El Telescopio E-ELT - Ángel gómez roldán

El proyecto E-Elt
• Chile y la isla canaria de La Palma rivalizan por albergar uno
de los telescopios más potentes del planeta,
E
n enero de 2010 se cumplen 400 años desde que Galileo Galilei descubrió con su sencillo telescopio los
satélites de Júpiter, un hallazgo que revolucionaría
nuestro concepto del cosmos al apoyar la hipótesis de
Copérnico de que eran la Tierra y los planetas los que
giraban alrededor del Sol y no al revés como se creía entonces.
Cuatro siglos después, y con los telescopios más potentes del
mundo, los astrofísicos escudriñan las profundidades del universo
con tecnologías que Galileo ni siquiera pudo imaginar. Precisamente
el año pasado se inauguró en el Observatorio del Roque de Los Muchachos, en la isla canaria de La Palma, el Gran Telescopio Canarias, o
GTC, un coloso de 500 toneladas y con un espejo captador de la luz de
los astros de 10,4 metros de diámetro, lo que le convierte en el mayor
telescopio del mundo de su clase. Gracias a instrumentos gigantes de
este tipo, la moderna astronomía está a las puertas de una revolución
similar a la de Galileo, siendo capaz de caracterizar planetas parecidos
a la Tierra fuera de nuestro Sistema Solar, estudiar la naturaleza de las
misteriosas materia y energía oscuras, o llegando a observar estrellas
y galaxias recién nacidas justo después de la Gran Explosión que dio
origen al Universo hace 13.700 millones de años.
Sin embargo, en esta carrera científica y tecnológica de construir
telescopios cada vez mayores, el GTC no es el último peldaño, sino el
precursor de un titánico proyecto liderado por el ESO, Observatorio
Europeo Austral: el European-Extremely Large Telescope, o E-ELT.
Este gigantesco telescopio tendrá un espejo principal compuesto de
casi mil segmentos hexagonales (para comparar, el GTC tiene 36),
con un diámetro equivalente de 42 metros. Con una fecha prevista
de puesta en operación en torno a 2018, y una etiqueta de precio cercana a los 1.000 millones de euros (de nuevo, para comparar, el GTC
costó casi diez veces menos), el E-ELT se convertirá, con diferencia,
en el mayor telescopio óptico-infrarrojo del mundo probablemente
durante bastante tiempo.
Una inversión de estas características exige escoger con mucho
cuidado el lugar donde se va a colocar el telescopio; no basta un
observatorio cualquiera, hay que elegir el mejor emplazamiento
posible, tanto desde el punto de vista de la calidad astronómica de
su cielo (baja nubosidad, atmósfera estable y sin turbulencias, ausencia de contaminación lumínica), como de la logística asociada a
un proyecto de esta envergadura: accesos, comunicaciones, costos
laborales, facilidades por parte de las autoridades…
En estos primeros meses de 2010 esta decisión ha de tomarse, y
un grupo de expertos de los catorce países del ESO, después de un
par de años de estudios exhaustivos, ha reducido los candidatos a
sólo dos lugares en el planeta: los Andes chilenos, donde ESO tiene
sus observatorios, y la isla de La Palma. Chile parte con la ventaja
de ser el lugar donde se ubican los telescopios de ESO y de otros
consorcios internacionales, además de gozar de unas condiciones
excelentes para la observación astronómica, pero La Palma, por su
parte, además de tener un observatorio de primera línea con una
calidad contrastada, tiene la cercanía a Europa, y un decidido apoyo
del Gobierno de Canarias y de España.
Como afirma el director del Instituto de Astrofísica de Canarias, el
profesor Francisco Sánchez, uno de los mayores responsables de que
el GTC se haya diseñado y construido en España, “si queremos que
el Roque de Los Muchachos siga jugando en la élite de la astronomía
mundial, hay que apostar por que el E-ELT venga a La Palma”.
El autor de este artículo, Ángel Gómez Roldán, es reda
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fotografía: Imagen del Gran Telescopio CANARIAS (Cortesía de Miguel Briganti, SMM-IAC).
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