Transferencia - contratransferencia en el trabajo

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Fepal - XXIV Congreso Latinoamericano de Psicoanálisis - Montevideo, Uruguay
“Permanencias y cambios en la experiencia psicoanalítica" – Setiembre 2002
TRANSFERENCIA
-
CONTRATRANSFERENCIA
EN
EL
TRABAJO
INTERDISCIPLINARIO.
Dra. María Esther Glusman. Lic. Olga B. Piñeiro.
Asociación Psicoanalítica Argentina.
E mail : olbepi@ infovia. com. ar
Nos interesa reflexionar acerca de lo interdisciplinario y específicamente la
relación
entre el Psicoanálisis y el Derecho de Familia. Nos ocuparemos de
algunas cuestiones relacionadas con la temática de la transferencia contratransferencia en el campo mencionado, los fenómenos transferenciales y
contratransferenciales que se juegan en la sesión psicoanalítica, en especial en
los tratamientos de pareja y familia así como en el encuentro entre consultantes clientes y representantes del Derecho.
Por último, nos detendremos en el
despliegue transferencia - contratransferencia que, inevitablemente, acontece en
el encuentro interdisciplinario psicoanalítico - legal.
EL ENCUENTRO INTERDISCIPLINARIO
El trabajo interdisciplinario surge de la necesidad de comprender y resolver
en forma integrada la problemática que nos convoca como psicoanalistas de
familia y pareja, especialmente cuando somos consultados desde el ámbito
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judicial. Desde el límite de cada disciplina se va armando un entretejido con el que
cada uno de los campos del saber intervinientes se va enriqueciendo,
generándose un espacio nuevo, de descubrimiento e interrogación, que cuestiona
certezas e intenta dar respuestas.
No es ésta una perspectiva idealista o utópica de universalidad de
conocimiento, sino un intento de lograr una destotalización del saber dentro de
una integración de conocimientos. (8)
CÓMO Y PORQUÉ SE CREA UN ESPACIO INTERDISCIPLINARIO.
En muchas situaciones clínicas nuestro saber, aunque eficaz, no es
suficiente para resolver las dificultades que se presentan. Necesitamos
de la
mirada de otras disciplinas, de su cooperación, de modo tal que sea posible
superar lo segmentado, saliendo de las trincheras que nuestras formaciones
profesionales favorecen. Es necesario entonces flexibilizar los bordes que nos
separan, aumentar su porosidad: los bordes protegen y delimitan, pero su posible
rigidez aísla el pensamiento y cristaliza las actitudes. La salida de estos espacios
bunker es necesaria aunque puede ser vivida como peligrosa, despertando en los
profesionales intervinientes ansiedades persecutorias, relacionadas con la fantasía
de una posible pérdida de poder. Dichas fantasías escenifican un ataque al ser
individual y representan amenazas de grave desmedro en el saber y accionar en
el propio espacio de trabajo. Es posible que en ellas se exprese el temor a la
devaluación de los logros personales o del grupo de pertenencia. Sabemos que
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desde la subjetividad de cada profesional suelen operar estos factores
inconcientes que pueden entorpecer el encuentro con el que viene de otra
disciplina. Pero todo este bagaje de vivencias inquietantes y sentimientos de
riesgo de caída del propio narcisismo puede ser elaborado y transformado: del
conocimiento y resolución exitosa de estas situaciones, dependerá la suerte de los
encuentros interdisciplinarios. En nuestra cultura occidental algunos espacios del
saber han sido tradicionalmente más jerarquizados que otros y entendemos que
esto también ha funcionado a modo de obstáculo para la integración.
Podríamos describir este fenómeno como una suerte de narcisismo
profesional, ligado con los elementos de la tradición de un área del conocimiento
y
los sentimientos de pertenencia a una entidad colectiva. Se trataría de un
narcisismo vinculado con el prestigio de ese saber específico en cada momento
sociocultural, con los sitios en los que opera y con las experiencias de éxito y/o de
frustración en la tarea específica. Este narcisismo profesional se conjuga con la
trama del narcisismo personal..
Los movimientos integradores interdisciplinarios se han desarrollado
cíclicamente y desde siempre. Son vividos en un comienzo como transgresión de
las fronteras tradicionales, ofreciendo no pocas resistencias. Es importante
desmitificar la idea de lo novedoso del trabajo interdisciplinario: ya los sofistas
griegos habían definido el programa de una "encuclios paideia", enseñanza
circular, que imponía al alumno un examen general de las disciplinas constitutivas
del orden intelectual . (9) (10)
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La interdisciplina implica un proceso de aprendizaje y de creación de un
nuevo espacio transicional, un cambio de mentalidad, una forma diferente de
operar en la realidad tanto psíquica como fáctica. No es solamente una
yuxtaposición o suma de miradas. Sumar, no es necesariamente integrar.
La interdisciplina propicia una unión
que no implica indisolubilidad, un
ejercicio que promueve resultados adecuados para cada ocasión, signado por los
objetivos en juego. De allí su importancia para la resolución de situaciones que
han perdido su equilibrio homeostático (crisis) hasta llegar a la ruptura de la
regulación del sistema, precipitándose en la desorganización, o aún en el caos. Lo
interdisciplinario desea conjugar saberes y experiencias y
promueve el
aprendizaje mutuo. (3)
Según Winnicott, (13) creador del concepto de espacio transicional la
creatividad inherente a tales espacios transicionales es propia del hecho de vivir.
Si la capacidad lúdica creativa de los profesionales de diversos campos que
trabajan
en
conjunto
está
presente,
surge
un
espacio
transicional
interdisciplinario en el que se respeta la libertad de pensamiento y de realización
de cada disciplina, facilitándose la comprensión de los problemas y creando
nuevos caminos para, en suma, aliviar el sufrimiento humano.
Debemos diferenciar el concepto interdisciplina del concepto de
transdisciplina que implica una concepción unificada del conocimiento. Esta se
da cuando el objeto de estudio de una disciplina es redefinido a partir de
conocimientos pertenecientes a otra. Se inaugura en estos casos un nuevo campo
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de estudio, por ejemplo la bioquímica, la psicología social, la biología molecular,
etc.
Por otra parte, importa definir la idea de multidisciplina: cada área del
saber se desarrolla en forma aislada, puntual y circunscripta a su especialidad,
pudiéndose relacionar o no con otra.
Creemos posible hablar de una mentalidad interdisciplinaria (13). Vale
decir una posición intelectual y pragmática, en la que el representante de una
disciplina admite la existencia de situaciones en su quehacer, que requieren la
contribución de otras áreas del conocimiento, en función de lograr propuestas
diferentes que no hubieran surgido por la mera intervención de cada una de ellas.
La mentalidad interdisciplinaria
implica un verdadero
interés por los
diferentes productos de la cultura. En nuestro caso particular, significa una
apertura necesaria que sostiene nuestra actitud analítica sin permanecer
encerrados en el corpus teórico del Psicoanálisis como modo de generar una
ampliación de nuestra mirada del mundo.
TRANSFERENCIA
Y
CONTRATRANSFERENCIA
EN
EL
CAMPO
DEL
PSICOANÁLISIS CON FAMILIA Y PAREJAS:
En "Psicoanálisis del encuadre psicoanalítico" (4) José Bleger dice "... la
situación analítica se refiere a la totalidad de los fenómenos incluidos en la
relación terapéutica entre el analista y el paciente; esta situación abarca
fenómenos que constituyen un proceso, que es el que estudiamos, analizamos e
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interpretamos; pero incluye también un encuadre, es decir un 'no proceso" en el
sentido de que son las constantes, dentro de cuyo marco se da el proceso."
Por otro lado W. y M. Baranger (2) sostienen que toda relación humana
configura un campo, producto de la interrelación de los participantes que están
involucrados en un proceso dinámico y creativo. "El campo es una estructura
distinta de la suma de sus componentes, como una melodía es distinta de una
suma de notas".
El campo analítico está definido por un marco funcional, el diálogo analítico
y la estructura dinámica inconsciente que subyace a ese diálogo. En el proceso
analítico pueden aparecer dificultades que le son propias y que no corresponden
ni a las resistencias del paciente ni a la contratransferencia del analista. El
profesional está en condiciones de dirigir una mirada que abarque en conjunto al
paciente y a sí mismo. Se advierte que los aspectos transferenciales del paciente
y la
contratransferencia del analista se originan en una misma fuente: una
fantasía inconsciente básica, producto y creación del campo. De este proceso
ambos integrantes salen modificados pero de diferente manera. La dimensión
analítica de nuestro trabajo depende de la implicación reflexiva de nosotros,
terapeutas, en la evolución del proceso.
El modo de pensar y trabajar con estos fenómenos no ha sido siempre el
mismo. Históricamente se exigía del analista "reflejar como un espejo". Para
W.Bion (4) el analista opera "sin memoria y sin deseo", situación de neutralidad
prácticamente imposible de sostener en la clínica. Posteriormente surgen trabajos
que revalorizan la subjetividad del propio analista y aparecen autores pionerosque
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trabajan el concepto de contratransferencia.( Paula Heimann y Enrique Racker.)
(12) (16)
El campo analítico está signado por un proceso particular: hacer conciente
lo inconciente. El analista trabaja con contenidos manifiestos que están referidos a
aspectos latentes. La escucha es abierta, no direccionada, carece de planificación
y fluye a modo de atención flotante: se oye algo más de lo que se dice. Hay un
esfuerzo de descentración del discurso,se incluye lo paraverbal, desmantelando la
trama de la lógica manifiesta para dirigirse al encuentro de nuevos núcleos de
significación. Lo manifiesto funciona como puente entre la descripción de una
realidad objetiva y la subjetividad.
Podríamos definir pues, algunos de los aspectos más significativos del
campo analítico: a) el proceso analítico se desarrolla en un tiempo pautado entre
terapeuta y paciente, con una cierta ambigüedad con respecto a la duración del
proceso. La cualidad de ese tiempo es particular: es, simultáneamente, pasado,
presente y futuro; b) En el espacio físico del consultorio donde se reúnen
durante largo tiempo el terapeuta y el, o los pacientes se vive un clima de
particular intimidad y privacidad. c) Existe un acuerdo previo ( contrato) en el que
los pacientes expresan sus inquietudes, pensamientos, emociones, sueños,
sufrimientos, a través de las palabras, del
lenguaje corporal y aún de sus
silencios. Por su parte, el analista mantiene neutralidad, atento a la regla de
abstinencia. El fenómeno transferencia - contratransferencia etimológicamente (7)
implica movimiento, traslado y es el terreno en el que transcurre la cura. La
transferencia plantea la reactualización de contenidos de la historia individual y
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familiar; activa fantasías, deseos, sueños, ideales, miedos. Lo aún impensado se
pone en circulación. A menudo la repetición reemplaza a la memoria, de modo tal
que el pasado es el que domina la escena. El analista, contando con su bagaje
teórico y con su análisis personal, intenta efectuar una suerte de traducción y
decodificación, con la intención de acercarse al descubrimiento de lo latente. A
partir de este punto, el trabajo psicoanalítico puede suceder.
Esta enorme complejidad se multiplica en la experiencia del trabajo con
parejas y familias. El encuadre varía, las personas se reúnen en grupo, en un
variado y radial frente a frente, en el que un conjunto de conocidos que comparten
experiencias e historia, se encuentra con un desconocido portador a su vez de su
propio bagaje personal y de un capital de conocimientos teóricos y prácticos. Allí,
los fenómenos transferenciales y contratransferenciales poseen un dinamismo
propio, correspondiente al de una estructura grupal. Cuando nos ocupamos de
una familia, nos ocupamos de un grupo, dice Käes. (14) En la familia los
fenómenos se corresponden con los de la dinámica de un grupo que funciona en
la actualidad sincrónica con el conjunto subjetivo de los miembros presentes y en
la distribución diacrónica de las generaciones, a través de la transmisión de la
vida psíquica, que recorre dichas generaciones. Las transferencias convergen y se
difractan entre los miembros del grupo, tanto como lo hacen en presencia del
psicoanalista familiar, a su vez integrante del nuevo grupo, receptor y generador
de transferencias. (14)
Desde el Psicoanálisis Familiar conocemos la existencia e importancia de la
transmisión inconciente de significados.
Aquello que en un miembro de una
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familia está silenciado, es "dicho" a través de discursos distorsionados y otros
síntomas (sincrónico), por otros miembros de ese grupo familiar. Aquello que en
una generación permanece en silencio, se manifestará, de alguna manera en las
siguientes (diacrónico) . Podemos descubrir entonces, a través del despliegue
transferencia . contratransferencia, rastros de duelos mal elaborados que
producen con frecuencia patologías severas. Lo traumático sin elaboración vuelve
bajo la forma de síntoma, o de acting out. Cada paciente llega a nosotros a causa
de esas marcas activas y no resueltas de la vida: conflictos amorosos, desajustes
en la relación con los otros, síntomas corporales, presiones sociales. Estas
marcas vivientes serán expuestas en la relación transferencial. Lo que pulsa en el
sufrimiento, podrá ser reinvestido a partir de
un nuevo y creativo trabajo de
elaboración.
El trabajo en transferencia posee diferentes formas y desencadena diversos
mecanismos inconcientes. Asimismo reactiva y moviliza identificaciones y
contraidentificaciones. R. Losso y A. Guzzo (11), a propósito de este tema
escriben: " ... el concepto de contraidentificación proyectiva .... debería reservarse
para los casos en que la masividad de las proyecciones que recibe el analista,
más la particular resonancia emocional de su mundo interno le impiden el uso de
su capacidad reflexiva ... pierde la capacidad de disociación instrumental ... queda
atrapado 'en la reactivación de los aspectos vinculares patológicos no resueltos de
su historia familiar'". Aunque, como destacan estos autores, la aparición de
contraidentificaciones proyectivas en el campo transferencial en el que participan
tanto analista como paciente, ".... no se debe tan sólo a la masividad de las
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proyecciones del paciente .... sino que es un fenómeno del campo; un modo
particular de interjuego de transferencias..." ( ) (el subrayado es nuestro)
TRANSFERENCIA Y CONTRATRANSFERENCIA EN EL CAMPO JURÍDICO:
Transferencia, contratransferencia y contraidentificación proyectiva son
fenómenos inherentes al psiquismo humano y como tales objeto de observación
en el contexto psicoanalítico, como lo mencionamos anteriormente. La conexión
del individuo con su mundo emocional está siempre presente, si bien en ocasiones
desconocida y esto se reactiva en cada encuentro humano. El campo de trabajo
clientes y equipo jurídico no es una excepción. Si el universo afectivo de los
intervinientes queda disociado, aparecen dificultades en el desarrollo de la tarea.
Si bien los profesionales del Derecho de Familia experimentan los efectos
movilizantes del monto de afectos en juego, no siempre poseen los recursos
instrumentales para comprender y operar con esos elementos; en ocasiones
ciertos fallos, técnicamente correctos, ven obstaculizado su cumplimiento por la
incidencia en el campo de esos "desconocidos" componentes emocionales, no
tomados en cuenta a la hora de operar o resolver el caso.
El quehacer jurídico posee amplísimos campos de acción en los que aplica
sus propias normas y organiza su encuadre. El diálogo jurídico se instala en el
encuentro de un cliente que consulta por una problemática concreta y puntual,
frente a un profesional a quien solicita su resolución: situaciones de divorcio,
tenencia de hijos, régimen de alimentos, litigios por herencias, revinculaciones
entre diferentes miembros de una familia, reconocimiento de filiación, sociedades
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familiares, etc. Estas familias que llegan como clientes al equipo jurídico no han
podido encontrar salida a los conflictos que los afectan, situaciones litigiosas a
veces interminables en un clima de intensos resentimientos, odios y rencores.
Por lo general, los profesionales del Derecho reciben
transferencias
masivas, indiscriminadas, por parte de las familias consultantes. Esto puede
paralizar su capacidad de reflexionar, operar o expedirse. Si bien el profesional
intenta realizar una cierta exclusión de su mundo afectivo respondiendo en parte
a los hábitos culturales y tradicionales que piden frialdad y distancia emocional a
quien administra Justicia , estos elementos afectivos no pueden menos que
emerger. Los profesionales del Derecho no han ignorado el sufrimiento humano
que implica cada pedido de asistencia, aunque han estado llamados a permanecer
ajenos a los aspectos subjetivos propios y del cliente, para poder resolver los
pleitos y administrar justicia con la mayor celeridad y objetividad.
La situación ha sufrido, en la actualidad, un cambio notable.
Los profesionales saben que las propias alternativas de vida influirán en su
posibilidad de abordar casos que, de algún modo les conciernen. Por ejemplo, un
profesional que ha sufrido determinadas dificultades personales sabe que tendrá
mayores obstáculos al enfrentarse con un cliente que le plantea temas y conflictos
semejantes. Le resultará más compleja la tarea, sobre todo si de él se espera
cierta distancia operativa, que le permita poner entre paréntesis sus recuerdos,
fantasías y deseos. Pero también es cierto que tras haber atravesado y resuelto
una situación traumática, un profesional puede haber adquirido una gran
capacidad para reconocer y resolver temas que le conciernen.
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EL ENCUENTRO INTERDISCIPLINARIO:
VICISITUDES DEL CAMPO PSICOANALÍTICO - JURÍDICO: TRANSFERENCIA CONTRATRANSFERENCIA.
Hay puntos peculiares en los que la interdisciplina puede intervenir y aportar
la comprensión necesaria para que la tarea profesional siga su curso. Y esto vale
tanto para los psicoanalistas como para los especialistas en Derecho.
Pensamos que la transmisión de nuestra experiencia como psicoanalistas
especializados en temas familiares, resulta importante para el quehacer del campo
del Derecho de Familia.
Por nuestra parte, muchas veces necesitamos de la palabra de un jurista
que nos acerque lo necesario para ordenar el caos que reina en una situación
familiar, por ej. la inclusión de un nivel de análisis desde lo normativo, que regula
la conducta de los individuos y los grupos. La ley atraviesa con otra mirada las
mismas situaciones que se plantean en la consulta psicológica y da un marco de
contención a la familia y al psicoanalista, nos habla acerca de qué puede hacerse
y qué debe evitarsey aporta datos de la realidad fáctica, recursos que los
psicoanalistas a menudo, desconocemos.
Hay una gama de vicisitudes en el encuentro entre ambas disciplinas. Cada
una de ellas parte de teorías propias que derivan en prácticas específicas, que
serán respetadas en su singularidad. Necesariamente hay exclusiones, espacios
no compartibles y otros donde se incluirán opiniones y se discutirán conceptos.
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Cabe destacar que necesariamente existen diferencias en ambas disciplinas en
relación a la utilización del encuadre, la privacidad y el secreto, el tiempo, la
significación de determinados vocablos, etc.
Pensamos que no es sencillo el diálogo entre dos disciplinas. Wittgenstein
lo expresa así: "Los límites de mi mundo son los límites de mi lenguaje". Y esto se
torna una verdad aplicable a nuestro tema. Los fenómenos observados por ambas
disciplinas, Psicoanálisis y Derecho de Familia son los mismos, pero se enfocan
con distintas perspectivas. Hay palabras de uso común en ambos campos. Por
ejemplo, hablamos de culpa, de deseo, de intención. Utilizamos términos iguales
que, sin embargo, tienen significados, utilización y consecuencias diferentes en las
respectivas prácticas.
De estas superposiciones terminológicas pueden surgir malentendidos
entre los profesionales. Se hace indispensable por esto un intercambio
esclarecedor. De este modo, por un lado se enriquece la comprensión y por el
otro, es posible descubrir que, por fin, tales diferencias de significados no se
oponen sino que se complementan: expresiones como la palabra resolver, por
ejemplo, tiene un valor fundamental en el ejercicio jurídico. Etimológicamente,
resolver viene del vocablo latino solvere que significa desatar, soltar y también
terminar, reducirse. La palabra elaborar que, muy a menudo, usamos en nuestra
práctica, viene de laborare, palabra latina, que significa labor, trabajo, tarea, fatiga.
Estos dos conceptos muestran los extremos de una dupla de sentidos y
actitudes complementarias. Para los abogados, resolver un caso, significa actuar
en un tiempo de plazos prefijados, exigentes. Los psicoanalistas, en cambio,
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pensamos en elaborar, sin plazos o pautas prefijadas, utilizando tiempos menos
acotados, más abiertos.
En el encuentro interdisciplinario deben ser conciliadas estas dos
posiciones. Los trabajadores de la Justicia observan nuestro proceso de
elaboración como un trabajo señalado por la morosidad, un camino lento que
puede resultar en un interminable procesamiento de conflictos. Una elaboración
sin término, una "cosecha tardía", perdida a causa de la demora. A nuestros ojos,
en cambio, el proceso acelerado de la Justicia suele terminar en una "cosecha
anticipada", que malogra los frutos.
Según como la concebimos, la tarea interdisciplinaria tercia entre ambas
posiciones incompletas, planteando la utilización de una teoría del conocimiento
ampliado, una mentalidad interdisciplinaria en la que la experiencia y la
profundización en lo intersubjetivo, resignifique la intrasubjetividad
y la
intersubjetividad de los profesionales que actúan en el campo.
La idea central de esta presentación nace, en gran parte, de nuestra
experiencia con familias derivadas por la Justicia. Desde ahí desarrollar la
posibilidad de enfrentar estos casos siempre difíciles, con una posición que admita
la duda reflexiva, admitiendo los límites de nuestras decisiones concientes y
reconociendo la presencia ineludible de los fenómenos inconcientes, que
conciernen a clientes - pacientes, equipo jurídico y psicoanalistas. Del mismo
modo, queremos volver sobre la aseveración freudiana acerca de que los deseos
se mantienen siempre desconocidos. Estos son por definición ambivalentes,
permitiendo emerger dentro de la lógica conciente, tan solo uno de sus
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componentes. Una posición así permite interesarse y curiosear creativamente
dentro del mundo del inconciente, aceptando el temor e inquietud que subyace al
sumergirse en estas profundidades.
Hemos descripto, de modo incompleto, un encuentro entre la subjetividad
propia del reinado del Psicoanálisis y la objetividad típica del Derecho. Hasta aquí
nuestro aporte.
Este trabajo queda inconcluso y abierto, tanto como queda abierta nuestra
posición frente a lo interdisciplinario. Lo inconcluso nos remite a lo que está por
venir, aquello que puede incitar a la apertura de nuestra mirada.
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