ARGUMENTOS Y FALACIAS.

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ARGUMENTOS Y FALACIAS.
1. DISCURSO ARGUMENTATIVO.
Cuando la tarea del lenguaje es la de describir, diremos que éste se
utiliza como discurso informativo, mientras que cuando expresemos razones a
favor o en contra de algo, hablamos de discurso argumentativo:
- Vino tarde, pero trajo lo que se le pidió. (informativo)
- Vino tarde porque perdió el autobús. (argumentativo)
2. LA ARGUMENTACIÓN.
Argumentar consiste en dar una razón o prueba o una serie de ellas, (las
llamaremos premisas) en apoyo de una conclusión. Quien argumenta no se
limita a afirmar o negar un enunciado, sino que pretende que su afirmación o
negación esté debidamente justificada, ya que se deriva de otras afirmaciones
previamente asumidas.
3. PREMISAS Y CONCLUSIÓN.
No siempre aparecen los argumentos de forma explícita. Entonces son
más difíciles de reconocer. Para poder hacerlo es importante que descubran el
enunciado que se presenta como conclusión. A esta tarea de diferenciar la
conclusión puede ayudar el propio discurso. Por ejemplo:
PREMISA (p)
CONCLUSIÓN.
P, así que ……………………………….. C puesto que P.
P, de ahí que……………………………..C porque P.
P, en consecuencia……………………..C dado que P.
4. ARGUMENTOS DEDUCTIVOS E INDUCTIVOS,
Cuando la conclusión se deriva necesariamente de las premisas, es
decir, que no podemos negarla sin negar alguna de ellas, entonces diremos
que se trata de un argumento deductivo. Las personas que dan un argumento
deductivo pretenden que el apoyo que sus premisas dan a la conclusión es tan
completo que ésta última es necesariamente verdadera si las premisas lo son.
El contenido de la conclusión está ya en las premisas. La conclusión sólo pone
de manifiesto algo que ya se dice en las premisas aunque de una manera
implícita.
Por el contrario el apoyo que pretende un argumento inductivo es más
débil. Se requiere únicamente que la conclusión sea más probable si las
premisas son verdaderas.
Tanto en un argumento como en otro se saca una conclusión a partir de
las premisas. La diferencia entre ambos la expresamos diciendo que en los
deductivos la inferencia es más fuerte que en los inductivos.
4.1. Argumentos inductivos.
En los argumentos inductivos, la conclusión a la que se llega no está
contenida en las premisas. La inferencia es ampliativa, es decir, la conclusión
tiene información nueva. Llegamos a lo general partiendo de casos y
observaciones particulares.
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4.2.
Argumentos deductivos.
Ya se ha visto que los argumentos deductivos tienen la conclusión
contenida en las premisas y por tanto, si éstas son verdaderas, la conclusión
necesariamente lo es, por ejemplo.
Julia sólo sale con boy – scouts
Martín no es boy – scouts.
Concluiremos entonces que Martín lo tiene bastante mal para salir con
Julia si no se “apunta” a los boy – scouts. La conclusión sería. Julia no sale con
Martín.
5. VALIDEZ DE LOS ARGUMENTOS.
Veamos ahora cuando una inferencia es “válida” o “correcta”
comenzando por los argumentos deductivos.
Ya hemos dicho que en estos argumentos, si las premisas son
verdaderas, la conclusión no puede ser falsa. Ahora bien, esa pretensión puede
estar justificada o no. La validez es una propiedad objetiva de las inferencias.
No depende de las intenciones o pretensiones de nadie. ¿De dónde viene la
validez deductiva de una inferencia? La respuesta es: de su forma. Ejemplo:
Todos los zumbos son bumbos.
Colt es un zumbo.
Colt es un bumbo.
Sin captar el significado del anterior argumento, y sin entrar en lo que
son zumbos o bumbos, podemos darnos cuenta de que la conclusión es
verdadera y podemos describir la forma que tiene el argumento.
La validez o corrección de un argumento inductivo no viene en cambio
determinada por la forma que tenga, sino que es correcto o válido cuando sus
premisas aportan una buena base para afirmar que la conclusión puede ser
verdadera. Es decir, el argumento es probable suponiendo que las premisas
sean verdaderas. La probabilidad es cuestión de grados, por ello es razonable
pensar que estos argumentos son más o menos fuertes. El problema principal
de los argumentos inductivos radica en determinar el grado mínimo de apoyo
que las premisas han de prestar a la conclusión para que esta se considere
efectivamente probada. Esto se llama fuerza inductiva.
6. VALIDEZ Y VERDAD.
Validez y verdad son dos conceptos distintos que no debemos confundir.
En el habla cotidiana se confunden muchas veces.
La verdad y su contrapartida, la falsedad, es una propiedad de
enunciados afirmativos o negativos, y la validez es una propiedad de
argumentos que unas veces dependerá de la forma y otras de la mayor o
menor evidencia que aporten las premisas.
La validez o no validez de un argumento es independiente de la verdad
o falsedad de las premisas excepto en un caso: un argumento deductivo válido
cuyas premisas sean todas verdaderas no puede tener una conclusión falsa.
Ejemplos de argumentos válidos con premisas o conclusiones falsas:
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Todas las aves son ovíparas.
Los canguros son aves.
Los canguros son ovíparos.
Todos los europeos son españoles
Todos los españoles son andaluces
Todos los europeos son andaluces.
Ejemplos de argumentos no válidos que tienen conclusiones o premisas
verdaderas o falsas:
Todos los hombres mueren
Todos los geranios mueren
Todos los hombres son geranios.
Ningún argentino es suramericano.
Todos los brasileños son suramericanos.
Todos los argentinos son brasileños.
7. ENUNCIADOS Y ARGUMENTOS CONDICIONALES.
Podemos reconocer este tipo de argumentos por su forma. La más
normal es “si…… entonces”. A la parte comprendida entre la palabra “si” y la
palabra “entonces” lo llamamos antecedente, y a la que va después
consecuente. Por ejemplo: “Si damos un golpe en un alambre entonces éste se
calienta”.
El que profiere este enunciado y el que lo oye esperan que ocurra un
determinado hecho siempre que haya sucedido otro, es decir que en el caso de
que el antecedente sea verdadero, se espera que también lo sea el
consecuente.
Ahora bien, ¿estaríamos dispuestos a admitir que en el caso de que
veamos que el alambre se calienta se puede afirmar que hay alguien que lo
está o hay golpeado? Es decir cuando comprobamos que en un enunciado
condicional el consecuente es falso, esperamos que también lo sea el
antecedente.
Lo que hacemos es caracterizar la relación que existe entre el
antecedente y el consecuente. Nos es imposible imaginar que el alambre no se
caliente cuando lo golpeamos, y a ello atribuimos una relación de necesidad, es
decir, que el que sea verdadero el consecuente es condición necesaria para
que el antecedente sea verdadero. Y puesto que podemos imaginar otras
formas distintas de calentar el alambre, decimos que la verdad del antecedente
es condición suficiente para que el consecuente sea verdadero.
De hecho, para cerciorarnos si un enunciado condicional es verdadero
tenemos que comprobar que no ocurra el caso de golpear el alambre y que
éste no se caliente, es decir, que el antecedente sea verdadero y el
consecuente falso.
8. FALACIAS Y SOFISMAS.
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Una falacia es un argumento que parece verdadero y sin embargo no lo
es. Puede ser fruto del desconocimiento de las reglas de la argumentación o
del incumplimiento de las mismas, o puede obedecer a las intenciones de un
argumentador que quiera engañarnos. En general todos, cuando nos movemos
por intereses personales, solemos razonar falazmente. En general se distingue
varios tipos de falacias: formales, no formales y materiales.
Las formales se deben a un error en la forma de argumentar y destacan
la ignorancia del consecuente y la negación del antecedente. Ejemplos:
Si llueve, la calle se moja.
La calle está mojada.
Llueve.
Si llueve la calle se moja.
No llueve.
La calle no se moja.
Las no formales dependen del lenguaje empleado por equivocidad de un
término. Ejemplo:
Los gatos son animales.
Los gatos son un tipo de palanca.
Las palancas son animales.
Entre las falacias materiales podemos destacar las siguientes:
Falacia “ad hominem”. Se trata de acudir a las circunstancias personales
para negar los argumentos que alguien da, por ejemplo: decir que la filosofía de
Nietzsche es falsa porque éste acabó loco.
Falacia “Tu quoque”. Se trata de defenderse de una acusación acusando
al otro de lo mismo.
Falacia “ad populum”. Se basa en halagar falsamente al oyente o apelar
a sus sentimientos para que acepte una propuesta sin aportar pruebas de su
bondad.
Falacia “ad Verecumdiam”. Consiste en apelar a la certeza absoluta de
algo porque lo haya mantenido alguna persona con autoridad en la materia.
Falacia “ad ignorantiam”. Pretender que algo es falso porque no se ha
demostrado que sea verdadero. Por ejemplo. No se ha demostrado que haya
vida fuera de la tierra, luego no hay vida fuera de la tierra.
Falacia de petición de principio. Argumento circular en el que se recurre
a lo que se quiere demostrar para demostrarlo.
Falacia “Ex populo”. Pretender demostrar la verdad falsedad de algo
porque todo el mundo está de acuerdo.
Falacia naturalista. Definir lo bueno, lo justo, lo malo, como si fueran
propiedades naturales de las cosas. Confundir el ser con el deber ser. Por
ejemplo: como gran parte de las mujeres han sido amas de casa, todas deben
ser amas de casa.
Falacia idealista. Pasar de un juicio de valor a un juicio de hecho. Por
ejemplo: B dice que X debería estar muerto. X aparece muerto y se culpa de su
muerte a B.
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