Tras un primer desarrollo sobre la justicia nueva del Reino (5,21

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Lectura Orante del Evangelio de Mateo
Universidad Pontificia Comillas
Mt 6,5-15
“5Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, porque les gusta plantarse de pie para orar
en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para hacerse ver por la gente: os digo de
verdad que ya han conseguido su recompensa. 6Tú, en cambio, cuando vayas a orar, entra
en tu aposento y, cerrando la puerta, ora a tu Padre, que está en lo escondido.Y tu Padre,
que está en los escondido te recompensará.
7
Pero, cuando recéis, no seáis palabreros como los paganos, que se imaginan que por su
palabrería les harán más caso. 8No seáis como ellos, porque vuestro Padre sabe lo que
hace falta antes que se lo pidáis. Vosotros, pues, orad así:
Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu Nombre;
10venga
tu Reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.
11Nuestro pan cotidiano, dánosle hoy;
12 perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;
13 no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.
Pues si vosotros perdonáis a los demás sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; 15 pero si no perdonáis a los demás , tampoco vuestro Padre
perdonará vuestras ofensas”.
14
CUANDO LEAS
El mundo antiguo se dirigía a sus dioses de dos maneras: con la oración y con acciones y dones
(ofrendas animales, votivas) ofrecidos y recitados en días y ocasiones señaladas. También en la
religión de la Alianza existían los sacrificios y la oración. El texto se refiere a las oraciones periódicas
del judío piadoso: la matutina, hasta mediodía; la de la tarde en coincidencia con las horas de los
sacrificios en el Templo, y la de la noche sin tiempo determinado. Los lugares de oración eran el
Templo y la sinagoga; aunque también algún otro lugar legalmente “puro”.
La lectura de esta tarde continúa el desarrollo del Sermón del Monte. Mateo presenta a Jesús
como Maestro, instruyendo a unos discípulos recién elegidos, preparándolos para el momento en que
les dirá: “id… poned en práctica cuanto os he enseñado” (28,20).
Jesús tras hacer un primer desarrollo de la “justicia nueva” del Reino (5,21-48) se detiene en las
tres prácticas tradicionales que estructuran la religión judía: limosna, oración y ayuno (6,1-8), cuya
observancia supone el cumplimiento de la Ley. El texto censura la forma ostentosa de orar de los
“hipócritas”, reveladora de una actitud de búsqueda de aprobación y admiración por parte de quienes
los observan y, también, de que su práctica religiosa adolecía de amor a sí mismos, no a Dios. No
identifica a los “hipócritas” con ningún grupo determinado, sino que califica como tales a todos los
individuos que actúan de esa forma en cualquier lugar y tiempo. Jesús rechaza, asimismo, la
“palabrería”, el “mucho hablar”, propio de los paganos que dirigían plegarias a muchos dioses para
asegurar el éxito de su petición, y para no ofender a ninguno de ellos. Jesús, mediante un juego de
oposiciones propone como debe ser la verdadera oración.
Jesús con estas instrucciones no dice nada nuevo: tanto el Antiguo Testamento como los escritos
rabínicos insistían en esto mismo, pero las palabras de Jesús, van “cargadas” de una profundización
teologal no conseguida por nadie anteriormente, al engarzarlas con el Padrenuestro (6,7-13), que es,
en sí, el centro de todo el sermón, (rompiendo el tríptico limosna, oración, ayuno). Finalmente el
evangelista añade un breve comentario sobre el perdón (6,14-15). El Padrenuestro nos ha llegado en
dos redacciones, esta de Mateo, y otra en Lucas 11,2-4, con pequeñas diferencias entre ellas. La de
Mateo, de redacción más primitiva al parecer, es la comúnmente aceptada en las comunidades
cristianas.
Este texto se enriquece con la inclusión del “Padrenuestro”, introducido por Jesús con un
.instrucciones sobre la oración. El Padrenuestro es, en principio, no sólo la oración cristiana por
Lectura Orante del Evangelio de Mateo
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antonomasia, sino también un modelo de oración; expone el esquema de cómo deben ser nuestras
propias oraciones. Las intenciones del orante están ordenadas de mayor a menor: primero, la
manifestación del amor de Dios, de su plan salvador, la llegada de su Reino; en segundo lugar, las
necesidades y problemas del orante que representa a la comunidad.
CUANDO MEDITES
TOMA CONCIENCIA de que el texto versa sobre el orante y no sobre la oración. Por eso Mateo no
ataca ningún tipo de oración, judía o cristiana. Tan sólo aborda la cuestión de cómo hay que orar
personal y comunitariamente.
OBSERVA como en el texto se alternan el “vosotros” y el “tú”. Jesús quiere personalizar la oración.
Sus indicaciones son muy significativas. Las dos frases: “entra en tu aposento y, cerrando la
puerta…”, y la repetición en dos ocasiones de la expresión “en lo escondido”, iluminan su
enseñanza. El tiempo de orar no es un tiempo de ostentación. En la verdadera oración es el
momento de relacionarnos con Dios que es la prioridad absoluta.
FÍJATE en que Jesús con “sinagoga/esquinas de las plazas/en lo escondido”, no está describiendo
lugares opuestos de oración. La sinagoga era el “lugar de oración” por excelencia para un judío.
Jesús tan solo quiere enseñarnos, como entonces a sus discípulos, que Dios se revela donde no lo
esperamos: en “lo escondido”.
NO OLVIDES el rechazo que presenta el texto contra la palabrería, aunque su intención va más
lejos: rechaza también la ampulosidad en las oraciones: el don de Dios no está ligado a una cuota de
oraciones, de sacrificios, de rituales.
CUANDO ORES
CIERRA todas tus ventanas al exterior y abre todo tu espacio para el Señor. Dios llena el
espacio que le dejamos disponible en nuestra intimidad y en nuestro ser entero. No fuerza ninguna
puerta, ninguna fibra, ninguna neurona, respeta al máximo nuestra libertad, pero “ve en lo secreto”, es
decir, penetra la intención profunda de nuestro corazón.
ORA repitiendo el Padrenuestro, que nos dejó Jesús como oración y como modelo y fuente de la
espiritualidad cristiana. Una oración en la que pedimos, agradecemos, renovamos nuestra fe y
encontramos razones para la esperanza.
OFRECE tu disponibilidad para insertarte en sus proyectos de amor hacia el mundo, que te haga
encontrar un sentido superior a tu existencia. Recuerda que “Dios precisa de ti mucho más de lo que
puedas imaginar”.
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Para terminar, recemos juntos:
“Padre, santificado sea tu Nombre,
que significa paciencia, amor humilde y perdón.
Que a cada lugar de nuestro mundo,
que es tu casa, venga tu Reino,
donde no hay división
y donde no existe lo “propio”,
porque lo tuyo es de todos.
Que a nadie la falte lo necesario
Para vivir dignamente como hijo tuyo.
AMEN
Perdona nuestras ofensas
Perdónanos, porque no entendemos
la grandeza de tu corazón y la medimos
con la pequeñez del nuestro.
Ayúdanos a amarnos con la ternura
con que Tú nos amas.
Infunde en nuestros corazones
la certeza de que nada
puede separarnos de Ti.
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