En ninguna manera, de principio a fin, la Palabra de Dios reconoce a las mujeres. En efecto, a menudo se encarga de ennoblecer sus roles en la sociedad y la familia afirmando la importancia de su influencia, exaltando las virtudes de quienes fueron, en particular, ejemplos piadosos (Pr. 12:4; 31:10; 1 Co.11:7). Las mujeres fueron importantes en el ministerio de la iglesia primitiva (Hechos 12:12-15; 1 Corintios 11:11-15). En el día de Pentecostés, cuando nace la iglesia del Nuevo Testamento, las mujeres estaban allí orando con los discípulos (Hechos 1:12-14). Algunas fueron reconocidas por sus buenas obras (Hch.9:36); son destacadas por su hospitalidad (Hch.12:12; 16:14-15); por su entendimiento de la sana doctrina y sus dotes espirituales (Hch.18:26; 21:8-9) y por sus virtudes en cuanto al ministerio a los enfermos, el cuidado y cariño hacia sus propias familias, y el trabajo amoroso de sus manos (Hch.9:39). Debemos tener cuidado al confundir el funcionamiento de los roles con el concepto que Dios tiene de cada persona. En la salvación no hay diferencias (Gál. 3:28) y como hemos descrito Dios ha resaltado a cada mujer y hombre obediente a su verdad. Algo muy distinto a ello es entender que Dios ha dado roles al hombre y la mujer que deben cumplirse en obediencia tal como las Escrituras lo señalan. Para mayor información, te invitamos a leer nuestro distintivo “El Rol Piadoso de la Mujer” en la sección “Nuestra Iglesia”.