Berlín, se precipitó
la caída de los Estados-nación como si fueran castillos de naipes, lo cual facilitó la
avanzada del neoliberalismo como ideología de la satisfacción individual, solidaria
con la dirección que toma la máquina significante en busca de su propia satisfacción.
Las instituciones que han pretendido resolver la emergencia han sido, si no engullidas,
al menos subsumidas por el mercado, destituyendo la representación del padre y de
cualquier ley que haga límite o introduzca algún tipo de óbice a la satisfacción.
En esta vía se puede relacionar la máquina de la globalización con el discurso
capitalista, cosa que haremos en un futuro trabajo. Sin embargo, es menester aludir a
la globalización, en el sentido de la instalación de una estructura global, en el sentido
de Gestell, ya que, junto al proceso de globalización se extiende a su vez un proceso
de homogeneización de la satisfacción individual, hecha a la medida de cada cual, y
que se ha constituido como un imperativo, a partir de la instalación de significantes
de la ciencia en el ámbito de lo real.
Se puede decir con Di Ciaccia7 que sí hay una revolución y que es silenciosa;
la impuesta por la lógica del mercado que pone a girar el vínculo social a los ritmos
de la transacción financiera. Basta un clic para producir millones de dólares. En esta
revolución el otro se destituye y, por tanto, se desencadena lo que estructuralmente
no se quiere saber:
• La globalización reduce a cualquiera a la función de prójimo en la perspectiva
planteada por Lacan, es decir, “el prójimo es la inminencia intolerable del goce”,
la que puede conducir a dos destinos: en uno, el sujeto es ubicado en un lugar
que puede conducir a un final fatal, como es el caso de su eliminación en las
7.
Antonio Di Ciaccia, “La ética
en la era de la globalización”,
Lacaniana 1 (2003): 89-97.
[m o der nida d, cruelda d y e xclusi ón del suje to, o l a s con tr a da n z a s del dis cur s o
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c a pi ta li s ta]
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políticas de desposesión que lo excluyen para que el otro ocupe su espacio
vital; el otro es la invención de algo inédito, donde es posible la recomposición
subjetiva, dado que convoca al otro a un mejor lugar, como lo son la organización o la rebelión.
• Se presenta una universalización imaginaria. Esto implica la eliminación del
tercero, por lo tanto, la dialéctica imaginaria amigo-enemigo que reduce al
opositor a ser algo diferente a un semejante, por ejemplo, un terrorista que
no merece la justicia, en cuanto se le despoja de su estatuto de sujeto para
ser ubicado en el lugar de lo segregado y repudiado, lo que a su vez justifica
crear espacios excepcionales donde no hay ley. Es importante pensar el caso
de la cárcel de Guantánamo, como lugar afuera de cualquier tipo de legislación
jurídica, un lugar exógeno de la regulación.
Estos pactos, a pesar que responden a
la lógica de la fundación de la cultura,
se formalizan desde la lógica del saber
científico, más propiamente después de
la Segunda Guerra Mundial. Es necesario
recordar que después de 1949, Estados
Unidos, producía la mitad del carbón
mundial, 2/3 del petróleo, más de la
mitad de la electricidad, además de la
producción naviera, automovilística,
militar y de maquinaria. El reflejo de esta
ventaja se cristaliza en el Acuerdo de
Bretton Woods (1944). En consecuencia,
el país del norte ganó el control sobre
las decisiones de los acuerdos que se
hicieron en el campo de la economía
y de la política, las cuales trazaron los
giros que marcaron los destinos del
resto del mundo. Se puede decir que
Estados Unidos impulsó el capitalismo
liberal a su favor, hasta comienzos de la
década de los años setenta. Esto quiere
decir que desplazó la influencia que
tenían Francia, Inglaterra y Alemania
antes de la Segunda Guerra Mundial.
8.
244
• Pone en peligro la soberanía de los Estados-nación, los cuales están inscritos
geográficamente en espacios definidos. Es el caso del levantamiento de los
límites, no solo de los territorios, en su estatuto de paisaje, sino en términos
del derecho de ser usufructuados por la nación. No sobra recordar que la
nación en Hegel es la sociedad conformada por ciudadanos, regulada por las
leyes del Estado.
• La globalización no funda comunidades sino centros comerciales, y hace del
ciudadano un consumidor al que introduce en la relación vendedor-comprador.
Alguien que satisface sus pulsiones de manera silenciosa e individual, sin ceder
a los límites.
• La globalización hace uso de la información y manipula con la opinión; consecuentemente los mass media se establecen como un Otro incólume, una
mediación, una derivación del saber absoluto.
Lo global entra en contradicción con lo local y, puesto que se pretende
solucionar esta contradicción desde lo global, se excluye la dimensión de la historia
y de lo singular.
• La globalización pone en tela de juicio el pacto entre el ciudadano y el Estado,
y este se pone al servicio de oligarquías camufladas8. El confort de la burguesía
financiera fagocita la seguridad social de los Estados en el ámbito mundial.
Podemos decir que la aparición de esa máquina se presenta con la fundamentación de la ciencia —en su esencia de técnica moderna— lo cual le da un giro no
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solo a la ciencia, sino a la manera tan particular como el sujeto se ubica en su relación
con el Otro. Sabemos desde Heidegger (lo que también se ve en Marx) que el sujeto
se posiciona ante el objeto en cuanto sabe de él, lo cual provoca la extracción de
sus energías y su acumulación hasta las últimas consecuencias. Es lo que el pensador
alemán llamó Gestell. Esto nos permite entender sus críticas a la modernidad, pues el
sujeto está olvidado desde el inicio mismo de esta época.
Del desamparo y la vulnerabilidad social en la modernidad tardía…
al terror y la crueldad
La implementación de la globalización produce unos cambios en el vínculo social,
lo cual tiene como efecto una suerte de transformación de la época misma, sin que
ello implique su superación. Podemos decir que estamos en una época en donde las
prohibiciones empiezan a ceder, lo cual da la sensación de que todo se vuelve dúctil,
que se puede transformar sin ningún daño, que todo es efímero, que “todo lo estamental
y estable —como decía Marx— se evapora, todo lo consagrado se desacraliza, y los
hombres se ven finalmente obligados a contemplar con ojos desapasionados su posición
frente a la vida, sus relaciones mutuas”9. Es una época que se diferencia de las otras,
en la que lo reciente envejece sin que logre osificarse, pues en el momento en que
intenta hacerlo se disuelve, dado que el tiempo y el espacio están en la misma vía
de la expansión del mercado capitalista. Ya aludimos al papel fundamental que tiene
la ciencia moderna y la concepción del hombre en ese campo. Esta es una época
en la que la realidad se transforma permanentemente pero da la sensación de ser,
paradójicamente, la misma. Ya las palabras no responden a los actos, y mucho menos
los actos a los discursos. Las palabras son usadas menos por su sentido que por los
efectos que producen. En consecuencia, las relaciones que se establecen ya no son
garantes, y permiten que se aloje de manera permanente un visitante caracterizado
por la buena intención, es decir, por el bien individual. Esto no deja de ser inquietante,
sobre todo si se entiende el bien individual desde los aportes del divino Marqués.
Vemos de qué manera el discurso neoliberal enuncia como una transacción
económica la realidad más cercana y el vínculo social. Lo constatamos en la forma
como las nociones propias de la economía se instalan en la vida cotidiana, junto al
discurso de la ciencia, de tal manera que permean la realidad. Ese discurso neoliberal
“Posee penetrantes efectos en los modos de pensamiento, hasta el punto de que ha
llegado a incorporarse a la forma natural en que muchos de nosotros interpretamos,
vivimos y entendemos el mundo”10 como lo diría David Harvey, es una forma de pensar.
9.
Karl Marx y Friedrich Engels, Manifiesto
comunista (Barcelona: Crítica, 1998), 43.
10.David
Harvey, Breve historia del
neoliberalismo (Madrid: Akal, 2005), 7.
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Lacan hablaba de que en esta época la palabra se libera y deja de tener
consecuencias, al menos de manera inmediata, de manera visible. Cabe anotar que si
los efectos no retornan en el ámbito del lenguaje, en lo simbólico o en lo imaginario,
sí lo hace desde lo real. Es decir, que aquello que no pasa por un discurso, por la
regulación, aparece allí donde el discurso se fractura. Aparece lo real.
Esa aparición se manifiesta, de una parte, en la sensación de vivir permanente
sobresaltados, llenos de miedo, de pánico, de una sensación de vulnerabilidad, desprotegidos, de una parte, pero también en la indiferencia que recubre ese estado de
alerta. “Anesteciación” que sirve como respuesta a aquello que genera pánico u horror.
Se puede decir también que esta es una época de urgencia, por lo cual se le
pide al Otro que dé tranquilidad, que apacigüe ese sobresalto. Y la respuesta del Otro
ante ese estado permanente de urgencia y sobresalto es la institución de políticas de
seguridad, sobre todo después del 11 de septiembre del 2001. Estas políticas dejan
una sensación de protección, si bien frágil, y crean la ilusión de guarecer a la sociedad
del miedo o de la pérdida.
En este marco de urgencia se ha creado una suerte de técnica en el vínculo social,
que permite establecer una modalidad de relaciones donde el otro es instrumentalizado,
donde las palabras sirven a los intereses individuales, los cuales infortunadamente desarman al sujeto, dejándolo en la precariedad y la vulnerabilidad, pues esas palabras son
empleadas como algo ajeno a su existencia, lo que además le quita la responsabilidad
que le cabe por lo que dice y lo que hace, dando la sensación de que todo puede
hacerse y todo puede decirse. Esta manera de hacer vínculo se reafirma y consolida
con la institución del estado de catástrofe.
Se llama catástrofe social a aquella situación en la que el Otro se toma atribuciones propias de las leyes. Son ‘estados de excepción’, donde el sujeto es excluido
radicalmente del escenario político, dejándolo a expensas del Otro, como ocurre en los
‘Estados de excepción’; en estos casos, es el presidente quien define la zona afectada
y toma medidas sobre la seguridad y la propiedad. De la misma manera sucede en
estados de catástrofe, en estados de urgencia. Se podría decir que, al quedar afuera de
ese estado, el sujeto queda sin pena ni gloria, se convierte en un afuera, en un objeto
donde se vuelcan todas las tendencias que no se manifiestan.
Ahora bien, es posible plantear una dialéctica, un vínculo entre ese quedar
a expensas del Otro que sume al sujeto en la vulnerabilidad, y la crueldad del Otro
como manera de disponer del sujeto, sin contar con su subjetividad. Entre el terror y
la crueldad.
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Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
El
ca mpo del sujeto
El terror, una respuesta que deja rastros del sujeto y de la época
El psicoanálisis ve en el miedo, en el terror, en el pánico, una huella de algo que no
funciona en la manera de construir el lazo social, en razón de lo cual sirviéndonos de él,
podernos orientarnos en relación con aquello que falla. La aparición de la ciencia y la
técnica modernas es correlativa a la destitución de los ideales colectivos y a la aparición
del goce individual prescrito en lo político. Esto implica el desencadenamiento de una
suerte de conflagración de lo que regula, tanto como la aparición de lo más siniestro,
de lo insoportable. El miedo, el terror o el pánico anunciarían la presencia de aquello
que elimina la subjetividad y la historia para convertirlas en objeto de satisfacción sin
límites. Aparece, de un lado, el pánico, la vulnerabilidad y, de otro, la crueldad, en una
suerte de dialéctica, lo veremos, constitutiva del sujeto y de la cultura.
Al concebir el terror y la crueldad como un retorno de lo real en el ámbito social,
se facilita la investigación de lo velado y de lo que vela, y que de cierta forma enuncia
una manera de construir vínculo social. En nuestro caso, después del 11 de septiembre
del 2001, el discurso hegemónico se presentó como una especie de seguridad que sirve
de respuesta ante el terror de eso indescifrable que se encarnó en el “terrorista”11, un
terror que emerge como una huella de lo que la época no sabe, puesto que el único
saber que se instala es el saber de los objetos existentes; ese objeto que aparece no
responde a lo que sabe la época, pues es del orden de lo real.
La angustia. Un afecto que no miente, o la aparición del sujeto
y su goce…
Hay otra arista posible a propósito del terror y es su relación con la angustia, lo cual
pone sobre la mesa dos elementos: uno lo amenazante que está ubicado como objeto
del mundo y, dos, la angustia, lo cual implica una captura del sujeto en aquello que
le es más íntimo, una falla estructural que define al sujeto con relación a la radical
frustración respecto a lo que creía ser. De esta arista deriva el terror que no solo
amenaza, sino que atrae, lo cual dibuja una estructura en donde el sujeto, antes que
huir se dirige hacia aquello que teme, quedando paralizado, a expensas de aquello
que lo seduce por medio del terror. Deviene en una búsqueda desesperada de la
presencia del Otro en nosotros, una suerte de goce generalizado, un empuje al goce
desenfrenado. Estamos en una época de la desvergüenza frente al goce. El capitalismo
no prohíbe el goce, lo prescribe.
11. El
Departamento de Estado
estadounidense define el terrorismo
como aquello que por vías políticas,
ideológicas o religiosas atentan
contra el libre mercado.
[m o der nida d, cruelda d y e xclusi ón del suje to, o l a s con tr a da n z a s del dis cur s o
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Anteriormente esbozamos siete aspectos propuestos por Antonio Di Ciaccia para
caracterizar las torsiones que ha tenido el vínculo social en el marco de la globalización.
De estos siete aspectos, se pueden evidenciar tres que golpean el vínculo social,
produciendo como efecto el despojo de la alteridad del otro, lo que suscita la crueldad.
• El desvestimiento del otro de su semejanza, que lo convierte en aquello intolerable: un prójimo, como esa dimensión insoportable del otro. La destrucción
de la otredad del otro.
• La negación arbitraria de la nacionalidad. Por ende, la exclusión del sujeto, que
lo deja como objeto marginal.
• La destitución del lugar de sujeto, lo que lo reduce a ser un objeto.
Así las cosas, estamos caracterizando la manera como el Otro se constituye en
un Otro consistente, sin falta alguna. Una máquina que tiene sus propios ritmos que
se orientan a la extracción de energías de todo aquello que se considera objeto. Allí,
en este marco, el sujeto queda reducido a ser un objeto a expensas de la demanda
del Otro. Este es el marco donde la crueldad ha devenido en cotidiana, pasando de
la excepcionalidad de los campos de concentración a la manera como se concibe
habitualmente al otro. Los genocidios, el hambre y la miseria son permanentes y,
además, son puestos como objetos en el escaparate del mercado de los medios masivos
de comunicación y las redes virtuales.
Podemos decir que la subjetividad está en riesgo, en el momento en que se
dispone de ella como objeto de planificación desde el cálculo para la extracción de
energía. Esto abarca desde los prisioneros de guerra en los campos de concentración
nazis, hasta la banalización de la miseria y el hambre. Estas dos últimas se han convertido
en la cotidianidad de las tres cuartas partes de la población mundial. Dimensión del
terror, vivenciada por millones de mujeres, hombres, niños y viejos ante el encuentro
con la evidencia de su precaria existencia. La crueldad consistente en la reducción de
lo humano a la mera supervivencia sostenida por las políticas internacionales del capital
financiero mundial. Un sujeto en estado de precariedad ante las leyes innegociables de
la economía mundial. Un estado de catástrofe, no solo por la situación de los recursos
naturales, sino por la impotencia de la representación del sujeto ante el imperativo
categórico del mercado: ¡consuma!
El discurso capitalista se caracteriza por su astucia. Se trata de la producción
en exceso que por su mismo movimiento genera carencia. La falta golpea en dos vías:
a los que no pueden consumir porque no tienen, en cuyo caso golpea la carencia; y
a los grandes consumidores, quienes crean “necesidades”, siendo el mercado el que
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Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas,
Escuela de Estudios en Psicoanálisis y Cultura, Revista de Psicoanálisis
produce los objetos que satisfarán esa falta que se abre cada vez que el objeto se
agota en el consumo. Esa máquina funciona sola, como lo planteara Heidegger con
la Gestell —estructura de emplazamiento o red de existencias—, que Lacan teoriza
en la misma vía con la aletósfera, la cual excluye al sujeto provocándolo como objeto,
impactando, como lo dijimos antes, a la palabra, que se volatiliza y a la pregunta por
el deseo, terreno donde el sujeto podría tramitar algo de su propio goce.
La crueldad y el retorno de lo real
Ya hemos adelantado esa dimensión de la vulnerabilidad originada por una sensación
de la caída del Otro, como efecto de la manera en que se organiza la sociedad. Pero
esa vulnerabilidad no está desasida de su par, la crueldad. Las razones derivan no
solo de los fenómenos sociales, ya que, si bien se podría decir que hay un estado de
intranquilidad permanente, tanto en nuestro país como mundialmente, hay también,
una suerte de omnipotencia, sobre todo en otra parte de la población: los unos, los
que tienen el dominio sobre los medios de producción y que legislan la manera de
disponer de los recursos mediante políticas de ajuste y, otros, los que se identifican y
confían en estas medidas, en cuanto da la sensación de tranquilidad.
Llama considerablemente la atención, que la crueldad, además de ser una
tendencia subjetiva, tiene un fuerte componente en lo político. Podría decirse que
es una manera de hacer política. Ahora bien, eso no es nuevo; a través de la historia
las sociedades han mostrado una tendencia a relacionar la crueldad con sus objetivos
políticos. Sin embargo, aludir a la crueldad en la modernidad, implica considerar
otras coordenadas, que la introducen como acto que se puede objetivar y planificar
científicamente; me estoy refiriendo al tratamiento psicológico, médico, químico,
físico y económico del manejo de la crueldad en la Segunda Guerra Mundial, más
explícitamente en los campos de concentración nazis (Treblinka, Auschwitz, Dachau,
etc.), en el periodo de 1941 a 1945. Este hecho le da un matiz disímil a otras épocas
precedentes, donde la crueldad era tan solo una manifestación que se intentaba
regular. También vale decir que se podría rastrear en las crisis sociales la aparición de
la crueldad como manifestación y efecto del poder de las élites.
Se podría preguntar sobre la pertinencia de la clínica en el ámbito de la historia.
La pertinencia es de lectura, pues es desde lo singular que emerge la pregunta por la
historia, por el soporte material del desarrollo y la configuración de una sociedad: es
desde allí que aparece el interés de atender a la relación entre el sujeto y el Otro. El
campo del sujeto ha exhortado al psicoanálisis para tratar lo real en lo singular de la
clínica; mientras tanto el Otro, los síntomas que aparecen en el Otro y a los cual el
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sujeto se amarra para construir vínculo social, exhortan, por su parte, a la historia. He
aquí las razones por las cuales la clínica convoca a la historia.
Desde el psicoanálisis, aquello que se repite es un indicio de que algo no ha
sido resuelto, cuyo núcleo descarnado12, no reconocen ni la cultura ni el sujeto, puesto
que está dentro del registro de lo real, de lo no simbolizable, lo no representable, en
consecuencia de lo cual retorna como síntoma en su vertiente real.
12.En el sentido de cruor, sangriento,
crudelis, lo que no se digiere, pues es
pura carne sangrienta, desprovista de
la piel que lo recubre y le da forma.
13.Mirta
Goldstein, Xenofobias, terror
y violencia. Erótica de la crueldad
(Buenos Aires: Lugar, 2006).
250
La singularidad como huella en el cuerpo
La singularidad, según el psicoanálisis, emerge de los trastornos de la subjetividad
contemporánea, los cuales dejan trazas de guerras no concluidas. En el ámbito
mundial es el caso de la Segunda Guerra Mundial —que se ha extendido en el tiempo
y en el espacio, Auschwitz, Hiroshima, Bosnia, etc.—, cuyas huellas, a pesar de no
ser reconocido así por la historia escrita y oficial, permanecen en los tatuajes de los
judíos, en las marcas de las mutaciones genéticas de los japoneses, en las violaciones
acaecidas… Son cuerpos que pagan en varias generaciones.
Se podría decir lo mismo de la historia nacional, con posterioridad a dicha
guerra mundial, si se la vincula con las continuas masacres acaecidas durante el siglo
XX y principios del siglo XXI, tiempo durante el cual la economía, más que declinar, se
mantuvo en ascenso, para enunciar un proceso quizás relacionado con la planificación
y el cálculo. Lo cierto es que la violencia y la masacre se constituyen en una huella que
oculta el horror y la crueldad de las que nadie quiere ni puede recordar.
Es menester, por tanto, retornar a esas marcas, contando con los recursos de
la historia, con sus posibilidades de lectura, a pesar de la desmentida de la historia
misma, como vemos que ocurre en el caso de los neonazis o en el desprecio de los
fenómenos de horror, los cuales retornan como un exceso sin cálculo, sin planificación,
incrementando su potencia destructiva. El problema de la exclusión del terror es el
retorno de este, dado que la desmentida no permite la elaboración.
Estos excesos y la impunidad frente a ellos, muestran la labilidad de la justicia
y de la ley simbólica y, en consecuencia, su relación con el crimen y la corrupción.
“La labilidad simbólica conduce a lo ominoso: nombre de lo que no tiene nombre,
abyección y aberración por las cuales el sujeto se degrada a sí mismo o es degradado
por el semejante”13.
Según muchos autores, a diferencia de otros genocidios, la Shoah se caracterizó
por la planificación del asesinato y la desaparición de los cuerpos. La planificación del
olvido y de la desaparición de las huellas del suceso. Es por esto que se puede hablar de
un antes y un después de la Shoah que, además dio cuenta de que la crueldad no está
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al margen de la civilización, sino que le es consustancial. Es menester, en consecuencia,
no privarse de hacer la relación entre bien y mal, pues estos son efectos del discurso de
la ética, productos de una suerte de erótica del lazo social, que supera la pasión cruel;
en su defecto, la erótica invadiría y nos llevaría hacia el crimen, discursivo y real. Una
de las salidas que propone Mirta Goldstein es el reconocimiento del goce perturbado
de la crueldad, inherente a la ética y la pasión.
Se presenta una suerte de empobrecimiento erótico como efecto de los
excesos, tanto de esperanza como de desesperanza. En consecuencia, una suerte de
empobrecimiento de la subjetividad y de la economía psíquica, lo que resulta típico
del capitalismo.
La violencia inaugural del sujeto. La vulnerabilidad del niño
ante el Otro
La violencia del trauma, concebida como esa violencia que se ve compelida por lo vivo
a organizarse socialmente con el Otro como crueldad, y se constituye como núcleo
argumentativo del fantasma. No hay que olvidar que el neonato, como característica
de la especie humana, está desprovisto inicialmente del sistema piramidal, por tanto
es vulnerable y depende radicalmente del Otro para poder vivir; a la vez, se encuentra
a sus expensas. Por lo tanto, es relevante diferenciar violencia de crueldad, debido a
sus consecuencias psíquicas. El psicoanálisis plantea que el sujeto es una construcción
psíquica que se presenta de manera consolidada, una vez el sujeto se haya separado
de manera radical de su madre, a partir de la prohibición vehiculada por ella misma.
Esto es importante aclararlo porque cuando se alude a la crueldad en psicoanálisis, no
solo se habla del hecho mismo, sino del lugar que ocupan el sujeto y el Otro. El sujeto,
en relación con el otro como semejante, con el cuerpo del otro, los afectos profesados
y la responsabilidad de su propio acto; el segundo, el lugar del Otro, entendido como
la cultura, la historia, la sociedad, en relación con su responsabilidad de tramitar y
limitar el acto del sujeto en la relación social por vías de la ley, la moral, la economía,
la justicia. De allí deriva la afirmación de que el Otro del sujeto es el mismo del Otro
de la historia; sin embargo, el primer Otro es inconsistente, dado que posee un vacío,
mientras que el segundo, al no reconocer al sujeto, no reconoce la falta, y se constituye
como incólume. De aquí derivan un riesgo y un peligro porque el no querer saber de
su falta tiene como efecto la forclusión del sujeto mismo.
Francisco Pereña ubica la crueldad y su origen, en la vivencia inaugural del sujeto,
antes de su constitución. Nos dice que la vulnerabilidad del sujeto se interpreta inicialmente en términos de poder, lo que viene a ser constitutivo del núcleo del fantasma
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14.Francisco
Pereña, De la violencia a la
crueldad (Madrid: Síntesis, 2004), 186.
15.Recordemos
el experimento de Milgram,
donde respetables ciudadanos estaban
dispuestos a ejecutar actos de crueldad
con tal de tener el aval científico como
autoridad. Tan solo el 30% se rehusó a
dar consentimiento físico al tormento de
aquellos voluntarios que estaban del lado
del “conejillo de indias”, mientras, que
los voluntarios que estaban del lado del
experimentador tuvieron pocas dudas
de seguir el experimento que consistía
en procurar dolor y tormento, mediante
choques eléctricos al objeto (el conejillo
de indias). El marco del experimento
permitió crear las condiciones para
la satisfacción y la impunidad.
252
perverso del sujeto. Todo sujeto antes de su constitución vivencia la radical exposición
al Otro, pues está en el lugar de la precariedad para vivir14. La expropiación del cuerpo,
derivada de su exposición al Otro en la inmediatez, es la primera consecuencia de la
vulnerabilidad del sujeto. Estas vivencias tienen el mismo tiempo de las experiencias
de satisfacción y/o de dolor. Se puede decir que el espanto y el horror son los afectos
que se anudan al desamparo, a esa violencia original del trauma.
Si bien la crueldad se diferencia de la violencia original del trauma, se nutre de
ella, y puede ser una interpretación original de ese desamparo, en cuyo caso requiere
que sea referida al poder que encarna al Otro y que se efectúe por apropiación sádica.
Podemos ubicar las manifestaciones de crueldad en el registro de la satisfacción
pulsional de poder, orientadas al dominio del cuerpo y de la mente, y en un abanico
que va desde el uso del cuerpo del otro sin consentimiento, hasta su exterminio, desde
el uso de la humillación hasta la exigencia de expresiones de sumisión infantil, lo cual
deja de lado la responsabilidad del sujeto y al acto moral.
Estas elaboraciones son importantes, dado que presentan la crueldad como
constitutiva del vínculo social, es decir, constitutiva de la relación del sujeto con un
Otro. La crueldad es inherente a la satisfacción pulsional del sujeto, pero es mayor a
medida que se desconozca su existencia, es decir, a medida que, en la perspectiva
del deseo, el sujeto desconozca su singularidad y desaparezca la diversidad subjetiva.
En otras palabras, en la medida en que uno se confunda con el otro, pretendiendo ser
todos en uno. Cuanto más se desconozca su existencia, más se es susceptible a ella. Se
desconoce, repito, en la experiencia de con-fundirse en la vida colectiva, concebida
esta desde la completud. Nos estamos refiriendo a la homogeneización del consumo
que se impone a pesar del discurso de la diversidad. En esta dimensión, desaparece el
sujeto y su responsabilidad, pues se ha fundido con o en la colectividad. El problema
de la exclusión de la singularidad en una suerte de unidad colectiva15 es que aparece
afuera, en el otro extraño, en razón de lo cual su tendencia destructiva se dirige hacia
este otro que representa lo que no se quiere aceptar, a saber: la vulnerabilidad.
En relación con el mismo asunto, Ana Berezin plantea la hipótesis, según la cual,
la crueldad es un rasgo exclusivamente humano, caracterizado como una violencia
organizada hacia otro para extraer dolor, sin conmoverse o, incluso, con complacencia.
La crueldad está, pues, inscrita en el potencial de la especie humana, aparece como
condición, si bien no esencial, en la construcción de lo singular y en lo colectivo de lo
histórico-social, lo que no implica que sea inmutable. En la crueldad domina, como
característica, la exigencia, esa así imperiosa, tanto del cuerpo sufriente como del
triunfo sobre la alteridad.
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El reconocimiento de que hay otro implica la renuncia de la satisfacción
pulsional, lo cual hace de este otro alguien deseable, que le concierne al sujeto en
lo fundamental, pues está implicado consigo mismo, tanto en la perspectiva de la
separación, como de la ligazón con él, mediante representaciones y afectos. Es porque
lo asume como otro, como semejante, que el sujeto puede renunciar al dominio sobre
él. Lo mismo se puede decir sobre la realidad.
Aludir al semejante implica asumir la pérdida del otro como objeto para ubicarlo
en un registro de la imagen con relación al deseo, por lo tanto, más allá o acá de lo
esperable y diferente del propio ser. De aquí deriva una dialéctica entre la pérdida
y la ganancia simbólica que exige una permanente tensión: entre la aceptación de la
pérdida y la reconstrucción de lo perdido; de ahí la importancia de lo simbólico para la
tramitación de esta relación. El Otro obliga a hacer pactos e intercambios que satisfacen
y frustran. Da cuenta de que hay algo que el sujeto no controla. Pero allí donde el
pacto no logra regular el monto de destructividad, otra salida a la conflictividad que
genera la presencia del otro puede plantearse: prescindir de él. Ahora bien, de acuerdo
con lo anterior, puede diferenciarse lo que el otro despierta en el sujeto, pues, de un
lado, algo se instala en la vía de la intención, mientras que, de otro lado, algo admite
el registro de la tendencia. La intención es característica de la relación imaginaria con
el otro, mientras que la tendencia está en el centro, como núcleo de lo real dentro de
lo simbólico que podría tramitarlo.
La precariedad en las condiciones históricas como desencadenantes
de la crueldad
La crueldad como tendencia destructiva se activa en el sujeto frente a un Otro que tiene
relación con nuestra intimidad, pues queda ubicado en el lugar del objeto en cuanto
éxtimo; allí aparecen nuestros propios límites y se evidencia nuestra vulnerabilidad
e indefensión, nuestra mortalidad. Esa es la posición en la que el sujeto fue ubicado
antes de cualquier constitución subjetiva, es decir, cuando el cachorro humano está
a expensas del Otro y vivencia su vulnerabilidad en su radicalidad, pues depende de
ese Otro para vivir.
En la tortura, la crueldad y la humillación, el otro se elimina en cuanto pone
en evidencia, afuera, esa vulnerabilidad constitucional de la cual no se quiere saber,
el desamparo fundamental; al eliminarlo, no hay ya otro que ponga en evidencia el
desamparo y la indefensión. El muerto es el otro mientras que, del lado del yo, aparece la
omnipotencia del yo, la autosuficiencia. La vivencia inaugural del sujeto de satisfacción/
dolor, de amparo y desamparo, va acompañada de espanto y terror.
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Dentro de esta lógica es necesario entender que se encuentran dos polos, si se
puede decir así: uno derivado de las tendencias primarias, pulsionales, de vulnerabilidad
y de satisfacción, las cuales van a ser desencadenadas por condiciones históricas,
articuladas a las identificaciones del sujeto. La crueldad está dentro de estas tendencias
más primarias, que tienen un carácter fundante; en consecuencia, son potenciales.
En el otro polo cobran importancia las relaciones del yo con los ideales, con
las idealizaciones que, si bien permiten la regulación de las tendencias destructivas,
garantizando la constitución del vínculo social con el Otro, también participan en el
desencadenamiento del odio más exacerbado hacia todo aquello que no se reconoce
y ante situaciones límite en las que aflora la vulnerabilidad, y en las que puede emerger
la crueldad contra sí mismo y/o contra el otro.
El Otro pone en cuestión las certezas del sujeto, en la medida en que pone
límite a sus tendencias. No hay que olvidar que la destrucción del otro implica la
destrucción radical de los problemas que este genera, pues ya no hay otro: ahora es
un objeto de repudio, desposeído de cualquier tipo de semejanza.
Berezin propuso en otros trabajos la hipótesis de que junto a las vivencias
fundamentales de satisfacción-dolor, en el sujeto aparecen otras vivencias de amparodesamparo, las cuales se representan en un afecto que le es propio: el espanto o el terror.
Es importante, pensar de qué manera estas vivencias se actualizan históricamente con los ideales de la época y su relación con los procesos identificatorios del
sujeto. La crueldad, en su carácter potencial se desencadena en condiciones históricas
determinadas, singulares o colectivas. Por eso es importante caracterizar la constitución
del vínculo social en el momento en que hay una destitución de las prohibiciones y
la sustitución de las mismas por las prescripciones de la satisfacción en el consumo
ordenado por el mercado.
Otro elemento importante a resaltar es el registro de las identificaciones del
yo con los ideales, como son la alienación, el dogmatismo, la idealización del ideal,
concebidos como negadores de la vulnerabilidad. Si bien los modos de opresión y
muerte implican un poder ejercido, es necesario articular la manera como el sujeto se
“engancha” desde su subjetividad, entendida de manera singular.
La crueldad no destruye la diferencia; por el contrario, la crueldad es la diferencia
radical, pues puede eliminar la alteridad, al otro semejante, por su precariedad. La
crueldad destruye la precariedad humana, el cruel no quiere saber nada de ella, le
resulta insoportable. Pero destruye al otro, en la medida en que este le muestra el
encuentro con algo que le es íntimo.
Es lícito pensar para un ulterior trabajo, la relación que tienen estas elaboraciones
sobre la crueldad con las condiciones materiales del despojo y la expropiación de
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los medios de producción, enunciadas por Marx en los Manuscritos económicos de
1844 en su apartado sobre “el trabajo enajenado”, al plantear que el ser genérico del
sujeto desaparece, cuando es expropiado de las garantías para poder vivir de manera
autónoma, es decir, cuando le son expropiados los medios de producción. Me refiero
a la necesidad de pensar en la vulnerabilidad de aquel que es desposeído de la tierra16
y compelido a depender de los instrumentos del Otro y de sus leyes. Asimismo, del
rebajamiento de su condición, precisamente por su precariedad, no solo en relación
con lo que posee, sino en su carácter de sujeto. Inquieta que las sociedades cuyo
fundamento está en la propiedad privada, se nutran de la precariedad, cada vez
más generalizada, banalizando la miseria y el hambre, y justificando la crueldad y el
desprecio de la subjetividad con los derechos humanos.
Quisiera terminar, acudiendo a Walter Benjamín en la VI tesis de su ensayo
sobre “El concepto de historia”:
Articular históricamente lo pasado no significa “conocerlo como verdaderamente ha
sido”. Consiste, más bien, en adueñarse de un recuerdo tal y como brilla en el instante
de un peligro. Al materialismo histórico le incumbe fijar una imagen del pasado, imagen
que se presenta sin avisar al sujeto histórico en el instante de peligro. El peligro amenaza
tanto a la existencia de la tradición como a quienes la reciben. Para ella y para ellos el
peligro es el mismo: prestarse a ser instrumentos de la clase dominante. En cada época
hay que esforzarse por arrancar de nuevo la tradición al conformismo que pretende
avasallarla. El mesías no viene solo como redentor; también viene como vencedor del
Anticristo. El don de encender en lo pasado la chispa de la esperanza solo le es dado
al historiador perfectamente convencido de que ni siquiera los muertos estarán seguros
si el enemigo vence. Y ese enemigo no ha cesado de vencer.17
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16.En
el caso colombiano, según las
estadísticas del Instituto Agustín
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Colombia son poseídas por el 1,6%
de la población colombiana, mientras
que del 98,4% de esa población, el
45% aproximadamente, tiene acceso al
54% de dichas tierras. Según el DANE,
en Colombia cerca de 20.000.000
de sus habitantes, de 47.121.089, son
considerados pobres, es decir, no poseen
la tierra y 7.000.000 de esta población
están declarados en indigencia.
17. Walter
Benjamin, Tesis sobre la
historia y otros fragmentos (Bogotá:
Desde Abajo, 2010), 22.
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