EL LAND ART

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EL LAND ART
Es designen sota el nom de Land Art o earthworks, art de la terra, les obres que
abandonen el marc de l'estudi, de la galeria, del museu, i són realitzades en un context
natural, com pot ser el mar, una muntanya, la platja, el desert, un camp o fins i tot espais
dins la ciutat. La natura es converteix en material artístic. Aquesta no és senzillament un
espai de fons per a les obres o un lloc on col·locar-les sinó que el mateix paisatge és
convertit en objecte artístic, després de què s'hi hagi realitzat una acció transformadora.
1. M. Heizer. 2, 3. Robert Smithson, Spiral Jetty. 1976. 4. Nancy Holt, Sun tunnels, 1973-76.
5. Christo, Running fence, 1972-76. 6. Christo, Valley courtain. Colorado, 1970-72.
LECTURA sobre Land Art
Las montañas, los valles, los fenómenos atmosféricos y los grandes espacios abiertos devienen
soporte, materia y sujeto de nuevas formas de intervención artística que huyen de los estrechos
límites que encerraban la creación dentro de las paredes del museo o de la galería, es decir, los
espacios sacralizados del arte, y abren la mirada del artista hacia la inmensidad del cosmos. La
revalorización de las culturas arcaicas -más conscientes de esas conexiones cosmológicas- y el
cultivo de una mística de la naturaleza enlazan el Land Art con el espíritu del romanticismo.
Sin embargo, en su origen, el Land Art surgió ligado a la reflexión minimalista que pretendía
romper con la función decorativista de la escultura y se nutrió de la voluntad de desmaterialización
de las obras de arte y del espíritu anti-objetual y "anti-artístico" que inundó las búsquedas de los
anos sesenta y setenta. Como en el body art o en el arte de acción, el carácter efímero de las
intervenciones de Land Art introdujo el tiempo real como coordenada plástica y abrió las puertas a
la idea de arte como acontecimiento y experiencia.
En algunas propuestas del Land Art subyace una protesta contra la degradación, la mediatización
y el olvido de la naturaleza; Se manifiesta, al menos inicialmente, una crítica al sistema económico
que convierte las obras de arte en objetos privilegiados para el intercambio mercantil y también,
sin duda, se expresa una fervorosa voluntad de reencontrarse con el ritmo y el fluir de las energías
del universo, abriendo una reflexión sobre las interdependencias que ligan al hombre con el
mundo y señalando la trascendencia de los más mínimos gestos sobre la piel del planeta. Sin
embargo, el Land Art no se desconecta de las tecnologías comunicativas pues necesita del cine,
del vídeo y de la fotografía para documentar y difundir mediáticamente sus intervenciones, que
muchas veces se producen en contextos alejados de los centros de la cultura urbana. Por todo
ello, el Land Art no puede ser simplistamente identificado con un retorno arcaizante a la
naturaleza, sino más bien como una ampliación de la noción de arte, que toma el mundo como
soporte de la obra.
Si la denominación Land Art se asocia con grandes espacios naturales, con intervenciones
escultóricas o arquitectónicas a gran escala, es fundamentalmente por el impacto y la dimensión
de los trabajos de pioneros americanos como Robert Smithson (Spiral Jetty, 1970), Michael Heizer
{Complex One-City, 1972-1976), Robert Morris (Observotory, 1971-1977), Alyce Aycock
(Labyrinthe, 1972), Dennis Oppenheim (Whirlpool. Eye of the Storm, 1973) o Nancy Holt
(SunTunnels, 1973-1976). Aunque el más espectacular de los artistas del Land Art, Christo, es de
origen rumano, las intervenciones en Europa, por lo general, tienen una escala más íntima, como
evidencian los rastros sobre la nieve del holandés Jan Dibbets o los paseos del británico Richard
Long.
La decisiva influencia de todos estos pioneros constituye el germen de una nueva comente
creativa que, desde los anos setenta hasta la actualidad, ha fructificado en el interés de los
artistas por las intervenciones sobre la naturaleza y el paisaje. Sin embargo, muchos otros
creadores y arquitectos, conscientes del carácter esencialmente urbano de la vida en el planeta,
se han decantado por la intervención en las ciudades y han contribuido a hacer porosos los límites
que separan la arquitectura de las artes plásticas en los espacios públicos; al mismo tiempo, han
extendido las reflexiones sobre el espacio a los estudios de diseño paisatjístico y urbano,
reivindicando un protagonismo de la naturaleza que, en el fondo, parece responder a una cierta
nostalgia por recuperar aquello que se pierde, una nostalgia que se ha ido incrementando con la
expansión de la industrialización.
Rosa Martínez fragment de la introducció del llibre:
Mc Grath, Dorothy. El Arte del Paisaje. Mèxic: Atrium Group, 2002. p.7-9
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