N° 312 - Poder Judicial de la Provincia de Santa Fe

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ACUERDO N°312 En la ciudad de Rosario, a los 20 días de agosto de dos mil
diez, reuniéronse en Acuerdo los Jueces de la Sala Cuarta de la Cámara de
Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario Doctores Jorge W. Peyrano, Edgar
J.Baracat y Avelino J.Rodil para dictar pronunciamiento en los autos caratulados:
“ROMERO DE MEDINA CILIA c. LAGASSA MIGUEL ANGEL y/o s. Daños y
Perjuicios” (Expte Nro 206/09) venidos del Juzgado de Primera Instancia de Distrito
en lo Civil y Comercial de la 1a.Nominación de Rosario, en apelación de la
sentencia n° 2507/07 obrante a fs. 121/3. Habiéndose efectuado el estudio de la
causa se resuelve plantear las siguientes cuestiones:
1a) Es nula la sentencia recurrida?
2a) Es justa la sentencia apelada?
3a) Que pronunciamiento corresponde dictar?
A la primera cuestión dijo el Juez Doctor Peyrano: Que contra la
sentencia dictada por el a quo a fs. 121/3 que resolviera: “1) Rechazar la demanda
de indemnización de daños y perjuicios deducida por Cilia Romero de Medina y
Mario Ernesto Ferreira contra Miguel Angel Lagassa SRL y el propietario del
automotor Deutz J061067; 2) Imponer a los actores las costas del presente”- se alza
la vencida y actora, interponiendo recursos de apelación y nulidad (fs.124). Respecto
de este último, cabe consignar que no ha sido claramente mantenido en esta
instancia y que por más que la fundamentación del a quo padezca un notorio error
de encuadramiento legal, como se señalará infra, esto último no es suficiente para
decretar la nulidad de la sentencia alzada habida cuenta que el encuadramiento legal
equivocado de lo pretendido por la demandante no es materia de recurso de nulidad,
sino hipótesis de error in iudicando (Zeus J 77, J 34). Por añadidura, no se advierte
la concurrencia de otros vicios que justifiquen la declaración oficiosa de nulidades
procedimentales. Voto, pues, por la negativa.
A la misma cuestión dijo el Juez Doctor Baracat: De acuerdo con lo
expuesto por el Juez preopinante, voto por la negativa.
A la segunda cuestión, continuó diciendo el Juez Doctor Peyrano: Que,
liminarmente, corresponde destacar que el principio iura novit curia consagrado por
el artículo 243 C.P.C. otorga plena libertad al órgano jurisdiccional para formalizar
el encuadre legal correcto de una causa . En cuanto a lo relacionado con la
plataforma fáctica, se ha dicho que “el juez es libre, sobre los elementos que se le
ofrecen, para reconstruir el estado de hecho existente, según crea lógicamente que
resulta de los elementos puestos a su disposición al objeto de determinar si el hecho
alegado por las partes existe realmente. El juez debe, por consiguiente, tomar como
base de su fallo, los hechos como son afirmados por las partes; debe, para
determinar si estos hechos existen, partir de los elementos de hecho ofrecidos por las
partes, pero no está obligado a atenerse a las alegaciones de las partes sobre la
deducción de los hechos afirmados de los elementos ofrecidos. No hay, por tanto
ultra petita cuando afirmado un determinado hecho por el actor, y negado por el
demandado por algunas razones deducidas de los elementos de hecho presentados
por las partes, el juez niega el hecho por otras razones deducidas también de los
mismos elementos, si bien no alegadas por el demandado” (vide “Sobre la libertad
de argumentación de los jueces al momento de dictar sentencia”, por Jorge W.
Peyrano, en Revista de Derecho Procesal, Editorial Rubinzal Culzoni año 2008, I,
página 90). Por todo ello es que se ha expresado “que los jueces en lo civil y
comercial argentinos gozan de una libertad de argumentación (tanto en materia de
fundamentación jurídica como fáctica) que justifica que no deban necesariamente
tratar todas las alegaciones llevadas a cabo por las partes y que, además, puedan
resolver sobre la base de argumentos propios y no exclusivamente echando mano a
los proporcionados por los litigantes. Los magistrados civiles no son incongruentes
cuando se apartan de las alegaciones efectuadas por los litigantes, en tanto en cuanto
respeten siempre las bases fácticas suministradas por éstos” ( Peyrano ob.cit. página
91)
Que a la luz de lo susodicho es que debe analizarse el acierto de la
sentencia impugnada, especialmente en lo que atañe a su fundamentación legal. Ella
no puede ser otra que la proporcionada por el artículo 1113 Código Civil y
concordantes, tal y como lo precisara la recurrente en su escrito de demanda (fs.6
vta); es decir, partiendo de la presunción de causalidad o responsabilidad que en
materia de accidentes de tránsito protagonizados por dos o más vehículos decreta la
citada norma de fondo. Sobre el punto, Matilde Zavala de González- recuerda que :
“Como regla, la víctima debe probar la relación causal entre el hecho fuente y el
daño. En algunas oportunidades, la ley únicamente admite que el demandado se
libere demostrando la intervención de una causa ajena (de tal modo, en la
responsabilidad por daños derivados del riesgo o vicio de la cosa: art.1113, segundo
párrafo, segundo supuesto). Ello implica presumir iuris tantum la relación de
causalidad (salvo prueba en contrario de la eximente)” (“Actuaciones por daños”,
Editorial Hammurabi, Buenos Aires 2004, página 161).Reiteradamente se ha
declarado que “las presunciones de causalidad y responsabilidad de cada dueño o
guardián por los daños sufridos por el otro (art.1113 párr 2, in fine Código Civil)
que encuentran fundamento objetivo en el riesgo creado, rigen para el supuesto de la
colisión entre dos o más vehículos en movimiento. En virtud de las mismas, a los
fines de eximirse de responsabilidad, cada uno de los intervinientes en el accidente
debe invocar y probar la culpa de la víctima, la de un tercero por quien no deba
responder o el caso fortuito ajeno a la cosa, que rompa la relación
causal”(“Accidentes de tránsito”, por Edgardo Saux, Editorial Panamericana, Santa
Fe 2006, tomo 1, página 324). Igualmente, abunda la declaración de que “vigente en
materia de
accidente de tránsito el factor objetivo de atribución, no es necesario
probar la culpa del otro partícipe en la colisión, bastándole a quien pretenda una
indemnización por la colisión de automotores, con acreditar el contacto de sus
bienes dañados con la cosa riesgosa productora del daño. En tanto, el demandado
deberá probar e invocar la culpa de la víctima, la de un tercero por la que no deba
responder, o el caso fortuito externo que fracture la relación causal, para eximirse de
responsabilidad (Saux ob cit. Tomo 1, página 312). Además, es menester destacar en
razón de que la parte recurrida pareciera argumentar con su falta de culpa en la
producción del siniestro, que tratándose de la aplicación del artículo 1113 Código
Civil, no media una mera presunción de culpabilidad sino de responsabilidad que
determina que a la víctima no le sea menester probar la culpa del causante del daño
(la ley lo presume) y a éste no le alcanza con la acreditación de su mera conducta
diligente si no demuestra un hecho que rompa el nexo causal adecuado entre hecho y
daño (Saux ob.cit.tomo 1, página 313). Sin embargo y pese a todo lo apuntado, el
tribunal de origen fundó la sentencia cuestionada argumentando con que de la
prueba producida en autos “no surge la culpa de los demandados” (fs.122 vta) y con
que “siendo ineludible demostrar la culpa de los demandados en la mecánica del
accidente lo que no se ha efectuado siquiera mínimamente, corresponde sin más el
rechazo de la demanda” (fs.123), haciendo así caso omiso de la referida presunción
de responsabilidad establecida por el artículo 1113 Código Civil.
Que la mera circunstancia de no haber demostrado inequívocamente la
quejosa haber sufrido el roce de automotor que alega , no es suficiente para
desvirtuar la presunción de responsabilidad dispuesta por el artículo 1113 Código
Civil puesto que ello no configura ninguna de las causales de exoneración de
responsabilidad contemplada por la citada disposición legal. Tampoco la constituye
un pretenso zigzagueo previo observado en el rodado siniestrado, ni el hecho de que
éste es un modelo muy antiguo.
Que el
único argumento exhibido por la parte recurrida que podría ser
considerado una hipótesis exonerativa de responsabilidad (“culpa de la víctima”), es
el consistente en decir que el conductor del vehículo siniestrado no estuvo atento a
las contingencias del tránsito y no supo controlar su rodado al ser sobrepasado por
otro vehículo (fs.115). Del testimonio de Lidia Romero – no tachado- quien fuera
protagonista del siniestro, no se infiere que el accidente hubiera obedecido a culpa
de la víctima, sino mas bien a la del victimario (fs.59). Obviamente, algunas
posibles inexactitudes deslizadas en dicha declaración testimonial no invalidan su
fuerza de convicción respecto de su contenido medular (que en el caso no es otro
que la inexistencia de “culpa de la víctima”); coincidiendo, además, con lo
expresado en oportunidad de declarar en sede policial (fs. 8 del sumario policial).
Para más, debe recordarse que “la culpa de la víctima en materia de accidentes de
tránsito, en tanto causal de exoneración del demandado, debe ser demostrada en
forma clara y convincente, siendo insuficiente cualquier indicio o deducción que no
reúna tales condiciones”(Saux ob.cit.tomo 2, página 84). Finalmente, debe
ponderarse que es opinión recibida que el adelantamiento de un rodado a otro exige
particular prudencia y adopción de precauciones acusadas; y en la especie debe
tenerse en cuenta que el siniestro no ocurrió en horas de la noche y sin embargo el
conductor del vehículo-victimario intentó el sobrepaso sin cerciorarse cabal y
previamente de la velocidad a la que circulaba el camión que venía por la mano
contraria, porque de haber así procedido no lo hubiera intentado. Bien se ha dicho en
la materia, lo siguiente: “Un caso frecuente lo constituye el adelantamiento (o
sobrepaso) a un vehículo en caminos de una sola vía por mano de circulación, ya
que configura un acto de extrema peligrosidad invadir la mano por la cual deben
circular los vehículos en sentido contrario. El sobrepaso constituye una de las
maniobras más peligrosas que puede ejecutarse en las rutas, tanto por el peligro de
las colisiones, como por el efecto catastrófico que estas tienen sobre los bienes y las
personas. En tales circunstancias debe exigirse que sólo sea realizado una vez que el
conductor se haya cerciorado de que no hay ningún vehículo aproximándose en la
dirección contraria, a una distancia que permita completar sin riesgos la maniobra de
adelantamiento y regreso a la mano derecha. La justicia considera que la invasión de
la mano contraria de circulación requiere extrema prudencia por la situación de
peligro que se crea. Por ello imputa responsabilidad al invasor cada vez que tal
situación provoca un accidente. Se expresa así que esta conducta constituye un
comportamiento de máxima reprochabilidad, en los términos de los art. 512, 902 y
concordantes del Código Civil”
(“Responsabilidad civil en los accidentes de
tránsito” por Raúl Meilij, Editorial Nova Tesis Rosario 2003, página 72).
Que así las cosas, corresponde revocar la sentencia alzada y,
consecuentemente, dictar la sentencia condenatoria correspondiente.
Que empeñado en el menester anunciado, comenzaré por analizar el
rubro “daño físico” y el ítem “lucro cesante”. La procedencia de su concesión se
acredita con las resultas de la pericial no objetada que corre a fs.62/72 del expte
1442/94 que corre por cuerda. Se tratan ambos rubros de manera conjunta porque, a
todas luces, las resultas del referido dictamen pericial inciden sobre los dos y
resultan difícilmente separables. Cuantitativamente se estima la cuantía de ambos en
$20.000.
Que las lesiones producidas de que da cuenta la demanda
necesariamente deben haber generado el daño moral reclamado; debiendo
subrayarse que tal ítem no reclama prueba directa . Sobre el punto, se ha declarado
que: “El acontecer natural y ordinario de las cosas determina que para la
procedencia de un reclamo por daño moral basta con la acreditación de los hechos,
ya que intrínsecamente, probar dicho daño deviene imposible,. Para acordar
indemnización por daño moral no se requiere la justificación de su existencia y debe
presumirse de los hechos que razonablemente puedan producirlo, sin que ello
signifique que debe quedar enteramente al arbitrio judicial..”(Zeus 69 J-394).
Conforme la reiterada aplicación por esta Sala de la doctrina judicial denominada
“De la tarifación judicial juris tantum del daño moral” (vide “Procedimiento Civil y
Comercial” por Jorge W. Peyrano, Editorial Juris, tomo 3, página 89) producida, por
ejemplo, en el precedente “García” (conf. Protocolo de Acuerdos de la Sala Cuarta
de la Cámara de Apelación en lo Civil y Comercial de Rosario resolución n° 46/92)
y en atención a las características y alcances de las lesiones físicas en cuestión,se
justiprecia en el caso el daño moral en el monto de $8000; debiendo consignarse que
este tribunal considera “daño material” el derivado de la necesidad de someterse a
un tratamiento psicológico y que reputa suficiente para repararlo en la especie al
monto de la indemnización concedida bajo el título “daño físico”.
Que a lo anterior debe sumarse el rubro “desperfectos del vehículo”
que se encuentra acreditado merced a la pericial agregada a fs. 64/6 y que asciende a
la suma de $1519.Que, además, debe agregarse la procedencia del rubro “privación de
uso del rodado” que se justiprecia en la suma de $100, la que resulta atendible en
función de las horas-taller que insumiera la reparación del vehículo; dato este último
que revela que dicha carencia debió extenderse por algunos días.
Que, finalmente, cierto es que corresponde el otorgamiento de
reparación de “gastos no documentados” frente a siniestros como el que originara el
sub litem cuando concurren lesiones que necesariamente debieron ser causa de
erogaciones por parte de la víctima. Claro está que a título de “gastos no
documentados”, sólo puede concederse una compensación de relativamente escasa
cuantía y que guarde alguna proporcionalidad con la índole de las lesiones
correspondientes. Se estima el rubro en la suma de $500.Que las indemnizaciones concedidas para reparar los rubros “daño
físico” y “daño moral” deben devengar intereses, calculados según fuere la tasa
pasiva abonada por el Banco de la Nación Argentina en operaciones ordinarias,
desde el 20 de diciembre de 1992 hasta su efectivo pago.
Que las indemnizaciones concedidas para reparar los restantes rubros,
deben devengar intereses, calculados según fuere la tasa pasiva abonada por el
Banco de la Nación Argentina en operaciones ordinarias, desde la fecha de
notificación de la demanda y hasta su efectivo pago. Voto,pues por la negativa.
A la misma cuestión dijo el Juez Doctor Baracat: Por las mismas
razones adhiero al voto del Juez preopinante.
A la tercera cuestión expresó el Juez Doctor Peyrano: Que de acuerdo
al resultado de la votación que antecede, corresponde rechazar el recurso de nulidad
sub litem, revocar la sentencia alzada, condenándose a Miguel Angel Lagassa y a
Turismo Lagassa S.R.L.a pagar a la actora, dentro el plazo de diez días, el capital y
los intereses establecidos al tratar la segunda cuestión, bajo expresa prevención de
que la falta del pago impuesto determinará que, de ahí en más, lo adeudado generará
la aplicación de la tasa activa percibida por el Banco de la Nación Argentina en
operaciones ordinarias; todo con imposición a Miguel Angel Lagassa y Turismo
Lagassa S.R.L.de las costas de ambas instancias (art.251 C.P.C)
A la misma cuestión, expresó el Juez Doctor Baracat: El
pronunciamiento que corresponde dictar en los presentes es el que formula el Juez
Doctor Peyrano. En tal sentido doy mi voto.
Con lo que terminó el Acuerdo y atento a los fundamentos y
conclusiones del mismo la SALA CUARTA DE LA CÁMARA DE APELACIÓN
EN LO CIVIL Y COMERCIAL DE ROSARIO RESUELVE: 1) Rechazar el
recurso de nulidad sub litem, 2)Revocar la sentencia alzada y, en su lugar, condenar
a Miguel Angel Lagassa y Turismo Lagassa S.R.L.a pagar a la actora, dentro del
plazo de diez días, el capital e intereses referidos al tratar la segunda cuestión; bajo
expresa prevención de que la falta del pago impuesto determinará que, de ahí en
más, lo adeudado generará la aplicación de la tasa activa percibida por el Banco
Nación Argentina, 4) Imponer a Miguel Angel Lagassa y Turismo Lagassa S.R.L.
las costas de ambas instancias (art.251 C.P.C.) 5) Fijar los honorarios devengados en
esta instancia en favor de los Dres,. Alicia Castro de Oto de Montenegro y Ricardo
Leiva en el 50'% de lo que, en definitiva, resulten ser los honorarios
correspondientes a la instancia de origen (art.19 ley 6767). El Juez Doctor Rodil
habiendo tomado conocimiento de los autos, invoca la aplicabilidad al caso de lo
dispuesto por el artículo 26, primera parte, ley 10.160. Insértese y hágase saber.
(AUTOS: “ROMERO DE MEDINA CILIA c. LAGASSA MIGUEL ANGEL y/o s.
Daños y Perjuicios”)(Expte Nro 206/09)
JORGE W.PEYRANO
EDGAR J.BARACAT
AVELINO J.RODIL
(Art. 26, ley 10160)
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