t19-c30.doc

Anuncio
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
1
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA VIDA Y DEL SER HUMANO A LA LUZ DE LAS
CIENCIAS PARTICULARES, DE LA FILOSOFÍA Y DE LA REVELACIÓN
ABSTRACTS
El tema acerca del origen y evolución de la vida y del ser humano se puede estudiar a partir de
muy diversas perspectivas y desde distintos puntos de vista: científico, filosófico o teológico.
En este contexto presentamos la principal tesis de nuestro trabajo: Independientemente de que
se corroboren o no las distintas hipótesis o teorías científicas acerca del origen y de la
evolución de la vida y del ser humano; o por el contrario se corroboren o no otras hipótesis o
teorías científicas alternativas, y aunque se pudiese en el futuro lograr una explicación
completa y exhaustiva acerca del origen y del desarrollo de la vida y del ser humano, en el
nivel de la inteligibilidad científica, todo esto no afectaría un estudio acerca del origen y del
desarrollo de la vida y del ser humano, en el nivel de la inteligibilidad filosófica (que podría
dar cuenta de la existencia de Dios y su naturaleza; y de la espiritualidad del alma humana); y,
mucho menos a nivel de la inteligibilidad de la Revelación Divina.
Autor: Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
Presbítero por la Arquidiócesis de Buenos Aires.
Doctor en Teología (Facoltà di Teologia di Lugano. Suiza).
Doctor en Filosofía. (Angelicum. Italia).
Profesor de enseñanza media y superior en Física y Matemáticas. (UCA. Argentina).
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
2
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA VIDA Y DEL SER HUMANO A LA LUZ DE LAS
CIENCIAS PARTICULARES, DE LA FILOSOFÍA Y DE LA REVELACIÓN
Una persona amiga, un día me hizo el siguiente planteo: Si la ciencia
explicase que el origen del hombre es “por una evolución azarosa” se negaría
consecuentemente la existencia de Dios. La intención de esta ponencia es
justamente responder a dicho planteo.
Evidentemente el tema acerca del origen y evolución de la vida y del ser
humano se puede estudiar a partir de muy diversas perspectivas y desde distintos
puntos de vista: científico, filosófico o teológico.
En este sentido, pensamos que los conflictos que se puedan suscitar, no se
hallan principalmente en los contenidos o afirmaciones que realicen los científicos,
filósofos o teólogos sobre estos temas, sino que dichos conflictos se generan sobre
todo, por una inadecuada reflexión epistemológica que no sabe distinguir los
diversos planos de consideración con el que cada ámbito del saber aborda una
temática común. Qué tipo de afirmaciones hace el científico, el filósofo y el teólogo, y
cuál es el alcance de cada una de ellas, su mutua relación, etc., son cuestiones de
base que se debe clarificar previamente para abordar un trabajo interdisciplinario.
Además, algunos temen que, si la ciencia llegase a dar una explicación
completa y acabada de todas estas temáticas, entonces la explicación filosófica
quedaría invalidada, superada o al menos sería superflua y perdería todo su sentido;
y que también la explicación que nos da la Revelación Bíblica entraría
irremediablemente en conflicto con esta explicación científica.
En este contexto presentamos la principal tesis de nuestro trabajo:
Independientemente de que se corroboren o no las distintas hipótesis o teorías
científicas acerca del origen y de la evolución de la vida y del ser humano; o por el
contrario se corroboren o no otras hipótesis o teorías científicas alternativas, y
aunque se pudiese en el futuro lograr una explicación completa y exhaustiva acerca
del origen y del desarrollo de la vida y del ser humano, en el nivel de la inteligibilidad
científica, todo esto no afectaría un estudio acerca del origen y del desarrollo de la
vida y del ser humano, en el nivel de la inteligibilidad filosófica (que podría dar
cuenta de la existencia de Dios y su naturaleza; y de la espiritualidad del alma
humana); y, mucho menos a nivel de la inteligibilidad de la Revelación Divina.
Es obvio que tratar de desarrollar esta tesis en una ponencia no es posible; su
tratamiento implicaría un libro, que esperamos en el futuro publicar; por lo cual, para
ser más concretos y a modo de ilustración, simplemente desarrollaremos
sucintamente una sola temática: el origen y evolución del ser humano.
Para el desarrollo de este tema tomamos, como punto de partida, el siguiente
principio que es válido para cualquier ámbito del saber: siempre se debe ir desde lo
más conocido a lo menos conocido, de manera que por lo más conocido, se trate de
explicar lo que no se conoce suficientemente.
Teniendo en cuenta lo anterior, nuestro método será el siguiente:
analizaremos en primer lugar el tema de la concepción del ser humano. Este tema,
examinado a la luz de la ciencia, de la filosofía y de la teología, es actual, de
conocimiento inmediato y repetitivo y por lo cual, las reflexiones que se realicen
sobre él pueden ser verificadas o corroboradas por la experiencia. En segundo lugar,
este tema más conocido, nos permitirá abordar y explicar la temática sobre el origen
del ser humano a la luz de las ciencias particulares, de la filosofía y de la
Revelación, tema que por su propia naturaleza, es más remoto y del cual no se
puede tener una experiencia directa.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
3
LA CONCEPCIÓN DEL SER HUMANO
María Paula Casanova nos da la siguiente síntesis sobre el inicio de la vida
humana, que nos presenta la ciencia contemporánea.
El inicio de la vida humana, como la de todos los mamíferos, comienza con la fecundación que
el espermatozoide hace del óvulo maduro, llamado ovocito. Estos gametos, masculinos y
femeninos, poseen cada uno la mitad del componente genético que, al fundirse, dan origen a un
nuevo individuo con su carga genética completa: 46 cromosomas. Mediante una serie de
eventos e interacciones celulares altamente coordinadas, el encuentro de estas dos células
provoca el inicio de una nueva vida que en su inicio será llamada zigoto o embrión unicelular.
Los eventos que se suceden en el proceso de fecundación los podemos reagrupar en tres etapas
principales:
En la primera etapa el espermatozoide ingresa en el ovulo.
La primera reacción acromosómica que permite que los espermatozoides atraviesen la zona que
circunda el ovocito para alcanzar la zona pelúcida: el espermatozoide más veloz que logra
atravesar la zona pelúcida, se une y se funde con la membrana plasmática del ovocito quien
fagocita la cabeza (que posee el núcleo) rechazando la entrada de los otros elementos de la
célula masculina.
En la segunda etapa se produce la unión del material genético de los padres.
En la segunda etapa se sucede la fusión de los gametos, llamada singamia, que es un proceso
irreversible que da origen a un nuevo organismo: el zigoto o embrión unicelular. Éste proceso
determina la activación del metabolismo del ovocito fecundado, dando inicio al desarrollo
embrional y a la reacción de la corteza que se transformará impidiendo el ingreso de otros
espermatozoides. Es en este estadio donde se da origen a la nueva vida humana que inicia su
desarrollo continuo con su programa bien definido que lo convertirá en feto, bebé, niño, joven,
adulto, anciano…
En la tercera etapa inicia todo el proceso de desarrollo.
Por último, en la tercera etapa, se realiza la formación de los primeros pronúcleos masculinos y
femeninos y el inicio del primer proceso mitótico, que se realizará en las primeras quince horas
de la fecundación y que preparará al embrión unicelular a realizar su primera división celular.
Este proceso continua de manera incesante.
Así vemos que el embrión humano precoz es un sistema armónico en el cual todas las partes
potencialmente independientes funcionan unidas para formar un organismo único.
A partir de la constitución del zigoto, y por un período de cinco días, el embrión realiza una
serie de divisiones celulares autorreguladas, llamadas “segmentación”. Durante este proceso, el
embrión se va transportando por las trompas de Falopio, hasta entrar en el útero. Estas
divisiones no aumentan el tamaño del embrión, sino que subdividen al zigoto, quien permanece
protegido por la zona pelúcida evitando adherirse a las paredes de las trompas.
Como resultado de estas divisiones el embrión, que posee entre 8 y 16 células, recibe el nombre
de mórula y va realizando importantes cambios metabólicos y estructurales.
Las células que se encuentran en los extractos más externos de la mórula forman el trofoblasto,
que está destinado a constituir los tejidos del corion, que es la parte embrional de la placenta.
Las células que se encuentran al interno, por su parte, constituirán la masa celular interna que
dará origen a los tejidos propiamente embrionales y a los tejidos extra embrionales a él
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
4
asociados, como ser el líquido amniótico, etc.
Al cuarto día de desarrollo, la mórula se transforma en blastocito presentando una cavidad
interna, donde la masa celular interna aparece como un conglomerado de células dispuestas a un
lado de la cavidad y adhiriendo a las células del trofoblasto.
Una de las pruebas de la individualidad del embrión, es decir que no es parte del cuerpo de la
madre sino un individuo diferente, es que es capaz de elaborar factores de crecimiento,
hormonas, aminoácidos, carbohidratos y proteínas, por medio de los cuales es el protagonista
que guía su propio crecimiento.
Con la consiguiente implantación en el útero de la madre.
De esta manera vimos sucintamente el desarrollo pre implantatorio del embrión que al séptimo
día de la fecundación, ya convertido en blastocito, se implantará en la mucosa uterina. El
embrión fruto de la fecundación artificial, por su parte, realizará todo este proceso en una caja
de petri.
Ciertamente esta presentación científica de la generación humana se podría
actualmente exponer de modo más minucioso, pero no tendría mucho sentido para
nuestra argumentación principal. Es más, en línea de principio se podría dar una
explicación completa y exhaustiva de la generación de cada ser humano,
describiendo todas y cada una de las reacciones químicas y bioquímicas que se
producen en los procesos de su generación, mostrando así como de un ovulo y de
un espermatozoide humano surge un individuo humano completo. Esta descripción
no será muy diversa a la generación de un viviente por parte de otro, en particular de
los primates. Un científico vería prácticamente (si existiese un instrumento
adecuado) las mismas reacciones bioquímicas, con las pequeñas diferencias que
podrían implicar observar especies diferentes.
Si realizamos un análisis filosófico sobre el origen de cada ser humano,
notemos que, por un lado, será semejante a la generación de un animal, sí nos
atenemos solamente a una metodología científica que se ciñe a la observación
empírica de estos procesos biológicos; pero por otro lado, será muy distinta si nos
atenemos a una metodología científica cuya observación empírica abarque toda la
vida del hombre.
Porque en el segundo caso, se observan conductas “inteligentes” que no se
observan en el primer caso. El análisis filosófico de estas conductas “inteligentes”
nos lleva a demostrar en el hombre la existencia de un alma espiritual e inmortal,
como se demuestra en gnoseología y en antropología filosófica. Por lo cual en la
generación humana hay que explicar el origen de esta alma humana que es de
orden inmaterial y que, por tanto, nunca puede proceder de algo material.
Por lo cual en la reproducción del ser humano la generación es muchísimo
más compleja, ya que hay que admitir una potencia generativa transeúnte
comunicada con las células germinales (óvulos y espermatozoides). Estas células
germinales (óvulos y espermatozoides) son instrumentos de generación, por las
cuales los que generan produce un nuevo individuo.
Advirtamos que estas células germinales (óvulos y espermatozoides) cuando
son producidas dentro del ser humano, son vivas por la vida del ser humano que
genera; cuando se separan de él, hay una trasformación substancial, por el cual son
nuevas substancias vivientes, los cuales tienen formas substanciales germinales
especiales, almas imperfectas y transitorias (de orden vegetativo y sensitivo), que en
el mismo proceso de fecundación y generación se corrompen. Por lo cual, las
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
5
células germinales (óvulos y espermatozoides) no son seres muertos, sino unum per
se, vivientes con alguna tipo de vida imperfecta.
Pero estas células germinales (óvulos y espermatozoides) al unirse no
pueden educir de la potencialidad de la materia prima el alma (forma substancial del
ser humano), ya que esta alma es de orden espiritual e inmaterial. Por lo cual el
nuevo individuo, que de algún modo procede de estas células germinales (óvulos y
espermatozoides) y que es término de la generación, específicamente semejante a
los organismos que lo han generado debe tener su alma espiritual e inmaterial de
otro principio, que no puede ser una causa segunda, los genitores, en cuanto ellos
tienen también alma espiritual, o cualquier otra causa espiritual (substancias
separadas); porque se puede probar metafísicamente que ninguna entidad espiritual
creada puede generar otra entidad espiritual creada. Por tanto, solamente la causa
Primera debe crear el alma espiritual en el momento que hay un organismo
dispuesto a recibirla.
Y si tenemos en cuenta lo dicho anteriormente: toda trasformación
substancial, si bien es instantánea, va preparada por una serie de cambios
accidentales previos, especialmente alteraciones que indisponen a la materia para
posesión de la forma actual, y la disponen en función de una nueva; esta serie de
cambios se desarrolla en un periodo de tiempo más o menos prolongado y puedes
ser observados empíricamente. Estas disposiciones previas son: a) remotas, en el
que genera, es decir, sus accidentes propios (su especifica organización y sus
potencias vitales); b) próximos, en el ovulo fecundado, es decir, las alteraciones o
procesos que acaecen dentro de él, que tienden a producir una especifica
organización: el embrión unicelular, en la conjunción de los núcleos de ambas
células germinales. Podríamos pensar que ya hay alma humana, por lo menos
desde el embrión unicelular.
Advirtamos que el alma humana (forma substancial) del ser humano es
creada por Dios con la colaboración de aquellos que generan, al aportar ellos la
materia orgánica dispuesta del compuesto humano; por lo cual el alma humana es
per se subsistente, no depende de la materia. De manera tal que cuando el ser
humano perece (se corrompe) por indisposición corporal, su alma (forma
substancial) permanece, no se corrompe.
Notemos también en este proceso, que la creación del alma inmortal por parte
de Dios no implica un milagro; es decir, no hay una suspensión de las leyes
naturales, que de algún modo el científico podría constatar (cuando hay un milagro,
la ciencia, por ejemplo la medicina puede afirmar que lo acaecido no tiene una
explicación desde el punto de vista científico). La creación del alma espiritual en
cada concepción entra en el orden ordinario de la Providencia divina y no hay modo
alguno por parte de la ciencia para descubrir esta acción o negarla.
EL ORIGEN DEL SER HUMANO
1. TEORÍAS CIENTÍFICAS SOBRE EL ORIGEN DEL SER HUMANO.
Alvin Nason,1 al final del capítulo 3: “Origen y evolución de la vida” del libro de
Biología nos presenta el tema del origen del ser humano de manera resumida, que
luego va ampliar en otros capítulos, que no expondremos, ya que de algún modo
están desactualizados científicamente.
1
Alvin Nason, Biología, Limusa-Wiley, México 1969, pág. 47.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
6
Evolución del Hombre
Muchos mamíferos y plantas superiores se desarrollaron en los últimos 60 millones de años.
Finalmente, en los últimos millones de años evolucionó el animal más avanzado, el hombre.
El hombre desciende de un grupo de mamíferos arborícolas terrestres, que pasaban de rama en
rama por medio de sus manos. Su aguda visión estereoscópica y su gran habilidad y destreza
manual constituyeron la ventaja que les permitió sobrevivir. Más tarde, siguiendo su evolución,
estos animales descendieron al suelo y originaron eventualmente formas con cerebro
excepcionalmente desarrollado, el ancestro del hombre.
El hombre moderno evolucionó hasta su forma actual hace cerca de 20 a 50 mil años,
culminando así un gran proceso biológico evolutivo, que se inició con las primeras formas
vivientes hace dos mil millones de años. Sus atributos biológicos distintivos son dos: un cerebro
sumamente desarrollado y su inusitada habilidad manual, la cual es la responsable de la
manipulación que realiza el hombre con todo aquello que lo rodea. Todo esto ha hecho del
hombre el organismo terrestre más próspero de todos los seres vivientes que habitan sobre el
planeta.
En sentido amplio, el hombre representa uno de los estados más avanzados y complejos de esa
larga sucesión de procesos evolutivos que sufrieron la materia y la energía; cadena de
acontecimientos que se inició con los comienzos de un universo creciente, que evolucionó de
sistemas sin vida: los organismos vivos contemporáneos.
Científicamente el tema de la evolución humana ha ido avanzando a grandes
pasos, dos artículos publicados en la Revista Investigación y Ciencia, de junio de
1992 (189), nos muestran como donde dos grupos de investigación llegan a
conclusiones diversas sobre este mismo tema, indicio de la complejidad de esta
temática en el ámbito científico. El primer articulo se titula: “Origen africano reciente
de los humanos” – La genética nos revela que una mujer africana, de hace 200.000
años, fue nuestro antepasado común – de Allan C. Wilson y Rebecca L. Cann. El
segundo artículo se titula: “Evolución multirregional de los humanos” – El registro
fósil y la genética proclaman que los grupos humanos surgieron donde se
encuentran hoy – de Alan G. Thome y Milford H. Wolpoff.
Como vemos a nivel de la ciencia estos temas no están cerrados, sino
abiertos a nuevas investigaciones e hipótesis; por lo cual podemos nuevamente
afirmar, que: Independientemente de que se corroboren o no las distintas hipótesis o
teorías científicas acerca del origen y de la evolución del ser humano; o por el
contrario se corroboren o no otras hipótesis o teorías científicas alternativas. Y
aunque se pudiese en el futuro lograr una explicación completa y exhaustiva acerca
del origen y del desarrollo del ser humano, en el nivel de la inteligibilidad científica.
Todo ello no afectaría un estudio acerca del origen y del desarrollo de la vida y del
ser humano, en el nivel de la inteligibilidad filosófica (que podría dar cuenta de la
existencia de Dios y su naturaleza; y de la espiritualidad del alma human).
2. ANÁLISIS FILOSÓFICO SOBRE EL ORIGEN DEL SER HUMANO.
Frente a las anteriores hipótesis o teorías acerca del origen del ser humano,
se ve claro la prudencia y espíritu crítico con que debe ser tomadas las afirmaciones
que se presentan en el ámbito científico; no toda aseveración científica tiene el
mismo grado de certeza y veracidad, la verdad en la ciencia no es univoca, sino
análoga, como en cualquier ámbito humano. Por lo cual son muy atinadas las
siguientes reflexiones de Mariano Artigas, en su libro El hombre a la luz de la
ciencia.2
2
Mariano Artigas, El hombre a la luz de la ciencia, Palabra, Madrid 1992, pág. 108-112.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
7
Las dificultades para reconstruir el origen del hombre siguen siendo grandes. En 1978, S. L.
Washburn, profesor de Antropología física en la Universidad de California en Berkeley, hacía
notar que «la mayoría de los problemas referentes a la evolución humana siguen sin
resolverse..., nuestras ideas sobre la evolución humana se basan en datos a veces muy poco
fidedignos..., los problemas con que nos encontramos se deben, principalmente, a que la
mayoría de los fósiles de que disponemos son tan sólo fragmentos..., realmente impresiona el
grado de emotividad que aún acompaña a los estudios sobre la evolución humana»“. Estas
afirmaciones no van, en la intención de su autor, en contra del evolucionismo.
En 1984, D. Pilbeam, profesor de Antropología en la Universidad de Harvard, escribió sobre el
mismo tema en la misma revista. Aportaba los hallazgos de esos años, debidos en buena parte a
la Biología molecular. Y advertía que «al mismo tiempo, han aumentado las dudas sobre el
grado de confianza que puede inspirar cualquier relato de la evolución humana. ¿Qué precisión
y qué fiabilidad pueden alcanzar esas reconstrucciones? Cuando se pretende abordar los
homínidos del pasado con la óptica actual surgen problemas irresolubles... La tarta, los diversos
estadios primitivos de la evolución humana, se nos presenta por ahora de digestión muy dura».
Parece claro, por tanto, que existen dificultades serias para determinar de modo concreto el
origen del hombre.
En todo caso, el tema de fondo, por lo que se refiere a la naturaleza humana, es la diferencia
esencial entre el hombre y los animales. Las teorías de la evolución, desde su origen, se han
presentado mezcladas con fuertes dosis ideológicas.
Con respecto a nuestra temática debemos afirmar desde el punto de vista
filosófico que el problema de que el ser humano derive de una especie inferior
previa, es análogo al problema que hemos visto en el punto LA CONCEPCIÓN DEL
SER HUMANO.
Ya que así como del solo ovulo y espermatozoide humano (que tienen vida
vegetativa y sensitiva solamente) no se puede explicar el origen de un ser humano,
en razón de que estas células germinales (óvulos y espermatozoides) al unirse no
pueden educir de la potencialidad de la materia prima el alma (forma substancial del
ser humano), ya que esta alma es de orden espiritual e inmaterial.
Así también, el nuevo individuo humano, que de algún modo procede
(suponiendo que esto fuese cierto) de esa especie anterior (específicamente distinta)
y que es término de la evolución, ha de tener su alma espiritual e inmaterial de otro
principio, que no puede ser una causa segunda, en razón que la especie anterior
tiene solamente vida vegetativa y sensitiva (y tampoco de las sustancias separadas,
porque esto es metafísicamente falso), sino solamente la causa Primera, que crea el
alma espiritual en el momento que hay un organismo dispuesto a recibirla.
En que preciso momento, lugar, circunstancias y modo ha sido esto, es algo
que escapa a la metodología científica y a la misma filosofía, que sólo puede hacer
consideraciones generales.
Este proceso evolutivo del ser humano, no implica algún milagro por parte de
Dios; porque no ha habido ninguna suspensión de las leyes naturales, que de algún
modo el científico podría constatar. La evolución del ser humano desde una especie
inferior, es un proceso que pertenece al orden ordinario de la Providencia divina y no
hay modo alguno por parte de la ciencia para descubrir esta acción; como tampoco
la ciencia puede constatar la creación del alma humana en cada concepción.
*
*
*
En definitiva, el origen y evolución de la vida, y el origen del ser humano, son
procesos que solamente implican, desde un punto de vista natural (científico o
filosófico), la acción de las causas segundas próximas y remotas; que son
suficientes en su ámbito para explicar satisfactoriamente estos procesos. La
consideración de la causa Primera, sea desde la teología natural o desde la
Revelación es de otro orden y no debe ser introducida en las anteriores
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
8
consideraciones, ya que implicaría confundir planos de consideración. En el mismo
error caería aquel que desde un punto de vista natural (científico o filosófico) querría
negar la acción de Dios como causa Primera.
Advirtamos que la inteligibilidad en el orden de las causas segundas no
excluye el azar, la contingencia y la necesidad. En una consideración meramente
científica pueden coexistir un conjunto de causas que filosóficamente son
denominadas “per accidens” (azarosas) y “per se” (necesarias) que den una
explicación completa de los fenómenos estudiados, sin salir de su propio ámbito.
Todo esto sin entrar en conflicto con una consideración filosófica que trate de
explicar los mismos fenómenos desde una causalidad primera; y mucho menos
entran en conflicto con una explicación teológica que parte de la Revelación divina.
Dicho de un modo más minucioso: desde la inteligibilidad propia de las
ciencias experimentales, los procesos de la nutrición, de la generación de los
animales, de la generación del ser humano, implican un conjunto de fenómenos que
en sí mismos son azarosos; por ejemplo, las diversas tierras donde ha caído cada
semilla, los millones de espermatozoides que pueden fecundar un ovulo, sea en los
animales, sea en el hombre. De modo análogo se puede afirmar que los procesos
del origen de la vida, de la evolución de la vida y del origen y evolución del ser
humano, también implican un conjunto de fenómenos que en sí mismos son
azarosos; evidentemente que aquí no podemos dar ejemplos seguros, pero se
puede conjeturar que el origen de la vida pudo depender de las peculiares
condiciones que se hallaba una determinada región de la tierra, en un tiempo
preciso, que no se había dado antes y que luego tampoco se repitió; fue un hecho
fortuito y casual; lo mismo se puede decir de la evolución de la vida, cuantas
especies no han surgido debido a la extinción de especies anteriores, por
fenómenos naturales azarosos (explosiones volcánicas, inundaciones, extermino por
otras especies, etc.); algo semejante al origen y evolución del hombre ¿Cuál es la
razón por la cual solamente el “Homo sapiens” ha sido el único que ha sobrevivido
de la Familia: Hominidae? Desde la inteligibilidad científica estos tres procesos (el
origen de la vida, la evolución de la vida y el origen y evolución del ser humano) se
pueden explicar correctamente a partir del azar; han sido procesos azarosos y
contingentes; y a este nivel, la respuesta es válida, ya que trata de responder por
medio de las causas inmediatas y próximas de los fenómenos.
Desde una inteligibilidad filosófica, que busca una explicación desde las
causas mediatas y remotas, puede explicar lo anterior por medio de las causas
segundas denominadas “per accidens” (azarosas) y “per se” (necesarias).
Advirtamos que a este nivel de inteligibilidad; es decir, el filosófico hay tres
posiciones: La primera que afirma que absolutamente todo lo que sucede en el
universo es debido a causas “per accidens” (azarosas); es la posición materialista.
La segunda, que muchas personas erróneamente piensan que es la posición
realista, afirma que todo sucede de manera necesaria; es decir, solamente existen
causas “per se” (necesarias). Esta posición es la posición racionalista y se puede
ilustrar con la siguiente afirmación de Pierre-Simon Laplace:3
3
Pierre-Simon Laplace, Théorie, pág. 177-178. Citado por Alfonso Pérez de Laborda, ¿Salvar lo real?,
Encuentro, Madrid, 1983, págs. 166-167. Juan José Sanguineti, en su libro El origen del universo (EDUCA,
Buenos Aires, 1994, pág. 95) hablando de este autor dice: “En su Mécanique celeste (1799-1825) Laplace
llevaba a la perfección la cosmología newtoniana del sistema solar. Las anomalías notadas por Newton, que le
inducían a invocar la intervención periódica de Dios, se resuelven según particulares mecanismos de reequilibrio
cíclico en larguísimos periodos de tiempo. El sistema solar en conjunto quedaba libre de perturbaciones”. Y en
pie de nota afirma: “Laplace era creyente y murió en su fe católica. Su replica a Napoleón siempre citada, "no
tengo necesidad de esa hipótesis" se refiere a las peculiares acciones divinas postuladas por Newton”.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
9
Todos los eventos, incluso aquellos que por su pequeñez parecen no seguir las grandes leyes de
la naturaleza, las siguen de una manera tan necesaria como las revoluciones celestes. Una
inteligencia que en cada instante dado conociera todas las fuerzas que animan a la materia, así
como la posición y la velocidad de cada una de sus moléculas; si, por otra parte, fuera tan vasta
como para someter todos. esos datos al análisis, abrazaría en la misma fórmula los movimientos
de los más grandes cuerpos del universo y los del más ligero átomo. Para una inteligencia tal,
nada sería irregular y la curva descrita por una simple molécula de aire o de vapores, parecería
regulada de una manera tan cierta como lo es para nosotros el orbe del sol. Pero en la ignorancia
en la que estamos de la inmensidad de los datos necesarios para la solución de este gran
problema, y en la imposibilidad, vista nuestra debilidad, de sujetar a cálculo la mayor parte de
los que nos son conocidos, incluso cuando su número es muy limitado, nosotros atribuimos los
fenómenos que nos parecen acontecer y se suceden sin orden a causas variables y ocultas, cuya
acción ha. sido designada por la palabra azar, palabra que no es en el fondo más que la
expresión de nuestra ignorancia.
Por último, la posición aristotélica-tomista señala que todo lo que sucede en el
universo es una mezcla de causas segundas “per accidens” (azarosas) y “per se”
(necesarias), de donde no todo lo que sucede en el universo es caótico como
piensan los materialista, ni todo es necesario como piensan los racionalistas. Hay
sucesos necesarios y sucesos contingentes. Y esta filosofía aristotélica-tomista
partiendo de este hecho, desde una consideración metafísica puede llegar a una
causa Primera y Providente que ha pensado y querido el universo de este modo.4
Como ilustración de lo anterior podemos usar como ejemplo el hecho de la
concepción de un ser humano. Supongamos el terrible ejemplo de una mujer
prostituta que es violada en una noche por varios hombres que la encontraron
casualmente en un lugar descampado. Un hecho totalmente azaroso y contingente
que no necesariamente debería haber pasado; de aquí se puede entender la frase
de Jean Paul Sartre del sinsentido de la vida humana cuando dijo que “el hombre es
una pasión inútil”. Pero a lo anterior agreguemos que de los millones de
espermatozoides de los distintos hombres que recibió esa mujer, solamente uno
fecundará el ovulo que en ese periodo de su vida esa mujer ha madurado (entre
otros muchos que podrían haber madurado). Todo esto de manera totalmente al
azar. El resultado final un ser humano.
Desde un análisis meramente científico de todo esto se podría decir que todo
se desarrollo por la mezcla azarosa de causas necesarias (sin un ovulo y un
espermatozoide no hay un ser humano) y causas al azar (que sea este ovulo y este
espermatozoide en particular es un hecho totalmente azaroso); es decir, de causas
“per accidens” y “per se”. Desde esta perspectiva la inteligibilidad científica no
encontraría ningún sentido, ninguna finalidad a todo lo observado; es más se podría
pensar en una sinrazón el hecho de haber sido concebido así este ser humano.
Ahora bien, de aquí ¿se puede concluir, por tanto, que no existe una causa
Primera llamada Dios? La respuesta es negativa; el científico desde esta
4
Santo Tomás, I q. 19, a. 8: Por eso, es mejor decir que esto sucede por la eficacia de la voluntad divina. Pues
cuando alguna causa es eficaz para obrar, el efecto le sigue no sólo como hecho, sino también como hecho según
el modo de hacer y de ser. Así, pues, como quiera que la voluntad divina es del todo eficaz, no sólo se sigue que
se haga lo que Dios quiere, sino que se haga tal como El quiere que se haga. Por otra parte, Dios quiere que
algunas cosas se hagan necesariamente y otras contingentemente, para que haya armonía en las cosas como
complemento del universo. De este modo, algunos efectos los vinculó a causas necesarias que no pueden fallar y
cuyos efectos se dan necesariamente; y algunos otros efectos los vinculó a causas contingentes que pueden fallar
y cuyos efectos se dan contingentemente. Por lo tanto, no es que los efectos queridos por Dios se den
contingentemente porque las causas próximas sean contingentes; sino que, porque Dios quiere que los efectos se
den contingentemente, les dispuso causas contingentes.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
10
inteligibilidad no podrá ni afirmar ni negar la existencia de la causa Primera: Dios. La
ciencia en cuanto ciencia tiene nesciencia de Dios, porque es un conocimiento que
no se tiene y no debe tener; en cambio, el científico en cuanto hombre no puede
tener ignorancia de Dios, ya que la ignorancia implica un conocimiento que no se
tiene, pero se debe tener. Como decía el gran matemático y físico Laplace: la
hipótesis de Dios no entra en las consideraciones científicas (sería reducirlo a una
mera causa segunda).
En este sentido, si un hombre de ciencia (no en cuanto científico) afirma que
la inteligibilidad científica es la única inteligibilidad que existe, con la consecuencia,
entonces, que solo lo azaroso sería la única explicación para entender los procesos
del origen de la vida, de la evolución de la vida y del origen y evolución del ser
humano, no solamente desde el puntos de vista científico, sino desde todo punto de
vista, concluyendo que Dios no existe; este hombre de ciencia no estaría ya
hablando como científico, sino haría cientificismo, que es una posición filosófica. Ya
que desde la inteligibilidad científica no se puede negar otras inteligibilidades; para
realizar esto, el científico en cuanto hombre se debe colocar desde una ciencia que
estudia a las ciencias experimentales; una ciencia de las ciencias, que algunos
llaman Epistemología y otros Filosofía de las ciencias, pero que independiente de su
denominación es una ciencia de segundo grado. Ya karl Popper había señalado en
sus obras la inconsistencia de negar otras inteligibilidades desde la inteligibilidad
científica.5
Desde una consideración filosófica que implica una inteligibilidad superior se
ve claro que lo que verdaderamente y simultáneamente es azaroso y necesario
desde una perspectiva científica, implica la acción de la causa Primera. Decía Santo
Tomás:
Hay que decir: Vemos que en las cosas de este mundo algunas suceden fortuitamente o por
casualidad. Y a veces sucede que un acontecimiento que por orden a las causas inferiores es
fortuito o casual, referido a otra causa superior se ve que es intencionado. Ejemplo: Si dos
siervos de un señor son enviados por él a un mismo lugar sin saberlo uno del otro, encontrarse
allí los dos es puramente casual para ellos, puesto que sucede sin intentarlo ninguno de los dos.
Pero para el señor que los mandó, no es casual, sino conocido e intencionado. Por todo lo cual
hay que decir: Las cosas que aquí suceden accidentalmente, sean en el orden natural o en el
orden humano, se reducen a alguna causa que de antemano las ordena, y que es la Providencia
5
Karl R. Popper, La lógica de la investigación científica, Tecnos, Madrid 1999, pág. 34-36: Los antiguos
positivistas estaban dispuestos a admitir únicamente como científicos o legítimos aquellos conceptos (o bien
nociones, o ideas) que, como ellos decían, derivaban de la experiencia; o sea, aquellos conceptos que ellos creían
lógicamente reducibles a elementos de la experiencia sensorial, tales como sensaciones (o datos sensibles),
impresiones, percepciones, recuerdos visuales o auditivos, etc. Los positivistas modernos son capaces de ver con
mayor claridad que la ciencia no es un sistema de conceptos, sino más bien un sistema de enunciados. En
consecuencia, están dispuestos a admitir únicamente como científicos o legítimos los enunciados que son
reducibles a enunciados elementales (o «atómicos») de experiencia – a «juicios de percepción», «proposiciones
atómicas», «cláusulas protocolarias» o como los quieran llamar –….
Esto «se hace patente» con gran claridad en el caso de Wittgenstein, según el cual toda proposición con sentido
tiene que ser lógicamente reducible a proposiciones elementales (o «atómicas» ), que caracteriza como
descripciones o «imágenes de la realidad» (caracterización, por cierto, que ha de cubrir todas las proposiciones
con sentido). Podemos darnos cuenta de que el criterio de sentido de Wittgenstein coincide con el criterio de
demarcación de los inductivistas, sin más que remplazar las palabras «científica» o «legítima» por «con sentido».
Y es precisamente al llegar al problema de la inducción donde se derrumba este intento de resolver el problema
de la demarcación: los positivistas, en sus ansias de aniquilar la metafísica, aniquilan juntamente con ella la
ciencia natural. Pues tampoco las leyes científicas pueden reducirse lógicamente a enunciados elementales de
experiencia. Si se aplicase con absoluta coherencia, el criterio de sentido de Wittgenstein rechazaría por carentes
de sentido aquellas leyes naturales cuya búsqueda, como dice Einstein, es «la tarea suprema del físico»: nunca
podrían aceptarse como enunciados auténticos o legítimos.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
11
divina. No hay inconveniente para que aquello que es ser accidentalmente, sea concebido por
algún entendimiento como un solo ser. En caso contrario, sería imposible que el entendimiento
formara la siguiente proposición: cavando un sepulcro encontró un tesoro. Del mismo modo
que el entendimiento puede hacer tal concepción, se puede también realizar. Ejemplo: Si
alguien, conocedor del lugar en el que está escondido el tesoro, anima a un labriego, que lo
ignora, a que cave allí un sepulcro. Así, no hay inconveniente en que las cosas que suceden
accidentalmente, como fortuitas o casuales, se reduzcan a alguna causa ordenadora que obre por
el entendimiento, y más si se trata del entendimiento divino, ya que sólo Dios puede mover la
voluntad, como se dijo (q.105 a.4; q.106 a.2, q.111 a.2). Por lo tanto, la ordenación de los actos
humanos cuyo principio es la voluntad, sólo puede atribuirse a Dios. (I, 116, 1 co)
3. ANÁLISIS TEOLÓGICO SOBRE EL ORIGEN DEL SER HUMANO.
Ahora bien, desde la perspectiva de la Revelación, que está constituida por la
Sagrada Escritura y la Sagrada Tradición rectamente interpretadas por el Magisterio
de la Iglesia, nosotros debemos preguntarnos si Dios ha revelado algo sobre estas
temáticas y si esto revelado está en conflicto con lo que afirma la ciencia y la
filosofía.
Evidentemente Dios ha revelado algo sobre el origen de todas las cosas, en
particular sobre el origen de la vida y del hombre; basta leer los primeros capítulos
del Génesis y conocer las enseñanzas que han hecho los Padres de la Iglesia.
Pero esto que ha revelado, y lo afirmamos resueltamente NO ESTÁ EN
CONFLICTO CON LA CIENCIA Y CON LA FILOSOFÍA; ya que, si tomamos el criterio que nos
da la Constitución Dogmática Dei Verbum en el número 11: “Pero en la redacción de
los libros sagrados, Dios eligió a hombres, que utilizó usando de sus propias
facultades y medios, de forma que obrando Él en ellos y por ellos, escribieron, como
verdaderos autores, todo y sólo lo que El quería”, se puede afirmar que tanto los
autores de la Sagrada Escritura, como así también aquellos que nos trasmitieron la
Sagrada Tradición de la Iglesia, han estado insertos en un horizonte cultural en el
que las ideas actuales sobre el origen de la vida no entraron en su consideración
intelectual, ya que aparecieron varios siglos después. Podemos aseverar que ellos
no han afirmado nada sobre estas ideas ya que sería un anacronismo; es decir, una
incongruencia presentar algo como propio de una época a la que no corresponde.
De esto se deriva que no hay ningún conflicto entre lo que puede afirmar
verdaderamente la ciencia o la filosofía y lo que enseña la Revelación. Los autores
sagrados, en los textos de la Sagrada Escritura, y los Padres de la Iglesia, en sus
escritos, reflejan la cosmología y antropología propias de su época y cultura, por lo
cual, teniendo en cuenta ese contexto cultural, que también Dios en su Providencia
ha querido y guiados por la Iglesia, hay que descubrir aquello que formalmente Dios
quiso revelar acerca del origen de la vida y del hombre.
Como vemos, desde una perspectiva Católica, la Revelación divina no entra
en conflicto con la ciencia contemporánea; pero tampoco induce un superficial
concordismo. Desde la Revelación divina no hay ninguna afirmación a favor o en
contra sobre lo que puede decir la ciencia, a nivel de inteligibilidad científica, acerca
del origen y de la evolución de la vida y del ser humano. Por lo tanto, sería un
anacronismo proyectar problemáticas actuales a los hagiógrafos de la Sagrada
Escritura. Además la acción ordinaria de la Providencia divina no implica la acción
extraordinaria de Dios que interviene milagrosamente para realizar y Revelar su
salvación. Por lo cual, la ciencia apologética no entra en la consideración acerca del
origen y de la evolución de la vida y del ser humano, ya que en estos procesos
naturales no ha habido ningún milagro.
30 de agosto de 2013
Pbro. Dr. Guillermo Jorge Cambiasso
12
Tampoco desde una filosofía aristotélica-tomista, se plantea un conflicto con
la ciencia contemporánea; ya que, estos temas acerca del origen y de la evolución
de la vida y del ser humano analizados desde una teología natural se refieren a Dios
en cuanto causa primera y providente. Por lo cual, la ciencia, cuyo ámbito es la
inteligibilidad científica, en su estudio completo y exhaustivo de estos temas nunca
podría descubrir o negar la acción de Dios en el obrar ordinario de su Providencia.
Por esto, los hombres de ciencia en cuanto científicos, no tienen que
presuponer la acción de Dios ni negarla en estos temas acerca del origen y de la
evolución de la vida y del ser humano; su ciencia es independiente de la
consideración de Dios, tiene nesciencia de Dios (aunque no es agnóstica, ya que
esto implica una postura filosófica).
Lo filósofos que pertenecen al cientificismo, pueden plantear conflictos entre
estos temas acerca del origen y de la evolución de la vida y del ser humano y la
existencia de Dios y su naturaleza; y la espiritualidad del alma humana; pero su
planteo no parte desde la ciencia, sino desde su particular concepción filosófica y en
ese nivel de inteligibilidad filosófica, deben ser resueltos los conflictos.
Por último, los fundamentalistas de origen protestantes, que ven incompatible
lo que afirma la Sagrada Escritura con la explicación científica acerca del origen y de
la evolución de la vida y del ser humano, deben tomar conciencia de que el origen
del conflicto está en su concepción religiosa, que hay que respetar; pero deben
darse cuenta que desde una concepción religiosa Católica, desde una postura
filosófica aristotélica-tomista o desde una postura científica este conflicto es
inexistente.
Descargar