CP Siete Años La Oroya 14-08-29.pdf

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PARA PUBLICACIÓN INMEDIATA
31 de agosto de 2014
Contactos de prensa:
María José Veramendi Villa, abogada sénior de AIDA, +51 954114393, [email protected]
Jorge Abrego, abogado de APRODEH, +511 424-7057, [email protected]
Afectados por contaminación ambiental en La Oroya esperan hace siete años que el Estado
garantice sus derechos
En 2007, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) solicitó al Estado peruano adoptar
medidas cautelares en favor de esas personas. Éstas aún no han sido implementadas plenamente y la
salud de los afectados continúa en deterioro. La CIDH aún no toma una decisión final sobre el caso.
La Oroya, Perú. Han transcurrido siete años desde que la Comisión Interamericana de Derechos
Humanos (CIDH) solicitara al Estado peruano adoptar medidas cautelares en favor de las personas
afectadas por la contaminación tóxica en la ciudad de La Oroya. Las y los afectados, incluidos niños y
niñas, aún no reciben toda la atención médica requerida y su salud continúa en deterioro.
El 31 de agosto de 2007, la CIDH otorgó medidas cautelares en favor de 65 moradores de La Oroya
cuya salud resultó afectada por altos índices de contaminación por plomo, arsénico, cadmio y dióxido
de azufre, proveniente del complejo metalúrgico de la empresa Doe Run Perú. En razón de ello y dada
la grave y urgente situación, la Comisión solicitó al Estado peruano realizar las acciones necesarias
para que las personas afectadas reciban un diagnóstico y tratamiento médico especializado cuando se
demostrara que su integridad personal o su vida están en peligro de daño irreparable.
Aunque hubo avances en la atención médica a los beneficiarios de las medidas, éstos aún no han
recibido la atención integral y especializada requerida. Existe además un grave riesgo de retroceso. A
la fecha, la Estrategia Sanitaria de Atención a Personas Afectadas por Contaminación con Metales
Pesados y otras Sustancias Químicas, la cual opera en el Centro de Salud de La Oroya, no tiene el
presupuesto asegurado a partir de septiembre y para el resto del año. La Estrategia es fundamental
para el cumplimiento de las medidas cautelares pues de ella depende el diagnóstico y el tratamiento
médico especializado para los beneficiarios. Sin presupuesto, la continuidad del personal médico que
atiende no sólo a los beneficiarios, sino a toda la población de La Oroya, es inviable.
“Las medidas cautelares siguen vigentes y, tras siete años, no han sido cumplidas a cabalidad. Sin
embargo, el Estado insiste en solicitar su levantamiento pese a que la salud de la población está en
deterioro y riesgo constante”, dijo María José Veramendi Villa, abogada de la Asociación
Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA).
Por otro lado, la CIDH continúa estudiando la demanda presentada en 2006 por violaciones de
derechos humanos del mismo grupo de personas afectadas. El caso se fundamenta en la omisión del
Estado peruano de controlar adecuadamente las actividades del complejo metalúrgico y de proteger la
salud y demás derechos de las personas afectadas. Lamentablemente, la situación de éstas empeora
y cinco años después de haber admitido la demanda, la CIDH aún no ha tomado una decisión final.
“El paso del tiempo nos afecta cada vez más. Nuestras dolencias están empeorando. Durante este
tiempo, hemos perdido a muchos compañeros y hemos visto a nuestros hijos enfermarse”, afirmó uno
de los afectados cuyo nombre se mantiene en reserva por seguridad.
Actualmente el complejo metalúrgico está en etapa de “liquidación en marcha”. Ello quiere decir que
sus operaciones no se detendrán mientras se realiza su venta. Sin embargo, en mayo, el complejo
tuvo que suspender sus operaciones porque sus proveedores dejaron de abastecerle de concentrados
debido a los problemas económicos de la empresa.
“Aunque las operaciones estén detenidas, las violaciones de derechos humanos en perjuicio de las
personas ya se han consumado. Por tanto, el Estado peruano debe cumplir con sus obligaciones en
materia de derechos humanos y garantizar que la empresa y sus nuevos dueños cumplan con sus
obligaciones ambientales”, señaló Jorge Abrego, abogado de la Asociación Pro Derechos Humanos
(APRODEH).
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AIDA es una organización internacional ambiental que por más de 15 años usa las leyes para defender el
derecho a un ambiente sano en el continente americano. AIDA trabaja para acortar la distancia entre la salud
ambiental y la humana, y para contrarrestar los proyectos de infraestructura a gran escala que amenazan los
ecosistemas naturales y a las comunidades que dependen de ellos.
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