Módulo 2: Las principales dificultades que encontramos para investigar Alejandro Piscitelli Murphy http://www.investigar.info/curso/m2/m2.htm acessado em 28/10/2011 Cuando nos enfrentamos a la posibilidad de realizar una investigación que pretendemos que sea “científica” es muy común, sobre todo cuando aún carecemos de experiencia, que nos aparezcan una serie de dificultades (previas a las metodológicas propiamente dichas) que podríamos denominar como intra-personales. En primer lugar debemos hablar de la tendencia que puede existir a repetir en nuestros trabajos muchas apreciaciones e ideas no debidamente fundamentadas pero que por el sólo hecho de verse publicadas o transmitidas una y otra vez en reuniones libros e incluso medios de comunicación terminamos dándolas por válidas En segundo lugar, ocurre algo similar con personajes que poseen un cierto prestigio mediático e incluso académico. Todo lo que expresan, sea de su especialidad o no es tomado como verdad revelada e indiscutible sin estar sujeto a ningún tipo de evaluación de calidad científica. Esto conduce en general a dos males que dañan la investigación. El primero es el “dogmatismo” que torna afirmaciones endebles en irrebatibles. El segundo es el “estereotipo” que nos lleva a imágenes arraigadas no comprobadas, a generalizaciones sin sustento [1], En tercer lugar podemos ser víctimas de nuestro propio etnocentrismo cotidiano que se verá reflejado también en nuestra actividad de investigación. Por etnocentrismo entendemos el considerar a la propia cultura en la que vivimos como la mejor, la ideal. Y a partir de allí juzgaremos a las demás culturas como de menor o mayor calidad en tanto y en cuanto se alejen o se acerquen a la mía. ¿Cómo puede esto influir en una investigación?. Ciertos temas son vistos en la cultura a la que pertenecemos con una óptica sesgada dejando de lado visiones alternativas y empobreciendo inevitablemente el análisis. Podemos partir de supuestos que en realidad son formas de ser, hacer y pensar, sólo propias del ambiente en el que nos movemos pero no son ni las únicas ni mucho menos las mejores. Esto que nos puede ocurrir a nivel subjetivo, también puede producirse desde el punto de vista de la propia disciplina. Entramos entonces en la cuarta dificultad llamada en este caso el “especialismo”. Sería como una suerte de etnocentrismo de nuestra ciencia: intentamos explicar toda realidad que investiguemos a la luz estrictamente de nuestra disciplina. Así por ejemplo para un especialista en comunicación todos los conflictos cotidianos y estructurales de la sociedad serán “un problema de comunicación”, o para un economista todas las conductas sociales, incluso el delito, podrán ser explicadas a la luz del esquema “costo-beneficio” que tendría incorporado cada individuo en su toma de decisiones. Las dificultades metodológicas propiamente dichas se irán presentando a lo largo de la investigación. Sin embargo querríamos detenernos ahora en una de las primeras de este tipo y quizás la más importante: la elección del tema a investigar. Cuando comenzamos con este proceso nos encontramos en primer lugar con un área de la realidad que nos interesa: los estudiantes del EGB II, la pobreza o la opinión pública por ejemplo. Dentro de esos temas existe seguramente alguna cuestión que nos provoca interrogantes que nos llaman la atención. El desafío será plasmar esos interrogantes en un problema de carácter científico, una de las operaciones más complejas del proceso de investigar aunque no lo parezca a priori. Hablamos de problema no en el sentido vulgar del término como algo negativo sino en cuanto una cuestión a tratar para conocerla en la mayor profundidad posible. ¿Qué estrategias concretas podemos utilizar para definir bien un problema científico?. Una vez que hemos definido el área temática en la cual pondremos nuestra atención es recomendable que sencillamente nos pongamos a escribir en un papel todas las preguntas que nos surgen a partir de él y que comencemos a recolectar y a leer toda la información previa que exista al respecto. También nos puede ser de gran utilidad el plantear uno o dos objetivos generales para la realización de la investigación y algunos objetivos específicos, siempre considerando que éstos deben tener una coherencia lógica con los primeros. Concretamente: el cumplimiento de los objetivos específicos debe ser condición necesaria para que se cumpla el o los generales. Existen una batería de preguntas cortas que nos pueden servir para orientarnos en primera instancia en la búsqueda del problema: ¿qué voy a investigar? ¿por qué? ¿desde dónde? ¿para qué? ¿cómo? ¿cuándo? ¿con qué recursos cuento? [2] El análisis de cada una de estas preguntas ameritaría un desarrollo considerable. Sin embargo queremos aquí detenernos en algunas de las características más salientes que tenemos que enfatizar en estas instancias: El problema debe ser realmente factible, es decir, deben existir posibilidades ciertas de que podamos llegar a buen puerto. En esto es clave la última pregunta recién enunciada: debo siempre considerar los recursos reales y posibles no sólo económicos si fueran necesarios sino también la eventual necesidad de asistentes y la disponibilidad de tiempo. Podemos aspirar a investigar los temas más interesantes pero si no contamos con los recursos, todo quedará en nuestra imaginación y en una mera expresión de deseos. El problema debe ser observable y experimentable en la realidad. Si no hay una contrastación empírica de algún tipo, estaremos hablando de otro tipo de conocimiento. El problema y las consecuencias de su análisis debe tener en lo posible algún nivel de generalización en sus resultados. Debe intentarse no agotarlo en un caso único (si bien esto no sería inválido). El problema debe ser novedoso en el sentido de realizar algún aporte grande o pequeño que no haya sido planteado hasta el momento en la disciplina en la que estemos inmersos. En este sentido debemos ser muy cuidadosos para no plantear cuestiones que ya estén trabajadas. Para ello, nos será de gran ayuda el desarrollar el “estado de la cuestión”[3] El problema debe estar planteado sin juicios de valor. Y aquí volvemos al tema de la subjetividad pero vale volverlo a aclarar. Esto no implica que nos despojemos de nuestros valores sino que en este caso estamos resaltando que no debemos plantear un “deber ser” en el campo elegido sino que analizaremos esa realidad y obtendremos resultados más allá de que los mismos nos agraden o no, nos convengan a nuestros intereses personales o no. Debemos investigar “lo que pasa” no “lo que nos gustaría que pase”. En este sentido es necesario dejar en claro otra cuestión relacionada con la elección del tema. Nos referimos a la ligazón emocional-afectiva que podamos llegar a tener con el mismo. Si bien es natural que elijamos un tema relacionado con nuestros intereses y quehaceres, existen algunos situaciones en las que lo emocional le puede ganar a lo científico. Por ejemplo, será muy difícil mantener la mayor objetividad posible si me pongo a analizar sociológicamente a la empresa que acaba de despedirme. Finalmente, debemos mencionar una de las mayores dificultades que se nos presenta en la etapa de la enunciación del problema: el delimitarlo prudentemente, definiendo desde donde parto y hasta donde pienso llegar en el área de conocimiento de la que me ocupo y definiendo también las coordenadas espacio-temporales dentro de las cuales se desarrollará la investigación. [1] [Pardinas... Op.Cit. Cap 1]. [2] [Ver Muro M., Grillo Padró S., y ots. “La cocina de la investigación”. Ediciones de la Facultad de Ciencias Sociales. Universidad Nacional de San Juan. San Juan 2000. Cap 1.] [3] [por “estado de la cuestión” entendemos la búsqueda bibliográfica referida a lo ya escrito sobre el tema. Debemos ver en esta instancia cuáles son las teorías vigentes y los principales autores que han desarrollado el tema que nos interesa investigar, así sabremos con precisión hasta donde se ha llegado a generar conocimiento en el área de nuestro interés.].