LOS JUEGOS TRADICIONALES EN PEREIRA

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CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V.
Magister Comunicación y Educación
PHD Profesor Titular Universidad Libre Seccional Pereira
LOS JUEGOS TRADICIONALES EN PEREIRA – COLOMBIA
CARLOS ALBERTO JIMÉNEZ V.
Con respecto a los juegos tradicionales, es fundamental su proceso de
recuperación cultural en las”ludotecas inteligentes”, para lo cual es necesario
rescatar los diferentes tipos de juegos y de juguetes cotidianos de cada
contexto cultural.
A continuación se presenta una descripción de los juegos tradicionales de una
ciudad colombiana (Pereira), que puede servir como referente teórico y práctico
para la recuperación de los juegos tradicionales en las ludotecas inteligentes
que aquí
proponen. Cabe señalar al respecto, que muchos juegos
tradicionales de una determinada región, pueden encontrarse en otra con
nombre diferente o en forma recontextualizada.
LOS JUEGOS TRADICIONALES EN UNA CIUDAD COLOMBIANA
A través del tiempo, los juegos tradicionales han venido consolidando la memoria
lúdica de las ciudades. Entre los juegos tradicionales existen algunos elementos,
que a pesar del tiempo siguen vigentes en las prácticas culturales, de muchas
ciudades, como son: La utilización de las piedras, la pelota, la arena y el agua.
Estos objetos manipulables de alto contenido lúdico, que siempre han tenido el
mayor grado de atractivo para el hombre. La pelota por su magia y por ser
impredecible, elaborada con hojas, paja, trapos en el pasado, o cuero y plástico
en el presente, pero siempre utilizada por el hombre no sólo para jugar sino para
ciertas ceremonias religiosas debido a sus asociaciones y relaciones simbólicas
con la tierra.
Por otra parte, los juegos tradicionales que se han conservado en los sectores
populares de una ciudad como Pereira* son los siguientes: El juego de la pelota,
el juego de la cuerda, escondite, el juego de las bolas, el stop, el bombón, el
trompo, el yoyo, el futbolito, la escuelita, papá y mamá, el chicle, semana,
ponchao, el bobo, de pistolas, ladrón y policía, esconde correas, lleva, pico de
botella, ensaladas, bandera, cachucha, paredón, bote tarro, 18 pasos, el jazz
para las niñas, vuelta a Colombia, triciclo, bicicleta, billar, pico y monto,
caramelos, trique, globos, corozos y carritos fabricados con balineras y timones,
entre muchos otros juegos.
Es así, como otros juegos tradicionales cotidianos, han ido desapareciendo, como
el "juego de los congolos o chochos"; los cuales al frotarlos se calentaban y
los niños jugaban quemándose ligeramente unos con otros, el "juego con
Pereira, ciudad del oeste de Colombia, capital del departamento de Risaralda, ubicada a orillas del río Otún en las
laderas occidentales de la cordillera Central
luciérnagas" las cuales se echaban en frascos para ver cómo alumbraban, el
"juego con cucarrones" a los que se les amarraba una piola a una pata para
hacerlos volar; la rueda o el aro para hacerlo rodar, el cual utilizaba un pedazo
de palo para guiarla (esta práctica existe en algunos sectores muy pobres de la
ciudad). También se encuentra en extinción, de nuestra memoria lúdica, juegos
con las hondas, caucheras que se hacían a partir de horquetas de guayaba con
caucho y cuero, las cuales servían para disparar piedras, bolitas o higuerilla,
posteriormente se convirtió en un arma para matar pájaros y pequeños roedores,
el juego con los rumbadores, los cuales se hacían con tapas de gaseosas o
botones; los zancos de madera que consistían en dos varas largas con cuñas
para poder colocar los pies; también existía una modalidad de tarros con piolas.
Muchos juegos y juguetes también se hacían con cartón y papel como la
fabricación de helicópteros, aviones, pájaros, barquitos y globitos. Otros juegos
se hacían amarrando entre las dos manos piola para hacer infinidad de figuras.
Las bodoqueras o tubos de plástico metal se utilizaban para arrojar pequeños
proyectiles de papel inclusive con agujas en la punta, la ganzúa con caucho y
ganchitos metálicos también fue utilizada como juego. (Muy peligrosa por cierto)
Los juegos cotidianos en Pereira se practicaron indistintamente en todas los
barrios; varía el uso y la forma de hacerlos pero en últimas logran conservar su
esencia cultural, por ejemplo el juego de semana se convirtió en juego del
bombón, cada región en este sentido se apropia de estos juegos y los trasforma
en forma diferente.
Otros juegos muy utilizados en Pereira, como son el yo yo, el trompo, las
cometas, el balero a pesar de no ser autóctonos han logrado generar grandes
brechas en las prácticas culturales lúdicas regionales. El trompo fue utilizado por
ciertos sectores campesinos utilizando látigos o correas para hacerlos girar
llamando este trompo arriador o peonsa. Con relación al juego del trompo cabe
reseñar los comentarios de Euclides Jaramillo Arango1, con respecto a lo que
hacía el "Mono Agustín", uno de los grandes fabricantes de trompos en Pereira,
que con sus manos laboriosas hacía los más finos y valientes trompos
puchadores, bailadores finísimos ya que los fabricaba de naranja o guayabo y lo
más importante eran que sus herrones no se movían de su sitio, porque eran
atornillados. Los trompos eran seleccionados por las personas y valorados
cuando no eran "corraletas", ni "zangarrias,"que no se enguaralaban ni
oponían resistencia a los famosos miretes. Al trompo que bailaba suave se le
llamaba sedita, a los trompos barrigones se les llamaba sapas. Los trompos se
tiraban al piso o al revés.
El balero como práctica parecida al trompo, logró permanecer en el inventario de
juegos cotidianos especialmente en las comunidades campesinas y en los
modelos de transición cultural. Los baleros se hacían con un solo hueco o con
varios para poder jugar y concursar. Estos en la mayoría de los casos fueron
fabricados por los mismos jugadores.
1
Escritor costumbrista pereirano, nacido en 1910. Ocupó diferentes cargos entre los que se
cuentan Personero y Alcalde de Pereira. En 1960 fundó la Universidad del Quindío con un grupo
de amigos.
Por otra parte las prácticas lúdicas alrededor de las cometas, han tenido
muchos significados en nuestra cultura, ya que de una u otra forma proyectan
en el ser humano representaciones simbólicas con el deseo lúdico de poder
volar o de jugar con los sueños. Los festivales de los cometeros en el eje
cafetero en el mes de agosto (Cerritos, Alto de la Cruz, Chipre, Morro de
Sancancio etc.), por mencionar sólo algunos lugares de encuentro, reúnen
personas de ambos géneros de todas las edades y condiciones sociales. Estos
espacios posibilitan interacciones de alto valor socializador, en los cuales los
juegos con las cometas superan el juego por sí mismo y adquieren el carácter
de diversión.
MUNDOS POSIBLES.
Otra función del juego de las cometas, es que su práctica permite la
construcción de mundos alternativos o mundos posibles, mediados por la
fantasía. Metafóricamente, sus practicantes tienen la capacidad de pintar
bricolages imaginarios en el cielo, compuestos por muchas figuras como
producto del proceso creativo que allí se genera. Estos juegos, inclusive
comprenden el diseño y la fabricación de las cometas, por parte de los niños en
compañía de sus padres o de sus maestros.
El carácter didáctico – ecológico de dicho proceso, permite también visualizar
a través del aire y de las formas caprichosas de las nubes, la armonía del
cosmos, lo mismo que la necesidad de cuidar los ecosistemas. No obstante, la
ausencia de vientos, junto con las variaciones climatológicas actuales del
planeta, demuestran las reacciones caóticas de la madre naturaleza, producto
de la destrucción del medio ambiente.
La población infantil y adulta de Pereira, aficionada a las cometas, utilizan los
diferentes sitios públicos no sólo para volar cometas, sino para hablar, jugar
con las palabras, burlarse, parodiar, relatar viejas disputas, contar chistes,
evocar aventuras reales o fantasiosas. Todo el día transcurre allí en un estado
de lúdica, ficción, de divagación, de ensoñación, de convivialidad, de sueño, de
fiesta, acompañado con las innumerables especulaciones de un imaginario
colectivo que construye cultura a través de todas estas prácticas que los
teóricos llaman intersubjetividad, que es fundamental para la construcción de
tejido social, que tanto se necesita.
La utilización de las cometas cómo práctica cotidiana se ha logrado consolidar y
perpetuar. Es así, como inicialmente se hicieron con papel de seda, periódico o
celofán en forma hexagonal, las cuales se fabricaban con flechas de cañabrava
por ser livianas y resistentes. A las cometas grandes se les llamaba mesa y en
vez de papel se utilizaba tela para forrarla. A éstas se les ponía un rumbador de
papel en uno de sus lados y cuando se encontraban muy altas durante el juego
se metían pedacitos de papel al hilo que subían hasta la cometa. (A esta práctica
se le llamaba "telegramas").
Una práctica alternativa utilizada por niños traviesos consistía en meter cuchillas
para cortar las cometas de sus rivales en sus juegos. Desafortunadamente hoy
en días las cometas son fabricadas por la industria cultural y se consiguen de
variedad de formas, tamaño y material de acuerdo al gusto del consumidor e
inclusive importadas.
Cotidianamente las prácticas de las cometas han tomado mucha fuerza y
especialmente en el mes de agosto en Pereira existen grandes zonas de
diversión en donde las familias concurren en forma masiva a elevar las cometas,
como es el caso de la zona montañosa de Cerritos, en vía Turín Dosquebradas,
en El Danubio, en Cuba y en los parques recreacionales de la ciudad.
En lo que se refiere a las prácticas de barriada, es necesario destacar la función
de socialización que cumplen las prácticas cotidianas de las tiendas, en las
cuales con aires nostálgicos cabe mencionar el juego de dominó, el parqués, el
cacho, las cartas, las damas, el billar y otros juegos de tableros. El juego del
dado era uno de los más populares junto con el tute, que lo jugaban tanto los
hombres como las mujeres, utilizando la baraja española y no el póker, ya que
este lo utilizaban ciertas clases sociales altas en un sentido ocioso. Otros juegos
con cartas eran la veintiuna, la guerra, el solitario y el mamatoco. Algunos juegos
de tableros como las damas o el trique también fueron utilizados. Este último
utilizaba un cartón y granos de maíz y fríjol, hasta colocar tres puntos en línea, lo
cual originaba que podía quitarle un grano al otro.
En los juegos de dado el "tapete" utilizado era una ruana que se colocaba sobre
el piso o la mesa de la tienda, se echaban los dados y se ganaban con los seis.
En el juego de la pinta se colocaban los fajos de billetes y cuando el montón que
se colocaba era más grande que el otro, se llamaba pinta cabezona. Otros
juegos con los dados eran el de los treces y el de las reglas muy utilizados por los
famosos "tahúres" de esas épocas que en la mayoría de los casos utilizaban los
inolvidables dados cargados.
JUEGOS DE AZAR
En los momentos actuales estas prácticas lúdicas se han ido recontextualizando
en muchos juegos de azar que se conocen hoy en día, los cuales empiezan a
inundar los barrios populares, evolucionando y cotidianizando juegos como el
billar y otra gran cantidad de sitios aparentemente lúdicos como los casinos, los
bingos, los juegos de maquinitas, donde el azar irrumpe el aura lúdica del juego
como experiencia cultural. Los juegos del azar al introducir el mercantilismo y el
juego de las ilusiones del enriquecimiento en muchos sectores necesitados, y en
otros sectores de tipo ocioso el gasto se convierte en hábito de clase de ciertos
sectores sociales.
Los juegos de rol, o juegos protagonizados utilizados en el entorno pereirano se
focalizan especialmente en la utilización de muñecos en las primeras fases del
desarrollo humano de todas las clases sociales. Estos juegos ofrecen la
posibilidad de que los niños se apropien de la normatividad y de las reglas
sociales. Los niños logran comprender las funciones sociales y las reglas por las
que se rigen las relaciones mismas entre los mayores.
Al respecto históricamente Euclides Jaramillo
en una de sus crónicas
costumbristas nos relata cómo empezaron a jugar los niños en Pereira con los
muñecos, cuando los caucanos a comienzos de siglo a través del "callejón de
Cartago" los traían a la plaza de Bolívar. Los vendedores colocaban toldos para
ofrecer víveres y cacharrería, los niños visitaban estos puestos con la ilusión de
comprar por un centavo una pequeña muñeca de trapo, las cuales descansaban
en callanas o sobre bateas de raíz de lembo.
Estas muñecas de trapo que cotidianamente se conocen como "cartagüeñas" y
que llegaron inclusive hacer parte de colecciones extranjeras, eran muñequitas
de trapo unas blanquitas y otras negritas; con vestidos de colores chillones y
sombreros grandísimos como los de las damas de los pintores franceses de
principio de siglo. Hoy en día, es triste anotarlo, los muñecos de plástico y
electrónicos perdieron todo su valor lúdico gracias a la industria cultural. El juego
de muñecos en este sentido como estrategia comunicativa y a la vez cognitiva les
exige a los niños a medida que crecen, introducir argumentos de tipo afectivo,
actitudinal, valórico y en muchos casos cognitivos. En los juegos de papá, de
mamá, de oficina, de cocina, de médico, los niños se convierten en protagonistas
y al hacer dichas representaciones simbólicas observan e interiorizan las
conductas de aquellos personajes que imitan.
Esta es la gran importancia que tiene este tipo de juegos cotidianos que todavía
persisten. Desde luego, los niños no aprenden a través de los procesos de
transmisión, sino que son ellos mismos los que construyen y se apropian de estos
conceptos a través de la lúdica. Para Valeria Mujina2 la actividad lúdica influye en
la formación de los procesos síquicos desarrollando la atención y la memoria
activa; mientras el niño juega se concentra mejor y recuerda más cosas. Los
juegos de rol cotidiano tienen una gran importancia para el desarrollo de la
imaginación y el lenguaje, el niño al jugar interpreta distintos papeles, lo que le
servirá de soporte al desarrollo de la imaginación y lógicamente de la creatividad.
LO NEGATIVO
En Pereira, es muy común que estos juegos también tuvieran una forma
negativa, ya que los niños de hoy asumen roles violentos como el de policía,
guerrillero, bandido, sicario, narcotraficante. Afortunadamente los niños logran
aislar la fantasía de la realidad, pero a pesar de esto parece ser que este tipo de
juegos genera ciertas tendencias y conductas que pueden incidir en el desarrollo
humano. Pero también paradójicamente permite que el niño pueda entender los
problemas de una sociedad corrupta y violenta.
La esencia lúdica de los juegos tradicionales en Pereira actualmente tiende a
desaparecer debido a la gran influencia de la industria cultural y en especial
aquella que se refiere a la producción y al consumo del entretenimiento.
Prácticas que se han mercantilizado de tal forma que hasta la época de navidad
que antes se conocía como "noche buena", implica hoy en día, un negocio de
carácter económico.
2
Investigadora soviética de la escuela de Vigotsky, Luria y Leontiev. Su obra didáctica gira en
torno a la necesidad de rescatar el juego de rol o protagonizado, como la actividad principal en la
edad escolar.
A comienzo de siglo, según Euclides Jaramillo Arango, los aguinaldos en Pereira
eran una práctica lúdica que no implicaba exigencias sociales altas, ya que el
costo de los regalos era desde un centavo máximo hasta dos, acompañados por
una serie de juegos como hablar y no contestar, pajita en boca, palmada en la
espalda, dar y no recibir; en las cuales cuando se fallaba se originaba un grito
de alegría y de guerra para poder reclamar el famoso aguinaldo, el cual se
pagaba con recortes de hostia comprados donde las hermanas de la caridad, con
caramelos, con corozos o pañuelitos de seda.. Hoy en día se juega al "amigo
secreto" con mucho tipo de exigencias a nivel de los regalos.
Como costumbres cotidianas a nivel de los regalos se acostumbraba en Pereira
regalar también agua de florida, polvos de flores de niza, jabones perfumados,
cuando los regalos se hacían entre los novios se guardaban con mucho cuidado,
para ser devueltos si se originaba una pelea amorosa.
Otra práctica lúdica del pasado consistía en que los padres le colocaban debajo
de las camas y de las almohadas, los regalos del niño Dios y no debajo de
árboles de navidad importados o sintéticos como se hace en la actualidad. El
ritual de nochebuena inclusive, para el más pobre como mínimo había natilla y
buñuelos, acompañado por la emoción y la ingenuidad de los niños al encontrar
en las mañanas del 25 de diciembre una bomba de caucho, un caballito de palo,
un carrito de madera, una pelota o una muñeca de trapo cartagüeña y no un
muñeco electrónico que llora, que habla, que salta, que se orina, que parpadea,
que patina etc. como los que la industria cultural hace hoy perjudicando incluso el
bolsillo de muchos sectores populares que también los compran como hábito de
clase .
Por otra parte, un término lúdico que surge de la cotidianidad Pereirana es el de
"marraniar" de Jaramillo Arango, el cual induce a mirar el juego como una
experiencia cultural, en la cual muchos niños, de diferentes clases sociales se
reunieron alrededor de las marranas para jugar. Estas se empujaban por turnos
para dar las famosas “pichonas” que deleitaban a los niños por el mismo
contacto con la naturaleza que se producían con estos artefactos metálicos y de
madera en las mangas de San Jerónimo. Las marranas surgieron de la
necesidad de botar tierra, para preparar la banca del ferrocarril. Estas vagonetas
metálicas que rodaban sobre rieles se convirtieron en aquellos dragones o
monstruos metálicos rodantes que la imaginación tejía en fantasía, en la que los
niños “al mamarse” de las escuelas, para irse a marraniar llegaban a sus
hogares por las noches, con sus trajes sucios de barro y callos en las manos de
empujar, a recibir la típica pela o castigo de ciertos hogares pereiranos. Pero lo
cierto del caso es que el placer del juego vence el dolor físico que puede producir
un evento como éste.
En síntesis, son muchos los juegos, eventos y espacios de la tradición lúdica
pereirana, que se hace necesario rescatar o repensar, para intentar construir una
identidad cultural que fortalezca nuevamente aquellos valores que se han ido
perdiendo a través del tiempo, como son la solidaridad, la cooperación, la
amistad, el respeto, el civismo que pueden ser nuevamente conquistadas a
través de una ciudad lúdica, estética e inteligente, construida y replanteada desde
la Educación, la Ética y la Política.
CARLOS ALBERTO JIMENEZ V.
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