LAS TENDENCIAS HUMANAS: PLACER, AFECTO, AGRESIVIDAD

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LAS TENDENCIAS HUMANAS: PLACER, AFECTO,
AGRESIVIDAD, I parte
Prof. Bartolomé Yankovic Nola, Editor
El cerebro es el soporte estructural de las
funciones cognitivas de orden superior: inteligencia,
memoria, pensamiento, conocimiento, aprendizaje,
lenguaje…
La adquisición de conocimiento está directamente influida por el sentimiento de
placer y las vivencias emocionales de afecto y agresividad… Todos sabemos que
aprendemos con mayor facilidad aquello que nos produce satisfacción (placer), y que nos
es enseñado con afecto y cariño… o porque lo necesitamos para ganarnos la vida,
defendernos o competir con éxito (agresividad). El placer (satisfacción) se vincula con la
capacidad de aprendizaje.
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Los biopsicólogos hablan de tres tendencias que han sido determinantes en el
proceso de hominización y socialización de nuestra especie: las tendencias al
placer, al afecto, y a la agresividad. Estas tres tendencias modificadas por la
conciencia (consciente o inconsciente), permite la amplia diversidad de
sentimientos y conductas… hasta que componemos muchas melodías distintas…
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La tendencia al placer tiene un papel importante como móvil de la vida.
Damos plenitud al placer cuando somos bebés con la satisfacción
alimentaria y el contacto materno, luego con la adquisición de
conocimiento y el disfrute sensual a partir de nuestras posibilidades
sensoriales o con la descarga sexual.
La tendencia al afecto y la solidaridad ha permitido la perpetuación de la
especie al facilitar la vida humana en comunidad. Las actitudes de simpatía,
fruto de esta tendencia, pueden también ser fuente de placer.
La agresividad está en el origen de la supervivencia como defensa contra el
medio hostil a lo largo de miles de años; es el impulso que nos permite
explotar y aprovechar la naturaleza, que nos estimula para la adquisición de
conocimiento, habilidades y destrezas que mejoren nuestra forma de vida.
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La potencia intelectual de los humanos, consecuencia de un córtex más
desarrollado, es el gran modulador del aprovechamiento y contención de
estas tendencias básicas. Es decir, la capacidad intelectual, nuestra
inteligencia, nuestra sociabilidad… influyen en la forma en que
manifestemos estas tendencias.
[Si alguien vive desesperadamente por ganar dinero, a costa de lo
que sea, por ejemplo, pisoteando a la competencia, está actuando
con una agresividad desbordada: en este caso la agresividad tiene
una expresión perversa, dañina para la persona misma, y para los
demás].
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En el córtex se almacena la memoria mediante la neuroplasticidad y el
aprendizaje (lo que percibimos desde que nacemos), se acumulan los
mensajes, recuerdos, satisfacciones, frustraciones… se establecen de este
modo circuitos bio eléctricos, que van a influenciar la expresión de las
tendencias básicas en nuestra conducta cotidiana. La capacidad para usar
estos recursos cerebrales en forma eficiente es lo que determina que nos
sintamos mejor o peor en la vida… y que estemos más o menos sanos…
contentos, incómodos, etc.
La capacidad afectivo-emocional de la especie humana tiene un soporte
estructural: está en alguna parte del cuerpo… Se encuentra en la cara interna e
inferior de cada hemisferio cerebral, en una estructura cerebral formada por varios
núcleos y multitud de interconexiones, llamada sistema límbico (séptum,
amígdala, hipocampo), que incluye estructuras que tienen que ver con el afecto y
la solidaridad, la agresividad, y el sentimiento de placer, especialmente sexual. Se
puede decir que el sistema límbico está situado en el dentro del cráneo, cerca de la
base del cerebro, tras la nariz. A estas estructuras hay que añadir una parte del
córtex frontal anterior, cuya lesión altera tanto la capacidad emocional como los
sentimientos, e, incluso, las funciones que permiten una eficaz interrelación social.
[Los operados de los lóbulos prefrontales = lobotomía… se ”transformaban” en
personas sin emocionalidad, pasivas?]
Repetimos: las emociones y la motivación son funciones cognitivas o mentales
dependientes del sistema límbico y del córtex prefrontal (lóbulo frontal anterior).
La alteración de estas estructuras trastorna o modifica la capacidad emocional, la
motivación y el comportamiento. El sistema límbico también tiene una función
importante en el mecanismo de formación de la memoria.
Justo debajo del sistema límbico, en el centro de la base del cerebro, se
encuentran el hipotálamo y la hipófisis, dos centros que regulan el funcionamiento
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visceral y hormonal del organismo, y cuyas conexiones con el sistema límbico
aseguran la interrelación entre las emociones, las hormonas y las vísceras.
[A menudo podemos darnos cuenta como ante una situación de
ansiedad aumentan los movimientos intestinales y debemos acudir
al baño… o que un susto nos acelera el ritmo del corazón o la
respiración; o, por el contrario, que tras una intensa experiencia de
placer nos quedamos tranquilos y relajados: las vísceras, las
hormonas y las emociones están en íntima sincronización]. Algunas
enfermedades se atribuyen a un descontrol emocional… a menudo se
dice que tal o cual enfermedad se debe a los nervios, refiriéndose a
la relación que existe entre algunos trastornos viscerales y el estado
emocional de la persona.
El colon irritable es frecuente en personas ansiosas, a menudo
asociado con insomnio… En otros casos puede producirse un
desmayo tras un shock emocional que ha provocado un descenso de
la presión arterial, e incluso, en algún caso un paro cardíaco con
muerte súbita… Por ejemplo, cuando hay terremotos, en los
supervivientes que deben reconocer los cadáveres de algún familiar…
aumenta la frecuencia de muerte súbita por paro cardíaco… Se dice
que las personas murieron como consecuencia de “una fuerte
impresión”]
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La emoción facilita el aprendizaje. La capacidad emocional ha tenido un papel
importante en el desarrollo de las capacidades cognitivas humanas, y, en
consecuencia, de su potencial cultural. La experiencia mental de las emociones
son los sentimientos, que percibimos como sensaciones de bienestar, miedo,
alegría, etc.
Todas las funciones cognitivas o mentales se corresponden con la estructura
física del cerebro y se alteran cuando la estructura se daña, y son susceptibles
de modificarse por los cambios químicos que se produzcan en sus circuitos
neuronales… neurotransmisores químicos como la dopamina y la serotonina
tienen relación con algunos trastornos mentales: el exceso de dopamina
produce crisis maníacas y aumento descontrolado de los movimientos
voluntarios; por el contrario, su defecto (disminución) facilita la aparición de
estados depresivos… en los enfermos de Parkinson hay deficiencia de
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dopamina. La serotonina está relacionada con la gestión de la melancolía;
algunas sustancias que intervienen en su metabolismo se utilizan con éxito en
el tratamiento de la depresión.
LAS ESTRUCTURAS MENTALES NO SON INAMOVIBLES: SON SUSCEPTIBLES DE
CAMBIOS. Mediante la percepción, la experiencia y los estímulos y la
neuroplasticidad podemos modificar las redes neuronales favoreciendo uno u
otro modo de enfrentar la realidad: a largo de la vida podemos modificar
nuestra forma de entablar una relación o de encarar un problema. Muchos
tratamientos médicos y psicológicos se basan en estos principios: en conseguir
modificar la manera de afrontar la vida.
Bibliografía recomendada: EL CEREBRO DEL REY: vida, sexo, conducta, envejecimiento y muerte de
los humanos. Nolasc Acarín T. RBA Libros, Madrid, España, 2001.
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