Hace 3 millones de años una enorme estrella (una superviva) se

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“LA CABEZA DE ORION”: UN CATALOGO
DE MATERIA CÓSMICA
El Laeff del INTA observa un “micro-universo” en formación
Astrónomos del Laboratorio de Astrofísica Espacial y Física Fundamental
(LAEFF) del INTA (Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial) han sido los
responsables, por primera vez en España -en colaboración con colegas americanos, de una investigación tan ambiciosa y compleja como para desentrañar los
fenómenos que se producen en una remota y complejísima región de formación
estelar denominada “la Cabeza de Orión”, donde se producen hechos de la
envergadura de la eclosión de un “micro-universo”.
La investigación, que proporciona datos a diferentes longitudes de onda
(desde los rayos X hasta el infrarrojo más lejano), ha sido trabajo de este grupo de
científicos del laeff: desde la idea inicial, hasta la consecución del tiempo de
observación (algo muy disputado y difícil de conseguir), pasando por el análisis de
datos y la obtención de conclusiones, que continúa dando sus frutos.
Probablemente hace 3 millones de años una estrella muy masiva se destruyó
al estallar como supernova, en medio de una deflagración gigantesca, aportando al
medio circundante ingentes cantidades de materia y energía. Hoy, si observamos
los cielos invernales del hemisferio norte, podremos detectar, en esa enorme
región, varias nubes oscuras formadas por polvo de estrellas y gas interestelar,
ocasionadas seguramente por aquel lejano y monstruoso cataclismo. Si la
observación se realiza por medio del satélite norteamericano Spitzer, que embarca
un telescopio especializado en el rango infrarrojo medio y está equipado con
instrumentos capaces de detectar objetos por su temperatura, algo imposible para
el ojo humano, apreciaremos como en esa nube primigenia hay un auténtico
catálogo de materia cósmica: estrellas incipientes, jovencísimas, o de aspecto
cuasiestelar, que no tienen la masa suficiente como para poder generar energía por
reacciones nucleares y que podrían ser el eslabón entre estrella y planeta. Un
mundo en ebullición de cúmulos de polvo, materia prima para la formación de
cuerpos astrales; entes protoplanetarios que anunciarían el incipiente nacimiento
de nuevos sistemas planetarios. Dos de estas estrellas, a pesar de su juventud,
poseen ya discos circunestelares sorprendentemente desarrollados, el primer paso
para la formación de planetas.
En esta región cósmica se pueden observar fenómenos tan extraños y
enigmáticos como sistemas binarios de masa extremadamente baja. Uno de ellos
está presumiblemente compuesto por una
enana marrón (con masa 20 veces
superior a Júpiter) y por un objeto planetario (8 veces la masa de Júpiter) que
están separados por 2000 unidades astronómicas. Al ser una unidad astronómica
igual a la distancia media entre el Sol y la Tierra, supondría el sistema planetario
con órbita más grande hallado hasta la fecha.
En definitiva estamos ante un paraíso de astrónomos, un laboratorio estelar
detectado por ojos españoles a través de los anteojos del Spitzer, que son perfectos
para observar y estudiar el nacimiento de las estrellas y de los sistemas planetarios,
o fenómenos que tuvieron lugar en el origen del Universo, hace 15.000 millones de
años.
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