La leyenda del coche tirado por los caballos Por Phillip M. Perry Revista El Rosacruz A.M.O.R.C. En nuestra época moderna, con medios de transporte fáciles, a veces olvidamos cuán difícil era hace apenas un siglo viajar por negocios o placer. El medio de transporte básico por miles de años antes de la Era Espacial fue el coche tirado por caballos, un invento a veces ornado y a menudo frágil que tendía a descomponerse en los lugares más imprevistos haciendo a sus habitantes escapar precipitadamente. ¿Quién sabe en que obscuro rincón del mundo primitivo el hombre inventó la rueda? Es indudable que se llevó muchos cientos de años para que la básica piedra rodante se convirtiera en sofisticado objeto de madera cortado transversalmente de un árbol de madera dura, y luego haciéndola funcional agujereándole el centro para colocarle un eje. Nuestro primer conocimiento real de los coches usados en los tiempos históricos involucra la vida del antiguo Egipto. Esa civilización comenzó usando carretones para transportar piedra. Pero muchos bajorrelieves sobre las paredes de los templos ilustran el uso de carrozas de guerra con ruedas así como también carros fúnebres, muchos de los cuales estaban adornados con flores sagradas de papiro. Estas fueron las que precedieron a los adornos de bronce de los carruajes de los días modernos. A los egipcios les debemos el perfeccionamiento del eje y la rueda de las carrozas, innovaciones que fueron pasadas a través de los siglos. Estas gentes crearon una rueda de madera y aun una llanta de madera que era atada sobre 1a rueda con cintas de cuero. Se hacían ranuras en las llantas a través de las cuales debían pasarse las cintas para que estas no fueran machacadas y rotas mientras la rueda daba vueltas. Si Egipto dio comienzo a la historia de los coches tirados por caballos, Grecia los refinó y modificó sus usos. La carroza más tarde se volvió más aerodinámica, con un frente curvado y una barra agregada para proteger al conductor. A más de ser usadas en el fragor de la batalla, las carrozas también se emplearon en las carreras de los Juegos Olímpicos, uno de los eventos más populares. Cuando la carroza se convirtió en un instrumento de deporte y de placer en vez de sólo un instrumento funcional de guerra, se convirtió de patito feo en un objeto de arte ornamental. Un grabado de las antiguas carreras de carrozas de los tiempos griegos muestra dos hermosas diosas pintadas en el frente de la carroza, junto con una frisa estilizada a lo largo del cuerpo de la carroza. La cabeza de un caballo está tallada al final de las varas de juego del coche que conectaban los arneses; la cabeza de un león está tallada al final del eje. De ahí ya sólo hubo un corto paso al uso de las carrozas como un vehículo de placer para paseos privados en días de sol. Existen varios grabados antiguos de las carrozas que se usaban para este propósito por damas griegas. Una muestra una carroza notablemente ornamental, decorada con estilizados caballos blancos. La dama está vestida con un gran traje vaporoso que ondea al viento hacia atrás mientras los caballos avanzan. Estos paseos, un gran capítulo en la historia del coche, fueron los precursores de nuestros modernos paseos domingueros en automóvil. A pesar de los avances hechos por los griegos nadie había pensado todavía en crear un carruaje en el cual el conductor pudiera ir sentado. Esta innovación se les dejó a los pensadores romanos quienes inventaron un carpentum tirado por mulas. Este se parecía mucho a un pequeño vagón cubierto pero era mucho más ornamental que el Conestoga que nosotros conocemos. El carpentums era frecuentemente forrado con costosas telas de color amarillo y azul, y estaba profusamente decorado. Los carpentums, siendo cubiertos como eran y usados para viajar o para bodas, fueron los primeros precursores de lo que hoy conocemos como el coche tirado por caballos. La mayoría de estos sin embargo, tenían sólo dos ruedas. Las excepciones eran los usados por emperadores, príncipes y los jefes de estado, todos los cuales usaban coches de cuatro ruedas. El carruaje primario para estas últimas gentes fue el carpentum pompaticum ¡un vehículo en verdad pomposo! Este coche estatal estaba diseñado con sus puertas en la parte trasera y cuatro figuras humanas talladas en marfil sostenían el dosel o cubierta. Una quinta figura, agarrándose de un pañuelo que ondeaba al viento, estaba parada encima de este lujoso modelo. Alrededor de los Siglos XIII y XIV, empezaron a surgir en los países europeos los coches como los conocemos ahora. Estos eran vehículos que podían transportar varias personas a la vez, y algunos tenían adelante un asiento especial para el conductor, no como los coches que vemos en las películas del Oeste. Los coches que podían acomodar varias personas fueron una adición muy importante en la historia del coche, y aunque se usaban en forma ruda en las antiguas China e India, no fueron totalmente desarrollados hasta que la gente de Francia, Alemania e Italia probaron sus destrezas en la carpintería. Hoy generalmente creemos que Francia fue el líder en la modificación del coche. El más bello de los carruajes ornamentales fue el construido especialmente para Enrique IV, Rey de Francia. Completo con borlas, columnas de madera tallada y brillante tapicería, este coche era usado para transportar a Rey y su esposa. Sí, Enrique IV fue asesinado dentro de este el 14 de mayo de 1610. Cuarenta años después. Los primeros coches para transporte público o coches de alquiler fueron introducidos en las calles de Francia. Imagínese si puede, un paseo nocturno en uno de estos artefactos sin resortes. Con usted viajan otros cinco pasajeros, dos de los cuales miran hacia los lados. Tres caballos tiran el coche sobre las irregulares y no pavimentadas carreteras de Francia, mientras causan a usted y a sus compañeros mucha agonía mientras los golpes se suceden. Realmente, como un escritor lo pone, estos coches "no eran culpables de resortes y eran sugestivos de penitencia". En los 1770, los franceses inventaron un coche muy parecido al usado en las ciudades fronterizas americanas. Con sus puertas de madera, resortes de cinchos de cuero y su diseño cuadrado, se aproximaron más que ningún otro coche anterior al tipo del que los americanos conocieron en el Siglo XIX. Casi al mismo tiempo fueron introducidos en Alemania e Italia modelos similares. Antes de mucho tiempo los resortes de cuero fueron substituidos por los genuinos resortes de metal que se descubrió eran más "brincadores" en las carreteras ásperas. Muy a menudo los cinchos de cuero perdían su elasticidad cuando se mojaban. En la última parte del Siglo XVII. Inglaterra copió mucho del diseño de los coches de Francia y los combinó con su propia habilidad para crear transporte público útil. Fue más o menos en este tiempo que el coche y seis, esta última palabra refiriéndose a la media docena de caballos usados para moverlo, se volvió tan conocido y usado en Londres. Aquí el cochero se sentaba afuera del coche sobre un asiento bien alzado del suelo. Por primera vez fue introducida la caja del cochero situada debajo de su asiento conteniendo martillos, clavos, etc. Pocos años más tarde fueron agregadas las cortinillas de sol y un dispositivo para los pies del conductor. La producción de la diligencia, ese vehículo tan común en las películas de vaqueros del Oeste salvaje, fue el siguiente paso en la leyenda del coche. En efecto, éste incorporó la mayoría de las mejoras en su nave en el Siglo XVIII, pero se le agregó un compartimiento en la parte de atrás para el equipaje de los pasajeros, un asiento refinado para el conductor y encima otro compartimiento para más equipaje y para algún pasajero al que le gustara viajar a la intemperie. Sorpresivamente, la introducción en América del coche tirado por caballos se llevó a cabo sin problemas. En los primeros días de esta nación, la gente miraba a los carruajes muy por debajo, como símbolos de opulencia ¡y se pensaba que eran muy británicos! En el año 1780, ciertamente en el pináculo del sentimiento antibritánico, había únicamente cinco coches en toda la ciudad de Nueva York. Precisamente después de la Revolución, fue pasada una ley en la cual se prohibió la importación de todos los coches y partes de repuesto de Inglaterra. Los coches manufacturados en la nueva nación carecían del toque de aristocracia de sus predecesores. El bronce substituyó a la plata y los viejos tirantes de cuero a los resortes de metal. Sin embargo, para 1810, las actitudes habían cambiado. Hubo entonces veintiocho talleres de coches en Nueva York y siguieron en este siglo de coches un buen número de diseños y variedades. Para 1872 la industria de la construcción de coches se había expandido a un gran negocio en los Estados Unidos. En ese año se produjeron 1.000.000 de coches, o sea uno por cada cuarenta personas en la nación. Fue un negocio de $100.000.000 empleando 75.000 personas en más de 12.000 talleres. Pero la vuelta de siglo fue seguida en breve por un cambio de fortuna en la industria del coche. Surgió el automóvil, con sus caballos empaquetados ordenadamente bajo una tapa y ¡afuera con el coche de caballos! Tal ha sido el destino del coche tirado por caballos en la totalidad de este siglo. Sin em bargo, en años recientes se ha visto una mayor resurgencia en el número de caballos de placer en nuestra nación. Como resultado, la construcción de carruajes en pequeña escala ha retornado. La gente no está ahora buscando transporte básico en ellos sino un medio de aumentar la diversión en su hobby equino. Los coches son usados en exhibición de caballos y los domingos para disfrutar del aire libre. Están siendo comprados por los inversionistas que pueden realizar una ganancia de cuarenta o cincuenta por ciento en unos pocos años conforme su valor aumenta. Hoy existen en los Estados Unidos dos compañías de coches de tiempo completo. Una es Arkansas Village Company, en Jamestown, Arkansas; la otra, es la Windsor Coach and Carriage Company, en Sudbury, Massachusetts. Esta última pone en servicio unos veinticinco nuevos carruajes por año y renueva un gran número de los antiguos. El renacimiento en el interés por coches tirados por caballos es prueba de que mucha gente está tomando un nuevo interés en su historia. Nos estamos redefiniendo y reconociendo que en la prisa del progreso, se han dejado atrás muchos elementos valiosos. No es un truco reclamarlos; y al traerlos de nuevo a la escena contemporánea mejoramos la calidad de nuestras vidas.