v023. alimentación en la insuficiencia renal y hepática

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V023. ALIMENTACIÓN EN LA INSUFICIENCIA RENAL
Y HEPÁTICA
INSUFICIENCIA RENAL
En la insuficiencia renal, en sus formas aguda y crónica, los pacientes tienen unos requisitos nutricionales especiales. Al
estar afectada la eliminación de sustancias nitrogenadas, el potasio, el magnesio y el fósforo, y, en ocasiones cuando
hay una disminución de la producción de orina (oliguria) también se ve comprometida la eliminación de sal y agua.
Por ello el paciente con insuficiencia renal precisa un aporte protéico bajo pero de alto valor biológico; es decir, rico en
aminoácidos esenciales y, especialmente, de análogos a los aminoácidos llamados cetoácidos, que facilitan la incorporación del nitrógeno de la urea (aumentado en la insuficiencia renal) a la síntesis de proteínas corporales, sin añadir más
restos nitrogenados que empeorarían la situación metabólica de estos pacientes.
Por otra parte, el enfermo con insuficiencia renal debe recibir un importante aporte calórico para facilitar el anabolismo
y frenar el catabolis mo de sus propias proteínas. Este aumento de la ingesta calórica debe ser principalmente en forma
de hidratos de carbono como la glucosa. La dieta debe ser también pobre en potasio, magnesio y fósforo (que se retienen en la insuficiencia renal) y rica en calcio que está bajo en este proceso.
Con todo ello podemos obtener una mejor situación metabólica y clínica, mejor calidad de vida y retrasar la evolución a
formas crónicas de insuficiencia renal. También mejora el estado de los pacientes que precisan diálisis.
INSUFICIENCIA HEPÁTICA
Los pacientes afectados de hepatopatías crónicas evolucionadas, como por ejemplo la cirrosis hepática o hepatopatías
agudas graves (tóxicas, víricas, etc.), se encuentran en una situación de insuficiencia hepática, en la que la célula noble
del hígado, el hepatocito, no realiza adecuadamente su función metabólica, especialmente la desintoxicante. Por ello
aumentan los niveles en sangre de amoníaco y mercaptanos, también aumentan los niveles de aminoácidos aromáticos
(fenilalanina, tirosina y triptófano).
El amoniaco produce una alteración del metabolismo de las células del sistema nervioso central, igual que los aminoácidos citados, los cuales originan falsos neurotransmisores que alteran la función nerviosa. Por ello, en la insuficiencia
hepática, se puede producir una alteración neuropsíquica grave llamada encefalopatía hepática, que puede conducir al
coma y la muerte del paciente.
El tratamiento complementario de estas situaciones mediante una dieta adecuada tiene que aportar calorías en cantidad
importante para el adecuado metabolismo hepático y la síntesis del glucógeno. La dieta no debe aportar cantidades
elevadas de grasas para evitar su acúmulo en el hígado, ni de proteínas para evitar la formación de amoníaco. Debe ser
exe nta de aminoácidos aromáticos y en cambio enriquecida en aminoácidos ramificados (leucina, valina e isoleucina),
escasos en la insuficiencia hepática. Todo ello irá encaminado a reducir la formación de falsos neurotransmisores cerebrales y, con ello la encefalopatía hepática.
Además, estas dietas deben ser pobres en sodio y cloro y bien dotadas de ión potásico.
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