Ensayo - IES Juan Gris

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Modelo de PRUEBA DE SELECTIVIDAD
TEXTO
Aunque para fines del siglo XIX existía un cierto consenso sobre la necesidad de educar
mínimamente a las mujeres, será a partir de entonces cuando el tema cobre mayor entidad y se
produzca el acceso de estas a la enseñanza. Al iniciarse la centuria los argumentos que se basaban
en el bienestar de la familia eran los únicos mayoritariamente admitidos para justificar la
instrucción femenina. Se trataba de educar a las mujeres porque la naturaleza las llamaba a
compartir su vida con los hombres y tenían que saber atenderlos; porque estaba en sus manos la
dirección de sus hijos durante la infancia y debían estar preparadas para formarlos.
Consecuentemente, solo una «adecuada educación» que las preparara ante todo para ser mejores
esposas y madres era, a decir de sus defensores, la que les convenía y la única que las haría felices.
Una instrucción elemental, con ciertos contenidos culturales, se consideraba suficiente; solo una
minoría defendía la ampliación de aquella con vistas al ejercicio profesional.
Así concebida, la educación femenina cubría los requisitos del liberalismo; salvaba el
teórico principio de igualdad, respondía a las exigencias del progreso y preservaba las estructuras
sociofamiliares de cualquier peligro, al ser las exigencias de sexo y clase sus principios
orientadores.
Sin embargo, esta educación no tardaría mucho en mostrar sus insuficiencias y discriminaciones. En los comienzos del siglo XX la influencia exterior, el desarrollo de los servicios,
la demanda de trabajo por parte de las chicas de clase media, la actitud de las interesadas y el efecto
mimético de las pioneras harían que se debatiera y difundiera un modelo de enseñanza femenina
acorde con el resto de los países occidentales.
R. Capel y C. Flecha, «La educación de las mujeres en el primer tercio del siglo XX».
En P. Alcalá et al. Ni tontas ni locas.
Las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX.
Cuestiones
1 Haga un comentario de texto del fragmento que se propone contestando a las preguntas
siguientes:
 Enuncie el tema (0,5 puntos).
 Indique la estructura del texto y justifique su respuesta (0,5 puntos).
 Detalle las características lingüísticas y estilísticas del texto (0,75 puntos).
 Indique qué tipo de texto es (0,25 puntos).
2 Redacte un resumen del contenido del texto (1 punto).
3 Elabore un texto argumentativo sobre la importancia de la educación en la vida de las personas
(1 punto).
4 a) Analice sintácticamente (1 punto): Los argumentos que se basaban en el bienestar de la familia
eran los únicos admitidos.
b) Analice la estructura morfológica de bienestar y orientadores, e indique mediante qué proceso de
formación de palabras se ha creado cada una (1 punto).
c) Explique el significado en el texto de la expresión el efecto mimético de las pioneras (línea 21) (1
punto).
5 a) El novecentismo (2 puntos).
b) - Sitúe en su contexto histórico y literario la obra del siglo XVIII que haya leído (0,5 puntos).
- Explique los aspectos que más le hayan llamado la atención al leerla (0,5 puntos).
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Solución1:
1.- Comentario de texto
a) El concepto de educación femenina en los siglos XIX y XX.
b) El texto puede dividirse en dos partes:
I. La educación de la mujer a finales del siglo XIX (los dos primeros párrafos) al servicio del
bienestar familiar (marido e hijos): tradicional y discriminante.
- Argumentos en los que se basaba.
- Cómo era.
- Su justificación «liberal».
II. La educación de la mujer a principios del siglo XX (el último párrafo): más igualitaria y dirigida
también a lo profesional: la demandada por las mujeres.
- Cómo se concibe la educación femenina a principios del siglo XX.
- Causas por las que se percibe así.
Todo el texto está en función de explicar la evolución del concepto de educación femenina
en nuestro país, forzado por las demandas femeninas.
c) El texto, en su estructura externa, aparece dividido en tres párrafos de breve extensión, en cada
uno de los cuales se expone una idea, aunque todas giran en torno a una única unidad temática: la
educación femenina.
Destaca la función referencial porque lo importante es la información que se quiere
transmitir al receptor, si bien en el texto adquiere también relevancia la función expresiva (no
podemos saber si el emisor es hombre o mujer, pero sí que es partidario de una educación en
igualdad, y la apelativa, ya que, aunque el texto sea expositivo, subyace en él una invitación al
lector a luchar por conseguir una educación no sexista que permita a la mujer incorporarse al
mundo social y laboral en igualdad de condiciones que el hombre.
El período oracional, variado, y con tendencia a la brevedad, facilita el seguimiento del
hilo argumental del texto y su comprensión, favorecido por los elementos lingüísticos y
marcadores discursivos que modalizan el enunciado y dan cohesión al texto (el conector concesivo
aunque, al inicio del texto con el que se introduce una objeción; el consecutivo consecuentemente
de la séptima línea, o el adversativo sin embargo con el que comienza el último párrafo), además de
expresiones como así concebida, con la que comienza el segundo párrafo, con las que se marca el
resultado final de un proceso. Las referencias temporales refuerzan igualmente la cohesión: para
fines del siglo XIX, a partir de entonces, al iniciarse la centuria, en los comienzos del siglo XX.
Predominan las oraciones enunciativas porque lo que se expone se muestra desde un
punto de vista objetivo, a fin de dar credibilidad a lo expuesto, potenciando su rigor e
imparcialidad. Los tipos de proposiciones son variados. Existen proposiciones coordinadas,
principalmente copulativas, a lo largo de todo el texto, por lo que suponen de adición («será
entonces cuando el tema cobre mayor entidad y se produzca el acceso de estas a la enseñanza»; «la
educación femenina cubría los requisitos del liberalismo; salvaba el teórico principio de igualdad,
respondía a las exigencias del progreso y preservaba las estructuras sociofamiliares de cualquier
peligro»; «no tardaría mucho en mostrar sus insuficiencias y discriminaciones»...), en ocasiones
uniendo proposiciones subordinadas adverbiales causales («porque la naturaleza las llamaba a
compartir su vida con los hombres y tenían que saber atenderlos»; «porque estaba en sus manos la
dirección de sus hijos durante la infancia y debían estar preparadas para formarlos») con las que
se suman los motivos que se aducían para ofrecer a la mujer una educación discriminatoria e
insuficiente. También son frecuentes las proposiciones subordinadas adjetivas, casi todas ellas
1
Examen de la Comunidad de Madrid del curso 2010-2011. La solución del comentario es, en su mayor parte, la
ofrecida por “Pruebas de Selectividad de la Editorial Anaya. Las respuestas a las preguntas 4a) y 5b) son personales.
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especificativas, que sirven para delimitar o restringir el significado del antecedente («que se
basaban en el bienestar de la familia»; «que las preparara ante todo para ser mejores esposas y
madres»; «la única que las haría felices»...), alguna de las cuales está sustantivada (la que les
convenía). Entre las adverbiales impropias, las hay concesivas (aunque para finales del siglo XIX
existía...), con un carácter informativo, o causales (porque la naturaleza las llamaba a compartir su
vida [...] y (... ) y (porque) debían estar preparadas para formarlos) con las que, como ya se ha
indicado, se introducen los argumentos que defendían una enseñanza femenina dirigida a favorecer
el bienestar familiar, y oraciones pasivas reflejas («se produzca el acceso de estas a la enseñanza»;
«una instrucción elemental (... ) se consideraba suficiente»; se debatiera y difundiera un modelo de
enseñanza femenina») características de este tipo de textos, en las que no interesa el agente.
Desde el punto de vista morfológico, las formas verbales predominantes son las del
pretérito imperfecto de indicativo, tiempo imperfectivo cuya acción en el pasado se presenta en
proceso durante un tiempo amplio, marcado por las referencias temporales a las que aludimos antes.
No obstante, tomando como referencia el final del siglo XIX, punto de inflexión del cambio con
respectó a la educación anterior, aparece una forma en futuro imperfecto de indicativo (será) y
otras dos en presente de subjuntivo (cobre, se produzca) con un claro valor de pasado, en cuanto
que visto desde el presente en que se escribe el texto, pero de futuro, en cuanto que percibida la
acción verbal desde la referencia temporal finisecular. Y lo mismo ocurre con las formas verbales
que aparecen en el tercer párrafo, cuya medición temporal se hace desde los comienzos del siglo
XX de forma relativa: el condicional (tardaría, haría) adquiere el uso trasladado de pretérito
perfecto simple, mientras que el pretérito imperfecto de subjuntivo (debatiera, difundiera), que
aparece en correlación con él, adquiere un valor de pasado visto desde el presente en el que el texto
se redacta. Es significativo el uso de las perífrasis verbales modales de obligación que aparecen
en el primer párrafo (tenían que saber, debían estar) referidas a la educación que, como obligación
y no por voluntad propia, debían seguir las mujeres en aras del bienestar familiar y social.
La persona verbal en que aparecen conjugadas las formas verbales es la tercera, lo que
potencia la imparcialidad, la exposición de unos hechos objetivos.
Desde el punto de vista léxico-semántico, el vocabulario utilizado es culto y variado:
consenso, centuria, instrucción.
Son frecuentes los sustantivos abstractos, de sentido generalizador, formados por
derivación a partir de adjetivos o verbos: necesidad, enseñanza, instrucción, educación, igualdad,
progreso, insuficiencias, discriminaciones, excepto bienestar, formado por composición.
El léxico se agrupa en torno a campos semánticos bien definidos: el de la educación
(enseñanza, instrucción, contenidos culturales, educar, principios orientadores, ejercicio
profesional, dirección), el relativo al ámbito familiar (hijos, esposas, madres, infancia, atender,
formar, felicidad), el relacionado con la ideología liberal del siglo XIX (principio de igualdad,
progreso, estructuras sociofamiliares) y el del ámbito económico-social (desarrollo de los
servicios, demanda de trabajo, pioneras o trabajadoras).
Entre los recursos estilísticos que aparecen en el texto, cabe destacar el contraste entre el
tono y las palabras rimbombantes con que se adorna la «adecuada educación» que se propone a la
mujer de finales del siglo XIX como progresista y motor de su felicidad, que no es otra cosa que
dependencia, sumisión y esclavitud (en la naturaleza las llamaba a compartir su vida con los
hombres, la supuesta dignificación que elevaba a las mujeres a la igualdad con los varones se ve
truncada en cuanto que tenían la obligación de atenderlos, o lo que es lo mismo, mantener una
dependencia real de ellos; en el aserto en sus manos estaba la dirección de sus hijos durante la
infancia, las mujeres estaban llamadas a realizar una gran empresa que las ennoblecía, pero en
cuanto a que tenían la obligación de estar preparadas para formarlos, se les obligaba, en realidad,
a estar a su servicio; en la consideración de que siendo buenas esposas y madres alcanzarían la
felicidad, llevaba implícito que fuera del ámbito familiar, conservador, sería imposible), y las
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escuetas palabras con las que, desde una posición del siglo XXI -con un distanciamiento temporal y
de punto de vista de una sociedad en la que se ha avanzado significativamente en el campo de la
igualdad por la vía de la educación-, se define este tipo de educación sin paliativos: una instrucción
elemental, con ciertos contenidos culturales, que, evidentemente, no le proporcionará la felicidad
total.
d) Es un texto humanístico, un fragmento de un ensayo en el que se aborda la educación de la
mujer a finales del siglo XIX y primer tercio del siglo XX. Es un texto expositivo ya que, tomando
como base la reflexión e investigación, se analiza, con una pretensión objetiva, el concepto de
educación que a finales del siglo XIX se defendía para la mujer en España y la evolución y
superación de este modelo de instrucción. El tipo educativo al que se alude es claramente
«proteccionista», discriminatorio y conservador, ya que parte del principio de que cada sexo
requiere una educación diferente. A la mujer no se la educa para su propio beneficio, sino para que
cumpla con su papel familiar. Y, aunque en el siglo XIX esto se percibiera como liberal y
progresista por gran parte de la sociedad, hoy, observado bajo otro punto de vista, se considera
reprobable.
La finalidad de este texto es la de exponer de forma sencilla y amena la evolución de la
educación en Madrid en el primer tercio del siglo XX -ateniéndonos al título del documento o libro
que aparece al final del texto- y animar a quienes lo lean a que sigan luchando a favor de una
instrucción que posibilite el desarrollo personal y profesional de la mujer. Es un texto que pretende,
por tanto, mostrar cómo ha evolucionado el concepto de educación femenina, pero, al mismo
tiempo, crear o reforzar una opinión favorable a la igualdad de ambos sexos en todos los campos, lo
que se conseguirá mediante la aportación de datos, documentos o testimonios expuestos,
contrastables, la exposición adecuada y la capacidad de persuasión de quien lo escribe, si bien, por
la brevedad del fragmento que se comenta, esto solo se intuye.
El registro lingüístico empleado es el estándar, ya que va dirigido a un grupo numeroso y
variopinto de personas, la mayoría de ellas, seguramente, mujeres. El texto está muy elaborado,
no es producto de la improvisación, como puede observarse en su estructuración y en la elección del
vocabulario.
2.- Resumen: A finales del siglo XIX, se defendía el acceso a la educación de la mujer por la
conveniencia de mejorar el bienestar familiar y para «hacerla feliz». Solo una minoría demandaba
una educación dirigida al ejercicio profesional. Esta instrucción «progresista y liberal» mantenía las
estructuras y principios tradicionales. Pero la influencia exterior, el desarrollo, la demanda de
trabajo y la actitud de las mujeres, y el ejemplo de las feministas extranjeras obligaron a cambiar
este modelo de enseñanza.
3.- Argumentación: Respuesta personal, libre.
4 a).- Analice sintácticamente:
Los
argumentos
que
Pro
Suj
Det
N
se basaban
V
en
Prep
el
bienestar
de
la familia
SPrep
Det
N
CN
N
SPrep/ C de Régimen
Predicado
Proposición Adjetiva especificativa. Intransitiva
Sujeto/SN
Oración compuesta o compleja. Copulativa
eran
los
únicos
admitidos
Det
N
Adj
SN
Cop
Atributo
Predicado Nominal
4 b).- Analice la estructura morfológica de bienestar y orientadores
Los elementos que la componen son los siguientes: - bien-: lexema, que aporta su significado.
- estar-: lexema que, junto con el anterior, aporta el significado total de la palabra formada por la
unión de ambos. Palabra compuesta
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- Ø ausencia de morfema flexivo de género; se sabe que la palabra es masculina porque le
anteceden siempre determinantes de ese género.
- Ø ausencia de morfema flexivo de número; sabemos que es singular, por la ausencia del morfema
flexivo -es de plural.
Orientadores es una palabra derivada, formada por el lexema orient- + un sufijo, -ador-.
Los elementos que la componen son los siguientes:
- orient-: lexema. Aporta el significado de la palabra e indica la familia léxica a la que pertenece.
-ador-: morfema derivativo (sufijo) heterogéneo; aporta al lexema el significado de `agente' que
realiza la acción de orientar y cambia la categoría de la palabra: de ser un verbo, ha pasado a ser un
sustantivo.
- Ø: ausencia de morfema flexivo de género; se sabe que la palabra es masculina porque le
anteceden siempre determinantes de ese género.
- es: morfema flexivo de número. Indica plural.
c) El efecto mimético de las pioneras: El deseo de imitar a las precursoras del movimiento feminista
(europeas y americanas) que exigían, como derecho, una educación igualitaria entre hombres y
mujeres.
a) El novecentismo o Generación del 14 es un movimiento literario surgido en España en la
primera mitad del siglo XX.
Influido por el regeneracionismo y la Generación del 98, estuvo muy relacionado con el
krausismo de Julián Sanz del Río y la Institución Libre de Enseñanza Giner de los Ríos. Se
caracterizó por su talante liberal pero elitista. Sus componentes, de sólida formación universitaria, y
en contacto con las corrientes intelectuales extranjeras (europeas y americanas) tenían una clara
vocación humanística, científica e histórica. Consideraban que España, regida por una selecta
minoría, intelectual, debía dirigir su mirada a Europa para solucionar sus problemas.
Aborda todos los géneros literarios, en especial, la poesía, la novela y el ensayo:
Lírica. Tiende hacia una poesía pura o intelectual, dirigida a una minoría. Su principal figura fue
Juan Ramón Jiménez, Premio Nobel de Literatura, en cuya obra, si nos atenemos a sus palabras
(«Vino primero, pura, /vestida de inocencia. /Y la amé como un niño... »), hemos de distinguir tres
etapas -aunque, en este poema, el poeta ignora sus comienzos literarios con claras influencias del
romancero, del romanticismo becqueriano y de la lírica tradicional andaluza, a lo que fue
incorporando elementos modernistas por influjo de Rubén Darío, Salvador Rueda y Francisco
Villaespesa (Almas de violeta y Ninfeas).
En su etapa sensitiva (hasta 1915), atraído por el simbolismo, el decadentismo y el
modernismo, se recrea en lo paisajístico y en lo sensitivo. Su poesía, marcada por la muerte
repentina de su padre, las profundas depresiones por las que pasa y el posterior encuentro feliz con
Zenobia Camprubí Aymar, trata temas como la soledad, el paso del tiempo, la melancolía y la
muerte, al estilo de Baudelaire y Verlaine, o refleja deseos amorosos, fantasías eróticas o nostalgia
del pasado: Jardines lejanos, Arias tristes y Baladas de primavera. Bajo la influencia modernista
escribe Elegías, La soledad sonora, Sonetos espirituales y Platero y yo, e introduce en sus poemas el
verso alejandrino. En Platero y yo, prosa poética, recrea su infancia y adolescencia en Moguer.
En la etapa intelectual o de poesía «desnuda» (de 1915 hasta la Guerra Civil), inicia un
proceso de depuración de su poesía con Estío, que será ya muy visible en Diario de un poeta recién
casado o Diario de poeta y mar El amor y el ritmo del mar aportan un nuevo ritmo a su poesía,
conseguido a través del verso libre, y una obsesión por la eternidad y lo infinito, que continuará en
Eternidades, Piedra y cielo, Belleza y Estación total. Su aislamiento progresivo de la sociedad para
dedicarse a la depuración de su poesía, «desnudándola» del follaje modernista, da como resultado
una obra poética, cada vez más «intelectual» y pulida, dirigida a «una inmensa minoría».
En la etapa final o suficiente (desde que abandona España hasta su muerte), realiza una
poesía hermética, con influencia panteística, más dirigida a lo místico, con añoranza por lo español
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y su niñez perdida. La sed de eternidad, de belleza y de Dios caracteriza esta etapa en que Juan
Ramón Jiménez aspira solo a identificarse con su «Obra», depurarla aún más y darle la forma
definitiva: Animal de fondo, El otro costado, Dios deseado y deseante.
Junto a Juan Ramón Jiménez, cabe mencionar a otros poetas como Juan José Domenchina,
José Moreno Villa, Mauricio Bacarisse, León Felipe...
Novela. En lo temático es intelectual o estética, a veces seguidora de la de la etapa anterior y, en
algunos casos, humorística y muy crítica con algunas instituciones religiosas y las altas clases
sociales. En lo formal, tiende hacia el esteticismo y la intelectualidad. Sus autores más destacados
fueron: Ramón Pérez de Ayala, autor de La pata de la raposa y Troteras y danzaderas; Gabriel
Miró, que refleja la sensualidad, la luz y el cromatismo del levante español en El obispo Leproso y
Nuestro Padre San Daniel; Ricardo León, con Casta de hidalgos; Concha Espina, autora de La
esfinge maragata y La niña de Luzmela; Wenceslao Fernández Flórez, con Volvoreta y El bosque
animado, y Ramón Gómez de la Serna, autor de El torero Caracho, Automoribundia, etc
Teatro. La producción teatral no fue muy importante en el novecentismo. Jacinto Grau escribe un
teatro intelectual, poco comprendido por el público de nuestro país, tomando como base los grandes
mitos literarios o parábolas bíblicas: El conde Alarcos, El hijo pródigo, El señor de Pigmalión. En
otra línea, y más cercano a las vanguardias se encuentra Ramón Gómez de la Serna, cuyas
desconcertantes obras tenían el objetivo de provocar al espectador: La utopía, Teatro en soledad,
Los medios seres.
Ensayo. Con un tono objetivo y un planteamiento reflexivo, quizá como consecuencia de su
intelectualismo y europeísmo, los novecentistas se ocupan de lo político, lo histórico, lo literario, lo
pictórico, lo científico: Destacan: José Ortega y Gasset (La España invertebrada, La
deshumanización del arte, La rebelión de las masas...), nacido en el seno de una familia de
intelectuales y uno de los mentores del Grupo del 27, a quienes puso en contacto con las
vanguardias y les dio la oportunidad de publicar sus producciones en El Sol o La Revista de
Occidente, que aboga por la formación sólida e intelectual de una selecta minoría que tome las
riendas del poder; escribió ensayos sobre filosofía, estética, vanguardias y los problemas que
acucian a España; el doctor Gregorio Marañón (Don Juan. Ensayo sobre el origen de su leyenda),
interesado por lo científico, pictórico y literario; el escritor y periodista Eugenio D'Ors (Tres horas
en el Museo del Prado), y, junto a los anteriores, Américo Castro, Claudio Sánchez Albornoz,
Manuel Azaña, Salvador de Madariaga, etc. Igualmente son dignos de mención Ramón
Menéndez Pidal, gran filólogo, discípulo de Menéndez Pelayo, al que debemos libros memorables
como Orígenes del español, Manual de gramática histórica española y otros muchos estudios sobre
el castellano y la literatura medieval, y Santiago Ramón y Cajal, Premio Nobel de Medicina.
b) Comente los aspectos más relevantes de la obra del siglo XVIII que haya leído en relación con su
contexto histórico y literario. El sí de las niñas
“El sí de las niñas” es la obra más importante de Leandro Fernández de Moratín, creador de la
comedia neoclásica. Hombre de gran cultura, Leandro Fernández de Moratín, fue un polifacético autor que
cultivó varios géneros; poesía, prosa y sobre todo teatro. Con la comedia: “El sí de las niñas” Moratín
pretende educar. Para ello hace una fuerte crítica a las familias que se mueven por interés, así como a los
jóvenes que aceptan el matrimonio para lograr la estabilidad económica deseada.
En cuanto a contexto, tras el esplendor y la expresividad del teatro Barroco del siglo XVII se instala
una nueva concepción artística, caracterizada por la contención. Se trata del Neoclasicismo del siglo XVIII.
El teatro Neoclásico, haciendo honor a su nombre, se ajusta a las normas clásicas. Una las más relevantes es
la observación de la regla de las tres unidades: de tiempo, de acción y de lugar.
Es la época de la Ilustración, también conocida como Siglo de las Luces, la tendencia general es la
de seguir los dictados no del corazón sino de la razón. Se creía firmemente en la evolución de la ciencia, en
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la cual hallamos muchas respuestas. De este modo, mirar la realidad con la cabeza fría implica también hacer
una crítica a todas las creencias establecidas.
Con respecto a la localización espacial de la obra, los hechos ocurren en un lugar concreto, en una
posada de Alcalá de Henares. Dentro de esta posada, la acción se concentra en una sala de paso, y aunque
casi todo ocurra en este lugar, se hacen referencias continuas a otros sitios y a anécdotas ocurridas allí como
son los lugares de procedencia de los protagonistas.
La localización temporal puede ser considerada como lineal. Todo empieza un día a las siete de la
tarde y termina a las cinco de la mañana del día siguiente. Sin embargo, hay algún que otro flashback.
Algunas retrospecciones, saltos al pasado, que sin duda, enriquecen la obra. Ejemplo de ello es, cuando el
acto tercero, don Carlos cuenta cómo, cuándo y dónde conoció a Paquita.
En cuanto a argumento, la joven Paquita ha recibido la formación de un convento de monjas de
Guadalajara y no ha tenido la oportunidad, aún, de conocer el mundo. Es inocente e inexperta. Por parte de
su madre, se encuentra destinada a un hombre mayor, don Diego. Pero Paquita está totalmente enamorada de
don Carlos, un militar, sobrino del anciano. Todo esto sucede en una posada, a la que asiduamente acude don
Carlos para evitar la boda de Paquita, sin conocer la verdad: que ésta está prometida con su propio tío. Pero
cuando consigue enterarse de todo, don Carlos renuncia a su amor. No obstante, el anciano resulta ser un
hombre de bien que acaba entendiendo a la joven pareja y entonces se acaba sacrificando por ello. Así, da su
bendición a doña Francisca y a don Carlos, en contra de doña Irene y de su déspota voluntad.
El tema que trata Moratín está muy en la línea de la mentalidad de entonces. Y es que retrata una de
las tribulaciones de finales del siglo XVIII que es el extremo respeto que hay hacia las autoridades y las
normas establecidas. También está el tópico del amor verdadero, en contraposición al amor interesado. Se
cuestiona además el papel de la mujer en la sociedad.
El estilo de Moratín tiene logra arrancarnos una sonrisa en más de una ocasión. El autor saca en todo
momento su lado más cómico, aunque eso sí, nunca deja de penetrar en los problemas más controvertidos de
la época. El diálogo tiene un papel muy significativo en esta obra. Casi toda la acción se nos presenta a
través de éste. Además, las grandes soluciones de los conflictos que se nos exhiben vendrán a partir del
diálogo.
El lenguaje se puede calificar de moderno, ya que no dista mucho del castellano actual y se entiende
fácilmente. Además tiene una fuerza dramática muy considerable. Cada personaje tiene su propia forma de
hablar, quedando así perfectamente caracterizado.
A modo de conclusión, “El sí de las niñas” puede considerarse, en cierto modo, como una biografía
del propio Moratín. Ya que él mismo, cuando era un joven, le tocó vivir un caso muy parecido al relatado en
el libro. Esta vivencia, que indudablemente marcó a Moratín está muy bien desarrollada en “El sí de las
niñas” y en “La niña y el viejo”.
Aunque en nuestra sociedad actual no se da la situación social que se expone en la obra, aún
persisten en ciertos medios las presiones en los jóvenes de padres y tutores y ciertas convenciones sociales
que pueden plantear situaciones similares a las tratadas en la obra.
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