5TO_SEC_Lectura 3 paso mendicantes a clerigos

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ÓRDENES MENDICANTES -CLÉRIGOS REGULARES
REDESCUBRIMIENTO DEL EVANGELIO
El redescubrimiento del Evangelio condujo al redescubrimiento del Cristo pobre, que
contrastaba con:
 Una Iglesia poderosa y rica: La reacción fue el retorno a la Iglesia pobre de los
orígenes.
 Con un Monacato poderoso y rico: La Basílica de Cluny era para estos nuevos
pobres e itinerantes que retornaban al Jesús pobre e itinerante del Evangelio el
signo evidente de que "el pobre Señor Jesús" no habita en los palacios de los
Obispos, ni de los Canónigos, ni en los confortables monasterios de los Monjes
Cluniacenses.
 La primera reacción fue el retorno al monacato del desierto: Eremitas estrictos; y a
nuevas formas comunitarias eremíticas: Camaldulenses, Cartujos... y la creación
de nuevas formas monásticas de pobreza: Cistercienses (Monjes Blancos), en
polémica con los Cluniacenses (Monjes Negros).
El redescubrimiento del Evangelio condujo también al redescubrimiento de Cristo en los
pobres. Y este Cristo en los pobres contrastaba con aquella sociedad feudal:
 estructurada verticalmente,
 compuesta por señores/ siervos (en el campo); mayores/menores (en muchas
ciudades).
La reacción contra ese sistema social establecido fue:
 La lucha por la libertad de los siervos contra los señores.
 Los movimientos comunales para crear un sistema social nuevo, cimentada, no en
el verticalismo sino en el horizontalismo.
Todo lo cual trajo consigo el incremento de:
 El comercio.
 Un incipiente capitalismo.
 El despertar intelectual de los laicos.
Pero ya no era suficiente con reformar el Monacato anterior, era necesario crear formas
nuevas de vida de pobreza, que respondieran a las exigencias de ese hombre y cristiano
nuevo, surgido tras la Reforma Gregoriana. Y esta respuesta se la dio la Iglesia con la aprobación de las órdenes mendicantes.
LA RESPUESTA DE LAS ÓRDENES MENDICANTES
Las diferentes formas de Vida Religiosa van surgiendo en la Iglesia como respuestas a
necesidades existentes en la Iglesia o en la Sociedad, como consecuencia de una relectura
peculiar que los Fundadores hacen del Evangelio a la luz de una donación de gracia del
Espíritu Santo. Las Ordenes Mendicantes fueron la respuesta de una lectura carismática del
Evangelio a la coyuntura histórica de finales del siglo XII y comienzos del siglo XIII.
1. Al ideal de "vida apostólica", interpretado en el monacato como "vida común" en
bienes materiales y en unanimidad de almas de la Comunidad primitiva de
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Jerusalén, y en el Canonicato Regular con el matiz del apostolado clerical
sobreañadido, le sucede ahora la "vida apostólica", entendido como acción
apostólica itinerante y mendicante en las Ordenes Mendicantes.
Por eso mismo, las Ordenes Mendicantes son también respuesta al ideal evangélico
de la pobreza, que se populariza en los “movimientos pauperísticos” de retorno a
la Iglesia pobre de los orígenes. Fue un intento de conseguir que la "vida pobre",
según el Evangelio, no fuese patrimonio exclusivo de ciertos grupos marginales,
sino que se compaginase con una vinculación sin reservas a la Iglesia; sin
divorciar a la Iglesia, del espíritu evangélico de pobreza.
En conexión con eso, las órdenes Mendicantes tienen también otra motivación: la
defensa de la fe frente a los "movimientos heréticos" de la época. Esto es más
evidente en el origen de la Orden de Predicadores de Santo Domingo de Guzmán;
pero muy pronto se hizo también tarea común de la Orden de los Frailes Menores
de San Francisco de Asís; y más tarde se sumaron también a esta tarea las demás
Ordenes Mendicantes que habían tenido un origen eremítico.
La "vida mendicante" respondía también a la nueva situación social de las "formas
corporativas" de los "Movimientos comunales". Fue una respuesta a los problemas
que las clases más pobres de la nueva Burguesía, el "proletariado urbano", tenía
planteados. El testimonio de "pobreza evangélica" de las Ordenes mendicantes fue
para esas clases menos favorecidas de la Burguesía altamente positivo.
Por eso mismo, los conventos de las órdenes Mendicantes no se construyen en la
soledad de los campos, sino en los suburbios de las nuevas ciudades, donde se
estaba forjando la nueva Sociedad. La figura religiosa de principios del siglo XIII
ya no era el "monje solitario", sino el "fraile", el "frater", el "hermano" de todos,
que se mezcla en la vida de los hombres.
Asimismo, la organización de las órdenes Mendicantes toma los elementos
fundamentales de la "organización comunal" y "gremial", de tipo horizontal, como
las elecciones; y rechaza la organización vertical del feudalismo en la que se
habían encarnado los Monasterios benedictinos.
Las órdenes Mendicantes llegaron oportunamente en el momento en que la "vida
intelectual" tomaba un carácter nuevo con la Escolástica, que sabía valorar
positivamente la naturaleza. Los Dominicos se pondrán desde el principio a la
cabeza de la "intelectualidad" de la época; después se sumarán también los
Franciscanos, Carmelitas, Agustinos...
Los Mendicantes, tendrán desde el principio la "exención" de la jurisdicción de los
Obispos, quedando sometidos directamente a la autoridad del Sumo Pontífice,
convirtiéndose así en instrumentos útiles para afirmar la autoridad pontificia,
predicando de pueblo en pueblo, suministrando obispos, y, sobre todo, el "personal
inquisitorial" .
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COMPARACIÓN ENTRE EL MONACATO Y LAS ÓRDENES MENDICANTES
MONJES
DOM (Dominus)
MONASTERIO AUTONOMO
VERTICALISMO
MONJE laico
MONJE (no culto)
MONASTERIO en la soledad
CULTO DIVINO
Tarea primordial del Monje
ESTABILIDAD MONASTICA
MONJES
MENDICANTES
FRAY (Frater)
CONVENTO (subordinado a la Provincia y
ésta a la Orden Centralizada).
HORIZONTALISMO.
FRAILE sacerdote - Predicación,
apostolado en cuanto tal
FRAILE (culto, universitario)
CONVENTO en las ciudades, que acabarán
levantando en el campo, en torno al cual
acuden los laicos, porque el Mendicante
depende económicamente de la nueva
burguesía: limosna de puerta en puerta...; y
porque tiene que acudir a los centros
universitarios para formarse y para estar al
servicio del hombre que habita ahora en las
ciudades.
APOSTOLADO
Ocupación fundamental del Fraile. Se
acorta el Oficio Divino, de cuya
obligatoriedad coral se dispensa a quienes
tienen que salir de la Comunidad para el
apostolado o para los estudios.
ITINERANCIA APOSTOLICA
MENDICANTES
1. LA COMUNIDAD MENDICANTE
1. Hacia la Comunidad Mendicante: la comunidad en los Canónigos Regulares
La Comunidad canonical hunde sus raíces en la preocupación de algunos Obispos por
atender espiritual e incluso materialmente a sus clérigos: para protegerlos de la
contaminación pagana ambiental y para proporcionarles casa y alimentación. Surgen en
Occidente desde la segunda mitad del siglo IV, a medida que se iba implantando el
celibato entre los clérigos. La comunidad canonical es una institución propia de la Iglesia
latina; la Iglesia oriental desconoce por completo la comunidad canonical, porque su clero
no estaba sometido a la ley del celibato.
Estas comunidades de clérigos se presentaban como una réplica de la comunidad primitiva
de Jerusalén, aunque, como no podía ser de otro modo, los legisladores de estas
comunidades de clérigos se dejaron influenciar por los legisladores monásticos; de modo
que las Canónicas eran una especie de monasterios.
Es normal que, si fallaba la comunicación de bienes, las demás ventajas que sin duda
ofrecía la vida común se evaporaran fácilmente; de este modo las legislaciones de los
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Concilios Nacionales o de los Sínodos diocesanos que imponían la agrupación de los
clérigos, no servían de nada. Por eso mismo, cuando en la segunda mitad del siglo XI, se
implantó la reforma canonical en serio, se empezó por imponer en todo su rigor la
comunidad de bienes y la consiguiente eliminación de la propiedad privada; pero, desde
ese mismo momento quienes la aceptaron se convirtieron en una nueva forma de Vida
Religiosa: los Canónigos Regulares, y quienes la rechazaron pasaron al rango de
Canónigos Seculares.
Sería necesario dilucidar la cuestión de si el monaquismo reformado de la época,
concretamente la Reforma Cluniacense, sirvió de estimulo o de ejemplo para la Reforma
Canonical. Justo es reconocer que, a mediados del siglo XI, empezaba a manifestarse una
crítica muy fuerte y un desafecto generalizado hacia los Cluniacenses. Lo demuestran las
tendencias eremitizantes que desde hacía más de medio siglo XI se afianzaban cada vez
más, dando lugar a un resurgir del eremitismo, aunque en muchos casos, se encauzó por
una vía templada por la comunitariedad, como fue el caso de los Camaldulenses y sobre
todo de los Cartujos.
También los movimientos pauperísticos itinerantes, en cierto modo contradecían,
precisamente por su itinerancia, la vida comunitaria; pero muchos de esos pobres
itinerantes acabaron por constituirse en comunidad, con una marcada tendencia hacia la
pobreza comunitaria, en contraposición a la pobreza personal del monacato: Orden de
Grandmont, fundada por San Esteban de Muret (+1124), con una estructura de pobreza
comunitaria.
En todo caso, las aspiraciones eremíticas e itinerantes tendían a disolver los grupos
comunitarios. Por ejemplo, la fundación del monasterio de Molesme, llevada cabo por
Roberto de Molesme, después de haber pasado algunos años en dos monasterios
cluniacenses, y algunos años de vida eremítica. Roberto abandonó su monasterio de
Molesme con algunos monjes para fundar el monasterio de Citeaux (1098), que se
convirtió en la cabeza de la nueva Orden del Cister.
Todas estas diversas tendencias evidencian que la vida comunitaria estaba atravesando una
profunda crisis que, por otra parte, preanunciaba la fundación de un estilo de comunidad
más estable, que corrigiera, por una parte, la falta de un testimonio de pobreza evangélica;
y, por otra, le diera una mayor estabilidad a los movimientos pauperísticos itinerantes. La
solución no podía venir del monacato anterior, sino de una nueva modalidad de Vida
Religiosa: las órdenes mendicantes. Las Comunidades tradicionales no respondían a las
exigencias de los tiempos nuevos, de aquellos "hombres despiertos" de finales del siglo
XII y de comienzos del siglo XIII.
Las Ordenes Mendicantes respondían a la multiforme variedad de urgencias eclesiales y
sociales de la época. Cada Orden Mendicante tiene su propia originalidad, su propia
especificidad dentro de la aspiración común a un nuevo tipo de comunidad, caracterizado
por la exigencia de la pobreza comunitaria.
2. Fundación de las Órdenes Mendicantes por orden cronológico
 Trinitarios, aprobados por Inocencio III en 1197
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 Franciscanos, aprobados por Inocencio III en 1209.
 Carmelitas, aprobados por Inocencio III, entre 1206-1214.
 Dominicos, aprobados por Honorio III en 1215.
 Mercedarios, aprobados por Honorio III en 1218.
 Siervos de María, aprobados por Gregorio IX en 1223.
 Agustinos, aprobados por Inocencio IV en 1244. La gran unión tuvo lugar en
1256.
2.1 Nota específica de cada Orden Mendicante
Si se quisiera sintetizar en una sola palabra lo que caracteriza la identidad propia de cada
una de las Ordenes Mendicantes, se podría reducir a lo siguiente:




Señora POBREZA
Señora SABIDURIA
Señora LIBERTAD:
Señora SOLEDAD
Franciscanos
Dominicos
Trinitarios y Mercedarios.
Carmelitas, Siervos de María, Agustinos.
Eremitas en su origen
2.2 Otros rasgos distintivos de las Ordenes Mendicantes
 Franciscanos y Dominicos eran al principio "pobres itinerantes": los Dominicos
fueron fundados para el ministerio desde el primer momento; los Franciscanos se
incorporaron al ministerio en un segundo momento.
 Los Dominicos formaron desde el principio una orden clerical, a la que se
añadieron después Hermanos laicos; en cambio los Franciscanos al principio eran
un movimiento laical, que después aceptó la ordenación clerical.
 Los Trinitarios y Mercedarios fueron fundados para un ministerio de Caridad: la
Redención de Cautivos: Carisma de Liberación, que respondía al ansia de libertad
de la época.
 Carmelitas, Siervos de María y Agustinos al principio eran eremitas; pero al
incorporarse a las ciudades aceptaron el ministerio.
 Los Trinitarios, Franciscanos y Carmelitas tienen su Regla propia, porque fueron
aprobados antes del Concilio IV de Letrán (1215).
 Dominicos, Mercedarios y Agustinos adoptaron, la Regla de San Agustín, según
las prescripciones del Concilio IV de Letrán (1215) que obligaban a abrazar una
Regla ya aprobada: San Basilio, San Agustín, San Benito; pero después le
añadieron sus propias Constituciones.
 Todas las Ordenes Mendicantes crearon un mismo tipo de Comunidad: la
Comunidad mendicante, con un mismo estilo de pobreza: la pobreza mendicante:
colectiva o comunitaria, con la cuestación de puerta en puerta.
3. La Comunidad conventual
1) La Comunidad mendicante está formada por un grupo de miembros más pequeño
que el de las comunidades monásticas. Esta característica viene exigida por el
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sistema de sustentación: mientras la Comunidad mendicante vive del trabajo y de
la mendicidad, la Comunidad monástica era económicamente autosuficiente. Y
además por el ideal de pobreza evangélica y sencillez: en los edificios, en contraste
con la suntuosidad de los monasterios cluniacenses y cistercienses. El menor
número de hermanos trae consigo una intensificación de las relaciones
interpersonales.
Al suprimirse la estabilidad local por haber recibido la Orden Mendicante una
organización centralizada, cada una de las Comunidades forman parte de una
organización más amplia: la Provincia. Tal cosa comporta un cambio periódico de
residencia, con el consiguiente rehacerse de la Comunidad local a la llegada o
salida de los Hermanos: se rompen relaciones ya creadas. La llegada de nuevos
Hermanos posibilita la distorsión de las relaciones anteriores; pero también se
pueden facilitar las relaciones con hermanos diferentes.
Las Comunidades se establecen de ordinario en los barrios populares de las
ciudades y en las aldeas. De este modo, los Hermanos forman parte del entramado
ciudadano y vecinal, que comporta una relación continua con los seglares de puerta
en puerta.
La Liturgia comunitaria se mantiene, juntamente con algún otro acto de
Comunidad, como el Capítulo local; pero la Liturgia se simplifica, porque los
frailes no pueden pasar horas y horas en el rezo del Oficio Divino, pues tienen
otros ministerios urgentes: predicación, estudio, etc.
Algunos seglares se asocian al espíritu de las Ordenes Mendicantes: Ordenes
Terceras: Los Terciarios profesan los ideales de la Orden Primera, con la única
excepción del celibato y la obligatoriedad de la vida común.
El ministerio apostólico es parte integrante de la vida de la Comunidad. Además
del ministerio de las confesiones y de la asistencia espiritual a las asociaciones
laicales, según se practica en todas las Ordenes Mendicantes; los Mercedarios y
Trinitarios dejan con frecuencia sus conventos para recoger limosnas destinadas a
la liberación de cautivos; por ello se desplazan a los países musulmanes,
especialmente al Norte de África. Los Dominicos empiezan a predicar de pueblo
en pueblo por el Sur de Francia, antes incluso de fundar las primeras comunidades.
Los Franciscanos se suman también desde el principio a la predicación itinerante
de la penitencia.
En la vida de las Comunidades mendicantes existe, con ciertas variantes, un ritmo
alternante del Coro y del Ministerio. Es así como se entiende la nueva categoría de
la vida mixta. Para resolver la tensión entre contemplación y acción, entre
observancia comunitaria y misión apostólica, los dominicos crearon la institución
de la “dispensatio a lege”, la dispensa de la norma: las Constituciones de los
Dominicos reconocen a cada Superior la facultad de dispensar de las observancias
comunitarias, cuando sea necesario para el ministerio.
También el concepto de autoridad es modificado por las Ordenes Mendicantes en
relación al vigente en los monasterios benedictinos. En las Ordenes Mendicantes
hay un Superior General, que se llamará: Maestro en los Dominicos; Ministro en
los Franciscanos; y Prior en las demás Ordenes Mendicantes. Existe un talante
democrático en las Comunidades, ambiente que refleja el de las CiudadesRepúblicas de Italia en aquel tiempo.
4. La fraternidad franciscana.
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La Comunidad franciscana evoca la fraternidad evangélica de San Basilio; lógicamente
con caracteres nuevos. En contraposición a San Basilio que funda una comunidad estable
en un sitio concreto, como todos los monasterios de su tiempo, San Francisco se propuso
sencillamente un retorno al Evangelio, sin glosa de ninguna clase, siguiendo muy de cerca
el ejemplo de movilidad y de desarraigo de Jesús que se movía continuamente de una parte
a otra; retorno al Evangelio que había de actuar como fermento en medio de la masa
eclesial de aquel tiempo. San Francisco de Asís, más que en la Comunidad, puso sus ojos
en el Evangelio, en toda su amplitud y radicalismo. Los Franciscanos reaccionan contra el
Monasterio y contra la Comunidad de Canónigos Regulares. San Francisco no llamó nunca
comunidad, sino fraternidad al grupo de sus seguidores, para significar las relaciones
fraternales que han de presidir su convivencia. Los hermanos están unidos por la común
vocación a vivir según el Evangelio.
Sin embargo, la movilidad inicial requería una estructura centralizada a nivel de toda la
Orden, de las Provincias y de cada grupo local. En este contexto, el cargo de autoridad ha
de ser entendido como un servicio a la fraternidad. San Francisco es para toda la Orden, el
hermano por antonomasia, y prohíbe a sus frailes cualquier ejercicio de autoridad y señorío
sobre los demás. Para resolver algunas tensiones surgidas en el seno de las fraternidades,
San Francisco de Asís reforzó la responsabilidad de los Ministros. La obediencia
franciscana es ante todo obediencia al Evangelio, y después obediencia a la Regla que ha
de ser entendida como un comentario al Evangelio, siempre dentro del marco de la
comunión con la Iglesia y con el Papa. Dentro de la fraternidad franciscana, la obediencia
se entiende como expresión de amor mutuo, y se extiende a todos los Hermanos, aunque se
actúe de modo particular para con los Ministros.
5. La Comunidad apostólica de Santo Domingo
Ciertamente, antes de los Dominicos existieron comunidades que desempeñaron un
cometido apostólico, como los Canónigos Regulares y también algunos monasterios
benedictinos, y de un modo peculiar los monasterios fundados por San Agustín, y en una
medida más restringida, los propios monasterios de San Basilio. En todos estos casos se
trata de comunidades con ministerio; pero con la fundación de la Orden de Predicadores se
da un paso más: se trata de Comunidades fundadas para desempeñar un ministerio en
cuanto tal en el exterior de las mismas. En este sentido, la Orden de Predicadores es la
primera cronológicamente hablando.
La finalidad primera que emerge en el caso de Santo Domingo de Guzmán fue el servicio
de Dios en el prójimo, a través del ministerio de la Predicación de la Palabra de Dios. Los
Dominicos se entregan a ese servicio de la Palabra en el celibato y en la pobreza. Se
reúnen en comunidad para realizar ese ministerio con mayor eficacia. El ministerio
apostólico es toda su razón de ser y para ello forman comunidad: "Se debía llamar y ser
Orden de Predicadores". El ministerio se convierte en parte esencial de la Obediencia.
La imitación de los Apóstoles es la forma constitutiva de las Órdenes apostólicas. Y en
este sentido fue Santo Domingo de Guzmán el primero en hacerlo de un modo explícito.
Fue el Papa Gregorio IX quien lo reconoció de un modo bien claro: “En él he conocido a
un hombre que encarno en plenitud la regla de los Apóstoles y no dudo de que en el cielo
esté asociado a ellos". El verdadero distintivo de la Orden de Predicadores, es más "su
única definición adecuada debe ser la de Orden Apostólica; y a su imagen lo serán después
todas las demás Ordenes Mendicantes, y las Congregaciones religiosas posteriores. El
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apostolado es el principio evangélico que las ha inspirado, el punto de convergencia de los
elementos que las constituyen, el muelle que sostiene su unidad y la fuente viva de la que
han sacado su ideal: la Sagrada Escritura y la vida apostólica".
Las órdenes y congregaciones apostólicas posteriores podrán organizarse mucho más
ágilmente para el desempeño de la misión apostólica, de lo que lo pudieron hacer las
Ordenes Mendicantes, porque la comunidad mendicante tuvo que atenerse aún a muchas
de las observancias monásticas; es cierto que, como ya se ha dicho, en ellas la vida
comunitaria estructurada y el ministerio exterior se yuxtaponen, y para evitar las tensiones,
los Dominicos crearon la dispensa de la ley; pero no es menos cierto que las observancias
monásticas siguen en pie aunque hayan sido notablemente mitigadas.
En cambio en las Ordenes de Clérigos Regulares, especialmente en el caso de la Compañía
de Jesús, y en las Congregaciones de votos simples, la Comunidad se entiende ya más
bien, como Comunidad para la dispersión misionera; lo cual significa que sus miembros
pueden pasar largas temporadas en campañas de evangelización, fuera de la comunidad.
Sin embargo, en las Congregaciones modernas también se ha dado lugar a tensiones muy
fuertes entre observancias comunitarias y apostolado, porque muchas veces sus miembros
han sido formados en una espiritualidad que no era la propia de las Congregaciones
apostólicas, sino más bien propia de los monjes. Baste recordar el libro de cabecera de los
noviciados de las Congregaciones apostólicas: el libro, de Dom Columba Marmión:
Cristo, ideal del monje.
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