PARTICIPACIÓN POLÍTICA Y MUJERES ANTECEDENTES En los últimos 10 años ha aumentado la participación política de las mujeres en el ámbito local, tanto rural como urbano, pero más lentamente, en los gobiernos centrales. No obstante, los avances logrados siguen siendo excepciones y desiguales y la participación política de las mujeres sigue siendo muy escasa al interior de las organizaciones. La ausencia de mujeres en las esferas de decisión y liderazgo es un indicador clave y visible de la desigualdad de género que aún prevalece en las organizaciones sociales. Aún existen legislaciones, mecanismos y prácticas discriminatorias que impiden la plena participación y liderazgo de las mujeres en condiciones de equidad en relación con los hombres. Las mujeres están insuficientemente representadas en la mayoría de los niveles de influencia y toma de decisiones en los ámbitos internacionales, nacionales, locales y comunitarios. Uno de los compromisos asumidos por los gobiernos que suscribieron la Plataforma de acción de Beijing en 1995 es promover, dar seguimiento y evaluar los avances respecto a la presencia, participación y representación de mujeres en relación a los hombres en todos los espacios y niveles de toma de decisiones en los ámbitos gubernamental y no gubernamental. La participación de las mujeres en los procesos de toma de decisiones es clave para romper con el ciclo de la discriminación, la exclusión y la pobreza en la que viven. Es necesario que las mujeres puedan hablar con voz propia, participar activamente en los procesos de toma de decisiones que conciernen a sus vidas, además de que se sientan representadas y a su vez representen a sus poblaciones. QUE ES LA PARTICIPACIÓN POLÍTICA Para poder reflexionar sobre la participación política de las mujeres, tendremos que comenzar por definir qué entendemos por participación y qué por política. Una primera definición de participación política sería toda actividad intencionada que desarrolla una persona para tratar de influir en asuntos políticos. Existe una gran variedad de conductas a través de las que se puede influir en la práctica política: atender a la información política, tomar parte en el análisis y discusiones, ejercer el derecho al voto en las elecciones, afiliarse a un partido político, aportar fondos a causas políticas, realizar tareas de campaña, intervenir en algún movimiento social, formar parte de algún grupo de presión, desempeñar algún cargo político, asistir a manifestaciones y mítines o formar parte en acciones, marchas, huelgas de hambre, etc. Pero esta definición sólo habla de una parte de la participación política, desde la campaña y del mismo modo que muchos otros movimientos, consideramos que lo personal es político y si solo centramos nuestra atención en la participación política institucional estaremos ignorando los espacios de participación más habituales de las mujeres que son organizaciones sociales y otros grupos. Las mujeres participan y hacen política, aunque en los canales institucionales u organizacionales estén infrarepresentadas y tengan que vivir situaciones de discriminación que dificultan su libre ejercicio. Es importante cambiar esta situación y resaltar que no solo existen estos canales, que la participación de primera y de segunda clase, no es más que una división interesada de lo mismo para desvalorizar determinados espacios de toma de decisiones. Toda persona que se implique, tanto a nivel colectivo como individual, para cambiar e influir en la realidad en la que vive, está haciendo política. Las mujeres, al igual que los hombres, pueden participar tanto desde el ámbito formal como desde el ámbito informal y elegir para ello, espacios mixtos (es decir, conformados por hombres y mujeres) como partidos políticos, sindicatos, asociaciones de barrio… o espacios solo de mujeres. Y enfocar sus esfuerzos en objetivos generales o específicos de los derechos de las mujeres (organizaciones feministas). Hoy en día, cada vez más organizaciones mixtas y cuyos objetivos no son los derechos de las mujeres, cuentan con áreas específicas para asegurar que en todas sus intervenciones se tenga en cuenta este punto. La participación informal, hace referencia a la participación de las mujeres desde el activismo de base, desde los grupos de mujeres y movimientos sociales. Por otra parte, la participación formal es el derecho de las mujeres a representar y ser representadas, incluido en la Declaración Universal de Derechos Humanos, en la Carta de las Naciones Unidas, en la Convención de las Naciones Unidas sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), y en la Constitución Boliviana, se reconoce el derecho de participación política de las mujeres. CUALES SON LOS OBSTÁCULOS DE LA PARTICIPACIÓN IGUALITARIA DE LAS MUJERES La división sexual del trabajo y los roles y estereotipos de género que se justifican bajo premisas de diferencias biológicas entre mujeres y hombres, por lo que mujeres y niñas son relegadas al espacio doméstico, donde socialmente se les asigna la responsabilidad del trabajo denominado reproductivo o de cuidado, limitando por tanto sus oportunidades, su autonomía y la capacidad de decisión sobre sus propias vidas con atribuciones y prohibiciones sobre lo que las mujeres pueden o no pueden hacer. Carga de trabajo doméstico y de cuidado: triple jornada. Desigualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Desigual en el acceso a la formación. Legislación, mecanismos y estructuras institucionales discriminatorias. Prácticas y condicionamientos sociales discriminatorios, tanto en ámbitos públicos como privados, que inciden en la autoestima de las mujeres, presión social (en muchos casos familiar, la iglesia, la comunidad, la organización), infravaloración… La participación como derecho La concepción de la democracia (del griego: demos = pueblo, kratos = gobierno) tiene como fundamento la participación popular en los asuntos públicos y en el ejercicio del poder político: es ésta la base de legitimidad y representatividad del gobierno, sus instituciones y funcionarias y funcionarios. ¿Y qué significa participar? La participación política, como derecho, implica la posibilidad como ciudadanas y ciudadanos de influir, individual o colectivamente, en el ámbito público/colectivo, en procesos y resultados políticos, como sujetas(os) históricas(os). Asimismo, la participación tiene diferentes facetas, y entre otros aspectos se asocia a los derechos a: Decidir sobre el sistema de gobierno; • Elegir libremente a representantes, lideresas y líderes políticos; • Ser elegible en igualdad de condiciones para cargos representativos de índole política y ejercer funciones públicas; • Participar en la definición y elaboración de normas y políticas públicas e incidir en el quehacer público; • Peticionar y manifestarse: expresar públicamente opiniones, demandas y/o organizar acciones a favor o en contra de medidas públicas e instituciones; • Realizar acciones de control social – vigilancia, seguimiento y exigibilidad respecto a las funciones públicas encomendadas a sus representantes y la utilización adecuada y transparente de los recursos públicos; • Agruparse en torno a ideas e intereses políticos: integrar asociaciones/organizaciones políticas (partidos, sindicatos, agrupaciones, etc.). A través de la participación política podemos tomar parte en las decisiones respecto a la vida pública para construir una sociedad más igualitaria, donde todas y todos tengamos igual posibilidad de ejercer nuestros derechos básicos como seres humanos - entre ellos, el derecho a una vida digna y plena. ¿Quiénes pueden participar? Todas y todos. El derecho a la participación política, además de estar consagrado en la CPE está calificado como un derecho fundamental de cada ser humano en diferentes instrumentos internacionales de protección, entre ellos: la Convención Americana de Derechos Humanos,el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. A pesar de este reconocimiento como derecho universal, en la práctica se observan barreras para la plena participación de diferentes grupos. Acá queremos poner en evidencia los obstáculos que afectan a la participación de mitad de la población por razones de género: las mujeres. Los valores y las prácticas discriminatorias generadas y reproducidas en contextos patriarcales afectan sus posibilidades de actuación en el ámbito público, su reconocimiento como actoras políticas y lideresas y la apertura de espacios para sus ideas y proyectos. Uno de los síntomas más graves reside en la sistemática exclusión de las mujeres de las esferas formales de poder: se les impide participar en condiciones de igualdad en procesos de toma de decisiones y se las aleja así de la dirigencia de los procesos. Este es un problema grave, histórico y a la vez contemporáneo, que hay que reconocer y conocer para poder afrontar. Sólo así podremos construir y vivir en una verdadera democracia y promover la igualdad y justicia social como valores básicos colectivos. ESTO SE DEBE PROMOVER DESDE LAS ORGANIZACIONES SOCIALES