La noción de bienestar social

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La noción de bienestar social
Demetrio Casado
Quiero comenzar diciendo que la noción de bienestar social
resulta, a mi parecer, difícil de expresar; ello sucede así porque se
trata de un producto cultural fruto de un consenso imperfecto. En
el orden de la naturaleza no ocurre esto. Los elementos minerales
son difíciles de identificar, pero cuando esto se logra resultan in­
equívocos: el bismuto ocupa el número 83 en la tabla de los ele­
mentos químicos y su masa atómica es Bi = 208, 980. Las plantas
han sido objeto de percepciones diversas en el espacio y en el
tiempo, pero finalmente fueron reducidas a géneros y especies per­
fectamente definidas: la cosmética y medicinal belladona es, a la
postre, la Atropa belladona. En el orden de la cultura han cobrado
existencia entidades definidas por consensos muy precisos: tal es
el caso del metro, cuya magnitud se ha conservado inalterada pese
a comprobarse, posteriormente a su definición inicial, que no es
exactamente la diezmillonésima parte del cuadrante del meridiano
terrestre que pasa por París. Otros objetos engendrados por la
cultura no gozan del don de una identidad singular. El bienestar
social es un ejemplo eminente de esta carencia, según es cosa harto
sabida. Mediante observación de los usos lingüísticos yo he perci­
bido cuatro versiones básicas de la noción de bienestar social, a
las que dedicaré sendas rúbricas.
1.
E L BIENESTAR SOCIAL COMO V A L O R
La locución «bienestar social» es de uso reciente entre noso­
tros. Durante la etapa política franquista el campo semántico co­
rrespondiente a la intervención social estuvo poblado por especies
verbales como éstas: «Auxilio Social», «obras sociales», «Previsión
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Social», «asistencia social», «promoción social», «Seguridad Social», «acción social», «servicio social», «planificación social». La
etiqueta «bienestar social», que yo recuerde, sólo fue utilizada excepcionalmente y por modo sucursalista: el Comité Español para
el Bienestar Social es la sección nacional del International Council
on Social Welfare; la Comisión Interministerial pro Bienestar Infantil y Social se constituyó para distribuir ayudas de organismos
internacionales; el libro Problemas actuales de los servicios de bienestar social (1) fue escrito por Francisco Villota Villota bajo inspiración foránea inmediata.
Tras la muerte de Franco el panorama terminológico va a cambiar paulatinamente. Del trienio preconstitucional recuerdo la publicación de mi propio libro propugnando el «Cambio de las instituciones de bienestar social» (2). La Constitución de 1978 garantiza el bienestar social sin mencionarlo (título I, capítulo tercero).
En contrapartida, varios estatutos de Comunidades Autónomas, a
partir de su competencia exclusiva en asistencia social —nueva
caja de Pandora—, prometen el bienestar social en tales términos
(3). A la vez que esto sucedía, y después, numerosos órganos políticos y administrativos de las Comunidades Autónomas —constituidas o en constitución—, Diputaciones y Ayuntamientos eran
bautizados o rebautizados con la citada denominación.
A no dudarlo, los hechos mencionados en el párrafo anterior
son la manifestación tardía e imprecisa de una aspiración social;
son, dicho de otra manera, la expresión del bienestar social en
tanto que valor (4), en tanto que norma que propugna la satisfacción de ciertas necesidades. El artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948) podría servir como expresión concreta de esta versión moral del bienestar social:
«Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que
le asegure, así como a su familia, la salud y el bienestar, y en
especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los
(1) Madrid, Euramérica, 1973.
(2) Madrid, Marova, 1977.
(3)
MANUEL AZNAR LÓPEZ: «Normativa constitucional y estatutaria sobre ser-
vicios asistenciales y sociales: reflexiones en torno a un modelo inédito», en Los
servicios asistenciales y sociales en el Estado de las Autonomías, Madrid, Marsiega, 1 9 8 3 .
(4) Véase al respecto Conceptos básicos de bienestar social, Ilustre Colegio Nacional de Doctores y Licenciados en Ciencias Políticas y Sociología, Madrid, 1987.
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seguros en caso de desempleo, enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad.»
2.
E L BIENESTAR SOCIAL C O M O ESTADO
D E SATISFACCIÓN
En la cultura común se suele asociar el bienestar y el bienestar
social con la satisfacción de aquellas necesidades que pueden cubrirse por medios que se adquieren con dinero.
En un plano más técnico, el bienestar técnico parece entenderse como una situación colectiva de cobertura de necesidades en el
orden del uso y consumo individual (vivienda, economía doméstica) y social (servicios de salud, educación, etc.). Vendría a ser,
pues, el cumplimiento del artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos antes citado.
Debo significar que, al contrario de lo que sucede con las otras
versiones de la noción de bienestar social, ésta de carácter social,
que acabo de apuntar, apenas es objeto de atención en la literatura
ideológica y aun en la técnico-científica. ¿Será así porque es cosa
muy obvia, que no suscita debate? ¿Será que el bienestar de la
gente interesa menos a sus profetas y estudiosos que los principios
que lo inspiran o los medios para lograrlo?
3.
E L BIENESTAR SOCIAL C O M O UN Á R E A
D E ACTIVIDAD
Desde hace varios decenios se viene utilizando la etiqueta «bienestar social» para denominar numerosos programas y organismos
foráneos. Ello es muy frecuente en países anglosajones avanzados,
pero también lo encontramos en los países anglosajones atrasados,
así como en comunidades políticas de otras lenguas pero bajo influencia anglosajona, cual es el caso de algunas naciones latinoamericanas. Pueden servir como ejemplo de este fenómeno tan extenso, desde el punto de vista espacial, el añoso Departamento de
Salud, Educación y Bienestar Social de EE.UU. y el más joven
Ministerio de Bienestar Social de la provincia de Salta (Argentina).
Según dije antes, data de hace pocos años la extensión en España del uso de la voz «bienestar social» para rotular organismos y
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actividades. Pero ya lo encontramos en consejerías y otros órganos
de las Comunidades Autónomas en la Administración local, sin
excluir algunas entidades privadas.
Tanto fuera como dentro de España, este uso rotulador nos
revela una tercera versión de la noción de bienestar social entendido como un área de actividad en el sector de los servicios. El
Departamento de Salud, Educación y Bienestar norteamericano se
ocupa de tres áreas de actividad, una de ella consistente en prestaciones económicas de Seguridad Social, servicios sociales personales, etc. El Patronato Municipal de Bienestar Social de Baeza produce y gestiona solamente servicios sociales para personas con minusvalía, ancianos, etc. Podría aportar otros muchos ejemplos que
revelan las diferencias de contenido que se dan en las áreas de
actividad acotadas con la denominación de «bienestar social».
Este es un hecho que fue puesto de manifiesto muy cabalmente
por Manuel Moix Martínez en artículo de ya lejana fecha. D e él
tomo dos textos que revelan bien lo dicho (5):
«El concepto de bienestar social empleado en el modo más
restringido en algunos países de economía de mercado cubre sólo
aquellos programas y servicios que son ideados para satisfacer las
necesidades de los pobres, los minusválidos, los dependientes, los
privados, los alienados, los desviados y los desaventajados.»
(A. Kadushing, 1972).
«El bienestar social es» —en relación a "trabajo social" y "servicios sociales personales"— «la categoría más amplia, comprendiendo aquellas formas de intervención colectiva que conciernen
a la asistencia médica, la vivienda, la educación, las transferencias en metálico y los servicios sociales personales.» (Martín
Rein, 1970).
4.
E L B I E N E S T A R SOCIAL C O M O INSTITUCIÓN
POLÍTICO-SOCIAL
En el citado artículo de Moix Martínez se pone también de
manifiesto la contradicción de puntos de vista en lo relativo a la
intervención de la acción externa pro bienestar social. H e aquí
uno de los textos citados en dicha fuente:
(5)
Textos citados en MANUEL MOIX MARTÍNEZ: «Diversas concepciones del
bienestar social. Su definición», en Revista Internacional de Seguridad Social, número 4, 1977.
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«Dos concepciones del bienestar social parecen ser dominantes
en los Estados Unidos hoy: la residual y la institucional. La primera mantiene que las instituciones de bienestar social deberían entrar en el juego sólo cuando las estructuras normales de oferta, la
familia y el mercado, quiebran. La segunda, en cambio, contempla
los servicios de bienestar como funciones normales, de "vanguardia", de la moderna sociedad industrial.» (Harold L. Wilenski y
Charles N. Lebenx, 1965).
Como se ve, no se trata de una alternativa concerniente a la
extensión material del área del bienestar social, sino de una disyuntiva política: intervención mínima y circunstancial o intervención
amplia y regular. En el texto transcrito ambas opciones son acogidas bajo el término «bienestar social»; en España, sin embargo,
los valedores de la segunda opción reivindican para ésta en exclusiva la voz y la idea del bienestar social. Y ésta es la tercera versión
que propongo.
Es una concepción de carácter político, que se ha generado
dialécticamente. En oposición al abstencionismo liberal o neoliberal en asuntos sociales, se propugna una intervención pública de
estilo socialdemócrata (en los Estados Unidos los bandos enfrentados responden a otras denominaciones). Aunque entre nosotros
no suele formularse con "claridad la opción que comento, debo
suponer —por sus antecedentes— que se caracteriza por las notas
de amplitud en la protección y en el ámbito de los protegidos, por
una parte, e institucionalización o juridificación de derechos sociales y deberes públicos, por otra. Y a dije anteriormente que nuestra
Constitución vigente garantiza el bienestar social sin mencionarlo;
la disposición más relevante a este propósito es su artículo 4 1 , que
puede servir para ilustrar lo que acabo de indicar:
«Los poderes públicos mantendrán un régimen público de Seguridad Social para todos los ciudadanos, que garantice la asistencia y prestaciones sociales suficientes ante situaciones de necesidad, especialmente en casos de desempleo. La asistencia y prestaciones complementarias serán libres.»
El lector habrá percibido, sin duda, que la versión política de
la noción de bienestar social es equivalente a la idea del Estado
del bienestar.
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