Vencer la distrofia muscular

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52 / SOCIEDAD
EL PAÍS, martes 22 de mayo de 2007
SALUD
Vencer la distrofia muscular
U
Barcelona
nas pruebas médicas revelaron a dos
jóvenes deportistas
asintomáticos que
tenían alta la creatinasa, un indicador de sufrimiento muscular. El diagnóstico final
fue que sufrían distrofia muscular o miopatía de Becker, una
forma benigna que puede pasar
inadvertida hasta los 70 años de
edad. Afortunadamente, no estaban afectados por la miopatía
de Duchenne, la forma más frecuente y grave de este tipo de
patologías, en la que la esperanza de vida no suele superar los
20 años. Eso, por ahora. Porque
la miopatía de Duchenne no tiene cura, pero en la larga batalla
contra esta enfermedad ha aparecido un rayo de esperanza: varios equipos de investigación están realizando los primeros ensayos clínicos para encontrar un
tratamiento eficaz.
La atrofia muscular es un trastorno genético hereditario que debilita los músculos del cuerpo, los
degenera y con el tiempo, son sustituidos por depósitos de grasa.
Los afectados pierden progresivamente la fuerza, aumenta su discapacidad y, a veces, sufren deformidades. Se empieza a manifestar a
partir de los tres años con síntomas como espalda torcida, hipertrofia en la pantorrilla y debilidad
progresiva de los miembros.
Dentro de las enfermedades raras, la miopatía de Duchenne es la
más frecuente: afecta a uno de cada 3.500 varones nacidos vivos y
suele tener un final trágico a una
edad temprana, aunque la fisioterapia y los esteroides consiguen
que algunos afectados alcancen
los 35 años. Lo peor de todo es
que han de pasar un vía crucis
cruelmente pautado: “A los 10
años de edad irá en silla de ruedas y a los 12 años no podrá
darse la vuelta en la cama”, explica Luis García Sánchez, investigador francés del Instituto de
Miopatías de París, con 15 años
de experiencia en distrofias
musculares, en particular la de
Duchenne.
Los afectados son portadores
de mutaciones en el gen que codifica la distrofina, una proteína que
se encuentra bajo la membrana
muscular. En ausencia de distrofina, las fibras musculares se vuelven frágiles y se dañan espontáneamente al someterlas a esfuerzo. La repetida degradación de
esas fibras ocasiona una pérdida
progresiva de la capacidad regeneradora natural del tejido muscular. ¿Cómo escapar de este círculo
vicioso? La terapia con células
madre, dice, “no ha mostrado ningún beneficio real”. En cambio,
J. C. AMBROJO,
Primeros ensayos clínicos de una
posible terapia para combatir la rara
y grave enfermedad de Duchenne
El investigador Luis García, durante su estancia en Barcelona. / M. SÁENZ
La terapia génica podría hacer recuperar la
capacidad del organismo para proteger los músculos
Las técnicas con células madre no han
mostrado ningún beneficio real en la distrofia
la terapia génica, con la que se
intenta modificar o reemplazar
el gen anómalo, ofrece esperanzas. Los detalles de esta terapia
fueron expuestos extensamente
por Luis Garcia en una sesión
del Centro de Regulación
Genómica de Barcelona. “Es al-
go dinámico, no es una cura para siempre, cada ARN hay que
modificarlo y se realiza mediante secuencias de ARN antisentido o sintéticas”, dice Luis García. De momento, un ensayo clínico en fase 1 que se realiza en
Holanda en una zona intramus-
cular de milímetros ha abierto
esperanzas. Los resultados, todavía no publicados, son “buenos
en ratones y en humanos” afirma García. En 2008 lo extenderán a todo el cuerpo.
El grupo de Terry Partridge
en Washington (EE UU) ha demostrado que la molécula antisentido es eficaz en perros
distróficos. “¿Qué efectos secundarios tendría en humanos?”, se
pregunta García. “Nuestras enzimas no la reconocen, así que
es indestructible y no biodegradable: es una descarga salvaje y
no se sabe todavía si se eliminará del organismo. En las primeras tomas el paciente consigue
sintetizar distrofina, pero, ¿y
dentro de 10 años? ¿Se envenenarán?”.
En París, Luis García ha logrado los mismos resultados
que Partridge, pero clonando el
gen U7, un ARN natural y de
pequeño tamaño que se encuentra en todos los humanos, e inyectándolo en ratones.
Antes de ensayar en humanos, el grupo de García trabaja
para distribuir el gen terapéutico a través de una perfusión por
todo el cuerpo de ratones y perros (con un peso similar al de
un niño con Duchenne cuando
pierde la capacidad de caminar). En las pruebas con perros,
la distrofina creada resiste al movimiento natural y en sólo dos
meses la fuerza del costado del
perro tratado pasa del 60% al
80% de la que sería normal.
Una terapia con células madre consigue mayor fuerza, “pero
sólo para unas pocas miles de células”, dice. Tiene mejores perspectivas, pero a cambio, la terapia génica inunda el cuerpo con
virus (se inyectan 10 virus elevados a la 14 por kilogramo): “Hace falta una biotecnología adaptada y trabajar en el sistema inmunitario, porque aunque el virus
está desactivado, para el cuerpo
humano sigue siendo un virus”.
¿Qué significa? Con la primera vacuna será necesario inyectar medicamentos inmunosupresores para evitar que el organismo bloquee el virus. Los científicos creen que dos o tres meses
más tarde no hay restos de virus
en el cuerpo y por eso es necesario continuar inyectando más.
Hasta ahora es posible crear
distrofina en ratones, perros y en
células humanas. Si obtienen los
permisos, el próximo año el grupo de Luis García realizará un
ensayo clínico fase 1 con pacientes. “Idealmente sería una inyección que lleve el virus a todo el
cuerpo, para comprobar que realmente produce beneficios en los
pacientes con Duchenne” dice.
Una dolencia vinculada al cromosoma X
L
a historia de la
patología de
Duchenne es larga,
ya que se describió en
1860 y desde entonces
no se ha logrado
“ninguna cura ni
tratamiento, únicamente
los corticosteroides
mejoran algo los
síntomas”, asegura el
investigador francés
Luis García Sánchez.
La miopatía de
Duchenne suele afectar
sólo al sexo masculino
porque está ligada al
cromosoma X. Algunas
mujeres portadoras
también pueden estar
afectadas con
cardiopatías e incluso
tener algún
desequilibrio muscular
(tienen un lado del
cuerpo normal y otro
más flojo), “pero en
general viven casi
normalmente”, dice
Luis García.
Por el momento, en
familias sin
antecendentes no es
posible conocer si un
niño nacerá con esta
patología. Se ha dado el
caso de padres que han
llegado a tener tres hijos
con Duchenne, porque
el primer bebé no
mostró los primeros
síntomas hasta la edad
de cinco años. Sin
embargo, el 40% de los
casos no están
relacionados con la
transmisión hereditaria.
Se deben a mutaciones
espontáneas, dice Luis
García.
El descubrimiento de
la alteración de la
distrofina es
relativamente reciente:
en 1983 se descubre el
gen de la distrofina en el
cromosoma X y en 1986
se encuentra la parte del
gen que codifica la
distrofina (CDNA), la
estructura del gen y
también la proteína (que
se extiende a lo largo de
2,5 millones de pares de
bases e incluye 79
exones, cada uno de los
cuales codifica una
porción específica de la
proteína.
Quemar los discos
intervertebrales
para tratar el
dolor de espalda
es ineficaz
EL PAÍS, Barcelona
Las técnicas orientadas a quemar el interior del disco intervertebral con el fin de tratar el dolor
de espalda originado en el propio disco acaban de ser desautorizadas. La termocoagulación intradiscal, que puede realizarse
por calor generado eléctricamente o mediante radiofrecuencia, es
ineficaz y potencialmente peligrosa para la salud, según ha demostrado una revisión sistemática publicada en el último número de la
revista Spine, por lo que su uso
para tratar el dolor de espalda
está injustificado.
“Ninguno de estos procedimientos tiene más efecto que el
placebo y además tienen riesgos
graves, cuya frecuencia exacta es
desconocida”, señala el doctor
Gerard Urrutia, del Centro Cochrane Iberoamericano y primer
autor del trabajo, cofinanciado
por la Agencia de Evaluación de
Tecnologías Sanitarias, la Fundación Kovacs y el Centro Cochrane Iberoamericano.
El estudio, realizado por investigadores del Centro Cochrane
Iberoamericano, la Fundación
Kovacs y el neurocirujano Javier
Olabe, pertenecientes todos ellos
a la Red Española de Investigadores en Dolencias de la Espalda
(REIDE), pone en evidencia una
técnica que se había estado utilizando por la presión comercial,
pero sin que su eficacia y seguridad estuvieran avaladas científicamente. Sólo en Estados Unidos se han aplicado a más de
75.000 pacientes, y también en
España su uso se ha difundido
en los últimos años en el ámbito
público y privado. Según el artículo publicado en Spine, esta
conducta resulta inaceptable por
motivos éticos, clínicos y legales.
Evaluación necesaria
La revisión sistemática insiste en
la necesidad de evaluar rigurosamente los beneficios y riesgos de
cualquier tecnología sanitaria antes, y no después, de que se aplique de manera asistencial, así como de identificar claramente los
casos específicos en los que está
indicada para usarla sólo en
ellos.
“Seguir aplicando técnicas
desarrolladas por motivos comerciales sin evaluarlas antes
de manera rigurosa merma la
eficacia de la asistencia sanitaria, expone a los pacientes a riesgos innecesarios y supone derrochar inútilmente unos recursos
sanitarios que resulta vital usar
de modo más eficiente”, advierte Francisco M. Kovacs, director de la REIDE y coautor del
estudio.
La demostración de la inutilidad de las técnicas de termocoagulación intradiscal supone
un varapalo a una teoría que resultaba intelectualmente muy
atractiva: creer que era posible
identificar a los pacientes en los
que el dolor se debía a una lesión
del disco intervertebral y aplicarles un tratamiento específico. Pero los hechos demuestran que resulta imposible determinar si el
disco es el verdadero origen del
dolor en un paciente concreto.
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