XIII Domingo del Tiempo Ordinario Juan es su nombre (Lc, 1,57-66.80)

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XIII Domingo del Tiempo Ordinario
Juan es su nombre
(Lc, 1,57-66.80)
ANTÍFONA DE ENTRADA (Jn 1,6-7;Lc 1,17)
Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan; este venía para dar testimonio de la luz y
preparar para el Señor un pueblo bien dispuesto.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que suscitaste a San Juan Bautista para que preparase a Cristo el Señor un pueblo bien
dispuesto, concede a tu familia el son de la alegría espiritual y dirige la voluntad de tus hijos por el
camino de la salvación y de la paz.
PRIMERA LECTURA (Is 49,1-6)
Te hago luz de las naciones
Lectura del Libro de Isaías
Escuchadme, islas; atended, pueblos lejanos: Estaba yo en el vientre, y el Señor me llamó; en las
entrañas maternas, y pronunció mi nombre. Hizo de mi boca una espada afilada, me escondió en la
sombra de su mano; me hizo flecha bruñida, me guardó en su aljaba y me dijo: «Tú eres mi siervo,
de quien estoy orgulloso.» Mientras yo pensaba: «En vano me he cansado, en viento y en nada he
gastado mis fuerzas», en realidad mi derecho lo llevaba el Señor, mi salario lo tenía mi Dios. Y
ahora habla el Señor, que desde el vientre me formó siervo suyo, para que le trajese a Jacob, para
que le reuniese a Israel -tanto me honró el Señor, y mi Dios fue mi fuerza-: «Es poco que seas mi
siervo y restablezcas las tribus de Jacob y conviertas a los supervivientes de Israel; te hago luz de
las naciones, para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra.»
SALMO RESPONSORIAL (Sal 138, 1-3. 13-14. 15)
R/. Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente.
Señor, tú me sondeas y me conoces;
me conoces cuando me siento o me levanto,
de lejos penetras mis pensamientos;
distingues mi camino y mi descanso,
todas mis sendas te son familiares. R/.
Tú has creado mis entrañas,
me has tejido -en el seno materno.
Te doy gracias, porque me has escogido portentosamente,
porque son admirables tus obras;
conocías hasta el fondo de mi alma. R/.
No desconocías mis huesos,
cuando, en lo oculto, me iba formando,
y entretejiendo en lo profundo de la tierra. R/.
SEGUNDA LECTURA (Hch 13, 22-26)
Antes de que llegara Cristo, Juan predicó
Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles
En aquellos días, dijo Pablo: «Dios nombró rey a David, de quien hizo esta alabanza: "Encontré a
David, hijo de Jesé, hombre conforme a mi corazón, que cumplirá todos mis preceptos." Según lo
prometido, Dios sacó de su descendencia un salvador para Israel: Jesús. Antes de que llegara, Juan
predicó a todo Israel un bautismo de conversión; y, cuando estaba para acabar su vida, decía: "Yo
no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias."
Hermanos, descendientes de Abrahán y todos los que teméis a Dios: A vosotros se os ha enviado
este mensaje de salvación.»
ACLAMACIÓN AL EVANGELIO (Lc 1, 76)
R/. Aleluya, aleluya
A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos.
R/. Aleluya, aleluya
EVANGELIO (Lc 1, 57-66. 80)
Juan es su nombre
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas
A Isabel se le cumplió el tiempo del parto y dio a luz un hijo. Se enteraron sus vecinos y parientes
de que el Señor le habla hecho una gran misericordia, y la felicitaban.
A los ocho días fueron a circuncidar al niño, y lo llamaban Zacarías, como a su padre. La madre
intervino diciendo: «¡No! Se va a llamar Juan.» Le replicaron: «Ninguno de tus parientes se llama
así.» Entonces preguntaban por señas al padre cómo quería que se llamase. Él pidió una tablilla y
escribió: «Juan es su nombre.» Todos se quedaron extrañados. Inmediatamente se le soltó la boca y
la lengua, y empezó a hablar bendiciendo a Dios. Los vecinos quedaron sobrecogidos, y corrió la
noticia por toda la montaña de Judea. Y todos los que lo oían reflexionaban diciendo: -«¿Qué va a
ser este niño?» Porque la mano del Señor estaba con él. El niño iba creciendo, y su carácter se
afianzaba; vivió en el desierto hasta que se presentó a Israel.
ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Colmamos de ofrendas tus altares, Señor, para celebrar dignamente la natividad de san Juan
Bautista; porque él proclamó que el Salvador del mundo ya estaba cerca y lo mostró, ya presente
entre los hombre
Prefacio
En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias siempre y en todo lugar,
Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno, por Cristo, Señor nuestro, por Cristo nuestro Señor.
Y al celebrar hoy la gloria de Juan Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de
mujer, proclamamos tu grandeza.
Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres y su
nacimiento fue motivo de gozo para muchos.
Él fue escogido de entre los profetas para mostrar alas gentes el Cordero que quita el pecado del
mundo.
Él bautizó en el Jordán al Autor del Bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de
salvación para los hombres. Y él le dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre
de Cristo.
Por eso, como los ángeles te cantan en el cielo, te aclamamos nosotros en la tierra, diciendo sin
cesar: Santo, Santo, Santo.
ANTÍFONA DE COMUNIÓN (Lc 1,78)
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios nos visitará el Sol que nace de lo alto.
ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Señor, tú que has restaurado nuestras fuerzas con el banquete del Cordero celestial, haz que tu
Iglesia, llena de gozo por la natividad de san Juan Bautista, reconozca a su Redentor en aquel cuya
venida inminente anunciaba el Precursor.
Lectio
Hoy la Iglesia celebra la Solemnidad del Nacimiento de San Juan Bautista. Santo muy importante y
particular que está como entrelazando el Antiguo y el Nuevo Testamento. Nos presenta la novedad
del Reino pero en continuidad con la Antigua Alianza. Otra singularidad de este Santo es la liturgia
particularmente rica, con un formulario para la vigilia y otro para la Misa del día y las primeras
vísperas en la Liturgia de las horas.
La eucología nos ofrece también un prefacio en el que la Iglesia recuerda y celebra “al mayor de los
nacidos de mujer”, en los acontecimientos característicos de su vida, subrayados por los mismos
textos bíblicos, especialmente el evangelio, tanto el de la vigilia como el de la Misa del día.
Juan viene a ser como la línea divisoria entre los dos Testamentos, el antiguo y el nuevo. Así lo
atestigua el mismo Señor, cuando dice: La ley y los profetas llegaron hasta Juan. Por tanto, él es
como la personificación de lo antiguo y el anuncio de lo nuevo. Porque personifica lo antiguo, nace
de padres ancianos; porque personifica lo nuevo, es declarado profeta en el seno de su madre. Aún
no ha nacido y, al venir la Virgen María, salta de gozo en las entrañas de su madre. Con ello queda
ya señalada su misión, aun antes de nacer; queda demostrado de quién es precursor, antes de que él
lo vea. Estas cosas pertenecen al orden de lo divino y sobrepasan la capacidad de la humana
pequeñez. Finalmente, nace, se le impone el nombre, queda expedita la lengua de su padre. Estos
acontecimientos hay que entenderlos con toda la fuerza de su significado.
Contexto
Este pasaje del evangelio forma parte de los así llamados relatos de la infancia de Jesús. De modo
particular este texto sigue a la escena de la visita de María “a la casa de Zacarías” (Lc 1, 40)
después de la anunciación del ángel mensajero de la nueva creación.
La anunciación de hecho inaugura gozosamente el cumplimiento de las promesas de Dios a su
pueblo (Lc 1, 26-38). El gozo de los tiempos nuevos, que ha llenado a María, inunda ahora el
corazón de Isabel. Ella goza por el anuncio traído por María (Lc 1, 41). María por su parte
“proclama las grandezas del Señor” (Lc 1, 46) porque el Poderoso ha hecho cosas grandes en ella,
como también ha obrado grandes prodigios por su pueblo necesitado de salvación.
Juan nace de una anciana estéril; Cristo, de una joven virgen. El futuro padre de Juan no cree el
anuncio de su nacimiento y se queda mudo. Zacarías calla y pierde el habla hasta que nace Juan, el
precursor del Señor, y abre su boca. Este silencio de Zacarías significaba que, antes de la
predicación de Cristo, el sentido de las profecías estaba en cierto modo latente, oculto, encerrado.
Con el advenimiento de aquel a quien se referían estas profecías, todo se hace claro. El hecho de
que en el nacimiento de Juan abre la boca de Zacarías tiene el mismo significado que el rasgarse el
velo al morir Cristo en la cruz. Si Juan se hubiera anunciado a sí mismo, la boca de Zacarías habría
continuado muda. Si se desata su lengua es porque ha nacido aquel que es la voz; en efecto, cuando
Juan cumplía ya su misión de anunciar al Señor, le dijeron: ¿Tú quién eres? Y él respondió: Yo soy
la voz que grita en el desierto. Juan era la voz; pero el Señor era la Palabra que en el principio ya
existía. Juan era una voz pasajera, Cristo la palabra eterna desde el principio.
Reflexión
El nacimiento de Juan está envuelto en alegría. Isabel se alegra, y los vecinos y parientes «se
regocijaron con ella». Es la alegría de haber nacido un niño, y de una madre que era tenida por
estéril y era además de edad avanzada. Esta alegría preanuncia la hora de la historia de la salvación
que ha sonado con este nacimiento.
«Querían ponerle el nombre de su padre: Zacarías». La circuncisión se llevaba a cabo al octavo
día del nacimiento. Así lo exigía la ley. Y a la circuncisión va ligada la elección y la imposición del
nombre, derecho que corresponde al padre y a la madre, aunque también los parientes y vecinos
podían tomar parte en la deliberación. Todos querían que el niño se llamase Zacarías, como su
padre; esa era la tradición. Pero siendo muy importante conservar las tradiciones y costumbres
religiosas y culturales, la cuestión decisiva es ésta: ¿Qué es lo que Dios quiere? Y no siempre es
voluntad de Dios lo tradicional, la vieja usanza, el camino trillado.
«Se ha de llamar Juan». Isabel y Zacarías están de acuerdo en la elección del nombre. Al pueblo le
extraña la decisión y se admiran. La voluntad y la palabra de Dios sitúa a los que ha elegido ante la
necesidad de salirse de lo acostumbrado, así les había sucedido a Abraham, a Moisés, a los
profetas… Y ahora alborea un tiempo nuevo, y esto se hace extraño a los que están completamente
enraizados en lo antiguo. El espíritu va por nuevos caminos, que no siempre son fáciles de
comprender. El nombre elegido por Dios revela el misterio de la misión del niño que acaba de
nacer; en efecto, Juan significa: “Dios es misericordioso”. El tiempo del castigo ha terminado para
Zacarías. En el nacimiento del Precursor se anuncia –todavía en un círculo reducido– el tiempo de
la salvación.
«Y todas estas cosas se comentaban por toda la región». Del pequeño círculo de los vecinos y
parientes sale y se extiende por toda la montaña de Judea la noticia de los acontecimientos
extraordinarios. La noticia y el mensaje de salvación pugna por extenderse a espacios cada vez más
amplios. Tiene el destino y la fuerza de conquistar el mundo. Y el que es alcanzado por ella se
convierte también en su heraldo.
«Todos se preguntaban impresionados: ¿qué va a ser de este niño?». No basta, sin embargo, con
haber experimentado y oído los hechos portadores de la salvación. Deben además impresionar –
grabarse– en el corazón. El que los percibe tiene que enfrentarse con ellos en su interior. En el niño
Juan se revela el poder, la guía y la dirección de Dios. Quien tome esto en serio y lo considere en su
interior se asombrará y se preguntará: ¿Por qué sucede esto? ¿Por qué acompaña a este niño la
poderosa mano de Dios? ¿Quién da solución a estas preguntas?
Juan pasó toda su vida señalando al Cordero que quita los pecados del mundo. Todo él es una pura
referencia a Cristo: cada una de sus palabras, de sus acciones, su ser entero, su vida, no se explica ni
se entiende sin Cristo. ¿Y nosotros? A veces parece que si no fuéramos cristianos seguiríamos
pensando igual, haciendo las mismas cosas, planteando todo de la misma manera, deseando las
mismas cosas, temiendo las mismas cosas… ¿Qué influjo real tiene Cristo en mi vida?
«Y moraba en los desiertos hasta el momento de manifestarse a Israel». Israel tomó posesión de la
tierra prometida después de su permanencia en el desierto, y del desierto era esperado el Mesías.
Juan se fue al desierto de Judá, y en el desierto se prepara para recibir la investidura de su cargo.
Lejos de los hombres, en la proximidad de Dios, se va armando para su quehacer futuro.
La entera vida de Juan está determinada por su ministerio. Antes de ser concebido es elegido, desde
el seno de su madre salta de gozo anunciando la cercanía del Mesías, vive en el desierto bajo el
impulso divino: Dios mismo le introduce en su ministerio. Todo esto tiene lugar delante de Israel; el
Mesías y su pueblo llenan su vida. Dios lo había elegido para esto.
El nacimiento de Juan fue motivo de alegría para muchos, porque era el precursor del Salvador.
¿Soy yo motivo de alegría para la gente que me ve o me conoce? Viéndome vivir y actuar, ¿se
sienten un poco más cerca de Dios? Ante mi manera de plantear las cosas, ¿experimentan el gozo de
la salvación, de Cristo Salvador que se acerca a ellos?
Apéndice
Del Catecismo de la Iglesia Católica
523 San Juan Bautista es el precursor (cf. Hch 13, 24) inmediato del Señor, enviado para prepararle
el camino (cf. Mt 3, 3). "Profeta del Altísimo" (Lc 1, 76), sobrepasa a todos los profetas (cf. Lc 7,
26), de los que es el último (cf. Mt 11, 13), e inaugura el Evangelio (cf. Hch 1, 22; Lc 16,16); desde
el seno de su madre ( cf. Lc 1,41) saluda la venida de Cristo y encuentra su alegría en ser "el amigo
del esposo" (Jn 3, 29) a quien señala como "el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo" (Jn
1, 29). Precediendo a Jesús "con el espíritu y el poder de Elías" (Lc 1, 17), da testimonio de él
mediante su predicación, su bautismo de conversión y finalmente con su martirio (cf. Mc 6, 17-29).
Juan, Precursor, Profeta y Bautista
717 "Hubo un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. (Jn 1, 6). Juan fue "lleno del Espíritu
Santo ya desde el seno de su madre" (Lc 1, 15. 41) por obra del mismo Cristo que la Virgen María
acababa de concebir del Espíritu Santo. La "Visitación" de María a Isabel se convirtió así en "visita
de Dios a su pueblo" (Lc 1, 68).
718 Juan es "Elías que debe venir" (Mt 17, 10-13): El fuego del Espíritu lo habita y le hace correr
delante [como "precursor"] del Señor que viene. En Juan el Precursor, el Espíritu Santo culmina la
obra de "preparar al Señor un pueblo bien dispuesto" (Lc 1, 17).
719 Juan es "más que un profeta" (Lc 7, 26). En él, el Espíritu Santo consuma el "hablar por los
profetas". Juan termina el ciclo de los profetas inaugurado por Elías (cf. Mt 11, 13-14). Anuncia la
inminencia de la consolación de Israel, es la "voz" del Consolador que llega (Jn 1, 23; cf. Is 40, 13). Como lo hará el Espíritu de Verdad, "vino como testigo para dar testimonio de la luz" (Jn 1, 7;
cf. Jn 15, 26; 5, 33). Con respecto a Juan, el Espíritu colma así las "indagaciones de los profetas" y
la ansiedad de los ángeles (1 P 1, 10-12): "Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda
sobre él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es
el Hijo de Dios [...] He ahí el Cordero de Dios" (Jn 1, 33-36).
720 En fin, con Juan Bautista, el Espíritu Santo, inaugura, prefigurándolo, lo que realizará con y en
Cristo: volver a dar al hombre la "semejanza" divina. El bautismo de Juan era para el
arrepentimiento, el del agua y del Espíritu será un nuevo nacimiento (cf. Jn 3, 5).
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