REPUBLICA FEDERAL DEMOCRÁTICA DE LA INDIA: Del proyecto

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REPUBLICA FEDERAL DEMOCRÁTICA DE LA INDIA: Del proyecto
nacionalista al neoliberalismo.
Tras la independencia de Gran Bretaña (1947), y la ruptura territorial
y social en dos países India y Pakistán, en la República Federal
Democrática de la India se instaura un sistema político multipartidista
dominado durante varias décadas por el Partido del Congreso bajo el
liderazgo de la familia Gandhi quien durante su mandato transitó
desde un modelo estatista para consolidar la industrialización
(primeras décadas independientes) hasta la implantación del
neoliberalismo (década de los ochenta-noventa).
A nivel político, tras los primeros gobiernos del líder de la
independencia Jawaharlal Nehru, el panorama político estuvo
representado por la personalidad de Indira Gandhi que gobernó el
país durante largos períodos de tiempo, hasta que fuera asesinada en
1984, sucediéndola su hijo Rajiv Gandhi, mucho más liberal, que
facilitaría los profundos cambios que vivió el país en las década de los
ochenta y noventa, siendo también asesinado.
Económicamente, la fuerte relación de los primeros años con la Unión
Soviética les llevó a tratar de imitar “su estrategia industrializadora”
(planes quinquenales buscando la industrialización acelerada a partir
de la industria pesada y férreo control de salarios, precios e inversión)
con graves limitaciones y algunos avances significativos. También
desde mediados de los años sesenta se acomete la denominada
“revolución verde” que buscaba garantizar el abastecimiento
alimentario de la población, en un país eminentemente rural, pero con
una población extremadamente pobre, entre otros factores, por la
persistencia de los sistemas de castas y la propia agudización de las
desigualdades que el propio sistema capitalista fue generando desde la
independencia.
El Partido del Congreso mantuvo desde la independencia la retórica
del modelo socialista de sociedad y la autosuficiencia, basado en el
proteccionismo, el papel preponderante del Estado, la
nacionalizaciones de sectores estratégicos y restricciones a la
presencia del capital internacional, que serán posteriormente
abandonadas claramente en los ochenta por “los Gandhi”.
Aunque el país pareció “sortear” con relativo éxito la crisis de los años
setenta, el ritmo de crecimiento económico fue muy bajo para las
posibilidades y necesidades del país, apenas un 3,6% para el período
1950-1980, siendo del 3% en los años sesenta, y apenas un 0,7% el
ritmo de crecimiento del PIB por habitante.
Los Inicios del cambio: la década de los ochenta.
Los graves problemas que experimentaba el país al inicio de la década
obligan a Indira Gandhi a solicitar un préstamo al FMI con el fin de
poder cubrir las importaciones que permitieran acelerar el ritmo de
crecimiento, pero a costa de comenzar la liberalización de su
economía bajo el discurso de la “necesidad de modernizar su aparato
industrial para conseguir mayor competitividad internacional”, que
imponía no solo esta institución, sino también el capital privado
nacional ya internacionalizado y el propio pragmatismo de la clase
política dirigente con los Gandhi a la cabeza.
Los cambios de estrategia industrial fue posibilitando en el largo plazo
una nueva especialización basada en sectores como la
mocrotecnología, la fibra óptica, los materiales superconductores y la
biotecnología, que consolidarán su posición en el mercado
internacional décadas después, aunque esto significó
el
debilitamiento, y hasta el abandono, de ciertas empresas nacionales
que se habían fortalecido con el apoyo público: tecnología de la
información, industria farmacéutica o grandes industriales como TATA
(holding que abarca diversos sectores: industria química, automóviles,
materiales de construcción, etc.). El avance del proceso liberalizador
profundiza la desnacionalización y privatización de empresas
significativas como CMC (primera empresa de tecnología de la
información) o ONGG (sector energético), cuyos ingresos sirvieron
para cubrir un déficit público creciente.
El importante crecimiento de los años ochenta fue acompañado de
fuertes desequilibrios (por déficit público creciente y alto costo de una
estrategia armamentista), y un fuerte endeudamiento externo (que se
incrementó en 176 mil millones de rupias durante la década).
La Nueva Política Económica que el gobierno “tecnócrata” de Rajiv
Gandhi en 1985 significa totalmente el abandono del modelo
“socializante” y la apuesta por la economía de mercado (neoliberal)
dadas las principales medidas de política económica que se llevan a
cabo: liberalización de las importaciones, desregulaciones internas,
exenciones fiscales sobre rentas y beneficios, se facilita la entrada de la
inversión extranjera y la búsqueda en el financiamiento externo los
recursos insuficientes del Estado, lo que llevará a elevarse
drásticamente la deuda externa, y con ella, la insolvencia futura del
país.
Tales medidas favorecieron la recuperación del consumo del 10% de la
población que se vio favorecida claramente por estas políticas, aunque
fueron generando un déficit comercial y fiscal creciente que llevaría a
la crisis de la deuda (al triplicarse su servicio en apenas cuatro años).
La consolidación de una economía neoliberal en los noventa: LAS
DOS CARAS DE LA INDIA.
En 1991 el FMI y el BM acuden “a socorrer” al país, que experimenta un
fuerte desequilibrio externo y un alto endeudamiento, pero a cambio
de profundizar en los programas de ajuste estructural, lo que
agudizaría la desanacionalización de la economía y su
transnacionalización. Los planes de ajuste aplicados no sólo
liberalizaron totalmente las relaciones externas, sino que abordaron
profundamente la desregulación interna (fuerte reducción de
subvenciones, liberalización financiera) y un intenso programa de
privatizaciones (energía, telecomunicaciones, infraestructuras y
recursos naturales, sector financiero).
Las facilidades para la llegada del capital internacional (las ETS)
facilitaron el crecimiento económico y el éxito exportador indio en
sectores de tecnología alta y media (el 17% del total de exportaciones),
en sectores como el farmacéutico e informático (tradicionalmente
favorecidos por el apoyo público), pero también en servicios
financieros, ordenadores clónicos y programas informáticos (eficientes
y a bajo costo), automóviles, medicamentos genéricos.
No obstante, el peso de las pequeñas empresas seguía siendo muy
grande, dado que representaban el 40% de la producción, el 35% de
las exportaciones y más del 80% del empleo industrial.
Los logros conseguidos en décadas pasadas en el sistema educativo
superior (junto a la utilización del idioma inglés) facilitó la nueva
especialización productiva, pero en detrimento del sistema nacional
educativo, dada la asignación asimétrica (para un gasto público
educativo que tan solo es el 3,2% del PIB, en el período 1985-1997, a la
educación terciaria se le asigna casi el 14% del total del gasto
educativo (pese a estar matriculado solo el 7% de la población de esa
edad), lo que agudiza las diferencias sociales (el 44% de la población
era analfabeta a finales de siglo).
La pérdida de peso económico del sector agrícola (cae de representar
el 40% del PIB a finales de los años setenta al 30% a mediados de los
noventa), incidió fuertemente en las posibilidades de empleo, dado que
en un momento de crecimiento demográfico significativo las
necesidades de empleos superar ampliamente a las posibilidades de
generación de empleo industrial y urbano, lo que llevó a un incremento
profundo de la informalidad (se evaluar alrededor del 85%), lo que es
compatible con tasas de desempleo muy bajas (siendo mayor en los
Estados con mejores niveles educativos).
La debilidad del sistema impositivo (la carga fiscal apenas representa
el 10% del PIB) y su carácter escasamente distributivo (el 70% son
impuestos indirectos), hace que el gasto social (que apenas representa
el 8% del total del gasto público) sea totalmente insuficiente para
mejorar las condiciones sociales, permaneciendo muy elevados los
niveles de pobreza (urbana del 30% y el 39% rural, para 1994). El
enorme gasto militar (representa el 30% del PIB) y los subsidios
agrarios y el pago del servicio de la deuda (el 20% del PIB), absorben
los principales recursos públicos.
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