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CARLOS ALBERTO MONTANER
Castro entra ahora en la fase más peliFidel
grosa. El fusilamiento de Eduardo Díaz Betancourt y la golpeadura al periodista español
Santiago Aroca -como antes los maltratos y las
humillaciones a la poeta María Elena Cruz
Várela- demuestran que el régimen pierde el
pudor. No le importa la opinión pública internacional. Sólo le interesa sobrevivir a cualquier
precio. ¿Es eso posible? No lo creo. Cuba es el
único país realmente comunista que queda en
Occidente, pero en sus horas finales el propio
Castro se está empeñando en traer a la Isla una
especie de capitalismo salvaje, en forma de jointventures, sin otro objeto que intentar apuntalar
su régimen, ahora que han colapsado los
vínculos económicos con el ya inexistente
Bloque del Este. A este cambio de rumbo los
cubanos le llaman la vía capitalista para salvar el
estalinismo.
En realidad esas inversiones extranjeras no van
a poder sustituir el subsidio soviético o los créditos que antes concedía Europa oriental. Sencillamente, él sistema comunista en Cuba es insalvable, y es difícil pensar que las multinacionales
gallegas o asturianas consigan reflotar lo que se
ha hundido pese a contar con una ayuda de la
URSS, a lo largo de treinta años, calculada en
miles de millones de dólares.
L
a Habana carece de reservas, de crédito y
hasta de clientes fiables para los pocos productos que el país puede exportar. Le debe
unos veinte mil millones de dólares a Moscú,
siete mil a Europa oriental y otros nueve mil a
Occidente. El 80 por 100 de sus exportaciones
depende del azúcar, pero los seis millones de
toneladas con que cuentan para exportar, a precio de mercado mundial, ni siquiera alcanzan
para cubrir los costos del petróleo que el país
necesita para su consumo normal: 200.000 barriles diarios. Y ese altísimo consumo energético es obra de una fatalidad natural: Cuba carece
de grandes ríos capaces de generar energía hidráulica. Tiene que depender de la energía térmica convencional, puesto que la central nuclear comenzada a construir hace unos años jamás será puesta en servicio. Ni la Rusia actual
tiene alicientes o recursos para concluirla, ni
Cuba tiene a dónde acudir para conseguir los
carísimos equipos electrónicos que tendría que
comprar en Occidente, concretamente en Francia, para ponerla en funcionamiento. Por otra
parte, Cubaos un importador neto de alimentos
y hoy carece de recursos para efectuar esas
compras. Asimismo, todo el parque industrial
adquirido en Europa del Este o en la antigua
Unión Soviética requiere de unas piezas de
repuesto que sólo le venderían en divisas fuertes
y Cuba no cuenta con ellas.
n suma: la Isla marcha hacia la parálisis
económica y hacia la desintegración de
prácticamente todo el aparato productivo.
Cualquier préstamo que se le haga al Gobierno
E
de Castro, cualquier línea de «Fidel Castro entra ahora en la población. Tan humillante
crédito que se le conceda, será
que, al decir de algunos profase más peligrosa. El
tirar el dinero al mar Caribe,
minentes miembros de la
porque el país no tiene la fusilamiento de Eduardo Díaz oposición, con los que no
menor
posibilidad
de Betancourt -como antes los siempre estamos de acuerdo,
cumplir sus compromisos
en el capítulo de la
malos tratos a la poeta María entra
económicos.
violación de la propia ley reEn pocos meses la situación Elena Cruz Várela- demuestran volucionaria, puesto que se
debe hacerse totalmente in- que el régimen pierde el pudor. supone que todos los nacidos
gobernable y comenzaremos a
o residentes en la Isla cuentan
ver el final del castrismo y el No le importa la opinión pública con los mismos derechos,
surgimiento de una Cuba internacional. Sólo le interesa principio que se viola en los
distinta. Todavía no podemos sobrevivir a cualquier precio. hoteles,
discotecas,
predecir
si
el
colapso
restaurantes y tiendas a las
definitivo va a ser violento o ¿Eso es posible? No lo creo.» que los cubanos no tienen
mediante una evolución paacceso, así como en los leocífica pactada con la oposición, a la manera de
ninos contratos laborales
Checoslovaquia o Hungría -lo que nosotros con los que se disciplina a los trabajadores de
estamos procurando desesperadamente-, pero esas empresas.
lo que sí resulta previsible es que la nueva
Cuba que surgirá tras el fin del castrismo no
verá con buenos ojos a los inversionistas que a
bviamente, se podrá decir que esas reglas
última hora acudieron a la Isla al llamado de un
las puso el Gobierno de Cuba, pero esas
Castro que les ofrecía villas y castillas con tal
reglas probablemente son inconstituciode prolongar su estadía en el poder.
nales, vulneran los derechos civiles y
humanos de los cubanos, y seguramente
servirían de base para futuras acciones legales
n efecto, y a juzgar por los informes de civiles y criminales contra quienes han
prensa, el pueblo cubano no podrá tener practicado la discriminación contra los naturales
una buena opinión de quienes contribuye- del país. Súmesele a esto las dudosas cláusulas
ron a prolongar su agonía, y en especial de quie- de los contratos firmados entre el Gobierno y
nes invirtieron en negocios hoteleros que -de los empresarios extranjeros, los derechos de los
acuerdo con el juicio quizá apasionado de los antiguos propietarios de bienes afectados por las
cubanos- constituyen una afrenta para los natu- nuevas inversiones, más el clima general de
rales del país, puesto que a ellos les está prohibi- hostilidad que hay en el país contra estos
da la entrada, dado que se trata de sitios en los inversionistas, y se tendrá una idea de los
que exclusivamente se puede pagar en moneda enormes riesgos futuros que amenazan a
extranjera. A esa discriminación en su propio quienes hoy invierten en la Cuba de Castro. Adsuelo los cubanos le llaman apartheid. En todo vertencia que no quisiéramos que nadie tomara
caso, sería desleal no advertirles a los como una amenaza, porque no nos hace felices
empresarios españoles de última hora -muchos que los industriales y comerciantes españoles de
de ellos amigos nuestros bien intencionados- hoy se vieran mañana sujetos a represalias prosobre el extraordinario riesgo que están corrien- bablemente injustas, como las que a principios
do. En primer término, sea o no una percepción de la década de los 60 afectaron a miles de honcorrecta, el pueblo los ve como cómplices de la rados inversionistas, casi todos gallegos y astudictadura, y en segundo lugar, como administra- rianos, que perdieron el fruto de su trabajo o de
dores de un injusto y humillante trato hacia la sus ahorros. Sólo que el que advierte no es traidor.
O
E
Carlos Alberto Montaner es Presidente de la Unión Liberal Cubana.
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