Documento 3618071

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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Yo sé de una región cerril cuyos bibliotecarios
repudian la supersticiosa y vana costumbre de
buscar sentido en los libros y la equiparan a la
de buscarlo en los sueños o en las líneas caóticas
de la mano… Admiten que los inventores de la
escritura imitaron los veinticinco símbolos
naturales, pero sostienen que esa aplicación es
casual y que los libros nada significan en sí. Ese
dictamen, ya veremos, no es del todo falaz.
J.L. Borges
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
INTRODUCCIÓN: Para ir abriendo boca
Las palabras tienen dueño.
Lewis Carroll
Volamos; nos desplazamos a velocidades increíbles; el
mundo es cada vez más pequeño. Internet nos proporciona
posibilidades magníficas, de relaciones, de mercado, de
búsqueda, pero también de frialdad, de supuestas amistades
con personajes que se enmascaran y se ocultan tras
identidades que la mayoría de las veces no se corresponden
con lo que dicen ser. La profundidad deja paso a la
inmediatez; la originalidad, a la repetición, a la
estandarización y a la homogeneidad. Por eso lo más urgente
en el siglo XXI es preguntarse cómo y quién representa a
todas esas personas y lugares que son significativamente
diferentes de “nosotros”, qué secreta fascinación tiene la
otredad y con qué criterios se representa a nivel popular esa
diferencia que tanto atrae y repele a la vez.
África Vidal
El yo no es sino un producto del lenguaje, un producto
descentrado.
África Vidal
Incluso cuando el traductor se siente atraído por lo nuevo y
lo extraño, por lo desconocido y lo exótico, por la innovación
y la experimentación de una vanguardia distante de la que
quisiera volverse un representante honorario, el traductor
siempre será un humanista, un devoto de la tradición, un
creyente en el valor eterno del arte de las letras.
Renato Poggioli
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El lenguaje… una realidad
Ciento veinticinco gramos de chocolate. Tres cucharadas soperas de leche
fría. Tres yemas de huevo. Tres cucharadas soperas de azúcar molida.
Cuatro claras de huevo. Setenta y cinco gramos de mantequilla y un
pellizquito de sal (Ortega 1972: 631).
Todos apoyan sobre la mesa de la cocina los mismos ingredientes. Siguen la
receta al pie de la letra y echan una y otra vez un vistazo al papel para asegurarse
de las cantidades exactas y el tiempo de cocción. Sin embargo, cada mouse de
chocolate tendrá un sabor diferente. Quizá sea la textura lo que varíe, el dulzor o
incluso el color del postre. Lo cierto es que cada cocinero da su toque al plato,
juega con un mismo alimento de manera distinta y, aunque los chefs o todos
aquellos atrevidos que se metan entre fogones sigan paso a paso lo que Simone
Ortega tan apetitosamente describe en su libro, al final el resultado siempre será
novedoso.
Del sabor dulce del chocolate paso a la dulzura de la música y los cuadros,
ya que al igual que los cocineros, los músicos y los pintores tampoco logran hacer
nunca dos obras iguales. De una misma partitura se escuchan versiones distintas
dependiendo de las manos que la interpreten, porque las notas se repiten, pero los
maestros que les dan vida cambian. Y lo mismo sucede con los cuadros y los
artistas que se esconden tras ellos. Una misma modelo, la misma luz, una técnica
idéntica y, a pesar de ello, dos cuadros diferentes.
Si cada persona es única, y su manera de ver la vida hace también único
cada detalle que toca, no es de extrañar que el lenguaje sea un tema apasionante, a
la vez que complejo e interminable, a la hora de hablar de realidades
aparentemente iguales, pero que se tornan distintas. Las palabras se repiten para
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El lenguaje… una realidad
unos y otros, todos manejamos un mismo diccionario pero, aun así, la manera que
tenemos de usar cada vocablo hace que nuestro lenguaje sea excepcional,
irrepetible, “el medio en el que constituimos nuestro mundo, el medio en el que
nos constituimos a nosotros mismos” (Vidal 1998: 18). Y es que, en definitiva, el
lenguaje es el reflejo de cada uno de nosotros y de nuestras particularidades. Para
decirlo con África Vidal, podemos resumir destacando que “[e]l lenguaje siempre
es espejo de la vida, de los modos de vida” (ibid.: 21). Si bien basta con escuchar el
ceceo de un hablante para saber de dónde viene, también atendiendo a lo que dice
el Otro podemos averiguar cómo piensa, qué ambiciones tiene, qué le gusta y qué
detesta. Podemos conocer el mundo en el que el Otro está inmerso, y podemos ser
nosotros mismos los que, según lo que (no) digamos, creemos la visión que el
mundo tiene del Otherness (Baumgarten, House y Ruano 2005: 9). Ya no sólo hay
que tener en cuenta que partimos de una visión post-estructuralista según la cual
el lenguaje construye la realidad, sino que además, como ya señalan muchos
autores entre los que se encuentran África Vidal (2003; 2005), Pierre Bordieu
(1985: 15), Rosario Martín Ruano (2007a: 15), Luce Irigaray, André Lefevere y
Susan Bassnet (citado en Vidal 2007b: 61), no debemos olvidar que no hay
palabras inocentes sino que “[language] is loaded with ideology and, as such, is an
instrument of power” (Vidal 2003: 73), “[p]arler n’est jamais neutre”(citado en
Vidal 2005: 61).
Tal vez sea porque “[l]os límites del lenguaje son los límites del mundo”
(Vidal 1998: 20); porque “el lenguaje es el primer mecanismo formal cuyas
capacidades generativas no tienen límites” pues “[n]o hay nada que no pueda
decirse y puede decirse la nada” (Bourdieu 1985: 15), o porque “el lenguaje que
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El lenguaje… una realidad
utilizamos es portador de huellas y vidas propias” (Vidal 2005: 15). Tengo tantas
razones que no podría quedarme sólo con una. Pero sea cual sea la principal,
considero que viajar a través del lenguaje e ir descubriendo la realidad que se
esconde detrás de cada discurso y esas narratives de Mona Baker, que para ella
“are the everyday stories we live by” (2006: 3), es una experiencia increíble, que no
pasa desapercibida para el turista. Y aún menos para el traductor, para quien el
lenguaje es compañero de viaje porque, como nos recuerda África Vidal, Torrente
ya dice en sus Fragmentos del Apocalipsis que todo cuanto hemos inventado cabe
en nuestras palabras y aún nos sobran (1998: 14). Si desde siempre “[l]anguage is
the human being’s most powerful weapon” (Vidal 2003: 72), ahora mismo, en esta
era transnacional de Khan que, como Rosario Martín Ruano nos advierte, “pone en
jaque la mentalidad monocultural dominante” (2007a: 7), no hay duda de que el
lenguaje, y con él la traducción, cobran especial importancia. Puesto que las
elecciones del traductor tampoco son nunca inocentes, tal y como ya señala África
Vidal en el título de uno de sus libros (2007a), hoy “traducir entre culturas es, entre
otras cosas, traducir diferencias, traducir poderes, traducir identidades” (Ruano
2007a: 20).
“[L]enguaje, traducción y poder van de la mano” (ibid.: 15) y por eso creo
que las páginas que siguen a esta introducción merecen la pena. Porque no basta
con ver el mundo híbrido y multilingüe en el que vivimos (ibid.) sino que hay que
ser capaces de saber qué hay detrás del lenguaje que nos bombardea a diario, qué
se esconde detrás de cada palabra. Hay que respetar al Otro y demostrarlo dándole
vida en los textos porque “as much as translation gives voice, it also selects and
thus silences other voices” (Baumgarten, House y Ruano 2005: 8).
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Empezaré hablando brevemente acerca de la identidad para tratar de
responder a la pregunta con la que Stuart Hall da título a la introducción de su
libro. Después de saber Who Needs ‘Identity’? (Hall 1996) seguiré mencionando el
poder del lenguaje y me plantearé la misma cuestión que en 1985 dio nombre a la
obra de Pierre Bordieu, ¿Qué significa hablar? (1985). Haré una parada más larga
en la traducción, ya que si “lo que nos depara el futuro es sólo más traducción”
(Ruano 2007a: 14), me parece interesante, e imprescindible, pensar, junto con Eco,
qué significa Decir casi lo mismo (2008) determinar cuál es “la elasticidad” de ese
casi y tratar de entender que, como él apunta, “aun sabiendo que no se dice nunca
lo mismo, se puede decir casi lo mismo” (ibid.: 14). Además, “[t]he study of
translation, then, can tell us much about identities and increase our awareness of
the world” (Baumgarten, House y Ruano 2005: 4). Por esta razón, no cerraré este
trabajo sin hacer una pequeña incursión por algunas traducciones feministas y
políticas, para ver cómo a través de las estrategias que han seguido, resulta fácil
vislumbrar la ideología, siempre presente, del traductor. Y tampoco dejaré escapar
algunos de los libros de la literatura chicana más conocidos, y cuya traducción
encarna todo un reto, ya que en ellos “[e]l lenguaje ... es el que refleja la forma de
ser, las identidades híbridas, fronterizas” (2007a: 55). De hecho, como África Vidal
continúa diciendo en su obra al hacer referencia al concepto de Pérez Firmat, la
situación de la generación de los “one-and-a-halfers” no es negativa, sino
enriquecedora ya que “el ‘entre’ suma y no resta” (ibid.: 47). Se trata de un
apartado cuanto menos llamativo, ya que como destaca esta misma autora al
hacerse eco de las palabras de García Tortosa, no hay duda de que cuanto más se
ahonda en el hecho lingüístico, con mayor claridad se advierte que las palabras son
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la historia de los hablantes, la historia de sus relaciones, logros y fracasos (citado
en ibid.: 60).
Ahora llega el turno del lector. La persona que lea todas estas líneas debe
pararse a pensar si sus palabras, al igual que cree Alicia, “significan lo que yo [cada
uno] quiero que signifiquen” (citado en Vidal 1998: 27) o, por el contrario, tienen
un límite. Y si quien se enfrente a estas páginas es traductor, entonces su labor va
más allá. Porque
[i]f we are aware that translating is not merely passing from one text to
another, transferring words from one container to another, but rather
transporting one entire culture to another with all that this entails, we
realize just how important it is to be conscious of the ideology that
underlies a translation (Álvarez y Vidal 1996: 5).
Hoy más que nunca para el traductor el lenguaje se presenta como un arma
poderosa, claro está, pero también de doble filo. En este contexto, la ética del
traductor desempeña un papel fundamental puesto que, tomando prestadas las
palabras de Román Álvarez y África Vidal, “[t]oday translation is a process in which
intervention is crucial; the role of the translator is ‘very visible indeed’” (ibid.: 7).
Por mi parte, facilitaré la tarea al lector y diré que mis objetivos son dos, y
muy relacionados. No es preciso hacer muchas cavilaciones para saber que, en
efecto, pretendo que al llegar al final no quede ninguna duda al afirmar con
rotundidad que “identities are constructed within, not outside, discourse” (Hall
1996: 4) porque, como ya venimos diciendo, “el lenguaje nunca es neutro” (Vidal
2007a: 56) y la esencia está no solamente “en lo que se dice, sino también en lo que
no se dice” (ibid.: 59). Por otro lado, este trabajo también es una excusa para
elogiar la traducción ya que, en un mundo tan multicultural como en el que
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El lenguaje… una realidad
vivimos, no podemos pasar por alto las sabias palabras de Hermans al recordar
que
we are only too ready to overlook translation, even when it is staring us in
the face. We easily forget just how much translation has gone into the
making of our culture (1996).
He aquí mi última gran intención. Una oda a la traducción y sus artistas, a
todos aquellos que, como Justo Navarro, confiesan que
no me bastaba mi mundo, así que busqué otros. Leí en idiomas ajenos,
porque el mío tampoco lo sentía mío. Empecé a traducir. Y me di cuenta de
que traducir palabras es menos difícil que traducir mundos enteros y
encontrar el modo de nombrar costumbres raras y relaciones y cosas que ni
siquiera existen en el mundo que nosotros habitamos (Navarro 2008).
O, como diría Lefevere,
[e]ste libro [pequeño trabajo] trata de quienes están en medio, hombres y
mujeres que no escriben literatura sino que la reescriben. Y trata de ellos
porque son en la actualidad tan responsables o más que los propios
escritores de la supervivencia y recepción de las obras literarias por parte
de los lectores no profesionales, la gran mayoría de los lectores de nuestra
cultura global (1997 [1992]: 9).
Porque el traductor es ese intervenient being del que habla Carol Maier
(2007), es el único que, como espetaba Don Quijote a Sancho, mira los tapices
flamencos del revés. Es ese cocinero cuyos pasteles tienen siempre un sabor
especial, ese músico cuyas melodías siempre suenan distintas, en definitiva, ese
artista que consigue con su lenguaje una obra singular y, cómo no, influyente.
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De primero…
El lenguaje… una realidad
LA IDENTIDAD
Los actos que vehiculan el respeto – los actos de
reconocimiento de los otros – son exigentes y
oscuros.
Richard Sennet
Nuestra cuestión es siempre la identidad. ¿Qué
es la identidad, ese concepto cuya transparente
identidad consigo misma siempre se presupone
dogmáticamente en tantos debates sobre el
monoculturalismo, sobre la nacionalidad, la
ciudadanía, la pertenencia en general?
Jacques Derrida
We have entered an anxious age of identity, in
which the attempt to memorialize lost time, and
to reclaim lost territories, creates a culture of
disparate
“interest
groups”
or
social
movements. Here affiliation may be antagonistic
and ambivalent; solidarity may be only
situational and strategic: commonality is often
negotiated through the “contingency” of social
interests and political claims.
Homi Bhabha
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Madrid, Nueva York, Berlín, Londres. Un día cualquiera, de un mes
cualquiera. A cualquier hora. No hay más que salir a la calle, llegar a una gran
avenida y llevar bien abiertos los ojos para comprobar que “las sociedades actuales
son ... paisajes abigarrados, realidades heterogéneas y multicolores, los
improvisados coros de unas composiciones polivocales, contrapuntísticas, a
menudo discordantes, de indudable intensidad” (Ruano 2007a: 7). Basta con
pasear para demostrar la verdad que se esconde en las palabras de Zadie Smith y
que luego recoge Rosario Martín Ruano, según las cuales, el nuestro es un mundo
habitado por “Babelians of every conceivable class and color speaking in tongues”
(citado en Ruano 2007a: 7).
En este contexto, no es de extrañar que Stuart Hall inicie la introducción a
su libro Questions of Cultural Identity subrayando que “[t]here has been a veritable
discursive explosion in recent years around the concept of ‘identity’, at the same
moment as it has been subjected to a searching critique” (Hall 1996: 1). De hecho,
Baumgarten, House y Ruano también son conscientes de que
[t]he wide and productive use of this notion [identity] in numerous
disciplinary areas in the last decades has, in effect, been paradoxically
accompanied by an increasing discredit and suspicion towards its nature, by
a deconstruction of the firm tenets of a once solid, essential and integral
concept (Baumgarten, House y Ruano 2005: 3).
No hay duda de que Ruano no se equivoca al afirmar que
[l]os fenómenos migratorios, el consiguiente aumento de la diversidad
etnocultural en los distintos países, y una globalización cuestionable que, en
cualquier caso, ha traído consigo un incremento del contacto intercultural
son el germen de nuevas formaciones sociales que – cierto, no sin una dosis
siempre excesiva de penurias y desgarro humanos – saltan de facto esos
muros de contención de la geografía tradicional, las fronteras políticas
(2007a: 7).
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Teniendo esto en cuenta, Hall da por sentado que “identities are never
unified and, in late modern times, increasingly fragmented and fractured; never
singular but multiply constructed across different, often intersecting and
antagonistic, discourses, practices and positions” (1996: 4).
De este modo, es comprensible que, con los cambios y los nuevos avatares
sociales, el concepto de identidad es
no longer a static, fixed, enduring and therefore automatically serviceable
category, but a problematic, ungraspable, undecidable construction, an
elusive fiction only existing when being stated and quickly vanishing again
right away, just present in the very act of its naming; ultimately, it is
perhaps merely an effect of language and nominalism (Baumgarten, House y
Ruano 2005: 3).
O, como estas mismas autoras repiten con palabras de Homi Bhabha, la
identidad se ve hoy como “never an a priori, nor a finished product; it is ever the
problematic process of access to an image of reality” (citado en id.).
Si, como ya hemos señalado, la identidad se construye dentro del discurso,
por medio del lenguaje, no tiene por qué parecer insólito que las identidades sean
en la actualidad el punto de partida de los grandes estudios de traducción. De
hecho, es que en nuestra sociedad, tan acostumbrada a la comunicación
instantánea y a viajes vertiginosos comparados con otras épocas, se ha producido
una multiplicación exponencial de los intercambios entre personas que no cruzan
otra frontera que la del idioma, ya que las otras han ido desapareciendo
progresivamente en nuestro continente (Ventura 2007: 6-7).
Así, la traducción se ha convertido en el rincón idóneo desde donde apreciar
y dar vida a las múltiples, y cada vez más variadas, identidades que surgen. Porque,
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como se nos repite en la introducción de Translation and the Construction of
Identity, “most components of identity become noticeable only when they are
activated by specific circumstances. And one of these special circumstances is
translation and other forms of intercultural communication” (citado en
Baumgarten, House y Ruano 2005: 4).
Realmente no es fácil descubrir y detectar las distintas identidades que se
esconden en los textos. Para decirlo con Ruano,
[p]ensar la realidad en términos traductológicos, pues, ayuda a cobrar
conciencia de las transformaciones y las diferencias que todo trasvase trae
aparejadas, y de los intereses a los que sirve, de las voces que se
representan y, por contraposición, las que en ellos se acallan (2007a: 8).
Y lo mismo afirma Hermans al remarcar que
translation presents a priviliged index of cultural self-reference, or … selfdefinition. In reflecting about itself, a culture, or a section of it, tends to
define its own identity in terms of ‘self’ and ‘other’, i.e. in relation to that
which it perceives as different from itself, that which lies outside the
boundary of its own sphere of operations, outside its own ‘system’ (citado
en Baumgarten, House y Ruano 2005: 4).
No quiero anticiparme a lo que veremos en otro capítulo, pero sí diré que
son muchos los lazos que unen traducción e identidades. “Inasmuch as ‘identity’ is
a polysemous, multifaceted concept with infinite dimensions and expressions, the
translation-related-aspects it allows to explore are many, and the approaches to
discover them necessarily plural” (ibid.: 5).
Será también a continuación cuando hable de lo diferente, del Otro, de todo
lo que está al margen; cuando me detenga a ver las relaciones de poder que se
alzan con fuerza en la traducción para (no) dar voz a las minorías, ya sean mujeres,
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inmigrantes, o culturas enteras relegadas al olvido. Del mismo modo, será más
adelante cuando preste al concepto de frontera la atención que precisa.
Pero para que todo ello sea posible y las líneas que sigan en otros apartados
cobren el sentido que pretendo, hay que tener siempre presente que las
identidades “emerge within the play of specific modalities of power” (Hall 1996:
4), y por lo tanto, “[identity is] a concept which is definitely worth keeping,
because without it certain key questions cannot be thought at all” (Baumgarten,
House y Ruano 2005: 4).
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De segundo…
El lenguaje… una realidad
LENGUAJE
In such a society as ours the only possible
chance for change, for mobility, for political,
economic, and moral flows lies in the tactics of
guerrilla warfare, in the use of fictions, of
language.
Kathy Acker
… la escritura no es más que un intento de
atrapar la voz humana en vuelo.
Guillermo Cabrera Infante
… it appears increasingly more difficult to
conceive a system of images and objects whose
signifieds can exist independently of language:
to perceive what a substance signifies is
inevitably to fall back on the individuation of
language: there is no meaning which is not
designated, and the world of signifieds is none
other than that of language.
Roland Barthes
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Empieza el juego, quien no haya llegado ya no juega. Se precisan 1000
puntos. El primer clasificado ganará un carro blindado nuevo. Menuda
suerte. Cada día leeremos la clasificación por ese altavoz de allí, al último
clasificado le colgaremos un cartel que dirá: Asno. Aquí en la espalda.
Nosotros estamos en el equipo de los súper malos que gritan sin cesar,
quien tenga miedo pierde puntos. En tres casos se pierden todos los puntos:
los pierden, uno, los que empiezan a llorar, dos, los que quieren ver a su
mamá, tres, los que tienen hambre y piden la merienda. ¡Nada de eso! Es
muy fácil perder puntos, porque hay hambre. Yo mismo ayer perdí 40
puntos porque no pude aguantar y pedí un panecillo de mermelada. De
albaricoque. Y el de fresa. Y nada de chucherías porque nosotros no os
vamos a dar, nos las comemos todas nosotros. Yo ayer me comí 20. Me
duele la barriga. Pero estaban buenas. Os lo aseguro. Perdonad que me vaya
enseguida pero estamos jugando al escondite y si no me tocará parar (La
vida es bella, 1998).
Dentro de un campo de concentración nazi, Guido hace creer a su hijo que
todo se trata de un juego en el que sólo ganará si no se deja ver por los “gruñones”
guardias alemanes. Si en La vida es bella el pequeño Josué, gracias al ingenio de su
padre, vive el holocausto como un juego, ¿qué más pruebas se necesitan para
demostrar que, parafraseando a África Vidal, el lenguaje determina nuestra visión
de la realidad puesto que vemos y creamos el mundo a través del lenguaje?
(1998: 18). En efecto, tiene razón esta autora al hacernos conscientes de que
no es la realidad la que crea el lenguaje sino a la inversa; que la realidad por
sí misma no existe, que la realidad es aquello que nos llega una vez
representado a través de signos de cualquier naturaleza (2005: 11).
De este modo, con un “¡Hemos ganado 1000 puntos! ¡Un carro blindado, es
para morirse de risa!”, Guido consigue disfrazar la terrible situación que están
viviendo para evitar el dolor de su hijo, quien en ningún momento se percata de las
barbaridades que están sucediendo a su alrededor, e incluso una vez que el campo
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es liberado por los estadounidenses, sale de su escondite y mira el tanque que
patrulla la zona pensando que es el premio que su padre le había prometido.
Puesto que, dice Álex Grijelmo, nada podrá medir nunca el poder que oculta
una palabra ya que
[c]ontaremos sus letras, el tamaño que ocupa en un papel, los fonemas que
articulamos con cada sílaba, su ritmo, tal vez averigüemos su edad; sin
embargo, el espacio verdadero de las palabras, el que contiene su capacidad
de seducción, se desarrolla en los lugares más espirituales, etéreos y
livianos del ser humano (Grijelmo 2007: 13),
es lógico aceptar que el lenguaje no está hecho para reflejar el mundo sino más
bien para construir interpretaciones acerca de él (Vidal 2005: 7). De aquí que el
punto de partida del postestructuralismo sea
la idea de que el lenguaje es el sujeto de la oración, que el concepto de
realismo ya no es equivalente a reflejo sino a artificio que representa según
lo que la sociedad y las reglas dominantes permiten enunciar (ibid.: 6).
Si, según las palabras de África Vidal al traernos a la memoria a Lacan, es el
lenguaje el que ahora crea la realidad y no a la inversa (Vidal 1998: 15), hay que
reconocer que “[l]anguage is the human being’s most powerful weapon” (Vidal
2003: 73). O, por decirlo de manera más sutil con Pierre Bordieu, también
podemos aceptar que
el hecho – tan cuidadosamente rechazado por los lingüistas y sus imitadores
– de que ‘la naturaleza social de la lengua’ sea ‘uno de sus caracteres
internos’, y de que la heterogeneidad sea inseparable de ella, es algo de lo
que debemos sacar todas sus consecuencias con perfecta conciencia de los
riesgos que semejante empresa entraña (1985: 7-8).
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Ya se anticipó hace tan sólo unos años que tal vez debiéramos
desprendernos de la ilusión de que el significante responda a la función de
representar el significado, de que es en el universo de sentido de una lengua
donde el universo de las cosas viene a ordenarse (Vidal 2005: 6).
Teniendo presente lo que apunta Bordieu al negar la inocencia de las
palabras y decir que cada palabra, cada locución puede revestir dos sentidos
antagónicos según la manera en que el emisor y el receptor vayan a tomarla (1985:
15), llegaremos a comprender la contradicción que él mismo saca a la luz, ya que
apunta que “la paradoja de la comunicación consiste en que, aunque implica un
medio común, sólo se produce … suscitando y resucitando experiencias singulares,
es decir, socialmente caracterizadas” (ibid.: 13).
Puesto que “[c]ada persona siente de manera distinta la representación que
de un objeto hacen las palabras, los colores, los sonidos” (Vidal 2005: 10), no cabe
duda de que lo diferente existe o, volviendo a dar vida a las palabras de África
Vidal, “en verdad, la diferencia importa” (2007a: 32).
Quizá, como destaca esta autora, “lo diferente nos fascine o nos irrite” (ibid.:
33), pero lo cierto es que de una manera u otra, la diferencia es esencial al
significado y, como tal, merece una mención en estas páginas.
To experience difference, to feel the characteristic resistance and
‘materiality’ of that which differs, is to re-experience identity. One’s own
space is mapped by what lies outside; it derives coherence, tactile
configuration, from the pressure of the external. ‘Otherness’, particularly
when it has the wealth and penetration of language, compels ‘presentness’
to stand clear (citado en Álvarez y Vidal 1996: 2 ).
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Al hablar del Otro, de lo diferente, es inevitable relacionar el lenguaje, y
como luego veremos también la traducción, con el poder. Es más, ya apunta Ruano
que
el lenguaje y la traducción reflejan las relaciones de hegemonía y
subordinación existentes, pero a su vez participan en su establecimiento,
consolidación o cambio; a través del lenguaje y la traducción se apuntala o
se subvierte el status quo, el (des)equilibrio de fuerzas que rige las
relaciones entre distintas culturas o identidades (2007a: 16).
Si, como hemos dicho, hablar del lenguaje (y de la traducción) nos remite al
poder, es porque según Bordieu
no hay que olvidar que esas relaciones de comunicación por excelencia que
son los intercambios lingüísticos son también relaciones de poder simbólico
donde se actualizan las relaciones de fuerza entre los locutores y sus
respectivos grupos (1985: 11).
En consecuencia,
[n]o se debería olvidar nunca que la lengua, por su infinita capacidad
generativa, pero también originaria en el sentido de Kant, originalidad que
le confiere el poder de producir existencia produciendo su representación
colectivamente reconocida, y así realizada, es sin duda el soporte por
excelencia del sueño del poder absoluto (ibid.: 16).
Prueba de ello es que en un mundo como en el que vivimos, en esta “época
heteróclita” (Vidal 1998: 20), la globalización también trae consigo el que se saque
a la luz la supuesta superioridad de unas identidades sobre otras a través del
lenguaje, a través de todos aquellos hablantes que están en posesión del código
dominante. Al reproducir las palabras de Bordieu, África Vidal nos vuelve a traer a
la mente que
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los dominantes existen siempre, mientras que los dominados no existen
más que si se movilizan o se dotan de instrumentos de representación,
entendiendo este último término tanto como representación política como
simbólica (2007a: 51).
Ya que, como hace hincapié Venuti, “any language use is also a site of
cultural and political asymmetries” (1998: 136), no es de extrañar que hablemos
de “a major language” y de “a minor language” (id.). Puesto que a continuación nos
detendremos a estudiar las minorías, y por ende, el uso del lenguaje del que estas
se valen, no dedicaré mucho tiempo a explicar aquí las diferencias entre ambos
conceptos, pero tampoco podemos pasar por alto que incluso para las minorías el
lenguaje es una herramienta importante ya que “[the language] is never simply an
instrument of self expression or communication, but a collective force, an
assemblage of forms that make up a semiotic regime” (id.).
No obstante, y una vez visto esto, hay que añadir que la mayor dificultad
radica en el hecho de que el poder, la fuerza, el peligro no está sólo en lo que se
dice, sino también, y especialmente, en aquello que se silencia. Para los grandes
cinéfilos será fácil rememorar una de las frases quizá más tiernas de la preciosa
historia dirigida y protagonizada por Roberto Benigni. Me refiero, para quienes no
se hayan dado cuenta, a ese “el silencio es el grito más fuerte”, palabras que
conmovieron y seguirán conmoviendo a todos aquellos que se dejen llevar por la
locura e imaginación de Guido, el protagonista de La vida es bella.
Efectivamente, esto está en consonancia con la idea defendida por África
Vidal, para quien “las palabras no significan lo que dicen ni dicen lo que significan”
(2005: 32) ya que, como ella misma recuerda al plasmar en su artículo lo afirmado
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por Duch, la palabra “‘hides’ far more than it explicitely confesses, disfigures far
more than it defines, separates far more than it joins together and insinuates far
more than it determines” (2003: 72).
Sin embargo, estos autores también son conscientes de que el no decir
entraña los mismos riesgos y puede revelar las actitudes más perversas y
poderosas. De aquí la importancia de “letting Otherness be heard” (Baumgarten,
House y Ruano 2005: 9) y, por tanto, como enseguida veremos, también de
“confirm the tolerance of the language of the translator when assimilating the
‘Other’” (Álvarez y Vidal 1996: 7).
Por resumir lo que hemos visto y seguiremos viendo en este trabajo, y
usando las palabras de Ruano, “[e]l lenguaje y la traducción son siempre armas de
doble filo, pues pueden proteger y amenazar a un tiempo, defender a través del
ataque, dar voz poniendo mordazas, silenciando otras voces” (2007a: 16).
20
Beatriz García Alonso
Y de postre…
El lenguaje… una realidad
TRADUCCIÓN
No eres la única en sentirlo (…) el momento
cultural se descubre en los fragmentos de una
relación creada (…) Se trata de la intuición del
poeta y del traductor, no la del historiador de
culturas o literaturas.
Charles Tomlinson
… translation, like all (re)writings is never
innocent
André Lefevere y Susan Bassnet
Translation, as an act of communication has always
been a unique source of knowledge and wisdom
for mankind. Translated texts have enriched the
intellectual life in the target communities, they
have sometimes introduced new linguistic
structures or new genres into the target language
and culture, but they may also have caused
irritation and confusion on the part of the target
readers (…) In other words, the linguistic
foundations of translation have to be seen in a
wider perspective, i.e. both the source text and the
target text are embedded in a situation and a
culture, and they fulfil a specific function in their
respective situations and cultures (…) The target
text, as a result of a translation process, reaches a
new audience because it transcends linguistic
boundaries. Translation, thus, can also be
characterised as cross-cultural communication.
Schäffner
21
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Estamos en el momento de mayor apogeo de la transformación de nuestras
sociedades multiculturales, y es en este preciso instante en el que la traducción
florece con esplendor por doble motivo: por lo que ofrece como posible respuesta
y por lo que exige en tanto reto pendiente (Ruano 2007a: 14).
En esta misma línea se encuentran las palabras de Susan Bassnett que
Román Álvarez y África Vidal recalcan en Translation, Power, Subversion, donde
puede leerse que
[g]lobally, this is the age of mass communications, of multi-media
experiences and a world where audiences demand to share the latest text,
be it film, song, or book simultaneously across cultures. Nor has the
development of English as a world language slowed down the process of
translation; it has, on the contrary served to emphasize the significance of
translation (citado en Álvarez y Vidal 1996: 1).
La traducción y la interpretación se han convertido hoy en día incluso en
elementos fundamentales en un juicio ya que, como descubre Susan Berk-Seligson,
“for judges, attorneys defendants, litigants, and witnesses alike, the presence of a
foreign language interpreter transforms normal courtroom proceedings into
bilingual events” (2002: 1). Del mismo modo, “[t]ranslation and interpreting
participate in shaping the way in which conflict unfolds in a number of ways”
(Baker 2006: 2). Es más, Mona Baker vuelve a recordar que, incluso, “a declaration
of war is, after all, a ‘linguistic act’” que se debe dar a conocer en todos los idiomas
(citado en id.).
Estos pequeños detalles no hacen sino destacar la ubicuidad y relevancia
que la traducción ha alcanzado en esta era, en la que, por decirlo con Suzanne Jill
Levine, “[t]raducimos para ser traducidos” (1998 [1991]: 11). Además, no hay que
22
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
olvidar que la traducción es una actividad que, al haber existido desde siempre, es
casi inherente al ser humano en tanto se trata de la acción interpretativa por
excelencia, de la comunicación entre los pueblos (Lefevere 1997 [1992]: 9). Por si
fuera poco, también somos conscientes de que “[a]s communication made the
world smaller every day, the translator became more and more of a necessity”
(Álvarez y Vidal 1996: 1).
Estas son sólo algunas de las razones que me llevan a detenerme tan
gustosamente en este apartado. En las páginas que siguen reflexionaré muy
brevemente en torno a la ideología, al papel del traductor y, no podía faltar, a su
manera de acercarse y (no) acercar al Otro. Y hablaré todo el tiempo de la
traducción en general puesto que, por emplear las palabras que nos presta Rosario
Martín Ruano,
además de fenómeno característico de nuestra era y condición sobrevenida
o sobrellevada, la traducción se postula asimismo como disposición activa y
respuesta anhelada, como actitud crítica deliberadamente asumida a modo
de cimiento de nuevas éticas: la traducción, por tanto, como proyecto, como
propuesta (2007a: 10).
23
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
El toque de la ideología
Cada persona traduce de manera diferente
cada imagen, cada forma.
África Vidal
Once we know that our knowledge is
construid, we can learn to live with the
limitations of perspective.
Theo Hermans
Antes de ponerse a escribir el libro que luego le valdría el premio Orange,
When I Lived in Modern Times, Linda Grant tuvo que visitar Israel en varias
ocasiones para aprehender, como ella misma afirmó, “the inner workings of the
Israeli psyche” (2000). La periodista y escritora británica, una judía no religiosa
perteneciente a la diáspora, se dio cuenta de que ante una misma realidad, las
cosas para “them and us” eran distintas. De hecho, confesó sin reparos que “[w]e
see angry Palestinian children being shot by soldiers and are outraged. The Israelis
don’t see the children – they see millions of Arabs, intent on their destruction” (id.).
Tal afirmación contribuye a hacer hincapié en la importancia de la ideología,
ese bagaje que carga cada uno a sus espaldas y que nos obliga a mirar alrededor de
manera distinta.
Pero especialmente destacable es el papel que la ideología
desempeña en la traducción, puesto que “[t]ranslation is an operation carried out
on language use. This undoubtedly means that translation itself is always a site of
ideological encounters (which often turn ‘sour’)” (Calzada 2003: 2). Esta misma
24
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
idea la recoge también Venuti en la introducción de Rethinking Translation al
recordar que “[t]he past experience of the individual will affect the translator”
(citado en 1992: 4).
Por ello, África Vidal se fija en que
[a]s translation is a rewriting of the original text and the translator,
inevitably, a manipulator, we are faced with the problem of what to do with
texts with an ideology which does not coincide with our own (2003: 73).
Esta es, sin duda, una cuestión preocupante, pues es irrefutable “[t]he role of
translation as a vehicle of oficial ideology” (Baumgarten, House y Ruano 2005: 11).
En su introducción a todo un libro que versa en torno a la ideología, María
Calzada empieza refrescándonos la memoria al remarcar que
[i]t is a truism that translation is as old as humankind. Ideology, for its part,
is hardly a new phenomenon either. Likewise, the combination of crosscultural encounters and ideological pressures has permeated history (2003:
1).
Aunque es cierto que la ideología no es algo nuevo, también es verdad que
el creciente interés que suscita hoy se debe, fundamentalmente, a los riesgos que
entraña el vivir en un mundo tan híbrido y multilingüe como el actual (Ruano
2007a: 15).
Lejos de considerar la ideología algo negativo, que es como se refleja en esta
cita de Van Dijk, “few of ‘us’ (in the West or elsewhere) describe our own belief
systems or convictions as ‘ideologies’. On the contrary, Ours is the Truth, Theirs is
the Ideology” (citado en Calzada 2003: 4 y Munday 2007: 196), María Calzada hace
énfasis en la vertiente más positiva del concepto y nos apunta que la ideología no
se limita únicamente a la esfera política, sino que tiene que ver con el modo de
25
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
pensar, de valorar y de actuar por el que se rige una comunidad al considerarlo la
norma (2003: 5).
De ahí que África Vidal se atreva a decir que “[e]l traductor está inmerso,
como todo ser humano, en las condiciones que le rodean, y por eso toma partido y
elige una u otra representación de la realidad” (2007b: 65). Asimismo, Maria
Tymoczko aporta su punto de vista al respecto y, basándose en la misma idea,
añade que
the ideology of a translation resides not simply in the text translated, but in
the voicing and stance of the translator, and in its relevance to the receiving
audience. These latter features are affected by the place of enunciation of
the translator, for that ‘place’ is an ideological positioning as well as
geographical or temporal one. These aspects of a translation are motivated
and determined by the translator’s cultural and ideological affiliations as
much as or even more than by the temporal and spatial location that the
translator speaks from (2003: 183).
Ya señalan Bassnett y Lefevere que “there is always a context in which the
translation takes place” (1990: 11). Por eso la traducción tiene un lugar y un
momento concreto; “[t]he ‘original’ is eternal, the translation dates” (1992: 3)
porque, por resumir a Venuti, las decisiones que se toman al traducir nunca son
tan seguras como aquellas del autor, cuya obra (“original”) pervive en el tiempo y
trasciende a cualquier cambio lingüístico, cultural o social que se produzca (id.).
Sabemos, por tanto, que ninguna interpretación de la realidad y, claro está,
ninguna traducción, puede presumir de ser objetiva.
26
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Por terminar con Rosario Martín Ruano,
[l]o que a partir del giro cultural se pone de relieve es que toda traducción,
incluso las que se proclaman fieles, exactas y objetivas, o las que una
comunidad recibe como tales, suscriben una ideología. Desde el momento
en que la traducción es un acto decisorio que exige escoger ciertas opciones
en detrimento de otras, el ideal de neutralidad se desvanece (2007b: 43).
27
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
El sabor del Otro…
ni dulce, ni salado
En todas las ficciones, cada vez que un hombre
se enfrenta con diversas alternativas, opta por
una y elimina las otras; en la del casi
inextricable Ts’ui Pên, opta – simultáneamente
– por todas. Crea, así, diversos porvenires,
diversos tiempos, que también proliferan y se
bifurcan.
J.L. Borges
Cada uno de nosotros está también
profundamente unido a la tierra de nuestro
hermoso país como lo están los famosos
jacarandás de Pretoria y las mimosas del
Veld… una nación arco iris en paz consigo
misma y con el mundo.
Nelson Mandela
Nadie se opone a la idea de que “[a]pproaching a culture inexorably implies
beginning a process of translation” (Álvarez y Vidal 1996: 3). De hecho, esta
relación entre lengua y cultura se ha estudiado desde el punto de vista de la
sociolingüística, la antropología y la psicolingüística. Hoy es más que sabido que la
traducción no sólo se produce entre dos lenguas diferentes, sino también entre dos
culturas diferentes (Hurtado 2001: 607), y de ahí que este trasvase de elementos
culturales presentes en un texto sea uno de los mayores problemas a los que se
enfrenta el traductor.
28
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Es irrebatible el hecho de que
[t]ranslation creates an image of the original, particularly for those who
have no access to the reality of that original. This image can undoubtedly be
very different from the truth, insofar as the translator can distort and
manipulate reality, because he is under the pressure of a series of
constraints, typical of the culture to which he belongs (Álvarez y Vidal 1996:
3).
Teniendo en cuenta que “[t]ranslation always implies an unstable balance
between the power one culture can exert over another” (ibid.: 4), salta a la vista
que, como advierten Roman Álvarez y África Vidal, “it is important to acknowledge
the consequences of manipulating the language and the problem of abuse of power
that translation can give rise to” (ibid.: 5).
Como venimos viendo, a la hora de traducir exteriorizamos todo aquello
que el lenguaje a veces desea ocultar: las diferencias entre clases sociales, razas,
sexos, creencias. O lo que el lenguaje quiere hacer constar (Vidal 1998: 19). Por
este motivo, no exageramos al desvelar que lo que está en juego en toda traducción
de la era postbabélica son no sólo significados, sino también, y sobre todo,
identidades, compromisos, posiciones políticas, actitudes conciliadoras o
resistencias y desafíos (Ruano 2007a: 19). Por ende, en la mayoría de las ocasiones
las traducciones sirven para perpetuar determinadas relaciones jerárquicas y
reforzar estructuras de poder (citado en Vidal 2007a: 59).
De aquí surge la importancia de “ser y pensar al Otro” (ibid.: 39), la
necesidad de “ensayar nuevas formas de concebir lo Otro, de relacionarse con él y
permitirle expresarse” (Ruano 2007a: 14).
29
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Es cierto que
[e]n la medida en que el reconocimiento de la pluralidad y el respeto de la
diversidad es uno de los retos asumidos por nuestra sociedad multicultural,
la traducción, efectivamente, emerge como disposición ideal para obrar la
construcción de nuestras sociedades (ibid.: 11).
Es más, podríamos decir que
translation forces us to respect the other – the other language, the other
person, the other text – yet it nonetheless requires us to assert ourselves,
and our own languages, in relation to this. It requires us to create a frame
that includes both self and other, both familiar and strange; in this I believe
it can serve as a model for all ethical and political thought (citado en ibid.:
11).
Sin embargo, robando las palabras a Ovidio Carbonell, “the issue of
translation as a paradigm of culture contact is not such a clear arena as it might
seem at a first glance” (1996: 79). Y es que, por evocadora que pueda resultar la
propuesta, los dilemas distan de agotarse y van, sólo por conocer alguno,
from how translation reflects and expresses identities to how identities are
performed, made or unmade through translation; from the potential of
translation to disseminate and give access to other identities, including
acclimatizing it to different cultural contexts, to the danger that translation
might distort and misrepresent, or altogether silence, the identity of the
Other, and so on (Baumgarten, House y Ruano 2005: 6).
Por consiguiente, lo ideal es, recomienda África Vidal, acercarse al Otro con
una actitud de escucha, voluntad de aprendizaje y capacidad de autoexigencia,
pues descubrir lo diferente implica a su vez descubrirse diferente. O, por emplear
las palabras exactas de otra autora, hay que otorgar al Otro la voz que merece
porque “[c]uando lo marginal concurre en pie de igualdad, lo dominante descubre,
por primera vez, su propia especifidad” (Ruano 2007a: 15).
30
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
La Otredad es un elemento fundamental de la realidad contemporánea, ya
que “la identidad de cada persona está constituida por lo que le falta, es decir, por
lo que le aporta el Otro” (Vidal 2007a: 44).
Por esta razón es crucial no hacer oídos sordos a lo que nos llega de fuera y,
además, seguir los consejos de todos aquellos que nos abren los ojos ante lo
desconocido y nos infunden una mirada crítica, imprescindible para permanecer
vigilantes ante las imágenes recibidas de lo Otro, prediseñadas a imagen y
semejanza del Poder dominante; y esencial, del mismo modo, para escapar de los
estereotipos prejuiciados, “tan naturalizados como distorsionadores, tendentes a la
homogeneización, incapaces de distinguir, valga la redundancia, las diferencias que
distinguen entre sí a los diferentes” (Ruano 2007a: 14).
Será en este contexto en el que el tercer espacio del que habla Bhabha se
alce con más fuerza, puesto que, al menos a día de hoy, traducir en el entre se
contempla como la gran posibilidad para avivar una comunicación entre culturas
en la que ni prime Occidente, ni se caiga en la discriminación positiva por la aboga
Venuti al hablar de una traducción fluida o no fluida, una de las tres dicotomías que
introduce en Rethinking Translation.
Partiendo de que, como ya apuntaron Lefevere y Bassnett, “translation
actually constitutes a culture” (Bassnett y Lefevere 1990: 8), y que “[c]ultural
asymmetry between two linguistic communities is necessarily reflected in the
discourses of their members, with the potential opacity and unacceptability this
may involve for the target cultural system” (Franco Aixelá 1996: 54), no hay recelo
31
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
al admitir que, efectivamente, la traducción es fuente de grandes retos, desafíos y
problemas aún sin descubrir.
Debido a la diferencia con lo otro, a todos esos rasgos culturales que pueden
hacernos cuestionar, e incluso rechazar, nuestra propia forma de vida, es crucial el
papel que desempeña el traductor al (no) acercarnos lo desconocido y, por tanto,
se debe sopesar la manera de hacerlo. No en vano,
translation provides the receiving society with a wide range of strategies,
ranging from conservation (acceptance of the difference by means of the
reproduction of the cultural signs in the source text), to naturalization
(transformation of the other into a cultural replica) (id.).
Puesto que, por adelantarme a la conclusión de lo que veremos en breve, los
extremos nunca han sido buenos, el tercer espacio, ese entre del que ya venimos
hablando, puede jactarse de ser hoy el mejor rincón para el traductor. La lengua
popular siempre ha defendido que en el medio está la virtud y, en efecto, es sólo a
caballo entre los dos mundos donde parece que el traductor puede ser fiel a ambas
partes y transmitir una visión del mundo, no neutra, pero al menos justa.
Aunque será en el apartado de las minorías, y concretamente en la parte
dedicada al postcolonialismo, donde más me centre en ese in-between, llegado este
punto me gustaría referirme brevemente a esas otras dos estrategias de
traducción, extremistas, por qué no decirlo, que han primado hasta ahora. Se trata
de estrategias que, a mi parecer, revisten gran importancia, pues lejos de referirse
sólo al Otro, dicen también mucho del traductor y su mundo. Así mismo lo afirman
también otros autores para quienes está claro que “[t]he choice between these
32
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
strategies will show, among other factors, the degree of tolerance of the receiving
society and its own solidarity” (id.).
Ha llegado el momento, entonces, de dedicar unas líneas a conceptos muy
próximos a Venuti tales como fluent translation y resistant translation (1992).
Empezaré refiriéndome a la primera idea, que ha sido desde siempre muy
importante para los editores, pues parecía residir aquí el éxito que una obra
pudiera tener en la cultura de llegada, en la que, parece ser, el lector se ha vuelto
un comodón y busca libros que se entiendan a la primera, donde todo se conozca y
no sea necesario indagar en el Otro para comprender el argumento. Venuti
también se da cuenta de la importancia del mercado, y detecta que “since fluency
leads to translations that are eminently readable and therefore consumable on the
book market, it assists in their commodification and contributes to the cultural and
economic hegemony of target-language publishers” (ibid.: 5).
Al hablar de traducción fluida, hablamos inevitablemente de neutralizar
diferencias, alzar con fuerza la homogeneidad, hacer prevalecer imágenes
estereotipadas, es decir, hablamos de crear el Otro que nos interesa, que vende,
que se entiende y, sobre todo, que no representa una amenaza para la cultura
dominante, que sigue siendo capaz de mantener su posición hegemónica. De aquí
que, como mantiene Rosario Martín Ruano,
en situaciones de hegemonía cultural, en culturas enseñoreadas, pagadas de
sí mismas, no es infrecuente que la traducción parta o se impregne de la
misma autocomplacencia que reina en el contexto que la propicia, de suerte
que la invitación a lo Otro, siempre selectiva, se condicione a una afinidad
de planteamientos y a la aceptación previa de ciertas reglas de entrada
(2007a: 12).
33
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Quizá sea de esto mismo de lo que partan Venuti y Suzanne Jill Levine al
hablar de la traducción como una experiencia narcisista, pues la fluidez nos lleva a
reconocer la propia cultura en la ajena, nos permite domesticar lo desconocido,
hacerlo inteligible e incluso familiar para el lector de la cultura meta. Se trata, en
resumen de “a labor of acculturation” (Venuti 1992: 5). Esto es porque
a fluent strategy effaces the linguistic and cultural difference of the foreign
text: this gets rewritten in the transparent discourse dominating the target
language culture, and is inevitably coded with other target-language values,
beliefs and social representations, implicating the translation in ideologies
that figure social differences and may well arrange them in hierarchical
relations (according to class, gender, sexual orientation, race, nation) (id.).
Las traducciones fluidas siguen, pues, sin duda alguna, una ética
etnocéntrica y ombliguista que subyuga al Otro a los parámetros de lo conocido
(Ruano 2007b: 44). De tal empresa parece haber sido Occidente el gran maestro ya
que, en vez de articular las diferencias culturales, ha intentado, con uñas y dientes,
conservar el sujeto; o, mejor dicho, convertirse en el sujeto. Y de este modo, se
vuelven especialmente relevantes las palabras de Rosario Martín Ruano, quien
alerta de que “[l]a traducción termina siendo una especie de máscara que permite
a quienes la encomiendan ejercer de ventrílocuo, poner otra voz a sus
pensamientos o quizá simplemente escucharse hablar” (Ruano 2007a: 12).
Mientras que, como apunta Venuti, este tipo de traducciones fluidas tienen
como resultado la “self-annihilation” del traductor y contribuyen “to the cultural
marginality and economic exploitation which translators suffer today” (Venuti
1992: 5), pues aquí no hay duda de su invisibilidad; la estrategia de resistencia
defendida por el traductólogo no hace sino poner de relieve que la traducción es
34
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
diferente al original y a otros textos de la lengua de llegada, es decir, anima a ver al
traductor como coautor, a valorar su visibilidad y, en definitiva, a apreciar su
ingente participación en el contexto social en el que actúa. Por eso, afirma con
rotundidad que
such strategies [resistant translation strategies] can help to make the
translator’s work visible, inviting a critical appreciation of its cultural
political function and a re-examination of the inferior status it is currently
assigned in the law, in publishing, in education (ibid.: 13).
No obstante, estas estrategias de resistencia no sirven sólo para dar vida al
traductor, sino también al Otro, a las minorías, a lo extraño, a todo aquello
diferente. En este sentido,
resistant strategies can help to preserve the linguistic and cultural
difference of the foreign text by producing translations which are strange
and estranging, which mark the limits of dominant values in the targetlanguage culture and hinder those values from enacting an imperialistic
domestication of a cultural other (id.).
Este tipo de traducción, catalogada por Venuti como progresista, resalta la
diferencia y defiende a las comunidades culturales minoritarias frente a las
dominantes (Hurtado 2001: 618).
Si bien se trata de una visión romántica de la traducción, que se utiliza como
herramienta para tratar de cambiar el mundo, lo cierto es que esta actitud
paternalista de Venuti tampoco está exenta de problemas. Y es que no es cuestión
de sentir pena por las minorías, ni de considerarlas mejores. La clave está en no
arrancarle la lengua a nadie, en trabajar con la diferencia pero sin intentar en
ningún momento la identificación con el Otro, haciendo familiar lo extraño y
manteniendo la Otredad, sin sacrificar la diferencia ni apropiársela.
35
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Es aquí donde anida la importancia del tercer espacio de Bhabha (1996), ese
lugar desde el que ser crítico con lo establecido y pensar críticamente la norma
(Vidal 2007a: 46). Aquí reside la fuerza del in-between, en este punto es cuando
estamos en disposición de comprender el concepto de subalterna del que habla
Spivak (2006), ahora es cuando por fin podemos entender que una cosa es querer
hablar por ellos (una intención benevolente que encierra un acto de apropiación), y
otra muy distinta, hablar con ellos (citado en Vidal 2007a: 35).
Porque se trata, en palabras de África Vidal, de entender la traducción como
“un acto de comunicación intercultural, un acontecimiento que desea fusionar
horizontes, llegar al otro, amarlo, como dice Cixous, aun sin enterderlo” (1998: 8).
36
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
El traductor… o el chef del texto
The translator is a writer whose singular
originality lies in the fact that he seems to
make no claim to any.
Maurice Blanchot
La página en blanco a la que se enfrenta el
traductor es la superficie que refleja la trama
del mundo, los miedos de todos, nuestras
emociones y esperanzas, en medio de una
multiplicidad de sensaciones que aceleran el
pulso y estallan al romper el blanco de la hoja
con el primer brochazo.
África Vidal
Una vez vista la importancia de la traducción y de las estrategias que esta
ofrece, me parece imprescindible cerrar este apartado dedicando unas líneas al
traductor, a su ética, y a la trascendencia de su actuación. Aun siendo una pieza
irremplazable y absolutamente necesaria en el panorama actual, el traductor,
todavía a día de hoy, no ha recibido el reconocimiento no ya que busca, sino que
merece. Tristemente, y aun cuando sí se han producido algunos logros, en cierta
manera sigue estando vigente una idea que ya recogió Hermans años atrás, y según
la cual “translation is a difficult task that brings much labour and little honour, for
whatever the perfect translator may achieve, the honour always goes to the
original writer” (citado en 1985: 111).
37
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Parece que al pensar en la traducción, inmediatamente aquellos que miran
la profesión desde fuera comienzan a hablar de diccionarios. Para ellos pasa
desapercibido que
[t]raducir implica decir por primera vez aquello que sin embargo había sido
ya dicho, decir otra cosa aparte del texto mismo, pero con la condición de
que sea ese mismo texto el que se diga (Vidal 2005: 36-37).
Sólo quienes conocemos y tratamos de descubrir la fuerza del lenguaje
somos quienes comprendemos la dificultad y los quebraderos de cabeza que se
esconden en ese mismo. Sabemos, como nos descubre Eco, que definir la
traducción como una actividad que consiste en “decir lo mismo en otra lengua”
(2008: 13) es, sin duda, una respuesta vaga, incompleta, confusa y, por qué no,
irrisoria.
A partir del giro cultural que se produjo en la década de los noventa,
traducir es reescribir, y esto implica que el autor ha dejado de ser el único en
posesión del verdadero sentido de su texto, y el lector/traductor ha pasado a ser
coautor. Esta idea también se extrae de las palabras de Bassnett, para quien el
traductor se vuelve alguien “who operates from a position of plurality and who
carries out a role that is charged with immense responsability” (citado en Vidal
2007b: 62). En estas circunstancias, la traducción se torna movimiento, cambio,
poder y desconstrucción. Ahora más que nunca, se resalta con firmeza que
“[t]ranslation as a bridge between cultures may also be a source of separation
when it reaffirms received stereotypes” (Carbonell 1996: 83). Por esta razón, el
traductor corre el peligro en determinadas situaciones de identificarse con el más
38
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
débil y, en otras, con quien ocupa una posición de poder, y sabe que en ambos
casos está faltando a su deber (Vidal 2007a: 84).
[T]he translator is no longer a secondary figure but has become someone
who, perhaps better than anybody else, recognizes the importance of representation, knows that any crystallization can turn into snow, salt or
flower on the end of a twig. He knows that his task is to unravel connections
and clear bridges of any mud with enormous care and great responsability,
because the meaning of words can disappear on wet lips (Vidal 2003: 72).
Como traductores, deberíamos ser conscientes de que participamos en la
construcción de la identidad y una vez constatado esto, será la ética de cada
profesional la que le lleve a intentar por todos los medios ser responsable. Como
apunta África Vidal, no se trata de que “el traductor tenga que transformar la
realidad y se convierta en un revolucionario o en un redentor de causas perdidas a
base de reestructurar o cambiar el mundo con una traducción sesgada” (Vidal
2007a: 84-85).
Basta con ser conscientes de que al traducir, aun cuando intentemos pasar
de puntillas, siempre se produce un roce que modifica y transforma todo para que
nada quede igual. De aquí que frecuentemente se establezca un paralelismo entre
el oficio del traductor y el arte del funambulista, “que debe luchar contra la
gravedad, la tensión del cable y su propio equilibrio, inmerso como está en un
torbellino de fuerzas” (ibid.: 108).
Y puesto que ya no traducimos lenguas, sino culturas, se buscan además
traductores biculturales, aún mejor multiculturales, que estén a la altura de las
nuevas circunstancias ya que “their role is to act as bridges, go-betweens,
mediators between the various communities and cultures” (citado en Baumgarten,
39
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
House y Ruano 2005: 12). Traductores capaces de andar sobre la fina cuerda que
une una cultura con otra, capaces de mantener el equilibrio, la distancia justa entre
los dos mundos, traductores a quienes rara vez se les permite tambalearse y nunca
caer al suelo. Personajes que siempre están en pie, que no conocen barreras,
micrófonos de aquellos cuya voz apenas se escucha, limas que saben cuándo
eliminar asperezas. En definitiva, una sociedad tan abierta, y al tiempo tan
desorientada como la nuestra, requiere la presencia de traductores ambiciosos,
amantes de su quehacer (que en vez de ser un oficio es más bien un modo de vida);
re-escritores, co-autores conscientes de que la gran belleza de la traducción reside,
precisamente, en que no es ajena al hombre y a su tiempo, sino que evoluciona con
ellos (Vidal 1998: 20).
40
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
MINORÍAS: Un sabor diferente
Use the minor language to send the major
language racing.
Deleuze and Guattari
A pesar de que el inglés sea una lengua cada vez
más dominante, yo estoy por la labor de
reivindicar las no dominantes, porque cuanta
más multiplicidad haya, mejor. Contrariamente
a lo que dice el mito de Babel, lo que me parece
horrible es el antes de Babel. La posibilidad
misma de una lengua universal me pone los
pelos de punta, porque normalmente esa lengua
universal ya sabemos por dónde iría, y a favor
de quienes.
Jacques Derrida
El Otro, al trasladarse al territorio de lo Mismo,
lleva tras de sí una identidad que debe acercarse
a otro mundo si quiere que se le reconozca una
determinada condición.
África Vidal
Si, como venimos viendo, hablar de lenguaje, y especialmente de traducción
(o reescritura) es hablar de poder, las minorías ocupan, sin duda alguna, un lugar
primordial en este trabajo. Hablamos de mujeres, de latinos, de gays y lesbianas, de
aquellos que se separan de la norma, de quienes son diferentes, de los que lejos de
cumplir con todo lo que dicen las clases dominantes van tejiendo su propia
41
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
historia, aun a sabiendas de que para ello están renunciando, o lo han hecho
durante mucho tiempo, a su voz.
La aparición del feminismo, de las teorías postcoloniales y la creciente
importancia de las teorías gays de la traducción están ensayando, y probando,
nuevas formas de dar cabida a estas voces en los textos, porque no se trata de
hacerles un sitio, sino de darles su sitio. Aunque se han logrado progresos, las
minorías siguen siendo una cuestión problemática latente en el panorama actual,
mas ya apunta Venuti que “relations of power and domination have always existed
between languages” (1998: 136).
Teniendo en cuenta el eje fundamental en torno al cual gira todo este
trabajo, es decir, constatar que, en efecto, es el lenguaje el que crea la realidad, no
hay duda de que tanto los dominantes como los dominados usarán también el
lenguaje a su manera, con una intención distinta para ambos grupos, eso sí, pero
igualmente marcada.
Lo iremos viendo con ejemplos reales, ya que introduciré brevemente el
tema de las minorías basándome sobre todo en las aportaciones de Venuti, y
después pasaré a comentar casos de chicanas, feministas y políticos.
Hablar de chicanas y chicanos supondrá, claro está, adentrarme en las
teorías postcoloniales, en la hibridación, en el concepto de frontera, en el entre y en
la expresión de los sentimientos de la narrativa hispana. Pero si estos autores
recurren a una lengua u otra dependiendo de la situación y de las emociones que
esta les despierte, y tratando siempre de rebelarse contra la cultura dominante; las
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
grandes exponentes de la traducción feminista mostrarán cómo el lenguaje puede
ser un arma letal para acabar con el machismo, demostrar la igualdad (o hasta
supremacía) de la mujer, y en ocasiones, a mi parecer, exagerar la realidad. Por
último, me detendré a comentar algunos aspectos llamativos referentes a las
traducciones políticas, pues aunque quienes ostentan el poder no son, en ningún
caso, minorías, la manera en que aluden a ellas y tratan de manipularlas sí es digna
de mentar.
Sabemos, entonces, que en la traducción influyen relaciones entre el
lenguaje del grupo políticamente dominante, que busca la homogeneidad, y el
lenguaje minorizado, aquel que se desvía de la norma universal y de los estándares
imperantes (Vidal 2007b: 64). De ahí que Venuti reconozca el carácter inevitable
de la violencia de la traducción, que no deja de ser inherente al proceso
traductológico. Se trata, pues, según él,
de una violencia agazapada, lista para saltar en cualquier momento o lugar
de la producción y recepción del texto traducido en función de los
constructos culturales y sociales específicos de un momento histórico o de
un lugar (citado en id.).
Por supuesto, esto se debe a que las normas, reglas y convenciones tenidas
en cuenta al traducir están íntimamente ligadas a los valores, a la noción de lo que
una comunidad dada considera correcto o apropiado. Por tanto, estas normas son
las que aseguran la perpetuación de dichos valores al tiempo que reflejan las
jerarquías de poder que prevalecen en dichas comunidades.
Es, en consecuencia, pertinente llegado este punto hablar de minorías
porque el giro cultural ha supuesto desentrañar las relaciones de poder, la fuerza y
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
la trama de autoridad que condiciona y subyace a toda traducción de un texto. Si,
como nos recuerda Rosario Martín Ruano, la traducción (o reescritura) ha pasado
de ser “just a window opened on another world” y se ha convertido en una
“práctica social”, un “acto político”, “una responsabilidad política, ideológica y
estética” , un ”compromiso político” y un “posicionamiento ideológico” (citado en
2007b: 41), es fácil entender que a la los textos traducidos se les equipare, como
vimos, bien a puntales que consolidan el poder que encierran, o bien a ataques,
más o menos directos y sutiles, que pretenden minar y transformar el status quo
(id.).
Puesto que la traducción es “the sheer play of difference”, “the very play of
this difference” (citado en Venuti 1992: 13), procede ya hablar de los sujetos
diferentes, pero no de los dominantes, quienes ya se han ocupado solos de darse a
conocer, sino de los dominados, de aquellos que se acallan en los textos o cuya voz
se hipoteca.
Para decirlo con Venuti, entendemos por minoría “a cultural or political
position that is subordinate, whether the social context that so defines it is local,
national or global” (1998: 135). Obviamente, los conceptos de “mayoría” y
“minoría” son siempre relativos, pues uno depende del otro, y al tiempo, ambos
dependen del momento. En la literatura chicana, por ejemplo, los mexicanos,
puertorriqueños y cubanos trasladados a Estados Unidos se consideran minorías
ya que, estando a caballo entre dos mundos, al final no pertenecen ni a uno ni a
otro. Este sentimiento de marginación también lo experimentan las feministas y,
44
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
de hecho, las propias canadienses comienzan diciendo que ellas son doblemente
marginales por ser traductoras y mujeres.
Antes de pasar a ahondar en la distinción entre los major languages y los
minor languages de Venuti (1998) y quienes le secundan, me gustaría hacer un
inciso y ver que, en efecto, tal y como apuntan las feministas, “translation today is a
minor use of language, a lesser art, an invisible craft” (ibid.: 135). Tal afirmación se
fundamenta en que, por un lado, aun cuando ya ha caído la idea del original, pues
se sabe que ya no significa más que lo viene antes, lo que inicia, desencadena o
libera una nueva palabra (Vidal 2007a: 108), la traducción sigue gozando de
menos privilegios y vítores que el texto al que complementa y cuya supervivencia
asegura. Además, por otro lado, la práctica traductora intenta comunicar aquello
que, por definición, se considera marginal, lo extraño, las diferencias lingüísticas y
culturales que necesitan reescribirse totalmente en otra lengua para resultar si no
familiares, al menos inteligibles (Venuti 1998). Por ende, ya se nos advierte que
“the translation is therefore likely to be forgotten, neglected, or repressed as the
foreign is variously assimilated to target codes, values, and institutions” (ibid.:
135).
Cerrado el paréntesis, volveré al asunto que nos ocupa y señalaré, con pocas
palabras, a qué nos referimos al hablar de major o de minor languages (ibid.: 136138). En primer lugar, el major language es aquel que pertenece al grupo
políticamente dominante y, por consiguiente, es el que se rige por las normas, el
estándar, la lengua de la homogeneidad. Por el contrario, los minor languages nos
llevan a hablar de los grupos dominados, de aquellos que se sitúan en una posición
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
inferior dentro del panorama político; es la lengua de la heterogeneidad, de
quienes se separan de la norma. Lo más importante es que “minor language use
evokes de history of its domination” (ibid.: 137), y de ahí que “minor translation
strategies evoke not an authorial personality or psychology but a linguistic
community, an ethnicity, a gender, or sexuality” (id.). Así, a la hora de transmitir un
mensaje, el mero hecho de usar un minor language puede ser un acto político,
porque puede tratarse de una protesta acerca de su condición de minoría, o incluso
de una lanza arrojada con fuerza contra el poder dominante (incluyendo en este
culturas, sexos, grupos étnicos…).
Como iremos viendo a continuación, “translation is a channel opened, often
not without a certain reluctance, through which foreign influences can penetrate
the native culture, challenge it, and even contribute to subverting it” (Lefevere
1992) . La traducción debe servir para descubrir una cultura, para defender ideas
políticas, para luchar contra la opresión. Y los ejemplos abundan.
46
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
FEMINISMO: Sabor a mujer
El caso de la traducción feminista es, pues, el caso
de una doble marginalidad, por eso el peligro es
también doble.
África Vidal
Translators live between two cultures, and
women translators live between at least three,
patriarchy (public life) being the omnipresent
third.
Luise von Flotow
Cuando Simone de Beauvoir escribió en 1949 “on ne naît pas femme, on le
devient” (citado en von Flotow 1997: 5 y Moya 2004: 195) estaba ya, claro está,
sacando a la luz la cuestión del género. Para ella, como se deduce de esta expresión,
lo femenino es más bien algo sociológicamente cultural que en absoluto tiene que
ver con las diferencias sexuales de la biología, es algo, por decirlo con Virgilio
Moya, “que se aprende en la sociedad que hemos heredado” (2004: 195). De forma
similar lo explica von Flotow, quien apunta que
[t]he final product ‘woman’ is a result of education and conditioning” en
tanto que “she is turned into a woman by the society she grows up in and in
response to the expectations that society has of women (1997: 5).
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Quizá esta frase pueda considerarse el germen, o uno de tantos, del
movimiento feminista que cobró fuerza a finales de los sesenta. Esa era of feminism
de la que habla la anterior autora se hizo palpable en la vida pública y académica, y
dejó también su impronta en las altas esferas intelectuales, de modo que a lo largo
de las tres últimas décadas han proliferado los estudios en los que los asuntos de
género aparecen entrelazados con el lenguaje. De hecho, Sherry Simon nos
recuerda que “[l]a libération des femmes passe par le langage” was a familiar
rallying call of the 1970s: women’s liberation must first be a liberation of/from
language” (Simon 1996: 8). Las feministas concluyen que ellas también tienen
derecho a hablar, a utilizar su voz y su palabra, porque la palabra lejos de ser pura
bisutería, como les habían contado, es fuerza, creatividad y poder. O, haciendo más
hincapié, las feministas “saben mejor que nadie que el silencio mata y la palabra
vivifica” (Moya 2004: 196).
De aquí la complicidad que surge entre los estudios traductológicos y los de
género, ambos preocupados por las diferencias entre hombres y mujeres en las
distintas culturas, la manera en la que estas se dejan ver en el discurso, y la forma
de trasladar, mediante la traducción, tales rasgos culturales a otros espacios
inmersos en valores distintos. De hecho, “[g]iven the political weight that both
feminist thinkers and the ‘political correctness’ reaction have assigned to language,
it is clear that gender must become an issue in translation” (von Flotow 1997: 1).
The most compelling questions for both fields [translation studies and
feminism] remain: how are social, sexual and historical differences
expressed in language and how can these differences be transferred across
languages? What kind of fidelities are expected of women and translators –
in relation to the more powerful terms of their respective
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
hierarchies?...Translators communicate, re-write, manipulate a text in order
to make it available to a second language public. Thus they can use language
as cultural intervention, as part of an effort to alter expressions of
domination, whether at the level of concepts, of syntax, of terminology
(Simon 1996: 8-9).
Posiblemente no podríamos traer a colación un ejemplo mejor que el de las
feministas para ilustrar, como venimos constatando, que es el lenguaje el que
construye la realidad, que vemos el mundo a través de los ojos de las palabras. En
esta escuela no cabe duda de que el lenguaje es un arma de poder muy convincente
y, de ahí, su lucha por volver a conquistar un espacio que les fue hace arrebatado
por el hombre. No llama la atención, pues, que se preocupen más por el lenguaje en
sí que por los mensajes que conlleva (Moya 2004: 202). Ya advierte Sherry Simon
que “language does not simply “mirror” reality; it contributes to it” (1996: 9)
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
El deseo de pensar y escribir siendo mujeres
Translation: being so perfectly bilingual makes
me just as marginal as being a female.
Susanne de Lotbinière-Harwood
Si las lenguas ocultan la individualidad de la
mujer, las sociedades no se quedan atrás y
ocultan su cuerpo con velos y vestidos largos,
burkas e hiyabs.
Virgilio Moya
Las traducciones son – o han sido hasta hace
relativamente poco –“les belles infidèles” (como
las mujeres, que debían ser o bellas o fieles)
África Vidal
La traducción en la ya mentada era of feminism, un período enormemente
influido por el pensamiento feminista, ha marcado de manera importante la
práctica traductora. Por un lado, debido al carácter novedoso de la escritura
feminista surgida en la década de los setenta, las traductoras (o coautoras, que es a
lo que ellas aspiran) han tenido que hacer frente a infinidad de retos lingüísticos y
culturales. Se trataba de una literatura experimental en tanto exploraba un terreno
hasta el momento desconocido o, mejor dicho, arrebatado, prohibido. El objetivo
fundamental era “develop new ideas and a new language for women”, sobrepasar
los límites marcados por el patriarchal language que tanto ocupa a las feministas y
demostrar que las mujeres pueden pensar y escribir (von Flotow 1997: 15). Para
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
ello, la clave estaba en intentar dar con nuevas palabras, construcciones
gramaticales, imágenes y metáforas, transgresoras de la tradición, puede decirse,
pero fieles a sus ideas políticas. En definitiva, una nueva forma de pensar que
requiere un nuevo lenguaje.
Language fails me as soon as I try to speak of new experiences. Supposedly
new experiences that are cast in the same old language cannot really be new
(citado en id.).
Por otro lado, una vez que el movimiento feminista define el lenguaje como
una poderosa arma política, en el ámbito de la traducción empiezan a manejarse
con fuerza dos conceptos relevantes, intervención y censura. Para las traductoras
feministas traducir se convierte en una actividad política que debe hacer visible el
sujeto femenino a través del lenguaje (Vidal 1998: 102). De hecho, como nos
recuerda Virgilio Moya, “parten del reconocimiento de que les asisten dos
derechos: el derecho como mujeres al alfabeto y el derecho como traductoras a
intervenir en los textos” (Moya 2004: 196).
Por último, como consecuencia de ese despertar feminista, se han dado a
conocer muchas obras de autoras condenadas al anonimato, al silencio. Sabemos
“que la historia de la literatura está salpicada de mujeres que tuvieron que ocultar,
si no su rostro, sí su nombre bajo el nombre de pila del marido o bajo un nombre
de guerra varonil” (ibid.: 213). Por ejemplo, Susan Sontag, todo un icono feminista,
confesó haber escrito un libro con el nombre de un marido suyo (id.). Asimismo, en
el mundo de la música han sido pocos los que han valorado la faceta compositora
de Clara Schumman, cuyo nombre siempre ha estado más a la sombra del de su
esposo, considerado el único compositor de la familia (Chamberlain 1992: 57).
51
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Inmersa en la mentalidad machista del siglo XIX, la propia pianista confiesa en su
diario que “alguna vez creí que tenía talento creativo, pero he renunciado a esta
idea; una mujer no debe desear componer. Ninguna ha sido capaz de hacerlo, así
que ¿por qué podría esperarlo yo?”
En este contexto, teniendo en cuenta que muchas mujeres, y otros grupos
marginados, han quedado fuera de los cánones patriarcales, no sorprende que el
feminismo se alce como una queja del margen contra el centro. Y tampoco debe
extrañar en absoluto que la fuerza de este movimiento y los desafíos que plantea
su nueva literatura impulsaran nuevas teorías de la traducción. Es más, ya apunta
von Flotow que “the practical work of translating experimental feminist writing
has thus politized numerous translators” (1997: 24). Y en un momento idóneo.
Fue a mediados de los años ochenta cuando comenzó a tomar forma la idea
de una teoría feminista de la traducción. Era una época en la que reinaba el interés
por las cuestiones de identidad y su relación con el lenguaje, por las diferencias
culturales y por la igualdad y solidaridad entre los seres humanos. Por ello, no es
casualidad que el lugar de nacimiento de esta nueva escuela fuera Canadá, pues se
trata de una sociedad muy preocupada por las minorías y que, de este modo,
intentó lavar su conciencia y hacer justicia ante los estragos, según las feministas,
producidos por el canon clásico de la cultura occidental al dejar a las mujeres
relegadas al olvido.
El ambiente generado por el movimiento feminista y el desarrollo del
postestructuralismo crearon el panorama ideal para que el feminismo aplicara sus
teorías a la traducción. La desconstrucción minó por completo los conceptos de
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Autoridad, Autor, Original, Univocidad; murió el Sujeto (por recordar a Barthes y
Foucault) y con él, la visión que hasta el momento se tenía de la traducción. Si la
práctica
traductora
pasa
a
convertirse
en
una
actividad
descriptiva,
irremediablemente visible y es más, hasta hermenéutica, no es difícil entender que
para las feministas más radicales la traducción pasara a ser una actividad política
cuyo objetivo no era otro que dar visibilidad y vida a las mujeres en la lengua y en
el mundo (ibid.: 27-29).
Desde esta postura radical, presente tanto en la escritura feminista como en
su reescritura (o simplemente traducción), el lenguaje, colonizado por el uso y el
abuso de los patriarcas, se considera la causa de la opresión, exclusión,
trivialización y vituperación de las mujeres. Para estas feministas, se trata de un
lenguaje muy peligroso para la confianza, la autoestima, la creatividad e, incluso, el
desarrollo psicológico de las féminas (von Flotow 1997: 8-9 y Moya 2004: 201).
The radical feminist view, then, is of women who live and speak within the
confines of a man-made symbolic universe. They must cope with the
disjunction between the linguistically validated male world view and their
own experience, which cannot be expressed in male language. Indeed, since
language determines reality, women may be alienated not only from
language but also from the female experience it fails to encode (citado en
von Flotow 1997: 9)
De ahí que quieran encontrar un lenguaje nuevo y nuevos géneros literarios
que reflejen y respondan a la realidad de las mujeres. Que eviten repetir la misma
historia porque, como destaca Luce Irigaray, “[s]i nous continuos à nous parler le
même langage, nous allons reproduire la même histoire. Recommencer les mêmes
histoires” (citado en id. Y Moya 2004: 201).
53
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Sin llegar a este extremo, las feministas reformistas, por su parte, ven el
lenguaje “as a symptom of the society that spawned it, accepting it as conceivable
reformable, if good intentions prevailed” (von Flotow 1997: 8).
Como puede verse, unas y otras pretenden, en mayor o menor medida,
verse representadas en la lengua, por lo que está claro que uno de los objetivos de
la teoría feminista de la traducción, como nos recuerda África Vidal, “es acabar con
un lenguaje sexista y con la larga lista de conceptos que relegan a la mujer y a la
traducción tanto en el ámbito social como literario” (Vidal 1998: 104).
Sin duda, a lo largo de la historia, la mujer y la traducción han estado
siempre ancladas en una posición de inferioridad. “[T]ranslators are handmaidens
to authors, women inferior to men” (Simon 1996: 1). Por este motivo, autoras
como Nicole Ward Jouve y Susanne de Lotbinière-Harwood comentan sin
preámbulos que “the translator occupies a (culturally speaking) female position” o
dicen de sí mismas que “I am a translation because I am a woman” (citado en id.).
Dejando atrás el papel sumiso que les habían impuesto durante años, las
mujeres (traductoras) supieron aprovechar la ocasión y se pusieron manos a la
obra. Había que resexualizar el lenguaje, jugar con las palabras y con la gramática,
acabar con los mitos y, sobre todo, derrocar a un Sujeto fuerte, androcéntrico,
central, universal. Escudándose en la desconstrucción, las feministas someten el
lenguaje a su causa y toman los textos como excusa para lanzar, como si de
tirachinas se tratasen, sus ideas políticas. Así lo confiesa la propia von Flotow,
según la cual Derrida “ha otorgado a la traductora el derecho e incluso el deber de
abusar del texto original” (citado en Moya 2004: 199).
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Sin embargo, no es cierto que de la mano de Derrida podamos llegar tan
lejos. En primer lugar, porque ese derecho y deber no son tales, puesto que para el
padre de la différance, que él escribe con –a ya que significa “diferencia” y
“aplazamiento” (ibid.: 170), la traducción nunca es definitiva, pues el significado
del “original” es siempre inestable, y esto es algo, simplemente, inevitable (Vidal
1998: 117). Asimismo, al traductor derridiano lo que le fascina es “tocar lo
intocable” (citado en Moya 2004: 178) pero siempre con guantes de seda, con
suavidad, pues la forma tan violenta y ruidosa en la que muchas feministas se
acercan al texto no hace sino impedir que el lector de la traducción oiga lo que dice
el texto (ibid.: 201); o, parafraseando a África Vidal, las teorías feministas más
radicales acaban convirtiendo la traducción en una actividad tan violenta como la
que intentan desbancar (Vidal 1998: 117). Si bien es verdad, como constata
Rosario Martín Ruano, que las traductoras feministas ejercen la traducción
convencidas de que se trata de una práctica altamente creativa mediatizada por la
lectura de quien la firma y, por ende, parcial, interesada, abarrotada de ideología y
nunca inocente (2007b: 42-43); tampoco hay que llegar a la sobreinterpretación de
la que habla Eco porque, aunque el posmodernismo haga de la traducción una
écriture, no hay que olvidar que existen unos límites y, en consecuencia, debemos
evitar caer en la tentación de convertirnos en centros de poder. Ya dice Virgilio
Moya que “un texto puede tener sentidos, pero no todos los sentidos del mundo”
(2004: 201), o, usando las palabras de Eco, “es el texto el que contrata las reglas”
(citado en id.).
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Cada cucharada sabe a mujer
As a feminist translator, my choices – of words,
of works to take on – are informed by the
emerging culture, which means that our
references can now be found within the sphere
of work done by women. We have a feminist
dictionary, an encyclopedia, theoretical works,
fiction, criticism, translations, prefaces to
translations – all of these are beginning to
constitute a women’s culture. We don’t have to
go out into patriarchal space to have our work
validated or to seek the authority it confers to
the work. Conversely, I feel that the feminist
translation strategies I`m developing contribute
to this emerging women’s culture.
Susanne de Lotbinière-Harwood
No escriban, traduzcan, y así podrán ganarse la
vida honradamente.
Consejo de Stendhal a las mujeres
Las escritoras feministas, y por ende, también sus traductoras, fuerzan el
lenguaje hasta el extremo, no dejando escapar ninguna oportunidad para dar vida
a las mujeres en el texto. Primero son las escritoras feministas las que, como señala
Virgilio Moya, experimentan movidas por ese “afán de adentrarse en los vericuetos
de la filología para correr los velos patriarcales de las palabras y dejarlas al
desnudo, para llegar a su significado prístino” (Moya 2004: 202). Pero estas
autoras no juegan solas con el idioma sino que arrastran con ellas a sus
traductoras, para quienes estar a la altura de las nuevas circunstancias se vuelve
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
una ardua tarea, pues, como señala von Flotow, “they [difficulties in wordplay
translation] have a particular effect in the translation of feminist experimental
writing” (1997: 21).
Aun cuando, tal y como nos advierte Virgilio Moya, jugar con las palabras
siguiendo las reglas impuestas por el feminismo encierra el peligro de “ver
gigantes donde sólo hay molinos” (2004: 202), la traductóloga canadiense se
defiende y defiende el juego idiomático diciendo que “it is also a way to fight back”
(1997: 21). De hecho, tanto ella como otras traductoras (o traditoras) como
Suzanne Jill Levine están de acuerdo al afirmar que “puns are punishment” (citado
en ibid.: 20), y por tanto, la experimentación significa dolor (el que padecen las
mujeres obligadas a vivir en la extraterritorialidad del lenguaje patriarcal) y al
tiempo, también pelea, pues están seguras de que no es más que otro modo de
devolver los golpes (ibid.: 21).
En lenguas como el francés en las que los nombres, los adjetivos y los
participios deben mostrar explícitamente el género, las plumas feministas son
capaces de alterar incluso la gramática para derrochar feminidad en el discurso.
Así, introducen neologismos tan femeninos como maternell, homoindividuell,
essentielle o incluso ma continent; o masculinizan algunas palabras, como en el caso
de laboratoir para dejar constancia de que en ellos la ausencia de la mujer
salta(ba) a la vista (ibid.: 22). Otros juegos importantes que también se pueden
lograr con la gramática francesa son los que están relacionados con la marca de
género del participio pasado. Basta con añadir la e final para resaltar que es de
ellas de las que estamos hablando. Un ejemplo claro es el que recoge Howard Scott,
57
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
quien en la política del aborto descubre partes como “le ou la coupable doit être
punie” (citado en id.). Esa e es suficiente para mostrar que es a la mujer a la que se
castiga. Las autoras feministas tampoco dejan incólume el plano fonético y se
aprovechan de terminaciones en elle que, sin duda, suenan a mujer. Brossard
parece toda una experta en la feminización del lenguaje ya que a ella se deben
versos como los siguientes:
Fricatelle ruisselle essentielle aime-t-elle dans le touche à tout qui arrondit
les seins la rondeur douce des bouches ou l‘effet qui la déshabille? (citado
en ibid.: 23)
Con tanto experimentar con el lenguaje como han hecho las escritoras feministas,
es lógico que
[w]hen confronted with texts full of wordplay and fragmented syntax,
translators have had to develop creative methods similar to those of the
source-text writers; they have had to go beyond translation to supplement
their work, making up for the differences between various patriarchal
languages by employing wordplay, grammatical dislocations and syntactic
subversion (ibid.: 24).
Las traductoras feministas están seguras de que con su trabajo no hacen
sino colaborar con el movimiento feminista y, así, dicen convencidas que
“translation in the feminine is a political act, and an act of women’s solidarity”
(citado en ibid.: 24).
Para ellas, igual que para el feminismo en general, traducir se convierte en
una actividad política. Cansadas de ser consideradas segundonas, las traductoras
feministas reivindican un rol marcadamente activo y, aún más, beligerante. La
traducción se vuelve su arma política empleada para dar visibilidad a la mujer, y
58
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
también a la traducción. Esta es la razón por la que, nos recuerda Rosario Martín
Ruano, se rebelan, por un lado, contra un orden social, cultural y lingüístico
tradicionalmente androcéntrico y, por si fuera poco, también contra el modelo
cultural dominante que, respecto del original, “asigna a la traducción unas
funciones secundarias y reproductoras que reflejan una estructura de roles
claramente sexuada” (2007b: 42). De ahí que no pocas veces se oiga de boca de
traductoras feministas afirmaciones tales como
I consider translation a political activity. I’m a feminist, and through my
work on language I’m putting my politics into practice via translation. The
subject, or ‘I’, translating is not neutral, has never been neutral, contrary to
popular belief (citado en Vidal 1998: 109).
Hay que dar voz a las mujeres porque, como defiende Spivak, una vez que el
Otro se decide a hablar, lo importante es que el Uno oiga lo que dice, pues, no hay
duda, el acto de habla no se completa hasta que no te escuchan (citado en Moya
2004: 196). El otro gran deseo que alberga la práctica traductora feminista es el de
reforzar la visibilidad del traductor, aspiran a la autoría y, en consecuencia, ponen
en entredicho la figura del autor. Con la traducción feminista asistimos, por decirlo
con Virgilio Moya, “a una gran inflación del yo traductor” (ibid.: 210), pero no de un
yo cualquiera, sino de un yo traductor femenino, porque las feministas ponen todo
su empeño en dejar bien claro que estas traducciones son obra de mujer. Algunas
utilizan los textos a su capricho y conveniencia, los arriman a su causa y les hacen
decir lo que ellas quieren que digan, ya sea interviniendo en ellos directamente o
mediante prólogos, introducciones o comentarios que acompañan a las obras
traducidas.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Like parody, feminist translation is a signifying of difference despite
similarity […] Meaning discerned and assigned by the translator becomes
visible in the gap or the surplus which separates target from source text […]
The feminist translator affirming her critical difference, her delight in
interminable re-reading and re-writing, flaunts the signs of her
manipulation of the text. Womanhandling the text in translation means
replacing the modest, self-effacing translator. The feminist translator
immodestly flaunts her signature in italics, in footnotes – even in a preface
(citado en Vidal 2003: 83).
Con el fin de adueñarse de un espacio y adquirir mayor visibilidad, las
traductoras feministas se valen de tres técnicas fundamentales conocidas como
supplementing, hijacking y prefacing and footnoting (Vidal 1998: 112; Moya 2004:
208 y Simon 1996: 14-16).
Se trata pues, de complementar el original y hacerlo crecer en la traducción,
de “secuestrar” el texto al autor y femininizarlo deliberadamente, o de hacer
prólogos, artículos, notas al margen de la traducción y a pie de página con el fin de
dejarse ver y de remarcar que lo expresado en las obras no coincide con sus ideas o
con su causa. Empleen una u otra técnica, lo que todas estas pretenden es alzar la
voz, como mujeres y como traductoras, ser visibles y, en definitiva, demostrar su
valía. Para ello tienen que echar mano de una creatividad ingente, porque no todas
las lenguas permiten los mismos juegos, y para el feminismo cualquier matiz es
especialmente importante.
Las traductoras feministas explotan hasta la saciedad las posibilidades del
lenguaje, y llegan, como no, incluso a exagerar. Cargan de culpa a palabras
etimológicamente inocentes y les suponen matices machistas o racistas. No
contentas con manipular el vocabulario, tratan también de meterse con la sintaxis,
de alterar todo cuanto tengan a su alcance con tal del dejarse ver, pues es la
60
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
coautoría, entre otras cosas, una de sus metas principales. Es decir, han tenido que
ir más allá de la traducción para completar su trabajo y que desarrollar métodos
creativos similares a los de los autores de los textos originales.
Prueba de ello es que introducen neologismos o transfieren al inglés
términos del original francés cargados de feminismo, como bien podría ser el caso
del masculinizado laboratoir o del, por el contrario, feminizado essentielle (del
essentiel francés). Al enfrentarse a juegos de palabras difíciles de mantener como
en el ejemplo francés antes citado en el que predomina el sonido elle, en un alarde
de imaginación sustituyen este sonido introduciendo el pronombre she. Sin duda,
el resultado es cuanto menos llamativo (citado en von Flotow 1997: 23):
Fricatelle ruisselle essentielle aime-t-elle dans le touche à tout qui arrondit
les seins la rondeur douce des bouches ou l‘effet qui la déshabille?
Does she frictional she fluvial she essential does she in the all-embracing
touch that rounds the breasts love the mouths’ soft roundness of the effect
undressing her?
Igualmente necesario es saber compensar el texto a la hora de traducir el ejemplo
también ya mencionado con anterioridad (ibid.: 22-23):
Le ou la coupable doit être punie.
The guilty one must be punished, whether she is a man or woman.
Ante la inexistencia de esa e en el participio pasado que tanto juego da a las
feministas francesas, al pasarlo al inglés los traductores han sabido recurrir a otras
tácticas.
61
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
No menos interesantes son las palabras que rescata Virgilio Moya de
distintas traducciones feministas: re(her)ality, (his)story, (her)story. De hecho, la
propia von Flotow utiliza esta estrategia al pasar al inglés las palabras de Irigaray:
“If we continue to speak the same language, we will reproduce the same (his)story.
Repeat the same (his)stories” (ibid.: 10). Tampoco les importa llevar a cabo un
cambio de orden, es decir, trastocar el orden convencional de las palabras en el
discurso, que es fruto de una estética machista y patriarcal, y decir his and her,
women and men… Esta táctica, entre otras muchas, la emplea Susanne de
Lotbinière-Harwood en la traducción de Lettres d’une autre de Lise Gauvin, en la
que se apropia sin escrúpulos del texto y lo manipula sin compasión, o como en su
día juzgó el periodista David Homel, “[t]he translator … is so intrusive at times that
she all but hickjacks the author’s work” (citado en Vidal 1998: 113). En ese afán
por dejarse ver, como mujer y como traductora, se sirve al tiempo de recursos
tipográficos como las comillas o la cursiva para resaltar algunos de los absurdos
del inglés convencional y acabar con la estética tradicional del lenguaje. El
súmmum de su vena feminista se observa cuando interviene tan claramente en el
texto como en el caso de la victoire de l’homme, que osa traducir como our victory
(Moya 2004: 210 y Vidal 1998: 114).
También se convierte en una auténtica secuestradora del texto Linda
Gaboriau, quien al asumir que tiene patria potestad sobre la obra, se atreve a
traducir Ce soir j’entre dans l’histoire sans reveler ma jupe («Esta noche yo entraré
en la historia sin subirme la falda») como Tonight I shall step into history without
opening my legs («Esta noche entraré en la historia sin abrirme de piernas»). A
pesar de que su traducción de esta frase sacada de la obra de teatro La nef des
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
sorcières es, sin duda, más fiel a la causa feminista, lo cierto es que resulta mucho
más impactante y sorprendente que el mismo original y que la traducción de David
Ellis («Tonight I shall enter history without lifting up my skirt») (citado en Moya
2004: 209; Vidal 1998: 112 y von Flotow 1997: 19).
Aunque es menos transgresora, también merece la pena pararse a valorar
alguno de los fragmentos de la traducción de Suzanne Jill Levine de la obra La
Habana para un infante difunto. Al traducir las palabras de un narrador que dice
“ningún hombre puede violar a una mujer” (sobreentendiendo “si ella no pone algo
de su parte”) por no wee man can rape a woman hay que hablar de una reescritura
en lo femenino que no busca sólo socavar las bases de la letra, sino también las del
contenido. (Moya 2004: 204) Tal y como apunta Virgilio Moya,
mientras Cabrera Infante se distancia del texto e ironiza, la reescritora de
Infante’s Inferno se toma ese lenguaje en serio, interviene en el texto por
consigna y lo censura en nombre de una causa para decir ingeniosamente lo
que sus lectoras quieren oír, sin importarle si resulta lógico que un narrador
machista diga eso o no (id.).
Conviene recordar que esa visibilidad de la que tanto había hablado Venuti
y que luego obsesiona a las traductoras feministas está también presente en los
prólogos, introducciones y comentarios que acompañan a los textos traducidos, y
en los que las palabras que más aparecen son yo y mi.
Las traductoras comentan y explican el trabajo que han hecho, algo que
también hace De Lotbinière-Harwood en su traducción de Lettres d’une autre. En el
prólogo titulado “About the her in other”, la feminista escribe:
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Dear reader,
Just a few words to let you know that this translation is a rewriting in the
femenine of what I originally read in French. I don’t mean content. Lise
Gauvin is a feminist, and so am I. But I am not her. My translation practice is
a political activity aimed at making language speak for women. So my
signature on a translation means: this translation has used every possible
feminist translation strategy to make the feminine visible in language.
Because making the feminine visible in language means making women
seen and heard in the real world. Which is what feminist is all about (citado
en von Flotow 1997: 29).
No les basta con desbancar mitos tan arraigados como el de Babel y
sustituirlos por otros como el de Pandora, eso sí, previamente adaptado a su forma.
También hacen una nueva reescritura de la Biblia, incluyen sus biografías y
fotografías con el texto traducido y, por si fuera poco, incluso proponen que los
textos de las mujeres los traduzcan sólo las mujeres y los de los varones sólo los
varones. Se trata de algo a todas luces ilógico, claro está, pues
¿quién ha dicho que no puede haber más empatía entre un hombre y una
mujer que entre dos mujeres de ideologías contrapuestas? Porque no todas
las mujeres piensan igual, ni todas las mujeres escriben pensando sólo en
las mujeres (Moya 2004: 217).
O, robando las palabras de Sherry Simon, “[g]ender issues in translation are
relevant to men as well as to women. Men can adopt the precepts of feminist
translation theory; women can successfully translate texts by men” (1996: 169).
No me pararé a comentar las críticas (entre otras Arrojo 1994) que suscitan
las feministas ya que no es este el asunto que nos ocupa. Aun cuando nuestro
objetivo es estudiar los distintos usos que se puede hacer del lenguaje para
construir la realidad, tampoco me parece de recibo acabar este apartado sin decir
que, a mi parecer, las traducciones de las feministas radicales encierran más
64
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
problemas que soluciones ofrecen. Con tantos cambios como realizan en esa lucha
por lograr la autoría, las feministas dejan el texto “reducido a simple pretexto para
exhibir su musculatura femenina” (Moya 2006: 211). Cuanto más protagonismo,
más luz, se otorgan estas traductoras, más en la sombra quedan las autoras, y
mucho más en silencio sus textos. Es cierto que tras cada libro se encuentra el
lector-autor, pero lo malo es que algunas feministas, por volcar tanta energía en la
autoría, se han olvidado por completo de lectura.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
EN LA FRONTERA: el sabor de dos mundos…
The doubleness is me: I am yo and you and tú
and two.
Gustavo Pérez Firmat
Actualmente habitamos, nos guste o no,
espacios híbridos, en el entre – entre culturas,
entre lenguas, entre formas distintas de ver la
vida.
África Vidal
¿No es intencionado el uso que hacen de la(s) lengua(s) quienes, obligados a
caminar siempre entre dos aguas, pertenecen a varias culturas y en realidad a
ninguna? ¿Por qué, cuando dedica a sus padres su obra Woman Hollering Creek and
Other Stories (1991), Sandra Cisneros emplea un spanglish que, por supuesto,
sorprende a aquellos que apenas conocen los secretos del postcolonialismo?
For my mama,
Elvira Cordero Anguiano,
who gave me the fierce language.
Y para mi papá,
Alfredo Cisneros Del Moral,
quien me dio el lenguaje de la ternura.
Estos cuentitos se los dedico
con todo mi corazón
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Y ¿por qué extraño motivo la protagonista de “Bien Pretty” al hacer el amor por
primera vez en español, se da cuenta de que las sensaciones en una lengua y otra
cambian completamente?
I’d never made love in Spanish before. I mean not with anyone whose first
language was Spanish … ¡Ay! To make love in Spanish … to have a lover sigh
mi vida, mi preciosa, mi chiquitita, and whisper in that language crooned to
babies, that language murmured by grandmothers, those words that
smelled like your house, like flour tortillas, and the inside of your daddy’s
hat … Nothing sounded dirty or hurtful or corny. How could I think of
making love in English again? English with its starched r’s and g’s. English
with its crisp linen syllables. English crunchy as apples, resilient and stiff as
sailcloth (Cisneros 1991: 153).
Se trata, parece, de un mestizaje lingüístico casi natural, simbiosis de dos
lenguas estructuralmente diferentes que, a fuerza de compartir territorios
geográficos, llegan a una convivencia a simple vista armoniosa. Sin embargo, la
utilización simultánea o alternada de ambas lenguas obedece casi siempre a
códigos sociológicos y psicológicos muy sutiles. Como apunta África Vidal, los
escritores híbridos, mediante esta utilización del lenguaje, tratan de rebelarse
contra la idea de que las lenguas de las culturas fuertes no sólo tienen poder sino
también son los únicos campos de conocimiento válidos. Porque el que las
publicaciones académicas y los avances de la ciencia se hagan mayoritariamente en
dos o tres lenguas, podríamos decir que hasta en una sola, no quiere decir, de
ningún modo, que la epistemología de las lenguas subalternas sea menos válida
(Vidal 2007a: 73).
En resumidas cuentas, el lenguaje refleja unos valores, un modo de vivir y
los prejuicios de una cultura respecto a otra. Es una manera de expresar actitudes
ante la vida y ante las formas de Poder.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
De ahí que sean autores de procedencia hispana emplazados, por diferentes
motivos, en la cultura angloamericana los que mejor demuestren que el lenguaje,
desde un lado y desde otro, nunca es inocente. Estos escritores híbridos viven en la
frontera o, por decirlo con Pérez Firmat, “on the hyphen” (citado en ibid.: 60), y esa
es la razón por la que usan la lengua de manera muy especial. Lejos del uso
estándar, emplean un idioma que está a mitad de camino entre lo fuerte y lo débil,
pues sólo así logran reflejar sus formas de vida y actitudes concretas contra el
logos occidental. Se trata de escritores que tienen, como nombra Moraga, una
“bicultural mind” (citado en ibid.: 63) y, en consecuencia, “se sienten viajeros cuya
misión no es guardar un solo espacio y defender sus fronteras sino atravesar
territorios, abandonar posiciones prefijadas” (ibid.: 62).
La suya es, entonces, una literatura fronteriza, no sólo en el sentido
geográfico de la palabra, puesto que su temática nace en la encrucijada entre dos
mundos. Navegan entre dos orillas, dos culturas, dos mentalidades y, sobre todo,
dos lenguas. Estos chicanos o, por recordar con África Vidal a otros autores, los
escritores de la cultura de “the new mestiza”, “the new world (b)order” de
Guillermo Gómez-Peña o, en definitiva, los “one-and-a-halfers” (citado en ibid.),
dejan ver en el lenguaje que utilizan los dilemas existenciales, la esquizofrenia
lingüístico-cultural y el conflicto interior y, por extensión, intercultural del que son
víctimas (Ruano 2007a: 16). Nos referimos, como hemos dicho con Pérez Firmat, a
la “generación del uno y medio” ya que no es ni la primera generación, que no
acepta influencia alguna de la sociedad a la que emigra, ni la segunda, plenamente
incorporada a la sociedad norteamericana (citado en Vidal 2007a: 47).
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Although they belong to the so-called ABC generation (American-born
Cuban), they are Cubans in name only, in last name. A Better abbreviation
for them would be the reverse, the CBA generation (Cuban-bred
Americans). Like other second-generation Americans, my children maintain
a connection to their parents homeland, but it’s a bond forged by my
experiences rather than their own. For David and Miriam Cuba is endearing,
hopefully an enduring fiction as ethereal as the smoke and as persistent as
the smell of their grandfather’s cigars (which these days are not even Cuban
but Miamian) (citado en id.).
De hecho, ya precisa la anterior autora, el lenguaje es casi lo único que les
queda a todos aquellos pueblos que tienen la necesidad de definirse como algo
distinto (citado en ibid.: 61) Se trata de gentes diferentes, eso no puede ponerse en
tela de juicio, pues no se sienten españoles ni viven en un lugar donde el español
sea la primera lengua, pero tampoco son ingleses, porque ni mucho menos son
anglos.
For a people who are neither Spanish nor live in a country in which Spanish
is the first language; for a people who live in a country in which English is
the reigning tongue but who are not Anglo; for a people who cannot entirely
identify with either standard (formal, Castillian) Spanish tongue nor
standard English, what recourse is left to them but create their own
language? (citado en id.).
Tener una identidad en/de la frontera supone tener el corazón doble, o tal
vez roto, dividido. Los escritores híbridos, al igual que los exiliados y quienes
diariamente llegan (o tratan de hacerlo) a costas lejanas a su tierra, no se sienten
ni de un mundo ni de otro. Están en tierra de nadie o, mejor dicho, carecen de
tierra propia, pues en el lugar del que han partido ya les consideran extranjeros y,
al tiempo, en el país al que llegan no les ven sino como turistas. De ahí que se
amparen en el lenguaje, con el que consiguen reflejar un sentimiento que poco
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
tiene que ver con el lugar en el que se vive ya que, es obvio, “ser latino es un estado
del alma” (id.).
I have been accused by various Latinos and Latinas. Chicano Spanish is
considered by the purist and by most Latinos deficient, a mutilation of
Spanish. But Chicano Spanish is a border tongue which developed naturally.
Change, evolution, enriquecimiento de palabras nuevas por invención o
adopción have created variants of Chicano Spanish, un nuevo lenguaje. Un
lenguaje que corresponde a un modo de vivir (citado en id.).
Al hallarse entre dos mundos (y dos lenguas en situación de diglosia), se
habla una lengua del entre, pero la elección nunca es inocente. Es más, puede llegar
a ser incluso un proceso doloroso, pues los intercambios lingüísticos dejan de ser
tan sólo una vía de comunicación y pasan a convertirse en una actualización de las
relaciones de poder simbólico presentes continuamente en cualquier cultura. El
español, como es de esperar, goza de menor prestigio en Estados Unidos respecto
al inglés debido a que el nivel económico y social de las minorías hispanas también
es inferior. Por ello, la reacción de la ya conocida “the new mestiza” es compleja y,
en cierta manera, contradictoria. Por un lado, quizá sienta un exagerado deseo de
integración que se manifiesta en ocasiones por el rechazo y hasta el menosprecio
de la lengua materna. El deseo de olvidar los orígenes conduce, inevitablemente, a
la aculturación.
Un buen ejemplo para ilustrar lo anteriormente dicho es, cómo no, la actitud
de Suzie Bermiúdez, una emigrante puertorriqueña que vive en la gran manzana y
a la que Ana Lydia Vega presenta como la típica “nuyorican” que al principio
pretende por cualquier medio ocultar sus orígenes. Da un toque anglo a su
pronunciación y adopta las formas de vida de la sociedad norteamericana porque,
70
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
ya nos recuerda África Vidal, “se siente superior a quienes dejó atrás y está
encantada de que a Mother se le ocurriera la brilliant idea de emigrar” (ibid.: 75).
Es consciente de que de no ser así, posiblemente:
Se hubiera casado con algún druken bastard de billar, de esos que nacen con
la caneca incrustrada en la mano y encierran a la fat ugly housewife en la
casa con diez screaming kids entre los cellulitic muslos mientras ellos hacen
pretty-body y le aplanan la calle a cualquier shameless bitch. No thanks.
Cuando Suzie Bermiúdez se casara, porque maybe se casaría para pagar
menos income tax, sería con un straight All American, Republican, churchgoing, Wall-Street business man, como su jefe Mister Bumper porque esos sí
son good husbands y tratan a sus mujeres como real ladies con el manual de
Amy Vanderbilt y todo (citado en id.).
Su lado más latino surge de nuevo, sin embargo, cuando vuelve a Puerto
Rico de vacaciones. Alojada en un hotel a su altura, según los anuncios lleno de
“beautiful people” y próximo a un “mar tan strikingly blue”, Suzie no puede
resistirse, en español, a los encantos de un camarero nativo, sin duda, su gran Latin
Lover.
Es curioso que, mientras que al principio Suzie “preferiría mil veces perder
un fabulous job antes que poner Puerto Rican en las applications de trabajo y
morir de hambre por no coger el Welfare o los food stamps como todos esos lazy,
dirty, no-good bums que eran sus compatriotas”, al final, en un momento de pasión
desenfrenada, desde “los skyscrapers inalcanzables de una intra-uterine orgasm”,
los half-opened lips de la puertorriqueña con “los cabellos teñidos de Wil Auburn y
desrizados con Curl-free” soltaron un “¡VIVA PUELTO RICO LIBREEEEEEEEEEEE!”
que resonó con más fuerza que nunca (citado en ibid.: 75-76)
Al estar atrapados entre dos culturas, la lengua elegida refleja siempre
sentimientos distintos según sea la lengua materna o la de la otra cultura.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Her daughters never called her Mom except when they wanted her to feel
how much she had failed them in this country. She was a good enough
Mami, fussing and scolding and giving advice, but a terrible girlfriend
parent, a real failure of Mum (citado en ibid.: 62).
El inglés se asocia al poder, al dinero, a la nueva vida. Por ello, aunque
eviten que se les arranque su lengua materna, reconocen que sólo hablando como
los anglos podrán prosperar, obtener ventajas. Esto lo sabe Gloria Anzaldúa mejor
que nadie, ya que recuerda cómo su profesora inglesa le pegaba con la regla en los
dedos cuando la sorprendía hablando español, y cómo también su madre le
advertía sin cesar que para llegar a ser algo en la vida tenía que hablar
correctamente la lengua del poder:
I remember being caught speaking Spanish at recess – that was good for
three links on the knucles with a sharp ruler. I remember being sent to the
corner of the classroom for “talking back” to the Anglo teacher when all I
was trying to do was tell her how to pronounce my name. “If you want to be
American, speak American. If you don’t like it, go back to Mexico, where you
belong”
“I want you to speak English. Pa’ hallar buen trabajo tienes que saber hablar
el inglés bien. Qué vale toda tu educación si no hablas inglés con un “accent””,
my mother would say, mortified that I spoke English like a Mexican. At Pan
American University, I, and all Chicano students were required to take two
speech classes. Their purpose: to get rid of our accents (citado en ibid.: 65).
El español, por el contrario, se considera la lengua de la ternura. Por ese
motivo, el padre de Miguel, el protagonista de How Tia Lola came to visit stay
(2002), por mucho que aconseje a su hijo en inglés, a la hora de decirle cuánto lo
quiere sólo puede hacerlo en español.
“One other thing,” he tells his dad, lowering his voice. “I wish Tía Lola… I
mean, she was supposed to come for a visit… and she’s still here… and she
won’t even try to learn English…”
“Is that so? Maybe it’s
good to have your aunt around so you have to practice your Spanish.”
“But the kids at school already think I’m different enough,” Miguel explains.
72
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
He is surprised that he is telling his father this much. “They can’t even
pronounce my last name!”
His father has gone very quiet
on the other end. “Mi’jo,” he finally says, “you should be proud of who you
are.
Proud
of
your
Tía
Lola.
Proud
of
yourself.”
It is Miguel’s turn to be quiet. He knows his father is saying softly. “You’ll
grow into that proud the older you get. Te quiero mucho,” he adds. “Don’t
forget” (Julia Álvarez 2002: 36-37).
También su madre utiliza esta lengua para referirse a él y a la pequeña Juanita con
dulzura.
“Miguel, amor, your mother can tell you how to do that” (ibid.: 49-50)
Así, cuando el niño tiene que usar la megafonía del aeropuerto para llamar a
la Tía Lola, en español, por supuesto, se pone tan nervioso que las únicas palabras
que logra articular son “Hola Tía Lola. Te quiero mucho” (ibid.: 11). Le cuesta tanto
hablar español que en ese instante, al ponerse ante el micrófono, tan sólo se le
viene a la mente ese “Te quiero mucho”, pues son “the corny words his mother says
every night when she tucks him into bed, the ones that she has just called out when
he and Juanita climbed out of the car, pop out” (id.).
Los sentimientos que despiertan ambas lenguas son tan distintos que,
incluso, hay cosas que no se pueden decir en otra lengua que no sea la materna.
Por ejemplo, uno, por muy lejos que viva de su tierra, siempre contará en su lengua
materna; y algo similar le sucedió a Margarita Cota-Cárdenas al escribir su novela,
Puppet:
Writing Puppet in Spanish was, at the time, a deliberate and, I might add, a
political language choice for Cota-Cárdenas. When I asked her why she
wrote Puppet in Spanish she said that for her there were many things she
couldn’t say in English, many things she would hear in her memory, the
joke, the dicho (saying). It was also a resistance to what she felt was
linguistic and cultural annihilation (citado en Vidal 2007a: 73-74).
73
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
En su relato “Sunland”, Gloria Velásquez también presenta mediante el
lenguaje un choque cultural. Por un lado, al hablar de la abuela Soledad, que ya es
demasiado mayor para vivir sola, los protagonistas tienen que hacerlo en español,
pues es la lengua de la comunicación con ella. Sin embargo, al describir los
aspectos materiales y el progreso, no pueden sino recurrir al inglés.
Al terminarse la happy reunión, los cuatro hijos procedieron en fila hacia la
recámara de doña Soledad. (…) A su lado quemaba una vela de la Virgen de
Guadalupe cuyo olor se mezclaba con el de los orines anaranjados del
vacinero que quedaba al pie de la cama. Tenía los ojos abiertos con la
mirada fijada en la pared, como si estuvieran revisando los retratos que la
rodeaban, e de su esposo que, con los bigotes negros y el sombrero de paja
se parecía a uno de aquellos antiguos oficiales de la Revolución Mexicana.
(…) El hijo mayor, después de rascarse la barriga: -Es mejor que vuelva
conmigo, que muera en su país. -¿Y qué va a hacer allá tan lejos? Yo me la
podría llevar a California por un tiempo. Tengo una casa grande: bi-level,
three bathrooms. The girls would love it. – En mi opinion, Happy Heaven es el
lugar para ella. Tienen air conditioning, saunas privadas para los viejos y
bingo games every Wednesday night (citado en Soler-Espiauba 2001: 4).
Está claro que el español está ligado a las generaciones anteriores, y es
también la lengua a través de la cual se transmiten las costumbres, las tradiciones
culinarias, las emociones y los recuerdos. De este modo, Gabriela, la pequeña
protagonista de “El Pavo”, de Alice Gaspar de Alba, para conseguir el pavo de
Acción de Gracias tal y como lo hacía la abuela (que era la transmisora de
celebraciones, fiestas y platos sabrosos), intenta persuadir al padre, al que se dirige
en inglés, para que convenza al abuelo, a quienes ambos hablan, por miedo y
respeto, en español:
74
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
- ¿Qué me compraste, Daddy, los pencils pa la escuela? You know that?
-Habla
español,
hija,
tu
abuelo
te
va
a
pegar.
-¿Por qué tengo que hablar ‘spañol’? This is a free country.
- Free or not, young lady, you talk Spanish in this house. It’s his house, ¿me
entiendes?
- Yes, Daddy. I mean: Sí, Papi” (citado en id. y Vidal 2007a: 76).
Y cuando la niña suplica al cielo que el abuelo acepte la compra del pavo, reza así:
-Dígale que sí, Grandma, Please. Please, Baby Jesús, please Holy Father
(citado en Soler-Espiauba 2001: 4)
Sandra Cisneros, en los Acknowledgments de su obra antes citada, Women
Hollering Creek and Other Stories, vuelve a hacer gala de su gran maestría usando
las dos lenguas de manera muy diferenciada. No hay duda de que para esta autora,
una vez más, el inglés es la lengua de la tecnología y el capitalismo y, por ello,
produce en ella sensaciones distintas a las que provoca el castellano, la lengua del
corazón, de los suyos.
Mi Querido Público,
(…) Gracias to my mother, la smart cookie, my Sand L financial bailout more
times than I like to admit. (…) Praise to la bien linda Julie Grau, my editor.
Ay, Julie, believe me, I am eternally grateful for your unflagging, cariño,
patience, and sensitivity through the labor and delivery of this book. Gracias
a la Divina Porvidencia que me mandó la muy powerful y miraculous literary
protectora, Susan Bergholz, la brava. Hay que echar gritos, prender velitas,
hacer backflips. Te abrazo con mi corazón, Susan, por todo. Damas y
caballeros, un fuerte fuerte aplauso for my most special reader, the most
special friend. El Dennis Mathis. Mi Ojitos. Virgen de Guadalupe Tonantzín,
infinitas gracias. Estos cuentitos te los ofrezco a ti, a nuestra gente. A toditos.
Mil gracias. A thousand thanks from el corazón.
Frente a las generaciones anteriores, más tradicionales y obsesionadas por
ser aceptadas por el Poder y, en consecuencia, en contra de la mezcla de inglés y
español, las escritoras híbridas de hoy defienden que ser escritor hispano es ser
rebelde. Consideran la hibridación un concepto clave del discurso postcolonial, que
75
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
es todo aquel que, como recuerda Carbonell, es “una reacción contra lo colonial, el
discurso colonial, es decir, todo texto que apoya, justifica o facilita la dominación
de una cultura sobre otras no europeas” (citado en Hurtado 2001: 626). Porque la
hibridación es siempre enriquecedora. El entre, según ellos mismos confiesan,
makes us something other than Cuban and other than American which is
what I have called ethnic. For us, the hyphen is not a minus sign but a plus, a
sign of life, a vital sign. For us hyphenation is oxygenation, a breath of fresh
air into a dusty and musty casa … Only becoming double, can he ever be
whole; only by being two, will he ever be someone (citado en Vidal 2007a:
47).
Es un lenguaje particular que refleja su realidad, su modo de vida, también
peculiar, su cultura; es, en definitiva, el reflejo más fiel de la realidad contradictoria
de quienes están, y son, en/de la frontera. Pero es un entre maravilloso, ya que el
entrecruzamiento da lugar a una zona increíble en la que se mezclan sensibilidades
diferentes, que crean, así, una realidad que es tan interesante como seductora y
atractiva.
Este encuentro entre ambas culturas se observa en historias de autores,
aunque sobre todo autoras, como Sandra Cisneros, Helena Viramontes, Julia
Álvarez, Selenia Vásquez, Ana Lydia Vega y Gustavo Pérez Firmat, entre otros. Sin
embargo, en este ir y venir de un ámbito a otro, de un idioma a otro, no están sólo
los personajes de estos escritores hispanos, sino que la hibridación también se da
entre otras lenguas. Así nos lo recuerda Sherry Simon al hablar de Quebec ya que,
como afirma, se trata de “a contact zone” pues “the culture of Quebec has been in
constant interaction with other languages, but most persistently with English”
(1999: 59). Ejemplo de este bilingüismo podrían darlo también las obras de Daniel
76
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Gagnon, quien “writes on the frontier between languages, producing double
versions of texts which are written in an hybrid idiom, ‘my so bad English’” (ibid.:
60-61).
Así, Phyllis, un personaje de La fille à marier (o The Marriageable
Daughter, pues fue traducida al inglés por el propio autor y ambas obras son
inseparables) dice cosas como:
O Phyllis, tu es ma chère soeur à medicine Hat, en Alberta au Canada, ne
l’est-tu pas? Aren’t you? Do you understand me well? Excuse mon si
mauvais anglais, mister Smith my English professor m’a promis de corriger
mes fantes, il m’a donné ton précieux nom et maintenant j’ai une âme
soeur.” (do you understand me well? Excuse my so bad English, mister
Smith mon professeur d’anglais gave me your precious name, if it will cure
your pernicious anaemia, he said, and now I have my kindred soul) (citado
en ibid.: 69).
En definitiva, hablar de hibridación, de gentes en/de la frontera, supone
hablar de historias y vivencias personales entremezcladas, inevitablemente, con la
manera de hablar y de actuar colectiva. De ahí que la situación, al comienzo, “could
lead to significant trauma” a aquellos “who are suddenly transported into a very
different cultural environment and find themselves having to negotiate a major
conflict between their personal narratives and those in circulation in their
environment” (Baker 2006: 31).
No les basta con escribir en una única lengua, pues viven, ven y sienten todo
de manera doble.
- Me puse muy nervous cuando la teacher me llamó today en la school.
Especialmente porque I didn’t know la respuesta.
- ¿Qué es esa
revoltura de palabras? ¿Quién puede entender? Niños, ¡no mezclen
palabras! Hablen un lenguaje u otro” (citado en Vidal 2007a: 66).
Pero es imposible. Viviendo en dos culturas, una única lengua se queda corta.
77
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Cocinar, traducir entre dos mundos
I, too, am a translated man. I have borne
across.
Salman Rushdie
Making the world look at you from my
eyes. And if that is not power, what is?
Sandra Cisneros
Pasaré de puntillas por este apartado pues, no hay duda, de que tan
brevemente es imposible plasmar la fuerza del entre, de ese in-between de Homi
Bhabha (1996), del tercer espacio, que pone sobre el tapete la ética del traductor.
Estos textos de chicanos o, por extensión, todos aquellos que vienen de la mano de
escritores híbridos, suponen un reto a la hora de traducir. De hecho, como nos
advierte Mona Baker y nos recuerda África Vidal,
…a concrete personal story told in one language cannot necessarily be
retold or translated into another language unproblematically. The
interdependence between the personal and the collective means that the
retelling is inevitably constrained by the shared linguistic and narrative
resources available in the new setting (2006: 31 y citado en 2007a: 79).
Si en los textos híbridos el lenguaje se alzó como un modo de resistencia, su
traducción, es indudable, debe dar también cuenta de ello. Se trata, como ya vimos
en otro momento, de trabajar con la diferencia, pero sin intentar bajo ningún
concepto la identificación con el Otro, haciendo familiar lo extraño y manteniendo
la Otredad, pues no hay motivo ni para sacrificar lo que es distinto ni para
apropiárselo. Mas, no obstante, en la práctica afloran las complicaciones porque,
78
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
como todo buen traductor sabe, es dificilísimo reflejar en otra lengua lo que ya se
dijo en otra cultura.
Traducir, ya de por sí, entraña un gran desafío pues, parafraseando a África
Vidal, significa acercar dos culturas diferentes, intentar superar las barreras de los
prejuicios y de las malas interpretaciones, las distancias, a veces casi insalvables,
entre las costumbres de los pueblos (Vidal 2007a: 91). Sin embargo, ser traductor
de un escritor híbrido es todo un reto, el mayor de todos, no cabe duda. En una u
otra lengua, el lenguaje es la clave de los one-and-a-halfers, ya que hemos visto que
es con él con el que reflejan sus valores, su modo de vida, sus sentimientos y los
prejuicios de una cultura respecto a la otra.
El bilingüismo encierra una contradicción porque, por un lado, está la
voluntad de adaptarse al nuevo espacio (que, a fin de cuentas, va a conformar la
identidad de los jóvenes) y, por otro, la resistencia a olvidar la tradición. Su
significación y sus implicaciones son tan trascendentes que el traductor, aun
intentando trabajar éticamente, acaba corriendo riesgos.
… as Latinas living in the U.S., the signs of bilingualism and bi-culturalism
are crucial. In este libro, we wish to stretch la imaginación – help the reader
become accustomed to seeing two languages in a book, learning to make
sense of a thing by picking up snatches here, phrases there, listening and
reading differently. Cuentos validated the use of “spanglish” and “tex mex”.
Mixing English and Spanish in our writing and talking is legitimate and
creative response to acculturation. It doesn’t mean that we are illiterate or
assimilated as we are sometimes labeled by the Anglo and Latin American
elite. Our audience is first and primarily the bicultural reader: The Latina in
the U.S. Cuentos is written for her sensibility. Hopefully, one day the book
can be translated entirely into Spanish to reach a wider Spanish-speaking
audience. (We have not italicized the Spanish experience or footnoted the
translations in order to have the text visually reflect the bicultural
experience) (citado en ibid.: 92)
79
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
De ahí la necesidad de hacerse un hueco en el entre, de traducir in-between,
siempre en el medio de las dos lenguas, las dos culturas, los dos mundos. Este
espacio del que habla Bhabha se encuentra, como afirma Sherry Simon, “between
the certainties of national cultures but does not participate in them” (1996: 153).
Del mismo modo, María Tymoczko añade que
the locution between has become of the most popular means of figuring an
elsewhere that a translator may speak from – an elsewhere that is somehow
different from either the source culture or the receptor culture that the
translator mediates between – as well as the culture the translator lives in –
an elsewhere that is often seemingly not simply a metaphorical way of
speaking about ideological positioning, but that ipso facto affords a
translator a valorized ideological stance (2003: 185).
Se trata, por tanto, de intentar mantener el equilibrio, de no dejar que los
sentimientos que, inevitablemente, despierta cada texto nos lleven a decantarnos
ni por los unos ni por los otros. Es trabajar con la diferencia, pues, como confiesa
Maier, es la esencia de la traducción: “I worked with her, instead of her, despite
her, not because we were fused but because – for the task of translation – we
agreed that one voice speaks for us both” (citado en Vidal 2007a: 89).
Frente al escritor postcolonial (que es quien elige los elementos culturales
que quiere transmitir), el traductor postcolonial “is faced with a fixed text” y, por
eso, se enfrenta también “with the dilema of faithfulness” (Tymoczko 1999: 21). De
esa forma, hay que conseguir, como nos advierte África Vidal, ocupar ese espacio
en el que se es “fiel” al texto, pero donde se reconoce al mismo tiempo que nuestra
“fidelidad” “is itself refracted through [our] ideological formations as ‘subjects’ in
the ‘First World’” (citado en Vidal 2007a: 97).
80
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Es el momento de hacer realidad, más que nunca, esa visibilidad del
traductor de la que habla Venuti, pues hoy en día está claro que el intelectual se ha
convertido en una de las múltiples voces que pululan en los textos y que reflejan la
diversidad e hibridación del mundo contemporáneo. De ahí que sea el instante
idóneo para que el traductor intervenga, advierta contra los mitos de la pureza y
obligue al lector a enfrentarse a la diferencia, que siempre es enriquecedora, y a
cuestionar la supremacía de la lengua dominante (citado en id.).
La traducción es un movimiento ‘más allá’ que establece una dialéctica entre
aquí y allí, ahora y entonces, nosotros y ellos. Y es en este espacio expansivo
donde tienen lugar los procesos de diferencia cultural, el “espacio” de la
novedad intersticial que ha descrito Bhabha, es donde se gestiona
constantemente la frontera de la cultura. El puente así creado desde nuestra
propia cultura y con nuestros propios materiales, comparte las mismas
estrategias de representación con las que se pinta “la otra cultura”. Pero, al
mismo tiempo, mediante estas estrategias y el modelo resultante, es un
hecho que la otra cultura, el “más allá” aparece a este lado del puente – si
bien a través del espejo de nuestras propias representaciones, pulido con
nuestras herramientas de representación (Carbonell 1997: 147).
Esa es la razón por la que el traductor tiene tanta responsabilidad: puede, y
es consciente de ello, llegar a incluir o excluir, a cambiar los significados o el curso
de los hechos. En vez de domesticar el texto (buscar que Occidente sea el Sujeto),
que es lo que se ha estado haciendo durante mucho tiempo pues las traducciones
fluidas se venden mucho mejor, se trata ahora de jugar con esa diferencia que hace
crecer a ambas culturas; de abandonar el purismo, el monolingüismo y la
neutralidad y apostar por lo creativo, lo distinto, lo que nutre a ambos mundos.
Aquí se me considera Latina o Hispana, con letras mayúsculas. No sé, en
realidad, qué quiere decir ser eso. Me identifico así cuando me es necesario:
cuando tengo que rellenar formularios que no dan otra alternativa, o
cuando tengo que apoyar a nuestros líderes en sus esfuerzos para adelantar
nuestra situación económica y social en los Estados Unidos. Pero sí sé lo que
quiere decir, para mí, el ser puertorriqueña. Mi puertorriqueñidad incluye
81
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
mi vida norteamericana, mi espanglés, el sofrito que sazona mi arroz con
gandules, la salsa de tomate y la salsa del Gran Combo. Una cultura ha
enriquecido a la otra, ambas me han enriquecido a mí… Cuando era niña yo
quise ser una jíbara, y cuando adolescente quise ser norteamericana. Ya
mujer, soy las dos cosas, una jíbara norteamericana, y llevo mi mancha de
plátano con orgullo y dignidad (citado en Vidal 2007a: 94).
Las traducciones hechas desde una perspectiva o desde otra son, cómo no,
diferentes. A modo de ejemplo cabe citar las dos traducciones de la obra de Sandra
Cisneros, Woman Hollering Creek and Other Stories, realizadas por Liliana
Valenzuela y Enrique de Hériz. Basta con ver la portada y el título del libro para
conocer la intención, bien distinta, de ambos traductores. Mientras que Valenzuela
titula la obra El arroyo de la Llorona y otros cuentos (1996 [1991]) y su portada es
igual a la del original (con un dibujo de una mestiza ataviada con un traje no
occidental), Enrique de Hériz (1992 [1991]) cambia la portada (en ella en vez de
una mestiza aparecen dos figuras cuyos rasgos no se pueden identificar con
ninguna cultura en particular) y escribe como título Érase un hombre, érase una
mujer. No hay más que acercarse a la primera página para ver que las diferencias
entre ambas traducciones saltan a la vista. De la dedicatoria de Cisneros que,
recordemos, reza así:
For my mama,
Elvira Cordero Anguiano,
who gave me the fierce language.
Y para mi papá,
Alfredo Cisneros Del Moral,
quien me dio el lenguaje de la ternura.
Estos cuentitos se los dedico
con todo mi corazón
82
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Liliana Valenzuela traduce:
For my mama,
Elvira Cordero Anguiano,
who gave me the fierce language.
Y para mi papá,
Alfredo Cisneros Del Moral,
quien me dio el lenguaje de la ternura.
Estos cuentitos se los dedico
con todo mi corazón
La única diferencia con el original está, como puede apreciarse, en el uso de la
cursiva. Bien distinta es la traducción de Hériz (que, obviamente, fue rechazada por
la autora):
Para mi mamá,
Elvira Cordero Anguiano,
que me dio el lenguaje feroz.
Y para mi papá,
Alfredo Cisneros Del Moral,
quien me dio el lenguaje de la ternura.
Estos cuentitos se los dedico
con todo mi corazón
Mientras que Valenzuela, consciente en todo momento de hasta qué punto el
lenguaje refleja una situación de mestizaje, de entre, de con, respeta el lenguaje
híbrido de la autora y mezcla el inglés y el mexicano; Hériz se decanta en todas las
páginas por una traducción totalmente domesticada.
83
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Para poner el broche final a este apartado, en vez de criticar una u otra
traducción, me parece mucho más relevante, y esencial, reflexionar unos segundos
acerca de la práctica traductora. Quizá la mejor forma de terminar sea recordando,
a modo de conclusión, que puesto que la traducción es un territorio ideal para
sacar a la luz los conflictos, los sentimientos de superioridad y, por ende, la
opresión de unas lenguas sobre otras, es necesario encontrar ese espacio híbrido
desde donde ser cuidadosos ante el mestizaje. África Vidal, a tono, ya nos advierte
de que la hibridación cultural forja nuevos espacios, nuevas identidades y, por
tanto, nuevos fenómenos culturales que ponen a prueba la práctica traductora,
pues, como la propia autora señala, lo fascinante de la traducción está,
precisamente, en el hecho de que “se nutre de las nuevas situaciones que las
sociedades generan” (Vidal 2007a: 81, 97). Se trata, como venimos viendo, de
encontrar ese espacio fronterizo e intermedio, de no dar todo a favor de unos y
nada a favor de otros, sino de repartirlo.
The translation may domesticate its foreignness and invite us to feel safe in
the conviction that others share our view of the world, or face us with
irreconcilable difference and force us to reconsider our assumptions –
though even then, there is an easy escape route: we can refuse to identify
with the point of view of the text, blame its foreign autor for whatever hurts
us, and maintain our safety distance. Individual texts will reveal individual
stories, different itineraries, alternative configurations of distance and
displacement; but it is only from the close dialogue between original and
translation that many significant details of those stories will emerge”
(citado en ibid.: 99).
Conviene, así, tener siempre en cuenta qué es, en el sentido derrideano, una
traducción híbrida:
84
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
aquélla que no busca fijar mediante estructuras predeterminadas o simples
clichés que no contribuyen a potenciar la hibridación sino que se limitan a
hacerlo más asimilable por el sistema meta (en posición fuerte). El
traductor, extranjero entre dos textos y dos culturas, no debe caer en la
tentación de pensar que es amo de una representación e identificación que
nos sitúa fuera de juego se los textos, fuera de la différance. No tiene más
oportunidad de hablar que en ese tercer espacio del migrante (ibid.: 106 ).
Por ello, usar varias lenguas al mismo tiempo no es más que el reflejo de
una situación real que cruza y mezcla culturas en un mundo pretendida y
aparentemente global, plasmado por los escritores y que, por consiguiente,
también deberían plasmar sus traductores. En un mundo como el de hoy, tan
distinto, variado, multicultural, tan híbrido, quizá lo que se espera de los
profesionales de la traducción es la actitud com-prendedora a la que se refiere
Hannah Arendt. Y es que, sin duda, sólo escuchando, aceptando, y modelando se
logra alcanzar el sentido de los Otros (citado en ibid.: 97). La traducción debe ser
una manera de luchar contra la exclusión pero sin reproducir nuevas exclusiones,
sintiéndonos entre dos culturas, entre dos lenguas que resbalan, por decirlo con
Hélène Cixous, “de un oído al otro de un continente al otro” (citado en ibid.: 93).
Volviendo a la metáfora del cocinero, el secreto del mouse está en utilizar las
medidas exactas, ni mucho azúcar que endulce demasiado el postre, ni demasiado
cacao que le dé amargor.
85
Beatriz García Alonso
POLÍTICA:
El lenguaje… una realidad
un sabor peligroso
It is a caution. About the power of language. One
writer reminding another.
Alice Walker
No matter how strictly a case is argued –
scientifically, philosophically, or legally – it will
always be a story, an interpretation of some
aspect of the world that is historically and
culturally grounded and shaped by human
personality.
Fisher
I’m primarily concerned with translation as a
sort of speech act: translation that rouses,
inspires, witnesses, mobilizes, incites to
rebellion, and so forth. Such translations act in
the world and have an activist aspect. The
subject, then, is translation that has
illocutionary and perlocutionary dimensions,
that actually participates in social movements,
that is effective in the world at achieving
demonstrable social and political change.
Maria Tymoczko
86
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Research into politics has mainly been concerned with the consequences of
political decisions and actions for (the history of) a society. However,
politics is constituted to a great extent by text and talk. Not only, of course,
since physical and economic coercion are involved, but these too depend on
or utilize discourse (Schäffner 1997: 119).
Efectivamente, Christina Schäffner no se equivoca al decir que el lenguaje
desempeña un papel fundamental en la política. Es cierto que como esta misma
autora señala, el concepto “political text” es “an umbrella term covering a variety of
text types, or genres” (id.). Del mismo modo, también es verdad que cualquier
tema, de alguna manera, puede o bien ser político o bien acabar politizado
(Schäffner 2004: 119), pues todo depende de quién, cómo y con qué fin pronuncie
el discurso. A pesar de ello, hay textos que son prototípicamente políticos, ya sea
porque “discuss political ideas, beliefs, and practices of a society or some part of it”
o porque son “crucial in constituting a political community or group” (id.). De ahí
que todos aquellos envueltos en discursos políticos se preocupen más por cómo
decir una cosa que por qué decir, pues, en definitiva, de lo que se trata es de
ganarse al que escucha y conseguir su apoyo (Stefan Baumgarten 2006). Al ver el
lenguaje desde un punto de vista postestructuralista y reflexionar sobre su poder
político, social e ideológico, se ve, claro está, que en muchas ocasiones corremos el
peligro de que detrás no haya nada, sólo un juego de significantes (Vidal 1998: 26).
Las campañas electorales son el mejor momento para ver todos esos discursos de
políticos cuyo éxito y número de votos dependen de su destreza a la hora de sacar
partido al lenguaje. Quizá sus promesas se pierdan detrás de palabras que se
esfuman en cuanto son elegidos presidentes, pero para ellos lo importante es saber
qué decir y cómo decirlo para conseguir tener el mando. Ganarse al público, sin
87
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
embargo, no es sinónimo de poder decir todo. Hay que despertar sentimientos,
hacer discursos que tengan fuerza y atraigan, pero no por ello dejar de medir las
palabras ya que, como en el caso de Obama, pueden jugar malas pasadas. Aun
cuando sean dichas sin mala intención, hay frases o expresiones que muchas veces
pueden adquirir más matices o (malas) interpretaciones de lo que puede parecer a
simple vista. Así se lo recuerda Alice Walker (2008) al nuevo presidente
estadounidense, a quien invita a reflexionar acerca del “we will kill him” con el que
Obama quería resaltar que, de ser salir él elegido presidente, Estados Unidos
lucharía con fuerza por acabar con el terrorismo y, por tanto, con el enemigo
acérrimo del pueblo norteamericano, Osama Bin Laden.
Aunque la escritora
afroamericana admite que “I understand that Mr Obama wishes to show himself as
‘strong’, even ‘though’”, sigue pensando que “this is problematic on ethical, moral,
and practical levels”. Sabe que Obama no es, para nada, un político violento, pero a
Alice Walker le sigue preocupando el uso que hace del lenguaje porque es
consciente de que hay que dar ejemplo a las nuevas generaciones y, justamente, “it
is through language that we can help them to grow into the responsible world
citizens of our dreams”. Por ello, continúa diciendo que se puede lograr el mismo
efecto y decir lo mismo usando otras palabras cuyas connotaciones sean bien
distintas y, por supuesto, más pacíficas.
Mr Obama quite often says “We’ll ‘take out’ Osama bin Laden” and this is far
better than saying “We will kill him”. It is a metaphor. The very, very young
will not even get it, hopefully. But to announce, “We will kill him” leaves no
doubt (id.).
En la carta, la escritora resalta sobremanera el hecho de que el lenguaje
puede ser un arma de doble filo, ya que igual que ayuda a conseguir votos puede
88
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
contribuir a multiplicar el número de detractores. Señala, incluso, que si además de
ser el primer presidente de color en Estados Unidos - por ser políticamente
correctos pues, robando las palabras a Rosario Martín Ruano, tal actitud consiste
en “entonar una lírica pro-minoría y mediar la eliminación de las desigualdades
sociales” (1999: 9)- sigue usando el lenguaje sin comedirse, la presidencia le
resultará aún más dura:
Even if everyone in North America is as careful as can be, this will still be a
dangerous presidency; making it more by using language without nuance
and metaphor – when nuance and metaphor would help – does not serve us
(id.).
Si el lenguaje ya de por sí es el compañero de los políticos, quienes
construyen y transmiten con él la realidad que más les conviene, o acallan aquella
que no hace sino minar su poder; la traducción de lo político es un aspecto de lo
más relevante, curioso, complejo y, cómo no, influyente. Mona Baker ya nos alerta
de que
[i]n this conflict-ridden and globalized world, translation is central to the
ability of all parties to legitimize their version of events, especially in view
of the fact that political and other types of conflict today are played out in
the international arena and can no longer be resolved by appealing to local
constituencies alone (2006: xv).
Parafraseando a Christina Schäffner, podemos afirmar que el discurso
político confía en la traducción puesto que esta forma parte de él, ya que
contribuye a su desarrollo y actúa de puente (que como sabemos tanto puede
acercar como separar) entre dos culturas (2004: 120).
Tiene claro que “it is through translation that information is made available
to adressees beyond national borders” (id.). Sin duda, ya constata esta misma
89
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
autora junto a Beverly Adab, “translation and interpreting tie up with cultural,
social and political realities” (1995: 326). Es más, esta misma idea la rescatan
África Vidal y Román Álvarez en el primer capítulo de su libro, muchas veces
mencionado, Translation, power, subversion (1996), pues en el propio título dicen
“Translating: a political act”. Al hablar de política, la traducción emerge como un
tema de gran importancia ya que, por decirlo con Jeremy Munday,
[i]t is “potentially influential” for precisely the reason that it will commonly
be read as an unmediated work, and any obvious textual alterations will
pass unnoticed unless and until a translation studies analyst or other critic
takes the unusual trouble to compare source and target texts and identifies
any shifts that have occurred” (1997: 197).
De ahí que sea crucial ser responsable, poseer una ética ingente y sopesar
muy mucho cada decisión tomada, ya que es preciso tener siempre muy presente
que “political and other sensitive texts are instances where ideology in its purest,
or crudest, form may be at the centre of the translation process” (2008: 151).
Según la estrategia adoptada al traducir o interpretar este tipo de textos se puede
bien reforzar ciertos estereotipos culturales, bien construir una imagen adecuada
del enemigo, o bien, por último, favorecer o impedir que se entiendan los puntos
de vista e intenciones del Otro (Baker 1997: 112). Tal y como nos demuestra
Christina Schäffner con infinidad de ejemplos (2004: 120), la política hoy en día no
se concibe ajena a la traducción, y de ahí que en la actualidad sea tan interesante
pararse a reflexionar acerca de la práctica traductora, pues de ella, ahora más que
nunca, depende la buena marcha del mundo y el bienestar internacional. “Since
politics is more and more important internationalised, translation, too, is becoming
more and more important” (Schäffner 1997: 120). Ya dice Jeremy Munday que
90
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
“linguistic communication plays a central role in defining the relation of states”
(2007: 195-196). De hecho, por hacernos eco de lo constatado por María
Tymoczko,
[w]heteher translation is initiated for political purposes from a source
culture, from a receptor culture, or from other third culture” es, no cabe
duda, “a successful means of engagement and social change” (2003: 201).
Asimismo, y por escalofriante que resulte, no hay que olvidar que basta una
traducción para suscitar un debate entre países, para generar un conflicto en el
que, en muchas ocasiones, los políticos implicados no tienen nada que ver, sino que
se les juzga a partir de sus discursos traducidos. Por ello, no se debe pasar por alto
que “it is very frequently the case that reactions in one country to statements that
were made in another country are actually reactions to the information as it was
provides in translation” (Schäffner 2004: 120).
El siguiente fragmento de un artículo publicado en un periódico es prueba
de lo anteriormente explicado, pues en él se observa cómo se aprovecha una
palabra empleada en la traducción para criticar y acusar a un político:
Hungarian Prime Minister Viktor Orban has been accused of breaching EU
entry criteria by using a term synonymus with Nazi-era Germany. […] he
used the word Lebensraum (‘living space’) in a debate about granting
preferential treatment to ethnic Hungarians from neighbouring states. The
term was notoriously used by Adolf Hiltler, when he talked about providing
Germany with ‘living space’ in the east. ‘This language is distasteful,’ said
Watson. ‘The sentiments it betrays are incompatible with the Copenhagen
criteria for entry into the EU.’ […] But a spokeswoman for Orban said he had
actually used the Hungarian word eletter, while this could be translated as
lebensraum in German, it also corresponds to the English term ‘room for
manoeuvre,’ the spokeswoman added” (citado en ibid.: 122).
91
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
La polémica no se hizo esperar y en seguida surgió un gran debate cuyo
punto de partida estaba en una traducción y, por consiguiente, en una decisión
tomada por un traductor. Quizá el intelectual lo hizo a propósito, o tal vez no se
diera cuenta de la asociación de ideas o, también puede ser, el tiempo apremiaba y
tuvo que trabajar a toda velocidad. Por un motivo u otro, lo cierto es que del texto
traducido se han aprovechado todos esos políticos que rechazan la entrada en la
Unión Europea de antiguos países comunistas.
Este no es más que uno de los muchos casos en los que a partir de una
traducción se desencadena un problema político, puesto que “[o]nce produced,
translations as texts lead a life of their own, and are the basis on which people
acquire information and knowledge” (ibid.: 125). Se puede crear, por una razón o
por otra, una realidad que, como Christina Schäffner bien sabe, no guste a todo el
mundo e, incluso, irrite a la sociedad receptora (1997b: 131).
Ese fue el caso de lo acontecido en 1994 cuando, al hablar del futuro de
Europa, surgieron controversias entre Reino Unido y Alemania a consecuencia de
la traducción al inglés de “fester Kern”, que apareció en el ámbito anglosajón como
“hard core”. Mientras que en alemán se transmite una idea totalmente positiva ya
que sugiere un fuerte compromiso para lograr la integración Europea, el concepto
inglés tiene un matiz bien distinto, pues se asocia casi siempre con personas y
cosas rígidas, inmorales, incorregibles. En este contexto, no es de extrañar que las
críticas al gobierno inglés fueran muchas y contundentes (Schäffner 2004: 125126).
92
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Hay ocasiones en las que la motivación política del traductor salta más a la
vista. A título de ejemplo cabe destacar la traducción del Acuerdo Cuatripartito
sobre Berlín firmado en 1971 y en virtud del cual, recordemos, se desarrollaban
los “vínculos” existentes entre los sectores occidentales de Berlín y la República
Federal. Esos “vínculos” que en el original inglés aparecían como “ties” tenían dos
traducciones distintas en alemán: mientras que en la Alemania del Este se dieron a
conocer como Verbindungen, en la Alemania del Oeste se optó mejor por
Bindungen. El motivo no era otro que la fuerza del término, es decir, Verbindungen
se refiere a vínculos y relaciones mucho más estrechas y tensas que Bindungen
(ibid.: 123).
Jeremy Munday también dedica artículos y publicaciones al tema de la
traducción y la política porque es consciente de que, si el lenguaje refleja la
realidad y las relaciones de poder tan asimétricas que existen, este es un campo
amplio, complejo e interesantísimo. Está seguro, además, de que
[i]t is the writer’s lexicogrammatical selections which guide certain
interpretations. An unaware reader (and most readers, without specific
linguistic training, will be unaware) will be encouraged to follow the
interpretation suggested by the more powerful party (2007: 198).
No en vano, nos pone alerta al señalar que al traductor le basta con jugar
con la transitividad, el orden, las marcas de modalidad y otros aspectos tales como
la elipsis o la repetición léxica para dejar entrever su ideología (id.).
Para ver con qué sutileza la (in)transitividad es suficiente para transmitir
matices distintos, el autor proporciona algunos ejemplos como este anuncio de
Fidel Castro leído en una radio cubana en julio de 2006, y en el que se explicaban
93
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
las razones por las que el cubano delegaba provisionalmente el poder en su
hermano Raúl.
Con motivo del enorme esfuerzo realizado para visitar la ciudad argentina
de Córdoba, participar en la reunión del MERCOSUR, en la clausura de la
Cumbre de los Pueblos en la histórica Universidad de Córdoba y en la visita
a Altagracia, la ciudad donde vivió el Che en su infancia y unido a esto asistir
de inmediato a la conmemoración del 53 aniversario del asalto a los
cuarteles Moncasa y Carlos Manuel de Céspedes, el 26 de julio de 1953, en
las provincias de Granma y Holguín, días y noches de trabajo continuo sin
apenas dormir dieron lugar a que mi salud, que ha resistido todas las
pruebas, se sometiera a un estrés extremo y se quebrantara (citado en ibid.).
Es evidente que en este fragmento se pretende no mencionar a Fidel Castro
en un intento, quizá, de disimular la tensión suscitada por la noticia, pues la
política internacional estaba en vilo ante la posible caída del régimen. Para evitar
explicitar el sujeto se juega con las formas no personales del verbo, véanse el
participio y los infinitivos. También da que pensar la última frase, en la que se
prefiere usar como sujeto la salud antes que al antiguo presidente cubano.
Bien distinta es la estrategia seguida en la traducción llevada a cabo por el
diario Granma, en la que se observa que Castro desempeña un papel mucho más
activo. Puede llamar la atención que esta traducción, aun siendo controlada por el
gobierno cubano, descubra aspectos que se han intentado disimular al máximo en
el original (de ahí que Jeremy Munday nos alerte de que la manipulación de los
“politically sensitive texts” no tiene ni por qué darse siempre, ni por qué suceder
de la manera esperada):
As a result of the enormous effort entailed by my visit ti the Argentinian
city of Córdoba, my participation in the Mercosur meeting and in the
closing ceremony of the People’s Summit at the historic University of
Córdoba, and my visit to the city of Altagracia, where Che spent his
childhood, as well as the fact that immediately after this I attended the
94
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
celebrations for the 53 rd anniversary of the attacks on the Moncada and
Carlos Manuel Céspedes garrisons, which took place on the 26th of July
1953, held in the provinces of Granma and Holguín, and after days and
nights of non-stop work with barely any sleep, my health, which was
withstood every test, was put under extreme stress and submitted to the
pressure (citado en ibid.).
Este autor nos recuerda también la gran importancia que tiene la elección
de una palabra u otra porque, nadie puede negar, “a choice of one type of name
over another can encode important information about the writer’s attitude to the
individual referred to in a text” (citado en ibid. 204). Más allá del clásico ejemplo
freedom fighter vs terrorist, que depende de si para quien observa es positivo o
negativo, el asunto en traducción se torna mucho más complejo. El autor
proporciona ejemplos tan claros como los siguientes. Por un lado, mientras que
para Cuba Posada “ordered the 1976 mid-flight destruction of a Cubana Airlines
passenger plane” y su puesta en libertad se debió sospechosamente a “an
inexplicable ‘mistake’”, para la agencia de noticias AFP “he is accused of
masterminding the downing of a Cuban jet off Barbados in 1976” y “the ruling is
part of the legal process”. Lo que más nos concierne es, sobre todo, el empleo de
“mastermind”, una palabra normalmente negativa que hasta cuando forma parte
de colocaciones más positivas su significado, y sus matices, dependen del punto de
vista del escritor/traductor (ibid.: 205).
Más clara aún resulta esta ideología al usar adjetivos y sinónimos como, por
ejemplo, se observa en los siguientes casos, en los que una vez más la agencia AFP
y le diario Granma se refieren a Posada de una manera bien distinta. La primera
habla de él como former CIA operative Luis Posada Carriles… the Cuban-born
Venezuelan national … a fierce opponent of Cuban President Fidel Castro. Por el
95
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
contrario, en el texto traducido en la revista Granma aparecen expresiones como
Luis Posada… the most dangerous terrorist on the continent … this old CIA agent and
FBI informant… the octogenarian. Llegan, incluso, a describirlo como a torturer and
assassin for the Venezuelan secret police (id.).
Especialmente interesante es, en mi opinión, cómo podemos reflejar
nuestra manera de pensar según la forma en la que hablemos de una persona, tan
polémica y conocida, como Hugo Chávez. Jeremy Munday nos recuerda sólo
algunos de los distintos nombres que se utilizan para referirse al líder venezolano.
Desde el más neutro Venezuela’s leftist leader Hugo Chavez hasta el irrespetuoso
Venezuelan “President” Hugo Chavez, en donde las comillas pretenden burlarse del
sujeto en cuestión y poner en tela de juicio su cargo. También tiene una
connotación negativa decir Venezuela’s communist/socialist leader Hugo Chavez y
ya es un ataque absoluto hablar del político como Venezuela despot Hugo Chavez.
Del mismo modo, escribir Chávez con o sin tilde puede significar más de lo que
aparentemente se pueda pensar. Al escribir Chavez en lugar de Chávez lo que se
pretende es introducirlo en la cultura receptora, domesticar su nombre y, por
ende, dar a entender que la actitud del venezolano la entiende y, de hecho, la
respalda el traductor (ibid.: 206).
Estos son, sin duda, temas y situaciones que ponen los pelos de punta a
traductores e intérpretes, pues son conscientes de que hay muchas cosas en juego
y, además, un error puede tener consecuencias muy serias. Si bien al escribir hay
que ir con pies de plomo, al interpretar hay que saber muy bien, en todo momento,
qué está en juego y hasta dónde podemos llegar.
96
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Political interviews are often conducted at times of political tension and
controversy. Contentious issues are frequently raised and all participants,
including the interpreter, are likely to experience the encounter as a highly
stressful one (Baker 1997: 114).
Prueba de ello es el caso de un intérprete de Saddam Hussein durante una
entrevista en una televisión británica unos dos meses antes de la Guerra del Golfo
(ibid. y citado en Hermans 2009: 94). Consciente del riesgo que podrían entrañar
sus palabras, el profesional optó por pasar por alto la retórica de Saddam, y
centrarse en el contenido de su mensaje, es decir, no tomar apenas decisiones, sino
decir todo lo pronunciado en el discurso original. Sabe que lo que diga puede teñir
la realidad, por lo que, como demuestra Mona Baker, no le importa incluso decir
listas de sinónimos, con tal de asegurarse de que todos los matices han pasado a la
otra cultura (ibid.).
Let us… we must rather … we must choose or take or adopt a single
criterion or a single standard.
And once the states … once the states of the world or countries began to
realize or to see or gauge things in accordance with…
Mucho más que compleja es la labor de los traductores e intérpretes de guerra.
… the requirement of professional neutrality erases the translator’s
testimony. In other words, the translator, who accepts to translate in order
to testify, is denied the very possibility of testimony. The two conditions
that make translation in and of a war possible, the desire to bear witness
and maintain linguistic neutrality, come into conflict with each other. The
positions of the witness and the translator are mutually exclusive. The
actual borderline conflict that she translates for the international
community produces in the translator a violent internal conflict: she is torn
between political allegiance to her native country and professional
neutrality, in other words between testimony and translation. So in order to
transmit the border conflict, she herself becomes the site of a violent
conflict (Stahuljak 2000: 43).
97
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Además de la tensión, la responsabilidad y los peligros implícitos, en la
persona del propio traductor o intérprete se genera un conflicto ya que, mientras
que por un lado se siente parte del equipo, por otro ve cómo se le margina y se le
excluye del mismo. De hecho, traductores e intérpretes que trabajaron durante la
guerra en Croacia de 1991 a 1992 tienen claro que “[t]he task of the translator
requires a radical, self-erasure while translating. What is erased is the translator’s
testimony. But in addition, she [they] also erases the witness’ testimony as she
[they] translates it”. De ahí que afirmen que “[t]ranslation is not a memorizing but
a forgetting – a forgetting of oneself and a forgetting of what is heard” (ibid.: 45).
El terreno de la política es, indudablemente, el más importante a la hora de
hablar de (des)construir la realidad por medio del lenguaje. Es un campo en el que
no sólo podemos cambiar la manera de ver el mundo y a los Otros, sino que
podemos incluso cambiar el rumbo de la historia. “People will form their opinions
on the basis of such reports, and political leaders too may take their decisions on
the basis of information provided to them” (Schäffner 2004: 126-127).
Por último, es curioso que en ocasiones política y literatura vayan de la
mano. Es obvio, en estos casos no hablamos de dar un vuelco a la política
internacional y elegir palabras que puedan provocar conflictos. Sin embargo, sí
hablamos de transmitir y potenciar ideologías, maneras de pensar, actitudes
políticas. De esta forma, muchos autores están de acuerdo en que la ideología
política importa en la traducción no sólo de discursos, leyes, o artículos de prensa
internacional, sino que también es relevante en la literatura, vehículo fundamental
para transmitir una determinada manera de pensar al pueblo. Tan sólo como
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
ejemplo citaré las historias heroicas de la literatura medieval irlandesa, pues Maria
Tymoczko comenta que se trataba de “narratives which were harnassed in
constructing and redictering popular structures of feeling, moving Ireland away
form a colonized consciousness to resistance and then to decolonization” (2000:
28). Por ello, como apunta la autora, la traducción de estos textos fue esencial para
que emergiera el nacionalismo cultural en Irlanda, y los nativos empezaran a
reclamar su propia historia y cultura. “The Irish translation movement can be
considered traduction engagée, that is, it has ideological orientation, but it is also
engaged in the sense of ‘involved in conflict or battle’, often in all too literal and
graphic ways, as we see in the numerous cases of armed Irish partisans who have
invoked Cú Chulainn on the way to combat” (ibid.: 31).
Las cuestiones ideológicas también se ponen sobre el tapete al hablar de la
construcción de las diferentes Anne Franks. En uno de sus libros, Lefevere (1997
[1992]: 79-94) se para a reflexionar acerca de las diferencias entre el original, en
holandés, y la traducción alemana. Hay que partir de que, como afirma la propia
traductora, “un libro que se quiere vender bien en Alemania no debería contener
insultos dirigidos a los alemanes” (citado en ibid.). Fiel a esta consigna, en su
traducción se suavizan todos los ejemplos de descripciones de alemanes que se
pudieran considerar “insultantes”. Busca camuflar en todo momento el terror y, en
consecuencia, todo junto hace que la difícil situación de los judíos en los Países
Bajos aparezca como menos dura de lo que realmente fue.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Tan problemáticas son las consecuencias de una mala traducción que la
gente, muchas veces, ya está a la defensiva. De hecho, no es raro escuchar en los
juicios a acusados que recurren la sentencia argumentando que todo ha sido una
mala actuación del intérprete. Así,
[t]he translator is often seen as a dangerous and invisible middleman
hampering communication. There is need to trust him/her, but at the same
time one can never know for sure whether s/he is telling the truth or a lie.
Sin duda, como venimos viendo, “[t]he translator has power because s/he
has something to say and s/he may decide nor to say it, or what is worse, decide to
say something else instead” (Koskinen 1994: 451). Y en política, más que en nada,
el peligro está en esa otra cosa que quizá parezca irrelevante, pero que puede ser
suficiente para acabar con las relaciones internacionales e, incluso, transformar
(casi siempre negativamente) el mundo.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
La traducción institucional… una cocina distinta
Lo cierto es que en esos organismos lo único
que en verdad funciona son las traducciones, es
más, hay en ellos una verdadera fiebre
translaticia, algo enfermizo, algo malsano, pues
cualquier palabra que se pronuncia en ellos (en
sesión o asamblea) y cualquier papelajo que les
es remitido, trate de lo que trate y esté en
principio destinado a quien lo esté o con el
objetivo que sea (incluso si es secreto), es
inmediatamente traducido a varias lenguas por
si acaso.
Javier Marías
La traducción institucional forma parte de este apartado puesto que en ella,
sin duda, todas las palabras tienen un porqué. No hay nada escrito al azar sino que
cada decisión tomada responde al intento de la institución por reflejar y dar a
conocer su ideología. De hecho, bien sabe Kaisa Koskinen que “[e]very institution
has its own profile and special needs, which the translator has to take into account”
(2000: 49).
Aquí me referiré brevemente a la traducción en la Unión Europea y en
ONUSIDA, en ambos casos muy interesante. Por un lado, empezaré mencionando el
Servicio de Traducción de la Unión Europea1 que, según el folleto informativo, se
1
Para conocer más detalles y aspectos de la traducción en las Instituciones de la UE resultan muy
interesantes la Guía del Principiante, disponible en la página web del Parlamento Europeo
(http://www.europarl.europa.es/trans_es/plataforma/pagina/guia/intro.htm), y el Boletín de los
traductores españoles de las Instituciones de la UE, que se encuentra en
http://ec.europa.eu/translation/bulletins/puntoycoma/numeros.html.
101
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
trata de “a service with a mission”, que no es otra más que “safeguard the ideal of
equality between languages” (ibid.: 51). Destacar, por tanto, que el objetivo de
estas traducciones no es siempre transmitir un mensaje sino, por encima de todo,
demostrar que las lenguas de todos los Países Miembros son igual de válidas y no
hay unas más importantes que otras. Afirman, incluso, que “multilingualism is not
a luxury, nor waste of time or money, but a necessary condition for the existence of
Europe” (citado en id.). A diferencia de lo que llevamos viendo hasta ahora, dentro
de la Unión Europea nos olvidamos del giro cultural, y seguimos concibiendo la
traducción como “acultural communication”. La cultura no importa, lo que hay que
conseguir es que todos los textos sean igual de claros y que aporten exactamente lo
mismo, pues la finalidad es que en todos los Estados Miembros la gente reciba un
mensaje idéntico. La equivalencia, incluso visual (mismo número de párrafos,
títulos y subtítulos en el mismo lugar…), es aquí, por tanto, la premisa
fundamental. Además, la política oficial establece que “translations are not really
translations but ‘language versions’” (ibid.).
Si bien en la Comisión Europea todas las estrategias empleadas van
encaminadas a lograr la igualdad entre las lenguas de los Estados Miembros, en
ONUSIDA se centran más en escoger unas u otras palabras para cambiar la visión
del sida (en una minúscula muy pretendida para disminuir el impacto social),
evitar estigmatizar, ser respetuosos y transmitir optimismo. Ya en la introducción
a las orientaciones terminológicas2 proporcionadas por la organización se dice que
2
Todos los ejemplos referentes al lenguaje empleado en ONUSIDA están extraídos de las Orientaciones
terminológicas del ONUSIDA (marzo 2007). Para la elaboración del estudio he trabajo con el manual de
estilo, las orientaciones terminológicas en inglés y español, y el glosario empleado en la organización.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
el lenguaje puede determinar creencias e influir sobre el comportamiento y que,
por tanto, el uso de un lenguaje apropiado tiene el poder de fortalecer la respuesta.
Algunos de los ejemplos extraídos de su terminología pueden ayudarnos a
entender tal afirmación. Para comenzar, se desaconseja hablar de víctimas del sida
puesto que la palabra víctima transmite un matiz discapacitante. Se prefiere,
entonces, decir personas que viven con el VIH, expresión, sin duda, mucho más
positiva ya que refleja que una persona infectada puede continuar viviendo bien y
productivamente durante muchos años. También en un intento por transmitir
esperanza, en vez de hablar de lucha contra el sida conviene optar por respuesta al
sida. Portador de sida se presenta, al igual, como un término desaconsejado ya que
resulta estigmatizante y ofensivo para muchas personas que viven con el virus
(además de incorrecto, dado que el agente portador es el VIH y no el sida). Del
mismo modo, se recomienda no referirse a estas personas como víctimas inocentes
(muy usado para describir a niños VIH-positivos o personas que han contraído el
VIH en una transfusión sanguínea) ya que indirectamente implica de forma
negativa a aquellas personas infectadas por otras vías que de alguna manera
merecen castigo. En su lugar, es preferible usar personas que viven con el VIH o
niños con el VIH. Por último, pues comentar esta terminología nos llevaría mucho
tiempo y nos haría reflexionar mucho acerca del lenguaje empleado, ONUSIDA
aconseja el uso de trabajador sexual o profesional del texto al hablar de prostitutas,
ya que estos son términos que procuran no juzgar y se centran sólo en las
condiciones en las que se venden servicios sexuales. Tampoco se quiere emplear
varones gay a menos que los individuos o grupos se identifiquen a sí mismos
103
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
específicamente como gay, y se propone utilizar el término varones que tienen
relaciones sexuales con varones.
Cada institución tiene sus propios manuales y cada una insta a sus
traductores a emplear unas palabras u otras dependiendo de la idea que busque
transmitir. Esto refleja, claro está, que el lenguaje, y su traducción, son las armas
políticas que tantas veces hemos mencionado en páginas anteriores: lejos de
aplicar sólo leyes o de lanzar iniciativas, las instituciones y los organismos saben
que controlando y valorando el uso del lenguaje tienen mucho ganado.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
CONCLUSIONES para la sobremesa
I am concerned about who speaks and who is silent: about
what is seen and is not. I want to speak, show, see and hear
impertinent questions and incisive comments.
Barbara Kruger
… cada lenguaje superior, con la excepción de la palabra de
Dios, puede ser concebido como traducción de los demás.
La traducibilidad de los lenguajes está asegurada por el
enfoque… según el cual los lenguajes están relacionados
por ser medios de diferencia densidad. La traducción es la
transferencia de un lenguaje a otro a través de una
continuidad de transformaciones. La traducción entraña
una continuidad transformativa y no la comparación de
igualdades abstractas o ámbitos de semejanza.
Walter Benjamin
Cada época reinterpreta a Shakespeare, pero no porque
Shakespeare cambie, sino porque a pesar de la existencia
de múltiples y fiables ediciones de su obra, no existe lo que
podríamos llamar un Shakespeare como objeto fijo y
original independiente de sus editores, los actores que
representan su papel, los traductores que le trasladan a
otras lenguas, los cientos de millones de lectores que le han
leído o han asistido a representaciones de su obras desde
finales del siglo XVI. Por otro lado, sería ir demasiado lejos
si afirmásemos que Shakespeare carece en absoluto de
existencia independiente, y de que reconstituye cada vez
que alguien le lee, le representa, o escribe sobre él.
Walter Benjamin
105
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Si, como dice Lluís Duch, vivir es hablar, y hablar es traducir, resulta claro
que vivir es traducir. Desde que nace hasta que muere, y especialmente hoy en día,
el hombre se halla sometido a un incesante proceso de traducción. Bien puede ser
la nuestra, como vaticina Rosario Martín Ruano, “una era post-babélica cuyo
prototipo sea el exiliado, el migrante, el viajero, o incluso aventureros trotamundos
u obligados polizones que hacen de ese espacio híbrido, multilingüe, su siempre
provisional morada” (2007a: 8). En este contexto, no es de extrañar que la noción
de traducción cada vez vaya cobrando más importancia, pues se trata de un
concepto fundamental para definir y describir todas las experiencias de una época
tan desestabilizadora como la nuestra, en la que caen ecuaciones tan vigorosas
como “una nación = una cultura = una lengua” (citado en id.).
La traducción, destino de las culturas y de las identidades culturales, es, por
tanto, una realidad ineludible, aunque no por ello menos problemática. Más bien al
contrario. A medida que más y más distintos somos, los peligros que acechan a la
traducción son también mayores. Y es que a través de las traducciones cada vez se
representan o se acallan más voces, pues los intereses a los que sirven van
siguiendo con el tiempo un rumbo distinto. Así, apunta África Vidal,
las cosas han cambiado mucho: vivimos en un mundo caracterizado por ser
un sistema de códigos, de re-presentaciones, en el que la Verdad ya no
pertenece al ámbito de la teología o la filosofía sino al de la lingüística
(2005: 30).
Cada uno de nosotros, con mayor o menor grado de inocencia, emplea el
lenguaje para construir la realidad que quiere, para hacerse, en definitiva, un
mundo a su medida. “[E]l lenguaje es portador de la cultura humana; con él la
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
humanidad medita sobre su existencia como especie. Poseyendo el lenguaje, el
hombre asume una cultura” (Vidal 1998: 18).
Pero la fuerza constructiva (o destructiva) del lenguaje no es nada
comparada con la de la traducción, que bien puede servir como puente que acerca
o como tierra para librar conflictos. No en vano, nos trae a la memoria Rosario
Martín Ruano que en la aldea global la actualidad de construye a partir de procesos
de traducción que muy sutilmente se integran en lo que se recibe como discurso
original (citado en 2007a: 8). Y el mayor riesgo está, hay que tenerlo presente, en
que es a partir de esa actualidad, en el fondo, traducida – con todo lo que ello
implica - cuando se (re)articulan los “discursos”, “mitos”, “representaciones” y
“narratives” que en buena medida regulan o condicionan nuestras vidas, moldean
nuestra visión del mundo y, por consiguiente, nuestras actitudes, respuestas y
puntos de vista (citado en id.).
Como venimos viendo, las obras de chicanas, de feministas y, sin duda, los
discursos políticos no son más que excusas para explotar todas las posibilidades
del lenguaje, trazar con él sus sentimientos, marcar la silueta de sus mundos y, en
definitiva, dejar constancia de su realidad. Son tantos los matices y sutilezas
ocultos en cada palabra que, está claro, la traducción de todo ello resulta un
desafío. Apasionante, sí, pero también complejo, arriesgado, difícil éticamente. El
secreto de la buena traducción quizá resida en tratar de
traducir siendo conscientes de los vínculos entre conocimiento y Poder,
entre las palabras y las cosas, entre los procesos de producción de los textos
y sus significados, entre traducción y autoría, con el fin de fijar itinerarios
ético-políticos que cuestionen el poder dominante, pero sin convertirnos a
su vez en centros de poder (Vidal 2007b: 64).
107
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Sin embargo, y aun teniendo en mente la metáfora que ofrece África Vidal,
para quien la traducción es una arquitectura pues hace visible lo invisible y roba de
lo absoluto formas limitadas (2007a: 105), no hay, como ya señala la autora, que
caer en ningún momento en la sobreinterpretación que tanto preocupa a Eco. Es
cierto, apunta Carlos Fuentes, que “el significado de un libro no está detrás de
nosotros, sino que nos encara. Y tú, lector del Quijote, eres autor del Quijote porque
cada lector crea su libro” (citado en Moya 2004: 200). No obstante, todo traductor
debe tener presente que es el texto el que pone límites a nuestra libertad de
palabra y el que detiene las innumerables inestabilidades de la escritura.
Es preciso escuchar las múltiples voces que conforman un texto, estar alerta
ante lo que (no) nos llega del Otro y ayudar a esa Otredad a conservar la voz en
nuestra traducción. Saber que, ante todo, la fuerza del lenguaje está ya no en lo que
se dice, sino en lo que no se dice, en aquello que se silencia, se oculta, se olvida. De
ahí que haya que darle a Borges la razón, pues ya hace tiempo aseguraba a sus
traductores que su trabajo no consistía en escribir lo que él decía sino lo que
quería decir.
A mi parecer, la mejor manera de concluir este trabajo es animando a seguir
reflexionando, pensando, siempre al día. Traducir es vivir en el mundo, sentir lo
que en él sucede, ver lo que nadie más ve. Por ello, es en el mundo en lo que nos
tenemos que basar para elaborar nuevas teorías pues traducción y actualidad van
de la mano. De lo que ya no hay duda es que, parafraseando a África Vidal, los pies
y la cabeza del traductor están más próximos de lo que tradicionalmente se ha
querido admitir.
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Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
Leer significa releer y comprender, interpretar. Cada uno lee con los ojos
que tiene. E interpreta a partir de donde los pies pisan. Todo punto de vista
es la visión desde un punto. Para entender cómo alguien lee, es necesario
saber cómo son sus ojos y cuál es su visión del mundo. Eso hace de la
lectura siempre una relectura. La cabeza piensa a partir de donde los pies
pisan. Para comprender es esencial conocer el lugar social de aquel a quien
mira. Vale decir, cómo vive alguien, con quién convive, qué experiencias
tiene, en qué trabaja, qué deseos alimenta, cómo asume los dramas de la
vida y la muerte y qué esperanzas lo animan. Eso hace de la comprensión
siempre una interpretación. Siendo así, es evidente que cada lector es coautor. Porque comprende e interpreta a partir del mundo que habita (citado
en Vidal 2007a: 108).
Hay que tener en cuenta que
puede que la belleza del lenguaje resida justamente en ese momento en el
que se produce la chispa, el acercamiento de los dos cuerpos, cuando cada
palabra adquiere su propio significado: en el roce de los significados, los
textos y las culturas (ibid.: 107).
Por ello, el trabajo del traductor consiste en descubrir esa huella invisible
que todo escritor deja tras de sí en las palabras plasmadas sobre el papel. Y en
decidir y guardar el equilibrio. El traductor, ya hemos visto, teje tapices, es
detective, funambulista, y, además, cocinero. Se enfrenta al texto sabiendo que
tiene el poder en sus manos: el lenguaje. Si cada persona es distinta, el mundo que
con su lenguaje pinte también será diferente al del resto. Ni mejor ni peor,
simplemente distinto, pero nunca, eso sí, neutro. Y quizá sea al partir de eso, de
que el lenguaje y, por tanto, la traducción nunca son neutros ni objetivos cuando
logremos crear la traducción más ética y responsable, pues sabremos que bastará
la elección de una palabra para cambiar el (des)orden del mundo.
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El lenguaje… una realidad
Soñar con la traducción perfecta es como soñar con el amor perfecto, donde
los límites y barreras del yo se difuminan y dos almas se tornan
mutuamente transparentes… La traducción es una metáfora de uno de
nuestros más profundos deseos: meternos en la piel del otro (citado en
Vidal 1998: 127).
110
Beatriz García Alonso
El lenguaje… una realidad
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