José A. Martínez: La concordancia En GRAMÁTICA

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ESPAÑOL. TEORÍA GRAMATICAL I
Profs. Carmen Acquarone – Alicia Gil
UNIDAD 4
LECTURA Nº5
José A. Martínez: La concordancia
En GRAMÁTICA DESCRIPTIVA DE LA LENGUA ESPAÑOLA Ignacio Bosque – Violeta Demonte (dir.) EspasaCalpe, Madrid, 1999 (Cap. 42)
42.1.3. Concordancia y silepsis
Se denomina ‘silepsis’ a la falta de concordancia entre unidades lingüísticas, que no obstante resulta
aceptable o admisible por diferentes razones. En la concordancia estrictamente entendida, el morfema en que
se basa debe expresarse al menos dos veces o en dos posiciones. Sin embargo, muy a menudo se entienden
como discordancias –bajo el término a veces equívoco de ‘silepsis’– casos de quebrantamiento o
incumplimiento de supuestas concordancias que tendrían la particularidad de que uno de sus términos sería
un morfema (lingüístico) y el otro la realidad (extralingüística) referida por dicho morfema.
Es innegable que algunos morfemas siempre, y otros con cierta frecuencia, poseen por sí mismos
referencia, esto es, capacidad para remitir –como cualquier otro signo– a algo extralingüístico. Esto es lo que
sucede con los morfemas de persona y número expresados en las desinencias del verbo; de modo que, p. ej.,
en los casos que siguen, el sujeto morfológico nombra directamente al hablante o al oyente, sin que tengan
que reiterarse, mediante concordancia, en yo o tú, como en A veces canto en la ducha o en Dime de una vez
lo que quieres.
La mayoría de las veces en que se habla de la silepsis como caso fronterizo con la concordancia se
incurre en la imprecisión de confundir e igualar concordancia con referencia (lo que sería tan grave como
afirmar que la palabra mesa concuerda con ese tipo de muebles a los que nos sentamos a comer o escribir).
Desde este punto de vista, cualquier desajuste referencial de un morfema se entenderá como discordancia y,
si está generalizado y admitido, como un caso de concordancia ad sensum. En nuestra opinión, no hay
ningún tipo de discordancia (o silepsis) en casos como los siguientes, en los que el morfema de ‘1ª persona
plural’ o el de ‘3ª persona singular’ se refieren al mismo que habla, al emisor individual:
Pues tendremos que ir a clase, ¡qué remedio! / No está ya uno para esas alegrías.
[…] La confusión entre reiteración de contenidos (concordancia o rección) y la relación de una unidad
con su referente extralingüístico ha llevado también a considerar como silepsis, o como una suerte de
discordancia, el uso normal de sintagmas como usted, vuestra excelencia…o […] servidor, etc. que
morfológicamente son ‘3ª persona’ (o «no-persona»), y como tales concuerdan pero que léxicamente
nombran al receptor o al emisor. (También los posesivos comportan referencia al emisor o receptor, pero
morfológicamente y a efectos de concordancia, son todos y sólo de ‘3ª persona’.) […] No hay en los casos
considerados, pues, ninguna discordancia, ya que la denotación o designación de una unidad no es ni entraña
concordancia alguna con lo referido.
En definitiva, estos fenómenos de ajuste o desajuste (consolidado o accidental) entre los morfemas y la
realidad extralingüística no deben considerarse casos de concordancia ni de discordancia, ni como
concordancias ad sensum ni casos de silepsis. Sí hay silepsis, en cambio, en ciertas construcciones con
sustantivos colectivos en singular, en las cuales el plural del verbo se justifica por la referencia
extralingüística del sujeto.
42.10.1. Concordancia entre el sujeto y el verbo
El sustantivo o la frase sustantiva en función de sujeto se relaciona mediante la concordancia en persona
y número con el verbo, el otro constituyente directo de la oración. Conviene tener en cuenta que esta
concordancia es un tipo de concurrencia, y que implica la existencia de dos tipos de sujeto en español:
A) El sujeto morfológico o ‘sujeto flexivo’, consistente en la información de «persona-número», que se
expresa en la desinencia o terminación del sintagma verbal junto con otros morfemas verbales, y al lado del
propio contenido léxico del verbo, como en [los siguientes ejemplos]:
A eso no responderé / Ahora tienes que comer algo, Ahora tenés que comer algo […]
B) El ‘sujeto léxico’, consistente en uno o varios sintagmas sustantivos (o pronominales) que, mediante
la concordancia, reiteran la información del morfológico insistiendo en él o añadiéndole su significación
léxica para concretarlo o especificarlo:
A eso yo no responderé. / Ahora tú tienes que comer algo, Ahora vos tenés que comer algo […]
La función de sujeto léxico –por medio de la cual un sustantivo o varios especifican y concretan
léxicamente parte de la información ya expresada en el verbo– se basa en la concordancia: la persona (‘1ª
persona’, ‘2ª persona’, o ‘3ª persona’) con su número (‘plural’ o ‘singular’) se manifiestan una vez en la
desinencia verbal –junto con los demás morfemas verbales– y otra vez en la palabra o grupo de palabras que
se construyen como sujeto. Así, en la oración Ahora descansarán ellas, el pronombre ellas, al tiempo que
reitera las informaciones de persona y número (‘tercera plural’), expresadas en la desinencia –arán, les añade
la de ‘femenino’.
El cometido de esta concordancia es fundamentalmente semántico, pues sirve para expandir o especificar
léxicamente al sujeto morfológico y desinencial. Aquí la concordancia sirve –como en otros casos– a modo
de vía o canal para la integración con el verbo del significado léxico de la palabra o grupo de palabras que
entran como sujeto.
Algunos autores entienden que sólo el sujeto morfológico, desinencial o flexivo –junto con los otros
morfemas verbales– es imprescindible para establecer oración, considerándose el sujeto léxico una expansión
de aquel (Alarcos 1980. RAE 1973: § 3.10.2. y otros muchos posteriormente). Así, la concordancia es una
posibilidad de expansión de la oración, y en todo caso sólo define al sujeto léxico. Para buena parte de la
tradición gramatical hispánica, sin embargo, el sujeto morfológico siempre implica la existencia de un sujeto
léxico, elidido cuando su significado simplemente reitera el desinencial, o si ya está expresado en el contexto
lingüístico o patente en la situación comunicativa (Bello 1847: § 725-728, RAE 1973: 350-351). De modo
que el sujeto (léxico) sería una realidad efectiva de toda oración, razón por la cual muy a menudo se extiende
la concordancia hasta concebir como tal la relación de un morfema con la realidad referida. Por esta misma
razón, en el enfoque tradicional existe sujeto (léxico) –aun en ausencia del flexivo y aunque no haya, en
consecuencia, concordancia– en todos los casos del infinitivo, del gerundio y aun del participio, como en [los
siguientes ejemplos]:
Al llegar yo, todos me miraron. / Se pusieron en camino saliendo el sol. / Retirado el enemigo,
auxiliaron a los heridos.
[…] Para la mayoría de los hablantes del español (en concreto, para toda la América hispanohablante y
Canarias), no existe el sujeto morfológico de «2ª persona plural»: el que se expresa en formas verbales como
cantáis, cantaréis, cantabais, […], todas ellas desusadas en el habla corriente, en provecho de las de «3ª
persona plural» (cantan, cantarán, etc.). […]
Desde el punto de vista referencial, la primera y la segunda persona denotan a los interlocutores: la
primera, al emisor, hablante o escritor, y la segunda, al receptor, oyente o lector, mientras que la tercera (la
«no-persona»), a lo que no participa en el acto de la comunicación. Pero esta tripartición personal sólo tiene
carácter morfológico en la expresión del sintagma verbal, pues los pronombres o nombres se reparten en
clases personales, no por su referencia al emisor o receptor, sino en la medida en que vienen seleccionados
mediante concordancia por los distintos sujetos morfológicos. Esto puede explicar el hecho de que, además
de nosotros y vosotros, todo otro sustantivo pueda pasar a designar a emisor y receptor, simplemente por su
concordancia con los morfemas verbales.
En este sentido, entre los sustantivos y pronombres, sólo hay uno de ‘1ª persona singular’, yo, y otro de
‘2ª persona singular’, tú (o vos en algunas zonas del español). Todos los demás sustantivos o unidades
sustantivadas son de ‘3ª persona’, incluso aquellos que léxica o contextualmente se refieren ya al hablante,
como en [a], ya al oyente, como en [b], lo que muestran y confirman los reflexivos o posesivos
correspondientes:
a. Servidor se ofrece para hacerlo. / Una misma termina por compadecerse.
b. Usted debe irse con su mujer.
Dicho de otro modo: […] servidor, una… o usted […] son de «primera» o de «segunda persona» sólo
referencialmente (no son término de concordancia), mientras que yo y tú (o vos) lo son en tanto que términos
de su concordancia con los morfemas verbales correspondientes. Así pues, esos otros son ‘personales’
únicamente por su referencia, como se comprueba en el hecho de que algunos otros (su majestad, su
excelencia, su ilustrísima…) se refieren o no al receptor o al emisor según cuál sea la situación en que se
producen los mensajes. En efecto, en una oración como ¿Está su majestad fatigado?, el sintagma su
majestad será de «segunda persona» cuando la pregunta se le haga directamente al propio rey, pero de
«tercera persona» si se le hace a su ayuda de cámara, por ejemplo.
En este análisis carece de fundamento la suposición de que los casos examinados entrañan silepsis (es
decir, una especie de discordancia admitida), ya que en todos ellos se trata de nombres de ‘3ª persona’ que
concuerdan con la ‘3ª persona’ del verbo. Al fin y al cabo, también sucede lo opuesto, p. ej., con tú o te en
construcciones como A veces tú lo esperas todo de ellas, y te defraudan, donde se refiere a cualquier
persona, no sólo al receptor, pero mantiene el contenido morfológico de ‘2ª persona singular’. […]
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