REFORMA CONSTITUCIONAL Garantías de cumplimiento

Anuncio
REFORMA CONSTITUCIONAL
Garantías de cumplimiento
Gracián1
De poco servirá que reformemos la Constitución si puede seguir siendo violada
impunemente. El asunto de la conservación de la nación no puede dejarse
exclusivamente en manos de los Partidos. Por su trascendencia pero también
porque las agrupaciones políticas, como todo en la vida, tienen sus puntos
débiles.
Todavía no ha llegado el momento de un reflujo generalizado de la ola localista
en muchos territorios.
Aun hay muchos ciudadanos periféricos que consideran un signo de “distinción”
frente al resto de España exhibir sus diferencias; sin percatarse de que ello
pronto dejará de constituir motivo de orgullo, porque tan diferentes serán ellos
de los otros, como cada uno de los demás respecto de ellos.
Hay bastantes que valoran la importancia que para ellos representa que la
lengua constituya una barrera de entrada frente a los demás españoles, o que no
tengan que desplazarse a Madrid para resolver algunos asuntos, o que puedan
alcanzar las cimas del poder dividiendo por 17 el esfuerzo que antes habían de
realizar; sin comprender que, lógicamente, es más importante ser español que
andorrano; ni recordar que muchos españoles –muy singularmente catalanes,
vascos y gallegos- han luchado largo tiempo por liberarse del poder cercano, que
acaba siendo asfixiante y excesivamente contaminado; ni aceptar que estrechar
los horizontes es regresivo.
Por supuesto que las clases políticas periféricas, junto con las grandes nóminas
de personas vitalmente vinculadas a ellas, sienten el natural deseo de
incrementar su Poder, restándolo a los remanentes del Gobierno Central. Y los
medios de comunicación en las regiones, muchos porque dependen directa o
indirectamente del Poder político y todos porque saben que hay porciones de
población que profesan un nacionalismo militante, fácilmente contribuyen a la
consagración de los dogmas particularistas.
Los grandes Partidos nacionales saben que su triunfo se juega con no más de un
10% de los votos, y que el electorado españolista no tiene otras opciones; así las
cosas es “natural” que no defiendan eficazmente la nación. Durante 20 años,
cada vez que los Poderes periféricos han demandado más autogobierno, en
definitiva menos Gobierno Central, desde Madrid, en el mejor de los casos, unos
y otros, han dicho estar de acuerdo siempre que se respeten los límites de la
Constitución; nunca se ha convocado una reunión, ni mucho menos un debate
para dilucidar en qué medida es bueno o malo seguir adelgazando el Estado y
engordando las Autonomías. Los dos grandes Partidos, cuando han estado en el
Poder, han aumentado el Poder Autonómico a costa del Español conjunto. Y lo
que es peor: esos Partidos en el Poder, como efecto de pactos puntuales con la
periferia, han adoptado medidas contrarias a la Constitución, o han dado
instrucciones de no recurrir decisiones autonómicas que sus servicios
1
Gracián es nombre del Aula Política del Instituto de Estudios de la Democracia de la
Universidad San Pablo CEU
consideraron inconstitucionales, o han desistido de recursos interpuestos,
convirtiendo en ingenuos a los dirigentes de la Transición por creer que la
Constitución era una norma que habría de respetarse.
Con lo cual, dado que según el art. 162 de la Constitución el correspondiente
recurso al TC sólo lo pueden interponer por parte del Estado dos autoridades y
Grupos de cincuenta parlamentarios, todas esas decisiones se han consolidado y
están vigentes sin que el Tribunal Constitucional pudiera pronunciarse.
Comprendemos que el recurso de inconstitucionalidad no debe abrirse
absolutamente. Pero hay que ser conscientes de que con este sistema, aunque
reformemos la Constitución y obtengamos ahora un diseño perfecto, y aunque el
Tribunal Constitucional no estuviera politizado y confederalizado en su seno,
podemos volver a lo mismo si la legitimación para el recurso sigue en manos
exclusivas de los grandes Partidos.
Cara al futuro hay que abrir, aunque prudentemente, las posibilidades de acudir
al TC. En la Constitución reformada debe existir un artículo o precepto como el
siguiente, o algo de efectos similares:
“Respecto de normas jurídicas o decisiones que afecten al reparto o
transferencia de competencias entre el Estado y las Comunidades Autónomas,
estarán legitimados, tanto para el recurso de constitucionalidad como para el
planteamiento de cuestiones de competencia, además de las personas y grupos
señalados en artículos precedentes, conjuntos de al menos diez mil ciudadanos.
El recurso o cuestión no tendrá efectos suspensivos salvo que el Tribunal estime
la concurrencia de graves razones que aconsejen otra cosa. El Tribunal
Constitucional, mediante decisión adoptada por 2/3 partes de sus miembros,
podrá rechazar la tramitación del recurso o cuestión planteada cuando el mismo
asunto ya haya dado lugar a sentencia contraria o, prima facie, no suscite dudas
de que será desestimado. Dada la naturaleza del vicio que se invoca, este recurso
no está sometido a plazo y puede dirigirse contra normas o medidas adoptadas
antes de habilitarse esta legitimación ampliada”
Y dentro de la misma preocupación por protegernos de las debilidades de los
Partidos, hay que recordar que el art. 150,2 de la Constitución, después de
señalar anteriormente las competencias máximas de las Autonomías y las
Mínimas del Estado, establece que el Estado puede transferir a las Comunidades
facultades de su titularidad, norma que en una correcta interpretación sistemática
es absurda salvo que se interprete como aplicable por razones excepcionales. Sin
embargo esta vía se ha convertido en sistema normal de transferencias, con
motivos fútiles, como los de mera simetría organizativa citados en la L.O.
6/1997 de cesión a la Generalitat de la Policía de Tráfico.
Será preciso que en la reforma constitucional próxima, al artículo 150,2 se añada
un contenido del siguiente tenor:
“Estas transferencias serán excepcionales y por tiempo limitado.
Las transferencias o delegaciones de competencias que se hayan efectuado
anteriormente al amparo de lo dispuesto en este precepto, quedarán sin efecto al
transcurrir un año desde la introducción en la Constitución de este párrafo, salvo
que antes fueren ratificadas en las condiciones de excepcionalidad y limitación
temporal ahora señaladas; sin perjuicio de que, si procediere, puedan ser objeto
de transferencia ordinaria”
Descargar